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My King | Kookmin por MiRoApril

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No se había atrevido jamás a insinuarse así ni siquiera a una mujer, aunque sería extraño que una mujer lo viera de esa forma tan coqueta, puesto que se parecía más a ellas cuando caminaban por las calles del pueblo cerca de los cabarets, damas de compañía en apenas unas telas se acercaban insinuándose coquetamente, a ese tipo de acciones le recordó lo que acaba de hacer con Jungkook, pero había funcionado, ¿Sería que Jungkook lo deseaba tanto como él? 

 

Sus labios fueron capturados por los contrarios apenas dejo salir la última palabra, aprovecho aquella oportunidad para rodear su cuello con sus brazos, dejar que sus cuerpos se acercarán lo más posible el uno al otro aunque tuvieran molestas telas de por medio impidiendo el contacto de sus pieles. 

 

Podía sentir en los labios contrarios que no encontraba completamente decidido a lo siguiente, el menor probablemente estaba algo temeroso de lo que él deseaba, pero no se detuvo a preguntárselo. Sus dedos se enredaron en los cabellos de Jungkook mientras lo obligaba a avanzar lentamente con sus pasos en retroceso hasta donde claramente debían proseguir. Las manos del menor apretaban con fuerza su cintura como si intentara contenerse a cada uno de sus movimientos, pero era justamente lo que no quería, ¿Cómo incitarlo  a seguir? Si el menor no deseaba avanzar el buscaría como hacerlo. 

 

Apenas se separó de los labios contrarios mientras deslizaba sus manos desde la nuca del menor por su abdomen hasta dar con las prendas. Su mirada no se perdía de los ojos contrarios en ningún momento, ambos tenían la lujuria en ellos, podían ver el deseo del otro por acabar con toda esa situación rápido, unirse de una vez por todas. No demoro en levantarlas y dejar que sus manos se deslizaran por esa piel tan suave y tonificada de Jungkook, sentir sus bien formados abdominales que tantas veces había visto y jugado con ellos delineando cada uno de los espacios con delicadeza. 

 

—Quítatelas. — Dijo casi en una orden, así sonó, pero Jungkook no lo estaba tomando como la orden del príncipe, sino como una sugerencia de su “amante” y bastante excitante. 

 

—Jimin, deberíamos detenernos a pensar un poco. —Sugirió el menor. 

 

—Dije que te las quites. —Esta vez, si lo ordenó.

 

—Pero…

 

—Si no lo haces lo haré yo. —Interrumpió las palabras contrarias. 

 

Tomo sus propias telas y las levanto hasta deshacerse de lo último que cubría su torso, si bien su cuerpo estaba tan tonificado como el del contrario, seguía siendo delgado a su lado y con aquellas curvas casi femeninas que el odiaba, puesto que lo único que deseaba menos era que Jungkook lo confundiera con una mujer mientras tenían sexo. 

 

 

—Jimin... —Sintió la mirada contraria recorrer su cuerpo como si fuera a devorarlo, además de que ese susurro sonó excitado. 

 

No le dio tiempo de pronunciar otra palabra, fue directamente a sus labios para devorarlos, tomo las manos del moreno y le indico claramente que lo tocará, que acariciara su torso desnudo. Una vez que Jungkook toco su piel no se resistió a continuar su investigación recorriendo el cuerpo contrario. La acción que menos esperaba del menor es que este bajara hasta el punto de tocar su trasero, tomarlo entre sus manos y apretarlo sacando de su boca un gemido que ahogo en los labios ajenos. 

 

Perdió el control de la situación, el menor se rindió ante sus deseos y termino recostándolo en la cama, donde Jungkook se subió a esta mientras retiraba sus prendas superiores tirándolas al suelo, ya no importaba si quiera donde estas caían. El contacto de sus pieles desnudas saco de su boca un nuevo jadeo, mientras buscaba desesperadamente una vez más esa unión con los dulces contrarios, los labios del menor eran su perdición, de tan solo verlo esos deseos por besarlo crecían, todo lo que tuvo que aguantarse esa tarde para estar finalmente cerca de Jungkook, quizás valía la pena todo lo que estaban haciendo, por otra parte, la desesperación de estar lejos sería un claro problema para cuando necesitaran verse. 

