Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El gran dragón rojo // Thorki por javithabadeer

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

El movimiento producido por las olas golpeando la fina madera del barco le acunaba levemente, tratando de seducirlo para tomar el último sueño que tendría en su vida. La sensación de pesadez en su cuerpo se incrementaba, limitando el libre movimiento producido por la respiración. Sus ojos no podían abrirse debido al dolor en su cola y abdomen, las heridas habían sido demasiado profundas como para que su cuerpo se recuperara por sí solo en tan poco tiempo.


¿Cómo había llegado ahí?


El último recuerdo suyo revoloteaba por su cabeza; había despertado de un sueño muy profundo, su cuerpo, quien había sido resguardado por la seguridad de una cueva en un islote olvidado por el hombre, pero protegido por Sa. Se las había arreglado para deslizarse hasta la seguridad del agua, profundizándose en el mar abierto. Había nadado más de lo que alguna vez en su juventud había nadado, alimentándose de peces y moluscos que se encontraba a su paso, llamando desesperadamente a algún miembro de su familia o alguna serpiente que le acompañase. Pero todos sus intentos fueron inútiles. Su corazón se estrujó al percatarse que estaba solo, abandonado a su suerte para tratar de cumplir con la profecía que su madre le había entregado un siglo atrás; sinceramente, había esperado que ella sobreviviera, en conjunto con su tribu, pero, como toda profecía que emanaba de la boca de tan bella lamia, todo había desaparecido por acción de la naturaleza. Recordó que se había enroscado en su propia cola, mientras emitía su canto llamando, esperando a que alguna serpiente lo escuchara, que le diera esperanza. Le rezó a Sa, y su dios le mandó esperanza; una serpiente, majestuosamente grande había respondido a su llamado. Su corazón danzo en regocijo y se apresuró a su encuentro. Pero la gloria no le había durado demasiado. Mientras ambos nadaban juntos en busca de comida y más serpientes que se unieran, un inmenso barco mercante se alzó imponente. Fue ahí cuando odió ser tan joven por primera vez; a pesar de tener las memorias de otras serpientes, de peleas que su gente había combatido para salvarse, no tenía la experiencia propia por lo que fue fácil confiarse que desde su altura, no se percatarían que ambos. Uno de los hombres había dado aviso y a él no le quedo más que alertar a su acompañante. ¡Que huyera! ¡Necesitaba vivir! La cría, dudosa se había alejado lo suficientemente rápido para que no le atrapasen. Y él se quedó a luchar por la vida de ambos. 


Lo siguiente que recordaba era borroso e incierto; la imagen del arpón atravesando su cola mientras las redes apresaban su cuerpo, limitando así sus movimientos de defensa. Trató de liberarse con la fuerza de sus extremidades pero fue inútil, la pérdida de sangre lo había debilitado a tal punto que sus brazos habían terminado por perder ese poder con el que su raza se caracterizaba. Tenía miedo, la sensación pura y penetrante crecía en su pecho mientras su cuerpo era extraído de la protección de las cálidas aguas.


« ¡No! »


No podía ser, no podía acabar así. Removió su cuerpo y sus brazos, liberando una especie de sonido que pedía desesperadamente ayuda, rogaba, rezaba porque alguien fuese en su auxilio pero, desgraciadamente, ya no había nadie que pudiese salvarlo. En otra época, si su memoria no fallaba, no hubiese sido difícil liberarse de los cazadores. "Los que recordaban" se hubiesen unido para poder acabar con el ser que se hubiese atrevido a querer hacerles daño, reclamando la sangre del atacante para poder perdonar ese inaudito acto.


Lamentablemente, ahora estaba solo, cosa que había sentenciado su destino.


— ¡Lo tenemos, Capitán! — Gritó un insensato que se acercaba a él, tratando de tocar la fina y brillante cola que decoraba su cuerpo.


— ¡No lo toques! —Respondió  tomando la mano del hombre en el aire. —Esa cosa es más venenosa que una cobra.


— ¿Qué hacemos con él? —Preguntó otro hombre, que le inspeccionaba como tesoro.


—Lo llevaremos a tierra, eso es lo que haremos, nos hará ricos. Una criatura como esta librará a los hijos de tus hijos del trabajo.


El hombre había dado una señal y él fue arrastrado por el piso de madera. El sonido del llanto de la serpiente había alertado sus oídos, no quería que esos hombres hiciesen lo mismo con la cría, sería más difícil escapar si eran dos los que estaban atrapados, por lo que ataco a uno de los que estaban más cerca, mordiendo la extremidad inferior izquierda, lo que la había costado la herida en su abdomen. Entonces, el barco se movió bruscamente, regresándolo a la realidad. Los estruendos producidos por las olas al chocar con madera solo hacían que su ansiedad creciera más y más; tenía que salir de ahí, tenía que encontrar a la serpiente que les seguía de cerca. Probablemente con miedo y desesperación.


El sonido de la muchedumbre erizó su piel; alguien había arribado el barco y no tenía buenas intenciones. Su corazón bombeo como loco mientras escuchaba los gritos y pasos provenientes de la parte alta del barco y de repente abrieron la puerta que daba a la cárcel de cristal que lo acorralaba. Un hombre, un "pirata" por lo que su rostro mostraba, se había parecido ahí y tan rápido como había llegado se había esfumado por el lugar donde vino. Trató de descansar nuevamente, los nervios lo estaban matando e incrementaron una vez los hombres habían regresado; uno de ellos, el más alto, se había acercado demasiado que no pudo evitar sentirse atacado. Reuniendo toda la fuerza que le quedaba y abrió los ojos, moviéndose lo más tenebrosamente posible, chocando con suficientemente fuerza el vidrio para hacer un estruendo. Blandeo sus crestas membranosas, tratando de hacerse más grande y temible, lanzando el veneno que su cuerpo poseía para chocarse contra el fino cristal. No era estúpido, era solo una advertencia de que no debía acercarse más. Y una vez que el hombre retrocedió, él se dio tiempo para observarlo correctamente. Lo vio, tan rubio que el brillo del sol le envidiaba. De rostro ancho decorado con pequeños y finos bellos del mismo matiz que su cabello. Labios gruesos y húmedos. Con ojos profundos y brillantes como piedras preciosas. Su análisis se vio interrumpido cuando el hombre dio la vuelta y se fue, dejándolo con la sensación latente en su pecho. Era él, el hombre que estaba destinado a buscar. El descendiente de los hombres más poderosos del mundo. Su cuerpo se sintió envolver en la placentera sensación de la esperanza, aun cuando el hombre casi había huido de él. Se dejó mecer por la sensación de tranquilidad en la que habían dejado el barco, bueno, si había un nuevo capitán sería más fácil escapar de ahí.


Habían pasado alrededor de cinco horas y la penumbra gobernaba el lugar. Sus ojos se asomaron por el nivel del agua en su cárcel de cristal. El sonido del desesperado llanto de la serpiente que le había acompañado antes llegó a sus oídos, haciendo que de su garganta brotaran las palabras de consolación más dulces que pudiese encontrar.


«Fuiste muy valiente, estoy orgulloso. Tranquilo, todo está bien. Pronto estaré ahí. »


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).