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La magia más poderosa. por phasmatos

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El regreso a Hogwarts

 

La niebla cubría alrededor de la casa de los Potter, el día claro y oscuro a la vez. Una suave brisa entraba por la ventana de Albus, esta chocaba con su cara. Sus ojos verdes como los de su padre se abrieron “Hoy llega Scorpius”, fue lo único que pensó cuando se despertó. Se puso un short azul desde su armario, un remera blanca y bajó descalzo hasta la cocina.

Allí estaba su madre y su padre tomando un café. Los saludó a ambos, sirvió un poco de avena y leche, se sentó y su mirada se concentró en su amigo.

-          ¿A qué hora llegará Scorpius hijo? –Pregunto su madre.

-          Dijo que al mediodía mamá – contesto casi insertando su cara en su plato para tapar sus sonrojadas mejillas.

Harry miró extrañado a su hijo. Un extraño pensamiento comenzó a dar vueltas por su cabeza, no sabía cuál era ni cómo interpretarlo. Un fogonazo esmeralda salió desde la chimenea de la sala cortando a Harry en sus pensamientos y haciendo saltar a su hijo de su silla.

Corrieron hasta la entrada de la chimenea y allí se encontraban el par de rubios Malfoy. Pidieron disculpas por su llegada tan inoportuna, Draco explico que tuvo una urgencia de último momento en casa de su madre. Los niños se dieron un corto abrazo y su padre se retiró despidiéndose cortésmente.

Durante los próximos días comieron, jugaron con algunos Sortilegios Weasley y fueron a la madriguera a visitar a la abuela Molly. Albus no cabía más en su cuerpo en su felicidad. Su mejor amigo lo llenaba de una manera espectacular.

El último día Ginny autorizo que jugaran Quidditch en el patio trasero de la casa, tuvo que poner algunos encantamientos protectores para que no fueran detectados por los vecinos muggles del lugar. Albus claramente era muy malo comparado con el talento natural de su hermano James, incluso Lily tenía más talento que el para la escoba. Scorpius sorprendentemente volaba muy bien, su pelo que estaba al viento por la velocidad de la escoba hipnotizaba al moreno y no le permitía volar con la precisión que requería.

Luego de eso comieron una increíble cena preparada por el padre de la familia. Luego de una amena sobremesa hablando sobre cómo estaban agradecidos de no haber sido nombrado prefectos para poder pasar los T.I.M.O.s, además  de reírse de James que ya podía utilizar magia fuera del colegio y que no dominaba encantamientos que incluso la más pequeña de los Potter conocía. “Su fuerte es claramente solo la escoba y su ego” comentaba Albus de su hermano por lo bajo. El rubio y la pequeña se reían por lo bajo de los venenosos comentarios del muchacho contra su hermano.

“A la cama, ya es muy tarde niños” ordenaba la señora Potter, mientras que el mayor se quejaba de que sentido tenia ser mayor si su madre lo seguía amenazando y dándole órdenes.

Subieron todos a sus respectivas habitaciones. Albus cerró la puerta luego de que sus padres se despidieran, como  su habitación era la última y más alejada del pasillo podían conversar hasta altas horas como todos las noches anteriores. Scorpius le había confesado a Albus que quisiera que ambos pasaran mas tiempo con Rose, siendo esto una ventaja tanto sentimental para el cómo académica para ambos. Albus no muy convencido de que fuera un buen plan, si bien había apoyado y burlado del rubio el año pasado porque le gustaba su prima no le agradaba la idea de que ambos estuvieran juntos. Se iba a sentir solo y aparte de nuevo, “Scor es mi único cable a tierra, sin él no soy nada” habían reflejado sus pensamientos.

En una manera de amenaza el rubio tiro al morocho al colchón del piso de un manotazo. Sabía que no iba a hacer ruido y comenzó a hacerle cosquillas a Albus. Sabía que eran la total debilidad de su amigo. Este le suplicaba que parase ya que sus padres podían escucharlos y regañarlos, aunque sabía que su cuarto estaba más aislado de lo que quería admitir. Entonces todo fue muy veloz y lento a la vez, el rubio aprisiono a su amigo sentándose en su torso sosteniéndole las manos para no poder liberarse. El morocho estaba desorientado y sonrojado a más no poder; de pronto en un intento por liberarse y con un excesivo uso de fuerza trato de levantarse y empujar a su amigo. BUM.

