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You Gave Me A Home por KuroAshi_ZxS

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Notas del capitulo:

Los personajes de Marvel y sus historias no me pertenecen.

¡Hola a todos! Me alegra estar aquí otra vez. Realmente lo siento por tardar, pero he estado mal de salud. La tendinitis tomó mi brazo izquierdo, por lo que me demoré mucho en poder escribir este cap, haciendo uso solo de mi mano derecha. Es más largo que mis habituales, como una doble disculpa, pues solo cuando esté mejor traeré el siguiente. 

Una pequeña advertencia: cierto personaje a continuación hará uso de lenguaje inapropiado y discriminatorio. Era necesario para la trama, por lo que intenté no hacerlo muy explicito, dado que me costó demasiado escribir esa parte.

Como siempre, saludos especiales a: Shofi21 ¡Muchas gracias por comentar!

Disculpen las posibles faltas ortográficas. 

“Cuando vimos que Tony sacaba su armadura, creímos que era tiempo de hacer un acto de presencia” la voz suave y sedosa de la Viuda Negra hizo eco en su mente, aún aturdida, como si no creyera que en verdad ellos se encontraban en ese lugar. Que no era una vil mentira de su imaginación o su inconsciente “y escuchamos todo. Luego que te colocaras el traje” con la barbilla hizo un ademán hacia el castaño, quién parecía visiblemente avergonzado, tras haber olvidado aquel punto. Había estado demasiado emocionado por parecer genial, por no perder a Steve si no ocupaba las palabras exactas “se conectó con nuestra línea de transmisiones. Escuchamos su propuesta, y estamos de acuerdo con ella”

“También investigamos un poco” mientras Steve y Bucky limpiaban sus lágrimas, componiendo su postura, el arquero sonreía maniáticamente. Era casi tan malo como cuando Tony estaba en una racha inventiva en su taller “y sabemos que tu madre vive en Boston. Por ello, les pregunto ¿Qué les parece si esta noche descansan, y mañana nos vamos de excursión a su casa en nuestra nave? Seguro vas a querer aclarar los tantos con ella también, Cap”

xxxxx

“¿Realmente vas a llevarlos?” la voz de Clint sonaba incrédula, arrepintiéndose de la oferta que había hecho la noche anterior.

“Por supuesto” la cantarina voz de la sobrina de Steve le respondió al instante, sin dar su brazo a torcer “no podemos dejarlos solos en casa”

El arquero gimió, derrotado, pero decantándose por ayudando a Mary de todos modos. Acomodó a los gatos en la parte trasera del quinjet; pues sabía por experiencia, que los animales tendían a ponerse nerviosos en sus primeros vuelos. Las turbulencias no eran gran cosa, pero durante sus rescates en las misiones oficiales, una buena cantidad de mascotas tendía a sufrir las consecuencias ese tipo de tecnología. Debían tener el máximo cuidado, aunque tal idea no le agradara en lo más mínimo.

Prefería las aves, o incluso a los perros, muchas gracias.

Sintió una mano grande y amplia posarse en su hombro, dándole un cálido apretón. Clint volvió a gemir como un niño pequeño, al notar la evidente diversión de su Capitán, quien cargaba dos maletas repletas de ropa y zapatos. Aquel viaje sería rápido, no debería durar más de un par de horas, pero sabía por experiencia que no debía contradecir a mujeres tan fuertes y rudas Roberta o Natasha. La primera había insistido en llevar sus pertenencias, y la renombrada Viuda Negra había asentido con aprobación. Era mejor estar preparados, y solo más tarde sabría, que tal predicción estaba más que en lo correcto.

El arquero había pasado una buena media hora intentando convencer a la morena, la noche anterior, para que los acompañara. Roberta, tan terca e incrédula como siempre, solo había escuchado sus argumentos, pero había sido la ex espía quién lo había logrado. Natasha la había tomado del brazo, alejándola unos momentos del resto, y había vuelto con una pequeña sonrisa jugando en sus labios. La misma expresión que solía utilizar cuando todo salía como ella quería.

