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Playing With Fire por gdtop801

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Esa noche no durmió bien, Stiles se despertó cinco veces sintiendo que Derek aparecería en su habitación, entre la oscuridad siendo destacado por sus ojos rojos sangre y lo mataría tan despiadadamente como siempre imagino.

Pero durante todo ese tiempo Stiles estuvo solo, solito solin.

Aunque no descartaba la idea que una vez cayera dormido, el hombre lobo entraría con ese propósito, ¿sería mejor morir dormido? Se preguntaba.

Stiles imagino aquel acontecimiento y predijo todas las posibles opciones de que su padre escuchara tal suceso. ¿Derek moriría si su padre lo escuchará? Sí, definitivamente.
Al final, que bueno que su padre tiene balas de acónito.

En un principio le había asegurado de que con solo las cenizas estarían bien, pero su padre se había empeñado en conseguirlas y Chris Argent no se negó cuando el Sheriff le dijo que le vendiera algunas. Claro que Stiles le reclamó al cazador, había perdido la cabeza y no le importó el hecho de que le había dado una cachetada al hombre, en su caza, con montones de armas...

Tal vez hubiera sido mejor morir cuando fue atacado por Peter, por lo menos lo habría matado sin una razón tan patética como haberle robado un beso.

Es obvio ya en ese punto que el sueño se le había ido y había preferido seguir pensando en aquello hasta que fue muy temprano y tuvo que levantarse.

(...)

Llego al loft con Scott de copiloto, y su amigo le dijo antes de salir.

—Te voy a echar un ojo y ya hable con Isaac, él también lo hará.

Pero Stiles estaba desinteresado en todo aquello, sabía que Scott e Isaac terminarían distraídos y Derek encontraría una forma de atacarlo bajo sus narices. Y si no lo mataba, por lo menos tendrían una muy larga charla sobre eso. Por supuesto, charla de la que no tenía planeado en su cabeza.
¿Qué le diría? Decirle que había sido una apuesta quizás solo le haría enojar más, no solo con él, sino con sus amigos también.

«¡No soy su maldito conejillo de indias!» y era verdad, no lo era.

—¿Te vas a quedar todo el día ahí? —la voz de cierta pelirroja lo distrajo.

¡Oh, Lydia Martín! Tan guapa como siempre y tan perfecta, ella era su solución más perfecta ante todo eso. Seguramente había vivido algo parecido con sus amigas y sabría qué hacer en casos extremos como aquel. ¡Bendita sea tu existencia, diva de Beacon Hills!

—Eres el único quien sigue en el coche —continuo y entonces Stiles se giró al ver que no había nadie en el copiloto. Scott se fue rápido a ver a Kira, seguro ¿y así quiere protegerlo? ¡Vaya amigo!—. Vamos, lleguemos juntos.

Stiles se deshizo de su cinturón de seguridad y una vez afuera camino con prisas detrás de Lydia, era como regresar a los viejos tiempos cuando le gustaba. Ahora eran solo amigos y Stiles veía tan lejano esa etapa de su vida que no puede recordar siquiera que se sentía considerar a Lydia Martín la chica más hermosa de toda la escuela.

—Oye —dijo una vez a su lado—. ¿Podemos ir a tomar un café luego de esto?

Lydia se giró y lo miro con curiosidad.

—Está bien —aceptó—. ¿Ocurrió algo?

«Una grave catástrofe» pensó, pero se reservó ese comentario para después.

Camino un poco más rápido y al entrar al loft se encontró con toda la manada ya practicando. Aún no sabe porque va, después de todo él nunca entrena. Pero supone que lo hace por sentirse incluido, Lydia tampoco tenía mucho que hacer. La única Banshee de la manada no podía practicar otros metidos con sus poderosos gritos más que con otra Banshee.

Todos se veían muy animados, pero por alguna razón Derek
no estaba entre sus betas supervisando.

Con esa ausencia presente en su mente, él y Lydia se fueron a la cocina a preparar una pequeña merienda para los betas después de todo ese ejercicio.

—¿No quieres hablar ahora? —le pregunto la pelirroja mientras movía el contenido de una jarra.

—¿Con todos esos oídos? No gracias — contestó.

—¿Fue muy grave? —Lydia era como él, la curiosidad siempre le ganaba.

—Demasiado —dijo restándole algo de importancia.

—¡No voy a poder aguantarme! —exclamó—. Me matas de la maldita curiosidad.

«Lo sé » quiso decir, sin embargo en eso alguien entro a la cocina.

