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por Rukkiaa

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21. Niño malo

 

Masaru estaba sentado en la trona y Shôto le daba una papilla de frutas. Kirishima se comía un par de filetes de carne cruda y Fuyumi preparaba unos sándwiches en la sartén. Tôya entró aún en pijama y se dejó caer sobre un taburete. Poco después llegó Tenya, y se sirvió un café.

–No sé cómo puedes comerte la carne cruda. Métela un poco en el microondas o algo—dijo el pelirrojo Todoroki al chico dragón.

–Me gusta así. Está deliciosa.

Shôto se puso en pie tras darle toda la papilla al niño, e hizo una mueca de dolor que no pasó inadvertida para el peliazul.

–¿Estás bien?

–Sí. Con esto de la empatía siento la excitación de Katsuki todo el tiempo, y eso me excita a mi también. Así que lo hacemos mucho. Tanto que me duele hasta al caminar. Y sentarme es un suplicio.

–Puedo curarte; al fin y al cabo, es un daño producido por un demonio—dijo Tenya algo sonrojado.

–Te lo agradecería bastante. Porque sino mi nuevo poder va a provocar que tenga miedo al sexo.

–Y puede provocar que aparezca otro Bakugô Junior—dijo Tôya divertido.

–Olvídalo. Masaru fue producto de una noche de pasión con la mitad demoníaca de Katsuki que ambos decidimos que no se repetirá sin protección—aclaró el bicolor. –Por cierto, Fuyumi... –comentó distraídamente. –Tu estado de ánimo está mejorando últimamente. ¿Acaso has conocido a alguien en el restaurante?¿Una nueva ilusión?

–No. Resulta que aún siendo Anciano, Tensei aparece por aquí de vez en cuando. Algunas noches se escapa y viene a verme—admitió la chica sonriendo.

–Mírate. Ahora sois como unos adolescentes que sólo se pueden ver cuando sus padres se van a dormir—dijo Tôya. –Por cierto, ¿dónde está tu iracundo semental? –echó un vistazo a la cocina, y ni rastro de Katsuki.

–Se marchó a primera hora al trabajo. Tenía que ocuparse de un caso—dijo Shôto orgulloso. –Y ahora soy yo el que se va—cogió a su hijo en brazos y le dio un beso. –Papi vendrá pronto. Kirishima cuidará de ti.

–¿Se ha ido al trabajo sin mi el muy rata? –Tôya salió corriendo y le escucharon en el piso de arriba.

Tenya carraspeó llamando la atención de los que quedaban en la cocina.

–Luego cuando estemos todos, me gustaría hablar con vosotros. Hay algo que he pensado que necesitáis saber.

Horas después, una vez hubieron cenado, se reunieron en el salón para escuchar lo que Tenya tenía que decirles. No faltaba nadie, ni siquiera Tensei, que había sido llamado por el propio chico del futuro.

–Le he dado vueltas a algo que creo que debéis saber. Porque seguro que llegado el momento necesitaré vuestra ayuda. Sé que os dije que había venido del futuro para evitar que los titanes destruyeran el mundo, pero la verdad es que lo hice para salvar a Masaru.

–¿Qué? –preguntó Shôto con el niño en brazos.

–En el futuro acabó en el bando de los demonios. En el futuro del que vengo, Masaru es malvado. Y os necesito para evitarlo. Porque ni yo ni nadie puede detenerle en la actualidad. En mí actualidad—admitió Tenya compungido. –Él es el mal del futuro que he venido a evitar.

Katsuki y Shôto se miraron.

–Crecerá y asustará a los demás con sus poderes. Incluso matará—continuó Tenya.

–¿Por qué vamos a creerte? –preguntó el rubio alterado. Ciertamente era algo que le preocupaba a veces, que su hijo sucumbiera al mal; aunque lo había llegado a descartar por cómo lo estaban criando.

–Porque tenéis que hacerlo. Sin embargo, advirtiéndoos, estoy convencido de que podremos evitarlo. Hay muchas cosas que han cambiado en el futuro gracias a vuestras acciones.

–¿Por qué no nos lo dijiste desde un principio? –preguntó Fuyumi.

–Hay muchas cosas que no podéis saber. Y no sé qué contar y qué no sin causar catástrofes venideras—dijo acomodándose las gafas.

–No pasa nada. Mataré a todo el que se acerque a Masaru. Es lo que hemos estado haciendo hasta ahora—dijo Katsuki.

–Y tenemos que enseñarle a usar su magia para defenderse de los malos—dijo Shôto acariciando los cabellos de su pequeño. –Confiemos en que no se convertirá en alguien malvado. Tengo fe en que no lo hará.

