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SUPERFICIAL por Yami Red eyes

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Póker

 

Científicos reconocidos, junto con dueños de empresas importantes, estaban jugando póker sobre una de las mesas de la fiesta. Kiyoshi Kogami estaba incluido en el círculo de pudientes soberbios, ahora ya era una personalidad importante, felizmente estaba viviendo su sueño hecho una realidad.

—En pocos años, la realidad mixta se convertirá en la realidad dominante de nuestras vidas y miles de millones de personas la experimentarán a diario como una nueva rutina—dijo un hombre de aparentes 50 años al tirar una carta que no necesitaba.

Kogami padre prestaba su total atención a lo que decían sus colegas, las pláticas intelectuales eran sus favoritas.

—Los consumidores ingresarán a las tiendas y verán, en lugar de zapatos reales en estantes o ropa en un maniquí, productos virtuales en exhibición y vendedores virtuales para responder sus preguntas, y luego realizarán un pedido y recibirán el producto real.—continuó hablando,  ganándose comentarios positivos entre los integrantes. 

—Es prácticamente una realidad —comentó otro haciendo su jugada — Esa sí es una tirada inteligente. Al menos esto sí está basado en designios contundentes y bases sólidas.

Otro bufó tirando una carta —Seguro ironizas por el proyecto Cyberse que Homura ambicionó tanto y no pudo cumplir.

Todos soltaron una elegante risilla.

—Vamos, Homura será el jefe de la tecnología actual, pero seamos realistas, al presente, ese niño promete tanta fantasía imposible que resalta su posición inferior en el campo. —tiró una carta.

—Que esperabas de un chiquillo mimada y malcriado que solo heredó la fortuna de su padre sin saber siquiera la base del emporio.

Todos afirmaron, hacían comentarios muy despectivos e irónicos, con un deje de envidia.

El profesor Kogami entendió entonces que esas personas habían sido los clientes a los cuales no se les había entregado el proyecto Cyberse, se sintió apenado y algo nervioso por el fallo. Ahora entendía que por dichos comentarios y burlas, es que Homura lo había maltratado así; entendía también que aquello había dado paso a que ejecutara una estrategia desesperada:  “El proyecto Ignis”.

—¡Oh! Pero Señor Kogami, no hablamos mal del señor Homura —otro colega apenas cayó en cuenta que el padre de Ryoken estaba presente. —El señor Homura es una gran persona, un excelente empresario, pero a veces, como a todos nosotros nos pasa, promete cosas imposibles.

—Sí, no es un insulto, Kogami san, no es con esa intención. —dijo otro.

—Sí, solo fue una observación constructiva. — apresuró el de la izquierda.

Nadie quería quedar mal con el caprichoso chiquillo; de llegar a enemistar con él, habría consecuencias destructivas. Takeru era un hombre que no medía sus impulsos. Ahora debían tener más cuidado con lo que se hablaba en presencia de Kiyoshi.

—Eh, no hay cuidado. Sé que no es nada malo. —expresó el recién adinerado científico con una sonrisa honesta.

—Por cierto, señor Kiyoshi, permítame felicitarlo por las nupcias de su hijo. Takeru se ve realmente feliz con él, quizás su hijo pueda hacerlo madurar.

— ¿Madurar? Pff —comentó otro— Quizás su hijo pueda manejar la compañía mejor que el dueño original. ¿Ya ha pensado en sus futuras inversiones, Sr Kogami?

—¿Manejar la empresa? — Los comentarios lo descolocaron, por un momento no supo exactamente de lo que hablaban. Todos se dieron cuenta que el científico no tenía ni una idea de lo que implicaba tener el renombre Homura.

Se hizo un corto silencio.

—¿Eh? ¿Acaso no ha pensado en un futuro inversionista? Parece que usted no está consciente del escandaloso poder que ahora posee gracias a este matrimonio.

Kogami padre trataba de estar en sintonía.

—Señor Kogami, su hijo será uno de los poderosos del país y usted también. Podrán hacer y deshacer todo lo que gusten. Si usted lo desea, puede tener su propio laboratorio y ser el líder de sus proyectos.

—No, pero…ese poderío es de Takeru solamente. Ni mi hijo, ni yo no ...

—¿Lo duda? Jajaja Vamos, todos lo vimos. Homura está enamorado de su hijo perdidamente. Y no lo culpo, yo también lo estaría. —todos estuvieron de acuerdo.

