Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

por Rukkiaa

[Reviews - 26]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

20. ¡Suelten al dragón!

 

–Katsuki, en servicios sociales necesitamos un nuevo abogado, y por alguna razón mi jefe sabe que tú lo eres. O lo eras. Así que quiere entrevistarte y si eso, contratarte—dijo Tôya entrando a la cocina donde Shôto daba el biberón a Masaru, y Katsuki tomaba jalapeños directamente de un tarro.

–Paso—dijo el rubio y siguió comiendo.

Shôto le miró extrañado. –¿Por qué pasas? Quieres ese trabajo. Te gusta la idea.

–No es verdad.

–Sí que lo es—dijo convencido. –Y quieres que deje de decirlo porque te estoy incomodando.

–¿Aceptas? Yo odiaría trabajar contigo, pero mi jefe me echaría la bronca si no te lo pido—dijo Tôya sirviéndose cereales.

–Tiene razón. Odia pensar que trabajaréis bajo el mismo techo. Está seguro de que meterás la pata y te despedirán—dijo Shôto distraído pendiente de su hijo.

–¡Shôto! –chilló el pelirrojo.

–¿De verdad piensas que la cagaré? Soy bueno. Lo era, antes, cuando ejercía de fiscal. Pero no me interesa una mierda el empleo que me ofreces tú—dijo Katsuki a Tôya.

–Sí lo quieres—dijo de nuevo el bicolor y apretó los labios arrepentido.

–¡Cállate, mitad y mitad!

–Lo siento. Ignoradme. No sé qué me pasa—dijo y se volteó para darle la espalda a los otros.

–Son tus poderes. Siguen en constante evolución—dijo Tenya apareciendo por al puerta. –Se conoce como empatía. Sientes las emociones de la gente de tu alrededor.

–¿Nuevo poder? –preguntó Tôya intrigado.

–¿En serio? Últimamente estoy pasando de ser el que tenía el poder más ridículo, al que se pone a la cabeza de la carrera—dijo contento y dejó el biberón ya vacío en el lavaplatos. Entonces miró a su hijo. –Papi empieza a molar mucho. –el niño rió e hizo aparecer el chupete en su boca. –Tú también molas.

–Pero Shôto, debes aprender a gestionarlo. Podrías confundir los sentimientos de otros con los tuyos. Adquirirlos sin querer y sufrir por ello—continuó el peliazul.

–No me gusta tu nuevo poder—comentó el rubio. –No es justo que sufras lo de otros.

–Tampoco es justo que gente inocente sufra—dijo Shôto.

–¿Por qué tanta mejora de poderes de repente? –preguntó Tôya.

–Quizás alguno debió aparecer antes, y puede que el tener dentro a un bebé con tantos poderes demoníacos juntos a la vez, trastornara su magia—dijo Tenya sirviéndose café.

–Puede que fuera esa poción que tuviste que tomar para no morir—dijo Katsuki. –Aquella para equilibrar las magias de ambos.

–Buenos días—dijo Fuyumi entrando con mala cara.

Shôto tuvo que sostener con fuerza a Masaru, porque sintió una oleada de tristeza intensa y empezó a llorar.

Katsuki se puso en pie y se le acercó. –Eh...

–Es por Fuyumi. No soy yo, tranquilo.

–¿Qué os contáis? –ella se sirvió un vaso de zumo y se sentó junto a Tôya, mostrando una sonrisa que evidentemente no era sincera.

El bicolor salió de la cocina. Necesitaba poner distancia con su hermana. Estaba demasiado apenada, y le estaba contagiando. Fue al salón y metió a Masaru dentro del parquecito para bebés, donde tenía un par de muñecos con los que le gustaba jugar golpeándolos entre si o haciéndolos aparecer en algún punto de la habitación.

–¿Quieres ver la televisión, Masaru? Papi te pondrá los dibujitos esos que te gusta mirar—dijo Shôto encendiendo la televisión y poniendo un canal infantil. Entonces se sentó en el sofá.

–¿Te sientes mejor? –preguntó Katsuki sentándose a su lado.

–Las emociones de mi hermana son muy fuertes. Supongo que es por lo de Tensei, pero aprenderé a soportarlas—dijo dándole la mano. El otro entrelazó los dedos con los suyos. –Katsuki, creo que deberías ir a esa entrevista de trabajo. Sé que te gustaría trabajar. Que odias estar aquí todo el tiempo. Veo tu cara cuando matamos enemigos, y lo disfrutas. Eres un hombre de acción. Y allí podrás ayudar a muchos niños que tengan problemas en sus familias; como hacen Tôya y sus compañeros.

El rubio entrecerró los ojos. Shôto le estaba mirando de una manera que conseguía derretirle su corazón negro. Una mirada que utilizaba algunas veces sin que se diera ni cuenta. Y esa mirada hacía que todas sus defensas se cayeran al suelo.