 

La fricción entre sus cuerpos creció y con esto sus erecciones. Podían sentir al otro completamente duro y excitado, ya no aguantaba demasiado esas telas, necesitaba liberarse, necesitaba atención, por mínima que fuera, esos roces con el cuerpo de Jungkook lo estaban volviendo loco, necesitaba más. Deslizo sus manos entre sus cuerpos para dar con el pantalón del contrario, se las ingenió para escabullir entre esas telas su mano y finalmente tomar sin pudor alguno su erección. 

 

No pudo evitar gemir al sentir lo caliente que se encontraba contra su mano. Dios, Jungkook era… Grande, muy grande, siempre imagino en sus sueños más húmedos que este lo penetraba, porque si, era curioso y estuvo investigando mil formas de tener sexo entre hombres y cada vez que leía más más deseaba tener a Jungkook en su interior, ¿Tan placentero era? Además del dolor del que se hablaba, incluso esclavos suplicaban a su mano por más, lo cual le impresionaba y llamaba aún más su curiosidad. Pero, ¿Cómo caería semejante erección en su interior? No era como si se detuviera a pensar más en la situación o retractarse de lo que deseaba, solo que sus nervios crecieron. 

 

Los gruñidos que dejaba salir Jungkook cada vez que lo acariciaba lo estaban volviendo loco. Su mano empuñaba el pene del menor subiendo y bajando, lo estaba masturbando mientras que sus labios se acariciaban con tanto deseo que sus lenguas estaban danzando en la boca de cada uno. Sintió las manos del menor en su cintura deshaciéndose de sus delas inferiores, su erección finalmente estaba respirando, tenía libertad pero ahora buscaba más que nada, atención. Se froto contra la erección contraria aun oculta entre las telas. Dejo la atención al miembro de Jungkook para tomarlas y bajarlas, llevo las telas a las rodillas del menor, el cual luego se encargó de quitarlas por completo con sus propios pies, ya que separarse claramente no era una opción, se deseaban el uno al otro y no se detendrían hasta satisfacerse. 

 

—Jungkook… —Gimió contra su boca. — Te quiero dentro. 

 

—Hm.. Jiminie. —Jadeo el menor de igual forma, rozando sus labios e incluso dejando que sus lenguas se encontraran. 

 

—Hazlo, por favor. —Pidió casi en un ruego.

 

—Jimin… ¿Qué tal si te hago daño? —Preguntó con esa voz igualmente excitada.

 

Aún en una conversación los gemidos ni las caricias cesaron, es más, aumentaba el roce de sus cuerpos, estaban tentándose aún más con sus palabras, no había forma de parar esa conexión. 

 

—Eso no importa. —Recalcó el mayor sin separarse ni un solo centímetro. — Por favor…

 

—Jimin, lo haremos. Lo prometo. 

 

El menor se detuvo y tomo entre sus manos su rostro.

 

—Pero hoy no. ¿Si? Déjame disfrutarte… —Susurro contra los labios ajenos que moría por probar una vez más.

 

—¿Lo prometes? ¿Aun si estoy casado? — Jimin realizo un leve puchero que se veía aún más excitante de lo normal.

 

—Jimin

 

—Promételo Jimin o yo mismo lo meteré. —Amenazó deslizando su mano entre sus cuerpos hasta ser detenido por el menor, Jungkook sabía lo que haría si tomaba su erección.

 

—Lo prometo. —Susurro bastante sorprendido de lo decidido que se encontraba el mayor. — Casado o no, siempre serás mío. 

 

Poco antes de que Jungkook volviera a tocar sus labios, fue el esta vez quien lo detuvo. Posiciono su mano en el pecho contrario con la obvia acción de detenerlo. 

 

—Espera.. —Tomo una pausa mientras buscaba la mirada ajena. —Tengo una petición más. Será la última.

 

El menor lo miro algo extrañado, pero el sentía realmente la necesidad de pedirlo, si sabía que luego tendría una esposa a la cual debía tocar con el fin de darle herederos a ese reino. Necesitaba tener la palabra del menor, Jungkook jamás le mentiría, si realizaba una promesa la cumpliría, no faltaría a su palabra, lo conocía demasiado bien, por ende estaba aprovechando esa oportunidad para lo que tanto deseaba.

