Un espejo en una sala peculiar
El sol ya asomaba en todo el terreno de Hogwarts, la tormenta de la noche anterior se había disipado. Albus se despertó de repente y se encontró aprisionado en los brazos de su amigo. Los gemelos Scamander seguían roncando como de costumbre, se trató de liberar de manera más delicada posible y se dirigió al baño. Se quitó la ropa y se pegó una ducha caliente. Imágenes tiernas de su amigo abrazándolo la noche anterior llenaban su alma de manera eterna. Él estaba cambiando, lo sentía en su respiración al verlo, en el latido de su corazón, y el fuego que soltaba sobre su cuerpo con su sonrisa.
A la vuelta se encontró con los gemelos peleando por quien entraba en el baño primero, y su amigo Scorpius totalmente desnudo solo con una toalla de color verde manzana en su cintura de manera baja que se le podía ver las líneas que torneaban su cuerpo.
Una vez que estuvieron los amigos listos y se dirigieron al gran comedor a desayunar. Cuando estaban por terminar la directora McGonagall anuncio que los alumnos de quinto y séptimo año deberían quedarse para tener una entrevista con sus jefes de casa para discutir sus futuros y que materias de T.I.M.O.s deberían tomar para poder cursar EXTASIS.
Albus se levantó y fue a saludar a su padrino Neville Longbottom, le pregunto que le gustaría estudiar pero este no sabía aun. Este le recomendó estudiar para todas sus materias aunque no le sirvieran para su futura carrera luego de Hogwarts.
Tanto Albus como Scopius cursaban desde su tercer año las materias Cuidado de Criaturas Mágicas, Aritmancia y Runas Antiguas. Ya que la profesora de adivinación les parecía una loca de remate y estudios muggles la encontraban demasiado aburrida. Entonces pensó que iba a intentar poder mejorar su nivel educativo aunque se tuviera que pasar sin dormir por semanas, de alguna manera tenía que recompensar a sus padres y al menos no sentirse tan solo, además de distraerse un poco de sus sentimientos para con Scorpius.
Cuando llego el momento de la suya consulto las materias necesarias para ser auror o rompedor de maldiciones. El profesor Slughorn le informo y le aconsejo que siguiera a su padre que era un buen auror. Le dijo que si tenía el mismo talento natural que el sería un miembro asegurado de las eminencias.
Al día siguiente comenzaron con doble clase de encantamientos y doble de pociones. Comenzaron a practicar encantamientos meteorológicos, el profesor Flitwick comenzó a explicar primero como calmar fenómenos del clima formados de manera no natural. El profesor se posó en el medio de la clase y creo una tormenta pequeña dentro del salón, hizo pasar uno por uno a tratar de desestabilizarla. Un chico de Ravenclaw termino electrificado y se lo tuvieron que llevar a la enfermería, cuando fue turno de Albus apunto a la gran nube negra, respiro hondo y pronuncio el encantamiento “Meteoloembrujo recanto”. Hubo un estallido de una luz cegadora e hizo explotar la pequeña nube de tormenta. El profesor estaba eufórico ante el chico, lo felicito y le concedió veinte puntos a Slytherin.
Cuando pasaron a pociones las cosas bajaron un poco de nivel, Scorpius estaba sorprendido por su amigo y no paraba de felicitarlo. En la clase necesitaron ayuda de Rose para preparar la solución para encoger. Una vez terminada la clase Slughorn felicito a todos por su esfuerzo y los alumnos salieron afuera de las mazmorras. Dirigiéndose al patio por su tiempo libre, el rubio se paró de repente y llamó a Rose al rincón, Albus pudo escuchar como le decía que le parecía muy linda y si le gustaría ir con él a Hogsmeade en la próxima visita. Rose se puso muy tensa y se fue corriendo sonrojada.
Ante esta situación el morocho se puso histérico, no sabía cómo reaccionar. Quería mucho a su prima y quería lo mejor para su amigo pero lo invadía una sensación de que un monstruo rasgaba su interior y quería maldecir a la chica. Trato de calmarse y le propuso a Scorpius que estudien juntos, obviamente para poder adelantarse a que Rose le dé una respuesta y pase más tiempo con ella frente a una alternativa. Este acepto encantado comentó que la sala de menesteres podría ser un buen lugar para hacerlo, ya que seguía ahí aun pasando más de veinte años luego de la batalla que acabo con Voldemort.
