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Pedazos de un alma de cristal por LittleAyla

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El alcohol había desaparecido por completo de su sistema al instante de oír esas palabras por parte de Cole y no dudó en obedecer al pie de la letra las órdenes que le dio después. Se había subido al coche y había dejado que lo llevara a su apartamento sin rechistar, aceptando que posiblemente iba a recibir una de las peores palizas de su vida. Pero estaba bien, prefería eso a que un alfa repugnante abusara de él.

Aún así la curiosidad fue superior a su temor y no pudo evitar abrir la boca y preguntar:

- ¿Su esposa...? - no pudo acabar de formular la pregunta, Cole gruñó y Ame no dudó ni un segundo en volver a callarse.

- No quiero que vuelvas a nombrar a esa mujer.

A partir de ese momento no hizo más que morderse la lengua hasta que llegaron al edificio de Cole.

Entró cabizbajo al elevador, totalmente avergonzado por lo que debía pensar el alfa de él en esos instantes, y no habló en ningún momento; solo lo haría si Cole le preguntaba algo, no iba a arriesgarse a volver a meter la pata. Subió las escaleras de la pent-house del hombre con todo el sigilo del que fue capaz - el pequeño Rob estaba durmiendo y lo último que quería era que despertase y lo viese en esas condiciones - y lo siguió hasta su habitación. Maldijo interiormente, ese lugar lo atontaba. El aroma del alfa estaba tan  concentrado en todas partes que lo volvía prácticamente loco, su omega se tornaba extremadamente sumiso y... aunque le avergonzase reconocerlo, su ropa interior se humedecía.

Paró justo a un metro de la puerta, que aunque estaba cerrada la intensidad del aroma se había disipado un poco en esa zona y aún le permitía pensar con claridad. La cuestión era cuánto tiempo duraría.

Dio un brinco cuando Cole pateó una de las sillas del dormitorio y quiso salir corriendo cuando las feromonas de enojo llegaron a su nariz, el alfa parecía iracundo y Ame no entendía el motivo. Sí, lo había molestado en medio de la noche y encima el hombre no soportaba a los omegas pero... allí claramente había algo más.

- ¡Joder! - rugió dándose la vuelta y dando dos pasos para quedar frente a frente con el omega - Es todo tu maldita culpa - Ame se encogió cuando Cole alzó la mano, pero al contrario de lo que esperaba no lo pegó, solo agarró su rostro con un poco demasiada fuerza, pero tampoco con agresividad. Un jadeo escapó de sus labios al darse cuenta que el alfa, en lo más profundo de su ser, odiaría hacerle daño - Tu olor, tu cuerpo, tu mirada, tu forma de actuar, todo de ti me saca de quicio. Me deja fuera de lugar - en realidad estaba hablando con sí mismo - En lo único que pienso es... - no lo dijo, dio un paso atrás y volvió a patear algo.

El joven omega cogió aire con fuerza, sin darse cuenta había dejado de respirar y ahora sus piernas temblaban con violencia, amenazando con dejar de sostener su cuerpo y dejarlo caer al suelo.

- ¡Maldita sea! - volvió a exclamar Cole - ¡Un alfa no debería ponerse así por un simple omega!

Un sudor frío cubrió su frente cuando un repentino calor inundó su interior y volvió a dificultarle respirar; esta vez sí cayó y empezó a respirar agitadamente mientras observaba sus manos temblar. ¿Acaso...? No, eso era imposible, aún quedaban semanas para su celo, debía ser otra cosa.

Pero el palpitar desenfrenado de su corazón, su respiración irregular, sus temblores, su sudor, su calor, su repentino dolor de estómago... todo apuntaba al celo trimestral. Un celo sinsentido e irracional que se había avanzado casi dos meses y que lo estaba atacando con una fuerza nunca antes vista. Levantó la mirada y, asustado, vio como Cole se encontraba  en una situación demasiado similar a la suya.

