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Menta por Aryam

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Notas del capitulo:

Hola, si subo pronto es porque después olvidaré hacerlo por andar ocupada.

A quienes me leen, le agradezco mucho y les pido paciencia, pues no será taaan rápido todo.

Para el siguiente capítulo aparecerán más personajes, ahora disfruten. <3

Capítulo 1.

 

Obito desde que tenía memoria, se consideraba alguien comunicativo y extrovertido, que se le daba fácil las personas, sin importar si eran de su agrado o no; más, en aquel momento que se reencontró con el omega destinado, olvidó hasta cómo hablar.

Nunca se imaginó que el Hatake viviera en aquel lugar, aunque su interés no estaba en prestar atención a los vecinos, que de hacerlo… la verdad no sabía si se habría mudado ahí o no. Cambiarse de departamento de todos modos no era una opción, ya había pagado por adelantado tres meses y solo tenía que ser fuerte, no existían las devoluciones.

Con la cara sonrojada y tratando de prestar atención en clases, divagaba bien en esa noche. El mayor no había entendido el motivo que pidiera agua hasta que le contó brevemente lo sucedido y no solo le dio lo pedido, sino que también un poco de su comida y de la casera. Tan sumergido en la amable atención, que si hacía hincapié en cómo era el departamento del mayor, ni lo recordaba. La charla había sido tensa, demasiado para ambos; no obstante, algo dentro de sí se llenó de un alivio con solo tenerle cerca y sabía que para su alfa no era suficiente, le exigía reclamarlo. Al llegar a su solitario hogar, inevitablemente sintió un peso de abandono que se disipo al comer del pescado frito junto a unas verduras que le supieron delicioso y se imaginó comer aquello todos los días, lo que no iba a ser así.

 

Vaya montaña rusa de emociones, que por un instante estaba arriba y al poco abajo.

Por más que estuviera yendo a la universidad, no significa que él se hiciera más adulto o su antiguo profesor más joven, sino lo contrario, odiando aquello y rememorando muchas veces el sentimiento de arriesgarse, ir por él, reclamarlo como su omega y darle una patada a la sociedad con sus leyes. Desechando ese pensamiento por varios factores: primero su familia pegaría el grito en el cielo por meterse con un omega que le llevaba muchos años. Dos, que seguro este tenía una ventajosa experiencia en relaciones para hacerlo sentir un niño, sintiéndose inseguro hasta en los sueños más pervertidos como tocarle. Y tres, no menos importante, ¿él querría algo con él? Si antes no hubo nada, quizás menos ahora.

 

 

El primer día de clases no estuvo mal por más ogros que se mostraron los profesores, era más cómoda que la preparatoria a su ver y podía adaptarse a los horarios, caminando optimista al paradero de buses a eso de las seis de la tarde en dirección a casa. Maldiciéndose para sus adentros al llegar ahí y reconocer una figura conocido junto a ese aroma característico, suponiendo que iba a la misma dirección.

– ¡Hey! – Mueve apenas la mano en modo de saludo, sentándose en el otro extremo de la banca a una distancia prudente. El Hatake respondió al saludo, interrumpiendo su lectura para verle y volver continuar en ello.

Si el auto-bus no llegaba, iba a morir de silencio y de estrés.

– ¿Lleva mucho tiempo esperando?

– No, hace 15 minutos.

El universitario no puede evitar verle de reojo, sintiéndose desganado por la cortante respuesta. Quería al menos un poco de comunicación.

– Ya veo. ¿Eso es mucho? ¿A qué hora suele pasar el bus?

– Depende del día.

– ¿Y hoy?

El mayor no responde rápido, piensa antes de hacerlo o eso cree, pues cualquiera diría que no deja de leer. – Hm en una media hora.

– ¿Media hora? Qué fastidio. –expresa sin darse cuenta en sus palabras, todo por ser un impaciente con los tiempos y querer todo al momento.

Quizás ni un minuto pasó y Obito se mordía los labios por el silencio otra vez, pateando una piedrita con el pie izquierdo hacia la calle, la que por lo visto no era de frecuente uso. Paseo los ojos por el cuerpo contrario y muchas preguntas atacaron su mente, en especial al verlo vestir casi igual que años atrás. Quizás venía de algún colegio o instituto donde trabajaría.

– ¿Estudias?

– ¿Ah? ¿Qué? –Sale de su estupor, sonriendo nervioso al pillarle distraído. – ¿Decías?

– Qué si estudias. – En eso se da cuenta que le apunta a un libro que trae en mano, riendo nervioso y mostrarle la portada.

