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SUPERFICIAL por Yami Red eyes

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Notas del capitulo:

Hola, hola

 

Nuevamente yo y el siguiente cap!!

 

Get the fick On!!!

 


¿Por qué en esta vida nunca te quedas con el ser que amas?


 


Dicen que Dios es celoso, y que no tienes permitido amar con tanta intensidad a nadie más que a él; es por eso que si amas a alguien con toda tu alma, llegará el día en que se presente alguna situación y Dios te lo quite.


El Dios que conocemos, el bondadoso Dios que provee y es padre de todos; bueno ¿será que no es más que un ser egoísta?


 


 


 


Capítulo 3.- Egoísta


 


 


 


-Hospital Tenjou-


 


Yusaku miraba a la nada sentado desde la camilla en su cuarto privado, su rostro reflejaba derrota y depresión.


Ahora todo se encontraba en calma, se recuperaría lentamente después de haber sobrevivido a la cirugía pero extrañamente se sentía sin vida.


La bala era real, ese sujeto realmente había intentado asesinarlo; comprendía entonces por qué la desesperación de su suegro cuando recién se enteraban de las locuras de ese sujeto, y ahora...ahora tenía atrapado a su Ryoken entre sus garras con intenciones de casarse para llevárselo lejos.


Ryoken también estaba ahí, sin decir nada, pelaba una mandarina para dársela al estudiante. Le entregó un gajo muy bien pelado, pero Yusaku lo rechazó ladeando la cabeza.


 


—Vamos, debes recuperar fuerzas.


 


No tenía ganas de nada, solo había una idea que martillaba su cabeza.


 


—Por favor, Ryoken, huyamos. —por fin se lo había dicho.


 


El oji azul estelar se impresionó unos segundos por dicha proposición, su corazón se sintió oprimido, entendía el miedo que sentía su novio pero también lo peligroso que eso implicaba.


Desvió la mirada.


 


—Nos encontraría.


 


Yusaku se mostraba desesperado, negó con la cabeza varias veces y habló en tono suplicante.


 


—No, no nos encontrará si nos vamos ahora. Nos iremos a un país de tercer mundo, o a Rusia, o al polo Norte si es preciso, pero juntos, Ryoken. —tomó con fuerza la valiosa mano de su pareja haciendo caer el alimento al suelo. Sus ojos brillaron en determinación. —Vayámonos.


 


—Yusaku...


 


Ryoken sentía pena por ellos mismos; ojalá pudieran huir ahora, pero solo bastaba con fijarse en la herida grave que su amado sufría en ese momento para pensarlo dos veces. Takeru no se andaba con contemplaciones, la próxima vez, no fallaría y perdería a Yusaku para siempre.


Yusaku también iba en serio. Kogami hijo admiró esa determinación, sin embargo nunca en su vida se había sentido tan atrapado como en ese momento. Por un lado quería desafiar a la muerte y largarse lejos junto a la persona de la que estaba enamorado; pero por el otro, precisamente por amor, es que tenía que protegerlo a como diera lugar. Sabía que Yusaku era muy terco, se atrevería a tomar decisiones alocadas en esos momentos desesperados y Takeru estaría listo para aprovecharse de eso.


Exhaló estresado por la situación.


 


—Tengo que casarme con él y no hay vuelta atrás.


 


El corazón del oji esmeralda se estaba haciendo pedazos, sus lágrimas no esperaron a brotar impotentes, pero lo hacía en silencio.


Ryoken lo abrazó brindándole el calor de su cuerpo con el más profundo sentimiento de amor infalible.


 


—Porque te amo, Yusaku, por eso es que debo casarme con él.


 


—¡Idiota! —pocas veces eran las que el estudiante mostraba un sentimiento violento. — No, sabes como me siento. No lo pienses, solo huyamos de él...


 


—Tú también lo has deducido. Ese hombre podría asesinarte a ti, a mi padre y a todos nuestros conocidos sin miramientos. No hagas que eso ocurra; nosotros no tenemos poder.


