La mayoría de lobos tenían una estatura promedia muy diferente de su alfa, al cual diferenciaba mucho de su estatura y peso, portador de un pelaje oscuro con tintes azules, con ojos zarcos feroces, aceleraba en el pasto con sus gruesas y fuertes pisadas por el límite de su territorio marcando junto a la manada de lobos detrás de él, sus fuertes olores, para que cualquier enemigo sepa que no debe meterse donde no es bienvenido y sobre todo, aquel que pasara cerca reconociera a quien pertenecía ese terreno.
Al igual que la luna llena que se había formado en el cielo lleno de estrellas, Morinaga era el guía en aquella manada, esto para él era un ritual de todos los días, sugeridos por sus antepasados para defenderse de quienes querían tomar el territorio, era común escucharse el trote de fuertes garras poderosas de lobos por los alrededores.
Era una advertencia para aquellos que lo podían notar, nadie que no pertenecían a la misma especie podía siquiera pensar en entrar a ese territorio.
El lobo Alfa corría mirando la luna llena con anhelo guardado en lo profundo de su corazón, además de ser un ritual también ocultaba otro hecho detrás del ascenso de la luna llena, eso quería decir, que cuando la luna esté en su máxima altura, el celo de cualquier especie cambiante, encargado de ayudar en la búsqueda de parejas y ser además el motivo de que la manada prospere con el futuro de grandes lobos feroces, permitiría el encuentro de la pareja tanto en mente como en alma.
Por eso, el Alfa había comenzado el ritual de la vigilancia muy temprano junto con su manada, para que, cuando la luna llene este en su máximo esplendor y llegara el celo, los lobos de su manada podían disfrutar la lujuria, deseo y amor de su pareja destinada.
Alguien quién le acompañaría toda su vida en el recorrido de su vida como un cambia formas lobo.
Algo que el Alfa Morinaga no podía simplemente tener y no había conseguido, durante su ritual de cambio a lobo, se suponía que el celo llegaría y con ello la luna iba a ser quien lo guiara a su alma gemela, pero eso no sucedió dejando a muchos y muchas de su manada decepcionados.
Guardando la esperanza en el fondo de su ser, investigo porque él no parecía tener un alma gemela, muchos de los libros decían que cuando un lobo encontraba a su pareja, se sentiría muy diferente y encontraría en el proceso cambios agradables que incluso el acto de hacer el amor sería apasionado y dulce, ambos cambiaran. En cambio, si eso nunca sucedía su lobo iba a morir de tristeza y melancolía, sufriendo en una lenta tortura, los lobos sin pareja morirían de angustia y dolor.
El Alfa Morinaga, aun trotando por el largo pasto, miraba lleno de desolación a la luna deseando tan arduamente que su pareja llegara a él, lo necesitaba. Esta vez, como todas las anteriores veces soportaría el celo encerrado en casa, amarrado a cadenas y bebiendo antídotos antiguos. Literalmente se descontrolada como todos los de su manada.
Porque el celo era insoportable para todos los lobos sin excepción, los lobos infantes ya habían sido enviados a la guardería de la manada evitando interferir en ese proceso de unión, donde una anciana viuda los mantendría ocupados, con ella no habría problema, ya que no poseía el celo. Mientras que los adolescentes que aún no habían tenido el ritual de cambio a lobo se mantenían en una casa a parte amueblado solo para que ellos pasaran bien en esa noche, prohibiéndose salir.
Morinaga salió de sus pensamientos por los aullidos de júbilo de los lobos de su manada al darse cuenta que ya mismo estaban cerca al pueblo, por lo que supo que su tormento estaba cerca.
Cuando llegó a la casa principal junto con la manada, las lobas hembras en forma humana esperaban a la manada con túnicas listas y entre ellas observó a su nana, quién cuidó de él cuando era un cachorro, Mogui, una loba de mucha edad, trabajaba en la casa principal como cocinera y por voluntad propia, cuidaba de él.
La observó sonreír, a su lado el esposo de Mogui lo esperaba con su traje de jardinero, al igual que Mogui, Joshua, era un lobo viejo por lo que solo se ocupaba del jardín, de su amada Mogui y de él.
