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Adiós, belleza. por nezalxuchitl

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Notas del capitulo:

Imagen del capitulo:

https://nezalxuchitl.tumblr.com/post/180046633288/hakurei-avido-sage-fanfic-adios-belleza

-¿Crees estar listo, Avido?

La voz de su maestro, provocativa, sorprendiéndolo muy cerca de su nuca.

Sus manos ya sobre sus hombros, haciendole sentir que se derretia. Odio que le diera la vuelta, cuando aun no habia recompuesto el gesto.

Con la esperanza de que no lo notara se hecho atras y luego adelante, atacándolo.

Hakurei respondio y se enfrentaron a saltos y golpes a brazo limpio, o, mas bien, vendado. Movimientos que iban mas bien destinados a medir los reflejos, la velocidad y la elasticidad del oponente. Avido lo notaba, y frunciendo el ceño, ataco con la intensión de hacer daño a su oponente.

Nunca habia acabado de entender, en el fondo de su corazón, esas peleas zen en las que nadie hacia daño a nadie, ni lo pretendía. Sentia que su maestro lo subestimaba al hacerlo, y aunque trato de entender, de verlo desde su punto de vista, del de su cultura, como que no quería hacerle daño mientras lo enseñaba, la mayor parte de el detestaba que lo creyera frágil.

Despues de como se habían conocido, ¿Creia que tenia que tener miramientos con el? De lo bien que se desempeñaba.

Sentimientos encontrados cruzaron su pecho al golpear a su maestro. Al tirar a Hakurei detrás, haciendole verdadero daño.

Por un lado quiso gritar y llevarse las manos a la boca como una turra, acercarse y preguntarle si estaba todo bien, pero por el otro… atinar un golpe asi a un maestro como Hakurei… sus ojos brillaron y ese lado gano.

Hakurei se limpio la sangre de la comisura de la boca y junto sus puntitos hacia el centro, haciendo brillar sus ojos también.

El joven y flexible cuerpo de su alumno ya no era tan pequeño, sus musculos vendados eran fuertes y prometían serlo mas. Entrenaron como a el le gustaba hacerlo, en su juventud, en el Santuario. Las paredes del piso de la torre lo resintieron; impactándose uno y otro, uno al otro. El fuerte pie de Hakurei dejo marca y el otro, recto desde la pierna, pego en el vientre de Avido, sacándole todo el aire y haciendolo caer atras, impactando con otra marca.

Hakurei corrió hacia el, sin gritar ni llevarse las manos a la boca, pero preocupado. Su lado maternal, la voz de Sage en su conciencia le reclamo como habia podido no moderar sus fuerzas contra un aprendiz, por muy suyo que fuera.

-¿Estas bien?

Avido quiso apartarlo, pero no podía.

Hakurei le abrio la bata, tocándole el vientre sobre las vendas. No gimio de dolor, lo que era bueno.

-Recuestate. – lo tendio. Conjurando algún tipo de onda del sekishiki creo una pequeña navaja en su dedo, casi como una extensión de su uña, con la que corto las vendas.

Avido recuperaba el aire y su pancita se movia. Su pancita de turra, redondeadita ya entre sus caderas; menos mal que el golpe no habia sido bajo, odiaría afectar sus capacidades reproductivas.

El pecho de Avido también subia y bajaba, agitado, pero era mas por tener a su maestro concentrado asi en el, sobándole un lugar tan intimo (eso si lo habia aprendido bien de la cultura lemuriana), haciendole sentir que algo en su vientre se calentaba y se derretia, meneándose de un lado a otro como la marea.

Lo sobo, aplicando los conocimientos de su cultura, palpando el daño y alegrándose de que fuera leve. Aun asi, insistiría con una infusión al agua por dentro y otra al aceite por fuera. Al mirar su rostro lo vio mas descompuesto de lo que lo habia sentido.

-¿Estas bien? – repitió.

Tal vez ya no era bueno diagnosticando, por la edad.

Avido estaba sonrojado y lo veía un tanto perdido, para evitar verlo deseoso. Asintio y estiro los brazos hacia su maestro, ocultando su gesto en su rostro al ser cargado, adorando serlo, como siempre.

Oler los cabellos de su maestro, sentirlos en la piel de su mejilla.

