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Pedazos de un alma de cristal por LittleAyla

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Notas del capitulo:

Sé que he tardado un milenio en actualizar pero bueno, han sido más de 5.500 palabras :) Y prometo que la próxima actu será dentro de muy poco.

Por cierto, como no es un secreto que Ame quedará embarazado, he decidido que el número, el sexo y el género (alfa, beta, omega) del/los bebé/s será a vuestra elección.

Así que dejad en los comentarios lo que queráis que sea/n. En plan:

1, niño, alfa

o

2, niño alfa, niño omega

Pero con lo que vosotr@s queráis que sea/n. Nos leemos!

Los dos hombres frente a él hablaban y hablaban, señalando los gráficos  y las imágenes de las diapositivas que estaban utilizando para explicarle el nuevo proyecto que tenían entre manos, rezando para que el prestigioso alfa, dueño de la cadena de hoteles más exitosa del continente y socio de importantes compañías de moda, decidiera aprobarlo y subvencionarlo.

Pero para su mala suerte Cole no había escuchado ni una sola palabra que habían dicho des de que habían llegado. Lo único que había en su mente des de hacía casi una semana era ese muchacho de pelo azabache, piel blanca y perfecta, labios finos, suaves y apetecibles, y de exóticos ojos rasgados tan azules como el océano, cuestionando su origen asiático. No podía dejar de pensar en su cuerpo desnudo, sonrojado y perlado por el sudor bajo suyo, respirando de forma agitada y abriéndose solo para él.

Ya había perdido la cuenta de las veces que lo había follado des de que había aparecido en su casa la mañana siguiente de haberlo contratado. En el sofá, la cocina, el ascensor, el baño, la cama, el coche, el suelo, la pared, el vestidor... podría decirse que cada vez que lo veía acababa empotrándolo contra el primer lugar que encontraba y haciéndoselo allí mismo. Incluso le había comprado un collar para evitar marcarlo.

Por tercera vez en el día sus pantalones se volvieron demasiado apretados y fulminó con la mirada a los jóvenes que no dejaban de hablar, ¿es que no podían ir más rápido? Necesitaba ir al baño de inmediato y deshacerse de ese maldito problema.

Unos suaves golpecitos en la puerta de la sala de reuniones los distrajeron a todos, y sin importar que su voz sonara más ronca y gutural que de costumbre, dio permiso para entrar. Su anciana secretaria abrió con timidez y se acercó a él con un vaso de agua y una pastilla en la mano.

- Para su jaqueca, señor - explicó, para al instante salir apresurada del lugar y volver a su puesto de trabajo.

Esa era otra. Des de hacía una semana había tenido esa horrible jaqueca que solo conseguía desaparecer cuando se follaba al omega que en esos instantes debía estar limpiando su casa. Mala idea pensar en eso. Su pervertida mente se lo imaginó vestido con un pequeño traje de maid, provocando que su polla saltara emocionada ante esa visión.

Jodida mierda, ese niño era el pecado personificado.

Y su resistencia había llegado al límite. Dejó caer su mano en la mesa, asustando a los jóvenes hombres que apenas podían hablarle sin tartamudear. Ambos callaron de golpe, esperando que dijera algo.

- Largo de mi edificio - gruñó. Ni siquiera tuvo de repetirlo. En menos de dos segundos se quedó solo en el lugar, aún con la diapositiva expuesta delante suyo.

Ir hasta el baño no era una opción, no con esa erección imposible de esconder. Así que desabrochando sus pantalones con una mano, empezó a masturbarse.

***

- No, mamá, en serio, no puedo ir a recoger a Yuu, apenas he pasado la semana de prueba, firmé mi contrato ayer, ¡no puedo escaparme a media jornada! - exclamó con desesperación, maldiciendo internamente a su madre por ir sin horarios ni preocupaciones por la vida, improvisando planes sobre la marcha; planes que siempre lo involucraban a él - Sí mamá, ya sé que es mi hermano menor, ¡por supuesto que lo sé! Y lo adoro, pero no quiero que me despidan. Cobro más que juntando todos los anteriores solo por encargarme de una casa y un niño - y follándome al padre, pero eso era algo que ella no necesitaba saber - Maldita sea mamá... ¿no puedes solo cambiar la hora con tu médico? - cerró los ojos con fuerza, intentando mantenerse calmado - Bien pues si no puedes cambiarla, ¿por qué no le pides a Kou, a Mae, o a cualquiera de mis más de diez hermanos que lo vayan a buscar? - rogó mientras cogía una silla para poder guardar las compras que acababa de hacer en la alacena - ¿¡Cómo que no confías en ellos?! ¡Kou tiene diecisiete! ¡Mae dieciséis! ¡Will y Levi quince! Vale, vale, puedo entender que no confíes en los gemelos, ¿pero en Kou? ¡Lo han adelantado un curso!

