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Siempre Juntos por Shizuka Tenoh

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Notas del capitulo:

Hola a todos de nuevo... lamento la demora, pero aqui les dejo el siguiente capitulo.

Agradezco sinceramente a todas las personas que se han dado el tiempo de leer esta historia.

Los dejo leer tanquilos por ahora :D

Cariños...;)

Shizu.

Capítulo 9: Inquietud

6:00 am

El despertador sonó y Tezuka estiró un brazo para detenerlo con pesadez. Habían pasado la noche entera sin decir una palabra, aplazando el momento en                   que tuviesen que despedirse, pues sabían que inevitablemente ese momento llegaría y nada podrían hacer más que aceptarlo.

Miró al chico entre sus brazos y suspiró… Lo quería tanto, que habían bastado dos días en su compañía para no querer estar sin él nunca más.

- Kei…-

Atobe alzó la vista y pudo ver sus ojos… hinchados. El dolor era palpable incluso en el silencio. No era una visión que se acoplara a él, siendo siempre tan arrogante y perfecto, pensó con desánimo.

- No quiero que te vayas…- Tocó su rostro acariciando su mejilla con el pulgar – Sé que tienes que hacerlo, pero no quiero…

- Tampoco quiero dejarte, Mitsu – Su voz sonaba ronca y triste – Mi padre dijo que debo estar en la mansión esta noche, pero no quiero estar ahí.

- ¿Lo sabe? – preguntó

- No, aunque es solo cosa de tiempo antes de que se entere- respondió resignado- a pesar de que pasa la mayor parte del año en el extranjero, siempre sabe lo que hago en casa.

- ¿Te vigila? – ahora estaba un poco sorprendido.

- Para nada. Soy el ejemplo a seguir en cosas de protocolo, comportamiento y respeto. Me ha dejado disfrutar de mi libertad porque conoce mi postura frente a todo. Jamás le he dado motivos para que deba controlarme.

- Entonces, ¿Qué sucedió anoche?

- La cosa es un poco diferente ahora a causa de Yuriko.

- Supongo que esperaba que pasaras estos días con ella, ¿verdad?

- Así es – coincidió – Anoche, cuando llamé para que trajeran mis cosas, Yoshida me dijo que Yuriko estaba molesta. Que había hablado con sus padres preguntándoles si podía regresar a Inglaterra. Pues yo no había pasado por casa en dos días y estaba aburrida.

- ¿Yoshida es tu mayordomo?

- Sí. Es el único en esa casa en quien podría confiar plenamente – sonrió- Tiene más lealtad hacia mí que hacia mis padres, ya que ha estado a cargo de mi cuidado desde que nací.

- Si le contaras la situación, ¿crees que podría ayudarnos? – una idea comenzaba a tomar forma en su mente.

- Claro, su único interés es que yo este feliz, siempre me lo dice – respondió ufano.

- Keigo, lo que tu padre pide es que pases tiempo con Yuriko, ¿Correcto?

- Correcto… – lo miró con curiosidad al notar el tono de su voz

- Aunque no especificó cuánto tiempo debías dedicar a ella…

- Por lo tanto, si logro dividir mi tiempo… - comenzaba a entender su plan.

- Sin que sepa en qué ocupas la otra mitad de tu día…o con quién

- Podría cumplir con mi padre, ¡¡y estar contigo a la vez!! Kunimitsu, ¡eres un genio! – Atobe se lanzó contra su cuerpo abrazándolo con fuerza.

La vida había regresado a la habitación ante la posibilidad que estaban considerando. Los labios en su cuello así lo confirmaban, como también el pequeño temblor que comenzaba a recorrer su cuerpo gracias a las caricias del otro. Tezuka respondió a su contacto levemente, pero luego se separó para hablarle muy serio.

- Solo prométeme una cosa…

- ¿Ahora qué? – lo miró con algo de su fastidio habitual, pues estaba claro que ya no quería platicar más.

- ¡No me hables así a mi, Atobe Keigo! – lo reprendió con el ceño fruncido que reservaba solo para los revoltosos de los entrenamientos en Seigaku.

- Lo… Lo lamento… - se disculpó sorprendido - ¿Qué me ibas a decir?

- Así esta mejor – dijo el castaño con una sonrisa de suficiencia y continuó - No importa lo que suceda de aquí en adelante, haremos hasta lo imposible por seguir juntos.

- Te lo prometo.

- Sin secretos- añadió Tezuka

- De acuerdo.

- Aunque la verdad duela, nos diremos todo. Es la única manera en que esto puede funcionar – le hablo con decisión.

- Si no confiamos el uno en el otro, nada de esto tendría sentido. Lo sé.

- Exacto –

Buscó sus labios para sellar su promesa. La felicidad que los había abandonado la noche anterior había vuelto a fundir sus cuerpos en un solo ser… un cálido y único ser…

Lo intentarían, sin importar lo difícil que pudiese ser, pues nadie sabía mejor que ellos lo que podrían lograr si actuaban juntos.

