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Sobreviviendo al amor por desileo

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La pirata veía al elfo sentado al lado de ella, no sabiendo si debía reír por la amistad que había ganado de él o debía sentirse halagada, pues los hombres (y una que otra mujer) le buscaban únicamente para pasar “un buen rato”. Un objeto que daba placer para después ser desechado.

No le molestaba ese pensamiento, es más, ella incentivaba que fuera así, pues se divertía y de paso no creaba conexión con nadie. Sin embargo, era algo refrescante tener personas como Fenris que de ella venían a buscar únicamente consejo.

Aunque su opinión no era la mejor en el asunto, por lo que intentó escucharlo en su monólogo extremadamente confuso.

─…Pero siento esa extraña atracción, a pesar de ser un mago. No sé qué hacer.

Un tanto apenada, se dio cuenta que se había perdido casi todo el discurso del guerrero por lo que utilizando su humor fuera de lugar, respondió.

─¿Has pensado en acostarte con él? Eso aclara muchas cosas.

El elfo le vio con cara de pocos amigos, por lo que Isabela se defendió.

─Oh vamos, como si no tuvieras tentación de hacer eso con Hawke. Además, siempre ayuda para saber si sus cuerpos con compatibles y poder compartir plenamente una vida con él.

Con un tono irritado, contestó de manera cortante.

─Creo que soy un idiota por venir hasta aquí para pedirte consejo. Pensé que por haber estado casada tendrías una muy buena idea, mas veo que me equivoqué.

Isabela resintió el comentario, Fenris golpeaba donde más dolía tanto con las palabras como físicamente; se ocultó rápidamente respondiendo.

─Sí, pero él murió hace tiempo y me dejó una hermosa embarcación que me hizo olvidarlo rápidamente. Sin embargo, no eres ningún virgen como para escandalizarte cuando hablamos de sexo, aunque claro, te falta entender el concepto de “consentimiento”, por lo que creo que de momento dejaremos eso de lado.

En cuanto el guerrero apartó la mirada de la pirata, supo que dio en un punto sensible, se sintió complacida y un poco arrepentida, mas se lo merecía.

Habían tenido esa charla en una invitación que le hizo al Ahorcado para conocerse mejor. Ambos estaban pasados de copas y a Fenris se le escapó esa información que, a pesar de su estado, Isabela recordó perfectamente y cómo poder olvidarla; tal parecía que el mago llegó a violarlo, lo que le causó cierta aversión al sexo y aún más al contacto con otras personas (aunque éstas no provocaran reacción a sus marcas).

Pobre de Hawke, tendría que combatir monstruos más terribles a comparación de la vida real. Estaba por disculparse cuando el otro residente del Ahorcado llegó a interrumpirles.

─Rivaini, ¿qué le estás haciendo a Broody? Ya de por sí él es así de triste, no necesita que le agregues más melancolía.

Sin entender muy bien su punto, vio hacia el rostro de Fenris que se había vuelto para ver al recién llegado, éste se mostraba triste por el recuerdo reciente. Está bien, se propasó, lo admitía, pero si no soportaba esa clase de comentarios, no debería ir por el mundo ofendiendo a las personas.

Varric se sentó en la silla disponible en la mesa, pidió un tarro de cerveza para después preguntar.

─¿Qué haces por aquí, Broody? Pensé que estarías ocupado rumiando tu mala suerte en algún rincón oscuro de tu mansión.

Antes de que el aludido pudiera proferir palabra alguna, Isabela se metió en la conversación.

─Viene aquí por consejo, no sabe qué hacer con Hawke. En el buen sentido de la palabra, claro está. No planea asesinarlo o al menos no en corto tiempo.

El guerrero le vio con mirada acusadora, ésta lo ignoró olímpicamente, tenía la esperanza de que el escritor pudiera ser de ayuda en este caso, pues ella era pésima.

Leyendo detrás de las intenciones de la mujer, el enano aportó.

─Así que por fin piensas hacer caso de los esfuerzos de Hawke para llamar tu atención. Sería un gran detalle de tu parte.

Pudiendo hablar por primera vez desde la llegada de Varric, Fenris respondió molesto.

─Yo nunca dije tal cosa. Simplemente no sé qué hacer ante todo lo que hace Hawke por mí. Es tan extraño que haga todo eso.

El escritor lo observó con mirada conocedora y opinó.

─Pero no te desagrada. Es simplemente que no estás acostumbrado a que alguien realice cosas lindas por ti porque eras un esclavo y era tu deber llevarlas a cabo. Que Hawke las realice sin la necesidad de estar a tu servicio te resulta desconocido.

El elfo hizo ademán de refutar lo que el escritor dijo, mas su boca no profirió sonido alguno, lo que dejó a ambos pícaros la respuesta para ayudar a Hawke en su travesía para conquistar el corazón del guerrero.

Con esa conclusión, Isabela aportó.

─En la vida fuera de la esclavitud, las personas hacen cosas lindas a las personas que les importan y eso no quiere decir que quieran algo a cambio de esa persona en cuestión. Es simple y llanamente que quieren hacerte sentirte especial.

Perplejo por esas palabras, Fenris preguntó lo que le confundía más.

