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10 Razones para Salir - YoonMin por SrMomo

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Capítulo 13: Fuerza de voluntad.

 

—Hyung, no puedo.

Jimin estaba siendo atacado de nuevo por el pánico y terminó llamando a YoonGi a primera hora de la mañana, mientras miraba la ropa que usaría con un poco de recelo. El castaño oyó la voz del mayor, y ya que el otro apenas se estaba levantando, se oía ronca.

—¿Qué pasó con toda la seguridad que tenías ayer?

—Recuérdame por qué dije todas esas cosas tan emotivas, porque ahora me carecen…

—No lo sé, no me lo dijiste. Parecía que tenías un discurso sobre ello pero preferí que lo contuvieras a que lo perdieras soltándolos por la boca.

—¡Hyung! ¿Qué puedo hacer? No quiero decepcionarlos…, ¡Ni a SeokJin, ni a NamJoon, a nadie…! ¡Ni a ti!

—No vas a decepcionarnos, Jimin. Incluso pensamos que vas demasiado rápido.

El menor sintió un recuerdo llegar a su mente, la charla que había tenido el día anterior con SeokJin cuando YoonGi se retiró para atender la llamada.

Mañana volveré a la universidad.

¿En serio?

Sí, hyung.

¿Por qué tan pronto? Pensé que te tomarías un tiempo…

Ya he perdido mucho tiempo de mi vida.

Los ojos del castaño brillaron, esas últimas palabras retumbando en su mente como un disco rayado.

—Ya he perdido mucho tiempo en mi vida. —Contestó Jimin con un intenso poder en sus palabras para sí mismo, sintiéndose recuperar la confianza que creyó perdida.

—¿Ya regresó tu confianza?, ¿tan rápido? —Habló YoonGi riendo suave y roncamente, provocando un no-sé-qué en Jimin. Éste decidió ignorar aquello y sonrió.

—Perdón, hyung.

—¿Por qué te disculpas?

—Por llamarte a estas horas por una insignificancia como esta.

—Tonto —lo llamó con cariño riendo suavemente, contagiando a Jimin—. Cualquier razón será buena para que me llames, aunque te tropieces en medio de la calle y hayas pasado la pena de tu vida. ¿Entiendes?

—Como digas.

Jimin terminó despidiéndose después y comenzó a vestirse dejando tirada su pijama de perrito en algún lugar de su habitación. Escogió un conjunto bastante sencillo, y cuando se sintió listo con ese aspecto fue al baño a peinarse.

Mientras lo hacía, se miró al espejo atentamente. Se tocó el rostro con las yemas de sus dedos, vio las marcas de falta de sueño debajo de sus ojos algo intensas. De igual forma vio su cuello delgado y su piel muy pálida, impropia de él. Se veía terrible.

Quiso eliminar ese reflejo, quiso hacer todo lo posible para hacerlo desaparecer. De alguna forma, cada vez que veía su cuerpo en ese estado le destrozaba la imagen que tenía de sí mismo, dejándola devastada. Se estaba detestando desde hacía semanas.

Para que dejara los comentarios negativos hacia sí mismo; escuchó un estruendo en la planta baja y se asustó un poco, pensando en qué podía ser. Tal vez SeokJin espantando a algún perro de sus plantas o NamJoon rompiendo la lámpara nueva.

Pero no tenía nada que ver con eso.

—¡ChimChim~! —oyó un grito alargado aproximarse a medida de que la persona que estuviera gritando ese apodo —únicamente usado por quien suponía— se acercaba a su habitación. No había terminado de salir del baño de su cuarto cuando escuchó la puerta de su habitación ser invadida a la fuerza—, ¡ChimChim! ¿Dónde estás? ¡Sal que quiero abrazarte hasta asfixiarte!

Jimin salió algo asustado por los gritos, pero, como presentía, encontrándose con un chico castaño más alto que él. Jimin rodó los ojos cuando el otro salió corriendo hacia su dirección apenas lo vio, exclamando una vez más.