Soltó un gritito frustrado ante las réplicas de su madre.

- ¿Y no puedo llevarlo a la biblioteca con él? - la mujer negó, alegando que Yuu era demasiado pequeño y ruidoso para ir a un lugar como ese - ¿Qué hay de Mae?

- Su recital es este viernes, ella necesita practicar al máximo en estos momentos - la excusó su madre.

Sí claro, si a fumar hierba y enrollarse con su novio de veintitrés años le llamas practicar para el recital. Amaba a su madre, pero le desesperaba y sacaba de quicio su ingenuidad frente a sus hijos adolescentes. ¡Él le había tenido que dar la charla a Mae sobre esos temas cuando le encontró un paquete de condones bajo el colchón!

- ¿Y papá tampoco puede?

- No cielo, él debe acompañarme.

- ¡Bien! ¡Vale! Ya me las apañaré para ir a buscarlo a la escuela.

Ni siquiera quiso escuchar los agradecimientos de su madre, solo colgó y saltó de la silla para poder recostarse en la encimera mientras marcaba el número de la oficina de Cole. Un escalofrío recorrió su espalda y apretó más la manta a su alrededor, des de hacía días que tenía un frío horroroso.

- Oficina del señor Ashwood, ¿en qué puedo atenderle? - habló la voz de una mujer claramente mayor, de unos cincuenta o sesenta años, supuso que su secretaria. Y por alguna razón se sintió aliviado de que no fuera una veinteañera tonta y demasiado bonita.

- Um, hola, soy el niñero de su hijo, ¿podría ponerme con el Sr. Ashwood? - preguntó con timidez, era la primera vez que necesitaba llamarlo para algo.

- Enseguida.

No necesitó esperar más de unos segundos para poder hablar con Cole.

- ¿Qué necesitas, Ame? - el omega necesitó tragar fuerte al percibir su voz, igual a la que tenía cuando estaban a punto de follar, y no pudo evitar enrojecer cuando su entrada se humedeció al instante.

- S-Señor, me preguntaba - se aclaró la garganta, intentando sobreponerse a su repentina excitación - si me daría permiso para ir a recoger a mi hermano menor a la escuela, lo han expulsado por mal comportamiento y no puede ir nadie más a buscarlo. Yo regresaría de inmediato a mi trabajo, p-pero le agradecería muchísimo si me permitiera ocuparme de él también esta tarde - cruzó los dedos por que tuviera un buen día.

- Mientras la casa esté limpia cuando llegue y no te retrases con Rob me da igual lo que hagas - Ame soltó un suspiro de alivio - Pero quiero que pases primero por mi oficina, le diré a la recepcionista que te deje pasar - y colgó.

Poniéndose el anorak, la bufanda y un gorro - ni siquiera estaban en invierno pero él se moría de frío - salió del edificio, sonriéndole al chófer que Cole le asignó para que pudiera realizar mejor sus obligaciones.

- Hola Eddie - lo saludó, entrando al asiento trasero del coche.

- Ame - dijo a modo de saludo - ¿a dónde vamos ahora?

- ¿Puedes llevarme a la escuela primaria del distrito 13? Debo recoger a mi hermano menor - indicó - No te preocupes, el Sr. Ashwood me ha dado permiso. Ah, pero primero debemos pasar por su oficina - recordó.

Y no pudo evitar ponerse nervioso ante ese pensamiento. ¿Para qué lo querría ver? ¿Acaso estaba enfadado porque fuera a buscar a Yuu? Pero él no lo parecía cuando hablaron, al contrario, de hecho parecía... excitado.

- ¿Estás bien, Ame? Hoy estamos a casi veinte grados.

- Oh, sí Eddie, no te preocupes, es solo un poco de frío.

