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10 Razones para Salir - YoonMin por SrMomo

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Capítulo 19: Para mirarte.

 

La razón de Jimin para visitarlo no fue sólo la propuesta de visitar la tumba de su madre: entre una que otra charla surgió otra razón para quedarse, y es que YoonGi soltó que había estado algo estresado esos días debido a su nuevo puesto de jefe del restaurante. La mayoría de las cosas que sucedían en el lugar corrían bajo su responsabilidad y tenía la presión de que todo lo que hiciera, un solo movimiento en falso, podía arruinar la reputación o el futuro del sitio.

El menor lo escuchó con atención, oyó cada palabra de todo lo que tuvo que decir: la forma en que era presionado por su padre, las grandes pilas de papeles y los grandes cargos que no pensó que fueran tan duros de manejar.

YoonGi tampoco se dio cuenta del momento exacto en que empezó a suceder, pero Jimin estaba haciendo un muy buen trabajo en relajarlo a la hora de trabajar. El chico se había puesto a cantar frente a él, con voz baja y angelical, tarareando la melodía de alguna canción y riendo cuando se equivocaba en la letra.

El pelinegro se sorprendió al momento en que lo escuchó empezar a cantar y Jimin se encargó de burlarse de su expresión de sorpresa cuando lo hizo; pero a pesar de eso siguió cantando sólo para él.

Jamás pensó que algo así le relajaría en el trabajo, generalmente en esos momentos lo que más necesitaba era silencio que no perturbara su concentración; pero con el menor todo parecía fluir más fácil y rápido.

Pronto los papeles en el escritorio de Min fueron despachados sin mayores alteraciones, YoonGi incluso pudo tararear al ritmo de la voz de Jimin y bromear cuando se equivocaba en alguna palabra. Casualmente en ese lugar no faltaron las galletas, cosa que le recordó por un instante a lo que había sucedido anteriormente en casa de SeokJin; pero lo olvidó en el momento en que el dulce tocó su paladar y se dejó llevar por un ambiente familiar, tranquilo y agradable.

YoonGi de vez en cuando posaba su mirada en Jimin sin que este se diera cuenta, puesto que le había pedido que leyera para él algunos papeles para terminar más rápido. El pelinegro podía ver las suaves facciones de Jimin, notando que su aspecto realmente se veía más natural y menos enfermizo como hacía pocas semanas.

Lo que YoonGi no sabía era que Jimin también lo observó bastante: se cuestionaba por qué el uniforme lo hacía ver más guapo de lo que ya era y la manera en que se concentraba en su trabajo. Jimin aprovechaba sus pausas para ver las expresiones del mayor cuando leía y revisaba los recibos, las cuentas y demás.

Bien, siquiera Jimin pensó que su visita sería sólo un rato nada más, pero no supo reaccionar al momento en que vio que se hacían las siete de la noche. YoonGi pudo ver a Jimin cuando éste último se aburría y veía la pecera de la esquina, observando como un niño los peces que nadaban monótonamente. Jimin pudo ver la gran faceta de YoonGi siendo entregado a su labor y la manera en que mordía su labio al concentrarse.

Al momento de despedirse, Jimin le otorgó al otro un abrazo que fue correspondido sin pensarlo. Ambos pasaron una buena tarde juntos aunque fuera trabajando y ayudando, pero sin dudas hubieron momentos de diversión. SeokJin se llevó a Jimin en el auto cuando se hicieron las diez de la noche, y YoonGi vio con una pequeña sonrisa el auto del mayor desaparecer con su pequeño acompañante dentro.

YoonGi pensó durante todo su camino a casa que Jimin se veía relativamente tranquilo e incluso alegre, pero se preguntaba si su decisión perduraría incluso hasta el día siguiente, justo cuando estuvieran a punto de enfrentar la absoluta y cruda realidad presentarse en una lápida.

 

***

 

YoonGi tocó la puerta de la casa de SeokJin. Asimiló el sentimiento con las veces en que tocó la puerta para visitar a Jimin en su cuarto, con el corazón encogido y una nota vacía en el chaleco. Pero esta vez, después de unas semanas, no estaba para darle una razón para salir a Jimin, ahora era Jimin quien le daba una razón para salir a él; haciéndolo acompañarlo a ver la tumba de su madre.

—YoonGi hyung —musitó Jimin, mostrando una gran sonrisa que hizo desaparecer sus ojos en una línea, contagiando al mayor y haciéndolo sonreír también—. Hola.

