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10 Razones para Salir - YoonMin por SrMomo

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Notas del capitulo:

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Capítulo 14: El día en que no pude verte.


 


YoonGi limpiaba una de las mesas del restaurante, un cliente satisfecho acababa de abandonarla y para su suerte habían sobre ella unos cuantos billetes extras que tomó como su propina.


Se encargó de dejar la mesa pulcra y en orden para recibir a los siguientes clientes que recibirían ese día, pues era temprano y un largo día de trabajo aún esperaba por él. Había mucho trabajo que hacer en el restaurante, su padre había conseguido realizar unos préstamos para beneficiar el local y ampliarlo; así como mejorar cierta cantidad de cosas.


YoonGi llegó a la caja y allí se llevó una mano a la nuca, movió la cabeza de un lado a otro para relajarse un poco. Hizo una mueca mientras lo hacía, y uno de los empleados —que en aquel momento no eran muchos— se le acercó.


—¿Estás bien?


YoonGi abrió los ojos, los cuales mantuvo por un momento cerrados, y observó a un joven de cabello oscuro junto a él.


YoonGi asintió y carraspeó antes de hablar—: Sólo algo cansado.


—El trabajo es duro —suspiró con una pequeña sonrisa—, todavía más cuando hay que remodelar pronto.


—Espero que todo esto pase rápido. —YoonGi se apoyaba en un mesón mientras hablaba con el otro, quien acababa de empezar a remover el contenido de una olla.


—Todo apenas empieza, hay que tener mucha paciencia y...


—¡Jinyoung! ¿Puedes venir un momento? —Pidió SeokJin en la cocina, interrumpiendo su conversación y llamando la atención del chico. YoonGi pudo ver cuando se alejó para atender al llamado luego de un “Hagamos un buen trabajo hoy, hyung”.


YoonGi estaba encargándose de las órdenes que le establecía SeokJin, el jefe de cocina, yendo de un extremo a otro cumpliendo con diversas tareas.


De un momento a otro alguien entró por la puerta trasera, donde sólo podía entrar el personal del restaurante, y cuando verificó de quién se trataba, se sorprendió al ver que no venía solo.


—Padre. —Musitó al ver a su figura paterna en la puerta, su cabello oscuro con pequeños destellos color gris en las raíces. Su padre se aproximó a él apenas lo notó; parecía que lo buscaba específicamente a él y sonrió al dar en el clavo.


—YoonGi, te quiero presentar a alguien importante —habló su padre con su voz gruesa, moviéndose ligeramente a un lado, dejando ver a la mujer que venía detrás de él. Ella tenía una estatura notablemente más baja que él y tenía una sonrisa cálida—. Ella es Myori. Es quien me ayudó a conseguir el préstamo y también quien nos ayudará a remodelar el restaurante.


La señora, luego de ensanchar más su sonrisa, hizo una reverencia que YoonGi correspondió sin decir nada.


—Es un placer conocerte. ¡Tu padre me ha platicado muchas cosas de ti! —Canturreó la mujer con un tono dulce, sus ojos cerrándose ligeramente. YoonGi sonrió hacia ella, y miró cautelosamente a su padre. Él miraba a la mujer de alguna forma.


—Espero que hayan sido cosas buenas.


***


Ya eran pasadas las once de la noche. El restaurante estaba a punto de cerrar sus puertas al público, y por un largo tiempo. O por lo menos hasta que las remodelaciones se llevaran a cabo con éxito y lo más pronto posible.


YoonGi estaba terminando de quitarse el uniforme y su padre estaba revisando el almacén. Eran los únicos que quedaban allí, pues SeokJin había salido unos quince minutos antes que ellos.


—Así que —acomodó su uniforme, doblándolo, cuando su padre volvió a la habitación para cambiarse también—, Kim Myori, ¿Eh?


—A que es un encanto de mujer. —Respondió su padre simplemente. El chico frunció un poco el ceño al oír algo raro en su voz.


—Un encanto, sí. —Admitió. La señora Kim resultó ser como su primera impresión se lo planteó: una señora amable, tranquila y muy cálida. Aunque también tenía sus ideas claras en cuanto a los negocios, ella fue agradable con todos en todo momento, y podía oírse por la cocina algunos halagos de parte de los demás empleados para la dulce señora.


Guardaron silencio por un momento, YoonGi pretendía mirar algunas cosas en su celular para hacer tiempo. Su padre seguía cambiándose algunos elementos del uniforme.


El joven carraspeó—: ¿Y?