Su chófer se llamaba Edward Bauer y era el hombre más amable que jamás había conocido. Tenía cincuenta años y llevaba treinta y tres trabajando como chófer de la familia Ashwood, es decir, toda su vida. Tenía una mujer y un hijo a los que adoraba, siempre que podía hablaba de ellos. A Ame le encantaba, la calidez que desprendía el hombre le recordaba mucho a la sensación que tenía cuando estaba con su familia. Una sensación de hogar.

Cogió su móvil y llamó con rapidez al teléfono de la escuela de su hermano menor, informando que llegaría en una hora más o menos.

- Ame, hemos llegado - le avisó el hombre.

- Cierto, gracias Eddie, no sé qué quiere así que si tardo mucho ve a tomarte algo o a dar un paseo, ya te enviaré un mensaje.

- No te preocupes niño, no me importa esperar aquí.

Le sonrió y bajó del coche, escondiendo la mitad de su rostro en la bufanda que llevaba. Entró al enorme edificio que debía tener más de cincuenta pisos y se dirigió con timidez a una de las recepcionistas que había a la derecha.

- Um, disculpe... - habló, llamando la atención de una despampanante beta rubia quien lo examinó de arriba a abajo para mirarlo con una ceja alzada - Vengo a ver al Sr. Ashwood.

- ¿Tiene una cita con él? - preguntó la mujer, tecleando en su ordenador.

- ¿Una cita? Eh, no, él solo me ha dicho que viniera de inmediato - la beta lo miró con superioridad.

- Sin una cita no puedo permitirle subir a su oficina - amargada, gruñó Ame en su mente.

- Soy el niñero de su hijo - insistió - él me ha pedido que viniera hace tan solo quince minutos.

- Me temo que sin cita no puedo dejarlo pasar - sentenció, y para dar como finalizada la conversación desvió su mirada a la señora que tenía detrás - Buenos días, dígame en qué puedo ayudarla.

El omega soltó un gruñido de rabia y sacó su móvil del bolsillo trasero, abriendo rápidamente el chat de su jefe.

Sr. Ashwood, siento molestarle tanto, pero la recepcionista no me permite pasar.

No tuvo que esperar demasiado para una contestación.

No te muevas.

Tensó su mandíbula y en un gesto de clara incomodidad cruzó sus brazos sobre su pecho. Encima cada vez tenía más frío. Se mantuvo allí quieto dos minutos hasta que las puertas de uno de los ascensores se abrieron y el atrayente olor de su jefe llegó a su nariz. Como cada vez que lo veía, ahogó un jadeó y de inmediato sintió que ya no tenía frío.

Ante su presencia todos los trabajadores se pusieron alerta, tensos y sin dejar de mirarlo. Él no solía salir de su despacho hasta las siete o las ocho de la noche, y mucho menos sin su maletín.

- ¿Quién no te ha dejado subir? - preguntó otra vez con esa voz ronca. Y ahora que estaban cara a cara no le quedó duda alguna que el alfa estaba sumamente excitado, podía notarlo tanto en su aroma como en sus ojos.

- Um, ha sido la rubia de la izquierda del todo, pero ahora que ya está aquí ya no hay ningún problema - dijo cohibido por su mirada.

- Oh, por supuesto que lo hay. Han desobedecido mis órdenes - gruñó, cogiéndolo por la muñeca con brusquedad y acercándose a la recepcionista - Dije que lo dejarais pasar, ¿se puede saber por qué no lo has hecho?

La mujer le dio pena a Ame en esos instantes, y es que la pobre estaba tan asustada y avergonzada que en cualquier momento se echaría a llorar. Pero él no podía hacer nada ante eso, al fin y al cabo no era nadie para pedirle a Cole más de lo que ya le había pedido.

- Y-Yo... - ni siquiera la dejó hablar.

- Estás despedida.

Un escalofrío recorrió la espalda de Ame, ¿tan fácil era para él despedir a alguien? No quería ni imaginarse qué sucedería si se equivocaba en algo. Oh Dios, ¿qué haría si lo despedía? Había dejado todos sus empleos pese a lo que le había costado conseguirlos, porque nadie quería contratar omegas. Para la sociedad eran molestos, pesados, eran como animales débiles, demasiado sumisos y que una vez al mes entraban en celo y no podían hacer nada en esos días. Su única opción sería... trabajar en una esquina. Pasaría a ser oficialmente una puta a tiempo completo.