–Te odio—dijo Katsuki antes de besarle con pasión.

Tan ocupados estaban con lo suyo, que ni vieron cuando Masaru con un parpadeo cambió de canal y puso una película medieval donde salía un dragón que escupía fuego. El niño entonces, de alguna manera, hizo que el dragón desapareciera de la pantalla y apareciese fuera, en el jardín. Con un tamaño imponente, escamas rojas y ojos amarillos. Y con la cola, antes de impulsarse para volar, rompió los cristales de las ventanas del salón; haciendo que Katsuki y Shôto dieran un brinco.

–¡¿Eso era un dragón?! –preguntó Shôto mientras corría a coger al niño en brazos.

–Genial. Hacía mucho que no veía uno—comentó Katsuki asomándose por una de las ventanas rotas.

–¿Qué ha pasado? –Tôya, Fuyumi y Tenya aparecieron en el salón, alarmados.

–Un dragón anda suelto por la ciudad—dijo el rubio.

–¿Un dragón?¿Cómo es posible? –preguntó Tenya asomándose también.

–Eh... mirad la televisión... –dijo el bicolor y se percataron de que en la película salían algunos dragones más. –¿Creéis que...?

–¿Salió de ahí? –la pregunta la terminó Katsuki, igual de incrédulo que su marido.

–¿Cómo salió de ahí? –cuestionó Tôya y todos miraron a Masaru, que parecía ajeno a todo.

–Yo le puse dibujos animados. Él cambió el canal. Así que no me extrañaría que el dragón fuera cosa suya—dijo Shôto alzando al niño para que quedase a la misma altura que su rostro. –Fuiste tú, lo sé.

–Yo lo habría hecho también si tuviera el poder; así que sí, fue él—secundó Katsuki.

–Pero eso no está bien, Katsuki. Debemos enseñarle a Masaru que no puede usar sus poderes para todo lo que quiera—dijo el bicolor preocupado.

–¿Cómo se evita que un niño tan pequeño haga lo que quiera? –preguntó Fuyumi.

–Le puedo ordenar que no lo haga—dijo el rubio y dio varios pasos decididos hacia el niño. –Mientras le sujeto boca abajo al borde de un precipicio.

–No. Hay que hacerle ver que está mal—dijo Shôto deteniéndolo. –Nada de precipicios. –El otro hizo una mueca de decepción.

–Tenéis más problemas aún, pero estamos aquí para ayudar—dos tipos completamente vestidos de blanco aparecieron en el salón.

–¿Quiénes sois? –Fuyumi se puso al frente de sus hermanos, como si estuviera lista para protegerlos.

–Son los Limpiadores—aclaró Tenya.

–Cuando la magia está al descubierto, nosotros la ocultamos. Quitamos todas las evidencias. Borramos todos los recuerdos. Todo lo que sea necesario. Pero tenéis que eliminar al dragón, o de lo contrario, nos llevaremos al causante de todo este lío—dijo uno de ellos mirando a Masaru. Shôto, por instinto, lo apretó más contra su pecho.

–El dragón está causando muchos problemas. Hay muchos testigos de su presencia—dijo el otro.

–Nadie se llevará a mi pequeño—dijo el bicolor. Katsuki, cabreado, les lanzó un par de bolas de fuego que no les hizo absolutamente nada.

–Tenéis que entender nuestra posición. Somos una parte neutral. Sólo existimos para proteger la magia, pero para ese fin vuestro hijo se ha convertido en un problema. Sin embargo, basándonos en vuestro éxito habitual para ocultar vuestra magia, queremos daros una oportunidad. Ocupaos del problema antes de que se os escape de las manos. Y si no podéis, nos encargaremos nosotros—dijo el que llevaba la voz cantante, y ambos desaparecieron.

–Voy por el libro de las sombras—dijo Fuyumi corriendo escaleras arriba.

Shôto se sentó en el sofá con el niño en los brazos. –¿Qué vamos a hacer?¿Qué vamos a hacer si se lo llevan?

–No se lo llevarán—dijo Katsuki inclinándose sobre él. Intentando darle la seguridad que él mismo no terminaba de sentir.

–Shôto, no te han dicho con seguridad que se llevarán a Masaru. Dijeron que era un problema, lo cual significa que hay una manera de derrotar al dragón de un modo que solo tú, como padre, debes encontrar—dijo Tenya. –Solo vosotros dos podéis enseñarle que lo que ha hecho está mal y tiene consecuencias.

–No suena descabellado—dijo Tôya.

–Malas noticias—dijo Fuyumi bajando las escaleras con el libro. –Al parecer no hay nada de dragones en el libro de las sombras, pero si conseguimos un diente, una escama o algo, podríamos hacer una poción para destruirlo.

–Improvisaremos, pero haremos la poción más poderosa que podamos—secundó Tôya.