—Hola —saludó de vuelta, metiendo sus manos en los bolsillos de su chaqueta—. ¿Estás listo?

—Oh, claro —dijo tranquilamente, entrando a la casa para luego volver a salir con la caja de madera que había puesto sobre su escritorio el día anterior, en su oficina.

YoonGi frunció el ceño con extrañeza cuando vio la caja de madera —con las cenizas de las notas y la carta de Jimin ahí— en las manos del menor. ¿Qué quería hacer con eso?

Quiso preguntarle las razones, pero el castaño se estaba despidiendo de SeokJin y cerró la puerta para después comenzar a andar camino al auto.

YoonGi sólo engulló en seco y se preparó mentalmente en el corto lapso de tiempo que le tomó entrar a su propio coche, colocarse el cinturón de seguridad y ponerlo en marcha. Jimin permanecía en silencio y conservaba su mirada al frente, YoonGi pudo oír un pequeño suspiro salir de sus labios.

—¿Cómo estás hoy? —Preguntó el menor de ambos cuando cruzaron la primera calle, buscando quebrar esa sensación de incomodidad al anticipar su destino. YoonGi lo miró por un segundo y volvió a su posición inicial, fijando su vista a la carretera.

—Bastante normal, gracias —admitió con un tono de voz sereno, tal y como se encontraba a pesar de todo. Jimin sonrió suavemente—. ¿Y tú?

—Bien, creo… —suspiró de nuevo, lamiendo sus labios para disimular las ganas que tenía de dejarse comer los nervios ante las imágenes mentales que creó al momento de imaginar lo que pasaría.

—Mientes, estás moviendo tus manos ahora mismo —juzgó descaradamente llegando a descolocar al castaño, viendo por la vista periférica la manera en que éste parecía tensar los músculos de su cuerpo cuando verificó que, efectivamente, había estado todo ese rato moviendo sus manos temblorosas sobre sus piernas; buscando disipar sus nervios—. Podemos volver a casa, no habrá proble-

—No te preocupes, hyung —Jimin interrumpió sin quererlo, controlando su voz para que no se quebrara debido a la ansiedad—. Estaré bien. Me he estado preparando mentalmente para todo esto, no es nada que no deba hacer. —Sentenció con seguridad.

YoonGi no dejaba de sorprenderse, pero no lo demostró en sus facciones. Se mantuvo tranquilo e inexpresivo, tratando que el menor no percibiera que también estaba nervioso por lo que podría suceder esa tarde.

El viaje fue tranquilo y no dejaron que el silencio volviera a comérselos, conservando unas pláticas banales que los mantuvieron entretenidos para evitar entrar en presión a medida que se acercaban al cementerio.

YoonGi soltó el aire retenido en sus pulmones en cuanto apagó el auto aparcado en las afueras del lugar, y giró la vista disimuladamente a Jimin para notar su estado. El mismo mantenía la mirada gacha, mordía sus labios y podía notar la presión que tenía en sus manos juntas.

El pelinegro hizo una mueca con sus labios, sintiendo una golpe en su pecho al ver al menor estando así de ansioso. Tomó valor para acercar su mano al hombro del menor, haciendo que sobresaltase como siempre reaccionaba.

YoonGi sonrió con calma en cuanto el menor lo miró, tratando de transmitirle la confianza que parecía haber perdido al llegar—: Vamos, ¿sí? —Agregó con una voz suave y totalmente dulce; Jimin quiso llorar ante lo bien que se oyó su tono y la manera en que tranquilizó los latidos desgarradores de su acelerado corazón.

Min fue el primero en salir del automóvil, caminando hasta la puerta del copiloto para abrir la puerta a un congelado Jimin. Observó la manera en que el pecho de Jimin bajó suavemente ante una exhalación, y dio un espacio para que el menor saliera.

De camino hacia el lugar YoonGi se deprimió. El ambiente se veía realmente sombrío, la luz del sol era realmente tenue e incluso opaco y las lápidas entre los espacios verdes junto a flores y nombres se veían tan tristes; pudo ver a lo lejos algunas familias reunidas en silencio y vestidas de negro despidiendo a un ser querido.