—Es una belleza en su totalidad.

—Yo pensé que era algún modelo anónimo. —dijo otro empresario pelirrojo.

—Una delicia—habló un hombre corpulento y sudoroso —Si no fuese el sr Homura el oportunista que se aprovechó para casarse con él, yo mismo me hubiera encargado de consentirlo. Es con todo respeto, Sr Kogami, tómelo como un cumplido de mi parte. Su hijo realmente me ha cautivado con su apariencia.

—Y mañana estará en todas las redes y noticias del mundo.

Kiyoshi permaneció en silencio; comenzaba a ponerse nervioso, pero sobre todo, estaba en shock por lo que decían. Para él su hijo era alguien común, nunca se puso a pensar en su físico.

Otro hombre, el más taciturno, de rasgos duros y voz gruesa, se reclinó lentamente mientras entrelazaba sus manos mirando con insistencia al científico; escuchaba los comentarios halagadores de todos sobre el muchacho pero no participó hasta el momento en que notó que el científico estaba ya en un estado de pánico.

—Es una suerte que ahora sea Homura quien se encargue del cuidado de su muchacho ¿no cree? —todos guardaron silencio para prestarle atención a ese individuo, su voz gruesa intimidaba Ya que se alzaba por sobre del resto. —Su vida no volverá a ser tranquila nunca más; sobre todo cuando lo conozca el mundo.

Algunos cuchicheos fluyeron entre los presentes.

—Ya verá que los paparazzi y agencias de modelaje y cine, estarán de tras de él, pero aún más escandaloso que eso, atraerá la atención de la gente más retorcida e indeseable de los medios.

Todos sudaron frío, sabían a lo que se refería, mas no así el padre, quién parecía no entender nada.

—¿Qué quiere decir?

—Pongámoslo de este modo, mi estimado, si su hijo se hubiera casado con alguien más común, exhibiéndose al mundo como ayer, simplemente su vida habría terminado en menos de seis días.

—¿Qué?

—¿Acaso no lo sabe? No sea inocente, Sr Kogami. —el hombre alzó todavía más la voz— En el bajo mundo hay personas poderosas de mente retorcida, son “cazadores de rarezas” como su hijo. Estas personas peligrosas se encargan de volver muñecas sexuales a sus víctimas. Mutilan sus extremidades para volverlos dóciles y después venderlos a precios insultantes.

Las miradas nerviosas de algunos presentes consumidores se extraviaron hacia otros lugares para ocultarse, pero la de Kiyoshi estaba atónita.

—Ellos solo se dedican a atrapar a personas como su hijo. Por eso le hago énfasis en que es una verdadera suerte que esté con Homura, ya que ese inexperto chico es su única garantía de una vida decente, fácil y cómoda desde este momento.

Hubo una ligera pausa antes de que continuara entre algunos murmullos incómodos.

—Si se llegan a separar, y su hijo trata de regresar a su vida de anonimato, será su fin. Lo atraparán sin piedad.

Temor, por fin lo sentía, ese mundo era peligroso oculto en tanto glamour, un arma de dos filos que le mostraba dos senderos a elegir. No había que pensarlo mucho.

—¡No, no pasará eso! Takeru y Ryoken permanecerán juntos para siempre, no hay nada que…—la figura de Yusaku se le vino a la mente. El posible divorcio y los planes de su hijo serían un problema. Sintió entonces un miedo indescriptible. Sabía que ellos dos se amaban hasta la muerte, pero de dejarlos juntos significaría poner a su niño en peligro. Ryoken podría ser una víctima más de esos locos. Eso no podía permitirlo, su deber como padre era proteger a su bebé, y es lo que haría aunque tuviera que dañarlo en el intento. Todo sea por darle vida y libertad.—No habrá obstáculos, no hay nada ni nadie que los pueda separar. Ellos…se aman.

 

 

 Capítulo 3.-Takeru Kogami

 

 

Al día siguiente.

 

Takeru llegó a la habitación seguido de algunas doncellas que traían un desayunador y una charola de alimentos. Cuando se iba acercando al durmiente Ryoken, ordenó que las chicas se marcharan y él mismo puso la mesita con la comida sobre el cuerpo de su amado. Ryoken despertó lentamente debido al ruido.