—Taehyung, haz algo de silencio.

—¡ChimChim! —Gritó más alto lanzándose a los brazos del mayor, llegando a separar los pies del mismo del suelo por una milésima de segundo. Jimin se dejó hacer, después de todo, debió admitir que también se emocionó un poco—. ¡No sabes lo aburrido que es estar con JungKook todo el día! ¡Se la pasa estudiando cada vez que estamos en la biblioteca! ¡¿Puedes creer eso?!

—Las bibliotecas son para leer y estudiar, Taehyung, no para pegar chicles en los asientos de los demás. —Reprochó Jimin cuando el menor lo hubo soltado. Taehyung seguía sonriendo, usando su forma particularmente geométrica, haciéndolo sonreír también.

—¿Te sientes bien?, ¿por qué no me dijeron que habías salido? ¡Habría venido a visitarte!, ¿tienes idea de lo preocupado que estuve mientras tú salías de fiesta por ahí? Ya sé, ¿Entonces tenía que seguir llamando para saber de ti hasta el sol de hoy?

—No sabía que llamabas… —Jimin frunció el ceño, murmurando esto último. Taehyung soltó un bufido.

—Lo hacía todas las noches, pero SeokJin hyung dijo que nos avisaría cuando sucediera algo importante. ¡¿Y sabes qué?! ¡No nos avisó de que sales desde hace dos días!

Jimin sonrió, de cierta forma se lo agradeció mentalmente al mayor. De esa forma, pudo pasar más tiempo con YoonGi sin interrupciones, aunque le encantaba estar con sus amigos pensó que era momento de apoyarse en alguien que podía entenderlo.

—Yah, no hagas tanto escándalo, Taehyung —la voz de Hoseok se hizo presente en la habitación, pidiendo permiso para entrar seguido de JungKook—. Tus gritos de paloma frita se oyen hasta en la esquina.

—¡Pero es ChimChim! ¡Míralo, está aquí!

—Basta —sentenció JungKook con el ceño fruncido, mientras golpeaba a Taehyung en la cabeza con un libro. Éste se quejó y todos miraron al menor—. Me duele la cabeza, dejen de gritar. Vinimos a buscar a Jimin, no a despertar a medio barrio.

—Es cierto. Jimin, ¿Has estado comiendo bien? —El aludido asintió—, ¿duermes?, ¿te duchas?, ¿arreglas tu habitación? —Hoseok miró su alrededor, había ropa tirada en todos lados—…, al parecer sigues siendo el mismo.

—Que me haya encerrado todo este tiempo no necesariamente me hará cambiar.

—¿Estás seguro? Porque te veo más delgado, y más… fantasmal.

Jimin gruñó, frunciendo el ceño y cruzándose de brazos. Sintió su imagen propia quebrarse un poco más:— No hacía falta que me lo recordaras. En el baño hay un espejo, ¿Lo sabías?

Hoseok sonrió y rodeó a Jimin con un brazo, regalándole un abrazo amigable y ajustado.

—Extrañaba molestarte.

—¿Estabas preparándote para ir a clases hoy? —Preguntó JungKook cuando Hoseok se hubo separado del abrazo, y Jimin asintió en respuesta.

—Llegaron justo a tiempo. Tan sólo me falta desayunar y estaré listo para ir a estudiar.

Sus amigos lo miraron, emocionados, mientras lo dejaban para que terminara de arreglarse y exclamaban lo bien que se sentía tenerlo de vuelta.

Al poco rato —luego de algunas pequeñas peleas entre SeokJin, Taehyung y Hoseok—, fueron yendo a la universidad caminando, ya que iban relativamente temprano. Con el sonido de la ciudad de fondo, bajo un radiante cielo y moderada cantidad de gente pasando cerca de ellos; sus amigos le dijeron muchas cosas que habían sucedido desde que él no estuvo presente y rieron con ganas gracias a algunas anécdotas, también resumiendo algunos temas que habían estado estudiando.