 

—Lo haremos antes de que me case. —Pidió sin quitar la mirada de los ojos contrarios, aun cuando sabía que sus mejillas estaban completamente sonrojadas. 

 

—¿Qué? —Jungkook volvió a sorprenderse, pestañeo un par de veces ante sus palabras. 

 

—Me harás tuyo antes de ser de alguien más. — Volvió a pedir, está vez dejo salir su voz con un tono diferente, era dolor. — Por favor. 

 

—Tú ya eres mío Jimin. —Jungkook tomo su mejilla para acariciarle, unió sus frentes cerrando sus ojos ante el contacto. Podía sentir su corazón acelerarse por tan solo esas palabras, pero el necesitaba algo más, quería asegurarse de que así seria, que no le estaba mintiendo, que sería capaz de cumplir con su deseo. 

 

—Jungkook…—Susurro.  

 

—Lo haré. 

 

Sus labios se unieron una vez más. Con el trato completamente hecho, no había que controlarse más, sabía hasta donde debía llegar esa noche pero de todos modos lo disfrutaría, estaba rozando su cuerpo desnudo contra el contrario, algo que siempre soñó hacer, tanto como sacar de esos dulces labios gemidos con su nombre y el acelerar ese corazón  buscando la conexión con el propio. 

 

Con un hábil movimiento cambio sus posiciones dejando a Jungkook esta vez bajo su cuerpo. La vista era mucho mejor desde arriba, gracias a esa escasa luz de luna lograba ver perfectamente el cuerpo de este, tan musculoso. Deslizo su mano por su abdomen lentamente mientras Jungkook lo mantenía sobre su cuerpo con ambas manos tomadas a su cintura. Bajo poco a poco hasta encontrar sus erecciones rozándose una vez más, no pudo evitar dejar que el rubor se apoderara de sus mejillas, había visto perfectamente el pene del menor, lo cual además de hacerlo tragar en seco, lo avergonzó por imaginar mil pecados pasar por su cabeza, y cada uno tenía que ver con tener a Jungkook desnudo y el gimiendo su nombre. 

 

Comenzó a mover sus caderas dejando que el roce de sus cuerpos hiciera lo suyo en sus erecciones, con la ayuda de las manos del menor, guio sus movimientos desde su cintura, mientras que el como buen hombre que era, dejo marcas en el cuello contrario, clavícula y hombros. Si, Jungkook tenía próximos entrenamientos pero con eso se vería obligado a no quitarse ninguna prenda mientras sudaba, ese cuerpo le pertenecía, ninguna dama de la realeza podía verlo, ni condesas ni nadie, era suyo. 

 

 

Cuando la erección del menor termino entre sus nalgas, su excitación aumento junto con sus gemidos y la velocidad de sus caderas, necesitaba sentir esa erección contra su trasero, más, si fuera por él en ese momento estaría montando prácticamente a Jungkook, pero si este deseaba que las cosas de dieran lentamente, él lo aceptaría, ya bastante había avanzado con tenerlo bajo su cuerpo dejando salir esos roncos gruñidos mientras él se frotaba contra su desnudo cuerpo. 

 

Sabía de los sentimientos contrarios como Jungkook conocía perfectamente los suyos, ya no había secretos entre ellos, esa tensión que se creaba al acercar sus cuerpos, o cuando sus miradas se perdían en el otro, tenían significado, era cierto todo lo que se crecía en el castillo, rumores que se crearon a espaldas de ellos por no notar sus propias acciones. ¿Cómo podían ser tan ciegos mientras que los demás sabían perfectamente lo que ocurría entre ellos? De haber sabido que Jungkook sentía algo por el seguramente le coqueteaba mucho antes de saber que debía casarse para arruinarlo todo. 

 

 

Por la mañana, el golpetear de la puerta cada vez era más molesto, y eso que aún no lograba distinguir la voz que se escuchaba entre los golpes. Sus ojos se abrieron con dificultad, incluso dejo salir un bostezo de sus labios. Estaba odiando ser levantado tan temprano, por las malditas reuniones que tenían con respecto a la boda, lo único que le animaba a levantarse era el ver el rostro del moreno, porque este aun en un salón con toda la seguridad del mundo, Jungkook debía estar ahí, y el tener distancias entre ellos lo hacía todo más divertido. 