—Buenos días, mi amor. Espero que hayas descansado. Te traje el desayuno. —saludó muy animado el empresario de nuevo apellido con pertenencia a Kogami.

El aludido se incorporó sobre la cama, estaba algo confundido; miraba con señal de pena la acción de su ahora esposo.

—No tienes que hacer esto, Homura.

—Claro que tengo. Tú eres mi marido y yo debo atenderte a cuerpo de rey. Verás que me esmeraré para ser una gran esposa.

Un suspiro cansado salió de los labios del más alto.

Lo entendía, todo era inútil, hablar con un terco tan reacio como ese chico no serviría de nada. Ambos sabían que eso era una farsa, pero aun así el empresario estaba decidido a conquistarlo.

Inútil.

Ryoken dejó que lo mimara, mas no respondía a su plática color de rosa. Takeru trataba de que participara en su conversación, sacaba varios temas, noticias sobre la boda, sobre su padre, etc…pero nada parecía llamar la atención de su persona amada. Incluso se había puesto un vestido de doncella, quizás pensaba que así lo provocaría, pero el hacker ni siquiera lo miró.

—Y algunos directores me han preguntado si tú harías el estelar de sus nuevas películas…

Ambos eran tercos, Kogami hijo solo miraba los alimentos en silencio, no degustaría nada que le ofrecieran por miedo a ser envenenado.

Y entonces un silencio incómodo se formó entre ellos, estaba claro que no habían sentimientos de por medio, y eso era algo que a Homura lo tenía desesperado.

—Oye, Ryoken, —pronunció el empresario ocultando su mirada frustrada bajo sus flequillos rompiendo el silencio—Sabes, no hay nada que no pueda darte; me teñiría el pelo de color azul y rosa si es que así te gusta, incluso vestirme como…él, todo como tu lo desees, pero…solo deseo que abras tu corazón a mí y me des una oportunidad. Yo sí te amo.

El hacker no sintió nada al escucharlo. Sabía que estaba obsesionado con él y lo que decía quizás era cierto de cierta forma. Pero Takeru estaba equivocado en el concepto que tenía de amar. El amor no se obtenía a la fuerza o de un día para otro; el amor no podía comprarse con lujos y encaje; para Ryoken el amor iba más allá de la atracción física, regalos o palabras dulces; el amor era especial, lo sabía porque su amor tenía nombre y apellido.

—Ryoken, por favor.

Sabía que no lo entendería jamás, Homura no entendería que lo que hacía era superficial. Kogami entonces decidió que si no entendía por las buenas, habría que hacerle entender de la mala manera.

—Takeru…

Los largos y finos dedos de Ryoken tomaron delicadamente la mano del más bajo y lo atrajo a su cuerpo. Este último sintió escalofríos en todo su cuerpo puesto que no había esperado ese acto. Levantó la cara y los ojos vidriosos se encontraron con los de su pareja.

—Ry..Ryoken…—su rostro se tiñó de rojo al estar tan cerca.

Las miradas se encontraban, la del albino con mechones rojos brillaba encendida como el fuego; mientras que la hermosa mirada azulada simplemente descargaba un vistazo de fastidio.

Kogami lo jaló un poco hacia su pecho para que quedaran abrazados; Takeru no podía estar más feliz, podía escuchar el corazón del hacker latiendo indudablemente por él. Ahora formulaba una hipótesis: seguramente su esposo era algo tímido como para demostrarle que también lo amaba.

 —¿Homura, cuánto dinero piensas darme para solventar mis gastos personales? Quiero verme siempre bien para ti.

La arritmia del corazón de Takeru estaba provocándole un desmayo. “Verme bien para ti” Era verdad entonces, Ryoken realmente pensaba en él.

—¿Cantidad? No, mi amor, tú tienes derecho a cualquier acceso administrativo de la empresa y mi bienes. Solo compra con mi tarjeta black y mi asesor financiero se encargará del resto.

—Oh, con que solo eso, pero…así no podría hacer mucho, cariño. —Ryoken besó la cabeza del chico — Yo quiero que juntos hagamos aún más brillante nuestro imperio. ¿Qué tal si me dejas manejar la empresa un 80%?

—¿80%? Pero eso es más de lo que…

Tomó el mentón de Takeru para darle un suave beso en los labios y acallar su queja; estaba experimentando con las reacciones del joven.