—Deberías estudiar con JungKook —habló Taehyung haciendo un pequeño movimiento con la cabeza, apuntando al menor de todos con la mirada—, él es realmente bueno en ello.

—Puedo ayudarte —aseguró el azabache—, pero a cambio me deberás un favor.

Jimin miró al chico por unos segundos antes de sonreír y asentir. Cualquier cosa que le pidiera el menor no le costaría la vida, y ahora lo que más necesitaba era a alguien que le ayudara a estudiar.

—Trato hecho. —Jimin y JungKook se estrecharon las manos firmando el trato, mientras iban llegando a la edificación de su destino.

Los cuatro chicos entraron por las puertas de la universidad no sin llamar la atención de algunos presentes. Aquellas miradas iban dirigidas hacia el más alto de ellos, éste había sacado de su bolsa un chupetín y se había desecho del envoltorio. No había podido metérselo a la boca cuando Jimin preguntó:— ¿Y eso?

Taehyung lo miró con los ojos un poco más abiertos, sin entender su pregunta por unos segundos; pero al ver la mirada interrogativa que le dirigía Jimin a él y su dulce, sonrió metiéndoselo a la boca.

—Es mi sustituto del cigarrillo.

—¿Qué? —Preguntó Jimin, creyendo oír mal—, ¿”sustituto”?

Taehyung iba a responder la pregunta del más bajo, pero una señora regordeta de unos cuarenta años, con gafas y un moño ajustado en su cabello se atravesó en el camino de ellos. La señora miró unos instantes a Jimin antes de reconocerlo y sonreírle levemente.

—¿Park Jimin? —Preguntó la señora. El aludido asintió en respuesta, algo confundido, y la señora sonrió más ampliamente—. Sígueme. Estábamos esperándote.

La mujer se giró y comenzó a andar sin esperar por él, a lo que Jimin se apresuró para no perderla de vista luego de un “hablamos después” para sus amigos. Empezó a andar dando grandes pasos hasta que estuvo detrás de ella, mientras lo llevaba a lo que debía ser una oficina.

Jimin fue dirigido hacia el tercer piso de uno de los edificios de la universidad, allí donde entraron en un pequeño despacho que podía ser o no de la señora frente a él. La señora pareció buscar unos papeles y con ellos una carpeta, luego se colocó las gafas que colgaban de su cuello.

—Park, Park… —la señora murmuraba su nombre mientras rebuscaba entre algunos papeles, en ello abrió la carpeta, buscando su nombre con su dedo índice—; Park Jimin.

La señora se quedó unos segundos en silencio mientras parecía revisar algo entre la carpeta y los papeles en su mano, luego cogió un bolígrafo que se hallaba en un pequeño envase del escritorio y rayó algo para escribir algo después.

—Bien, joven Park. Creo que ya debe conocer cómo van a ser las cosas, el señorito Min ya debió haberle hecho saber nuestras condiciones. —Sentenció la señora mientras soltaba los papeles y encaraba a Jimin, éste aún frente a ella al otro lado del escritorio. El chico meditó un poco antes de caer en la cuenta del portador del apellido.

—Me comentó algo, sí… —habló Jimin en un hilo de voz que la señora pudo captar perfectamente debido al silencio que abundaba en aquel piso. Ella se acomodó sus lentes.

—Debe estar consciente de todo lo que se le ha adelantado a los demás estudiantes sobre los temas tratados para avanzar en el conocimiento para la carrera que estudia, joven Park —Jimin se mordió los labios, asintiendo y escuchando—. Es tiempo que ha perdido y necesita recuperar para continuar; y si no es capaz de ello me lamento que tendrá que repetir el semestre. Y no queremos que eso suceda, ¿Correcto? —Jimin asintió en silencio, manteniendo la vista vagando entre la madera pulida e impecable del escritorio y los ojos serenos de la mujer—. Para ello, hemos decidido darle una oportunidad. Tendrá que estudiar para tres exámenes que le haremos en las siguientes semanas, en ellos se tratarán los temas que se han hecho conocer a los demás estudiantes. Mientras estudia para ello, podemos hacer cumplir la orden a los profesores sobre responder cualquier duda que tenga.