Steve no tenía la misma capacidad de audición que antes, pero se encontraba lo suficientemente cerca como para escuchar la palabra “perra” de Roberta seguido del determinado comentario de Natasha “la convenceremos, no te preocupes”. Al parecer, su odio compartido hacia su madre era lo suficiente para unirlas. Y conociendo a la Viuda Negra, solo le había bastado leer los archivos de Evelyne para empezar a tomar cartas en el asunto.

La tentación de ver los cimientos de su madre derrumbarse, tras conocer tal tecnología, y de saber que los conocimientos matemáticos que tanto deseaba en otro mundo habían sido descubiertos tantos años antes, podría enloquecerla. Se negaría, fervientemente, pero había tanto que podría contradecir, antes que las evidencias hablaran por si solas.

El rubio sabía que su amiga aun sentía un profundo desprecio por su madre, por hacerle sentir mal a él y hacer llorar a Mary. Y si alguien compartía su aversión y su deseo de darle una probada de su propia medicina, bastaba y sobraba para hacerla su aliada.

Increíble, lo vieras por donde lo vieras.

Steve, al menos por su parte, no creía que esa visita fuera a ir bien. Pero era su madre, y como había dicho Clint, le debía la verdad, le tratara como un loco luego o no. Además, recordaba demasiado las enseñanzas de Sarah Roger como para dejarlas de lado.

La forma en que lo había criado aun insidia en el, había definido su personalidad desde que era un niño, e intentaba vivir junto con una familia destrozada por la muerte de su padre y el olvido de Evelyne. Ella había intentado que fuera un hobre respetuoso, sincero, y nunca iría en contra de ello: ni siquiera bajo esas circunstancias, tantos años después de haberla perdido, sería capaz de traicionarla.

Pero creía que, si tenían suerte, podrían tener una oportunidad. Por esos días debería estar con su nuevo esposo, Walter, quién vivía en Massachusetts, pero solía pasar temporadas con su esposa en Boston, sobre todo ahora que estaba defendiendo el trabajo póstumo de Diane. Su verdadero padre había muerto cuando era solo un niño, pero Walter había entrado a su vida apenas dos años después del incidente, y ambos se habían llevado sorprendentemente bien. Él siempre había sido compresivo y le había ayudado cada vez que lo había necesitado.

Si no se había contactado con Walter tras la muerte de Diane, era porque sabía, que su madre fácilmente podría obtener la información sobre su nueva residencia. Pero era un buen tipo, a fin de cuentas, y Steve tenía la certeza que intentaría ayudarle, por más loca y extraña que sonara su historia.

Bonnie, por su parte, había sido menos difícil de convencer. Ella tenía unos días libres en la escuela donde trabajaba, pues debido a un brote de varicela entre sus pequeños alumnos, habían suspendido sus clases. Ella había sido enfática de querer acompañaros: era una feroz mujer, a pesar de lo suave y dulce que podía parecer.

Le creía, y se lo había dicho sin dudar. Y sabía que en esos momentos necesitaba un poco de ayuda, de un hombro en que apoyarse, de alguien que conociera ese lado de su historia. Era ciertamente refrescante saber que seguía contando con Bonnie, y que su amistad seguía siendo tan poderosa como antes.

El mismo, a la mañana siguiente, se había encargado de llamar a la escuela de Mary, a su trabajo y a la universidad: debía viajar urgentemente a Boston a ver a su madre, y dado que era una excusa creíble, nadie había cuestionado sus palabras.

Mientras realizaba las llamadas, no pudo evitar recordar el instante en que volvió a ver a sus compañeros. Se había sentido demasiado emocionado, tanto que por horas, había sido incapaz de dejar de llorar: habían transcurrido horas antes que estas se agotaran, pues estas siempre regresaban con renovado fervor.

Buena parte de ese tiempo había permanecido abrazado a Bucky, ambos sentados en la escalera del porche, permitiéndose acurrucarse en los brazos de su mejor amigo. Natasha se encontraba a su lado, acariciando su cabello y rozando de vez en cuando su pómulo, donde le había asestado un salvaje puñetazo.

Tras el reencuentro con el pelinegro, y mientras Clint disfrutaba de la atención de su sobrina haciendo algunos trucos, la ex espía le había golpeado con dureza. Con evidente esfuerzo Steve se había mantenido de pie, pero su rostro estaba ahora notoriamente inflamado, con su pálida piel coloreada de violeta y verde.

