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Ocho historias para contar por Mascayeta

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Notas del capitulo:

One-shot de Asahina e Isaka.

En un universo alterno, ¿cómo sería la relación de estos dos personajes?

 

Parado en la puerta de la casa que lo vio crecer, repasó cada uno de los momentos vividos con los Isaka. Aunque algunos eran buenos, otros le habían convertido en una persona incapaz de expresar sus emociones.

 

Recordó el día que el patriarca de la familia lo llevo después del accidente de sus padres, aun podía sentir sus manos en los hombros, mientras sostenía un morral con las suyas. Fue cuando vio descender a Ryuuichiro con el cabello sobre la cara y una sonrisa que iluminaba la estancia. Al llegar frente a él, sus redondos y bellos ojos azul rey mostraban una chispa de picardía que era complementado por los labios delgados y rosados. Le dio la bienvenida abrazándolo, su cuerpo se estremeció como jamás lo había hecho entre los brazos de nadie. 

 

Desafortunadamente, también le hizo una amenaza velada que, a sus diez años, ante la visión de él como hijo de su benefactor, no entendió.

 

Desde ese momento su vida fue una serie de castigos propiciados por la madre de Ryu debido a sus constantes quejas. Esta situación solo cambiaba en el momento que Isaka-sama llegaba de sus viajes. Siempre con docilidad acepto las migajas de cordialidad que le daba, solo para no provocarle un disgusto al hombre que tanto le cuidaba, por eso siempre oculto la crueldad con que el ojiazul lo trataba. ¿Cómo alguien con una cara tan tierna podía ser tan malo?

 

A medida que esperaba alguna reacción dentro de la casa por la "despedida" que le dio a Isaka, recordó el día de San Valentín del año que cumplieron 17. Por desgracia ambos habían nacido la misma fecha, así que de alguna forma quiso asumir que las fabulosas fiestas también eran en su honor. La larga calada le trajo la imagen del castaño hablando por teléfono con alguno de sus amigos, al darle la cara se despidió para hacerle la propuesta que lo hizo por fin sentirse aceptado. ¡Maldita mentira!

 

Deseo que este San Valentín sea el más feliz para ambos. Si consigues un dije que quiero, como recompensa te daré lo que me pidas.

 

Esa era su única oportunidad. Poder confesarle que se había enamorado de él. Que sus rechazos y constantes burlas lo que lograron fue enloquecerlo al punto de convertirlo en su perro fiel.

 

Trabajó todas las tardes durante un mes con tal de reunir el dinero para el dije con la esmeralda, que le había pedido. Al fin esa noche, Ryuuichiro rodeado de sus amigos, lo dejó entrar a su habitación. Kaoru le dio el pequeño cofre, los ojos azules brillaron de la dicha. Dándole un beso en la mejilla, lo citó en el desván a las diez.

 

Subió nervioso, el chico le había prometido la mejor noche de su vida... para él significaba que pronto podría ser su novio, su amante.

 

El reloj continuó su marcha hasta casi las once, cuando oyó las risas de una pareja, se escondió detrás de los viejos muebles y algunas de las cajas.

Isaka sabía que él estaba ahí, se desvistió con gran sensualidad frente al lugar donde se escondía. Pudo ver la camisa cayendo frente a sus ojos, su desnudez era recorrida por los labios de uno de los chicos que siempre lo acompañaban. Pronto los dos quedaron tendidos en el piso iluminados por las luces nocturnas. El cuerpo del castaño se movía debajo del de su acompañante gimiendo de placer. Todavía la imagen permanecía intacta en su memoria después de tantos años.

 

La noche concluyo como debía. El muchacho recibió un beso apasionado de Ryuuichiro y bajo las escaleras terminando de vestirse. Cuando estuvieron solos, salió de su escondite para darle la cara al ojiazul. El gesto en su rostro le mostró el desprecio que sentía por él. Tirándole la cajita que horas antes le había dado, hablo:

 

Espero hayas disfrutado el espectáculo, porque eso es lo único que tendrás de mí. Recuerda soy alguien para ver y no tocar, y menos por un huérfano arrimado. ¡Das lástima!

 

Esa noche lloró como un crío, durmió en el desván abrazado a una fotografía de su madre. Cuando descendió al comedor su niñez se había ido, sus ojos mostraban la frialdad que hasta ahora los caracterizaban, únicamente el ama de llaves se dio cuenta del cambio. En su mente solo había una idea fija, y se la propuso como meta.

 

Ahora, en otro día de San Valentín, a sus 22 años, pudo recordar lo sucedido con una sonrisa. Apagó el cigarrillo contra la arena gris de la carretera, definitivamente dejaría de fumar, haciendo algo de fuerza, comenzó a caminar con la moto sin encenderla. De su pasado solo se llevaba aquello con lo que había llegado: el morral que su madre le regalo antes de morir.

 

Quizás muy en su interior esperaba ver a Ryuuichiro salir en su búsqueda, tal vez deseaba que lo golpeara por su cruel juego, pero por lo visto el orgullo de Isaka había sido más fuerte que someterse a la humillación de enfrentarlo otra vez. Al estar lo suficientemente lejos, encendió el vehículo. Para él ese era el final de su supuesta "vida familiar".