Intentó arrastrarse hacia la salida para huir de allí, un alfa y un omega en pleno celo trimestral no podían solo quedarse en la misma habitación. Debía huir de allí antes de que sus partes animales tomaran el control de sus acciones y no hubiera marcha atrás. Sin su collar de protección cerca... Cole no podría evitar morderlo, y no sería culpa de nadie solo algo inevitable cuando los instintos más primitivos tomaban el control; pero ninguno de los dos quería eso.

O al menos eso pensaban.

Ame no logró llegar a la puerta antes de encontrarse con Cole encima suyo, atrapándolo entre sus zarpas y mirándolo con deseo. Jadeó cuando el alfa expulsó un vaho de feromonas sobre su rostro y sus ojos se volvieron blancos por unos segundos. Con solo oler ese imponente aroma a madera y bosque húmedo la temperatura de su cuerpo aumentaba exponencialmente y el deseo se volvía algo insoportable. No iba a aguantar mucho más.

- M-mi collar - logró decir antes de que el alfa empezara a jugar con su cuerpo a su completo antojo - lo dejé en...

Pero Cole ya se había levantado de un salto y abierto uno de los cajones de su mesilla de noche, de donde sacó un enorme collar de protección de lo que parecía ser acero forjado. ¿Cuánto tiempo llevaba eso allí? Tan pronto como esa pregunta llegó a su mente, se fue. El hombre volvía a estar sobre suyo y le estaba poniendo la protección: se alzaba hasta más de la mitad de su cuello y bajaba hasta cubrir sus clavículas, previniendo cualquier posibilidad de marca.

- N-No podemos - intentó resistirse - Est-tá Rob y... no... - estaba tan duro que dolía como el maldito infierno.

Cole soltó una maldición pero no negó lo que acababa de decir. Agarró su móvil - por un momento pensó que se rompería entre sus manos - y llamó a alguien para decirle, o más bien ordenarle, que recogiera a Rob y lo llevara a algún sitio. Sin duda el pequeño alfa no podía quedarse allí mientras su celo durara.

El mayor colgó unos segundos después y el mundo se detuvo.

Ya no había excusa.

Como un depredador, Cole saltó obre su presa, arrinconándolo contra el suelo y empezando a devorar sus labios al mismo tiempo que destripaba su ropa. Sí, destripar, literalmente. Su pobre camiseta quedó hecha pedazos esparcidos por la habitación mientras que sus jeans fueron arrancados de golpe, rompiendo el botón y la cremallera en el proceso. De su ropa interior y sus zapatos... ni rastro. De pronto simplemente desaparecieron.

Cole empezó a dejar un rastro de besos húmedos, chupetones y mordidas por todo su pecho hasta llegar a su miembro, el cual fue devorado de pronto por su boca. Ame chilló por la sorpresa y miró al hombre con los ojos desorbitados; nadie nunca le había hecho una mamada. Sus gemidos se intensificaron a medida que su orgasmo se aproximaba, Cole parecía un maldito experto en eso y no creía que lograra contenerse mucho más. Había empezado a embestir la boca del alfa el cual no dejaba de mirarle de una forma tan sensual y caliente que casi podría haberse corrido con solo esa mirada.

Lloriqueó cuando de pronto su polla fue ignorada y toda la atención de Cole pasó a su entrada, aunque tampoco podía quejarse demasiado. El alfa era malditamente bueno en lo que hacía. Lamió con devoción su pequeño agujero que se contraía, clamando por algo en su interior, y de un momento a otro fue empalado por tres dedos, llevándolo al instante al orgasmo. Pero estaba en celo y eso apenas era un calentamiento.

- C-Cole... - gimió - tu... - gritó de placer cuando el alfa dio con su próstata - ...dentro... te quiero dentro.

El inicio del celo siempre era brutalmente agresivo; no había tiempo de juegos previos, estos no aliviaban lo suficiente a ninguno de los dos y cuanto más tiempo pasaba sin ser empalado por una hinchada polla de alfa más dolía su vientre y más pulsaba su entrada. Ni siquiera necesitaba preparación, lubricaba tanto por sí mismo que prácticamente podría formar un charco bajo suyo.