Sus labios rozaron suavemente, una explosión de energía hizo que Albus empujara a su amigo. No sabía si Scorpius se había dado cuenta, pero la sutuacion lo supero. Entonces con una rapidez impresionante se metió a la cama y murmuro que estaba cansado, aconsejando también que era tarde y mañana era tiempo de volver a Hogwarts.

A los pocos minutos ya se podía escuchar pequeños ronquidos del rubio, yacia en el su cama totalmente desordenado y con su pelo totalmente desordenado; totalmente lo opuesto a lo que estaba acostumbrado. Esas vacaciones de verano el rubio se había cambiado de peinado y ahora llevaba el pelo más corto a los costados, su pelo ya no cubría sus ojos y sus intensos ojos grises estaban a la vista siempre. A Albus le agradaba mucho ese cambio, ya que pareciera más maduro y “cool”. Esa noche no pudo dormir mucho, estaba pendiente de los movimientos de su amigo, y la idea de sus labios rozando lo había perturbado pero no asustado, un sentimiento de culpa y gusto lo invadían. No estaba bien fijarse de esa forma de su mejor amigo y tampoco lo estaba querer celarlo con su prima.

Tomo de su escritorio el Libro Reglamentario de Hechizos nivel 5 y se lo puso a leer para distraerse. Le interesaron realmente los encantamientos silenciadores y potenciadores de sonidos; hasta que fue muy tarde y su mente lo venció sumiéndose en un profundo sueño.

A la mañana siguiente, muy temprano, Ginny despertó a todos a desayunar. Albus con su libro sobre su cara apenas pudo mantenerse despierto. Despues de un grito ensordecedor se levantó y fue a desayunar. Scorpius ya se encontraba en la mesa junto a su familia, su ropa era impecable, tal como todos los Malfoy.

-          Buenos días Al – mientras le daba un pequeño abrazo y le revolvía el cabello, el morocho se ruborizo pero no causo ningún revuelo ni miradas entre su familia. Salvo la de su padre que se lo veía un poco inquieto en su silla.

-          Buenos días Scor, buenos días familia – saludo con rubor a todos.

-          ¿Cómo durmieron mi cielo? No había forma de despertarte esta mañana – dijo su madre con cariño.

-          No pude conciliar muy bien el sueño mamá.

-          Está bien, creo que lo mejor es que nos acomodemos lo antes posible así llegar bien al tren – comento su padre terminando de un sorbo su tasa de café.

Todos se alistaron rápidamente y subieron a uno de los vehículos del ministerio de Harry. Al llegar a la estación se dirigieron a la plataforma 9 ¾, colocaron su equipaje en las bóvedas y Albus mantuvo a su lechuza Circe en su jaula junto a él. Cuando faltaban 5 minutos para que el transporte saliera comenzaron las despedidas. Ginny saludo con un beso a los cuatro, imploro que le escribieran más seguido. James revoleo los ojos en blanco y se dirigió al tren con los otros tres chicos.

Harry tomo del brazo a su hijo del medio, preocupado por sus últimas actitudes extrañas con su amigo, le pregunto si se encontraba bien. Solo se limitó a responder “Estoy bien papá, no hay nada de qué preocuparse”. Pero la verdad era que si le preocupaba algo, su mejor amigo lo confundía de manera que jamás nadie lo había hecho.

Una vez entraron en el vagón notaron como todas las miradas de los estudiantes se dirigían a Albus y Scorpius, el morocho se percató de esto y para evitar la incomodidad se dirigió a un compartimento que se encontraba vacío. Ambos se sentaron y esperaron que pasara la señora del carrito de dulces. Albus se dormía sentado, su cansancio por no haber dormido lo suficiente le pasaba factura. El rubio notó esto y saco tema de conversación, comenzaron a repasar y comentar sus aventuras del año anterior y como habían sido sus vacaciones separados. Albus no quiso comentar mucho acerca de lo mucho que lo había extrañado, y como su familia no miraba de manera inusual debido al contacto que habían tenido los muchachos con la hija de Voldemort. Por fin llegaron los dulces, los muchachos compraron unos pasteles de calabaza y unas varitas de regaliz. Reanudaron su conversación tocando los días del rubio en la casa de los Potter. Albus le comento lo que le dijo su padre acerca de su nueva varita e hizo prometer al rubio guardar el secreto de la obtención de la misma.