– Estudio Asistencia Social. – Ahora es Obito quien apunta al libro que desde que llegó Kakashi lee, ignorar sus señas al respecto al no entender bien la portada, apagando el poco buen humor que trae y mirarle ceñudo. – ¿Qué lees?

– Oh, nada relevante. – Se ve nervioso y dudoso de continuar en lo que estaba, logrando que bufara alto y claro de inconformismo el menor.

– ¡Espera! ¡Yo te digo y usted no a mí! ¿Sabe?, no te matará al menos no cortarme la charla si te hablo, es irritable… senil. – Lo último suelta con enfado y a dientes apretado, cansado de no saber cómo hablarle, intentarlo, logrando poco y nada.

– ¿Senil? –Es lo único que al omega logra procesar o eso entiende Obito, notando que se ensombrecía y un aura oscura lo rodeaba. – Ya no hay respeto.

Se golpea en la frente con una mano al confirmar que la estaba jodiendo al sentirse muy frustrado y que menos lograría una buena comunicación con él. – ¡Qué no quise, pero sí, decir eso! ¡Es deci…! ¡Joder, es…! –Obito estaba que se tiraba de las mechas, quedando de pie mientras buscaba el modo de arreglar las cosas, que sin querer darse cuenta sus acciones pronto le sacaron una risa al mayor, deteniendo su monologo al oírle.

– Hey, descuida. No eres el único que me dice cosas así, ser profesor tiene sus desventajas, ¿no? –Nota que se encoge de hombros, llevando una mano a los cabellos tras la nuca.

– Igual yo… –Quería disculparse, pero las palabras no le salían y se quedó de pie, preguntándose qué infantil se vería frente a él, decidiendo no darle mucho peso a la situación o volvería sentirse presionado. – Sinceramente odio esta situación. Me siento como la chica emo de Crepúsculo y dudo que brille con la luz del sol.

Una risa baja fluyó de la voz de Kakashi, apreciando al joven frente a él con aires más maduros de lo que recordaba y que pronto sería todo un hombre con un humor particular. – Uh, lo siento, creo. Si me expongo al sol no brillo, me coloco como camarón y necesito mucho bloqueador.

La risa del menor no se hace esperar, tapando la boca al imaginar tal cosa, olvidando la tensión del momento y sentirse cómodo con su ex profesor.

– Obito…

Al oír ser llamado, casi dulce su nombre, corta la risa. – ¿Sí?

– Trátame de tú, no soy tu profesor.

Un sonrojo pasó por las mejillas de Obito, afirmando con la cabeza y volver a tomar asiento, recriminando el no quitarse los modales que acostumbró en la preparatoria.

Una vez en silencio, este fue más cómodo y la calma reinaba, dedicándose de vez en cuando miradas supuestamente discretas en aquel abandonado paradero, llegando más pronto la lluvia que el auto-bus que iba con retraso los siguientes minutos.

Obito por seguridad guardó el libro en el bolso que traía y miró a Kakashi, el que hacía lo mismo con su libro de bolsillo en el maletín. El agua cada vez caía más fuerte, llegando a empapar las gotas al rebotar en el suelo y caer algunas a ellos. Maldijo al clima aún en primavera, para luego ver que Kakashi se colocaba de pie y parecía estar decidido a irse caminando, colocando el maletín sobre su cabeza.

– Sabía que tenía que traer el paraguas. – le oyó decir, volteando a verle después. – Vamos, dudo que pase alguna locomoción, menos en una subida tan resbalosa. –explica, mirando Obito donde este lo hacía y abrir los ojos, que por donde tenía que llegar el auto-bus el agua ya empezaba tener un efecto cascada en la subida. Ni él se atrevería a manejar si veía tal cosa.

– Odio mojarme. – Gruñe, colocándose de pie y hacerle caso, aunque no era alguien de recibir órdenes, subiendo la gorra de la chaqueta que traía en el vano intento de no mojarse mucho, comenzando a caminar y dejar el paradero atrás.

– No seas quejón, gatito llorón.

¿Lo estaba molestando?

Una ceja se arqueo en el moreno, empezando a cuestionarse la verdadera personalidad de su ex maestro y omega, el que consideraba que estaba mostrando su verdadera faceta recién, no aquella educada o disciplinada de un profesor como lo conoció.

– Trátame de tú, no soy tu profesor.

De algún modo, sus palabras le encantaron. Un tipo de permiso a no negarse o hacer lo que viniera en mente. Una sonrisa maliciosa surcó sus labios, lamiendo el labio inferior antes de decir algo y saltar por un charco, mojándolo por la zona de las piernas en venganza.

– Oh, lo siento, disculpa, no la vi.