 

No paró hasta llegar a Sagamihara, buscó un hotel económico para descansar y continuar hacia cualquier parte de Japón, pero lejos de Tokio. Antes de acostarse decidió bañarse. Fue solo cuando el agua cayó en su espalda que se percató de los arañazos que Isaka le había hecho. Saliendo de la ducha, se secó el cabello recostándose semidesnudo, con una sonrisa se fue quedando dormido recordando su despedida de la casona.

 

 

Mientras Asahina descansaba, Ryuuichiro daba vueltas en la cama sin poder conciliar el sueño. Se lo tenía bien merecido por todos los desplantes que le había hecho desde que entro en la casa; sin embargo, atreverse a usarlo de esa manera, para él era su peor castigo. Trato de pensar en todo lo ocurrido ese fatídico 14 de febrero. Definitivamente nunca lo olvidaría. ¿Por qué Kaoru tuvo que someterlo de esa forma para él reconocer que lo amaba locamente?

 

El ojiazul cerro los ojos repasando cada uno de los momentos vividos. La mesa con la comida especial hecha para su despedida, ¡al fin se iba del país! Era lo único en que pensaba desde que se graduó: Poder viajar a Londres, volver a ver a Akihiko y disfrutar de su libertad sin tapujos.

 

Pasaron a la sala, en ella Kaoru leía un libro. Todos quedaron en silencio. Se levantó estirándose como un gato. De aquel mozalbete del que hacía unos años se burló, no quedaba mucho. El cabello castaño largo suelto en los hombros, fue alborotado con la mano como quien le ha caído algo en la cabeza. Abrió los ojos mirándolo, mientras sonreía.

 

Dios, de solo recordarlo volvía a sentirse ansioso, realmente estaba enamorado de ese chico. Todo lo que quería lo había obtenido, y ahora lo quería a él. Cuando el huérfano se acercó, trato de evadirlo; sin embargo, Asahina lo abrazó con fuerza, evitando que lo rechazara, luego tomó su mentón levantando su cara hacia sus azules ojos. En su cabeza estaba la sensación del beso en la comisura de sus labios, y el susurro de un "buena suerte".

 

La reunión continuó alegremente, las risas y la música sonaron hasta la madrugada. Un poco mareado por el vino, Isaka recordó haberse despedido de sus padres para dirigirse a su habitación. Al cerrar la puerta respiró aliviado, sin encender la luz comenzó a desvestirse. 

 

El ruido del encendedor le hizo percatarse de que no estaba solo. Vio a la figura alzarse con calma, fue cuando reconoció al castaño. El hombre se acercó, para desabrocharle los botones que hacían falta de la camisa y deslizarla por sus brazos mientras lo acariciaba.

 

- ¿Listo para marcharte cariño? – sus palabras evidentemente eran una burla. Con las manos sobre sus hombros, le rozaba suavemente con los pulgares la piel de estos. Por más que quería responderle, no podía modular palabra. Consciente del pánico en que se hallaba su "amigo", se aproximó a su rostro para murmurarle con voz ronca – estas más hermoso que la noche que me invitaste al desván.

 

Realmente se sintió en peligro, sus ojos se abrieron, pudo dar un paso hacia atrás quedando atrapado por el brazo de Kaoru. Todo su cuerpo temblaba, abrió la boca para pedir ayuda, pero lo único que logró fue facilitarle al hombre la oportunidad para besarlo. Por más que quiso reprimir la sensación producida, su cuerpo fue completamente sincero, y los gemidos no tardaron en salir.

 

Minutos después su boca no fue suficiente, tendido como se encontraba en la cama, los labios del castaño recorrían su cuello y hombros. Asahina lamió con delicadeza los pezones erectos, las manos del ojiazul tomaron su cabello apretándolo con fuerza, lo que correspondió con un mordisco a la piel que inmediatamente enrojeció.

 

Mientras en la cabeza de Kauro, los sonidos de la respiración jadeante de Ryuuichiro estaban excitándolo más de lo que creía, era sobrehumano tenerse que recordar que era una forma de pago por sus desprecios, así que no podía dejarse llevar por el deseo. 

 

El joven Isaka se arqueo al sentir que uno de los dedos del castaño había comenzado a prepararlo. Estaba más húmedo de lo que creía, su cadera comenzó a moverse llevando el ritmo que le imponía. Rápidamente fueron introducidos el segundo y tercer dedo, hacía rato que estaba perdido en el placer que le proporcionaba. Besándolo con lujuria, sus manos fueron tomadas evitando que pudiera desvestirlo.  Solo entonces, Asahina le obligó a mirarlo:

 

- ¿Me deseas? – Isaka asintió. Deslizó el dedo llegando a su punto dulce sacándole un fuerte gemido - ¿Me quieres dentro tuyo? – su respuesta otra vez fue afirmativa. Kauro sonrió. - El problema pequeño imbécil, es que a este "huérfano arrimado", no le provocas el más mínimo deseo.

 

Soltándolo se levantó. Era cierto, durante todas sus caricias nunca sintió la mínima perturbación en su cuerpo. Retomando un poco de su cordura, Ryuuichiro lo vio parado en la puerta encendiendo un cigarrillo, antes de salir le señalo la mesa de noche. Al lado de la lámpara había un cofre con una tarjeta, cogiéndolo lo abrió.

 

Era el dije con la esmeralda que le había dado en un día como este. Lanzó el cofre a la puerta mientras lloraba sobre su almohada. Bien merecida se tenía la frase del papel:

"Eres perfecto para el trabajo. Toma esto como tu pago".
Feliz San Valentín.


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