El mundo tomó sentido en el universo de Homura Takeru; Ryoken, su esposo, la persona que tanto le gustaba y amaba, lo estaba besando.

 

 

Oh por Dios, me está besando y no tuve que obligarlo. Mi Ryoken es verdaderamente un ángel—Homura era un chico simple, que podía ser feliz con tan poco siempre y cuando no se le provocara; todo estaría bien.

 

 

 

El beso solo había sido un efímero contacto piel a piel sin llegar a profundizar. El más alto tuvo que aguantarse una mueca de desagrado.

 

 

Esto no está bien— se dijo el muchacho de ojos estelares; se estaba sintiendo como un canalla al jugar con sus sentimientos. No podía hacerlo, simplemente él no era así. Tuvo que separarse.

 

 

—Homura, perdón esto no es lo que yo quie…

—80 está bien—afirmó sin dudar—Tendrás liberad en todo.- —hundió su rostro en el pecho del mayor junto con un abrazo más fuerte— Yo no dudo que las cosas estarán bien en tus manos. Yo nunca dudaría de ti.

 

¿Tan fácil? Ryoken no podía entender el pensamiento de ese chiquillo. No podía ser cierto que solo con un gesto tan simple Homura se desarmara.

 

—Homura, yo soy un completo extraño para ti; no debes confiar tan fácilmente en nadie y mucho menos en personas que parecen buenas. Tú eres el líder de una exitosa y organización mundialmente reconocida empresa. —tocó la frente del chico con dos dedos— Siempre debes pensar con la cabeza fría, y analizar tus decisiones. Las personas malas solo están esperando a que bajes la guardia para hacerte daño.

Homura prestó estricta atención a lo que decía su esposo, sabía que tenía razón; sus impulsos siempre habían controlaban su vida, pero entonces ¿cómo sabría en quién sí o no confiar? Aunque no era la primera vez que se lo decían, solo haría caso a su amado.

 Ahora más que nunca estaba agradecido por haberse casado con él. Era un hombre que lo ayudaría a crecer y corregir los errores cotidianos, era honesto y justo, además de guapo, hermoso, sexy, sensual...

—Gracias mi amor, contigo a mi lado ya nada me puede salir mal. Te amo, Ryoken. —lo volvió a abrazar, mas no hubo respuesta del aludido.

 

 

Mansión Homura. Jardín 13:00 p.m.

 

 

—¿Y qué le dijiste?

—No le respondí, sabes que no siento nada por él. Después le dije que no desayunaría porque me sentía un poco mal. —sorbió de la pajilla un largo trago del vaso que contenía naranjada con agua mineral.

—El señor Takeru es tu esposo ahora, debes tratarlo bien. Poco a poco podrías enamorarte de él.

—Papá, sabes que Yusaku es al único que deseo.

—Pero el señor Takeru podría enseñarte muchas cosas muy valiosas; además que no es mal parecido.

—Yusaku le ganaría fácilmente si de belleza hablamos y de inteligencia también.

El veterano se iba exaltando.

—El señor Takeru tiene muchos contactos, cualquiera te daría un puesto importante en empresas prestigiosas, piensa en tu futuro.

—Yusaku es el único puesto prestigioso y futuro que me interesa.

—Pero el señor Takeru te ama con locura.

—Sí, pero yo solo amo a….

 

Kyoshi pegó en la mesita de campo con tal fuerza que tiró la limonada mineral que degustaba.—¡Yusaku! ¡Yusaku! ¡Siempre Yusaku, ya basta, Ryoken!

El mencionado no entendía.

—¿Está todo bien?

—No, no está bien, Yusaku fue una experiencia en tu vida, pero ya se terminó, déjalo ir. No arriesgues tu futuro por un amor de infancia. Además, lo tienes todo aquí, solo lo mejor, nada te hace falta.

—¿De qué hablas? Yusaku y yo llevamos más de 7 años casados, es todo para mi.

—Jamás se casaron. No me vengas con falacias, ya no eres un niño, Ryoken. Tu lugar está con el señor Takeru y se acabó. Si el destino te lo puso en tu camino, debes seguirlo.

—¿Qué te pasa papá? Desde el principio acordamos que ésta farsa era solo para salvar la vida de Yusaku. No se trata de mí.