—¿Y…? —Su padre preguntó con duda. Él levantó los ojos de la pantalla del aparato.


—¿Quién es ella exactamente? —Soltó sin rodeos. Volvió a mirar su teléfono simulando que no le tomaba tanta importancia.


Su padre enmudeció por un momento—: ¿A qué te refieres con quién es exactamente?


—Su relación contigo.


El señor Min calló por un momento. Parecía guardar el uniforme del restaurante en su sitio, YoonGi se limitaba a verlo por el rabillo del ojo aún en su labor de pretender distracción. Cuando oyó un sonido metálico y luego se asomó un repentino silencio, levantó la mirada. Su padre estaba observándolo, dándole la cara.


—No era mi idea que lo supieras de esta forma, quería que la conocieras más y te familiarizaras con ella.


—¿Saber el qué? —YoonGi bajó su teléfono celular y lo guardó distraídamente en su bolsillo, un sentimiento extraño instalándose en su pecho al presentir la respuesta de su padre.


—Estoy en una relación con Myori.


YoonGi se quedó estático. Miró a su padre sin expresión alguna, éste mirándolo de manera completamente sincera. No había rastro de broma o mentira, el chico engulló en seco. Su padre lo estaba diciendo en serio, de verdad estaba saliendo con Myori.


—Vaya —YoonGi llevó una mano a su nuca y la rascó, algo incómodo por el silencio que se formuló y la tensión en las miradas de ambos—. Es una sorpresa.


—Lo es.


YoonGi miró por varios segundos el suelo antes de suspirar y volver a mirar a su padre. El señor se extrañó cuando su hijo le sonrió, una sincera sonrisa achicando sus ojos—: Me alegro mucho por ustedes.


No pasó mucho más hasta que padre e hijo compartieran un abrazo que no se habían dado desde hace mucho tiempo atrás, cuando YoonGi apenas estaba empezando a recobrar su vida.


Un abrazo de completo apoyo.


—Espero que ella sea la mujer que te de felicidad. —Habló el chico en el oído de su padre. El señor no pudo hacer más que agradecer a cualquier divinidad por el hijo que ha tenido.


Permanecieron así por unos momentos más hasta que tuvieron que terminar de cerrar completamente el restaurante por ese día. YoonGi llevaba una bufanda que cubría su cuello del frío abrazador de la noche, y caminó con su padre por el estacionamiento hasta dar con sus vehículos estacionados a la par.


Luego de una conversación medianamente corta sobre los planes entre el compromiso, se encontraron en silencio. Su padre respiró fuertemente y vieron en vaho que salía debido a su calor.


—Hay algo más que debo decirte, YoonGi.


Entre ambos automóviles, uno de cada lado, YoonGi miró a su padre. Éste buscó entre su chaqueta algo que no imaginaba.


Cuando no pudo visualizar el objeto gracias a que su padre lo cubría con sus manos, YoonGi sólo lo miró a los ojos.


—Sé que la situación con tu madre fue muy fuerte, tanto para ti como para mí también —empezó a hablar, tomando esta vez una de las manos de su hijo y abriéndola para dejar arriba la palma—. Pero nunca es tarde para seguir intentándolo.


YoonGi sintió entonces cómo colocaba sobre su palma algo que no pudo identificar por el momento. Era muy poco pesado y algo pequeño. Sin embargo, seguía sin poder verlo porque su padre mantenía su mano sobre el objeto.


—Debes asegurarte de encontrar a la persona que realmente te haga feliz. —Creó un puño con la mano de su hijo, el objeto en ella, y con firmeza sostuvo el puño entre sus manos. YoonGi recibía una mirada fija y sincera de su padre, más como si se lo estuviera pidiendo en vez de aconsejarle.


YoonGi seguía perplejo y algo confundido para cuando su padre se giró y se subió a su propio auto. Mas cuando su padre condujo hasta alejarse de allí, dejando a YoonGi solo, él no podía moverse.


Sólo observaba lo que era una pequeña cajita de terciopelo en su mano, el objeto que le había dejado su padre.


Y al abrirla segundos después, se dio cuenta de lo que suponía.


En ella reposaban dentro dos anillos.


Sin ningún valor —como el compromiso— se hallaban allí dos anillos. Y conociendo a su padre, no aceptaría devoluciones.


¿Debía darles uso algún día, como decía su padre?


 


[Unos pocos años después. Al día siguiente de haber conocido a Jimin]


YoonGi se movió rápido por la cocina tropezando con uno que otro ayudante, en su sien un ligero rastro de sudor. Su respiración estaba agitada, pues su actividad física no solía ser tanta normalmente, pero esta vez tenía que apresurarse para encontrar a SeokJin.


