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Reto de Navidad por Yue Murakami

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El cuartel del scepter 4 se ha unido al resto de la ciudad. Todo el ambiente navideño se encuentra en el aire. El edifico entero grita que ya ha llegado a él la preparación de las fiestas decembrinas. Cada calle está adornada de colores, luces y el frío no se hace esperar. Suelto un suspiro. Al despertar él se ha ido, como si no hubiera escuchado mi mayor miedo; salí de mi oficina bastante temprano para darme un baño, huelo a sudor y a… tabaco, a Suoh. Grande ha sido mi sorpresa al toparme con las personas abriendo sus negocios, sacando cada uno de los adornos navideños.

 

Me cubro bien con mi abrigo y sigo mi camino. Me duele el cuerpo y tengo sueño, pero tengo un deber más grande como el capitán y no puedo darme el lujo de dormir hasta tarde.

 

—    ¿Una invitación? — digo al aire al darme cuenta del contenido del sobre mientras dejo mis llaves en su lugar. No había notado que era para una fiesta en el bar de Homra.

 

—    ¿Irás, no? — dejo caer el papel y doy un pequeño brinco en mi lugar. Parpadeo. Suoh Mikoto, mi rey rojo, está en mi sala con el cabello húmedo. Me observa con atención — La oficina era demasiado incómoda para dormir.

 

Suoh se mueve para un lugar más cómodo, mi cama. No digo nada. Nunca ha hecho falta. Iré a su fiesta, por cortesía… por una educación que mandaría lejos sólo por verlo a él. Dirijo mis pasos a la habitación, donde parece bastante familiarizado como para tomar un lugar, esperando mi llegada. No hay más.

 

—    ¿Ya compraste los regalos? — le preguntó para comenzar una conversación de cualquier cosa.

 

—    Sabes que no… ¿Quieres acompañarme a escoger el tuyo? — lo escuchó burlarse. Me acomodo mejor negando.

 

—    Hay demasiadas personas, demasiado rojo por todas partes.

 

—    Es Navidad. Rojo, verde y blanco… Es lo normal, Munakata… — hay una pausa larga — ¿Reisi?

 

Espero haber soñado con su voz diciendo mi nombre ¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿Unas horas? No puedo percibir nada más que ese frío, la cama vacía, un solo cuerpo. Se ha ido de nuevo.

 

Largas horas de trabajo. La monotonía, a excepción de mi tercero al mando que se la pasa en su PDA, revisando, quizás los mejores regalos para su pareja. Todos parecen más concentrados en la convivencia que el trabajo. Mientras el cansancio se hace presente en mi cuerpo. Una fiesta. Un regalo. Suoh Mikoto…

 

—    ¿Capitán? Ya es hora de irnos…

 

—    Vaya… parece que los papeles se ha invertido ¿no, Fushimi-kun?

 

—    Tsk, nadie pareció interesado en molestarlo. La teniente tenía una cita, así que…

 

—    Gracias… deberías ir a buscar a Yatagarasu-kun.

 

—    Tsk, con permiso — es tan común su chasquido cuando está molesto, pero es gratificante saber que también tiene esa expresión de vergüenza.

 

Mi paseo de siempre, excepto que el camino a mi hogar está plagado de luces, verde, blanco… rojo. Mucho rojo, hasta en el titileo de esos minúsculos focos de colores. Me marea. Me detengo, huelo todavía a él... Como si lo invocara está sentado, esperando… El resto de Homra lo rodea, desvía la mirada y sonríe, para mí. Todo se ilumina. El árbol que se quedará hasta terminada la temporada en el centro de Shizune. La estrella…

 

—    Sabía que vendrías… — su voz está demasiado cerca.

 

—    ¿Y Yata-chan? — escuchó a la distancia la pregunta.

 

Entonces encuentro enterrado al fondo a Fushimi-kun besando al mencionado, a la vanguardia de Homra. Suoh no ha perdido tiempo y me toma entre sus brazos, su calidez, su aliento con ese particular y fuerte sabor a tabaco, su aroma, de nuevo.

 

Corresponder a él. No te vayas. Necesito tu calor. 


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