La mujer sacó de una gaveta del escritorio un pequeño libreto, lo abrió en una hoja en donde garabateó un momento antes de recortarla para entregársela a Jimin. Éste la tomó y la observó un momento.

—Si hay algún inconveniente sólo muestre ese papel, ¿Entendido?

Jimin miró los ojos rasgados de ella antes de asentir una vez más. En el papel estaba escrito su nombre y un corto mensaje seguido de una firma, donde prácticamente autorizaba y obligaba a los profesores a acatar las órdenes dadas con anterioridad.

A Jimin no le pudo sorprender más aquello, como si fuera un caso en especial que ya habían tratado antes.
Recordó de inmediato que YoonGi fue quien ayudó en gran parte a que le dieran aquella oportunidad, y sonrió inconscientemente.

—Gracias. —Jimin hizo una pequeña venia a la señora enfrente de él y ésta inclinó brevemente la cabeza con una sonrisa.

—Le aconsejo que pida ayuda a algunos de sus compañeros y pida apuntes, le harán falta —habló la señora de nuevo, tomando los papeles y la carpeta para organizar todo de nuevo—. El examen que le haremos será dentro de dos semanas, y cuando lo haya hecho se le hará otro en dos semanas consecutivas a ese. Lo mismo con el tercero.

Jimin terminó de recibir las indicaciones sobre los profesores a los que debía pedir los temas y también se le informó que podía ir a la biblioteca a estudiar cuando quisiese. Cuando las explicaciones acabaron y no tuvo más nada que hacer allí, se despidió de la mujer —que se suponía debía ser una coordinadora— y estuvo a punto de marcharse cuando oyó unas últimas frases de parte de ella:— Salude al señorito Min de mi parte. —Habló ella girándose para guardar su carpeta de nuevo en los estantes, luego volteó para ver a Jimin a los ojos y le sonrió suavemente—... Y lamento lo de su madre.

El castaño hizo una última venia algo sorprendido por eso último, pero obvió el hecho de que debían saberlo para que le dieran la oportunidad de recuperar el semestre.

Jimin se alejó del despacho con una duda en mente, y es que tenía una curiosidad inmensa con todo lo relacionado con él.

¿De dónde conocían a YoonGi?

El castaño pensó en varias posibilidades, unas más ridículas que otras, por lo que prefirió no darle muchas vueltas al asunto y se apresuró en llegar a su clase lo más pronto posible; en aquel momento debía preocuparse por otros asuntos.

 

***

 

No todo fueron buenas o regulares noticias ese día. A veces los mismos escenarios de tu propia película pueden jugarte una mala pasada.

Jimin acabó en el baño, encerrado justo al momento de salir de la universidad para regresar a casa.

Su mente volvió a traicionarlo, y es que al ver la salida en una escena tan familiar para él, un pensamiento igual de recurrente en momentos como ese lo atacó.

“Mamá debe estar esperándome en casa.”

Había estado pasando el rato buscando libros en la biblioteca que tratasen sobre los temas que debía estudiar para el primer examen, teniendo todos en una lista, la cual fue construyendo a medida que los profesores se lo indicaban. Terminó pasando dos horas leyendo y tomando notas guiándose también por las de JungKook, quien le prestó unos de sus cuadernos para que no se perdiera entre tantos temas.

Jimin recopiló bastante información para un día en su cuaderno y pensó que si seguía de esa forma, no sería tan difícil pasar los exámenes. Guardó y acomodó todo en su lugar, saliendo de la biblioteca y bajando un piso para llegar a la planta baja y con ello a la salida de la universidad.