El bicolor se puso en pie y abrazó al peliazul para darle las gracias por contarles algo tan importante, pero al hacerlo, tuvo una curiosa premonición.

«Escuchaba las risas de dos niños provenir de algún lugar de la casa, y sus pasos le guiaron en su busca.

Había juguetes tirados por el suelo del salón y sobre los muebles. Como si hubiera estallado una bomba dentro de una juguetería. Kirishima le sonrió mostrando todos sus puntiagudos colmillos cuando miró hacia el techo y le vio colgado de la lámpara.

De repente, un niño pequeño de claros cabellos rubios desordenados y en punta atravesó la pared y saltó corriendo sobre el sofá. No cabía duda de que Masaru iba a ser la viva imagen de Katsuki. La única diferencia era la heterocromía.

–¡Encuéntrame! –gritó Masaru sin dejar de sonreír.

Un haz de luz azulada se hizo visible sobre el sofá también, y se convirtió en un niño de cabellos azules oscuros, ojos grises y gafas, que no tardó en ponerse a saltar como el otro.

–¡Te encontré!

–¡Otra vez! –dijo Masaru y se desapareció.

El niño de gafas miró al bicolor. –¿Nos das la merienda, tío Shôto?»

Tenya le miraba confuso cuando por fin logró apartarse de él y recuperarse del impacto de la premonición. Todos los demás también parecían expectantes, pero Shôto, sin mediar palabra, tomó al peliazul de la muñeca y le arrastró al piso superior, cerrando la puerta de su dormitorio.

Su actual luz blanca le observaba inmóvil desde el centro de la habitación mientras él ordenaba las palabras en su cabeza. Mientras formulaba la pregunta que obligatoriamente tenía que hacerle a aquel chico.

–Necesito que me respondas con sinceridad—dijo llevando al pequeño Masaru hasta la cuna y recostándole.

–Claro.

–¿Eres el hijo de Fuyumi y Tensei?

Tenya abrió los ojos con asombro, pero pronto se relajó.

–¿Es lo que viste en tu premonición?

–Sí.

–No puedes contarlo. Si Fuyumi y Tensei se enteran, podría destruir todo mi futuro. Puede que ni llegara a nacer.

–O puede que ya te hayan concebido. Sigues estando aquí.

–Tal vez. O tal vez aún no ha llegado mi momento.

Shôto tomó aire. –No sé cómo no me di cuenta de que eras mi sobrino. Eres idéntico a Tensei en casi todos los aspectos.

–¿Cómo que es tu sobrino? –Katsuki se materializó en el dormitorio, pillándoles por sorpresa.

–¿Qué haces aquí? –preguntó el bicolor.

–¿Creías que después de tu extraña salida del salón con este Bombilla, me iba a quedar tan tranquilo y os dejaría solos aquí?¿No me conoces, mitad y mitad?

–Por favor, que esto no salga de aquí. Me podríais meter en un gran lío—suplicó el peliazul nervioso. No estaba tan seguro de que el medio demonio guardara el secreto, sobre todo, si podía fastidiarle contándolo.

–Espera un momento—dijo Tôya apareciendo también. Tenya se llevó las manos a la cabeza. –Si tu objetivo era nacer, ¿por qué influiste en lo de que Tensei se convirtiera en Anciano? Si no le hubieras aconsejado darnos el poder de los dioses y todo eso, él seguiría aquí en la casa retozando con su mujer.

–Necesitaba ser vuestra luz blanca para proteger a Masaru de quien quiera que sea el demonio que le convertirá en malvado. Me centré tanto en ayudar a mi primo, que me olvidé de que necesitaba a mis padres juntos para poder nacer—admitió el peliazul avergonzado.

–Pero Fuyumi y Tensei siguen viéndose—dijo Shôto. –Aunque Tensei ya no viva aquí como antes, ella misma nos contó que mantienen el contacto. Y supongo, que entre otras cosas... Harán lo que se necesita para que tu llegues al mundo.

–Y sino, podemos organizarles una noche romántica. Con una cena, música y pétalos de rosa sobre la cama—dijo Tôya.

–Tu concepto del romanticismo es una mierda—dijo Katsuki.

–No me cuentes lo que harías tu—dijo el pelirrojo.

–¿No se te ha ocurrido... –preguntó Shôto a Tenya. –que quizás Fuyumi ya esté embarazada? Como sus hermanos podemos convencerla de que se haga una prueba de embarazo.

–O podemos hacer un hechizo para saberlo—dijo Tôya entusiasmado.

–No. Primero una prueba normal—dijo el bicolor. –No me apetece que el hechizo salga mal y que Tenya se convierta en cenizas como las pobres víctimas de Thanos.

A la mañana siguiente, ambos hermanos se sentaron en los taburetes de los lados, dejando a la chica en medio, que desayunaba tranquilamente.

