Albus y Scorpius caminaron mirando a cada bruja que se cruzaba en su camino, haciendo notas mentales de que le parecía cada uno.
—¿Cómo son los chicos con los que sale tú padre?
Albus estremeció al escuchar las palabras del rubio y lo miró con gesto de reproche, estaban cerca de la heladería por lo que se giró a mirar a su padre y habló. —Papá, con Scorp queremos comer helado, podemos ir por uno…
—Albus, necesito comprar unas cosas para Lily, dame unos minutos…
—Pero podemos ir solos, nada pasará, vamos papá, nos iremos a la escuela…
—No Albus, de ninguna manera.
—Pero si siempre me dejas ir solo con James, ¿qué es diferente ahora?
—Scorpius está contigo y le prometí a Malfoy que cuidaría a su hijo, no lo voy a dejar solo en la mitad de callejón, esperando que puedan hacerle algo…
La mirada de Harry parecía incluso más intensa de lo que el mismo chico dorado hubiese querido, después de todo, lo que menos quería era hacer notar lo incomodo que lo tenía el saber que estaba al cuidado del rubio menor.
—Lo lamento…—Albus miró a su amigo, quien había bajado la cabeza al hablar, simplemente avergonzado por lo que provocaba.
—¡Papá!
—No Scorpius, lo lamento. —Harry se inclinó tratando de quedar a la altura del peliplata. — Te juro que no es que me incomode que vengas con nosotros, juro que no es eso, para nada, es solo que…— Harry suspiró, pero lo pensó un segundo. — La verdad es que bueno, tú padre te ama demasiado y no quiero que nada malo pueda pasarte estando conmigo, él me confió tú seguridad, tanto como es posible para él hacerlo, por eso no puedo, pero si me prometen que se sentarán donde mis ojos puedan verlos y que esperaran hasta que vuelva con Lily les daré permiso.
Ambos chicos sonrieron agradecidos y de alguna manera deslumbrando un poco a Harry en el proceso.
Los chicos se fueron rápidamente, por lo que se acomodaron y ordenaron sus helados favoritos, podían sentir la mirada de Harry a la distancia y la sonrisa de la menor de los Potter.
—De verdad tú sonrisa es capaz de convencer a quien sea…— Albus se metió una gran cucharada de helado en la boca. — Shi qesh manispushas al munsho
—Albus, trágate el helado antes de hablar. — El rubio sonrió, la verdad es que era un experto manipulador, su padre lo decía, pero había tres personas en su vida con las que jamás lo había hecho, su padre, con el padre de Albus y por, sobre todo, con él mismo Albus. — Ahora, dime ¿Cómo son las citas de tú padre?
—Bueno…
—Creo que es una opción para mi padre. — Scorpius dejó la cuchara y apoyando ambas manos sobre la mesa agregó. — Para papá, mamá es irreemplazable, siempre me lo dice, pero si mi padre sale con otros hombres, él puede volverse a enamorar, él podría querer a alguien sin tener que de alguna manera remplazar a mi madre.
—Scorp, nadie reemplazará a tú mamá, pero debes dejar que sea tú padre quien decida con quiere rehacer su vida, si es mujer u hombre…— Albus cerró la boca y no continuó con su discurso, al ver los ojos plata del menor, anegarse con lágrimas.
El menor de los chicos Potter se levantó de golpe, atrayendo la mirada de Harry a la distancia, quien ya había pagado los libros que su hija quería y con los que compraba de alguna manera la tranquilidad de la niña por el comienzo del nuevo año escolar.
Albus rodeo el cuerpo de Scorpius con su brazo izquierdo, acercando al joven a su cuerpo y tomando con la otra mano, las del rubio y apoyando su rostro en las mejillas del peliplata.
—Scorpius, no llores, odio verte llorar, jamás quise decirte algo que te molestara.
—No te disculpes, es que me siento frustrado, soy demasiado egoísta, incluso ahora, lo único que quiero es que mi padre se enamora y rehaga su vida como yo lo deseo, no como él se sienta mejor…
—Scorp, es normal y no es malo querer ser un poco egoísta, tranquilo…— Albus levantó su cabeza y alejándose del rubio, para luego depositar un sonoro beso en la pálida mejilla de su amigo.
Harry por su parte, quien estaba demasiado lejos de su hijo para escuchar las disculpas del muchacho, sintió su cuerpo estremecerse, durante mucho tiempo había visto a la distancia la buena amistad que Scorpius y su hijo tenían, pero en ese momento estaba realmente descolocado y la peor parte de todo, fue, que por un segundo, estando tan cerca de aquella vieja tienda de túnicas, el recuerdo del pequeño Draco que había conocido tanto tiempo atrás, le había revuelto las entrañas, junto con la tremenda pregunta ¿desde cuándo su hijo era gay?