 

Estaban a apenas semanas del matrimonio y aún estaban en los arreglos de banquete, música y telas para los trajes. La princesa era como todas aquellas que deseaban grandes vestidos, el más hermoso del reino, uno único, por lo que reunieron a tres de las mejores costureras del reino incluyendo una de Silla para confeccionar los trajes. Esa mañana finalmente mostrarían las primeras ilustraciones de sus atuendos. Las charlas acerca de los trajes lo tenía completamente aburrido, no sabía de telas ni le interesaba saber de ellas, tampoco tenía interés alguno en un estilo determinado, pero la princesa estaba entusiasmada con la idea del vestido y unos detalles que ella tanto deseaba. 

 

Cuando estuvo finalmente listo, salió al pasillo encontrándose con quienes le escoltarían hasta la sala de reuniones, entre ellos, a lo lejos se encontraba su guardia personal. Estaba odiando que Jungkook se quedará afuera esperando nada más porque se encontraban esos tipos de la nobleza en su búsqueda por arreglos del matrimonio. Los primeros días ingresaba, lograba saludarlo como si de su pareja se tratará, aunque ni siquiera era algo completamente oficial, solo se veían a escondidas, por las noches, y aquella era una de las razones por las cuales despertaba tan cansado. Y no, aun no le había permitido llevar más allá. 

 

No todas las noches eran de lujuria, algunas solo deseaba estar abrazado al cuerpo ajeno, poder tocarlo y besarlo nada más, con eso se conformaba. Pero otras eran tal cual el primer descontrol que habían tenido aquella noche de la petición matrimonial. 

 

—Su alteza...El príncipe Park Jimin. 

 

El hombre lo anuncio cuando ingresaba al salón. 

 

—Querido ven. —Pronunció la mujer entusiasmada. — Te van a encantar. 

 

Así es, la mujer a esas alturas le llamaba “Querido” “Cariño” Lo cual le molestaba a Jungkook y bastante. Pero era mejor escuchar esos apodos a escucharle llamarle Jiminie. La primera vez que esta lo pronunció, Yunho interrumpió hablando de la vez en la que él le dio el apodo y que nadie más lo utilizaba. La mujer no pareció entender del todo que el apodo solo era de Jungkook y nadie más, por lo que no tuvo otra opción que hablar directamente con ella, no pareció molestarle la idea de tener apodos más cercanos que tan simples como el cambiar sus nombres. 

 

—¿Ya escogiste? —Pregunto a la mujer mientras se acercaba a esta. 

 

—Si tan solo fuera tan sencillo. 

 

Los ilustradores se encontraban al otro lado del mesón con todos sus dibujos frente a ellos, cada uno con más de cinco ilustraciones de vestidos y otros cinco del traje para él. Podía sentir la mirada de Jungkook en su espalda mientras el intentaba concentrarse en elegir uno de ellos. Los vestidos para su futura esposa eran hermosos, debía admitir que la mujer era atractiva, a cualquiera le despertaría más de una simple sensación de atracción, pero él ya estaba enamorado, más allá de esa belleza no podía ver, aunque deseaba acercarse a ella para al menos tener una amistad con la mujer con la que compartiría el resto de su vida, si no se acercaba a esta la relación sería extraña, tener hijos lo haría aun peor y no quería ser de esos que utilizaban a las mujeres simplemente por tener herederos. Él no pensaba así, si tendría hijos era porque lo deseaba, no para mantener al reino bajo el control de los Park. 

 

Cuando elevo la mirada a los ilustradores noto como uno de ellos no era parte de lo que llamaban clase alta. Era un aficionado al dibujo, un pueblerino con un intento por cambiar su vida. La diferencia con los otros era el papel, la tinta, se encontraban más sucios de lo normal, podía ser que el hombre debió de recorrer un largo camino hasta el castillo. Bajo su mirada a los dibujos, eran perfectos, se acercaba, o podría incluso superar los otros, ¿Por qué dar más riquezas a aquellos que ya las tenían? No le importaba ser el único que notó la diferencia de los papales, aun cuando intentaron dejar al pueblerino lo más lejos posibles de los otros clase alta.

 

—Este. —Dijo tomando uno de sus dibujos. 