—Hyung, ¿sabes dónde está SeokJin hyung? —preguntó al aludido, quien parecía concentrado en terminar una salsa. Éste le dio una breve mirada antes de observar a su alrededor.


—Si no está aquí, debe estar por llegar. Hace rato fue a atender un inconveniente con un camión. —El joven Kyungsoo volvió a su labor de revolver la salsa.


—Gracias. —YoonGi hizo una corta reverencia antes de alejarse de allí, dando un suspiro. Se preguntó entonces cómo haría para entregarle la camisa del chico del día anterior, que parecía tener una relación estrecha con el mayor.


Acercándose a la puerta trasera de la cocina y matándose la cabeza para pensar un plan, pues no podía dejar que el chico se fuera sin su camisa, una idea iluminó su angustia.


—Kyungsoo hyung —volvió a llamar, el mencionado estaba entonces decorando un plato con la misma salsa que preparaba antes. Su mirada fija en el platillo—. ¿Puedes entregarle esto a SeokJin hyung en cuanto vuelva? Tengo que reunirme con mi padre ahora mismo y me pidió más tiempo del que dispongo, ¿Podrías hacerme el favor?


—Claro. —Respondió simplemente, indicando después dónde podía dejarle la camisa, bien doblada, para entregársela de su parte.


Luego de agradecer, simplemente se despidió y se dirigió velozmente hacia el despacho de su padre. Al abrir y cruzar la puerta se quedó en la entrada siendo recibido por una mirada del señor.


—Llegas tarde —comentó con la voz gruesa, sin llegar a ser tosca. Miró por un momento el reloj de su muñeca y miró a YoonGi desde su escritorio—. Cinco minutos tarde.


—Es mejor que no haber venido.


YoonGi tomó asiento en la silla frente al escritorio de su padre. La habitación era moderadamente amplia, con todo lo necesario para ser una oficina, decorada según los gustos del mayor; colores oscuros y claros por igual, con muebles a su debido tamaño sin exagerar.


—¿Tenías algo que hacer?


—Eh… —YoonGi recordó a Jimin, en media hora se suponía que debía verlo de nuevo para entregarle adecuadamente su prenda y recibir la propia. Sin embargo, decidió alejar el sentimiento de decepción que se alojó en su pecho desde que su padre lo llamó para reunirse personalmente con él—. No realmente. —Mintió.


—Eso es bueno, porque tengo varias cosas que contarte —su padre se irguió en su silla, sosteniendo unos papeles que se encontraban en unas carpetas gruesas sobre el escritorio—. Una de esas cosas es que me voy a mudar un poco lejos con Myori.


Los ojos de YoonGi se abrieron por la sorpresa. No sabía cómo tomarse la noticia, le había tomado desprevenido; pero decidió esperar a que su padre le diera los detalles. El mismo no se hizo esperar.


—Abriremos otro restaurante un poco más al otro lado de la ciudad, y como donde vivimos ahora mismo es un poco incómodo para los dos, decidimos que ya es hora de cambiar de vivienda —su padre volvió a recostar su espalda en el respaldo de la silla, mirando a su hijo a los ojos—. También he notado que tu trabajo en el restaurante ha mejorado mucho, y creo que ya eres capaz de llevar responsabilidades más grandes.


Los ojos de YoonGi se iluminaron ante esto último, ¿Eso significaba...?


—Eso significa que estarás a cargo de mantener el orden en este restaurante, te haré gerente siempre y cuando SeokJin te ayude con tus decisiones.


YoonGi había esperado y trabajado muy duro para lograr la aprobación de su padre en sus progresos laborales, y el ser reconocido por ello le hizo saber que todo había valido la pena. Cada madrugón y desvelos en días de universidad habían dado frutos, aunque estos no hubieran acabado. Ahora, su padre confiaba de tal grado en él como para dejarle a cargo una parte de sí.


—Me aseguraré de mantener este restaurante arriba y en ascenso, señor.


—¿Qué te dije de decirme señor, eh? —Su padre sonrió—. Te he dicho varias veces que me llames papá.


—Es muy embarazoso llamarte así en el trabajo.


—Está bien, está bien. Siempre dices lo mismo —su padre se levantó de su escritorio para rodearlo y dirigirse a la puerta. YoonGi se levantó de su lugar para seguirlo—. Tengo un complejo de padre ahora mismo.