—Claro que se trata de ti, hijo, y no sabes cuánto. Takeru es lo mejor que te ha pasado. Él te cuidará, te protegerá, te mantendrá a salvo de esos tipos. Ya cambiarás de opinión mañana cuando se vayan de luna de miel.

Ryoken se sintió ofendido, se levantó con violencia de su asiento dedicándole una mirada despectiva a su progenitor para después retirarse sin comentar nada.

—Ryoken, no quiero que vayas con él, ¿entendiste? ¡Ryoken!

Kiyoshi estaba asustado, quería advertirle lo que sus “amigos” le habían comentado, pero tampoco quería perturbar la paz de su hijo para crearle alguna clase paranoia. Solo quería lo mejor para él y sabía que si se quedaba con Homura nada malo le pasaría. Eran así las cosas y no había marcha atrás. Es lo que cualquier padre que amara a sus hijos haría.

 

 

Soulburn corp

 

Takeru comenzó a mover a todo su personal. Quería la empresa limpia y ordenada; desde el archivo hasta los pendientes actuales. Si su esposo lo ayudaba a dirigir la compañía en un 80%, al menos debía entregarle una empresa en buen estado.

—¿Ya tienen mi reservación para Arabia?

—Sí señor Homura

—Señor de Kogami—corrigió—No lo olviden, ahora soy Takeru Kogami aunque siga firmando todo como Homura—presumió su argolla de matrimonio.

—Claro.

—Perdón señor Kogami.

—Muy bien, estaremos ausentes un mes, me iré de luna de miel y al regresar traeré al nuevo director de la compañía, es decir, mi marido. Mientras tanto, les daré un pequeño regalo a todos los empleados debido a mi matrimonio.

—Usted diga, señor Kogami. —Esperaban más trabajo, Takeru era conocido por ser un explotador potencial.

—Podrán salir dos horas antes de la salida, por todo el mes—sonrió—Quiero un personal feliz y fresco para mi esposo, asi que hasta que regrese, tienen mi permiso. Póngalo por escrito.

—¡Oh, Gracias, señor Kogami, es usted muy amable! —los empleados casi saltaban de alegría. De hecho Takeru parecía relajado y muy, muy feliz.

—Lo sé. Cuando venga mi esposo y lo conozcan en persona, no quiero que se le queden viendo a su perfección. Es una falta de respeto.

—Como usted ordene, señor.

Homura estaba motivado, daba instrucciones triviales para todos los ámbitos de la empresa, se preocupaba más que nada a que se viera bien para la estancia de su tesoro. Su sitio favorito en todo el lugar era el departamento de Diseño, por lo que poco sabía de sus empleados y maneje financiero, esa parte se la daría a Ryoken.

Suspiraba, sonreía, miraba a cada rato la sortija en su mano, casi podía cantar en voz alta mientras caminaba.

 

Mañana, mañana él me hará el amor. —Estaba ansioso por tener la primera vez con Ryoken.

 

Sorpresivamente, un agente de negro se acercó.

—Señor, debo informarle sobre “la luciérnaga”

Aquello puso a Takeru en alerta, pidió entonces que expusiera su información en privado. Así llegaron a su oficina.

—La luciérnaga está de nuevo con él.

Un fuerte estruendo hizo vibrar la oficina cuando Homura tiró violentamente sus cosas en el escritorio.

—¿Cuándo le darán el alta? —pronunció más calmado.

—Esta noche, según los médicos. ¿Quiere que procedamos haciéndolo parecer un accidente?

—No, Ryoken se iría. Yo no quiero que eso pase. Yusaku es mi único obstáculo para conquistarlo pero a la vez es mi garantía para retenerlo. No, solo, vigílenlos y me informas todo lo que hagan.

—Sí señor.

 

Ese hecho había oscurecido un poco su día.

 

 

Hospital.

 

 

Como todos los días, la joven pareja se encontraba juntos para comer. El más alto pelaba una manzana para su amado como de postre, y mientras lo hacía, sus pensamientos se sumergían en las palabras de su padre.

 

“Claro que se trata de ti, hijo, y no sabes cuánto. Takeru es lo mejor que te ha pasado. Él te cuidará, te protegerá, te mantendrá a salvo de esos tipos.”

 

¿A qué se refería? Dedujo que quizás Takeru había jugado sucio y tenía a su padre amenazado de alguna manera. No podía creer el extremo con el que su ahora esposo se movía solo por querer someterlo a sus caprichos.