Y des de luego, prefería ser la puta de un solo hombre que de toda la ciudad.

Tan ensimismado estaba en sus pensamientos que cuando volvió a la realidad ya estaban en el ascendor. Y en una posición bastante... descarada. Como estaba completamente lleno Cole lo había arrinconado contra una de las paredes y se había puesto delante suyo, apoyando un brazo a cada lado de su cabeza. Tragó pesado y empezó a respirar agitadamente.

No hablaron, solo se mantuvieron en esa posición hasta que el ascensor llegó a la última planta, donde al instante que las puertas se abrieron el alfa lo alzó, haciendo que enrollase sus piernas alrededor de su cadera, y lo sacó de allí.

Al instante supo por qué lo había llamado y con el temor de ser despedido se apresuró a empezar a besar su cuello, le daría el mejor sexo que jamás hubiera tenido. Si hacía falta gemiría como el omega que era. Incluso hablaría como una perra. Haría lo que hiciera falta para no ser despedido.

Cuando lamió el lóbulo de la oreja del alfa este clavó sus dedos en su trasero, arrancándole un gemido. Justo en el instante que pasaban por delante de la pobre secretaria, que tuvo que callarse una exclamación de sorpresa.

Entraron en lo que parecía ser una sala de reuniones y al instante Cole lo dejó completamente estirado sobre la enorme mesa, inclinándose sobre suyo para poder seguir besándolo y frotándo su erección contra su trasero.

- ¿Por qué mierda llevas tanta ropa? - gruñó el alfa, sacándole el gorro y la bufanda y lanzándolos demasiado lejos.

- Te-Tenía mucho... ahh... frío - consiguió decir mientras el alfa desnudaba su torso para poder lamer sus pezones.

- ¿¡Y tu collar?! - exclamó de pronto al ver su cuello desnudo. Incluso detuvo sus acciones.

Ame maldijo, solo se lo ponía cuando él llegaba.

- Yo... no pensé en ponermelo ahora, me aprieta mucho y solo me lo pongo cuando viene - dijo con rapidez - no pensé que lo haríamos ahora.

Cole gruñó molesto - Ame ya había perdido la cuenta de las veced que había hecho eso des de que se conocían - pero volvió a besarlo mientras prácticamente rompía el botón de sus pantalones para quitarselos junto a su ropa interior. Volvió a besarlo y con dos de sus dedos tanteo su entrada húmeda pero Ame se lo impidió. Iba a darle la mejor mamada de su vida antes del mejor sexo de su vida, a ver si, si algún día quería despedirlo, se lo pensaba dos veces.

Se incorporó sobre la mesa, obligando al mayor a levantarse también y de un salto se bajó y se arrodillo enfrente del alfa. Este sonrió complacido al ver lo que quería hacer así que solo apoyó sus manos en la mesa detrás suyo y lo miró con una sonrisa de satisfacción.

El omega también sonrió y con un rápido movimiento fruto de mucha práctica, desabrochó la hebilla del cinturon junto con el botón del pantalon. Sin dejar de mirar al alfa bajó lentamente la cremallera y sacó la enorme erección de este.

Cole gruñó, esta vez de satisfacción, al ver que, al contrario de otras amantes que solían tragar pesado ante el tamaño de su miembro, Ame sonrió y se relamió los labios hambriento. Le fascinaba lo obsceno que podía ser.

Con una mano empezó a frotar su miembro mientras que lamía tres dedos de su otra mano. Todo sin dejar de mirarlo. Cuando creyó que sus dedos ya estaban lo suficientemente lubricados los dirigió a su entrada, metiendo uno dentro y soltando un sonoro gemido que fue directo a la entrepierna del alfa. Tal y como había previsto. Empezó a masajear la erección de este lentamente, envolviéndola con su mano y pasando de vez en cuando su dedo pulgar por la punta al mismo tiempo que se metía otro dedo, arrancándose varios gemidos que no hacían más que calentar al alfa.

No se entretuvo demasiado con eso y sabiendo lo impaciente que era Cole, besó con suavidad la punta del miembro instantes antes de engullirlo casi por completo, arrancándole por primera vez un gemido de sorpresa al alfa.

A fin de cuentas, si de algo podía presumir en ese negocio, era de sus buenas mamadas.