En los brazos del lemuriano volvia a sentirse como una turra, deseoso de ser una. Lo veía como un seme, su seme, y, aun asi, mejor, porque no era un seme de verdad, esos que toda su vida habían sido el enemigo.

Era una poderosa turra, una como la que el quería llegar a ser: una turra fuerte, con autoridad, folladora de otras turras. Queria derretirlas bajo sus yemas como Hakurei hacia, quería derretirse el mismo, pero su maestro… no lo veía de ese modo, ¿o si?

Sus miradas, eran tan agudas, tan indescifrables. Inteligente que era, jugando siempre a la broma, y el ni loco se expondría sin la certeza de ser deseado. Ser rechazado seria lo mas humillante del mundo, lo enfurecia a tal grado solo pensarlo que clavaba las uñas en la tela de la bata de Hakurei.

-¿Te duele? – pregunto este conmovido, colocándolo en un diván de la enfermería.

-No.

-Avido… mostrar debilidad no esta mal; mentir, si.

-Casi no me duele. – dijo poniendo tensos los labios y mirando hacia otro lado fijamente.

Su mejor “poker face” ante lo que Hakurei y sus toques provocaban. Sintio alivio cuando se alejo, cada vez le costaba mas contenerse ante su maestro, no delatarse. Pero cuando lo vio aproximarse con la redoma y el vaso sintió ganas de gemir.

Hakurei dejo la redoma en la mesita, le agarro la nuca y se la alzo para darle de beber el contenido del vaso. Se relamio los labios, mirandolo, para evitar que le limpiara la comisura con su dedo.

No podría resistir la tentación de succionar su dedo dentro de su boca y hacerle todo lo que quería hacerle a su polla.

Hakurei elevo un poco las cejas. Avido era muy sensual, sexual casi, desde que lo conocio; algo desconcertante en un chico tan pequeño, hasta que te acordabas de Krest, o del pasado que el no te habia contado.

Ahora que lo conocía mejor… Sentia que eran solo sus ganas, sentirse halagado, deseado por alguien asi de joven y bello. Deseado como en sus buenos tiempos, cuando joven caballero de Altar se acababa la noche antes que sus fuerzas para satisfacer turras.

Vertio aceite en la palma de su mano y lo froto, atentamente observado por los ojos verde suave. Llevo las manos a su vientre, sobándolo un poco mas eróticamente, para ver si percibia la diferencia…

La percibio. Volvio a ponerse sonrojado y mal, cerrando los ojos y tensando los labios. Tan tentador.

Claro que no se engañaba respecto a las reacciones provocadas tan burdamente. Si toqueteara asi a cualquier aprendiz…

Avergonzado por lo que habia hecho con Avido termino el masaje bien, yendo por vendas nuevas y poniéndoselas bien ajustadas.

-Ahora, tu castigo – sonrio ampliamente, alzando el dedo para acallar protestas – ; reposo ABSOLUTO hasta que sane tu herida.

-Voy a morirme de aburrimiento aquí.

-Puedes entrenar tu mente. – le lanzo a la cara un libro, que el otro atrapo – Porque, si aunque lo diga, el Patriarca cree que no estas listo, no te dara tu primera misión.

A Avido se le iluminaron los ojos, y Hakurei salio de ahí sintiendo la gratificación de esa mirada.

 

***

 

-Avido ya esta listo. – anuncio sorprendiéndolo cuando entro a su habitación.

Su propia habitación.

Menos mal que no habia invitado a Fjord esa noche; el Geminis, con el tiempo, se habia vuelto mas rebelde y desobligado. Pasaba abiertamente el tiempo con su gemelo, sin que nadie fingiera sorprenderse ya de su presencia ahí.

-¿Para casarse? – le pregunto, vengándose de la sorpresa mientras colgaba su chal de un gancho dispuesto en la pared.

-¡Por supuesto que no! – replico Hakurei, expulsando aire molesto y apoyándose sobre un brazo, un brazo delicadamente definido.

Sage apretó los labios. La mala acción fue devuelta a el, causándole mas daño del que logro.

No tenia ningun motivo razonable para oponerse a que su hermano tuviera un discípulo (incluso, debía alegrarse), alguien por quien interesarse, un niño… Pero las palabras de Krest habían liberado lo que despertó en su corazón desde que vio a Avido.

-Solo bromeaba. No hemos sabido de Krest.

-En Timbuctu podría estar, el viejo loco.