Estaba solo, y el pensamiento de estarlo en plena calle lo cohibió considerablemente. Y no tenía opción; JungKook tenía que volver a casa antes debido a la llamada de su hermano mayor, Taehyung realmente desapareció de vista desde que se despidió de ellos en la mañana y Hoseok estudiaba un semestre superior al suyo, por lo que sus horarios no coincidieron como querían y no pudo verlo el resto del día.

Sintió un estrago en el estómago al ver la puerta de la salida, y un pequeño destello de recuerdos llegó a su cabeza.

Recordó que, al ver la salida de la universidad al dirigirse a ella luego de un agotador día de clases, le recordaba cuál era su lugar.
Su hogar.

Se quedó paralizado en medio del pasillo y para cuando quiso darse cuenta, ya estaba corriendo hacia el baño. Afortunadamente, y por la hora —porque la mayoría de las clases habían terminado y había poca gente—, no había nadie en los baños. Estaba completamente solo.

Tiró su bolso a un lado en el suelo y se inclinó sobre el lavamanos, posicionando su frente en la fría cerámica. La sonrisa de su madre al recibirlo en casa podía verla nítidamente en sus crueles recuerdos, y le dolió el pecho al pensar que ya no volvería a verla.

Se repitió por milésima vez ese día que en lugar de la ruta que tomaba siempre, a su antiguo hogar, debía tomar el camino a la casa de SeokJin.

Porque su hogar había cambiado de una manera muy bruta.

Jimin suspiró y tragó saliva duramente, el dolor en el pecho seguía presente y se mantuvo en esa posición por varios minutos más.

Con la mano temblorosa llevó su mano a su bolsillo en una búsqueda instintiva de su celular y no pudo percatarse de más nada hasta que escuchó en su oído izquierdo unos tonos constantes; después, un sonido dio paso a una voz que lo alivió como éxtasis.

—¿Jimin? –La voz de YoonGi traspasó la bocina de su teléfono, y Jimin engulló en seco antes de hablar y levantar ligeramente la cabeza.

—Hyung… —habló el castaño intentando que su voz no se entrecortase, que el otro no se diese cuenta de su estado. Pero falló.

—Jimin, ¿Qué sucede?

—Hyung, quiero ir a casa…

—¿A casa? —Pasaron unos instantes antes de que YoonGi corrigiera la pregunta, sin darle tiempo a Jimin de hablar antes:—. ¿Dónde estás, Jimin?

—E-En la universidad, hyung. —Jimin mordió su labio al oír su propia voz, quebradiza, y escuchó un corto “Voy en camino, espérame allí” antes de otro sonido que dio por finalizada la llamada.

No habían pasado ni cinco segundos cuando Jimin se quedó en silencio, viendo la pantalla de su teléfono entre sus manos. En ella, podía ver su reflejo.

Y su rostro era un enorme “¿Qué fue eso?”

Jimin no tenía idea de qué fue ese impulso que le hizo llamar a su hyung —tenía la ligera impresión de ser presionado por una voz en su cabeza—, pero supo que luego se arrepentiría de ello.

Estaba respirando agitadamente y sintió el mismo dolor que cuando estuvo en el auto de SeokJin con YoonGi, pero con la diferencia de que no sentía ganas de llorar. Cuando pensaba en la posibilidad de hacerlo, recordaba el hecho de que YoonGi iba en camino a buscarlo.

Y, para bien o para mal, se tranquilizaba.

Jimin se miró en el espejo que tenía al frente mientras esperaba, en realidad su mente vagaba en pensamientos incoherentes y casi nulos mientras recuerdos acechaban con regresar a él, pero los rechazaba rotundamente al saber que le harían mucho daño.

Al cabo de un rato, unos veinte minutos quizá, el teléfono de Jimin vibró recibiendo una llamada.

El menor respondió sin ver siquiera el remitente, suponiendo de quién se trataba.

