No sé como terminamos en esa situación, solo sé que disfrutaré mucho de ella.
Mis manos se encontraban atadas a la cabecera de la cama, mi pecho estaba pegado al colchón y él mantenía mi culo levantado.
- Fuiste muy malo hoy, Flug - su voz resonaba fuertemente en mis tímpanos, era grave y seductora - Así que te ganaste un castigo
Me vendó los ojos y utilizó su corbata para amordazarme. La sensación era incómoda, pero si eso era lo que Black quería, no me molestaría cumplirle el capricho
- Cinco azotes - susurró en mi oído, me estremecí solo de escuchar eso
Mi ropa no se encontraba en mi cuerpo, Black la había destrozado en cuanto entramos a la habitación, aunque él aun mantenía la camisa y el pantalón
Sentí las finas tiras del látigo recorrer mi espalda y cuando llegó a mis nalgas, sentí un fuerte azote que me hizo curvar la espalda y gemir por él enorme dolor mezclado con el deleitante placer que me hacia sentir.
- Uno -
Sentí como deslizaba el látigo por mis piernas y volvió a azotarme con más fuerza
- Dos -
El escozor era fastidioso, pero se sentía tan bien. Cuando separaba el látigo de mis nalgas me hacia desear volver a sentirlo.
Volvió a azotarme y sentí sus manos recorrer mis piernas y luego acariciar mis muslos
- Tres - Volvió a azotarme - Cuatro
Sus manos se despegaron de mi cuerpo unos segundos, suficiente tiempo como para poder regular mi respiración. Me sentía muy excitado, quería que me siguiera castigando, ese dolor era muy placentero.
Los segundos se me hacían eternos, hasta que sentí otro fuerte azote, mucho mas fuerte que los anteriores. Dolió bastante, pero me hizo correrme... Nunca me había azotado con tanta intensidad.
- Un orgasmo seco - Dijo Black y se rió de mí - eres muy pervertido, Flug.
Me quitó su corbata de la boca y me volteó, mi espalda estaba pegada a la cama y el rose frío de las sabanas contra mi recién castigado trasero hizo que me estremeciera.
Aun no podía ver nada, pero hacía que las caricias de Black se sintieran aun mejor.
Sus frías manos se deslizaban por mi cuerpo, me encantaba sentir sus caricias, pero me gustaba aún más cuando era rudo conmigo.
- Señor... - Jadee cuando una de sus manos empezó a acariciar mi miembro.
Sentí sus labios apoderarse de los míos y su lengua recorrer cada centímetro de mi boca. Era tan placentero
Sus labios fueron bajando hasta llegar a mi cuello, donde mordió fuertemente, provocando que un hilo de sangre recorriera mi cuello hasta la parte tracera de este y finalmente caer en la sábanas
- Ah... Jefecito... - mi lado más masoquista salía a la luz cuando estaba con Black Hat, ese hombre sacaba todo lo peor de mí.
- ¿Quiere que apresuremos un poco las cosas, doctor? - él estaba igual de excitado que yo
- Por favor... Apresurese -
No quería pasar demasiado tiempo en sus juegos, eso solo alimentaría el masoquismo en mi ser y no podía permitirme ser todavía más sumiso ante Black Hat
- Sus deseos son órdenes, doctor -
Elevó mis piernas y las separó, sentí como introducía dos de sus dedos en mi interior, era incomodo, pues hacía ya más de dos meses que no teníamos sexo, pero poco a poco esa incomodidad fue remplazada con puro placer. Cuando empecé a gemir, él introdujo otro dedo, simulando una fuertes embestidas, aunque esas simulaciones no serían nada comparado con lo que se venía.
Sacó sus dedos y me desató las manos, yo me apresuré a quitarme la venda y poder ver el perfecto cuerpo de mi jefe.
Su camisa estaba desabotonada, por lo que podía ver sus perfectos abdominales y pectorales, el traje que siempre utilizaba escondía a la perfección el bien trabajado cuerpo que Black poseía.
Me senté sobre sus piernas y acaricié los duros músculos, los cuales se tensaron al sentir mi tacto. Me encantaba sentir la dureza de sus músculos, sin contar que mientras yo le acariciaba él prepaba su miembro para adentrarlo en mi.
- Hoy estas muy deseoso - me levantó un poco y posicionó su miembro en mi entrada - Eso hará que lo disfrutes más
Adentró su miembro de una estocada y yo no pude evitar aferarme fuertemente a su espalda, clavado las uñas y arañándole un poco al sentir el enorme falo abrise paso en mi interior.
- ...S-señor... - hablaba de forma entrecortada, tres dedos no eran nada comparado con el miembro de Black
Abracé su cintura con mi piernas y me pegué lo mas que pude a su cuerpo.
Le terminé de quitar la camisa y me atreví a iniciar un beso, uno bastante desesperado. Sus caderas iniciaron un vaivén lento, mientras sus manos recorrían mi espalda. Pero eso no era todo, sentía más caricias, unas en mis piernas, otras en mis brazos, en mi vientre... Abrí los ojos y pude ver seis tentáculos recorrer mi cuerpo, eso era algo nuevo.
La sensación era extraña, se sentía pegajoso, pero era igual de placentero
La embestidas fueron subiendo de ritmo, cada una mas fuerte que la anterior. No podía hacer nada más que gemir fuertemente en la oreja de Black.
- ¡¡¡AHHH...!!! - Un gemido bastante femenino se escapó de mis labios, ya había encontrado mi punto G
- ¿Le gusta aqui, Doctorcito? - Volvió a golpear ese punto
- Si... Me gusta - Seguía arremetiendo contra mi punto G y eso mezclado con la sensación de sus tentáculos recorriendo mi cuerpo y su mano masturbandome fuertemente, me hicieron llegar a un fuerte orgasmo - ¡¡Black!! - Gemí fuertemente y arquee la espalda para extender esa sensación de placer.
Dos embestidas más fueron necesarias para que Black también se corriera, soltando un jadeo ronco en mi oído mientras liberaba su semilla. Sentir como llenaba mi interior con su semen era igual de placentero que un orgasmo
Caímos rendidos en la cama, él sacó su miembro de mi interior y se recostó junto a mi. Acariciaba mi cabello y mi espalda, los tentáculos habían desaparecido
Me acomodé entre sus brazos y esperé unos minutos para que dijera lo que, sin duda esperaba escuchar.
- ¿Listo para otra ronda? -
Sabia perfectamente que una ronda no era suficiente para él, mucho menos para mí
Me coloqué sobre él y empecé a frotar mi culo contra su miembro, despertándolo.
- Listo -
Para mi no era necesario escuchar una confesión de amor, el hecho de sentirme deseado por él era suficiente para saber que me amaba, y él sabía que yo le amaba, yo si se lo había dicho en varias ocasiones, pero él siempre me decía que prefería que se lo demostrara en vez de decirle palabras que se pudieran volver vacías en algún momento.
Jamás le despreciaba cuando quería que tuviésemos sexo, esa era mi manera de demostrarle que lo amaba, haciéndole sentir tan deseado como él me hacía sentir a mí.