 


—Specter, dile a él que resuelva esta locura.


 


—Hable con él precisamente. Takeru tiene alianzas con la mafia y con funcionarios importantes del gobierno, no puede hacer nada. Takeru tiene mucho poder.


 


No se dijo nada más. Yusaku entendía la posición de Ryoken, la de Takeru y la suya, se dio cuenta que era casi imposible pelear en su contra. Se abrazó al peliblanco sin intenciones de dejarlo ir. Era suyo, su Ryoken, el amor de su vida, era injusto que solo llegaran a arrebatárselo y no poder luchar.


En la vida siempre pasaba así, la vida siempre sería de esa manera; los fuertes siempre tomaban lo que deseaban cuando lo desearan y el mundo era para ellos sin restricciones. Personas como ellos —Yusaku y Ryoken—,solo sobrevivían y soñaban por un futuro mejor; sueños que los poderosos y corruptos como Homura truncaban. Solo les quedaba esperar a ser marcados por el estatus económico o social que van armando.


Vivir para trabajar, en vez de trabajar para vivir.


Gran diferencia, y entre ese lapso de construcción a su futuro llegaban problemas externos como ese, de gente egoísta.


Ellos lo sabían; Ryoken era solo un capricho, un verdadero diamante pulido encontrado entre tantas piezas de bisutería brillante de fantasía.


¿Qué pasaba con ese tipo de joyería genuina? Solo los poderosos podían adquirirlas y este era el caso.


Yusaku se había sentido un hombre con suerte desde que lo conoció en la infancia; toda una vida junto a él y ahora se derribaba tan fácil como la caída de un árbol milenario.


 


—No. No quiero, no quiero que esto pase.


 


Permanecieron así por varios minutos; ambos estaban afligidos. Kogami pensó detenidamente sobre su caprichoso jefe: Takeru solo estaba interesado en su apariencia, siendo así, se le estaban ocurriendo miles de cosas muy locas para que dejara de interesarle. Teñirse el cabello de zanahoria o de colores llamativos, se pondría lentes de botella para distorsionar sus ojos, pondría braquetes a sus dientes aunque no lo necesitara; descuidaría su vestimenta e higiene —también podría servir—, pero no sabría si daría resultado. Takeru no era tan tonto como su apariencia reflejaba y solo se burlaría de él. No supo que decirle más que darle esperanzas.


 


—Entonces debemos ser más inteligentes que él. Mantener la calma primero. Si nos dejamos llevar por nuestras emociones, le daremos más ventaja. Debemos ganar este juego, Yusaku, pensemos...


 


—¿Juego? ¿Pero entonces que haremos? —preguntó conmocionado.


 


 


El oji azul suavizó su mirada.


 


— Primero. Solo quiere casarse conmigo para presumir, por lo que es meramente superficial su exigencia y puede que en un tiempo se aburra de mí y pase de moda. — Kogami iba alzando los dedos de su mano con forme iba citando sus puntos. —Segundo. Tiene una reputación que mantener así que cualquier fallo en su vida es una noticia internacional; podemos aprovecharnos de eso un tiempo. Y tres... Aunque yo esté viviendo en su mismo techo, jamás obtendrá mi corazón ya que este pertenece solamente a ti, Yusaku. Te amo completamente y te prometo que solo seré tuyo hasta el final de mi existencia.


 


Yusaku sonrió por lo dicho, también lo amaba con mucha fuerza. Tenía razón su novio; las cosas debían ser pensadas con frialdad y buscar una solución en vez de huir de ella; aunque no le agradaba la idea de la boda.


 


—Sé qué piensas en la boda.


 


El estudiante se levantó para mirarlo a los ojos, se conocían tan a fondo que a veces podían adivinar los que pensaba el otro.


Ryoken mostró su mano vacía, hizo un movimiento y apareció una sortija con el grabado de una cita que indicaba amor inquebrantable y su nombre escrito en ella junto a la fecha de ese día.


