Mamihlapinatapai
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Capítulo 7: 16 años
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Dio una calada a su cigarro y el humo inundó sus pulmones de inmediato.
Había comenzado a fumar a los 15 años. Todos sus amigos lo hacían y no le tomó mucho tiempo copiar el habito; pero no era a ellos a quienes quería seguir, sino a Naruto. En algún momento el rubio había sido un asiduo fumador y aquel aroma a tabaco le hacía recordarlo, sentirlo cerca. El sabor amargo no era de su total agrado, sin embargo lo toleraba. Imaginaba que así debían saber los besos de Naruto.
Exhaló el humo con tranquilidad.
– Sasuke, has visto una camiseta blanc… – Rápidamente escondió el cigarro tras suyo. Había olvidado que Naruto no tenía el habito de tocar antes de entrar– ¿Qué tienes ahí?
– Nada – tartamudeo viéndolo acercarse.
El mayor lo olfateó y él solo desvió la mirada. Su pecho se aceleraba al sentir su aliento sobre él. Finalmente el ojiazul le dio la vuelta y tomó el cigarro.
– Por favor no le digas a nadie – rogó.
El rubio se paró junto a él, frente a la ventana, dio una calada y se lo devolvió. Sasuke lo recibió y se quedó observando el cigarro antes de pegarlo a sus labios, era un beso indirecto.
– Hace mucho que no probaba uno. – dijo sonriente exhalando el humo. – Me recuerda tanto mi adolescencia.
Miró con melancolía por la ventana. El moreno sabía que su adolescencia le recordaba también a sus padres, quienes lo habían echado de casa. Solo Itachi sabía el porqué y había omitido contarlo cuando lo hospedo.
– En lugar de estar encerrado fumando un fin de semana – cambio de tema– ¿no deberías estar en alguna fiesta o saliendo con chicas?
– No me interesa.
– ¿Que? ¿Las fiestas?... ¿o las mujeres? – el menor palideció ante la pregunta, pero rápidamente el ojiazul empezó a reír y volvió a coger el cigarro. – ¿No hay ninguna chica que te guste?
– Hay alguien – admitió, más no aclaró el sexo.
– Y…
– Es complicado.
– Somos dos – confesó antes de apagar el cigarro en un cenicero improvisado y caminar hacia la puerta – ¡Casi lo olvido! ¿No has visto una camiseta blanca?
– No.
– Bueno, seguiré buscando – se encogió de hombros – Nos vemos.
La puerta se cerró, quedándose nuevamente solo. Se recostó en su cama y metió la mano debajo de su almohada, cogiendo la camiseta de Naruto.
Él ya estaba enamorado de alguien.
Mamihlapinatapai
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Capítulo 8: 16 años
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Sus padres solían decirle que hacia problemas de la nada cada que peleaba con Itachi. Él no lo veía así. Para Sasuke, ellos siempre estaban de lado de su hermano.
¿Cómo no iba a molestarse cuando cogía sus cosas?
Y no, no se refería Naruto (aunque eso también le molestaba).
Respiró profundo mientras caminaba a la habitación de su hermano. 'Solo es un lapicero' le habían dicho todos, pero ni siquiera había tenido la delicadeza de ir a buscarlo él mismo. Si no fuera porque Naruto aún se estaba quedando con ellos, esa pelea no hubiera terminado tan rápido.
Abrió la puerta de la habitación y su respiración se detuvo.
Naruto estaba tendido en la cama, durmiendo con el torso desnudo a casusa del calor.
Rápido miró a ambos lados del pasillo y al verlo despejado, entró juntando la puerta. Intranquilo y dudoso, se quedó de pie observándolo. La piel canela totalmente expuesta, sin una sola imperfección, lampiña y tersa. El abdomen ligeramente marcado, más por delgadez que por ejercicio. Plano. Con un leve relieve de sus pezones, rozados, perfectamente dibujados. Una vez más tuvo envidia de su hermano.
Si tan solo fuera él con quien durmiera cada noche.
Con agilidad y sigilo, digno de un gato, se aproximó al rubio y se arrodillo al lado de la cama. Su rostro lucia tranquilo, apacible. Suspiró embelesado de la vista. Podría observarlo toda una eternidad y no cansarse de él. Una vez más la intranquilidad volvió, tenia deseos de más, no solo verlo. Echó un visto a la puerta, seguía junta y su familia estaba abajo. Tragó saliva. Alzó la mano y lentamente la dejó caer sobre su pecho.
Su corazón se aceleró como pocas veces lo había hecho ante el contacto.
Se quedó quieto ahí, sintiendo la temperatura de su cuerpo. Pero aún no estaba satisfecho. Despacio, y sin perder de vista la puerta, comenzó a descender. La piel era agradable al tacto, casi como acariciar terciopelo. Sintió sus pezones bajo la palma, sus costillas, su suave abdomen y oyó un quejido.
De inmediato regresó la mirada hacia el rostro del mayor, seguía durmiendo plácidamente.
Dejó caer su frente al borde de la cama, aliviado. Debía estar loco por arriesgarse de esa manera. Pero cuando se trataba de él, sus acciones dejaban de tener lógica.
Hundió su rostro en la cuenca del cuello de Naruto e inhalo su aroma. Salvo la ausencia del olor a tabaco, seguía siendo el mismo que recordaba desde los 12 años. El mismo que desprendía la camiseta que robo. Ese olor embriagador y adictivo.
– Te amo – susurró, besando la piel canela.
Sus ojos se humedecieron ante la inminente idea de que nunca le diría esas palabras a la cara. Aquello no pasaría de ser un amor unilateral. Volvió a aspirar su aroma y en una rápida toma de valor, permitió a su mano continuar el recorrido, ingresando a su pantalón, rozando el vello púbico -seguramente- rubio también. Casi de inmediato, el ojiazul giró su cuerpo, haciéndolo saltar del susto.
Logró apoyarse a tiempo con ambas manos y no caer de espalda. Su pecho se movía de manera frenética, si el rubio hubiera despertado no habría tenido escusa válida que decir. Para bien o para mal, aquel susto lo había traído de vuelta a la realidad.
Respiró hondo y se puso de pie. Aun con los nervios cogió el lapicero, más lo dejo caer de la sorpresa.
La puerta estaba abierta.