Apretó con un poco de fuerza el ramo de flores que sostenía con sus manos. Jimin llevaba entre las suyas la pequeña caja de antes, así que le pidió que le hiciera el favor de ayudarle con el obsequio. YoonGi se sintió realmente triste, porque a partir de allí no podía entender al menor. Él no podía entender lo que era perder para siempre —por lo menos mediante la muerte— a alguien importante, y mucho menos visitar su tumba.

Se preguntó qué dolor tan pesado debía haber estado cargando Jimin en ese momento, pero decidió no voltear a ver la expresión del menor, quien caminaba a su lado. Lo admiró por seguir andando aunque sus pasos se sintieran pesados, por tener que enfrentar la razón de su encierro de meses, sabiendo que era demasiado duro para él tener que aceptar tal pérdida tan trágica.

Jimin por su lado sentía que cada vez le costaba más seguir andando, pero tampoco podía parar. Recordaba el día en que la enterraron, reconociendo vagamente algunos espacios del camino al lugar donde descansaban los restos de su madre.

Se sintió ahogado en el momento en que supo que estaban realmente cerca, y casi suelta un sollozo en cuanto tuvo la lápida frente a él. El nombre de su madre estaba allí, su fecha de nacimiento y de muerte.

Se sintió realmente pesado y quiso llorar como nunca porque había llegado el momento.

Mamá, ¿Realmente estás aquí?

Por su mente cruzaron los buenos momentos que tuvieron y los que soñaban con tener. Suspiró cuando los malos tiempos también ensombrecieron sus pensamientos como pequeñas imágenes difusas, presentándose mejor como un dolor intenso en el pecho.

También recordó el mismo día en que despidió su cuerpo en el cajón, conteniendo las lágrimas para que las tristes miradas de los demás presentes no sintieran más lástima por él. Jimin no quería las miradas compasivas de sus familiares y amigos, él quería la mirada cálida de su madre de nuevo frente a él, sentir sus manos cálidas acariciar sus mejillas en un acto de amor puro.

Por eso mismo, se controló enormemente para no derrumbarse ahí mismo. YoonGi ni siquiera había volteado a verlo y lo agradeció enormemente; el mayor sólo se arrodilló frente a la tumba en señal de respeto y empezó a rezar en silencio. Jimin no podía reaccionar adecuadamente, pero intentó hacer lo mismo que YoonGi. Se quedó allí, aguantando las ganas de llorar mientras comenzaba a intentar hacer llegar sus palabras a su madre.

Mamá, lamento como no tienes idea que no estés conmigo físicamente, pero jamás me abandones y dejes solo.
Sé que te hubiese gustado que siguiera adelante en mi vida a pesar de todo, pero te pido que permanezcas conmigo en mi memoria.
Dame fuerzas para seguir sin ti.
Te amo.
Descansa en paz.

No supo cuánto tiempo pasó para terminar de completar con torpeza esas palabras en su mente, dejándolas fluir; pero supuso que le tomó un tiempo en hacerlo, puesto que YoonGi había estado esperando a que terminara. Jimin sentía la brisa chocar suavemente con su rostro, y de esa manera sintió la humedad de las lágrimas que resbalaron inconscientemente por sus mejillas.

Lamió sus labios para evitar que un sollozo escapara de ellos en el momento exacto en que YoonGi le entregó en sus manos el ramo de flores, indicándole en silencio que las colocara sobre la tumba de su madre. Jimin agradeció en silencio y tardó unos segundos en hacerlo, pero YoonGi lo ayudó dando un apretón suave en su hombro.

Colocó con mucha delicadeza las flores frente a la lápida, sintiendo sus manos delatar sus nervios descaradamente al temblar. Llevó con torpeza la mano a su rostro, tratando de limpiar las lágrimas restantes en su piel como un niño queriendo ser fuerte.

Por impulso buscó los brazos protectores de YoonGi, inclinándose al mayor junto a él para buscar el calor ajeno y poder llorar con comodidad. YoonGi no tardó en rodear el todavía cuerpo delgado de Jimin, estando éste tembloroso y tenso.

Proporcionó caricias en la espalda de Jimin, notando que el menor lloraba tan fuerte como la primera vez que lo consoló. Así que por un instante se sintió en el principio; pero de alguna forma, supo que estaban avanzando enormemente. Ya no estaban en una habitación llena de oscuridad y tristeza, ahora estaban frente a la razón por la cual el menor sufría en todos esos meses.