Si, literalmente el lobo Alfa Morinaga era como un hijo para ellos, un hijo que nunca pudieron tener.
Morinaga al llegar junto a Mogui se transformó en humano mostrando su desnudez.
En el momento Joshua lo vistió sin que nadies viera nada de las "grandezas" que el Alfa ocultaba bajo gruesas y hermosas vestimentas.
_ hay un problemita que necesita de su atención, Alfa-sama_ susurró Mogui solo para Morinaga mientras le acariciaba su rostro con ternura.
_Mogui, mi querida nana, me has visto desde nacimiento, has visto mis travesuras y aún me acompañas en la actualidad, tienes el honor de decirme solo Morinaga, que al decirme Alfa-sama, parecemos extraños_ respondió Morinaga sonriendo dulcemente alegrando no solo a la pareja de ancianos sino a todas las parejas que ya estaban dispuestas para empezar su ritual de Luna llena.
_ (Un ángel) _ pensaron todos agradeciendo al cielo.
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Morinaga no podía creer lo que observaba, una gota de nerviosismo escurría por su nuca y su sonrisa congelada desde que entró daba créditos que lo que estaba viendo era algo no muy común y raro.
Un hombre de cabello rubio platino despeinado, con rasguños y mordiscos por todo el cuerpo, gruñía de vez en cuando, estaba amarrado exageradamente a un pedazo de tronco, atrás de él, los lobos que estuvieron patrullando otra área estaban desplomados en el suelo cansados, con golpes y una que otra herida abierta pero no muy profunda.
Un hombre rubio pudo derrotar a una pequeña manada de lobos feroces.
_ Morinaga, ¿Qué debemos hacer? _ cuestionó Joshua incrédulo junto a los demás sirvientes que ante el escándalo fueron de cofCHISMOSOScof.
Morinaga suspiró conteniendo sus ganas de reír escandalosamente mirando a su manada.
_ por el momento, lleven a los lobos a la enfermería y que se vayan a casa, después de todo es noche de luna llena_ respondió sonriendo a la manada, quién asintieron encancantados mientras salían apresurados chocando entre sí para ir con sus respectivas parejas.
_ (Un ángel) _ pensaron los lobos heridos y lastimados, levantándose animados corriendo en búsqueda de su pareja, era normal que, durante el ritual de apareamiento de luna llena, ellos se preocuparan más por sus parejas que por heridas.
_y, ¿Qué vas a hacer con el humano? _ averiguó Joshua inquieto.
_ lo interrogaré por unos minutos y lo dejaré en una habitación, yo curaré sus heridas, así que Joshua_ respondió contento Morinaga tomándolo de los hombros de su anciano amigo _ disfruta de tu luna llena_ dicho esto, causo que el viejo se sonrojara de vergüenza y su nana le dio un guiño a Morinaga de complicidad.
_ p-pero_ rogó Joshua avergonzado, a pesar de su edad.
_ hoy toca, viejito lindo_ la respuesta de Mogui llegó a Joshua, arrastrándolo coqueta a su querido esposo quién solo se avergonzaba de su atrevimiento.
Morinaga pensaba que, aunque la edad les había alcanzado, el amor aún seguía presente y se atrevía a decir que incluso incrementó más, envidiaba este tipo de amor.
_ ustedes también pueden irse, muchas gracias por su duro trabajo_ ordenó Morinaga mirando a los empleados quienes se fueron agradeciéndole y unas pocas chicas decepcionadas de no ser elegidas para esa noche, a pesar de que el Alfa nunca había elegido a ninguna anteriormente, deseaban ser la pareja del Alfa por el status y las ganancias que tendrían si se ganaban el puesto de esposa.
Morinaga sonrió al hombre atado con la venda en sus ojos y en su boca una manzana que tapaban su boca.
Después de desatarlo del tronco y recibir golpes, prefirió atarlo y no queriendo tentar a la suerte lo llevó cargando en su hombro a una de las habitaciones para curar sus heridas y hablar del motivo por el cual su manada lo detuvo y lo llevaran a su pueblo.
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continuará