—¿En qué parte de la universidad estás? —La voz de YoonGi se escuchaba algo agitada, y alcanzó a oír un sonido similar al de la puerta de un coche siendo cerrada a través de la bocina de su celular. Suspiró antes de pasar su otra mano por las hebras de su cabello castaño.

—Estoy en el baño. La planta baja. —El castaño respondió casi atropelladamente mientras sentía un peso bajar de sus hombros, al menos no estaría solo.

—Espérame allí.

YoonGi colgó la llamada de nuevo sin darle tiempo a Jimin de contestar algo más, y el menor no tardó en agradecerlo.

Esperó menos de un minuto hasta que oyó la puerta del baño abrirse, en ella apareció un agitado YoonGi con su cabello oscuro algo revuelto, y Jimin finalmente se dejó caer al suelo de rodillas frente al lavamanos al verlo. Ya no tenía que esforzarse por mantenerse en pie.

YoonGi estaba ahí.

El menor sintió los brazos del otro rodearlo en un abrazo protector.

Jimin no supo en qué momento sucedió, pero había encontrado ese confort en la zona íntima que crearon desde el momento en que se abrazaron por primera vez. Se sentía cómodo y quería estar así, en esos brazos, por mucho tiempo más.

Algo dentro de sí le gritaba que sus cuerpos encajaban perfectamente entre ellos.

Entonces el menor pensó que no le molestaba ser egoísta en ese momento, que disfrutaría del sentimiento agradable que comenzó a instalarse en su pecho al reconocer que podía contar con YoonGi incluso en momentos inoportunos para verse.

Jimin ya había correspondido al abrazo del mayor y ocultado su rostro en el hueco del cuello de él, respirando su perfume y olvidando la terrible ola de recuerdos que atentaba contra su bienestar.

Para sorpresa de YoonGi, Jimin fue el primero en separarse del abrazo minutos después. Tan sólo apoyó su frente en el hombro del mayor y se quedó en esa posición, esperando el momento para cuando estuviera listo para hablar.

 

—Llegaste rápido. —Habló el menor de ambos en un comentario que cruzó por su cabeza, a lo que YoonGi sonrió ligeramente.

—Conozco la universidad, estudié aquí.

Jimin lo miró algo sorprendido, pero algo muy quieto, pues aún sentía tensión en su cuerpo pese a la tranquilidad que le ofrecía el azabache—: ¿En serio?

—Sí.

—Eso explica la razón por la cual la señora de esta mañana parecía conocerte.

—Digamos que fui un estudiante bastante hablado entre los profesores. —YoonGi se acomodó un poco en su lugar, mirando el suelo, ya que Jimin no parecía querer tener contacto visual con él por un tiempo más.

—Ya veo… —murmuró Jimin, viendo fijamente sus rellenas manos—. Hyung…

—¿Sí? —Preguntó suavemente. Jimin emitió una sonrisa triste, casi con resentimiento.

—¿Dónde estabas antes de que te llamara?

—En mi oficina. —Respondió con simpleza. El menor hizo una mueca.

—¿Oficina?

—En el restaurante. Mi trabajo.

—Hyung… —Jimin frunció el ceño, llamando la atención de YoonGi—. Lo siento. Le hice venir aún cuando estaba ocupado…

—Si no hubiese podido venir simplemente te diría que me contaras lo que sucedía por teléfono, ¿no crees? —YoonGi se encogió de hombros como cosa lógica, Jimin no cambiaba su mueca de inconformidad.

—Aún así…

—No es nada, Jimin. De verdad no me molesta hacerlo.

Jimin levantó la vista de sus manos y miró a YoonGi, llamando la suya también.

Sus miradas se clavaron entre ellas, como si miraran al otro precisamente para averiguar lo que tendría que revelar el alma ajena.

Terminaban descubriendo a los pocos segundos que, en definitiva, no eran tan diferentes como suponían.


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