–¿Qué queréis? –preguntó alzando las cejas. –Hay más huevos Benedict en el horno para vosotros.

–Sólo queríamos saber cómo estás—dijo Shôto fingiendo normalidad. –Si te encuentras bien. Si no sientes alguna molestia. Mareo o náusea.

–Estoy bien—dijo ella y tomó un bocado.

–¿Estás segura? –cuestionó Tôya poniendo sobre la mesa un par de cajas de pruebas de embarazo.

Fuyumi le miró confusa.

–¿Eso es para mi?

–Nos gustaría que te hicieras las pruebas—dijo Shôto.

–Ya que estás viendo a Tensei... Quien sabe. Hemos estado pensando en que podría ocurrir. Y nos hace ilusión—admitió el pelirrojo.

–Masaru desea un primito o una primita con quien jugar.

–Estáis locos. No estoy embarazada—dijo ella de buen humor.

–¿Y por qué no lo compruebas?¿Qué puedes perder?

Fuyumi miró a su hermano pequeño. Parecía realmente interesado en que se hiciera las pruebas. Y de verdad que no perdía nada, así que las cogió.

–Vale—dijo y se fue al piso superior.

Kirishima entró en la cocina agitado de venir corriendo.

–Ha dicho papá—dijo recuperando el aliento.

–¿Qué? –preguntó el bicolor.

–Masaru ha dicho papá.

–¡¿De verdad?!¡Eso es...! Pero está con...

Katsuki llegó con el niño en brazos, que no dejaba de tirar de su corbata y metérsela en la boca.

–Tengo que irme a trabajar. Coge esto y que deje de babearme—dijo pasándole el niño a Kirishima.

–¡Katsuki! –gritó Shôto. –¡Te ha llamado papá!¿Acaso no te importa?

–¿Por qué me iba a importar? Ya sé que soy su padre, joder. ¿Cómo iba a llamarme entonces?

–Es la primera palabra que ha dicho en su vida. Y la ha dicho para referirse a ti. Eso es importante—dijo el bicolor algo triste. Katsuki se dio cuenta y odiaba ver al otro cabizbajo. Así que se le acercó y le mordió en la mejilla con suavidad.

–Luego lo celebramos, ¿vale? Y también cuando aprenda a llamarte mitad y mitad a ti—susurró en su oído. Le guiño el ojo, tomó un tarro de pimienta en grano del especiero para desayunar, y se marchó.

–Estoy embarazada—dijo una incrédula Fuyumi entrando de nuevo en la cocina con las dos pruebas positivas en la mano.

–¿De verdad? –dijo Tôya intentando fingir sorpresa. La chica pareció darse cuenta.

–¿Acaso lo sabías?¿Por eso me diste los test?¿Ambos sabíais esto? –Kirishima, notando la tensión, se marchó con Masaru al salón.

Shôto y Tôya cruzaron miradas.

–Está bien... Te lo contaremos—dijo el bicolor. –Ya no pasa nada si lo sabes, porque ya estás embarazada y nada puede cambiar eso.

–Pero lo supimos por Tenya—siguió el pelirrojo. –Porque él no seguiría aquí si tú no estuvieras embarazada... O fueses a estarlo próximamente.

–¿Qué tiene que ver Tenya en esto? –preguntó ella confusa.

–Tenya es...tú hijo—dijo Shôto. –Tuyo y de Tensei, claro. Es el primo de Masaru. Por eso quiere ayudarlo. Por eso vino del futuro para ayudar a nuestra familia. Porque él forma parte de ésta familia.

–No es posible... Tenya es... Y yo... –aturdida, se dejó caer sobre un taburete.

–Tenya es mitad luz blanca—aclaró Tôya. –Y físicamente... No hace falta que digamos nada, ¿no?

Ella los miró a ambos, emocionada. –Es mí hijo... Pero él no parece sentir un aprecio especial por mí. Parece llevarse mejor contigo, Shôto. Tal vez yo fui tan mala madre que me odia o le soy indiferente.

–Eso no es... Pasa mucho tiempo conmigo, pero por Masaru. Pasa más tiempo con Masaru.

Fuyumi se levantó y le tomó de las manos.

–Habla con él. Pregúntale qué siente por mí. Si le hice algo malo que pueda evitar hacer ahora—pidió suplicante.

–Deberías preguntarle tú.

–No me lo dirá, por favor—hizo un puchero que no pudo evitar que le conmoviera.

–¡Tenya! –llamó. Segundos después el luz blanca estaba allí.

–¿Qué se os ofrece? –preguntó servicial.