Natasha se había disculpado esa misma mañana, pues su ira había sido tal, que se había dejado llevar como en pocas ocasiones. El rubio solo había movido la cabeza, restando importancia a sus palabras: sabia de primera mano la desesperación que una persona podía sentir al ver morir a un ser querido. Steve lo había experimentado en demasiadas ocasiones, y de haber tenido la oportunidad, habría hecho lo mismo con los buenos soldados que se habían sacrificado en el campo de batalla.

Sabía que su amiga se arrepentía, pues no era exactamente la primera vez que le golpeaba por ser un idiota, pero si era la primera ocasión en que no poseía el suero. Ahora curaba como una persona normal, y seguro su cara parecería bastante deprimente, al menos durante una o dos semanas.

Clint, durante aquel episodio y las horas posteriores, le había hecho un favor al mantener a su sobrina alegre, distraída; por lo que él podría desahogar sin problemas el dolor que sentía y su preocupación. Sabía que debía detenerse, el soldado lo tenía presente, pues en una situación tan frágil como esa, Mary no debía verlo derrumbarse.

Pero fue incapaz de soportar más aquella carga, y se sintió doblemente agradecido, en el momento en que la pequeña se había distraído, prontamente su novio había tomado el lugar de Clint.

Steve había sentido tanto amor por aquel hombre, viendo como este la llevaba a un lado, dispuesto a hablar con ella sobre sus capacidades. En algún momento Tony había arrebatado uno de los cuadernos de su sobrina, garabateando con furia mientras Mary asentía, con el ceño fruncido por la concentración.

Esos dos debían estar hablando de matemáticas, y estuvieron así al menos por una media hora. Dado que ambos necesitaban, Steve no hizo comentario alguno, dejando que por esa noche Mary se desvelara. La pequeña estaba tan excitada de encontrar a alguien que la comprendiera sin tabús ni expectativas de por medio, que dejo que ella disfrutara por completo de esa experiencia.

Sentía alivio que Tony fuera capaz de lograr lo que él nunca había podido. Lo que nunca sería capaz de brindarle: el apoyo en sus estudios.

Contrario a la creencia popular, él no era exactamente un cabeza hueca. La gente solía pensar que, tras todos esos músculos, solo existía un idiota medianamente bueno en la pelea mano a mano: todos olvidaban que antes del suero había tenido buenas calificaciones, y que de no ser por su salud y sus problemas económicos, habría seguido estudiando o al menos terminando la preparatoria.

No había sido un requisito para ingresar al proyecto con el doctor Erskine, y con los militares simplemente había mentido en sus registros. No era algo que le enorgulleciera, pues en los periodos que no estaba en cama producto de la fiebre o sus agotados músculos, debía pasar el resto del tiempo trabajando para costear sus enormes deudas.

Al llegar al futuro, había terminado sus estudios. La oportunidad de ingresar a la universidad era asunto del pasado, pues desde el momento en que había aceptado ser parte de los Vengadores, sus clases no podría ser conjugadas con el mínimo tiempo libre que tenía entre misiones.

A fin de cuentas, había hecho gran parte de ello por internet, pero había logrado salir adelante. Nadie lo sabía, a excepción de Hill, quien lo había aconsejado para terminar la preparatoria. La chica sentía una deuda enorme con Coulson, y tomando su lugar, había ayudado en lo posible en lo referente a su inserción al siglo XXI.

Se habían vuelto amigos, y Steve realmente creía que esa era la razón por la que se había dirigido hacia él durante los eventos con HYDRA y SHIELD, dejando a Fury a pesar de su estado, solo por salvarles el trasero.

Steve no solía sentirse celoso o envidioso de algo o de alguien. Estaba más bien resentido con el destino por perder a todos sus seres queridos, pero agradecido del mismo modo, por permitirle conocer a personas tan maravillosas, que luego se habían convertido en su familia.

Sí, de haber sido rescatado a tiempo, quizás se habría casado con Peggy. Pero ahora tenía una oportunidad con Tony, y si Mary terminaba por aceptar la ridícula situación que los envolvía a ambos, no dejaría que los separaran.