YoonGi sintió ganas de llorar también. El dolor incrustado en el llanto de Jimin se sentía tan puro que no pudo sentir más que tristeza en todo ese rato, deseando que, aunque no hubiese conocido a la madre de Jimin, ésta descansase en paz.

Hundió sus labios en el cabello castaño del menor y empezó a acariciar el mismo con su otra mano, deseando detener el dolor del más pequeño. Quiso decirle que estaba orgulloso de él por soportarlo todo; tanto a la pérdida, como a sí mismo.

Jimin no dejó de llorar incluso cuando parecía haberse calmado, pero cuando se separó del cuerpo de su hyung se encargó de tranquilizarlo con una sonrisa, agradeciéndole por estar allí. YoonGi ni siquiera pudo corresponder su sonrisa, su pecho pesaba y se sentía irremediablemente triste por el menor.

Observó cuando, tranquilamente, Jimin tomó la caja de madera con cenizas y la colocó junto a la lápida. Bien, podía entender y a la vez no: el menor tomó aquello de quemar las notas y la carta como un acto de avance, sin embargo no vio la razón por la cual puso la caja sobre la tumba de su madre.

—Dejaré ésto aquí.

—¿Por qué?

—Prometo a mi madre que no volveré a atentar contra mí mismo. —Respondió con serenidad a pesar de las diminutas lágrimas que seguían amenazando con escapar. YoonGi lo observó por un minuto más hasta que una sonrisa se dibujó en sus labios, y sólo allí pudo respirar más tranquilo.

El tiempo pasó y ellos se mantuvieron allí en silencio, sólo pensando. Los minutos corrieron lentamente y para cuando YoonGi se dio cuenta ya había pasado poco menos de una hora. Jimin pidió regresar, así que se inclinaron una última vez ante la tumba para después girar y volver con calma al auto.

Decidieron hacer una parada en un café cercano para comer algo, puesto que el menor no quería volver a casa tan rápido y ser interrogado por SeokJin. Además, YoonGi no sabía si era sólo su impresión o en todo el camino Jimin se veía más relajado e inclusive de buen humor; cosa que lo llenó de curiosidad.

Era impredecible.

—¿Cómo te sientes? —Preguntó al menor con cuidado, recibiendo una mirada cálida de los ojos aún brillantes. Jimin sonrió suave y casi débilmente, sintiendo sus propios hombros muy relajados.

Ambos se sentaron en una mesa al fondo de la cafetería, recibiendo la paz que necesitaban. Dieron su orden a la chica que los recibía con amabilidad y respiraron con mucha calma cuando la misma se fue, dejándolos solos.

—Estoy bien, hyung —contestó con voz dulce, sintiendo algo indescifrable en su corazón. Una sensación bastante cálida le llenaba de paz, y de alguna forma, se sintió tan bien como hace mucho tiempo no se sentía—. Me siento bien ahora.

YoonGi sonrió cuando sintió la sinceridad en las palabras de Jimin y se inclinó en la mesa para sujetar con cariño las manos ajenas, sintiéndose en un ambiente bastante íntimo. Jimin correspondió al agarre, agradeciendo una vez más tener alguien como YoonGi a su lado en ese momento.

—Lo siento si te hice sentir mal allá, hyung —ladeó su cabeza hasta tenerla inclinada por encima de su hombro izquierdo, sin romper el contacto visual con YoonGi—. Gracias por estar aquí.

YoonGi sonrió con ternura y negó con la cabeza ligeramente. Acarició con suavidad el dorso de las manos del menor con sus pulgares, transmitiendo la paz que sentía al ver al más bajo tranquilo.

—Gracias por confiar en mí.

Jimin y YoonGi se sintieron más cercanos ese día. YoonGi sintió una intensa necesidad de cuidar al menor y acompañarlo en los días que se sintiera mal, y Jimin supo que era afortunado por contar con alguien como él.

Comieron con tranquilidad. El ambiente entre ellos no era incómodo y tampoco volvió a reinar el silencio: las palabras fluían con facilidad y la manera en que podían conversar los maravilló. YoonGi escuchaba gustoso la manera en que Jimin reía con libertad frente a él, y a Jimin le gustaba oír todo lo que el mayor tenía que decir.

Disfrutaron tanto su compañía que la tarde se pasó volando, llegando a ordenar más de dos veces en la cafetería. Y cuando estaba anocheciendo, Jimin aún no quería irse y YoonGi tampoco: sabían que tendrían que pasar varios días para volver a verse, y aunque hubieran tomado el hábito de charlar por mensajes, no era lo mismo que oír sus voces en persona.