 

—¿Señor? —Pronunció sorprendido el hombre pueblerino a lo lejos. — Usted…

 

No podía evitar emocionarse al ver la reacción del hombre, no quería saber la situación por la cual pasaba para llevar a ese lugar en un intento de cambiar su vida por una nueva, el maldito dinero se estaba apoderando del mundo, y su reino no era la excepción. Todo era oro, plata… Y más. 

 

—Es más. —Tomo una pausa. 

 

Al girarse, se encontró con la mirada de Jungkook, este le conocía perfectamente, sabía de lo que era capaz, era por ello que había creado a Chim, para ayudar a aquellos que no podían vivir con comodidad, disfrutaba de visitar los sectores pobres del reino, entregaba dinero, comida y siempre sería así, incluso al ser rey. 

 

—Quiero todos sus diseños. —Pronunció.

 

—¿Todos?! —El hombre estaba aún más sorprendido. — ¿Es enserio? 

 

—Si. Los ocuparé en algún momento. Además, son muy buenos.

 

Cuando su mirada se encontró con la mujer, esta sonreía de sus acciones, no entendía porque estaba tan feliz de lo que había hecho, pero esta se acercó hasta el hombre y tomo sus dibujos. 

 

—Cariño... —Pronunció a él. — ¿Puedo elegir más de uno? 

 

—¿Quieres más vestidos? —Pregunto a su futura mujer entendiendo la intensión de esta. 

 

—Si. Ya sabes… Luego tenemos la coronación y otros eventos. No estaría mal, ¿No?. —Sunghee se mantuvo en su papel. 

 

La mujer había comprendido. Por lo que solo asintió y esta tomo todas las hojas. En total diez. Todas las ilustraciones del hombre. 

 

—Aquí tienen. — Dijo la mujer entregando los diseños. — Ya decidimos. 

 

—¿Están seguros? Sus altezas…

 

Todos estaba sorprendidos de la decisión de los futuros reyes, ya que las confecciones jamás se habían pedido a un pueblerino, menos en tal cantidad. 

 

—Muy seguros. —Pronunció acercándose a la mujer. 

 

—Entendido. 

 

 

El hombre no dudo en acercarse a ellos tomando sus manos agradeciendo casi en lágrimas el elegir su trabajo. Su corazón se rompía al verlo, realmente no quería saber por todo lo que este paso, qué vida era la que tenía y por qué sus padres cada día tenían más razón en casarlo con una princesa por el bien de los reinos. Todo era oro. 

 

 

Los hombres se retiraron, dejándolos solos a ellos junto con sus guardias reales. Ambos estaban en la puerta bien formados, cada uno en los pilares. Cuando la mujer los vio giro su mirada a Jimin riendo. 

 

—¿No crees que es divertido verlos fingir hacer bien su trabajo? —Pronunció ella en voz alta. 

 

—Hey, hacemos bien el trabajo. — Reclamo Hoseok. A diferencia de Jungkook, Hoseok no se tomaba el tiempo de cambiar su lenguaje formal a uno informal. 

 

No pudo evitar soltar una risa observando a Jungkook.

 

—Dejen de fingir y actúen normal. —Dijo sin quitar la mirada del menor. 

 

—Sabes bien… Lo que ocurrirá si no seguimos las reglas. 

 

—Lo que ocurrirá si no seguimos las reglas. —Pronunció en conjunto con el menor. 

 

—Esa frase me suena. — Dijo la mujer llevando sus manos a su cintura sin dejar a de ver a su guardia. — Ellos no entienden que seguimos siendo personas 

 

—Y amigos. —Pronunció terminando la oración de Sung Hee. 

 

Estaban todos riendo y disfrutando del divertido momento cuando la puerta se abrió. El silencio volvió e ingreso su madre de entre dos guardias que mantenían las puertas del salón abiertas. 

 

—Me enteré que ya eligieron todo. Me alegro. — Dijo observando a todos los presentes. — Y veo que se llevan muy bien. 

 

—Bastante. —Respondió su futura esposa. — Jimin es increíble. 

 

Entonces la mujer giro su mirada hasta él. 

 

—Me siento afortunada de ser convertirme en su esposa. —Sunghee tenía una expresión de felicidad pura, emocionada, además de esa sonrisa que ya era característica en sus labios. 

 

—¡Oh! Me alegra oír eso. —Su madre festejo en aplausos. — Serán muy felices. 