Sage tomo asiento en el banquito frente a su tocador y cepillo su largo cabello blanco. Hakurei se recostó sobre su vientre para verlo mas de cerca, los codos apoyados casi en los pies de la cama, su barbilla en sus dos manos.

Ver a Sage acicalarse era una de las cosas que mas le gustaban, el motivo por el que el no se arreglaba, pues, desde pequeño, le daba paz ver a Sage peinar su cabello, aplicar motitas de crema con pequeños masajes sobre su rostro.

Y no podía hacer dos cosas a la vez, como le sugeria su mama y mas tarde el mismo Sage, pues moverse (a el, tan activo) le rompia el trance contemplativo que con Sage le gustaba adoptar. Su coleta estaba lista en un dos por tres, el tiempo empleado mirando a Sage era el mejor empleado.

Verlo concentrado en el, haciendo esos pequeños gestos. Lo habia visto envejecer frunciendo los labios asi, mirándose asi al espejo para cuidar de sus pestañas.

Sage aun era hermoso, demasiado; no podía culpar a esos semes por desearlo, pero a él si por desearlos a ellos en demasia.

Se repetia la historia con Itia: Sage atrayendo con su irresistible belleza a un seme que lo preferia a el, perdiendo el al amado y recibiendo una vez mas la humillación de ser el gemelo feo.

Nunca pudieron encontrar un seme que los quisiera a los dos, por igual, y entre ellos debían bastar, ese habia sido el trato. Trato que Sage rompia una y otra vez con los Geminis. Hacia una década no se habría atrevido a llegar asi al dormitorio de su hermano, no, al menos, si no estaba de humor para un trio. Para compartir cuando quería poseer.

Sage apresuro su rutina de belleza al ver que el rostro de su gemelo se ensombrecia. Seguramente opinaba que era demasiado, pero ahora que era viejo, si quería seguir siendo hermoso para el…

No quería perderlo frente a esas descaradas de su propia raza. Descaradas juventudes regordetas con mejillas rosadas, llenas. Las bellezas del Santuario…

Aun era joven y bello cuando tuvo que buscar refuerzo de esto ultimo en otros compañeros, compañeros de una noche, o varias, en cuyos brazos quería encontrar a Hakurei, en cuya compañía distraerse de que no tenia la que deseaba.

No podía pedirle a su hermano que le diera solo a el, tan buen amante como era, tanto como le gustaban las nuevas experiencias. Pero Hakurei siempre tendio a abandonarlo, o tal vez fuera el que se sentía asi, y los Geminis, también, estaban siempre tan solos… obligados, como el, a estar lejos de su gemelo, por el cumplimiento del deber.

Itia lo hirió al preferirlo; le hizo mas daño a el del que pretendio causarle a Hakurei: necesitaba a Hakurei asfixiantemente, después de eso, y cuando su corazón se calmo, se dio cuenta de que no podía maltratarlo asi. Que tenia que dejarlo ser libre, aunque le doliera que se apartara tanto, no bastarle…

Dejo el cepillo sobre el tocador y el marfil hizo ruido contra la madera lacada. Se puso en pie, contento de que estuviera ahí; sin ser usuarios del Sekishiki, jamas habría funcionado.

Estar separados por días era lo mas que soportaban. Eran uno, en esencia. Como uno habían comenzado en el cuerpo de su mama, y si se dividieron en dos conciencias, fue solo para amarse.

Dos conciencias, dos cuerpos, dos mentes; lazadas y profundamente ligadas, pero no concientes de lo que sucedia en la otra mente, no de todo. Podian predecir bastante bien como pensaría el otro, intuir como sentía el otro, pero no estaban en la mente del otro. Necesitaban comunicarse, y a ese nivel, daba miedo. Ninguno quería escuchar del otro la respuesta que tanto temia, y si las cosas no estaban cayéndose para que componerlas, habia sido su lema en los últimos años.

Porque hablar de algo tan aterrador como sentimientos, cuando, guardando las formas, puedo acercarme asi a ti y besarte.

Dejar que nuestros cuerpos, mas sensatos, hagan las paces y nos hagan uno.

 

Continuara...

Notas finales:

¡Oh! Hakurei y Sage son uno mismo.

Pero a Hakurei le mueve Avido...

¿Significara eso que tambien a Sage?

¡Pronto lo sabran!

Slán!


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