Fujiki se sorprendió.


 


—Yusaku, cásate conmigo, ahora mismo. Esta es la verdadera boda, la genuina, la otra será solo una actuación de novela. Quiero que tú seas mi esposo, quiero que seas tú el único que tenga mi alma, Yusaku Kogami.


 


La felicidad no cabía en el rostro del oji esmeralda, no esperaba aquello; el brillo de su rostro se agigantó ilusionado como un niño.


 


—Ryoken...—le fue puesta la sortija, posteriormente Kogami se puso una igual con el nombre de Yusaku en ella. Después se dieron un beso y juntaron sus frentes sonriéndose mutuamente. —Sí, si acepto, acepto.


 


—Por el poder de lo que amamos, nos declaro desde este momento, casados. Eres mi esposo y yo tuyo hasta más allá de la eternidad, del tiempo y de la muerte. —se besaron pactando su amor. Los corazones de ambos se aceleraban como si se hubieran declarado un duelo de arritmia. El amor que era correspondido era el tesoro más valioso en la vida de una persona; ya que, en esta vida, es la maravilla más difícil de lograr.


 


Ryoken levantó a Yusaku cuidadosamente solo para colocarlo cerca de su cuerpo; con una mano tomó su cintura y con la otra la mano derecha para iniciar una balada; pegaditos uno al otro, cuidando que no se enredaran con los sueros conectados al brazo del estudiante. La música la proveyó Ryoken al cantarle al oído a su esposo, esto provocó que ambos rieran. Solo a solas es que podían salir un poco de sus personalidades que demostraban al mundo.


 


—Aunque me veas lejos, Yusaku, yo siempre estaré cerca de ti.


 


Jamás lo dejaría, así tuviera que ser rebelde, su mundo seguía siendo Yusaku.


 


-Mansión Takeru-


10:48 p.m.


 


Lujos realmente exagerados, colecciones exquisitas, servidumbre por doquier. Homura realmente presumía abiertamente lo que poseía y ahora con más razón. Su próximo suegro y futuro esposo lo miraban de mala manera sentados desde la ostentosa sala principal.


Takeru estaba inmensamente feliz; ya imaginaba sus años juntos llenos de felicidad y envidias. Los decoradores y organizadores tenían un sin número de propuestas para que la boda fuera en grande y él era el único interesado en los preparativos. Pasaron un tiempo hablando de los preparativos, tiempo en que ninguno —padre e hijo—, dijo algún argumento; hasta que el Doctor Kogami se hartó de tantas vanidades.


 


—¿Ryoken, puedo hablar contigo a solas? —el padre se levantó irritado por tanta soberbia y sacó a su hijo al balcón. Homura no quería que Ryoken se sintiera apresado por lo que dejó que se reunieran a solas, aunque ese gesto le molestó.


 


Kogami padre respiró profundamente y trató de tranquilizarse agarrado de los barandales.


 


—Perdóname, hijo. He sido un mal padre y tú un gran hijo; nunca te quejaste de mi trato a pesar de ser un desastre. Siempre me sacaste de todas las situaciones en las que me he metido en problemas por mi estúpida curiosidad en la ciencia, te he arrastrado conmigo cada vez y me has salvado cada una de ellas. —el más joven permaneció en silencio—Estoy orgulloso de ti, eres un ángel, lo más valioso que un padre pudiera desear. Y sé que este sacrificio que estás haciendo para mantener a salvo a Yusaku y a mí, la vida te recompensará.


 


El hijo suspiró, quería mucho a su padre por lo que no le costaba nada ayudarlo; aunque ahora sí que era algo complicada la situación. Estaba angustiado, sobre todo por no haber podido proteger a su amado de aquel impacto de bala.


 


—Encontraremos una solución, papá.


 


—Lo sé, te garantizo que volverás a estar a su lado, pero primero analicemos a este chiquillo Homura. He llegado a la conclusión que tú eres el único que lo podrías manipular.