Tampoco se sentía mal por no ser un genio, pues si bien a veces se frustraba un poco al ser incapaz de seguir la corriente de las conversaciones de Tony y Bruce, sabía que cada quien tenía sus propias habilidades, y él estaba más que contento que las suyas estuvieran fijadas en el arte.

Pero era ciertamente terrible, para un hombre criando por su cuenta a una pequeña extraordinaria, a una genio verdadera, de no tener las herramientas para ayudarle. Mucho menos el dinero.

Reparar botes era el único empleo lo suficientemente bien remunerado que había encontrado, y que le permitía trabajar a sus tiempos, para estar presente en casa el mayor tiempo posible. Pero más de una noche a la semana se había desvelado, acariciando el cabello de su sobrina con lágrimas en los ojos, sin saber qué hacer por ella. Impotente, temeroso y receloso de ser distinto. De no ser como Diane, su hermana. De ser tan común como cualquiera, y no un verdadero apoyo.

Y ahora esos sentimientos que lo ahogaban habían desaparecido. Podía respirar sin problemas una vez más.

Pero lo que más llamaba su atención, si Steve era sincero, era lo bien que se llevaban su novio y su mejor amigo, su hermano. No los había visto interactuar la noche anterior, dado que el había acaparado la atención del ex Soldado del Invierno hasta casi las dos de la madrugada. La idea inicial de Clint, que todos descansaran hasta la mañana siguiente, no había sido fructífera: demasiadas preguntas, demasiada adrenalina, demasiadas lágrimas que compartir.

A fin de cuentas, sus compañeros habían regresado al Quinjet mucho después de lo esperado. Bonnie había terminado durmiendo en casa de Roberta, y Tony se había quedado con él esa noche. Tras una breve discusión con Mary, sobre las bromas de ellos dos en la cama, había terminado con su novio entre sus brazos.

A pesar de las constantes insinuaciones, realmente era imposible que hicieran nada. Ambos se sentían agotados, pues habían sentido la tensión y el alivio floreciendo en su piel, una y otra vez a lo largo de ese día. Tampoco harían algo como eso en presencia de una niña pequeña, supiera mucho o no sobre un tema que Steve había tocado con ella, pero que no esperaba que tratara con tanto descaro frente suyo.

Pero cuando Clint y Bucky habían pasado a recogerlos cerca del mediodía, y mientras les acompañaban en un desayuno improvisado, se había percatado de aquel detalle: Tony bromeaba abiertamente con el ex soldado, peleando como dos niños pequeños, y luego incluyendo a Clint en sus jugarretas. Steve había parpadeado desconcertado, pero luego había sonreído con suavidad, pues eso era lo que el había deseado desde el primero momento. Lo que no había sido capaz de lograr debido a Zemo y sus tretas.

“Hey, Steve” había murmurado Tony, bajito, mirando a Mary de reojo, quien había caído dormida al inicio del trayecto. Siendo tan pequeña y luego de haberse despertado temprano en la mañana, sabían que aquello ocurriría. Ellos ahora se dirigían en auto hacia el quinjet, aparcado a la salida de la ciudad, en un pequeño bosque poco transitado. Podían mantenerlo invisible, pero era mejor si nadie se acercaba a los alrededores y los ponían en peligro “a fin de cuentas tenías razón…James es un gran tipo, y alguien que no tiene culpa por sus acciones” tomó con fuerza la mano del rubio entre las suyas, ignorando olímpicamente a Clint, quien conducía por ellos. Habían venido con otro auto, el cual Bucky conducía, llevando a Roberta y Bonnie “lamento que haya tenido que ocurrir esa guerra entre nosotros, dos años separados y tu muerte para que me diera cuenta. Después de tu sacrificio terminamos unidos, tú lo hiciste. Debí llegar a ese extremo…Lo siento tanto”

“no te disculpes, yo también soy culpable de lo ocurrido, por no haber sido capaz de contarte a tiempo la verdad” besó su frente, intentando calmarlo mediante ese gesto “pero ahora ustedes son amigos. No espero que con ello tu dolor haya desaparecido, pero es suficiente para mí, que sepas que HYDRA es el verdadero culpable. Esa organización nos manipuló a todos”

Tras esa breve conversación, ambos permanecieron en silencio, tomados aun de la mano. Poco después llegaron hacia el lugar donde estaba escondido el quinjet y Natasha, vestida con ropa de civil, les estaba esperando. Ella había configurado las coordenadas de su destino, y comprado algo de comida para el vuelo.