– Qué maduro, qué maduro. –fue lo que canturreo el albino, sin mirar el aspecto, pues de todos modos se mojaría de camino a la residencia. Si bien, aquello debió molestarle, le divertía.

Y fue entonces, después de mucho tiempo y empapado de pies a cabeza, que Obito se sintió increíblemente bien.

Al andar a su lado por la calle, descubrió que creció al punto de tener su altura y su propia musculatura era más ancha que la del mayor, sonriendo con la comisura de sus labios. ¿Sería muy infantil sentirse feliz como un niño en plena Navidad?

Kakashi le miraba de reojo, que igual que él, no decía nada o no se atrevía y él solo podía percibir un leve ronroneo de parte de su omega. Al parecer no era el único feliz ahí.

Apenas la lluvia fue más un aguacero sin rastros de parar, tomó su brazo para que corriera con él una vez vio la residencia a unos cuantos metros de ellos.

– ¡Nos mojaremos más! –Lo escuchó gritar, más no hizo caso y menos este lo detuvo.

– ¡¿Y?, ya lo estamos! – respondió, llegando frente a sus puertas con la respiración agitada, dejando charcos de agua al caminar hasta ahí.

La sonrisa de ambos estaba ahí. Kakashi negando que hubiera corrido de ese modo y notar recién el peso del agua en el cuerpo, mientras Obito se había removido en su eje con tal de botar algo de agua que traía consigo como una costumbre muy normal en él.

– Estás loco. Si me resfrío será tu culpa. –le aplica el mayor, quitando la pesada bufanda y mostrar una sonrisa ante los ojos ajenos, congelando a Obito en su lugar.

Él pensaba decirle “el de la idea fuiste tú”, callando al toparse con ese rostro por completo y sentir el corazón golpear fuerte en su pecho –llevando una mano al sector que latía por inercia– al verle sonreír. Nunca en su tiempo de estudiante había visto sus labios o parte de su nariz, sus mejillas; catalogando al mayor como “demasiado sexy” en ese instante y que su imaginación se quedaba corta con la versión real.

– Condenadamente guapo. – profirió sin darse cuenta de ello, viendo en cámara lenta a Kakashi con el cabello empapado, las gotas bajando por sus sienes, sus cejas, paseando por sus ojos y bajar, perdiéndose algunas por esos labios de un suave carmín o ese lunar. – Marilyn Monroe se queda corta.

– ¿Qué? ¿Qué cosa?

El menor al ver el estupor y la pena ajena del mayor, no evita sonrojarse también al percatarse que ha vuelto a pensar en voz alta, regañándose internamente. Sin embargo, ¿mentía? Claro que no y ya había decidido no dar marcha atrás a lo que sentía. Debía dejar de ser ese niño inseguro, porque no lo era. Kakashi le hacía sentir demasiadas cosas y actuar otras más, pensando que lo volvería loco.

– Lo que oíste.

Aventurado a un pensamiento, jugándose el todo por el todo, se aproximó al mayor y tomándole por el cuello de la chaqueta café que traía puesta, empujarle hacia sí para plantar sus labios contra los ajenos a ojos cerrados. Solo era presión, pero la tensión del omega se disipó después de unos segundos por la sorpresa, acercándose con más seguridad al sentir que movía sus labios y le mordisqueaban, siendo demasiado para su mente o su propio corazón al lograr profundizar el beso, siendo la lengua del omega el primero en colarse a su boca antes de hacer lo mismo. Y, si no tuviese la boca ocupada, habría gritado en aquel instante por la euforia.

El ruido de una puerta al abrirse no fue lo necesario para sacarlos de su burbuja, pero si una tercera voz, apartándose ambos de forma abrupta con las manos cerca de la boca y volteando la cabeza, abriendo amplio los ojos Obito al encontrarse con un niño. Uno muy parecido al mismo Kakashi, el cual les miraba de forma indescifrable a los dos o tal vez peor, cayendo por la montaña rusa nuevamente.

– ¿Ka-san?

 

 

Continuará.

Notas finales:

Aclaraciones:

- En caso de las parejas destinadas, el ALFA puede casarse con un OMEGA que sea de edad menor y hacer una familia, no así en caso contrario y por lo mismo las relaciones suelen ser “noviazgos” hasta que el ALFA cumpla la mayoría de edad (21 años).

-A los ALFA se les da la opción (si es menor de edad) experimentar con otros omegas, alfas, betas de su edad, donde el OMEGA mayor no puede interferir o insinuarse por más conectados que estén.

- Un OMEGA  y los BETAS no puede estar por encima de un ALFA bajo ningún aspecto familiar o cargo de trabajo.


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