El sonido del cuchillo picando la verdura sobre la mesa y el tarareo de Carla es lo único que se oye en la casa. Fuera, todo permanece en calma como un día cualquiera. El Dr. Jaeger ha salido a conseguir algunas cosas para su consultorio y Eren no ha podido acompañarlo, así que permanece aburrido en casa, intentando distraerse con una inútil rama en la ventana.
-Eren, si vas a estar ahí tirado todo el día, mejor deberías ayudarme- dice su madre rompiendo el silencio.
-Estoy aburrido- dice sin prestarle total atención –Mikasa está ayudando a sus padres y Armin salió con su abuelo. No volverá sino hasta mañana en la tarde-
-¿Y estarás sin hacer nada hasta entonces?-
-Sí- contesta desanimado. El día es muy bello, pero él en verdad no tiene ánimos para hacer más que tirarse en su cama y mirar al techo. Suspira y se levanta –Iré a mi habitación-
-Recuerda que debes acompañarme a comprar lo que falta para la comida-
Eren suspira sin detenerse, subiendo las escaleras –No tengo ánimos para salir…-
-Con ánimos o no, me acompañarás- dice su madre –Es más, vamos de una vez, así terminaré antes-
-Bien- contesta el chico suspirando. Espera unos minutos hasta que su madre lo llama de nuevo y ambos salen de la casa rumbo a la calle principal, donde los comerciantes suelen vender sus productos.
Las calles son concurridas y hay muchas cosas en los puestos. La gente habla, sonríe o grita dependiendo la situación, y a Eren le molesta un poco el alboroto, pero de alguna manera le hace saber sobre el esfuerzo de la gente por ignorar lo que había tras la enorme muralla a escasos metros de ellos. Es patético.
Intenta distraerse para no pensar en ello y se aleja un poco de su madre, investigando algunos puestos de vegetales justo cuando se topa con una mujer conocida.
-Eren, qué sorpresa encontrarte aquí- dice Kuchel hablándole a su lado, sosteniendo una canasta.
-Usted… usted es la madre de Levi-
-Sí, soy yo- le sonríe justo en el momento en que aparece Carla saludándola. El chico mira a su alrededor buscando a Levi, pero no lo encuentra –Ah, disculpe ¿Dónde está Levi?-
-Él… ah, él estaba aquí- dice ella, pero rápidamente lo encuentra oculto tras unos barriles –Oh, ahí está. Levi, ven aquí, no seas grosero-
El chico obedece dudoso y va hacia ella, intentando no mirar a Eren.
-Levi, me da gusto verte de nuevo- dice Carla -¿Cómo está tu pierna?-
-Bien, gracias- responde.
Eren tampoco quiere mirarlo. Hasta ese momento había olvidado la penosa situación en que se encontraron la última vez, por lo cual ahora estaba un poco ansioso. Sus madres los ignoran y conversan entre ellas, obligando a los niños, de manera indirecta, a hacer lo mismo pese a su vergüenza.
-Así que… ¿Haces las compras con tu mamá?- pregunta Eren.
-Sí. Dijo que sería agradable salir- responde evitando hacer contacto visual -¿Y tú?-
-También- contestó –Bueno, más bien me obligó a venir con ella-
-¿No te gusta salir?-
-A veces-
-A mí sí me gusta- dice llamando la atención de Eren –Este lugar es muy hermoso. Salir con mi mamá me hace muy feliz. Siempre veo cosas muy bonitas-
-¿Cerca de tu casa no hay puestos de comercio?-
-No… no muchos- contesta juntando sus manos con pena frente a su cuerpo –La verdad es la primera vez que salgo y puedo verlos así. Tienen muchos colores y hay mucha gente alrededor-
Eren no contesta. Le cuesta pensar en un lugar donde no haya ese tipo de problemas, así que prefiere no agregar más. Ahora se siente un poco más tranquilo y comienza a disfrutar la compañía del pequeño.
-Oye, Eren- lo llama encarándolo al fin –¿Crees que podemos ir a caminar por ahí mientras mi mamá y la tuya compran?-
-¿Quieres ir conmigo?-
Levi asiente. Al parecer se había emocionado con sus propias palabras al describir el lugar y deseaba conocer más de los alrededores. Eren asiente y va con su madre para avisarle, a lo que ella y Kuchel acceden, con la promesa de sus hijos de que no tardaran y se dirigirán a la casa de Eren antes de la hora de la comida.