“Venga, Mary, despierta. Ya llegamos” Steve movió un poco el brazo de su sobrina, logrando que esta abriera los ojos “¿no estabas tan ansiosa de ver más de la tecnología de Tony? Nuestra nave está lista, y debemos llevar a tus mascotas” el rubio suspiró audiblemente en aquella última palabra, esperando a que el auto de Bucky estacionara, para recuperar a los gatos de Mary. Era imposible dejarlos sin que nadie los vigilara, y aunque a excepción de la Viuda Negra y Roberta a nadie más le gustaban, era algo que nadie podía evitar.

Reuniendo su equipaje, bastante más moderado en su caso y en el de Mary que en el de sus amigas, caminaron por el bosque con tranquilidad. Incluso a medio día y a pesar que se encontraba relativamente cerca de la urbe, el ruido era prácticamente inexistente.  Steve llevaba a Mary en un brazo y a Fred en el otro, y por primera vez en mucho tiempo, no pudo dejar de agradecer haber crecido como un chico normal. No era tan alto ni musculoso que cuando tenía el suero, pero era suficiente para llevar a su sobrina cuando estaba cansada, como en esos momentos. Bucky cargaba sin problemas sus pertenencias, y el resto las propias.

Steve hizo un gesto de fastidio al notar que, en el instante en que llegaron al Quinjet y Natasha desactivo el equipo de camuflaje, Mary prácticamente saltaba de sus brazos, corriendo hacia la nave. Bonnie volvía a estar boquiabierta, y Roberta parecía estar en idéntica situación. Dejando que la pequeña charlara a toda velocidad con Tony y le llenara de preguntas, el resto simplemente empacó.

A pesar del pequeño tamaño de la nave, era bastante cómoda. Hizo el viaje de todos más agradable, y en un abrir y cerrar de ojos, se encontraban en Boston. En ese momento Steve tragó saliva, mirando su viejo teléfono, el que le pertenecía en un mundo donde aún era el Capitán América. Tony se había enfadado, devolviéndole ese teléfono mientras despotricando sobre como aún era un anticuado y que desde que cuidaba a Mary, no había renovado su viejo celular con teclado por uno con pantalla táctil.

Con los dedos temblorosos, marcó el número de su madre. Había esperado contactarla más temprano, pero recordó que ese día tenía una rueda de prensa, por lo que no tendrían otra opción que llamarla cuando se encontraran en su destino “Frank ¿qué ocurre? ¿Mary está enferma?” su madre contestó casi al instante.

“No, Mary se encuentra perfectamente, pero…necesito hablar contigo” Steve hizo una mueca, sabiendo que las pocas veces en que él la había contado por propia voluntad, había sido para su cumpleaños y para cancelar un viaje de visitas, debido a que su sobrina había cogido gripe.

“Claro, por supuesto, ahora tengo un poco de tiempo libre ¿Qué necesitas?”

“En realidad…estoy por llegar a tu casa” la mueca en su rostro se acrecentó, apresurándose a contar todo de una vez, pues fue capaz de escuchar con claridad su jadeo de sorpresa “iré con unos amigos. A Bonnie y Roberta ya las conoces, pero también…gente que es muy preciada para mí. Por favor, no me hagas preguntas. Estaremos allí en menos de quince minutos”

“…Esta bien” fue su única respuesta, antes de cortar.

El rubio miro su teléfono durante unos segundos antes de suspirar audiblemente. Sabía que había cabreado a su madre, pues odiaba de todo corazón no saber lo que ocurría, ni mucho menos perder el control de la situación. Sintió una suave mano en su muñeca, y volteo a ver a Bonnie, quien le sonreía con determinación. Steve le devolvió la sonrisa, sintiéndose un poco más tranquilo al notar su apoyo.

