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Una oportunidad. por Samantha0507

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Había pasado una semana completa desde que la pelea en la casa de los Potter había dejado solo al mayor, sus hijos y por supuesto Scorpius, habían tomado sus cosas y había partido a la madriguera, dejando al héroe del mundo mágico sumido en una desesperación y una profunda soledad.

 

Harry le había pedido a los elfos que dejaran la casa por un par de días, aunque no le encontraba razón a estar teniendo tanta servidumbre, si se había quedado simplemente solo.

 

—Soy un asqueroso, un maldito y asqueroso homosexual. — Tomó una cerveza, al parecer era lo único que podría superar su dolor.

 

No había sabido que decirle a su hijo, pero una parte de él suponía que, si mantenía lejos al hijo de Draco Malfoy, podría de alguna manera estar lo suficientemente lejos, como para relacionar lo que su hijo estaba viviendo no tuviese nada que ver con lo que él le estaba haciendo a los niños.

 

Por su parte, la semana había sido completamente diferente para los otros Potter y mucho peor para un furioso Draco Malfoy, que había visto a su hijo, con el rostro bañado en lágrimas, con un dolor impregnado, que parecía simplemente inundar cada fibra de su cuerpo y aunque, sus ansias de matar al niño que vivió por hacer sufrir a su hijo, fue lo primero que pasó por su cabeza, nada más pisar la morada de la familia pelirroja, la mirada triste de Albus, James y Lily, lo hizo contenerse, rodeando en un gran abrazo a todos los niños que ahora, parecían romper a llorar.

 

Draco se había tomado su tiempo, había tenido varios días a los Potter en su casa, la alegría de su hijo había vuelto rápidamente, pero, aunque lo que seguía molestando al rubio, era la mirada de tristeza que ahora podía ver en los ojos de Albus, era casi como ver nuevamente a Harry luego de la muerte de Sirius.

 

Esa mañana Draco había dejado a su hijo en la Madriguera, sabiendo que su hijo estaría bien cuidado, por lo que, esperando que Harry no hubiese cerrado el acceso en su chimenea.

 

Draco respiró profundamente, cerró los ojos y esperó que la molestia que sentía en el medio de su pecho, no terminara por nublar su juicio.

 

El olor de la casa lo golpeó de llenó, era bastante obvio que la casa no había sido ventilada en esos días, podía sentir la mezcla de olores, café, alcohol, cigarros, chocando al rubio en el proceso.

 

—Potter…— El rubio lo llamó rápidamente. — ¿Potter? — Quizá el moreno no se encontraba en el hogar, una extraña angustia molestó el corazón de Draco.

 

 

Subió las escaleras, con un poco de inseguridad, con la idea de que estaba invadiendo la morada del moreno, pero no fue hasta escuchó el sonido de cristal rompiéndose que notó la presencia del joven padre.

 

Abrió la puerta, sintiendo entonces una oleada de dolor, Potter estaba apoyado contra el escritorio, el olor a alcohol llenaba la habitación y supuso, que el liquido que ahora llenaba el suelo de la habitación, era alcohol muggle.

 

—Potter…— el ojiverde levantó la vista, sus ojos vidriosos se encontraron con los del rubio. —Dios, ¿Qué demonios pasa contigo?

 

Draco se acercó, le puso las manos en el rostro, estaba visiblemente ebrio, sus ojos se veían vidriosos, rojos, estaban hinchados, probablemente había estado llorando.

 

—Draco no quería, de verdad que no quería…—los ojos verdes del moreno, rápidamente se cristalizaron, tomó lo brazos del rubio y apoyó la cabeza en su pecho. — Lo siento, lo siento tanto, es mi culpa, siempre fue mi culpa…

 

Draco a lo largo de esa semana había pensado en lo que haría y por su puesto en todo lo que le diría al otro, no iba a usar magia, iba a darse el gusto de usar los puños, de darle un puñetazo y mostrar su completa molestia por lo que estaba haciendo, pero ahora, viéndolo en el suelo, destrozado, no pudo evitar el estremecimiento que llevaba años sintiendo en su pecho, la necesidad de acercarse, de estar a su lado.

 

—Mira Potter, no entiendo nada, pero tenemos que hablar y para eso, necesito que te bañes, que te tomes un café caliente y cargado, para hablar como adultos…

 

—No, no puedo…— Las lágrimas comenzaron a humedecer el traje del rubio. — No puedo, te juro que no le hice nada, te juro que no lo toqué, tienes que creerme, debes creerme, jamás quise que Scorpius, jamás quise que Albus.

 

El corazón de Draco se apretó al escuchar el nombre de su hijo, una angustia creció de golpe y se extendió por su pecho, la imagen, la idea de que algo le estuviese hecho algo a su hijo lo hizo llenarse de furia.

 

—¿Qué tiene Scorpius? — Alejó a Potter, lo tomó del cuello de la camisa, haciendo al moreno palidecer de golpe. — ¡Potter! ¡Con una mierda! ¡Dime en este momento que le hiciste a mi hijo!

 

—No, no hice nada, te juro que no lo hice…—Harry pudo soltarse de las manos del rubio, dando unos pasos hacia atrás, perdiendo el equilibrio y terminando nuevamente en el suelo. — No lo hice, no lo hice, de verdad que no, de verdad que no, yo no soy, no soy un degenerado, juro que no lo toqué.

 

Harry levantó las manos sintiendo la comezón en ellas y como, la sensación de ebriedad parecía lejana.

 

—Potter…

 

Pequeñas gotas de sangre comenzaron a caer desde las palmas del moreno, mientras sus heridas comenzaban a escocer, producto del alcohol que se había derramado.

 

—Duele…


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