Habían sido los peores días de su vida el corazón le dolía y no había podido dormir bien desde el día en el que le había pedido a Naruto terminar, a su amado Naruto, aun podía verlo aquel día con lágrimas resbalando por sus bronceadas mejillas, le había dolido tanto verlo llorar que tampoco pudo refrenar sus lágrimas, todo parecía un sueño hasta que se convirtió en una posadilla, los días que había pasado con Naruto en Alemania ahora le parecían un sueño bastante lejano jamás se imaginó que su pasado le alcanzaría, en el momento en que creía que todo estaba en su lugar, reviviendo sentimientos, emociones y recuerdos, sobre todo recuerdos, asiéndole dudar de sus propias decisiones lastimando en el proceso a la persona que más había amado desde su tierna infancia.
Podía recordar claramente cuando conoció a Naruto, tenía siete años, fue la primera vez que sintió que su mundo se venía abajo la muerte de sus padres le había golpeado demasiado fuerte, de vivir en la ciudad se había tenido que mudar a la casa de su abuela que vivía prácticamente en la nada «o así lo veía en aquel momento no había podido apreciar lo hermoso de la casa se su abuela tampoco se había percatado de lo reconfortante era el silencio que era muy diferente al caos de las ciudades» en aquel momento estaba solamente centrado en su dolor odiaba a todos a su padres por haberlo dejado a su abuela por haberlo arrastrado a vivir en ese pueblo, y a su primo Sasori, que lo miraba con lastima «o en aquel momento lo creyó así pero estaba muy alejado de la realidad ya que su primo no lo miraba con lastima sino con empatía porque el también había perdido a sus padres a una corta edad» aun recordaba lo serrado e intransigente que se había vuelto incluso era grosero con su abuela.
«Solo estaba concentrado en su propio dolor»
Salió de sus pensamientos cuando escucho el sonido de su celular estaba en la sala del pequeño departamento de su primo había intentado concertarse en el trabajo sin lograrlo en absoluto, pensando en Naruto y también en…
Su teléfono volvió sonar le habían llegado un par de mensajes uno de Sasori que le decía que no llegaría a dormir esa noche y el otro era de Sai que decía…
“Te espero en el lugar de siempre a las ocho de la noche”
Simples palabras, y muy concretas en el mensaje así como la persona que lo había escrito, Gaara sabía muy bien que había evitado llamarlo para evitar una negativa de su parte, lo conocía muy bien, y aun si le mandaba un mensaje diciéndole que no podía ir. Sai lo esperaría en el lugar acordado hasta que él llegara ya lo había hecho un par de veces cuando Vivian en Canadá, vio su reloj aun eran las tres de la tarde aún faltaba mucho para su encuentro con Sai, el pelirrojo dio un gran suspiro, y decidió ir a dormir aunque sea un poco, los días de intenso trabajo que había estado pasando para tratar de olvidar todos sus problemas sentimentales junto a los días que no había dormido le habían espesado a pasar facturara, camino arrastrando los pies a su habitación se recostó en su cama dio un gran suspiro serrando los ojos los recuerdos de Naruto volvían a acumularse en su mente recorriendo como si de una película se tratase.
Había llegado el verano y Gaara se encontraba sentado a la orilla del pequeño rio que estaba cerca de la casa de su abuela habían pasado varios meses de la muerte de sus padres, y había empezado a aceptar que estaba solo ese lugar junto al rio de alguna manera le trasmitía tranquilidad ya que nadie le molestaba, y podía ver las aguas correr.
—Hola— escucho una voz cantarían que le pareció irritante levanto la mirada para ver quién era el que le había interrumpido de ver las tranquilas aguas, pero cualquier reclamo que tuviese murió antes de ser dicho se había quedado sin palabras esos profundos ojos azules que lo miraban atentos a cada movimiento que pudiera hacer —Soy Naruto ¿Y quién eres tú?— volvió a decir ese niño que hasta ese momento se había dado cuenta que era rubio.
—Y-Yo soy G-Gaara— se golpeó mentalmente por tartamudear pero es que aún estaba sorprendido por esos hermosos ojos azules que eran tan claros, y tan puros como las mismas aguas del rio.
