El pequeño Malfoy había llegado a su cuarto, esperando pode escribirle a Albus y a James, para poder explicarles la situación, podía escuchar su propio cerebro trabajando, diciéndole que la razón por la que el Señor Potter había exagerado en la idea de separarlos, estaba relacionado a que en algún momento llegarían a ser hermanos.
—Pero, si nos llevamos bien, no es mejor que estemos juntos…—pero con esa palabra algo en el pecho de Scorpius se removió. — Juntos…— sintió sus mejillas calentarse de manera incomoda y un extraño calor parecía subirle desde las entrañas —El Señor Potter lo sabe, sabe lo que siento…
Scorpius se dejó caer en la cama, llevó las manos a su pecho, en el lugar que su corazón parecía simplemente querer salir de su cuerpo.
Los golpes en la puerta trajeron al niño de vuelta a la tierra, encontrándose con la mirada de si padre, Scorpius se sorprendió al ver las mejillas de un suave tono rojo que ahora estaban en ellas.
—Hola hijo, los elfos me dijeron que habías llegado. — Draco tragó en seco y entrando llegó hasta su hijo. — Yo, tengo una visita.
—Harry Potter.
—Veo que ya lo sabes. — El rubio mayor tragó en seco, respiró profundamente, pesadamente. — Yo sé que no te pregunté nada de esto, pero bueno, quiero saber que piensas, como te sientes respecto a tener a Harry aquí.
—Si te dijera que no me gusta tenerlo aquí, ¿lo sacarías? — Las palabras de Scorpius salieron rápidas, como si nunca hubiese estado cuestionándose nada, sus palabras parecían frías, calculadas, el recuerdo de su padre, hacia a Draco estremecer.
—Bueno. — Suspiró incomodo, el había criado a Scorpius y ahora, viendo la actitud del otro, sintió que algo en todo su cuerpo simplemente se quebraba, pero el tenía una promesa. — Hijo, si tú quieres, si en realidad no te sientes cómodo con todo esto, yo le diré a Harry que se vaya.
Scorpius levantó la vista ante la respuesta de su padre, Draco tenía una sonrisa triste en los labios y los ojos acuosos, logrando que las barreras del menor se derrumbaran, que esa falsa arrogancia y firmeza que tenía segundos antes, simplemente se fuese al carajo.
—Papá…
—Sé que esto es difícil de comprender, quiero seguir ayudando a Potter, cuando conocí a tú madre aprendí muchas cosas Scorpius, pero, ante todo, tú siempre será primero, eres mi hijo, mi niño y jamás haría nada que pueda hacerte daño. — Draco alzo su mano y acarició la mejilla del menor. — Me recuerdas tanto a tú madre, en tus ojos, tú mirada, tus convicciones, aunque te pareces mucho a mi padre, Lucius estaría orgulloso de verte, de escucharte y ver el porte que siempre cargar, diría “Eres todo un Malfoy, digno” — los ojos del mayor se aguaron. —Buscaré un lugar donde poder llevar a Harry, no creo que deba estar solo en este momento.
Draco se levantó y caminó a la puerta, Scorpius quería decir algo, quería decir tantas cosas, pero el nudo en su garganta parecía, simplemente se lo impedía.
El rubio salió del cuarto, sintiendo sus ojos llenarse de lágrimas. — Entiendo que tú hijo no se sienta conforme con mi presencia. — Harry lo miraba a corta distancia.
—No es cortes escuchar…
—No lo quería hacer. — Los ojos de Harry estaban nuevamente lleno de lágrimas. — Lamento darte problemas, no era mi intensión, no hago nada bien. — Harry se tomó el cabello con desesperación. — Soy un desastre, un maldito desastre, soy un asqueroso homosexual, un asqueroso…
—No…— Draco tomó las manos de Harry, tratando de que lo mirase. — No Potter, estás bien, estás bien, no colapses ahora, no colapses, te voy a ayudar, voy a estar contigo.
— Soy un asqueroso homosexual Draco, un cerdo, le hice daño a todos, les hice daño a mis hijos, al tuyo, soy asqueroso, soy asqueroso…— Las piernas de Harry fallaron y los brazos de Draco le dieron apoyo de llegar al suelo sin golpearse. —Draco perdóname, Draco perdóname.
Scorpius había escuchado todo y había tomado las fuerzas que necesitaba, no podía dejar que su padre sacara al Señor Potter de la mansión, tomó una pluma y escribió.
“Nuestros padres están juntos, creo que debemos hablarlo…
S. Malfoy”
Respiró profundamente luego de poner la carta a disposición de la lechuza, esperando que Albus le diese una respuesta lo más rápido posible.