–Pues debemos ir a buscarlo ya. Venid—dijo Shôto poniéndose en pie. Todos se le acercaron y tocaron al niño. –Masaru, ¿recuerdas a tu amigo el dragón?

Aparecieron en mitad de una calle donde la gente corría espantada en todas direcciones; y allí en medio de la carretera, sobre un montón de escombros, dormitaba el dragón.

–Ha hecho un nido—aclaró Katsuki.

–Le robaré una escama—dijo Tôya. –¡Escama! –la escama apareció en su mano, pero el dragón se despertó enfadado.

–Se ha cabreado mucho—dijo Shôto sintiendo la furia gracias a su poder.

–Si sientes también miedo, debe de ser el mío—dijo Tenya ocultándose un poco detrás de Tôya.

–Vámonos. Ya tenemos la escama para la poción—dijo Fuyumi.

–Esperad—el bicolor pasó el niño a los brazos de Katsuki. –Deja que me vea—dijo y se acercó al dragón.

–¡Eh!¡Ven aquí ahora mismo, mitad y mitad descerebrado!

–¡Ven y atácame, lagarto escupe fuego! –gritó Shôto deteniéndose a pocos metros del dragón.

Katsuki quiso correr hacia él, pero Tôya se lo impidió. –No. Creo que sé lo que intenta hacer.

El dragón voló alto y descendió a toda velocidad hacia él. Pero antes de que le tocase, el niño movió la mano y el dragón se transformó en un chico que se llevó a Shôto por delante; haciendo que su espalda diera de lleno contra el asfalto.

–¡Shôto! –escuchó por parte de todos; pero no podía moverse. Sentía un peso sobre él. Un peso que se quitó de golpe cuando Katsuki le dio una patada al chico que antes había sido un dragón.

–¡Apártate de él, sabandija asquerosa!

Tenya ayudó al bicolor a levantarse. –¿Necesitas que te cure algo?

–Estoy bien.

El chico que antes había sido un dragón, se postró de rodillas ante ellos. Tenía unos curiosos cabellos carmesíes que parecían numerosos cuernos y unos ojos del mismo tono. Además iba descamisado, con unos pantalones oscuros y unas botas.

–Lo siento mucho, no pretendía herir a nadie. Pero estaba asustado de esta realidad—dijo inclinándose una y otra vez. –Creí que veníais a hacerme daño.

–Tranquilo—dijo Shôto. Ahora sentía lástima por él. Notaba que hablaba en serio.

El chico entonces les miró detenidamente y sus ojos se centraron en Masaru.

–Tú eres el que me liberó, ¿verdad? Oh, amo. Te estaré eternamente agradecido—dijo poniéndose en pie e inclinándose hacia el niño. –Te debo la vida.

–Espera... ¿El dragón era un tío o Masaru lo convirtió en un tío? No entiendo nada—dijo Tôya.

–No lo sé, y no importa. Lo que cuenta es que el dragón ya no existe y los Limpiadores nos dejarán en paz—aclaró Fuyumi con alivio.

–Exacto. Volvamos a casa—dijo Tenya y todos se aparecieron allí.

Katsuki, como aún tenía al niño en los brazos, le dio a Shôto una patada en el trasero que casi lo hace caer.

–¡Fuiste un loco arriesgándote así!

–Confiaba en que nuestro hijo no dejase que me pasara nada.

–Fue culpa mía, golpéame a mi—se ofreció el chico dragón.

–Lo haré, descuida, reptil de mierda.

–¿El reptil tiene nombre? –preguntó Tôya que todavía conservaba la escama en la mano.

–Sí. Sí—dijo inclinándose de nuevo con ahínco. –Me llamo Eijiro Kirishima. Encantado. Os pido mil disculpas por mi comportamiento y os compensaré sirviendo al amo.

–No lo llames amo, no es necesario. Se llama Masaru—dijo Shôto cogiendo al niño de los brazos de Katsuki.

–Pero el amo Masaru me liberó. Le debo respeto.

–Nada de amo—repitió el bicolor.

–Fíjate, ya tenéis un niñero—dijo Tôya. –Y gratis.

Los Limpiadores entonces aparecieron frente a ellos.

–Todo está como antes estaba—dijo uno. –Hemos eliminado los destrozos del dragón. Y nos habéis demostrado que el niño puede ser controlado. Seguirá a vuestro cuidado—y desaparecieron.

Todos respiraron aliviados.

–Kirishima, sígueme. Te pondremos una cama en el cuarto de Masaru—dijo Shôto subiendo por las escaleras, seguido del chico dragón.

–Me gusta dormir en alto.

–¿Te gustaría una hamaca?¿Lo más cerca posible del techo?

–¿Puede ser de oro? Me gusta como brilla.

–No tengo el bolsillo mágico de Doraemon...pero veré qué puedo hacer.

–Oye, panoli—dijo Katsuki acercándose a Tôya. –Dile a tu jefe que iré a su entrevista.

Continuará...


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).