Por suerte, y gracias a la enorme cantidad de dinero que poseía su madre y su padrastro, esconder la nave de las miradas indiscretas fue relativamente sencillo. Era una casona de tres pisos, con piscina y un enorme garaje, que casi nunca eran ocupados. Era la casa donde había crecido, tan solitaria como lo recordaba, luego de casi diez años sin poner pie en ella. Seguro Evelyne estaba al tanto que era un asunto grave el que lo traía allí, pues durante ese mismo tiempo, él había negado fervientemente regresar por su propia voluntad

A su lado, sintió a Tony tensarse. No fue muy difícil distinguir su expresión habitual de la máscara que usaba en eventos públicos, pues aunque su rostro parecía sereno, el leve rictus de dolor en sus cejas indicaba que estaba mordiendo sus labios para no estallar en maldiciones y groserías.

Sabiendo la razón de su molestia, Steve le llevo a la delantera del grupo, dado que habían decidido que tocarían la puerta principal. Era mejor que darle un susto de muerte a su madre apareciendo desde el terreno contiguo, deshabitado durante esa época del año “¿sabes que nunca me ha importado el dinero, verdad?”

“Eso…no es eso, Steve” murmuró entre dientes, molesto “ella podía haberte ayudado, si no quería acercarse a Mary, al menos podría haberle dado una vida digna…” al notar sus palabras, se apresuró en rectificar, temeroso de haber herido a su novio “tú le diste todo lo que podías, y lo hiciste genial, cariño. Pero tu madre…joder, ella pudo aliviarte esa carga. Estoy seguro que podría haber pagado por tu casa y tus gastos y aun así eso no afectaría su salario…te lo dice alguien que es demasiado rico para saber en qué gastar su dinero. Es una clara muestra de egoísmo”

“eso…también es verdad…” le dolía a Steve admitirlo, pues su madre había intentando hacer que regresara. En ningún momento había pensado en separar a su sobrina de Evelyne, pero tuvo la certeza desde el primer momento en que cargó a la pequeña, recién nacida, que poseería el mismo don que su madre. Era también egoísta de su parte haber rechazado una vía para que ella tuviera una vida más fácil pero creía que, a fin de cuentas, que ella obtuviera una vida normal era lo que realmente importaba.

“Steve, espera” Tony le hizo frenar en seco, tomando su rostro entre sus manos, sin permitirle escapar. Se encontraban ya frente a la entrada de su casa, un enorme portón que separaba la avenida con la mansión “eres un tipo increíble. No solo como Capitán América, no solo como Steve Rogers, sino que también como Frank Adler. Le diste todo a una niña: amor, cariño, seguridad. Ella te adora con su alma, y no te importó sacrificar todo por su causa. Sí, al inicio cometiste un roer…” Tony le miro con tristeza, recordando su conversación del día anterior y el motivo por el que Diane se había suicidado “pero hiciste lo mejor para Mary y eso es lo que importa. No dejes que lo que sea que te diga su madre…tambalee esa determinación de hierro que tienes” le regaló un breve beso antes de murmurar, lo suficientemente bajo para que solo ellos oyeran “a veces creo que en realidad tu deberías ostentar el nombre de Iron Man. Mi armadura será de metal, pero si conozco a un hombre a quien el destino no ha logrado romper, ese eres tú”

Cualesquiera que fueran las siguientes palabras del rubio, se ahogaron en sus labios al escuchar la puerta abrirse. Walter se encontraba allí de pie, mirando a todos con los ojos desorbitados. Era un hombre de setenta años, con el cabello cano y una barba ligeramente poblada. Vestía con un traje completo, pues aunque prefería utilizar jeans y botas de vaquero, seguro había acompañado a su madre a aquella conferencia “Ha pasado un tiempo, Frank” saludó con voz sincera, dando un paso adelante para encerrar a su hijastro en un breve abrazo “si tu nueva relación es lo que quieres hablar con Evelyne, será mejor que primero se lo comentes. De haber sido ella la que te viera, le habrías provocado un infarto”

“Yo…eso no lo dudo…” respondió entre risas nerviosas, intentando controlarse, pues sabía que Walter tenía razón en aquel punto.