—Oh mira quien no está entrenando, ¿quieres un emparedado? Stiles y yo los estamos haciendo para tus betas.

Derek los miro a los dos, en especial a Stiles y ahí estaba esa ira en sus ojos.

«¡Maldita sea!» rezongaba Stiles y a su vez agradecía a los cielos, a cualquier dios que Lydia estuviera a su lado.

Derek no se arriesgaría a cometer un crimen con alguien como ella, no cuando la pelirroja podía hacerle estallar los sesos con un simple grito.

—No —respondió y sin más se fue con los demás.

¡Bendito aquel que escucho sus suplicas! Entonces continuaron con lo suyo e ignoraron que aquello había ocurrido.

(...)

Al finalizar el entrenamiento Derek volvió a desaparecer algo que volvía agradecer Stiles. Pero solo para estar seguros, el castaño se le pego como chicle a su pelirroja amiga.

—¿Me lo vas a decir ahora? —pregunto otra vez con molestia.

—Tan rápido como entremos a una cafetería lejos de todos estos chismosos.

Vio a Scott subirse en su auto, y como Isaac y los otros se iban por su lado. Los únicos que quedaron habían sido ellos dos, entonces cuando Lydia se disponía a abrir la puerta del coche una voz les distrajo.

—¡Stiles! —y el nombrado se asustó con solo escuchar su
propio nombre, no quería voltear por supuesto, sin embargo hizo eso—. ¿Podemos hablar un momento por favor?

¿Los oídos de Stiles escucharon bien? La ecuación Derek Hale + no monosílabos + "por favor" no parecía ser una operación posible. Tal vez tenga mucha mierda en los oídos. Y quizás una grave enfermedad mental aunque eso ya todos los sabían.

—Tengo prisa —dijo de manera brusca-. Luego lo hacemos.

Pero era Derek después de todo, aquel hombre que no conoce la palabra "no" como respuesta, por lo que el hombre lobo no le importó tomar del cuello de la sudadera y halarlo hacia él.

—Será solo un momento Lydia —aclaró el moreno, y sin dudas un "momento" sería suficiente para arrancarle la garganta con los dientes como siempre había deseado el sourwolf .

Lydia no se objetó, incluso tuvo el descaro de gritarle al ver que Derek lo llevaba adentró del loft.

«¡No te tardes Stiles, aún me tienes que decir eso!»

¡Vaya buena amiga tiene! Una vez que llegaron a uno de los pasillos del primer piso Derek lo estampó entre la pared y su cuerpo. Y Stiles no podía con ello, así que no se resistió, se dejó ser.

«Fue bueno vivir... Y morir virgen, maldita sea, moriré virgen,
maldita sea, bueno seré un santo en el cielo, si es que eso existe. Me vale, ¡niega todo lo que sabes Stiles!»

—Hablemos sobre lo de ayer —exigió Derek.

¡Mejor jódete cabrón!

—No fue mi intención hacerlo —dijo tomando una gran bocanada de aire para comenzar su verborrea—. Fue solo que pensé que sería buena idea y bueno al final me gano la curiosidad de intentarlo así que llegue aquí. Solo lo hice para saber que se sentía besar un chico, y bueno ya sabes, tú eres un gran partido seguramente tienes un montón de pretendientes, ¿tienes pretendientes hombres? Aunque no creo que te vaya el rollo de los homos, pero bueno, ¿sabes que yo siempre he creído que tengo algo de eso?

—Hablas mucho —gruño Derek interrumpiendo su sermón mientras lo acorralaba más.

El sudor frío le hacía sentir escalofríos, y su corazón encabritado, lleno de adrenalina y miedo le hacía perder la conciencia. Sus rodillas temblaban, si Derek pensaba pegarle o algo, debería hacerlo antes de que su propio peso debilitara sus piernas, porque de pasar eso quizás sería un poco más lamentable de lo que ya era.

—Está en mis genes —gimió, «estúpido cerebro, deja de hacerme hablar»—. Solo hazlo rápido ¿quieres?
Aquello había sido su rendición total, quizás era su única salida.

—¿Entonces quieres que lo haga rápido? —Stiles asintió sin pronunciar palabra alguna—. ¿Y crees que tienes derecho? Yo lo haré como yo quiera.

—¡Entonces haz lo con un demonio! —grito de cólera.
Entonces Derek guardo silencio y se acercó, pero no para golpearlo o matarlo como esperaba Stiles, sino para algo incluso más atemorizante.

Sus labios tocaron los suyos y sí, eso se le llamaba beso francés.

«Maldita sea...»


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