Empezó a mover su cabeza de adelante hacia atrás, saboreando toda la extensión del miembro del rubio, succionándolo y lamiéndolo como si de su helado favorito se tratara. Con su única mano libre en la base del miembro para tener un punto de equilibrio, sacó la erección de su boca, succionando la punta, lamiéndo toda su extensión y volviendo a engullirla, moviendo de nuevo su cabeza de adelante hacia atrás, haciendo jadear a Cole.

Cole siguió apoyándose en la mesa con una mano mientras que la otra la dirigió a la suave cabellera azabache, empezando a tirar suavemente de sus cabellos para marcarle el ritmo exacto que quería. Inevitablemente su cadera también empezó a moverse, embistiendo con rudeza la boca del azabache quien había dejado de mover su cabeza para poder recibir por completo el miembro del alfa.

Aprovechó ese momento para meter un tercer dedo en su entrada, gimiendo a pesar de la polla en su boca y mirando a Cole a los ojos, queriendo excitarlo más. A su vez el alfa no despegaba la mirada de Ame y cuando este soltó un sonoro gemido, haciendo que la cavidad en la que estaba hundido vibrara, sintió que se correría en cualquier momento.

Su límite llegó cuando el omega empezó a mover sus caderas para follarse con sus propios dedos, haciendo que sus mejillas enrojecieran aún más y tanto su garganta como su boca vibraran por los gemidos que no se molestaba en callar. Después de eso solo necesitó un par de embestidas más para correrse en la boca del omega, quién al mismo tiempo gimió con fuerza y se corrió también, salpicando su propio pecho, mientras tragaba con un poco de dificultad la semilla del mayor.

Cole lo miró intentando esconder la sorpresa de su rostro, que fue rápidamente substituida por una mueca de satisfacción.

- ¿Te has corrido solo con tus dedos en tu culo y mi polla en tu boca? No pensé que fueras así de sucio.

Ame se separó, dejando salir la polla aún dura y erecta del alfa de su boca, y lo miró con inocencia, lamiendo el líquido blanco que escurría por sus labios ahora rojos, hinchados y brillantes.

Cole podría asegurar que esa era una de las imágenes más eróticas que había visto jamás.

- Espero que aún tengas fuerzas porque ahora pienso follarte de verdad.

Ame sonrió y se levanto por su cuenta, apoyando lentamente su pecho en la superficie de la mesa y arqueando en un ángulo casi imposible su espalda, dejando su culo a completa disposición del mayor.

- ¿A qué espera entonces?

No necesitó decir nada más, al instante Cole ya estaba detrás suyo hundiéndose con tormentosa lentitud hasta quedar completamente enterrado en él, rozando sin compasión su punto más dulce y arrancándole gemidos que hasta los de recepción podrían oír.

- Ahh... e-es... más grande que... ¡AH! - gimió cuando lo embistió con fuerza.

- ¿Más grande que qué? - su voz estaba tan ronca y era tan erótica que Ame pensó que podría correrse de solo oírla.

- Que... ahhh... a-ayer... - terminó de decir.

- Eso es lo que tú has provocado, ¿sabes? - embistió con fuerza - Tú me pones así - volvió a embestirlo - Eres el único que... - las estocadas eran cada vez más fuertes y rápidas - consigue ponerme así de duro.

Por alguna razón Ame se sintió orgulloso e incluso especial por eso, y empezó a mover sus caderas también para que las embestidas fueran aún más fuertes, profundas y placenteras.

- Ahh... ngh.... Se-Señor... ahhhh... A-Ashwood - dijo con dificultad - fólleme... más fuerte.

No necesitó repetirlo. El alfa arremetía con tanta fuerza contra su trasero que pensó que en cualquier momento se partiría en dos y eso le encantó.

- Quiero... que... grites... mi... nombre... - gruñó entre estocadas.

- Ahh... Cole... - gimió - ¡Ah! ¡Ah! ¡Cole! ¡M-Más fuerte! - se sentía tan bien que quería llorar.

- Mierda... Ame - rugió el alfa sin poder despegar su mirada del cuello sudado del omega.

Se inclinó sobre la espalda de este, arrancándole un gritito de sopresa cuando su aliento chocó contra el punto en que su cuello se une a sus hombros. Le dio una larga lamida, aumentando la velocidad de sus movimientos, y sintió sus colmillos crecer y cosquillear.