 

De camino a seigaku, tuvo tiempo de sobra para pensar en lo ocurrido… Atobe se había marchado a eso de las 7 am, en un auto que llego a la casa para recogerlo. Le había prometido regresar esa noche, pero no pudo evitar la puntada de aprehensión que le atravesó el pecho cuando lo vio alejarse.

Pensar que había imaginado una semana completa en su compañía, y en unos pocos minutos, todo había quedado de cabeza. Aunque no perdía las esperanzas de que las cosas aun pudiesen funcionar.

No estaba dispuesto a dejarlo. Su corazón no lo soportaría. Sabía que ahora solo debían confiar en sus sentimientos para superar esta gran piedra en el camino de su naciente relación, y eso haría: confiar en su novio.

 

Al no tener practicas esa mañana, se fue directo a su salón. Fuji, sentado a su lado, lo miró con sorpresa al verlo llegar, pero no hizo comentarios. Al menos tenía una ventaja que lo conociera tan bien; sabia identificar cuando no quería decir una sola palabra.

Las clases transcurrieron con normalidad y al sonar el timbre del almuerzo, se levantó como si nada para bajar al patio trasero. No le apetecía estar con nadie ese día, y esperaba de todo corazón que nadie se acercara a molestarlo.

Se sentó en la misma banca del día anterior y observó el cielo en silencio. Atobe no había llamado, y tampoco había recibido ningún mensaje suyo. Si bien entendía el por qué, la decepción y la soledad lo azotaron de igual modo. Era tan difícil mantenerse sereno cuando todo su ser hervía en ganas de correr a buscarlo. Además… en situaciones como esta, solía librar el estrés con el tenis, pero ahora no era una opción. Eso lo frustraba aun más.

- Sé que no quieres hablar – Fuji se había acercado sin hacer ruido hasta donde él estaba y se sentó a su lado – pero necesito saber que estas bien, porque la verdad, tienes un aspecto horrible.

- Estoy bien – respondió automáticamente.

- Tezuka, te conozco hace años – le dijo con paciencia – sé que algo está pasando y entiendo que no te gusta contar tus cosas pero, sabes que estoy aquí, y que puedes contar conmigo para lo que necesites.

- Lo sé, y te lo agradezco – hablo poniéndose de pie y mirándolo desde arriba con su rostro impasible – pero estoy bien.

Dicho esto, se alejó a paso lento, dejando a su amigo más preocupado que antes. Aunque quisiera hablarle sobre lo que ocurría en su vida privada, había demasiado en toda la situación que no solo lo afectaba a él, y que por lo tanto, no tenía derecho a contar. Los asuntos personales de Atobe eran un tema netamente suyo, y él no podía andar comentando a diestra y siniestra lo que el mismo apenas sí entendía. Ni siquiera a su mejor amigo.

El almuerzo terminó. Las clases se reanudaron y todo continúo la rutina normal. Los profesores dictaban sus lecciones, sus compañeros hablaban animadamente en los recesos, las chicas le lanzaban miradas tímidas y coquetas al pasar, pero a él nada de eso le importaba. No lograba sacar a Keigo de su mente. El cómo lo había visto, destrozado, la noche anterior, igual como lo estaba él ahora. Si alguien le hubiese dicho antes de aquel partido lo que sucedería, habría creído que era una locura; pero ahí estaba, preocupado a mas no poder por una persona que lo volvía loco con su arrogancia, que siempre pensó que sería tan fuerte por dentro como aparentaba por fuera. Una persona que había descubierto su lado más frágil y vulnerable ante él… una persona a la que amaba más de lo que en un principio pudo imaginar.

“Lo mejor será que me vaya a casa” se dijo al finalizar la jornada escolar de ese día. “Si dijo que volvería, de seguro lo hará. Debo confiar en él.”

Se fue entonces, a la sala de profesores para decirle a la entrenadora Ryuzaki que no asistiría a los entrenamientos hasta resolver de forma adecuada su condición física . La mujer notó que algo le pasaba, pero lo adjudicó al hecho de estar lesionado.

Una vez más, dió gracias porque no le hicieran preguntas, y se marchó a casa. El capitán del Seigaku jamás decaía. Nunca titubeaba frente a sus decisiones. Siempre se mantenía firme y sereno sin importar lo difícil que pudiese ser el problema. Esta vez no sería la excepción, se dijo intentando convencerse a si mismo. Aunque lo cierto era que…

“Nunca había estado enamorado antes…” 

 

 

Notas finales:

Mmmm... creo que este ha sido uno de los capis mas dificiles por escribir... Me tomó mucho tiempo meterme en el papel de un Tezuka indeciso y vacilante, pero creo que lo consegui de buena manera. Ojala y piensen lo mismo...

Espero con ansias sus reviews!!

 

Hasta el próximo capitulo!!


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