Capítulo 5: Inseguridades
Mientras Tezuka preparaba la comida, Atobe llamo a su chofer para que lo fuera a buscar. No quería ir a su casa, pues Yuriko estaría ahí, así que pidió que le llevaran ropa y sus cosas para la academia.
Una vez que ambos estuvieron listos, se despidieron en la entrada de la casa antes de abrir la puerta. El chofer de Atobe esperaba para llevarlo a sus clases y Tezuka debía caminar en la dirección contraria, pero a pesar de que ya no estaban uno al lado del otro, los mensajes en sus teléfonos no paraban. Hablaron todo el trayecto hasta sus respectivas escuelas, donde al llegar, ambos debían presentarse con sus compañeros de club.
Con la promesa de hablar durante los recesos de las clases, Tezuka se fue hacia las canchas, con una felicidad que le llenaba de aire los pulmones, y que no debía dejar salir frente a los demás. El juego comenzaba ahora. No debían ser descubiertos. Sonrió y entro a las pistas.
El saludo inicial se escuchó de inmediato: ¡¡Buenos días, capitán Tezuka!!
Y ahí estaba, volvía a ser el estoico capitán del club de tenis de Seigaku. Pero en secreto sabía, que toda su vida ya había cambiado con los sucesos del día anterior. Su corazón no podía más de gozo y lleno de energía, inicio la práctica de ese día.
Las cosas según su punto de vista continuaban como siempre, La práctica se llevó a cabo sin mayores incidentes, fuera de las habituales discusiones entre Momoshiro y Kaidoh. El equipo se cambió en los vestidores para luego dirigirse a sus respectivos salones y nadie le hizo comentarios.
Saco su teléfono de camino al edificio y sonrió al ver un nuevo mensaje de Atobe
“No creo poder aguantar todo el día sin verte de nuevo”
Su corazón latió con fuerza al leerlo, pues era lo mismo que sentía él. Se había pasado el entrenamiento pensando en cómo hacerlo para verse otra vez.
“¿Tienes algo que hacer esta noche?”
“Nada importante” Llego la respuesta de inmediato.
“¿Nos vemos en mi casa?” escribió nervioso.
“Claro. ¿7:30?”
“Perfecto. Me voy a clases, hablamos luego”
Guardo su teléfono y entro al salón. Junto a su asiento estaba Fuji, quien al ver la casi imperceptible sonrisa, alzo las cejas, interrogante. “Claro, nadie más que él lo notaria. Él sabía” pensó con amargura.
Negó con la cabeza sin decir nada. El hecho de que Fuji conociera sus sentimientos, no significaba que debiera decirle lo sucedido el día anterior. No, lo mantendría en secreto tal y como había prometido a Keigo. Al menos por el momento.
El profesor entro y dio inicio a la clase al mismo tiempo que su amigo se inclinaba hacia él para decirle bajito:
- Te fuiste antes de la fiesta ayer, no respondiste mi llamada anoche, estuviste distraído en la práctica y ahora sonríes sin motivo aparente – Lo miro divertido – no puedes decirme que no ocurre nada.
- Fuji… - su perfecta mascara de seriedad no se vería alterada por sus palabras – el profesor te está hablando.
Este se volteó a mirarlo sorprendido y maldijo cuando lo hicieron pasar adelante.
“Bien, Tezuka 1, Fuji 0”, pensó, aunque sabía que su buena suerte no duraría. Se conocían demasiado bien. Para él, el más mínimo cambio en su humor seria evidente, pero aun así no le diría.
Cuando sonó el timbre anunciando el almuerzo, se escabullo rápidamente para poder hablar con Atobe. No podía subir a la azotea pues normalmente a esa hora siempre había estudiantes, y tampoco podía ir a las canchas porque de seguro más de uno estaría entrenando. Kaidoh, por ejemplo.
Sabiendo esto, se encamino al patio trasero, donde unos pocos arboles daban sombra sobre unas bancas. Se sentó en una de ellas y saco su teléfono. No había mensajes, lo que lo decepciono un poco, pero entonces cayo en la cuenta de que Atobe debía estar en clases también, y muy ocupado, así que no le dio mayor importancia.
Dudaba si escribirle o llamarlo cuando su teléfono comenzó a vibrar. Una vez más se le había adelantado. Sonrió y contesto algo nervioso.
- ¿Cómo es que dudas si llamarme o no? – se escuchó en cuanto atendió.
- ¿Ah? – no entendía a que se refería.
- Apuesto a ganador si te digo que saliste a comer sin saber si llamarme o no. – hablo con ese tono arrogante que le divertía.
- Creo que por esta vez, seré un buen perdedor – reconoció.- Creí que estarías ocupado. No quería molestar.
- Si vamos a seguir con esto, hay que dejar algo en claro – le dijo con un toque de fastidio – nada que venga de ti me molesta.
- Lo mismo se aplica a ti entonces
- De acuerdo. Asunto resuelto – dijo satisfecho - ¿Qué tal ha ido tu día?
- Fuji sospecha – le dijo sin miramientos.
- ¿Le dijiste algo?
- Por supuesto que no – respondió algo ofendido – pero él sabía lo que me pasaba contigo. No creo que demore mucho en atar cabos.
- Lo sé. A mí me pasa lo mismo con Yuushi – suspiro. Casi podía verlo pasando las manos por su pelo con frustración.
- No quise preguntar anoche, pero asumo que él también estaba al tanto.
- Lo estaba. Me dio la impresión de que me analizaba con rayos X cuando llegue esta mañana – se escuchó una risa nerviosa.
- Ya quiero verte - le soltó de pronto.
- También yo – su voz se tornó cariñosa – ¿Qué cenaremos hoy?
- Pensaba pedir comida – contesto – aun ando un poco cansado y no quiero cocinar.
- Ok. Nos vemos más tarde entonces. Ahora debo colgar o Yuushi me encontrara – dijo riendo.
- Pues a mí ya me encontraron – resoplo resignado – Fuji viene hacia acá. Hablamos luego.
Corto y se guardó el teléfono aparentando no haberlo visto. Se recostó contra la banca y cerró los ojos esperando.
- Con que estabas aquí – su voz detonaba burla – La entrenadora Ryuzaki te está buscando.
Se incorporó y lo miro con la frente arrugada.
-¿Se puede saber cuál es la gracia? – Pregunto intentando sonar molesto - ¿De qué te ríes?
- Es tan poco común que estés así de feliz, que es muy divertido ver como tratas de ocultarlo. – Sonrió más ampliamente y se alejó por donde había llegado dejando a Tezuka sin palabras.