Apretó su mandíbula con fuerza, cerró los ojos y apoyó su frente sobre la cabeza de Ame para concentrarse en no morderlo. No iba a marcar a un omega, iba en contra de sus principios.

- ¡Ah! - gritó el menor - Y-Ya... me... Cole... ¡Ah! ¡Ah! Cole... ya me... ¡vengo! - exclamó dejando salir su lechosa substancia contra la mesa.

Cole embistió un par de veces más, volviéndose loco por las contracciones de la entrada del menor debidas al orgasmo, y no tardó en soltar un sonoro gemido y venirse en su interior.

Ambos respiraban agitadamente, intentando recuperar el aliento, cuando Cole salió de su interior y volvió a abrocharse los pantalones.

Ame permaneció recostado unos segundos más hasta que se sintió seguro de que sus piernas lo sostendrían lo suficiente pars mantenerse en pie. Se apresuró en recoger su ropa e iba a empezar a vestirse cuando Cole lo detuvo.

- ¿Vas a vestirte así? - Ame lo miró sin entender, era su ropa normal - Sin lavarte - especificó, señalando su pecho y vientre manchado de su propio semen.

Ame enrojeció al instante y miró a su alrededor, buscando algo que le pudiera servir para limpiarse, pero no encontró nada.

- ¿D-Dónde...?

Cole lo interrumpió subiéndolo otra vez a la mesa. Ame lo miró sorprendido, ¿quería más? ¿es que quería dejarlo en silla de ruedas? Pero sus pensamientos se desvanecieron cuando sintió su lengua lamer su semilla de su propio pecho. En ese momentos un tomate quedaría en ridículo a su lado.

- ¿Te averguenzas por esto y no por lo que has hecho antes? - se burló el alfa.

- ¡E-Es diferente! - intentó excusarse pero Cole lo ignoró y volvió a lamerlo.

- Ya está.

Ame hizo un puchero que a Cole, aunque no lo reconoció ni para sí mismo, se le hizo adorable, y empezó a vestirse apresuradamente. Cuando estuvo a punto de ponerse el anorak Cole lo interrumpió.

- ¿Tienes frío? - le preguntó sin entender.

- Um, un poco, aunque mucho menos que antes - se encogió de hombros y acabó de alistarse - ¿Necesita algo más Sr. Ashwood?

- No, nos vemos esta noche - Ame asintió y estaba a punto de abrir la puerta cuando se volvió de pronto.

- Muchas gracias por permitirme ir a recoger a mi hermano pequeño Sr. Ashwood, realmente lo lamento mucho y prometo que no volverá a suceder. Incluso si lo cree apropiado puede descontarme estas horas de mi sueldo.

- Con lo que acabas de hacer lo compensas - dijo sin mirarlo, volviendo a reorganizar unos cuantos papeles que tenía extendidos sobre la mesa - ahora puedes irte.

***

- ¿Todo bien Ame? - le preguntó Eddie nada más entrar al coche.

- ¿Eh? Uh, si claro, él solo quería... - balbuceó intentando encontrar una excusa - um... él...

- Oh, ya veo - dijo soltando una pequeña risa.

- ¿Tanto se nota?

El chófer se encogió de hombros sin dejar de reír.

- Siento decirte que sí, además, conozco a ese niño des de que tenía dos años, es como mi hijo. Y bueno, viéndote a ti no necesitas ser un genio para saber lo que quería - Ame enrojeció al máximo y bajó su mirada, totalmente avergonzado.

- ¿Tan obvio es lo que soy? - preguntó con tristeza y con la voz rota.

El mayor lo miró preocupado a través del retrovisor y al ver que estaba a punto de llorar no tuvo más remedio que frenar el coche y girarse para darle unas suaves palmadas en la pierna, intentando reconfortarlo y hacerlo dejar de llorar.

- No quería decir eso bonito, a lo que me refería es a que él es un alfa, tu un omega, y ambos son atractivos. Es de esperarse que algo así suceda - intentó corregir sus palabras - Y no debes sentirte como un prostituto per el simple hecho de acostarte con él.

Ame frunció los labios y negó con la cabeza, limpiándose las pocas lágrimas que habían caído por sus mejillas. Levantó la mirada e intentó regalarle una sonrisa, pero solo consiguió hacer una mueca extraña que le rompió el corazón al conductor.

- Bonito, ¿qué sucede? Si tan mal te sienta hacer esto, solo deberías dejar este trabajo.