Decidieron tomar un última parada en una plaza cercana a la casa de SeokJin para hablar un poco más.

La confianza que tenían estaba tomando relevancia en el momento en que empezaron a ir más allá. Se hablaron de muchas cosas personales y se fueron conociendo cada vez un poquito más, llegando a tomar temas de importancia.

—¿Estarás así de ocupado por mucho tiempo, hyung?

—No lo creo, Jimin. Después de que agarre el hilo al puesto será más fácil, tendré mucho tiempo libre —YoonGi suspiró, añorando el día en que pueda adaptarse al trabajo tan duro—. ¿Y tú?, ¿seguirás estudiando mucho, no?

—Sí, realmente quiero pasar los exámenes. Después de eso, creo que podré empezar a buscar un trabajo. —Habló con una pequeña sonrisa en sus labios, llevando sus ojos al cielo sobre ellos. Era una lástima que incluso hasta tarde no pudieran verse las estrellas. Jimin se mordió el labio, pensando en lo que diría a continuación—: Después de que logre estabilizarme… —empezó a hablar con timidez—, ¿Seguiremos viéndonos, hyung?

—Si es lo que quieres, sí. —YoonGi fingió que dejaría eso en manos de Jimin, cuando en realidad, deseaba que así fuera. Quería mantener la amistad con Jimin incluso cuando éste tuviera en orden su vida de nuevo, quería seguir hablando con él y haciéndole compañía.

—Entonces prepárate para soportarme —bromeó—. Soy un chico obstinado, ¿Sabías?

—SeokJin me ha dicho que eres un pan de Dios, ¿Debería creerte, entonces? —Siguió con la broma, sonriendo con diversión ante la expresión de Jimin.

—¡Soy un chico malo! —Reclamó con tono infantil, harto de que dijeran que era un chico bastante dulce y simpático. Y no es como si le molestara, pero a veces le gustaría ser tan genial como otros chicos de su edad.

—Claro, lo que tú digas. —rió con suavidad y Jimin lo miró fijamente, intentando intimidarlo. YoonGi mantuvo una sonrisa y aproximó sus manos a las mejillas de Jimin, ensanchando su sonrisa inconscientemente al sentirlas más rellenitas y empezó a molestar al menor, jalándolas con delicadeza.

—¡Hyung! —Jimin cerró los ojos y se quejó ante la acción, poniendo sus propias manos sobre las ajenas para intentar apartarlas. YoonGi sólo siguió molestándolo.

—Eres muy tierno, ¿Cómo podrías ser un chico malo con esa carita tuya?

—¡Ah! —Hizo un puchero, rindiéndose luego de unos segundos, sintiéndose avergonzado de sí mismo. YoonGi lo notó, así que deshizo el agarre para amoldar los costados del rostro ajeno y obligarlo a mirarlo a los ojos—. ¿YoonGi hyung...?

—Con sinceridad —pidió manteniendo su mirada firme, deseando que la pregunta no causara un efecto contrario en el más pequeño—: ¿Qué piensas de ti mismo?

—¿Qué pienso de mí? —Repitió por lo bajo, frunciendo el entrecejo. ¿Por qué le estaba preguntando eso? Quiso bajar el rostro y esconderse al sentirse más avergonzado ante la mirada fija del mayor, pero el agarre no se lo permitió. Sus manos tomaron las muñecas contrarias por instinto—. Ahm...

—¿Tienes alguna inseguridad, algún comentario despectivo hacia ti mismo, algo que no te guste de ti o tu cuerpo? —Preguntó con seguridad, evitando que el menor se perdiera. Sin embargo, Jimin se sintió algo consternado por aquella pregunta.

¿Acaso no es obvio? Iba a preguntar, pero se detuvo al pensarlo bien. Habían realmente muchas cosas que despreciaba de sí mismo: existían las veces en las que se sentía realmente feo y despreciaba su cuerpo, así como su rostro y de vez en cuando su manera de ser.

Jimin lamió sus labios sin ser consciente de que YoonGi seguiría ese movimiento sin querer.

—Yo… —su voz tembló un poco y quiso golpearse a sí mismo, pero carraspeó la garganta y siguió—. Yo no creo que merezca siquiera ser visto por los demás, hyung. Creo que… —frunció sus labios por unos segundos antes de continuar, siempre manteniendo los ojos mirando hacia abajo, evitando la mirada fija del mayor, creyendo que de esa forma no sería tan fácil de leer—, debe ser una tortura para las personas siquiera verme.