 


—Trató de matar a Yusaku frente a mí, yo no creo que pueda obligarlo a nada.


 


—Piensa un poco, usa tu imaginación. Él hará todo con tal de complacerte, con tal de que tú te fijes en él, de que lo ames.


 


—¿Y que se supone que deba hacer con eso?


 


—Aprovéchate.


 


—¿Qué?


 


—Cánsalo —tomó a su hijo por los hombros— Solo se egoísta y veras que lo someterás.


 


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La puerta de la enorme habitación fue abierta. Takeru le mostraba a su prometido el cuarto que compartirían el resto de sus días.


Homura se encontraba muy nervioso, por primera vez dormiría a lado de ese ángel del cielo. El rubor en sus mejillas no desaparecía por más que intentaba calmarse.


 


—Y e...esta es nuestra cama. —dijo con el calor del vapor saliendole por los poros.


 


—Es amplia, parece cómoda.


 


—¡Po...por su puesto, está hecha con los mejores materiales importados, como si fuera una nube! ¡Jamás te quejarás por alguna mala postura o resortes u olores!


 


Cada que los azules ojos del mayor se posaban en él, Takeru quedaba petrificado, imaginaba que lo besaba con pasión, que lo tocaba, que le hacía el amor. Ryoken solo mantenía su rostro sereno.


 


—¿Y qué quieres que haga ahora? —dijo frío y cortante.


 


Takeru bajó la vista, su rubor casi teñía su cabello por completo de rojo, ambos estaban parados frente a la cama y su mente se llenaba de escenas de clasificación D.


 


—To...todavía no podemos ha...hacerlo. Espera después de la boda. —se agarró el rostro con ambas manos para disimular el rubor, pensó que el más alto le estaba insinuando hacer el amor.


 


Ryoken contempló aquel nerviosismo, recordó entonces las palabras de su padre, quizás era el momento de hacerle una prueba.


Lo agarró de la cintura y lo acercó a su pecho como si lo protegiera. Takeru parpadeó varias veces, sus ojos brillaban y su mente dejó de pensar perdiéndose en aquellos fuertes brazos; se embriagó con el aroma a sándalo y bergamota del más alto. Todo su cuerpo vibraba y su corazón casi salía de su pecho.


 


—¿Homura, podría dormir yo solo en esta habitación hasta que me acostumbre? —tomó su mentón para verlo a la cara, su voz sonaba sensual y el azul de sus ojos terminaron por hipnotizarlo— Me sentiría más cómodo de ese modo, por ahora.


 


Takeru casi podía notar un brillo celestial proviniendo del rostro de Ryoken; afirmó con la cabeza varias veces y de manera exageradamente veloz, sus lentes se empañaron de vapor.


 


—¿Eso es un sí?


 


—Sí —dijo sin más.


 


—Gracias, eres único. —lo fulminó cuando beso su mejilla. Takeru entonces salió con un sentimiento de bienaventuranza floreciendo en su pecho, una sonrisa boba en los labios le hizo pensar que se encontraba en el cielo y los ojos completamente ilusionados tras el empaño de sus anteojos. —Buenas noches.


 


—Bu...enas noches....—se fue "flotando".


 


Ryoken exhaló pesado cuando cerró la puerta y le puso el pestillo a la puerta.


 


¿Cuánto más tendré que seguir con esto? —no se sentía bien ilusionando a una persona, no importaba que clase de bestia fuera; lo que hacía no era correcto, no era algo propio de él y ni mencionar las consecuencias que conllevarían eso pero, miró su anillo de su boda y sonrió, todo eso lo hacía por él.


 


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¿Qué es ilusionarse? La respuesta es sencilla, es quedarse apegado a una esperanza de que las cosas son, o serán, exactamente como las has pensado. Así que basas tu alegría en esa imagen, aunque la realidad sea totalmente contraria a tu ilusión.