En las próximas semanas los chicos desaparecían en el pasillo del séptimo piso y practicaban encantamientos y maldiciones. Rose los ignoraba completamente cada vez que se los cruzaba incluso en clases mantenía distancia. Scorpius se sentía muy triste por esto, además de pensar que la había alejado al contarle sus sentimientos.
En una noche de sábado los chicos habían pedido a los elfos domesticos de la cocina que llevaran su cena hasta la sala ya que el día lunes el profesor Kingsley Shacklebolt, ex auror y ministro de magia les haría tener duelos y debían usar encantamientos defensivos. Albus notaba como sus encantamientos producidos por su varita eran mucho más potentes que los de su amigo, de hecho un simple encantamiento de desarme casi noquea a Scorpius en una oportunidad.
Luego del incidente el rubio se dirigió a la enfermería a ver si la señora Pomfrey le podía dar algo para el dolor de cabeza. Albus se quedó solo, vagando en sus sentimientos, deseo con todas sus fuerzas como descubrir lo que realmente deseaba. De pronto se escuchó un radio de vidrios y metales, se dio vuelta entre los almohadones entre los que encontraba y se encontró con un pequeño espejo con marco dorado e inscripciones alrededor de este. Se le acerco y se sorprendió viendo a él y su amigo besándose apasionadamente, se dio vuelta y no vio nada, solo la sala de menesteres vacia.
Se quedó pasmado por un largo rato el espejo, cada vez subía más el tono las imágenes, hasta que sintió que era demasiado y se alejó del espejo. De pronto la puerta se abrió y entro Scorpius con una botellita en su mano.
- Perdon por desarmarte de esa manera, no era mi intención lanzar un hechizo tan potente –dijo el morocho sonrojado.
- No te preocupes Al, fue fantástico. A este ritmo estaremos totalmente preparados para nuestra clase de DCAO. –respondió sacudiendo el hombro del chico.
De pronto una planta comenzó a crecer ante ambos, una especie de muérdago. El rubio la miro atónito y Albus no se percató de ella.
- Mira Al, que curioso, muérdago. –el chico salio de inundación de pensamientos y vio la planta que colgaba ante ellos.
- Pe..Pero significa que.. –no pudo terminar su frase y fue interrumpido por su amigo.
- …nos tenemos que besar –dijo con sonrojo ante sus palabras –nunca había besado a nadie antes, lo sabes Al.
El morocho estaba mudo, podrían cortar la tensión en el aire con una navaja. El si había besado a alguien, o tal vez no consiente pensaba Albus, lo había besado en la noche antes de volver al colegio. Entonces Scorpius continúo con su comentario.
- Y prefiero que le primero sea con alguien que sé que me quiere de verdad, solo quiero que esto se quede aquí. ¿Sí? –el morocho estaba pálido, ¿acaso su amigo planeaba besarlo? No sabía qué hacer, esto era demasiado para él.
Entonces el rubio tomo con su mano derecha la cara de Albus y la acerco a la suya. Fuegos artificiales, encantamientos explosivos, bombas nucleares, todo eso sintió el morocho en el momento que sus labios se encontraron. Al principio solo sus labios estaban juntos, pronto comenzó a agradarle esa sensación y participo más. Su lengua se introducía en la de Scorpius, como la de el en la suya. Era una sensación mágica, totalmente desconocida. Era una especie de éxtasis profundo, un calor infernal, una explosión de felicidad.
Cuando se separaron, el morocho sostenía sus manos alrededor de la cintura de su amigo. ¿Acaso seria su amigo después de esto?¿Que paso con los sentimientos hacia Rose? Él ya había dejado en claro que esto sería un secreto. Y él había accedido implícitamente al devolverle el beso.
Scorpius le sonreía de manera magistral, se separó y se dirigió a la puerta.
- Es tarde, mejor vamos a dormir –con una sonrisa pícara en su rostro agregó –recuerda, esto queda aquí.
Petrificado el morocho no supo que hacer, no había razón de besarlo, lo había arruinado todo. Ahora estaba aún más intrigado y su bronca bramaba de forma descomunal. Tomo su varita y apunto a una de las estatuas de la esquina de práctica y grito “¡Confringo!”. Un cañonazo de fuego hizo estallar cuatro estatuas juntas. Se dignó a olvidar lo ocurrido. Pero su gran interrogante era ¿Cómo lo haría?