YoonGi hizo una mueca de inconformidad, deseando que el menor lo mirara a los ojos esa vez. Soltó el rostro del menor y se quedó en silencio por unos segundos, acomodándose en su lugar, notando que cada vez se hacía más de noche y los faroles empezaban a iluminar las calles.

—¿Por qué piensas así?

—Uhm… —Jimin llevó una mano a su cabello, agitándolo suavemente. ¿Por qué esa conversación se le estaba haciendo tan difícil?—. Creo que con sólo verme es suficiente para saber la razón, hyung.

YoonGi lo miró de manera comprensiva. No por lo que decía, sino por cómo se sentía. Jimin creía que no valía la pena acercarse a él, que no debían verlo porque era feo, que no debía ser apreciado por los demás.

Quiso decirle que estaba muy equivocado, que era una persona realmente preciosa y valiente; que cualquiera debería tener a alguien como él en su vida. Sin embargo, en ese momento podía malinterpretar sus palabras, así que decidió negar con la cabeza—: No lo es, Jiminnie. No puedo ver razón por la cual deberían despreciarte.

Jimin se sintió tenso por un segundo. ¿Cómo fue que llegaron a hablar de algo así? Quería evitar el tema siempre, y aunque se sintiera un poco mejor con su imagen en los últimos días, seguía pensando que no era suficiente.

A veces quería ser como SeokJin, tan seguro de sí mismo...

YoonGi dejó que el tema pasara, pero estaba seguro de que debía sacar ese tema en unos días más. No podía permitir que Jimin pensara eso de sí mismo cuando para él era una de las personas más preciosas que alguna vez conoció.

Otro rato pasó, y cuando se hizo más tarde supieron que debían volver. Lastimosamente para ambos, cuando llegaron al frente de la casa de SeokJin era tiempo de despedirse. YoonGi sonrió con suavidad cuando Jimin volvió a agradecerle, y vio una de las sonrisas más puras que le vio hacer. YoonGi tuvo el impulso de abrazarlo una vez más, pero se contuvo y dejó ir al menor.

Jimin observó desde la entrada cuando el auto de YoonGi se alejó, como había hecho varias veces en ese último tiempo. Suspiró antes de girar y abrir la puerta, sintiéndose bastante relajado y tranquilo. Saludó a SeokJin y a NamJoon y se dirigió al baño para ducharse. Luego se vistió con su pijama favorita antes de tirarse en la cama sin siquiera querer cenar, puesto que había comido bastante con YoonGi.

Pensó en lo que había sucedido ese día y se sintió algo inquieto por la manera en que todo estaba sucediendo. Desde un principio creyó que visitar la tumba de su madre le costaría la vida, y ciertamente se sintió así en su momento, pero ahora se sentía más tranquilo.

De alguna forma, ahora no se sentía tan solo. Y al pensar en las personas que tenía, ya no sólo aparecían en su mente SeokJin, NamJoon, YoonGi o los tres idiotas que tenia de amigos, en su corazón podía sentir la presencia de su madre y se sentía reconfortado porque, después de todo, sentía que estaba con él sin importar qué.

Esa noche durmió bastante tranquilo después de desearle las buenas noches a YoonGi, tuvo un sueño donde los brazos de su madre lo guardaban y se sintió realmente feliz.

Aunque cuando despertó, esa sensación perduró por toda la mañana, luego también en el día, y por el resto de la semana.

Los estudios con Jungkook se hicieron más sencillos, los ratos con Taehyung y Hoseok fueron más divertidos, las charlas con SeokJin y NamJoon se convirtieron en vitales para él y los mensajes con YoonGi se volvieron parte de su balance de humor.

Sentía que todo estaba mejorando desde el día de la visita a la tumba de su madre, cuando en días anteriores pensó que sería todo lo contrario para él.

YoonGi se encargaba de tomarse la molestia de escribirle y preocuparse sobre su estado, cosa que hacía sonreír a Jimin. Éste último también hacía sonreír a YoonGi sin darse cuenta, siendo bastante adorable en las cosas que decía y notándose notablemente más animado.

Min se sintió contento y animado a pesar del peso de su trabajo, puesto que después de todo, estaba ayudando a alguien más a ser feliz.