—Ryoken, ¿estás bien? —aunque estaba en silencio, Yusaku había aprendido a diferenciar cada estado taciturno de su esposo.

—Mi padre está muy insistente en que me quede con Takeru. —confesó. —Creo que Takeru lo está amenazando de nuevo. Él nunca había querido manejar mi vida.

—Sabemos de lo que Takeru es capaz de hacer con tal de conseguir lo que quiere, no me extrañaría que así fuera.

—Me reusaré a ir a la luna de miel, sabe que no logrará nada conmigo.

—Pero te obligará, está enfermo.

—Solo muerto me obligaría a ir.

—Umm,…

—Tranquilo, aunque yo fuera, no me acostaría con él. —lo tomó de las manos, Yusaku desvió la mirada. —Sabes que no existe nadie más en mi mundo más que tú.

Intentó besarlo, sin embargo Fujiki no estaba de humor, se apartó con delicadeza.

—Eres noticia internacional—dijo como un reclamo— Tu boda está por todos lados. Dime, ¿Qué ha pasado con el plan de divorcio? ¿Specter ya tiene una solución?

Ryoken soltó sus manos, había puesto una mueca de desasosiego.

—No lo sé. Desde hace unos días no he vuelto a saber más de él. Me tiene preocupado, espero que no le hayan hecho nada.

La sorpresa cambió el rostro del estudiante, Yusaku mordió la uña de su pulgar derecho, eso era una pesadilla; debía haber alguna manera de parar todo lo que estaban viviendo, algo que él pudiese hacer, lo que sea; pero nada se le ocurría.

 

 

Ese hombre es peligroso, demasiado peligroso. Deberíamos huir pero ¿A dónde? Nos tiene en la mira. —los pensamientos del estudiante fueron tomando un color más oscuro con forme pasaba el tiempo—Quizás asesinarlo.

 

 

Sus pensamientos fueron interrumpidos en cuanto sintió el abrazo de su amado esposo—Quizás creas que no hay salida, pero creo tener una solución desesperada.

—¿Qué?

—No me agrada, pero parece que funciona.

—¿Pero qué es?

Ryoken no dijo nada unos momentos, aun no estaba seguro de querer hacerlo. Lastimar a Takeru deliberadamente no era parte de su personalidad.

—Hazlo.

Kogami prestó atención.

—Sea lo que sea, hazlo. Si es una posibilidad, aunque sea pequeña, debemos intentarlo.

—Tampoco quiero lastimarte a ti.

—¿Más de lo que ya estoy?

Un nuevo silencio acompañó a la conversación, esta vez incómodo para ambos.

—Ryoken, yo sé que nada de esto es tu culpa, pero aun así duele. Así que haz lo que tengas que hacer para que todo esto termine y volvamos a la normalidad.

Kogami no tenía salida, debía hacerlo.

Alzó el dedo índice.

—Uno. Lo haré, aunque no me reconozcas, quiero que sepas que solo será una farsa.

Alzó el dedo medio

—Dos. Esto lo hago por los dos, tal vez sea muy escandaloso.

Yusaku afirmó con la cabeza, miró como su esposo alzaba otro dedo más.

—Tres. Te amo Yusaku, y te juro que lucharé para formar un futuro juntos,

 

Las palabras del peli-blanco le regresaron las esperanzas, entrelazó los dedos de su mano con los de su esposo.

La mirada de ambos no tenía nudas, estaban dispuestos a sacrificarlo todo con tal de estar juntos.

Un último beso hizo el pacto completo, se sonrieron para después recostarse sobre la cama de hospital viéndose cara a cara.

La vida era cruel por separarlos, pero seguramente habría algo mejor esperándoles.

 

Te amo, Ryoken.

 

No hacía falta que el estudiante le respondiera, el sentimiento era mutuo. Permanecieron en silencio hasta quedar profundamente dormidos. Su paz era admirada por las enfermeras que cruzaban por ahí, mas no se atrevieron a separarlos, la escena les parecía demasiado romántica como para arruinarla.

Ellas no intervinieron, pero Kiyoshi Kogami aparcaba su lujoso auto en las instalaciones del Hopital.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Notas del autor:

 

¡¿Qué haces con la lisiada?! Ah, no, así no era XD Perdón por la tardanza, estaba en exámenes.


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