“Oh, así que él es tu padrastro, ya me cae bien” comento Tony a su lado, visiblemente contento que el hombre no pareciera molesto con su relación. Había estado sorprendido en un inicio, porque solo había visto a Steve en relaciones con chicas, pero no por ello perturbado ni disgustado “Anthony Stark, un gusto. Pero prefiero que me llame Tony”

“Walter Rogers, un placer” Steve no pudo evitar darle un fuerte codazo a Tony, sabiendo que la risa que amenazaba por escapar de sus labios. Esa nueva coincidencia seguro volvería locos también a sus amigos, pero no era su culpa que el destino intentara burlarse de él una vez más.

Como toda respuesta, Walter solo alzo las cejas, dirigiéndose hacia Mary. Debido a sus problemas, no la había conocido directamente, a excepción de algunas llamadas.

“¡abuelo!” exclamó su sobrina, lanzándose a los brazos del hombre mayor.

“Mary, cariño, mira que grande eres. Toda una damita” Tanto Tony como Steve sonrieron plenamente, pues era reconfortante saber que alguien adoraba a Mary por lo quien era, no por lo que era capaz de hacer “será mejor que pasemos dentro, está haciendo mucho frio, y allí podremos presentarnos correctamente”

Todos aceptaron de buena gana su propuesta, cubriendo rápidamente el elegante camino que los separaba de la casa. Era un sendero de piedra, decorado ambos extremos con margaritas. Era una de las ultimas cosas que había hecho su padre en vida, y Steve se alegraba que al menos aquello lo hubieran conservado con el pasar de los años.

Se instalaron en el despacho de Walter, dado que la sala de invitados era demasiado pequeña, pues allí no recibían a nadie más que los esporádicos colegas universitarios de Evelyne. En cambio, su padrastro tenía juntas con sus socios en aquella habitación, que contaba con tres sofás lo suficientemente grandes como para que todos se instalaran cómodamente. Los gatos de Mary también estaban allí, no sabrían cuando duraría aquella reunión, y dejarlos en el Quinjet era peligroso. Solo esperaban que la alergia de Evelyne y su aversión por ellos no jodiera más las cosas.

“Tu madre estará aquí en un momento, debe estarse cambiando de ropa” mientras Walter, ayudado por Mary, repartían café para todos, Steve se permitió mirar a sus amigos. Todos parecían tranquilos, pero dada la expresión serena de Roberta, supo que ella también aprobaba a su padrastro. Este se había mostrado respetuoso en todo momento, suficiente para su amiga, al parecer.

“No es necesario” respondió la voz de Evelyne, entrando a la habitación. Era una mujer sumamente elegante, vistiendo un largo vestido de color crema y altos zapatos de tacón. A pesar de las arrugas en su rostro, su largo cabello y su porte la hacían destacar en la habitación  “debo admitir que tu llamada me ha tomado por sorpresa” ella se sentó frente a Steve, en el único sillón de la habitación, que solo su marido solía ocupar “habla ahora, Frank”

El disgusto de sus amigos fue casi instantáneo, y a pesar de sus advertencias, sabía que si no se apresuraba a contestar, aquello podría escapar de sus manos. Ignorando el hecho que esta no se había presentado, y ni siquiera parecía importarle las visitas, Steve inicio su relato desde la llegada de Tony, sin omitir detalle alguno. Con cada palabra, los ojos de su madre se ensanchaban más, sin siquiera ser capaz de tocar el café que Walter le había entregado.

“¿estás diciendo…lo que creo que estás diciendo?” preguntó ella, gruñendo cada palabra, sin poder evitar ponerse de pie “te has vuelto completamente loco. No solo te crees la mentira de un cualquiera y te permites soñar con cosas imposibles, sino que además resulta que eres un marica. Eres despreciable”

Cada palabra, fue como un terrible golpe en su estómago. No fue capaz de ver a sus amigos a los ojos, ni tampoco a sus padres. Sabía que ella lo tomaría a mal, que lo negaría, pero nunca pensó que le insultara de ese modo. Solo fue capaz de susurrar “por favor, dame la oportunidad de mostrarte que no miento…. por favor, yo…madre…”