La ilusión puede ser un auto-engaño.


Y cuando uno abre los ojos y nos damos cuenta de la realidad, podemos sufrir una fuerte decepción.


La decepción llevaría a la depresión profunda y esto, a su vez, al suicidio. Pero....¿que pasa si en vez de depresión, la decepción se convierte en algo más mórbido?


Pasaron 14 días y la boda se acercaba lentamente faltando solo un día.


Ryoken se medía un kimono negro llamado montsuki, era el traje tradicional en las bodas japonesas. Este era de fina tela de alta calidad mandado a hacer a su medida, tenía el escudo de la familia Kogami en la parte central y uno que otro accesorio costoso.


Aun sin peinar, Ryoken lucía espectacular en el traje; su reflejo en el espejo lo complacía. Para Ryoken eso era solo una actuación, puesto que su verdadera boda se había llevado a cabo hacia cortos días.


Todo ese tiempo había estado yendo y viniendo del hospital a la Mansión sin descuidar un solo día a Yusaku, donde pasaba la mayoría de su tiempo. Homura parecía no haberse dado cuenta; eso podía deducirlo puesto que hacía dos días Takeru había ofrecido un banquete para unir a las familias y también había llamado a notarios para el casamiento civil, abogados y algunos políticos para presentar a su futuro esposo, el empresario en ningún momento le había reprochado nada. A todos presentaba a Ryoken como el futuro socio de su negocio.


Alguien tocó la puerta y entro al escuchar el permiso.


 


—Vaya, pareces un ángel, hijo.


 


—Mi apariencia fue lo que nos metió en esto. No lo digas como un cumplido.


 


—Que puedo decir, sabes que eres atractivo como tu padre.


 


—¿A qué has venido?


 


—Estaba pensando que ser multimillonarios no suena tan mala idea. Personalmente, no he visitado todos los rincones del mundo. Las investigaciones me mantenían ocupado y ahora que estamos tomando un descanso, podríamos viajar por el mundo sin restricciones y conocer otros avances científicos.


 


Ryoken suspiró. —Recuerda que esto no es real. Me casaré con él pero buscaré el divorcio. No te emociones, además, no somos pobres, puedes ir cuando quieras con nuestros propios recursos.


 


—Mmh, es verdad. Aunque...nunca me habían tratado como a un rey y me cuesta trabajo no acostumbrarme a esta vida fácil. Aparte que lo he estado analizando y Homura no es tan mal parecido, quizás podrías llegar a quererlo.


 


—Papá, yo amo a Yusaku.


 


—Lo sé, lo sé...Pero, podrías vivir muy bien Ryoken. Incluso, si tú lo quisieras, puedes manejar la empresa a tu antojo y podríamos hacer más investigaciones y experimentos juntos. Piensa en los benéficos que podrías....


 


—El dinero está enfermando tu mente. Nunca nos había preocupado eso; con nuestras habilidades hemos podido financiar la mayoría.


 


—Lo sé, pero la última vez necesité recursos fuertes y nosotros no...


—No quiero escuchar otra idea que tenga que ver con dejar a Yusaku. Si vienes a persuadirme, estás perdiendo el tiempo.


 


Kogami padre ya no insistió más; rodeado de lujos y grandes excesos, le estaba gustando aquel poder. Y sobre todo después de haber sido pisoteado y humillado por gente poderosa, ahora a él le tocaba tener la bota encima de ellos.


 


—Yo nunca había sido importante, hijo. —dijo el profesor con toda sinceridad.


 


Ryoken exhaló y se apresuró a posar sus manos sobre los hombros de su progenitor.


 


—Solo te pido que me apoyes en esto, papá. Quiero terminar lo antes posible para regresar con Yusaku.


 


El profesor comprendió que estaba faltando a sus propias palabras, estaba siendo tentado por la fama y la presunción.