 

—Si. —Respondió el príncipe relamiendo sus labios. —Sung Hee…—Tomo una pausa. — También es especial, no es como las otras princesas. 

 

—Te lo dije hijo. Debía existir una mujer como la que tanto deseabas. —Observo a los guardias. — ¿ Y ustedes? ¿Qué hacen aquí? 

 

—Son nuestros guardias madre. — Respondió en seco. 

 

Habían cosas que le molestaban pero las dejaba pasar, pero su madre tocaba aquel punto débil de Jimin y él podría armar guerra. 

 

—Queda muy poco, ustedes deben conocerse más. —Su madre elevo sus manos, era la clara orden de retirada. 

 

Ambos guardias se inclinaron frente a la mujer y se retiraron del salón. 

 

—No pueden estar observando conversaciones de parejas. —Bufó.

 

—No crees que de ser una conversación privada, ¿Les habría ordenado dejarnos solos? ¿Eh? —Arqueo una ceja enfrentándose a su madre. 

 

—Lo dudo Jimin. 

 

—Jungkook es mi guardia. — Mantuvo aquel tono seco. — Y yo soy quien puede y no ordenarle lo que debe hacer. 

 

—Yo soy aun la reina Jimin. —Amenazó su madre. 

 

—Que seas la reina o no, no te da el derecho de mandar a mi guardia personal. Está en las clausulas. —Apretó su mano en un puño intentando controlarse. Odiaba cuando se metían con su tiempo compartido con su guardia personal.

 

—Si me disculpa su majestad. —Hablo Sung Hee interrumpiendo la discusión. — Estoy de acuerdo con Jimin… Hoseok es mi guardia personal, y en este momento sigo siendo la princesa de Silla, por lo que sus órdenes por sobre las mías en mi personal no son nada. 

 

—Princesa.. —Se sorprendió su madre, incluso llevo su mano indignada a su pecho. 

 

—Te lo dije. —Sonrió victorioso. — Es especial. 

 

—Ya veo porque te gusta la princesa Jimin. —Agregó su madre. — De no ser así, hace mucho que me habrías pedido sacarla del reino. —Se volteó y camino para dejar el salón. — Así como a las otras invitadas. 

 

Las puertas se cerraron y finalmente quedaron solos, sin sus guardias, sin nadie que fuera testigo del rostro molesto de Jimin. Si, amaba a su madre, y todo lo que hacía lo estaba haciendo por ella. No dejaría de amarla aun cuando después de la muerte de su padre esta solo daba órdenes y buscaba lo mejor para el reino siguiendo los pasos que su esposo no cumplió. Tal como una enamorada por el difunto rey hacia todo para sentirse cerca del muerto. 

 

—Odio en lo que se está convirtiendo…—Rompió el silencio.

 

—¿No era así? —Preguntó la mujer. 

 

—No, ni un poco. —Tomo aire y termino suspirando. —Desde la muerte de papá es que cambio. 

 

—Cierto. Lamento tu perdida. 

 

—No te preocupes. Sé que no ha pasado mucho tiempo pero así se siente, como el pasado. Nunca tuve una gran conexión con mi padre, apenas lograba verlo. Ya sabes.. —Miro a la mujer. — El rey. 

 

—Hm..

 

Sung Hee termino acercándose para tomar su mano. Por un momento se sintió extraño, no habían tenido una cercanía como esa hasta el momento. La mujer termino guiándolo hasta unos sofás, donde cada uno se sentó por su lado para mantener la vista en el otro. 

 

—Es un momento perfecto para conocerte más. —Dijo Sung Hee. — Sé que no es apropiado pero… ¿No estás de acuerdo con este matrimonio? ¿No? 

 

—¿Tenemos otra opción? —Soltó con simpleza. 

 

—Tienes razón. —La voz de esta sonó más apagada. — Para que estés tranquilo… Yo tampoco. Digo, apenas te conozco y agradezco al menos que nos dieran la oportunidad de conocernos así, de ser por mis padres me mandarían al baile, nos presentarían, y los planes de la boda se realizarían cada uno en su reino. 

 

—Eso me suena. —Respondió soltando un suspiro. — Al menos no siento que estoy desposándote con sentimientos unilaterales. 