Gimió en anticipación cuando vio a Cole bajarse la cremallera de sus tejanos, sacar su miembro el cual estaba tan duro que chocaba contra el vientre del alfa, y alinearlo con su entrada. Enserio iba a llorar si no era penetrado pronto. Al parecer Cole también estaba demasiado ansioso por el celo y, al contrario que otras veces, no tardó más de dos segundos en hundirse en él.

- ¡Oh Dios! - chilló el menor mientras envolvía sus brazos alrededor del cuello de Cole - Eres... tan grande....

Gritó fuerte cuando su próstata empezó a ser atacada por el alfa, rozándola con la fuerza perfecta para volverlo completamente loco. No le dio tregua, prácticamente no le dejó ni respirar. El placer era demasiado grande y Ame no entendía cómo podía sentirse tan diferente a una follada normal. Ni siquiera podía mover sus caderas, el alfa tenía el control completo de la situación así que se limitó a arañar su espalda en cada embestida.

***

Su noción del tiempo era mínima, ni siquiera sabía si aún era el mismo día o si tal vez ya habían pasado dos. Como si eso importara. En algún momento habían acabado sobre la cama aunque por supuesto antes de eso habían pasado por las cuatro paredes de la habitación, las escaleras, la cocina y el baño. Su cabello aún estaba húmedo por la ducha que se habían dado y ahora goteaba sobre el pecho de Cole al ritmo de los saltitos que daba sobre el miembro del alfa.

Cole se incorporó, rodeando el diminuto cuerpo de Ame con sus brazos y ayudándolo a moverse más rápido y con más fuerza, consiguiendo llegar más hondo en su interior.

- Mierda, necesito quitarte esto - se quejó, arañando el collar de acero forjado que protegía su cuello - ¡Joder! - el alfa llevaba horas con los colmillos crecidos y Ame sabía que estaba loco por marcarlo. Maldita sea, él también estaba loco porque lo hiciera, incluso sus propios colmillos picaban, como si quisieran crecer.

- Rómpelo - gimió - Por lo que más quieras Cole, rómpelo de alguna forma - chilló mientras aumentaba el ritmo y hundía su rostro en el cuello del alfa, justo en el núcleo de su aroma.

Cole estaba rabioso, molesto por no poder morder a un omega que le pertenecía por derecho. No sabía de dónde había salido ese pensamiento pero llevaba horas azotando su mente y no iba a reprimirlo más. Invirtió posiciones dejando a Ame tumbado en la cama y le obligó a abrir más las piernas mientras se inclinaba sobre suyo y apoyaba la frente al lado de su cuello. Odiaba ese jodido collar, lo estaba poniendo de los nervios; le impedía marcar a su omega y retenía sus feromonas. Como lo odiaba. Sus colmillos no podían doler ni crecer más, sus labios sangraban cada vez que se rozaban con ellos y sabía que no se iba a calmar hasta probar la piel del cuello de Ame.

- A la mierda todo - masculló.

Un segundo después, sus colmillos chocaron contra el acero. Dolía como el infierno y sentía que podrían romperse en cualquier momento pero en vez de separarse, hizo más fuerza con sus mandíbulas. Notaba como el metal empezaba a ceder. El ritmo de sus embestidas aumentó, estaba a punto de correrse y supo que Ame estaba igual cuando sintió su pequeña boca empezar a mordisquear su cuello. El omega llevaba rato haciéndolo, cada vez que iba a venirse marcaba su cuello con desesperación.

- Cole, más fuerte, muerde más fuerte - balbuceó.

 Y justo en el instante en que su polla anudó en Ame, sus colmillos consiguieron romper el acero y clavarse con violencia en el omega. No satisfecho con eso, mordió más fuerte y estuvo a punto de ronronear de placer al sentir la explosión de sabor de la sangre de Ame en su boca. Como todo él, sabía deliciosa.

***

Abrió lentamente los ojos, siendo la pared lo primero que vio. Santa mierda. Santa, santa mierda. ¿Qué jodidas habían hecho? Sin mover ni un músculo enfocó la mirada en la mesita de noche. Sábado, estaban a sábado... ¿¡cinco días de celo?! Su corazón se saltó un latido y su estómago se revolvió de la preocupación. Recordaba fragmentos dispersos, imágenes, sensaciones y... ¡Oh por Dios! Bilis subió por su garganta y se vio obligado a tirarse de la cama y vomitar allí mismo, en el suelo. Su cuerpo empezó a temblar con violencia y sus ojos se llenaron de lágrimas.