“no me llames así” siseó ella, ignorando a su marido, quien en esos momentos intentaba calmarla “no sé como pude ser tan ciega y dejar a mi nieta al cuidado de un inepto. Mary, ven aquí. Llamaré a la policía y desde ahora vivirás con nosotros”

“no, yo me quedare con Steve. No dejare que me alejes de su lado” la pequeña se aferró a su tío, escondiendo su rostro en su amplio pecho. Quizá fue esa dimisión, o el hecho que le llamara por su verdadero nombre, pero aquello saco de quicio a Evelyne.

“¡Ya te ha lavado el cerebro! ¡Ni siquiera debí permitir que volviera a casa!” Tomó con fuerza la muñeca de la pequeña, sin llegar a hacerle daño, pero logrando que jadeara producto del miedo “vendrás, lo quieras o no. Luego entenderás que hago esto por tu propio bien”

“Evelyne, detente ¡Le harás daño!” rogó su esposo, intentando separarla de la niña “y escucha a tu hijo, por el amor de Dios. Mira sus rostros, mira a tu nieta. No creo que estén mintiendo”

“¡incluso tú has caído! Eres un cobarde, Walter. Tendré que hacerme cargo yo misma ¡si realmente existiera otro mundo, tendría un hijo que al menos seria lo suficientemente inteligente para continuar el legado de su hermana! ¡no un idiota como este!”

“Por favor ¡No! ¡por favor!”

Al escuchar el grito suplicante de Mary, el shock de Steve, sus rostros desencajados y dolidos, Tony no pudo soportar más. Todos le habían prometido que guardarían silencio y dejarían que su líder se encargara, pero la situación sobrepasaba todo lo que habían imaginado. Hizo una disculpa silenciosa por lo que estaba a punto de hacer, sobre todo a Walter, quien incluso desafiaba su matrimonio por defender a su hijastro. Pero no dejaría que le hiciera daño a Mary, por lo que le dio un fuerte empujón, separándola de ella.

Tony no contaba con que la mujer le tomara de las solapas de su abrigo, llevándolo también al suelo. Escuchó en la lejanía las expresiones de desconcierto y terror de sus amigos, y tardíamente, vio cómo su teléfono celular rodaba a su lado y era aplastado por el pie de Walter.

“oh no, maldita sea, esto no es bueno” exclamó Clint, segundos antes que una fuerte luz brillara en toda la habitación.

Su tecnología era lo suficientemente buena como para no romperse bajo el peso de un hombre mayor, pero tenía escondido un pequeño botón cerca de la cámara, que en ese momento había sido presionado. Lo había instalado junto con Shuri y Strange, permitiendo que incluso separados entre dos mundos, este fuera capaz de enviar una señal de auxilio. No sabían a qué tipo de dimensión se enfrentaban, así que habían acordado que si uno de ellos lo activaba, el doctor les transportaría directamente de regreso.

Un enorme circulo de energía se abrió a sus pies, haciéndoles caer en el vacío inter dimensional. Era lo suficientemente grande como para que todos fueran arrastrados, y la voz de Steve llamándole desesperadamente, fue lo último que escuchó antes de caer en la inconsciencia.

Notas finales:

Espero les haya gustado, cualquier duda o consulta pueden dejarlas en comentarios.

También me gustaría hacer dos aclaraciones: Walter, el padrastro de Frank/Steve, solo es nombrado en la película. Me di la libertad de darle personalidad y un nombre, pero no pude evitar hacer de él a un tipo decente y agradable, pues lo poco que dicen de él (que en esos momentos se creía vaquero a sus setenta años) realmente me hizo imaginar a un hombre entrañable y que disfruta la vida sobre todas las cosas.

La segunda es sobre Evelyne. Para quienes hayan visto la película, podrán entender mi aversión hacia ella. Me disgusta, y si bien aquí exageré por razones que luego serán explicadas, de todos modos es una abuela que solo le interesa su familia para poder cumplir su sueño. Ya más adelante pasará cierto...episodio que la hará cambiar de opinión.

Nos leemos en la próxima ¡Cuídense mucho!


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