- No, no, eso es imposible. Necesito el dinero y si dejara este trabajo me costaría demasiado encontrar otro. Ya se me pasará - le aseguró.

No podía decirle que realmente era un prostituto. Se avergonzaba tanto de eso... intentaba no pensar en todo lo que había hecho, en todos los hombres con los que se había acostado. Ni siquiera recordaba sus rostros. Y se sentía tan malditamente sucio... sucio, indigno, asqueroso. Pero debía anteponerse a todos esos sentimientos, cogerlos y encerrarlos en lo más profundo de su mente para seguir trabajando, llevando dinero a casa y asegurarse que sus hermanos no deberían pasar por nada de eso.

- Está bien, podemos seguir - le aseguró - Yuu va a matarme si me retraso más. Yo ya me arreglo por el camino - musitó, limpiándose las mejillas y dándoles unas pequeñas palmaditas para después volver a colocar su usual y encantadora sonrisa - De verdad Eddie, todo está bien.

Aún sin estar del todo convencido, volvió a poner el coche en marcha, echándole de vez en cuando un vistazo a Ame para asegurarse que no volviera a llorar. Pero la sonrisa no volvió a desaparecer de su rostro.

- Oye bonito... - volvió a hablar cuando apenas quedaban unos metros para detenerse frente a la escuela del distrito 13 - Trata de no enamorarte de él - Ame lo miró sorprendido, él bajo ningún concepto iba a enamorarse de ese hombre - realmente no te conviene hacerlo.

- Y no lo haré - dijo confuso.

Abrió la puerta del coche cuando se detuvo y se bajó, entrando apresuradamente al interior del edificio. Uf, que malos recuerdos. Igual que todos sus hermanos, él también asistió a esa escuela y podía asegurar sin miedo a equivocarse que fue el peor estudiante que jamás tuvo. Nunca fue demasiado bueno con eso de memorizar, y ciertamente tampoco con lo de razonar; ahora ya lo tenía más controlado, pero cuando era pequeño no podía estarse quito ni un segundo, por no decir que cuando lograba concentrarse en algo era un milagro. Solo lo pasaban de curso para quitárselo de encima cuanto antes mejor, eso lo tenía muy claro.

Fue hasta el despacho del director - oh, las veces que había estado allí cuando estudiaba - y entró apresuradamente, encontrándose con este haciendo papeleo y Yuu cruzado de brazos cara la pared. Tuvo que morderse la mejilla para evitar soltar una carcajada al ver su puchero molesto.

- Director, siento el retraso - habló, llamando su atención.

- Oh, Ame Shibutani - este sonrió, recordando - cuanto tiempo. Has crecido mucho - le sonrió cálidamente, estrechándole la mano.

- Sí, des de luego han pasado años - comentó, sentándose en una de las sillas frente a su escritorio - Hola enano.

Este se giró y soltó un gritito de alegría al verlo, lanzándose a sus brazos. Oh, como amaba a su hermanito pequeño.

- ¿Y bien? ¿Qué ha pasado como para que te hayan expulsado por tres días? - el menor se mordió los labios y apartó la mirada, apenado. Ame suspiró y miró al director.

- Una pelea. Otra vez - el omega frotó su sien ante esa declaración y miró a su hermano pequeño con el ceño fruncido - Aunque debo reconocer que esta vez él no la ha empezado.

- ¿Entonces por qué lo expulsan?

- Por lo visto dos de sus compañeros se han metido con él diciéndole que cuando les dieran sus análisis él sería un... omega - dijo con incomodidad y Ame tuvo que morderse la lengua para evitar soltar algún comentario inapropiado.

- ¡No ha sido eso! - exclamó de pronto Yuu - ellos han dicho que sería un prostituto como mi hermano mayor, - el corazón de Ame se detuvo y miró horrorizado al director, quién solo lo miraba sorprendido - ¡y Ame no es eso que ellos dicen! - giró su rostro hacia su hermano mayor - ¡Yo sé que tú nunca harías eso!

Los ojos de Ame se llenaron de lágrimas y abrazó más fuerte al pequeño, se sentía tan culpable... tan asustado de que algún día su familia lo descubriera... Pero no se permitió llorar, mucho menos delante de Yuu.