 

***

El fin de semana siguiente YoonGi no pudo visitar a Jimin, sólo el domingo, y no habría sido así de no ser porque se esforzó el sábado en acabar el papeleo y la firma de un contrato en el otro lado de la ciudad. Así que allí estaba, de nuevo entrando a la casa de SeokJin y siendo recibido por el dueño de ésta.

—¿Hiciste magia? —Preguntó SeokJin cuando lo invitó entrar al salón, pidiéndole que se sentara—. Jimin se ve realmente mejor, incluso podría atreverme a decir que ha vuelto a ser como era antes.

YoonGi sonrió abiertamente hacia el mayor, quien se dirigió a la cocina para servirle algo de té. Y de cierta forma se sentía muy bien saber eso, de que Jimin se encontraba notablemente cambiado a comparación del último tiempo—: Soy mago.

El pelinegro sintió una punzada en su corazón y los nervios crecer en su cuerpo en cuanto oyó a Jimin acercarse, siendo que no lo veía desde una semana. Claro, cuando lo vio brillar por sí mismo con una sonrisa hermosa en su rostro y luciendo realmente bien, sintió que no podía respirar. ¿Cómo era posible que ese chico estuviera pareciendo un ángel y no tumbado en la cama, deprimido?

—¡Hyung! —Jimin se apresuró a acercarse y sentarse junto a él para abrazarlo, y YoonGi se sintió torpe por un momento al no saber cómo reaccionar ante un Jimin tan reluciente—. ¿Cómo estás? —Se separó dejando ver un brillo de vida pura en sus ojos.

YoonGi tardó un poco para reaccionar, no había visto al menor siendo tan hermoso—: Bastante bien, Minnie —sonrió cálidamente al contrario, llevando una mano a su cabello castaño para revolverlo con suavidad—. ¿Tú también, cierto?

—Claro, gracias por preguntar —sonrió con sinceridad, acomodándose para ver a SeokJin entrar al salón con dos tazas de té. Jimin notó que éste estaba vestido, así que algo confundido decidió cuestionarle—: Hyung, ¿Saldrás hoy?

—Sí, tengo que organizar algunas cosas de la fiesta. —Respondió dejando las tazas de porcelana en la mesita de centro, Jimin tomó la suya para darle un sorbo, haciendo un movimiento con su cabeza para hacerle ver al mayo que comprendía.

—¿Fiesta? —Preguntó YoonGi con confusión. ¿Qué fiesta?

—La boda está cerca, Min —respondió SeokJin sonriendo radiantemente, levantando su mano para mostrar el anillo que tenía entre uno de sus dedos—. Falta poco, así que estamos teniendo la presión de la organización.

Justo en ese momento NamJoon entró al salón, quien se sorprendió al ver a la visita. NamJoon también estaba vestido y tenía las llaves en la mano, indicando que estaba a punto de salir.

—Qué hay —saludó al pelinegro, recibiendo el saludo de vuelta antes de que el más alto se dirigiera a ambos—. Nos iremos ahora, cuiden de la casa y no se metan en problemas. —Advirtió fingiendo seriedad mientras SeokJin se despedía con la mano extendida en el aire. La pareja salió un minuto después por la puerta principal después de unas exageradas advertencias, dejando a YoonGi a solas con Jimin.

YoonGi se sintió nervioso. Jimin y él se encontraban en un silencio absoluto debido a que seguían en el mismo sitio, bebiendo de sus tazas sin prestar más atención que al líquido caliente y dulce.

—Felicidades por pasar el segundo examen, Minnie. —Felicitó sonriendo hacia el menor, quien sonrió igualmente.

—Gracias, éste fue realmente más fácil que el primero —admitió con simpleza, volviendo a llevarse la taza a los labios, los cuales se encontraban rojos debido a la bebida—. ¿Cómo va tu trabajo, hyung?

—Ligeramente más pesado, pero puedo controlarlo. —Suspiró con pesadez, llevando una mano a su cuello, sintiendo la tensión en sus hombros. Jimin lo notó y se preguntó qué tanto estrés había soportado el mayor en esa semana.

Algo en la cabeza de Jimin hizo click y sonrió, sintiéndose aliviado por encontrar algo para hacer por el mayor—: Hyung, ¿Quieres ver una película? —Preguntó inocentemente, levantándose como un resorte, lleno de energía.