- Yo tampoco estoy a gusto con ello omega, y no vomito - Cole habló por primera vez. Ame ni siquiera sabía que él estaba despierto.

Tocó su cuello en busca del collar de protección, esperando encontrarlo, pero una presión desconocida aplastó sus pulmones cuando descubrió que este no estaba y que el dolor en el lado derecho de su cuello era por lo que creía que era.

- M-Me... me has mordido... - jadeó, girando el rostro y mirándolo con los ojos desorbitados.

Cole, aún en la cama, giró su rostro para que pudiera ver el lado derecho de su propio cuello.

- Y tú a mí - el estómago del omega volvió a revolverse y tuvo que volver a vomitar.

- Yo no tengo colmillos… y-yo no pude haberte mordido - un escalofrío recorrió su cuerpo y volvió a meterse dentro de la cama al darse cuenta de su desnudez - es imposible.

El mayor gruñó y apretó la mandíbula.

- Al parecer no lo es. Tú tienes una mordida en tu cuello aún cuando llevabas una protección de acero forjado y yo tengo otra en mi cuello aún cuando tú no tienes colmillos. Todo lo que parecía ser imposible ahora no lo es.

Ame tragó saliva y quiso hacerse pequeño en su lugar. Cole estaba furioso, colérico, y podía notarlo a través del lazo aún si el alfa se contenía. Podía notarlo todo a través de la unión, casi sentía una conexión directa con la mente del mayor, como si con un poco de esfuerzo pudiera invadirla. Era… demasiado.

Estaba a punto de volver a hablar cuando Cole se levantó de la cama en toda su desnudez.

- Vístete - le ordenó - he llamado a un colega. Es médico, llegará aquí en breve. Nos examinará las mordidas y nos dirá si aún estamos a tiempo de romper el lazo.

El omega se encogió sobre sí mismo. ¿Romper el lazo? No es que quisiera permanecer unido a un alfa, y mucho menos a ese, pero la idea de cortar un lazo era aterradora. Los alfas solían superarlo sin muchos problemas y al cabo de poco tiempo cuando era un lazo accidental, pero en los omegas era diferente. Completamente diferente. La mayoría de las veces solían caer en depresión y en algunas ocasiones perdían a su lobo interior. A Ame eso le aterraba.

- Ponte esto - Cole le arrojó un viejo chándal, sacándolo de sus pensamientos.

No se atrevió a contradecirlo, al fin y al cabo todo eso había sido su culpa. Si no hubiera decidido ir a beber esa noche nada de eso habría sucedido. Ojalá solo se hubiera ido a casa.

- Baja cuando estés vestido, quiero acabar con esto cuanto antes - ¿cuándo se había vestido el alfa?

Como fuera, se vistió rápido y se apresuró en bajar, ignorando todos los dolores en su cuerpo. Tal vez ya no se podía romper el lazo, ¿no? En ocasiones sucedía que deshacer un vínculo era demasiado peligroso, a tal punto que una de las partes podría morir… No, no, alto. No debía pensar eso. Ellos tendrían suerte y no habría ningún problema, después su familia le daría todo su apoyo y nada pasaría a mayores. Eso era lo correcto, lo que debía pasar, entonces ¿por qué su corazón se oprimía al pensar en la posibilidad de romper el vínculo?

Meneó la cabeza, alejando esos pensamientos, y acabó de bajar las escaleras envolviendo sus brazos a su alrededor y, de forma inconsciente, aspirando el aroma de la camiseta de Cole. De alguna forma se sentía seguro con su olor. Lo atribuyó al lazo.