─Pero es un mago. ¿No quiere atraerme para hacerse con mis tatuajes?

Isabela le vio tiernamente, como si estuviera ante un niño pequeño que acaba de hacer algo realmente lindo y con voz melosa contestó la duda del elfo.

─Oh cariño, los magos también son personas con sentimientos y no solamente tienen en mente el poder que puedan conseguir.

Apoyando a su compañera de trabajo, Varric comentó.

─Puede que los magos que conociste en Tevinter hayan sido los equivocados o al menos aquí los magos al ser tan reprimidos por la Capilla tienen una manera muy diferente de actuar. Tan solo intenta conocer mejor a uno, como por ejemplo Hawke, estoy seguro de que será paciente con todo lo que quieras saber sobre la magia aquí en el sur.

El guerrero vio a ambos pícaros por un largo tiempo, analizando la nueva información que le habían aportado. Finalmente anunció.

─Está bien, dejaré que Hawke se me acerque y le conoceré más a fondo. Tan solo sepan que si es tal y como yo pensaba serán los primeros a los que les arranque el corazón.

Ambos asintieron con una sonrisa en sus rostros, tenían la suficiente confianza para saber que eso nunca pasaría. En cuanto terminó su bebida, salió del Ahorcado, dejó solos a Varric e Isabela, ésta última preguntó.

─¿Escuchaste lo que dije acerca de Fenris y su antiguo amo?

El enano se limitó a asentir, daba a conocer a la pirata exactamente la parte a la que se refería. Con eso, cuestionó.

─Y supongo que eso irá a parar a oídos de Hawke, ¿verdad?

Sonriendo traviesamente, el escritor respondió.

─Por supuesto que sí. Ese hombre necesita toda la información que podamos recabar de Broody. Ahora, si fueras tan amable de decirme con detalle toda la historia.

Actuando escandalizada, la pirata siguió el juego.

─¿Me estás pidiendo que traicione la confianza de Fenris? Eso es bajo incluso para ti, Varric… está bien, págame la bebida y haremos un trato.

Varric soltó una risa corta, sabía que la mujer se lo diría aun cuando no pagara nada. Sin embargo, soltó.

─Con tal de ayudar a Hawke, te compraría el Ahorcado entero para saber algo sobre Broody.

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Fenris caminaba distraídamente por las calles de Baja Ciudad, pensando en lo que le habían dicho Isabela y Varric hace apenas unos momentos, ignoraba todo lo que pasaba a su alrededor.

Parecía todo tan idílico, como si el sur fuera un mundo completamente opuesto a la tierra que le vio nacer. Mas le parecía que esa diferencia era lógica, ya que los magos en este continente estaban en un Círculo, apartados del resto de la población y los vigilaban templarios.

Los magos fuera del Círculo eran un completo enigma, temía que fueran igual que los magos de Tevinter pero, tomando en cuenta las opiniones de esos dos, eran muy diferentes.

Finalmente, resolvió que conocería a Hawke más a fondo, aunque nunca bajaría su guardia. Solo por precaución.

En cuanto  salió de su mente, se dio cuenta que había terminado en un callejón, en donde estaban asaltando a una mujer mayor. Ninguno de los involucrados notó su presencia, lo cual le dio oportunidad al guerrero de salir sin entrometerse en la situación.

Antes de poder hacer cualquier movimiento, pudo reconocer a la mujer como Leandra Hawke, la madre de Garret, Bethany y Carver. Sabía que no podía dejarla sola, avanzó hasta los ladrones, tomó en el proceso su espada, diciendo.

─Será mejor que la dejen en paz, bastardos.

Todas las miradas se enfocaron en él, unas llenas de escepticismo y otra llena de alivio. Uno de los ladrones, el líder supuso el elfo, llegó a su encuentro para amenazar.

─Será mejor que regreses de donde quiera que hayas salido, orejas puntiagudas. A menos claro que quieras morir.

Con una sonrisa cruel, el guerrero respondió.

─Es curioso, yo pensaba decirte lo mismo. Será mejor que desaparezcan de mi vista antes de que decida asesinarlos a todos.

Queriendo demostrar su fuerza, el hombre se abalanzó sobre Fenris quien lo recibió con el filo de la espada en su cuello, lo separó de la cabeza ante la vista asombrada de todos los presentes.

Sin inmutarse por la sangre que tenía vio al resto del grupo, encendiendo sus marcas de Lyrium retaba al resto de que intentaran hacer lo mismo; sin embargo, los ladrones huyeron despavoridos frente a ellos y dejaron atrás el cuerpo de su líder.

Volviendo a la normalidad, se acercó hasta el cuerpo inerte en el suelo y sacó lo que supuso había arrebatado a la mujer: un anillo simple con un grabado dentro, el guerrero no supo lo que decía.

Viendo hacia la madre de Hawke, se acercó lentamente hacia ella pues su aspecto no era el más amigable y le tendió el anillo. Para su sorpresa, la mujer no mostró miedo, solo una sonrisa llena de agradecimiento, lo tomó sin titubear.

Cumplió su buena obra del día, dio una simple inclinación de cabeza y se retiró pensando en la reacción de la mujer, llegó a una conclusión rápida en su cabeza:

La familia Hawke era extraña.

 


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