–Ven conmigo—dijo Shôto y lo guió al piso de arriba, donde volvió a llevarle hasta su habitación. –Vale... Otra vez aquí—se frotó las sienes, como si le fuera a dar dolor de cabeza estar metido en medio de todo ese lío. –¿Tienes algún problema con Fuyumi?

–¿Qué clase de problema?

–¿La odias?

–¿Qué? No. En absoluto.

–Pues ella tiene la impresión de que no te gusta como madre.

Tenya se mostró desconcertado. –Espera... ¿Sabe que es mi madre?

–Sí. Tranquilo. Está embarazada. Ya no hay posibilidad de que no existas. Ahora responde. ¿Por qué Masaru llamó papá a Katsuki antes que a mi? O sea, yo me paso la mayor parte del tiempo con el niño, aunque no es que me moleste que llame papá a su padre, por supuesto... Quiero decir, ¿te cae mal tu madre?

–Quiero a mi madre. La adoro. Es la mejor madre del mundo.

–¿Entonces por qué la tratas como si no existiera?

Tenya miró al suelo.

–Porque ella no existe en mi futuro—dijo al borde del llanto. –Muere cuando apenas soy un niño... Y tengo miedo de encariñarme con mi madre de este presente, porque temo volverla a perder y que me duela del mismo modo. Y me destroza el que pronto tenga que regresar a un futuro en el que ella no está.

Shôto le miró comprensivo.

–Tal vez eso que me cuentas sea mayor razón para acercarte a ella. Para aprovechar esta especie de segunda oportunidad. Ahora cuentas con nuestra ayuda para evitar la maldad de Masaru. Puedes centrarte en tu familia.

–Tú también eres mi familia—admitió el peliazul. –Cuando ella muere, yo me quedo contigo. Contigo y con Masaru. Crecemos juntos y somos como hermanos. Tú y el hacéis que mi futuro sea menos terrible. Hasta que mi primo se pasó al lado del mal, claro.

Shôto se le acercó y le acarició el hombro.

–Hazme caso. A Fuyumi le entristece pensar que la odias por algo y no quiere hacer nada que te moleste en el futuro. Tendrías que hacerle saber que la quieres. Piensa en que tal vez todo lo que hemos hecho desde tu llegada, ha podido cambiar lo de su muerte tan temprana.

Ambos fueron al salón, donde ya estaban Fuyumi y Tôya, haciendo compañía a Masaru y Kirishima. Además de Tensei, que estaba junto a la chica y le daba las manos.

–¿Qué hace él aquí? –preguntó Tenya no muy contento.

–Le llamé para decirle lo de mi embarazo—admitió Fuyumi.

–Pues Tenya tiene algo que decirte a ti—dijo Shôto empujando la espalda del chico.

–Delante de él, no—dijo el peliazul menor.

–Pero es...

–¡Delante de Tensei no! –dijo y orbitó hacia alguna parte.

–¿Qué le pasa? ¿Le he hecho algo que no sé? –preguntó Tensei confundido.

–Tienes que saber algo sobre Tenya—dijo Fuyumi.

Shôto cogió a Masaru en brazos.

–¿Sabes dónde está tu primo?¿Sabes dónde está Tenya? –y en un instante, apareció en el desván con el niño. Tenya estaba en un rincón, sentado en el suelo y abrazando sus propias piernas. –¿Cuál es tu problema con tu padre? –preguntó el bicolor sin acercarse.

–Déjame...

–Yo también estoy resentido con mi padre—admitió Shôto sentándose en el suelo con las piernas cruzadas y el niño sobre las rodillas. –Nos abandonó siendo muy pequeños. Fuyumi es la única que le ha perdonado, pero Natsuo y yo... Aunque eso cambió cuando nació Masaru. Enji vive en otra ciudad, así que le envío una foto del niño cada mes. Nadie lo sabe, ni siquiera Katsuki. Hasta ahora, que lo sabes tu.

–Tensei es muy parecido. También me abandonó. Siempre prefirió ayudar a los demás, y nunca estuvo cuando le necesité—reconoció por fin. –¿Por qué crees que terminé viviendo en tu casa tras la muerte de mamá?

–No era mi intención hacerte eso—dijo Tensei entrando por la puerta seguido de Fuyumi. Ambos se daban la mano y parecían dar pasos cautelosos hacia el centro de la habitación.

–Pues lo hiciste—a pesar de seguir reticente a la presencia de su padre, no parecía tener intenciones de huir.

Shôto decidió que era hora de dejar solos a los tres; aquello era algo que debían resolver entre ellos.

–Cambiaremos el futuro. Evitaremos los errores—dijo Tensei. Lo último que vio el bicolor antes de salir por la puerta, fue a Tensei inclinándose hacia su hijo. –Te pido otra oportunidad para demostrarte que puedo ser un buen padre.

Continuará...


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