Desaparecen de la vista de sus madres y recorren lo que resta de la zona comercial, adentrándose en las calles aledañas. Todo es normal para Eren, pero Levi parece más asombrado de lo que hubiera creído. En verdad parecía no haber visto un lugar así antes, como si el contacto molesto de todos los días con la gente fuera un completo lujo para él. Miraba los árboles, las aves, a los niños corriendo, el canal que cruzaba la zona principal y a los soldados patrullando la muralla. Incluso su forma de hablar era diferente, como si de pronto se le hubiera olvidado la pena al volverse a encontrar después de tanto ajetreo, haciendo a Eren sentirse cómodo junto a él. Sí, bastante cómodo.
Recorren un corto callejón para salir hacia la calle principal de nuevo, pero Levi se detiene de pronto.
-Eren, espera- se para -N-No, no quiero ir por ahí-
-¿Por qué no?-
-¿Lo olvidaste? Ese es el hombre que vende pan- dice con pena –El pan que tomé el otro día-
Eren lo recuerda entonces. Sí, ese era el mismo lugar. Se detiene y piensa en lo que ante sus ojos es algo obvio. Toma la mano de Levi y caminan hacia la panadería pese a las quejas del chico.
-¡Eren, te dije que no!-
-Tienes que disculparte-
-¿Estás loco? Me matará si me ve de nuevo ¡Él lo dijo!-
-Dijo eso porque estaba molesto. No puedes esconderte del panadero todo el tiempo-
-No, Eren, no quiero- intenta detenerlo, pero el castaño insiste.
-Confía en mí, Levi- dice deteniéndose con él en la entrada –Está bien, yo entraré contigo-
Así lo hacen y el hombre lo saluda gustoso, ignorando al principio al pequeño niño que se ocultaba tras Eren. Cuando lo nota, se disculpa por no haberlo notado al principio.
-¿Es tu nuevo amigo, Eren?-
-Sí, su nombre es Levi- dice moviéndose –Y él tiene algo que decirle-
-¿A mí?- pregunta el hombre confundido -¿Y qué es?-
Levi lo mira temeroso. Sus manos tiemblan, pero el aliento de Eren pronto le da confianza –Yo… qui-quiero disculparme. Yo fui quien tomó su pan el otro día, y me siento muy apenado por ello-
El hombre se sorprende por las palabras del chico, entendiendo sus intenciones. Le sonríe y coloca su mano sobre su cabeza –Entonces tú eras el pequeño ladrón-
-¡De verdad lo lamento mucho!- se disculpa de nuevo –Y quisiera pagarlo- dice repentinamente metiendo su mano a la bolsa de su pantalón, sacando algunas monedas –Espero que alcance con esto-
-Descuida, no tienes que hacer eso- contesta –Solamente prométeme que no volverás a hacerlo. Pareces un buen niño, no te metas en problemas-
Levi asiente y Eren aprovecha para asentir también. Se despiden y los chicos salen del lugar.
-¿Viste? Fue sencillo-
-S-Sí, creo que sí- contesta adelantándose para tomar su mano –Gracias, Eren-
-Está bien- responde sonriéndole –Ahora ¿Qué quieres hacer? Aún tenemos algo de tiempo antes de regresar a mi casa. De hecho, fue una suerte que nuestras mamás se encontraran aquí ¿No crees? Y que ellas se lleven tan bien-
-Sí, es una suerte- dice correspondiendo la sonrisa –Caminemos un poco más-
Eren asiente y siguen, pasándose entre los puestos y la gente hasta salir a una calle amplia, donde el río cruza la ciudad. Es un día soleado y templado, adecuado para solo caminar sin rumbo por los alrededores sin esperar encontrar algo impresionante.
Curiosamente Levi se sentía mucho mejor tras haberse disculpado con ese hombre aunque ya casi había olvidado el incidente. Al principio no quiso confiar en las palabras de Eren, pero al final se alegraba de haberlo hecho. Él era muy bueno y se preocupaba como un verdadero amigo… sí, como un amigo, como uno que nunca había tenido.
Dan la vuelta y el pequeño niño ve a lo lejos a un grupo de chicos platicando entre ellos, ignorándolos como era de esperar.
-Eren- lo llama deteniéndolo de pronto -¿Podemos irnos?-
-¿No querías caminar?-
-Mejor otro día… vayamos a tu casa ¿Sí?-
-De acuerdo- contesta sin mayor problema, metiéndose entre los callejones para cambiar su camino, ignorando por completo a los niños frente a ellos.