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El gran dragón rojo // Thorki por javithabadeer

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—Aquí estoy. —Anunció el hombre mientras subía por la rampa hacia el barco.

Habían llegado a Mentecacia, la isla de los piratas y todo aquellos que escapan de la justicia de Jamaicilla. El barco fue anclado al muelle, la isla era bastante amplia, pero el clima que los azotaba provocaba que fuera un barrial y ni hablar del aroma que expedía la inmundicia de los residentes. Era un lugar asqueroso, pero habitable y con eso se conformaban muchos, no era su caso, merecía más que eso, pero ahí podía resguardarse y tenía un séquito de personas que lo seguían por las hazañas de su familia pirata. Esperaba en cubierta a Britsh, era una anciano que conocía muy bien muchas leyendas antiguas y era el único de aquel lugar que sabía leer. Sonrió al verlo, lo saludó con un apretón de manos y así lo guió hasta las bodegas.

—¿Qué es lo que querías enseñarme, Thor?

—Ya lo verás. —Respondió con un deje de entusiasmo.

Descendieron por la escalerilla de madera hasta llegar a la primera bodega, habían barriles en los costados, algunos con alimentos y otros con un buen vino. Lo guió hasta el fondo de aquel lugar oscuro, dos hombres montaban guardia en aquel lugar con antorchas, al verlos saludaron a su capitán con la cabeza y así pusieron la luz hacia "eso". La criatura seguía dentro de aquel cristal, flotaba sobre el agua con su larga cola que se retorcía alrededor del tanque. Era sin duda un ser de tamaño considerable, imaginaba que podría medir lo mismo a dos hombres altos, si es que no más.

—Por todos los mares. —Exclamó el hombre sumamente sorprendido. —¿Está muerta?

—No, creo que así duerme.... No lo sé, pero si te acercas intentará matarte.

—Jamás creí que podría ver a un ser tan... ¿Cómo es que la tienes bajo tu poder y aún sigues con vida?

—Me subestimas, Britsh. —No había dicho que sólo la había robado, prefería omitir esos detalles, mejor que creyeran que él la había agarrado. —Dime, ¿Qué es esa cosa?

—No sé. —Contestó el hombre. —Nunca nadie fue capaz de nombrarlos, aquellos que lograron sobrevivir a su presencia quedaron malditos y murieron poco después de verlas. No supe de nadie que pudiera tener a una en su poder... Algo malo debe estar con esta criatura como para que se haya dejado atrapar.

—¿Eso crees? ¿Está herida? Pero no hay sangre en el agua.

—¿Crees que su sangre se parece a la nuestra? Hablamos de un ser tan inhumano que podría ser cualquier cosa, ¡Hasta volar! Nadie sabría decirlo con certeza. Seguiré investigando en los viejos pergaminos y libros, si encuentro algo de información te la traeré.

—Perfecto. —Sacó un saquito con monedas de oro adentro. Britsh estiró su mano para tomarla, la dejó caer hacia ella, pero la detuvo antes de que lo tocara. —Ni una palabra a nadie... Si me entero que alguien más sabe, tú serás el primero en morir. ¿Está claro?

—Como el agua. —Respondió este. Tomó el saquito y así subió por la escalera hacia la cubierta.

Miró a la criatura que seguía flotando en medio de aquella caja de cristal, parecía estar muerta, pero cada vez que se acercaba demasiado, esta despertaba e intentaba atacarlo. Quizás descansaba, pero estaba alerta a los movimientos a su alrededor... No sabía, realmente no sabía nada de esa criatura. Las historias de viejos marinos eran vagas y todos los que habían estado en contacto con seres como aquel, habían muerto días después de locura y demencia. ¿Moriría de aquella manera también? ¿Se volvería loco y se arrojaría al mar con una bala amarrada a los tobillos? Cerró los ojos con un suspiro corto, ¿Y si nadie quería comprarle aquel ser? ¿Qué haría? Pues lo mataría antes de que eso lo matara a él, ¡por supuesto!, de aquella manera no habría maldición ¿No? A su mente vino el recuerdo de la serpiente que había estado la noche anterior siguiendo al barco, sabía que ellas hacían eso, generalmente porque sabían que arrojarían cuerpos al agua cuando asaltaban un barco, sin duda alguna, las bestias marinas eran muy inteligentes, pero aquella que flotaba no parecía serlo.

Se acercó nos pasos hacia ella, tenía una larga cola totalmente lisa, no habían aletas, sólo bellas escamas opacas, algunas grisáceas. Tenía más parecido a las serpientes, que a un pez normal. Su piel estaba más pálida que el día anterior, ¿Se estaba muriendo? Estuvo a un paso de él, este abrió sus ojos de manera cansada, lo miró de reojo y luego los volvió a cerrar. Fue cuando se asustó, ¿Se había muerto? No podía morirse, iba a ganar dinero con él. Golpeó el cristal con los nudillos para ver si reaccionaba, pero este no hizo nada. ¿Qué debía hacer? ¿Cómo lo mantenía con vida?

—Oh no no no, no puedes morir. No hasta que te venda, ¿Crees que me sirves muerta? —Cuestionó este como si de verdad fuera a recibir una respuesta.

Volvió a golpear el cristal con sus nudillos y lo inesperado pasó. El cristal se trizó, sorprendido se alejó unos pasos observando como el cristal se iba llenando de vetas blancas. Con la presión se rompió por completo, el agua cayó mojando todo a su paso y la criatura terminó sobre la madera de su barco. Logró alejarse lo suficiente como para que sus botas no se mojaran, al volver a ver encontró un bulto negro sobre el suelo. Sorprendido se quedó a distancia observando, aquella cosa se retorcía en el suelo mientras tomaba bocadas de aire.

—Por Sa... —Murmuró este y así se acercó a la criatura que yacía sobre el suelo. Su rostro estaba tapado por sus propios cabellos, la curiosidad fue mayor a sus instintos, por lo que acercó a su mano y así sacó las hebras negras de su rostro pudiendo observar así su cara.

 


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