Llegando a repasar su última noche y el rubio comentando de lo cosquilloso que era su amigo se produjo un silencio incomodo de parte de Albus. Tomando todo el valor que tenía dentro se propuso a preguntarle a su amigo si se había dado cuenta de su pequeño roce de labios.

-          Scor, no quiero que esto suene mal pero…- la puerta corrediza se abrió y se vio a Rose asomándose.

-          ¡Hola! –saludo de manera alegre –los he estado buscando por todo el tren ¿Cómo están? ¿Qué tal las vacaciones? Mi mamá me contó que estuviste en la casa de Al pasando unos días Scorpius.

Scorpius se sonrojó de la misma manera que lo hace Albus con él. El morocho despertó su enojo por la descarada intromisión de su prima. Scor explicó a grandes rasgos lo que habían hecho, su encuentro en el callejón Diagon y la compra de sus varitas.

-          ¿Qué bueno que ya tengan varitas nuevas muchachos ¿ De que son? – pregunto la chica impaciente. Ambos sacaron de sus bolsillos y se las mostraron sin decir una palabra. Las miradas de complicidad acerca de la nueva varita del morocho eran poco notorias para Rose.

-          Cerezo y nervios de corazón de dragon – explico el rubio mostrando su varita con detalles muy delicados.

-          Wuau –dijo la chica sorprendida –no es muy usual esa convinacion ya que la hace muy poderosa y explosiva, he leído que por lo general el cerezo se une al pelo de unicornio para lograr la estabilidad.

-          Ollivander comento que por lo general cuando un mago pasa por periodos difíciles o pruebas puede cambiar su personalidad, y si tiene que recurrir a una varita puede ser muy distinta a la anterior –comento el rubio.

-          ¿Y la tuya Al?¿De qué es? – pregunto extrañada mirando la nueva varita de su primo, esta unos centimentros mas larga que la de su amigo y con unos pequeños lóbulos y unas marcas como runas –me da un poco extraña ¿No Scorpius? –pregunto buscando apoyo.

-          Si, lo es –el morocho fulmino con la mirada a su amigo por su respuesta.

-          No sé de qué es, no lo recuerdo –comento agachando su cabeza.

-          Lo bueno es que por fin conseguiste una varita que no se te resista Al –aclaro el rubio para compensar su falta de tacto.

-          Si…emm, creo también lo mismo, pero nunca había visto ese tipo de madera, aunque parece muy original –trato de redimirse la chica.

Albus se alteró frente al poco tacto que tenían con él sus amigos, se levantó, tomo su uniforme de Slytherin y se fue a cambiar a uno de los tocadores. Cuando llego allí se posó frente al espejo, pensando en que no debería dejar a esos dos solos, la impotencia que sentía al mirar con los ojos que miraba Scorpius a su prima era devastador. Se sentó en el retrete y pasó sus manos por sus ojos y alboroto un poco su pelo. Se cambió de ropa y se quedó mirando su reflejo, sus ojos verdes intensos eran iguales a los de su padre, con su uniforme con tonos verdes aún más. De pronto freno el tren, pero no se apresuró a bajar, quería ir solo en los carruajes, seguramente su mejor amigo ya estaría siguiendo a su prima como niño con juguete nuevo.

Cuando era el último en bajar pudo divisar una cabellera rubia debajo de un pequeño techo que cubría la estación de Hogsmeade, la lluvia y el viento azotaban el lugar. Quedaba solo un carruaje que se veía a lo lejos. Le chico corrió hacia su amigo.

-          No pensé que me esperarías –con un pequeño rubor en su cara.

-          Claro que te esperaría, eres mi mejor amigo. Rose se llevó a Circe con ella. No quería llegar tarde al banquete. Estuve preocupado por ti, desapareciste y no volvías. – dijo sonriente el rubio encaminándose hacia donde se encontraba el ultimo transporte.

-          Espera nos mojaremos todo hasta el carruaje –sacó su varita, lo apunto y murmuró -¡Impervius! –una luz salio de la punta de su varita y cubrió al rubio, luego apuntó a sí mismo y realizo lo mismo.

-          No conocía ese hechizo ¿Qué es lo que hace? –pregunto sorprendido.

-          Capítulo 6, libro reglamentario de hechizos –murmuro –vuelve las cosas impermeables, nunca creí que funcionaria a la primera vez.

-          Estas igual que tu prima, eh. –murmuro entre risas.