YoonGi sonrió ligeramente ante las bromas de su padre. Éste mismo lo guió afuera del restaurante, y el menor no pudo evitar mirar atento a todas partes con la esperanza de encontrarse con Jimin, fracasando en el intento. Cuando ingresó al auto de su padre con éste último y empezó a llevarlos a su destino —que era el lugar de construcción del nuevo restaurante—, perdió la esperanza de ver al chico.


Sin embargo, a unos pocos metros del restaurante, en el asiento de copiloto y preparándose para un largo viaje; con sus ojos posados en la ventana creyó ver a un chico que tenía un gran parecido con Jimin.


O quiso creer que era él.


Entonces se mordió los labios debido a lo grande que eran sus ganas de decirle a su padre que se detuviera para así bajarse del auto e ir en busca del chico para, aunque sea, verlo por segunda vez.


Pero, sin hacer nada, sólo se dejó llevar a su deber y no dijo nada. Se concentró en oír las palabras dichas por su padre mientras su mencionado anteriormente sentido de decepción crecía en su pecho.


Se sentía decepcionado porque perdió la oportunidad para volver a verlo, quizás nunca más lo haría porque el único lazo que tenía con él era el deber de las camisas, así que simplemente se encogió en su asiento.


Intentó atender a lo que se le decía, sí, pero le carcomía la curiosidad, la incertidumbre de saber si aquel chico que vio era Jimin o no.


Y, de hecho, sí que lo era.


Jimin había ido caminando de nuevo, esta vez porque su hora libre de la universidad era aquella e iba puntual para el encuentro acordado.


Sin embargo su sorpresa fue grande cuando no encontró a YoonGi ni a SeokJin, y en cuanto preguntó a un chico de labios gruesos sobre el paradero de alguno de los dos, recibió su pertenencia.


—YoonGi tuvo una reunión con el jefe y me pidió que te diera esto. —Explicó casi sin expresión, volviendo a lo suyo en cuanto Jimin se inclinó levemente, agradeciendo.


Jimin observó su camisa por un segundo más antes de caer en la cuenta. Él también debía entregar algo, después de todo.


—Hey, disculpa —se apresuró a llamar al mismo chico, quien se había acercado a una de las cocinas y no dudó en girar a verlo en cuanto sintió un toque en su hombro—. ¿Podría entregarle esto a YoonGi? Disculpe las molestias.


El joven lo miró por un momento antes de tomar la bolsa y llevársela al cuarto al que había entrado el día anterior a cambiarse. Jimin no dudó en salir de allí, pues no conocía a nadie, y de seguro la recepcionista lo mataría si descubría que había entrado para nada. Además, las miradas que recibía de los cocineros que lo reconocían lo incomodaron un poco.


—¿Sucedió algo? —Preguntó la muchacha tras la barra en la entrada, mirándolo con atención. Jimin sonrió ligeramente y negó.


—SeokJin no está. —Respondió viendo cómo la chica abría los ojos con confusión, y la vio tomar el teléfono del mesón para después marcar un número.


—¿Que no está? No puede ser, lo vi hace un rato… —se colocó el auricular en la oreja, esperando que su llamada fuese atendida. Jimin la miraba con atención:—. YoonGi, ¿dónde está SeokJin hyung?


Jimin se tensó al escuchar el nombre de la persona que en realidad estaba buscando. Le había dicho a la recepcionista que buscaba a SeokJin porque hubiese sido raro decir otro nombre cuando el día anterior era quien buscaba.


—Ah, hubiese estado bien si me avisaban antes. Lo busca un chico, parece que le iba a entregar algo que quedó pendiente desde ayer. —Sus pensamientos se centraron en las palabras de la chica, que agregó unas cosas más antes de colgar.


—¿Cómo me dijiste que era tu nombre?


—Park Jimin. —Respondió rápidamente cuando la chica lo miró. Ella sonrió amablemente y se acomodó en su asiento.


—Min YoonGi dijo que no pudo atenderte porque tuvo que juntarse con el jefe repentinamente, que podías recoger tus pertenencias con Do Kyungsoo en la cocina.


—Sí, de hecho eso hice —Respondió Jimin, asumiendo que el chico que le entregó su ropa era el nombrado. La chica sonrió de nuevo—. Muchas gracias.


Jimin acabó retirándose un par de minutos después de hablar con poco más con la joven.


Al salir del restaurante sintió una decepción instalarse en su pecho, y volvió algo decaído a la universidad, donde sus amigos le preguntaron si estaba triste porque no pudo ensuciar su ropa de nuevo con el chico que, según ellos, le gustaba.


Jimin tenía amigos muy idiotas.


 


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