 


—Perdón, hijo...—lo dijo, pero no estaba convencido; después de todo, los padres siempre vigilan el bienestar para sus hijos, ¿no?


 


Y llegó la boda


 


El templo recibía ordenadamente a los invitados, paparazis y prensa que estaban invadiendo el territorio por igual. Las cámaras, flashes y reflectores disparaban y admiraban la figura de Ryoken.


Éste entró caminando junto a su padre hasta el altar, muy serio; no así el padre quien internamente estaba disfrutando de eso. No mucho después Homura llegó a la puerta del templo, Takeru venía vestido en un kimono de seda blanca con detalles rojos conocido como shiromuku y un gorro de la misma tela cubriendo su cabeza llamado tsuno-kakushi. De acuerdo a la tradición nipona, la novia debe llevarlo para ocultar a su suegra los "cuernos", es decir, los celos. Al entrar comenzaron a sonar sonidos de cuencos anunciando su pasar.


Los flashes entonces se posaron en Homura, su figura esbelta lo hacían parecer una chica totalmente, estaba realmente encantador, incluso traía algo de maquillaje. Homura era muy tradicionalista pese a su monstruo tecnológico,


Ryoken comenzó a dudar de todo eso, deseaba salir huyendo de ahí y lanzarse a los brazos de Yusaku, y escapar; pero de inmediato pensaba en la seguridad de sus seres queridos y volvía a erguirse.


El sacerdote Shinto comenzó a recitar una oración en japonés clásico, esto para bendecir la vida que va a compartir la pareja. Más tarde los novios se intercambiaron el "juzu", que es una especie de rosario y posteriormente se intercambiaron los anillos.


Kogami hijo se sintió terrible cuando Homura colocaba el anillo costoso y exagerado en su dedo. Solo se repetía una y otra vez en su mente que eso era actuación solamente, debía aguantar más.


A continuación, tuvo lugar el momento más importante de la ceremonia, el ritual "San San Kudu", que significa Tres – Tres – Nueve y que representa el Cielo, la Tierra y el Ser humano, donde se bebe el sake tres veces y que los uniría con los dioses creando un lazo de unión más fuerte entre la pareja bendecida.


Después de eso, Homura tomó el micrófono y recitó sus votos.


 


—Este es un día que será inolvidable y que siempre quedará grabado en mi corazón. Es el día en que delante de los aquí presentes no tuve ningún temor de gritar a los cuatro vientos que me perteneces y que eres la belleza más grande de mi mundo. Que yo seré tuyo hasta el final de nuestros días y tú serás mío para siempre.


 


El micrófono fue entregado al novio, las cámaras y reflectores se concentraron en él. Ryoken enmudeció unos instantes, pero no era debido al pánico escénico si no que planeaba metódicamente las palabras que iba a recitar.


Miró a la cámara y dijo.


 


—Mi amor ferviente se encuentra en el núcleo del árbol de Wisteria, donde caminare hasta su sombra para encontrarnos juntos por siempre.


 


Su voz derritió a la prensa, mas nadie entendió lo que quiso decir exactamente. Takeru afilo la mirada sin alterarse, sospechaba un poco del significado de eso. Sin embargo, continuó con el ritual sin reveses.


Rompió un poco la tradición y besó a Ryoken frente al mundo.


Sería noticia de primera plana en todos los diarios.


Finalizado el evento, dio entonces paso a la fiesta.


 


-Mansión Takeru -


 


Parecía salido de un cuento de hadas, la mansión de Takeru se lucía con adornos blancos y rojos, hasta en los jardines. Las mesas repletas de diferentes manjares exóticos; meseros y doncellas atendiendo hasta lo más ridículo de toda esa caravana de engreídos. Música en vivo de grupos famosos. Luces suaves en serie como si fueran luciérnagas resplandecía los muros; Y fuegos artificiales anunciaban la felicidad del empresario.