Cuando los jóvenes estaban a unos pocos metros del carruaje se sorprendieron al ver unas criaturas que tiraban de ellos. Nunca los habían visto antes, eran una especie de caballos con alas de murciélago y cuerpo esquelético. Albus apunto con su varita de forma instintiva, pero una de las criaturas se dio vuelta y lamio su mano. De pronto su varita cobro un poco de temperatura, la sentía más cálida que lo de costumbre.

-          Creo que son inofensivos –comento Scorpius con una voz dudosa.

-          También lo creo, subamos y vamos al castillo antes de meternos en problemas.

Los jóvenes subieron al carruaje y de inmediato fueron trasladados hasta el castillo. La tormenta azotaba la zona. El moreno estaba sorprendido al ver que su varita había reaccionado de esa manera frente a las criaturas. Scorpius iba a su lado aunque había suficiente espacio para seis personas en el lugar. Se acordó en ese momento que su amigo odiaba las tormentas y los rayos que cruzaban el cielo.

-          Todo está bien, solo es una pequeña tormenta –mintió y poso su mano sobre el hombro del rubio. Este le esbozo una sonrisa cálida.

Unas ganas furiosas de besar a su amigo se despertaron en Albus, trato de contener esos oscuros pensamientos y se apartó un poco. Una vez llegaron al castillo el morocho se percató que las criaturas del carruaje le habían hecho una especie de reverencia, luego se destinaron al Gran Salón. Cuando cruzaron el umbral la mayoría de las miradas se situaron sobre ellos tal como había ocurrido en el tren. Los dos se sentaron y comieron en silencio, desde la mesa de Gryffindor pudo divisar la mirada de Rose y James hacia Albus.

Despues de oir el discurso de la directora McGonagall, insistiendo que no se acerquen al bosque prohibido, que el celador Filch prohibía los artículos de Zonko y de Sortilegios Weasley. Insistio que los alumnos de T.I.M.O.s y EXTASIS estuvieran bien preparados y que próximamente estarían con sus jefes de casa en entrevistas para ver sus futuros. Se oía a lo lejos a Gabriel McLaggen en su misma mesa, un chico rubio oscuro de cabello rizado corto y de cuerpo muy atlético, haciendo alarde de su fascinante destreza en vuelo y que no necesitaba exámenes tontos para triunfar.

-          Se cree la gran cosa el idiota de McLaggen y solo es un bruto –comento Scorpius de manera graciosa.

-          Emm...sí, es cierto. –dijo el morocho dubitativo, recordaba que su tío Ron odiaba al padre de Gabriel, ya que había salido en una oportunidad con su tía Hermione. Incluso aunque fuera muy idiota el chico era muy bueno en Quiddich y todo el mundo lo admiraba, las chicas estaban locas por él aunque no tenía el tiempo más que para sí mismo.

Luego se dirigieron a la sala común y directamente a las habitaciones, ya estaban todas sus pertenencias ahí, incluyendo a Circe dormida en su jaula. Los relámpagos se escuchaban con fuerza y como las olas del Lago Negro chocaban con el castillo. Las mazmorras estaban debajo del lago y por lo tanto eso le daba el color verde a la claridad de sus ventanas.

Albus y Scorpius compartían habitación con los gemelos Scamander, hijos de la madrina de su hermana Lily. Eran dos rubios que se la pasaban todo el tiempo discutiendo sobre criaturas que no existían y comentaban como sus padres iban de aventuras para investigarlas. Sin embargo eran bastante buenos chicos, aunque no se consideraban sus amigos. De pronto un rayo cruzo el cielo que hizo vibrar el lugar. Scorpius se levantó de un salto de su cama. Albus estaba leyendo con las cortinas corridas y a la luz de su varita uno de sus libros de texto por no poder conciliar el sueño.

-          Tss, Al, ¿estas despierto? –sonó en voz baja el rubio.

-          Si ¿Qué pasa? –respondió el morocho en el mismo tono.

-          ¿Puedo dormir contigo? No puedo dormir con esta horrible tormenta –con esas simples palabras causaron que Albus por poco tenga un ataque cardiaco, palideció y repensó una y otra vez la respuesta.

-          Bien, pero no ronques –respondió con todo frio y neutral pero sumamente emocionado en el fondo.  

Notas finales:

Agradezco a todos los que lean mi historia, espero sus review para poder corregir si me he equivocado o modificar mi manera. Esta historia será larga. Pido paciencia, pero seguramente estare publicando uno o dos capitulos por semana.


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