 

—Tranquilo, eso no. —Tomo aire. Sunghee aun cuando hablaba temas delicados, mantenía una suave sonrisa en sus labios, sincera. — Si nos enamoramos en algún momento, espero que sea por parte de ambos. 

 

—Hm.. 

 

—¿Te has enamorado antes? —Preguntó.

 

—¿A qué viene esa pregunta? 

 

—No lo sé, solo quiero conocerte más. Lo que por cierto, me recuerda… Fuiste muy amable con el hombre del pueblo. 

 

—Sus ilustraciones eran muy buenas, tienes que admitirlo. Además, merece un puesto en este lugar si sabe hacer diseños como esos. Estoy aburrido del mismo estilo, ¿Tu no? —Sonrió leve mientras hablaba con tranquilidad.

 

—Si, lo eran, pero algo me dice que no solo lo hiciste por los diseños. —La mujer negó reacomodándose y posicionando sus manos sobre su regazo. 

 

—Sabes que…

 

—Tranquilo, entiendo. Me alegra saber que el futuro rey no piensa en las riquezas para el reino, sino que en su pueblo. —Interrumpió. 

 

—Gracias. Espero ser un buen rey. 

 

—Lo serás. Y… —Tomo una pausa. —Disculpa el trato que tuve con tu madre, digo...

 

—Descuida. Se lo advertí. 

 

—¿Cómo? —Pregunto extrañada. 

 

—Eres especial Sung Hee. No eres como esas mujeres que cuidan cada palabra en su vocabulario, se preocupan nada más por como visten y por ser las más hermosas del reino. —Rodo sus ojos al recordar sus malditos encuentros realizados por su madre en busca de una esposa. 

 

—Tu…

 

—Eres diferente. 

 

—Realmente haríamos una buena pareja de enamorarnos. —Pronunció nuevamente en una voz apagada. 

 

—Hm… ¿Lo crees posible? 

 

La mujer negó. 

 

—Yo tampoco.  

 

 

Aquella mañana había establecido un nuevo lazo con su futura mujer. Era extraño decir que sería su esposa cuando la consideraba hasta el momento una muy buena conocida, a la cual sin duda podría llegar a tomarle un afecto como la amistad, pero siempre la protegería como un rey a su reina. 

 

Pasaron la mañana hablando de sus infancias, era agradable tener con quien comentar sucesos de vida que probablemente compartían, y así era, más de uno habían vivido similarmente, claro que existían diferencias, como que él tuvo un amigo de infancia, mientras la princesa se crio sola y sin compañía. Fue por ello que entendió la relación tan amistosa que tenía con Hoseok y le agradaba que al menos esta no fuera de tratar a su guardia como uno más del reino, sino que como un amigo así como el a Jungkook. 

 

 

—Así que se llevan bien. —Pronunció Jungkook entre el sonido de las espadas. 

 

—Es amigable, divertida. Debes admitir que no es como las otras princesas. —Pronunció entre quejidos mientras movía hábilmente la espalda.

 

Una tarde de entrenamiento, era lo que necesitaba, no por agotar su cuerpo sino por tener tiempo con su guardia sin que nadie les molestara, mientras estuviera ocupado, ¿Quién interrumpiría? Más no se encontraban solos en el lugar, como siempre, estaban los guardias en los pilares observándolos. 

 

—Si, lo admito. —Pronunció con dificultad ante los movimientos. — Hoseok también es agradable. 

 

—¿Así? ¿Cuándo se hicieron tan amigos? ¿Eh? —Arqueo una ceja tras poner una expresión de pocos amigos.

 

Jungkook golpeo el costado de su cuerpo obligándolo a caer, pero al hacerlo, sus espadas chocaron una vez más evitando perder la batalla. Se había puesto hábil para esos repentinos ataques del menor, como si leyera sus movimientos poco antes de ocurrir, la trampa era que el conocía a su mejor amigo, y sabía de lo que era capaz de hacer. 

 

—Hoy…—Gruño. — Cuando la reina nos obligó a salir. 

 

—Tsk.. —Empujo con fuerza quitándose de encima al moreno. — Eres un idiota. 

 

—¿Y por qué el mal trato? —Dijo Jungkook tras tomar un poco de distancia ante el empujón de Jimin.

 

—Porque te fuiste. —Lo regaño en un nuevo movimiento de su espada. 