—Es un gusto conocerte Gaara— dijo el rubio dedicándole una de las sonrisas más resplandecientes que había visto nunca —la casa de mis abuelos esta para haya— dijo señalando hacia el sur —vine a visitarlos por las vacaciones
—Yo vivo hacia haya— señalo el pelirrojo poniéndose de pie y señalando al lado contrario del que había señalado el rubio —vivo con mi abuela— agrego un poco serio
— ¡Oh!— dijo el rubio viendo hacia la dirección que había señalado el pelirrojo
—Bueno yo ya me voy— dijo Gaara empezando a caminar con rumbo a su casa pasando por el lado del rubio, pero este en un par de segundos lo alcanzo y sonriendo dijo…
— ¿Porque te vas Gaara?— dijo haciendo un puchero que al pelirrojo le pareció linda — ¿no quieres jugar conmigo?— pregunto con tono triste
—Yo no juego— respondió serio
— ¿Por qué no?— pregunto el rubio —jugar es lomas divertido del mundo— dijo levantando las manos para darle énfasis en lo que había dicho
—Porque no tengo amigos con quien jugar
—Entonces yo seré tu amigo Gaara— dijo el rubio sonriendo tomando la mano del pelirrojo —Y tu jugaras conmigo— aseguro levantando las manos de alegría, y con las suyas la del pelirrojo, Gaara no sabía que hacer no se esperaba esas palabras del rubio se quedó un poco aturdido por las palabras de este —vamos a mi casa mi abuela estaba preparando un rico pastel— aseguro el rubio con una sonrisa —lo comeremos todo y luego jugaremos con mi bicicleta así que vamos Gaara— empezando a jalar al pelirrojo de la mano que hasta ese momento no había soltado, pero Gaara se detuvo abruptamente —¿Que paso por que te detienes?— pregunto el rubio extrañado
—Es que no le he pedido permiso a mi abuela para ir a tu casa— respondió el pelirrojo
—¡AH! es eso— respondió el rubio con tono aliviado —pensé que no querías ser mi amigo— dijo el rubio empezando a correr hacia el lado contrario que llevaban hasta hace un momento, en ningún momento soltó la mano del pelirrojo
— ¿Adónde vamos?— pregunto este
—Pues a tu casa— respondió el rubio como si fuera lo más obvio del mundo —para pedirle permiso a tu aula— agrego sonriendo. Mientras corría siguiendo al inusual rubio que lo tenía sostenido de la mano, en aquel momento a Gaara se le asomo una pequeña sonrisa observando sus alborotados cabellos rubios que se ondeaban con el viento.
Aquel día fue solo el principio de todo, aquel verano fue inolvidable para Gaara, Naruto con sus sonrisas, pucheros, y palabras habían derretido toda la capa de insensibilidad dela que se había rodeado a si mismo con tal de no sufrir más, todos habían notado el cambio en su actitud su abuela y su primo Sasori le dijeron que estaban felices de que Naruto fuera su amigo, que hace mucho no lo habían visto sonreír, varias veces se encontró a si mismo esperando a que el rubio le llamara para decirle que estaba listo para salir a jugar ya que su abuela no lo dejaba salir sino había terminado su tarea algunos días se quedaban a dormir en la casa de los abuelos del rubio y otros días en su casa, quería que esos días no terminaran nunca, pero la realidad lo golpeo al final del verano cuando el rubio con lágrimas en los ojos le dijo que tenía que irse de vuelta a su casa, y que no quería irse ,pero aquello era inevitable después de todo solo había ido de vacaciones, el también estaba triste por su partida pero no quería ver la rubio más triste de lo que ya estaba, y le dijo que se verían en el siguiente verano que esperaría a que volviera y que el tiempo pasaría muy rápido, el rubio asintió aun con los ojos cristalizados, y prometió que se portaría muy bien, y que estudiaría mucho para que sus padres le dejaran venir algunos fines de semana a casa de sus abuelos Gaara aseguro que le esperaría. Y el rubio también le prometió que le enviaría una carta todas las semanas para que no se olvidara de él, Gaara también le prometió que le enviaría cartas, y así se despidieron aquel verano.
Tal y como el rubio había prometido, las cartas le llegaban todas las semanas contándole como le había en la semana la vida del rubio parecía bastante activa cada semana le contaba algo nuevo y cada vez que leía sus cartas se sentía más, y más cerca del rubio.
Abrió los ojos de golpe no supo en qué momento se había quedado dormido vio el reloj que estaba colgado en su pared eran las 7.30 tenía poco tiempo para llegar al lugar que se encontraría con Sai.
Al llegar al restaurante en el que el pelinegro le había citado este ya le estaba esperando
—Buenas noches—dijo Gaara sentándose a la mesa
—Hola— respondió el pelinegro con una mueca que parecía una sonrisa —te estaba esperando
—Si llegue tarde discúlpame— aseguro —dime de que querías hablarme—pregunto Gaara
—Porque me hablas así pareciera que no me conocieres desde hace tiempo— dijo sonriendo
—claro que nos conocemos Sai decimado bien diría yo
—Por eso no tienes que ser tan serio conmigo— aseguro extendiendo su mano para acariciar la del pelirrojo —supe que terminaste con el rubio— aseguro Gaara retiro su mano rápidamente
— ¿Quién te lo dijo?— pregunto el pelirrojo con el ceño fruncido
—Eso no importa— aseguro Sai
—Claro que importa— aseguro — ¿Quién es?— no le gustaba para nada que Sai estuviera tan al tanto de todos sus movimientos, y mucho menos que estuviera enterado de su rompimiento con Naruto, porque ni el mismo estaba seguro de sus sentimientos.
—Buenas noches— dijo una voz gravé ambos tanto Sai como Gaara levantaron la mirada Gaara se sorprendió de quien estaba parado frente a él «porque de entre todas las personas que podía encontrarme en este lugar ¿porque tenías que ser tú?» dijo Gaara para sus adentros se puso de pie y dijo…
—Buenas noches Sasuke Uchiha—