- Gracias por protegerme, cielo - besó su cabeza y volvió a mirar al director - pero sigo sin entender por qué deben expulsarlo si él no ha sido el causante de la pelea.

- Le ha roto la nariz a uno de los niños y sacado un diente a otro - los ojos de Ame se abrieron como platos.

- ¡Lo del diente no cuenta! - gritó Yuu de pronto - ¡Se le movía mucho y estaba a punto de caérsele!

- Shh... está bien Yuu, no te preocupes - le susurró al oído. Se levantó de su asiento dejando a Yuu en el suelo y miró al director - Gracias por informarnos de lo sucedido director, pero debo volver al... trabajo - dijo incómodo - o tendré problemas con mi jefe.

El hombre asintió y ambos hermanos salieron de su despacho cogidos de la mano.

- Cariño - dijo llamando la atención de Yuu - yo aún estoy trabajando así que te vas a venir conmigo, ¿vale? Y conocerás a un chico de casi tu misma edad, tal vez os podéis hacer amigos, de hecho creo que él está un poco solo así que sería genial que te llevaras bien con él - le explicó.

- ¡Un amigo! - gritó feliz Yuu - Me encantan los amigos. ¿Cómo se llama? ¿Cuántos años tiene? ¿Su género ya se ha rebelado?

- Calma vaquero - dijo riendo - Se llama Rob, en dos meses hará los nueve años y es un alfa - respondió - ¿algo más que su majestad quiera saber?

El niño soltó una carcajada pero negó. Entraron al coche done Ame le presentó a Eddie, Yuu quedó encantado con él y cuando llegaron otra vez a la casa de Cole no se quiso bajar del coche porque quería seguir hablando con él. Al final Ame tuvo que prometerle que cuando fueran a buscar a Rob al cole podría seguir hablando con él.

Se pasaron lo que quedaba de mañana haciendo las tareas del hogar pese a las quejas de Yuu, que solo quería lanzarse a ese enorme sofá y ver esa televisión que era prácticamente del tamaño de la mesa del comedor de su casa, así que tuvo que imponérselo como castigo por la pelea. Hacia el medio día comieron una ensalada que Ame preparó con lo que había comprado esa mañana con el dinero que Cole le había dado y en el lapso de tiempo entre la comida e ir a recoger a Rob, decidió sentarse en el sofá junto a su hermano y aprovechar para disfrutar un poco de los lujos que esa casa les ofrecía.

Para su desgracia el frío que parecía haber desaparecido tras estar con Cole volvió a aparecer con más intensidad que antes y cuando su propio anorak no fue suficiente no tuvo otra opción que coger uno de los jerséis de Cole. Él tenía tanta ropa que ni siquiera se daría cuenta y tampoco es como si lo estuviera robando, antes de irse ese día de la casa lo dejaría en el cesto de ropa sucia, para eliminar su olor. Y al instante de echarse la suave tela por encima sintió un alivio inmediato. El peculiar aroma a bosque húmedo del alfa lo envolvió en una extraña calidez y seguridad que lo sorprendieron pero que sin duda no rechazó. Y cerrando los ojos, se quedó dormido sin darse cuenta

- Ame, Ame - oyó la voz de Yuu hablándole, así que haciendo un inmenso esfuerzo, abrió los ojos y lo miró con confusión - faltan veinte minutos para que las clases terminen, ¿no deberíamos ir a recoger a Rob?

El omega se activó al instante, levantándose del sofá y apresurándose a llamar al ascensor mientras se calzaba los zapatos y le indicaba a Yuu que hiciera lo mismo. Bajaron apresurados y entraron en menos de dos segundos al coche de Eddie, quién ya estaba preparado para ir des de hacía diez minutos. Sin necesidad de que se lo dijeran aceleró - siempre con precaución, por supuesto - y para suerte del mayor de los hermanos el coche se detuvo frente a la escuela en el instante que las puertas se abrían y todos los niños salían corriendo en busca de sus padres.

Notas finales:

Vuelvo a ponerlo aquí por si alguien no lo ha leído arriba, como no es un secreto que Ame queda embarazado, he decidido que vosotr@s eligiréis qué queréis que sea/n.

Es decir, que podréis elegir el número de bebés, su sexo y su género. Por ejemplo: 

1, niño, alfa

o

2, niño alfa, niño omega

Pero con lo que vosotr@s queráis que sea/n.

Nos leemos!


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