 

—¿Querías que me cortaran la cabeza? ¿Eh? 

 

Chocaron una vez más sus armas.

 

—No. —Pronunció con dificultad. —Pero sabes que solo yo debo darte órdenes. 

 

El sudor caía por su rostro pero no se detenía en absoluto, era divertido tener ese tipo de charlas mientras gracias a los movimientos su cuerpos podían rozarse y mantener distancias cortas. 

 

—No podía arriesgarme. —Se quejó. — Además… Hoseok también obedeció. — Tomo una pausa. — Por cierto, linda escena la de la princesa. 

 

Ambos soltaron una risa sin detenerse. 

 

—Así que es especial… —Dejo salir las palabras de Jimin en el mismo tono que este había utilizado. 

 

—Lo es. —Respondió como si nada.

 

—Ya veo porque te gusta la princesa. — Imitó el tono de la reina, una voz aguda además de agregarle algunos gestos infantiles. — Se te ve muy enamorado. —Bufó. — Tsk…

 

Ambas espadas chocaron una vez más manteniendo esta vez sus rostros cerca. Podía sentir como Jungkook estaba molesto por esos comentarios, quizás no lo demostraba en sus expresiones, además de ser dificultoso el verlas, pero si podía hacerlo ante los golpes, la fuerza que utilizaba no era aquella que intentaba no dañarlo, estaba atacándolo como debió hacerlo siempre.

 

—¿Celoso? —Susurro. 

 

—Demasiado. —Respondió sincero entre gruñidos el menor. 

 

—En ese caso hay algo que debes saber. —Dijo en un tono más suave, como si el tema a tratar fuera delicado. 

 

El moreno se detuvo. 

 

—¿Qué?... No me digas que…—Ahí estaba, el tono de voz de Jungkoo preocupado. 

 

—¡Retírense! —Ordeno a los guardias en un solo grito. 

 

Todos aquellos en el interior se inclinaron y salieron del salón de prácticas lentamente en una fila. Mientras lo hacían y las puertas se cerraban, tomo una toalla y seco su rostro hasta escuchar el cerrar de las maderas y volver su mirada al menor. Es sonido era el único en el que podía confiar para poder hablar con tranquilidad con su guardia personal. 

 

—Ella no siente nada por mí y duda que en algún momento lleguemos a ser algo más que amigos. —Le aclaró al menor tomándose el tiempo de ver sus ojos cuando dejó caer esa toalla a un lado. 

 

—¿Es en serio? —Se sorprendió. — ¿Cómo lo dijo con tanta naturalidad? 

 

—Bueno, digamos que nos conocimos un poco. —Se encogió de hombros. — Dudo ser el hombre de sus gustos, aunque.. Dijo que haríamos una buena pareja de enamorarnos. 

 

—¿Qué tal si mintió? —Preguntó curioso. 

 

—¿Por qué lo haría?

 

—Para que te sintieras cómodo, claro.

 

—Hm.. No lo creo. —Negó ante las palabras ajenas. 

 

Jungkook no perdió el tiempo,  se acercó a Jimin tomándolo por la cintura de forma posesiva. A ninguno le importo el hecho de encontrarse sudados luego de una larga práctica y unieron sus labios como lo habían hecho ya repetidas veces, en un beso apasionado pero lento a la vez sin llévalo a la completa lujuria. Esos besos que desde el primero se habían convertido en sus saludos al salir el sol, al ocultarse y cada vez que lograban reencontrarse cuando estaban completamente solos. 

 

—No puede enamorarse de ti…—Amenazó sobre los labios ajenos.

 

—¿Por qué? —Susurro disfrutando de ese roce leve de labios, además se sentir sus respiraciones chocar.

 

—Eres mío Jimin. —Volvió a dejar en claro. 

 

No pudo evitar sonreír a sus palabras. Adoraba como sonaba esa maldita frase de los labios ajenos, alocaba su corazón, lo ponía nervioso, lo deseaba, demasiado. Igualmente no podía contenerse a utilizar esa frase a su favor, Jungkook lo sabía, sabía que él lo deseaba y que los días se estaban pasando más rápidos de lo normal, el tiempo se acababa, tenía que cumplir su palabra. 

 

—Aun…—Susurro. — No me haces tuyo… —Le recordó. 


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