El Doctor Kogami platicaba con científicos reconocidos, se sentía como pez en el agua y a varios de ellos les interesó sus proyectos además que no hubo nadie que no elogiaron a su hijo. Realmente estaba siendo admirado y aplaudido por sus hallazgos, la felicidad en su rostro no se podía ocultar; siempre había querido esa clase de atenciones.


Ryoken, por su parte, permaneció a un lado de Homura después de un cambio de colores en el mismo diseño de su traje tradicional; al igual que su esposo, quien vestía un kimono verde con flores de hilos de oro y adornos en el cabello.


El CEO se encontraba radiante, todo el mundo lo felicitaba por tan distinguida adquisición; aquellos elogios solo alimentaron su ego hasta un punto cenit, era la envidia de todos. Y con cada felicitación sentía que lo amaba más.


El único cabizbajo era Ryoken, miraba todo con una impotente melancolía; todo eso debió ser tomado por su verdadero esposo. Yusaku debió ser el que estuviera sentado a su lado. Esperaba que esa pesadilla pasara rápido.


 


Solo sé egoísta...— lastimar a Homura nunca estuvo en sus planes pero por más que lo pensaba no tenía salida.


 


Suspiró, en toda la reunión permaneció en su lugar. Se levantaba solo cuando debía, como ir al tocador; afortunadamente no era una boda al estilo occidente, o tendría que levantarse para bailar con su esposo y dar unas cursis palabras a los presentes.


El evento terminó hasta la madrugada del siguiente día. Ryoken se retiró a escasos minutos de dar las media noche dejando a su esposo atendiendo a sus invitados megalómanos él solo.


Su padre también estaba ayudando a atender a los invitados, se había empeñado en ser aceptado en ese grupo de gente apretada.


 


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"Diga"


 


—¿Cómo te sientes, Yusaku?


 


"Aún hay dolor, pero creo que podrán darme el alta pronto"


 


—Que alivio. —se le quebraba la voz, estaba sentado sobre la cama sosteniendo su celular sobre su oído, luchaba por no derrumbarse al escuchar la voz que tanto amaba.


 


"¿Y? ¿Cómo va tu boda?"


 


No hubo respuesta por un largo tiempo, el estudiante suspiró, conocía muy bien a su marido, sabía que estaba llorando en silencio.


 


"Ryoken, tranquilízate."—trató de consolar pero su amado había sido vencido por el sentimiento de culpa, realmente extrañaba demasiado a Yusaku y aquella unión con otro hombre lo estaba fragmentando.


 


Permanecieron en silencio, Fujiki fue testigo del dolor que los caprichos de Homura habían desatado entre los dos, solo dejó que su esposo se desahogara como si lo tuviera en su hombro, calmando sus penas.


 


"Saldremos de esto..."


 


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04:50 a.m.


 


Homura había regresado a su habitación ya demasiado tarde, encontró a su esposo descansando sobre la enorme cama.


Lo contempló varios minutos analizando cada detalle de su rostro y su figura. Verdaderamente era perfecto, nada más ni menos fuera de lugar.


 


Por fin lo tenía en su cama.


 


Era injusto para la humanidad que existiera alguien así sobre la tierra, pero gracias a él había podido demostrar al mundo que los ángeles existían y que él era el único en posesión de uno.


 


 


Te hare muy feliz, Ryoken, te lo prometo.


 


 


La luna de miel se llevaría a cabo el siguiente día. El CEO estaba decidido a ser el mejor esposo de todos los tiempos; su intención era conquistarlo para que su corazón también le perteneciera. No era tonto como para no darse cuenta que su esposo amaba a Yusaku, no obstante, no podía deshacerse del estudiante tan fácilmente.


No debía.


Si analizaba bien la situación, tener a Yusaku vivo era el motivo por el que Ryoken había accedido a casarse con él tan fácilmente; de lo contrario, quizás también hubiera perdido a su ángel.


 


—Yusaku Fujiki, no me ganarás.


 


 

Notas finales:

 

Muchisisimas gracias por leer!! <3 <3


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