—Claro, ¿Cuáles hay? —Preguntó, a lo que Jimin buscó un poco en la mesilla del televisor antes de dar con el control remoto.

—Veamos… —murmuró Jimin volviendo al sofá de tres cuerpos en el que estaban, buscando en la galería de películas disponibles para ver—. ¿Qué se te antoja?

—Cualquier cosa está bien.

Jimin puso la primera película que encontró y les pareció interesante, así que apenas empezó la película se acomodó en su asiento. Se prometió que dentro de un rato iría a buscar algo para comer para los dos.

Pasaron unos cuantos minutos, y sólo entonces, Jimin llevó a cabo su maléfico plan.

—Hyung —llamó con suavidad al concentrado pelinegro, quien se había mantenido inmerso en la historia en la pantalla. YoonGi hizo un sonido con la garganta para preguntarle qué deseaba. Jimin sonrió inocentemente, palmeando sus piernas, indicándole al mayor que se recostara en su regazo—. Ven aquí.

—¿Qué? —YoonGi preguntó algo confundido, a lo que Jimin volvió a palmear sus muslos.

—Recuesta tu cabeza aquí, anda. —Pidió con voz suave y dulce, deseando que el mayor se recortara allí de una buena vez antes de que notase su vergüenza. YoonGi dudó por unos segundos más, pero Jimin se encargó de hacerle ceder.

Cuando tuvo la cabeza de YoonGi recostada en sus piernas se encargó de proporcionarle caricias suaves en el cabello, y sintió los hombros de YoonGi destensarse minutos después. YoonGi suspiró gustoso, sintiendo su cuerpo liberar el estrés guardado cuando Jimin acariciaba hasta el cabello de su nuca.

Una escena cómica fue percibida por ambos y YoonGi sonrió cuando escuchó la suave risa de Jimin, sintiéndose alegre de ver al menor estando tan tranquilo y relajado en tanta cantidad que hasta se estaba tomando el tiempo de complacerlo a él sin siquiera ser aquello pedido.

Como Jimin se prometió, pasaron veinte minutos más hasta que se levantó a buscar algo para comer. YoonGi quiso quedarse sentado, pero Jimin estaba tardando más de la cuenta y se aburría de estar viendo la pantalla pausada en el televisor.

Se levantó del sofá y dirigió a la cocina, sorprendiéndose y a la vez riéndose de ver a Jimin casi metido por completo en el refrigerador. Sólo allí notó que el color natural de Jimin había sido recuperado por completo, y el cuerpo del mismo estaba más relleno, lo cual probablemente lo alejó del estado anímico.

El pelinegro se acercó por detrás en silencio y tomó la cintura del menor, sorprendiéndolo de tal forma que golpeó por accidente su cabeza con la nevera. YoonGi reía de la forma en que Jimin se quejaba de haber tenido un micro infarto allí mismo, y al final —después de mirar mal a YoonGi— el castaño terminó riéndose también.

El chico estaba buscando el paquete de palomitas, ero al no encontrarlo, decidió irse por la antigua: el helado.

En ese momento estaba buscando el sirope para agregarle a las raciones de helado, pero fue interrumpido por el mayor justo en el momento en que estaba a punto de meterse completo a la nevera. YoonGi le ayudó a buscar el sirope, y una vez lo encontraron —estaba en lo más hondo del refrigerador—, completaron el postre, dejando al menor satisfecho.

Cuando volvieron al salón le agregaron las nunca ausentes galletas a sus platillos, teniendo después un largo rato de películas con aperitivos.

Esa tarde no charlaron de nada realmente importante, tampoco hicieron la gran cosa; pero se encargaron de pasar un domingo de calidad disfrutando la compañía del otro en medio de historias que eran contadas a través de la pantalla.

No vieron ni una, ni dos, ni tres. Vieron más películas que les entretuvo todo el día hasta la noche, y discutieron sobre sus propias hipótesis cuando la última que vieron fue una de suspenso que los dejó intrigado al tener un final abierto.

Y como había estado pasando con ellos dos en el último tiempo, habían ratos donde sólo podían ver al otro. Incluso algunas películas no las entendieron por estar viéndose o charlando sobre cosas banales, y el sentimiento era tan agradable que no les molestaba.

¿En qué momento exacto mirar al otro se convirtió en su pasatiempo favorito?

Definitivamente, pasar tiempo juntos era de lo mejor.


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