James se sentía bastante incomodo a lo largo de esos minutos, en los que los grisáceos ojos del menor lo miraban inquisitivamente.
—¿Scorp?
—Si, mira, silencio, si, solo decir que me siento tan nervioso como tu estás, pero en realidad quiero que comprendas que lo que tengo que decir no es algo fácil.
—Scorp, la verdad lo comprendo, es decir, comprendo en realidad que estás nervioso, ya que me citaste hace cerca de dos horas y sigo mirándote torcer tus dedos como cuando estás nervioso, pero no pareces querer llorar como otras veces…
—¿Querer llorar? — Scorpius estaba escandalizado o al menos eso era lo que podía ver James en el rostro del menor. — ¿Eso es lo que me vez? Si crees que quiero llorar, quizá que crea Albus, ¿cómo voy a ayudar al señor Potter?
—Ayudar a mi padre, ¿qué pasa con mi padre? — James se levantó molesto y por sobre todo asustado. — Scorpius, ¿Qué está pasando con mi padre?
—Soy gay. — James levantó una de sus cejas al escuchar las palabras del rubio. — Soy gay y creo que tú padre lo es…
James se dejó caer, sintió sus piernas flaquear, las sentía temblar y frías, con ese temblor que lo volvía inseguro, así que, a tientas, buscó su silla.
—¿Él ...? ¿Tú padre...? Ellos…
—No, creo que no, no sé bien aún, en realidad no sé que está pasando con ellos, no sé bien si ellos sienten algo el uno por el otro, pero sé que tu padre necesita ayuda, no necesita que ustedes, sus hijos lo odien.
—No lo odiamos.
—Pero le dieron la espalda, aceptaron las decisiones que tomó, sin cuestionarse ni una sola vez si en realidad algo estaba pasando, si en realidad el corazón de tú padre o su mente estaban funcionando, aceptaron sus decisiones y lo dejaron a su suerte
—No lo dejamos a su suerte. —James se levantó furioso, apretando los puños, haciendo que el rubio retrocediera un paso, sintiendo un extraño miedo subiendo por su espina, como si uno de los puños de ese niño que conocía desde hacía muchos años, pudiese terminar sobre su cuerpo. — No lo comprendes, no sabes nada de lo que hicimos, no entiendes lo que estamos viviendo…
—Entiendo lo que es creer que el mundo te puede odiar, que el mundo puede darte la espalda por amar de una manera diferente.
—¿Crees que rechazaría mi padre por ser gay?
—Claro que no, es lo que tú padre cree. — James palideció. — Tu padre tiene seguridad de que será rechazado por sus hijos, por su familia, pasan un millón de cosas por su cabeza, creo que él…— Scorpius sintió el aire en su garganta pararse. — Creo que el sufrió mucho y que debemos hacer algo, pero necesito averiguar cosas y para eso necesitaba…
—Necesitabas decirnos que eres gay y que necesitas de nuestro apoyo para buscar…
—Siempre eres brillante.
—No saqué el cerebro de papá, al menos es lo que tío Ron siempre dice, pero, Scop, no es que me molesté, pero ¿yo antes que Al?
Un sonrojo creció en las mejillas del peliplata, haciendo que James comprendiera e hilara un millón de cosas más. — Tranquilo, entiendo, solo nos quedan unos días antes de entrar a la escuela y debes hablar las cosas con Albus, hay mucho que necesitamos averiguar y en realidad no creo que podamos hacerlo solos.
Pero solo bastaron unos segundos para que el fuego de la chimenea del despacho que Scorpius había guardado para él mismo, cuando un molesto Albus Potter apareció con una nota en las manos.
—Mi hermano y mi mejor amigo ¿Debería sentirme molesto? — Albus en realidad no parecía del todo molesto a los ojos de los otros, parecía una locura, pero estaba frente a ellos, mirándolos a ambos con rostro en una mueca, bastante incomoda. — Ahora me explicarían…—Levantó la nota.
James había recibido esa nota, pero no sabía que era lo que le correspondía a él mismo y que era lo que realmente le correspondía a Scorpius, por lo que puso la mano en el hombro de su amigo.
Scorpius se estremeció ante el contacto y a sus ojos, la mirada de Albus pareció ponerse incluso incomoda.
James sonrió conociendo a su hermano, por lo que apretó un poco más el contacto que estaba teniendo con el joven Malfoy y esperó.
—Espero que me digan algo…