Se removió tratando de liberarse sin éxito, gruñendo molesto por la posición en la que se encontraba.
Sus manos atadas sobre su cabeza, unidas al respaldo de la cama y sin que pudiera moverlas, formo un estremecimiento por todo su cuerpo.
-¿te has quedado sin palabras?-le preguntó Watson, en un susurro que se escucho como un grito al estar en aquel silencio tan absoluto.
Bajo sus pantalones y su ropa interior, deshaciendose de ellos mientras procedía a poner una generosa cantidad del aceite entre sus piernas.
-se aprovecha de mi doctor, yo no soy el que debería estar amarrado-se quejó Holmes, hablando al mismo volumen que su compañero.
Sus piernas eran bien sujetas por el doctor, quién las mantenia firmes en su lugar, mientras se dedicaba a morderlas, chupando el dulce que tenían y avanzando poco a poco hasta sus testículos, sin llegar más allá, torturandolo un poco.
-te toca a ti pedirlo Holmes-
-no puede... Rebajarme a.. A eso-trato de decir el de ojos azules, sientiendo el aliento de Watson chocar contra su miembro.
Trató de safar de nuevo sus manos, sin éxito alguno. Se notaba su desesperación por que Watson continuara, porqué el pudiera tocarlo. Pero era demasiado orgulloso como para admitirlo.
-solo son unas palabras-dijo ahora en un tono más fuerte, poniendo sus manos a cada lado de la cabeza de Holmes, tomando en un puño las sábanas que entraban en contacto con él.
Su miembro requeria atención inmediata, ya que estaba haciendo demaciada presión, comenzando a dolerle.
-¡suelteme ya Watson!-gritó Holmes, negandose rotundamente a pedir lo que bien podia tomar.
Fue acallado por un beso, gimoteando al sentir como el aire le era robado impunemente.
Watson no podría seguir con ese juego mucho tiempo, por lo que atrapo la cintura del detective en sus manos mientras comenzaba un débil vaivén, haciendo poco a poco presión con su miembro, tratando de entrar.
-Wa...tson-trato de decir Holmes, gimiendo contra la boca del doctor cuando sintio como entraba de a poco-suelte... Me... Por... Favor-
-todo esta bien... Relajate-le pidió Watson, mientras besaba su cuello, dejando otra mordida, recibiendo un jadeo como respuesta.
-quie.. Quieroo... Tocarlo-le confesó el detective, girando su cabeza hacía uno de los lados, inhalando y exhalando aire repetidas veces, entrecerrando los ojos, de los cuales ya habían salido lágrimas de placer.
-te tengo algo mejor-le dijo Watson, afín de convencerlo. Se introdujo con mayor fuerza, con todo el largo de su miembro siendo cubierto completamente por el cuerpo de Holmes.
Sus manos bajaron más allá de la cintura, sujetandolo bien de la piernas, separandose del rostro del detective no sin antes deharle un beso en la mejilla.
Comenzó a moverse frenéticamente, escuchando complacido los gemidos que Holmes no pudo callar.
Él mismo tuvo que comenzar a morder alguna parte de su cuerpo, ya que la forma en que su miembro era apretado estaba haciendo que perdiera la cabeza.
Dejo marcado el abdomen de Holmes, pronto regresando a sus labios para volver a devorarlos.
Que nadie se atreviera a decirle que el detective no le pertenecía. En su cuerpo estaban las pruebas de que era así.
Holmes se arqueo de pronto, sintiendo toda una explosión dentro de si, aumentando de ser posible, aún más la presión contenida en su miembro.
-Wat...WATSON-gritó, jalandose fuertemente de su amarre, sintiendo como volvian a tocar aquél punto sensible dentro de él.
Más fuerte y más hondo, fue lo que terminó haciendo Watson, viendo como aquél cuerpo debajo de él parecia fusionarse con la cama.
Lo notaba en su mirada, se encontraba perdido, como pocas veces lo había visto. Se estaba dejando completamente en sus manos.
Sintió sus piernas rodearle por la cintura, apretandole más a él.
Por fin pudo safar una de sus manos, girando sobre el doctor para continuar las embestidas con el en cima.
Aquél impulso solo encajó más el miembro de Watson sobre su delicado agujero, haciendolo gruñir de una forma casi animal.
Aquella posición no le molesto al más alto, al contrario, lo excito un poco más, viendolo como cabalgaba sobre él, con sus ojos perdidos en el deseo y el placer.
-que..querias ser el...el de a..arriba ¿n..no?-le dijo Watson, sintiendo como ahora Holmes era quien había tomado el control.
-ca..calle..se-
Para ayudarlo, el doctor lo tomo de las caderas, moviendose al mismo compás que habían llevado desde un inicio.
Masajeo su miembro sin piedad, notando como Holmes estaba por venirse.
Sintio sus dedos encajarse sobre su espalda, pero apesar de todo, el detective llevaba cuidado, teniendo que morderse los labios cada que trataba de resistirse a marcarlo.
Dejo salir un ligero suspiro cuando todo su cuerpo comenzó a temblar hasta llevarlo a su limite y liberarlo.
Su escencia quedo dentro de Holmes, así como la del detective terminó sobre él, con un muy pasional grito dando a su oido.
Le brindo caricias a su espalda mientras ambos recuperaban el aliento, bajando boco a poco para darle un suave masaje a su trasero.
-yo diria que los regalos de Stark nos vinieron de maravilla-dijo Watson después de un rato, sosteniendo al agotado detective, que se había abrazado a él, recargando la cabeza en su hombro.
Una risa seca salió de sus labios al escuchar aquéllo, besando la cicatriz que estaba seguro había sido de la bala que había recibido Watson en Afganistán.
-también le envío algunos sobres de té y algo de café, venian con una nota que decía "no solo pienso en sexo"-
-es un idiota-
-coincido en eso-lo apoyó Holmes, separandose para mirar su rostro-no estoy muy seguro que pueda volver mañana a su hogar doctor Watson, la tormenta parece que tardará en pasar-
-con mucho gusto me quedo un día señor Holmes-contestó Watson con cariño. Ese era su adorado detective.
Tal cómo había dicho Holmes, la tormenta se demoro al punto que parecía que Watson se quedaría un segundo día.
Pero la señora Hudson había vuelto para antes del anochecer, bastante sorprendida por encontrarse al detective en cama y sin poderse levantar.
-es un resfriado solamente, estar fuera con la tormenta no le ayudo-le había mentido el doctor.
Y es que la verdad, Holmes realmente no se había podido ni sentar por el intenso dolor en sus caderas. Watson había cumplido su promesa, ahora debían hacerle creer incluso a Lestrade (que había ido en busca del detective) que todo era a causa de una simple gripe.