Llegó al salón, encontrándose con Cole y otro alfa desconocido hablando, supuso que era el médico al que el mayor había llamado. Se acercó temeroso a ellos y sin darse cuenta se escondió detrás de Cole, no queriendo acercarse al otro alfa. Cuando se dio cuenta de que se estaba escondiendo detrás del mayor se ruborizó y pensó que lo apartaría. No sucedió.

- Oh, tú debes ser Ame.

- S-Sí - la voz le salió ahogada y cuando miró al doctor se encogió más sobre sí mismo. Una de sus manos se agarró de la ropa de Cole. Esta vez tampoco lo apartó, al contrario, pasó discretamente una de sus manos por la cadera del omega para mantenerlo detrás suyo.

- Bueno, encantado. Yo soy Peter - Ame asintió levemente y el hombre los miró fijamente - el vínculo parece fuerte - comentó el hombre, observándolos - así que ambos debéis relajaros. Necesito poder examinaros las marcas y tal y como lo veo ahora… intuyo que si me acerco a Ame aunque sea un paso me saltarás a la yugular, Ashwood.

El nombrado maldijo y haciendo acopio de toda su fuerza de voluntad se apartó del omega, apretando los puños a sus costados y fijando la mirada en el menor, que había empezado a temblar y parecía un gatito mojado y perdido. Joder, si ese chico ya lo volvía loco sin la marca a tal punto que solo podía calmarse cuando podía olerlo o tocarlo, ahora con la marca era peor. Dolía contenerse para no lanzarse sobre suyo y envolverlo en sus brazos. Solo para protegerlo. Dolía de una forma física, los músculos de sus brazos agonizaban por poder cogerlo y llevarlo a algún lado para que nadie le hiciera daño.

Necesitaba deshacer el lazo. Ya.

- Vale Ame, primero examinaré tu marca - dio un paso hacia el joven que instintivamente retrocedió - Omega, necesito que colabores. Debes dejar que me acerque.

- S-Sí, lo siento. Mi cuerpo se mueve solo - reconoció - Creo que será mejor si me siento - así no huiré.

Se dejó caer en el sofá y apartó el pelo del lado derecho de su cuello, permitiendo que el doctor pudiera revisar la mordida. Tuvo que reprimir un escalofrío al ver la mirada fulminante de Cole por estar en una posición tan sumisa y con el cuello tan expuesto. Tragó saliva y bajó la mirada. Nunca había estado tan incómodo y tenso.

- Cole por el amor de Dios, es inquietante sentirte detrás mío, listo para degollarme en cualquier momento - se quejó el amigo. Ame no podía evitar sorprenderse por la familiaridad con la que lo trataba - Si sigues así enserio te pediré que vayas a otra habitación.

- Solo sigue.

Peter suspiró pero continuó. Inspeccionó la marca de Ame a fondo, tocándola en determinados puntos - cosa que incomodó en demasía al omega - e iluminándola con una linterna mientras la golpeaba suavemente con algo que Ame no pudo ver.

- Es increíble, a pesar de lo profunda que es está totalmente cicatrizada - murmuró asombrado - incluso ya está casi sellada - comentó, observando la suave capa de oro que cubría la marca - Había oído de ello pero nunca había visto que se curara tan rápido... Enséñame la tuya, Cole.

El nombrado se sentó en el sofá al lado de Ame para que Peter pudiera revisarlo mejor pero se negó a mostrar su cuello. El médico resopló ante su poca colaboración pero se abstuvo de hacer algún comentario, no quería molestar a su amigo.

- La tuya está completamente sellada - declaró viendo la suave capa de plata. Se apartó del alfa y observó a la pareja unos instantes - Siento decirte esto Cole, pero no podéis romper el vínculo. Es demasiado peligroso, ambos podríais morir.

Notas finales:

Tal vez no es lo que esperabais como castigo de Ame pero... ¿quién dice que las cosas serán buenas para nuestro querido omega a partir de ahora? ¿Cole va a tomarse bien el no poder romper el vínculo? ¿Y qué hay de su esposa? ¿Qué sucederá cuando lo descubra?

Habrá que esperar para saberlo...

 

 

 

 

 

¡La votación sobre el sexo, el número y el género (alfa, beta, omega) del/los bebé/s aún sigue en pie!


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