Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Ópalo por Momino

[Reviews - 109]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Agradezco muchísimo a las personas que me dejaron sus comentarios, y también por no olvidarse de mi <3

Les dejo leer.

Capítulo 13

El rayo de energía se estrelló contra mi libro de texto de historia, haciendo un agujero a través de él. Se apagó antes de que pudiera tocarme, pero el libro víctima me dijo lo que necesitaba saber.

Sakura no era amistosa. Y esa pequeña exhibición de la Fuente no era una advertencia.

Dejé el libro y me lancé hacia la izquierda mientras ella se abalanzaba sobre mí. Jugo de naranja se derramó por el borde de mi copa, cubriendo mis dedos. ¿Por qué lo seguía sosteniendo? Mi cerebro no estaba captando este giro de los acontecimientos.

Se lanzó hacia mí, e hice lo único que podía pensar en ese momento. Tiré el vaso hacia su cara. El vidrio se rompió mientras se tambaleaba hacia atrás, alzando sus manos a los ojos. Líquido pegajoso y cristal corrían por sus mejillas, mezclándose con pequeñas manchas de sangre.

Apuesto a que picaba como una perra.

—Sakura —dije, retrocediendo—. No tengo ni idea de cómo sucedió esto, pero soy tu amigo y puedo ayudarte, de veras. Sólo cálmate. ¿De acuerdo?

Se secó los ojos, arrojando líquido contra las paredes. Cuando su mirada se encontró con la mía, no había ni una pizca de reconocimiento en ella. Sus ojos estaban terriblemente vacíos y vastos. Como si todos esos meses hubieran sido arrasados, y no fuera nadie para ella. No había nada de nada sucediendo detrás de esos ojos color turquesa.

Mis ojos tenían que estar engañándome, o tal vez estaba soñando, porque era ella definitivamente un híbrido y eso no tenía sentido. Sakura no sabía nada acerca de los extraterrestres. No era más que una chica normal. Tranquila y tal vez un poco tímida.

Pero estuvo fuera por la gripe...

Oh, demonios... Había sido mutada.

Tenía la cabeza inclinada hacia un lado, entrecerrando los ojos.

—Sakura, por favor, soy yo. Naruto. Tú me conoces, dattebayou —le supliqué. Mi espalda golpeó el escritorio mientras miraba hacia la puerta detrás de ella—. Somos amigos. No quieres hacer esto.

Ella caminó hacia mí, como ese loco terminator femenino después de John Connor.

Y yo era tan John Connor.

Tomé aire, pero éste se atascó. —Vamos a la escuela juntos, tenemos trigonometría y almorzamos juntos, ttebayou. Tienes un color de cabello genial.—No sabía qué decir, pero seguí parloteando, con la esperanza de llegar a ella de alguna manera, porque lo último que quería era hacerle daño—. Sakura, por favor.

Pero al parecer no tenía reparos sobre hacerme algún daño a mí.

El aire estaba cargado de estática. Di un vuelco hacia un lado mientras ella soltaba la Fuente de nuevo. El final de su cola chamuscó mi suéter. Un olor a pelo quemado y algodón flotó en el aire cuando me volví hacia mi mesa. Había un zumbido bajo de la mesa y luego el humo se elevaba de mi portátil cerrado.

Me quedé boquiabierto.

Mi precioso, perfecto, portátil nuevo, el que apreciaba como si fuera un niño pequeño.

Hija de tu pu...

Amiga o no, esto era la guerra.

Me lancé hacia la pelirrosa, llevándola hasta el suelo de mi dormitorio.

Mis manos fueron a su pelo y la levantaron. Una corriente de filamentos rosados ondeaba, y luego me golpeó con la cabeza hacia abajo. Se oyó un golpe satisfactorio y dejó escapar un pequeño grito de dolor.

—Tú, estúpida... —Sakura inclinó la pelvis hacia arriba, envolvió sus piernas alrededor de mis caderas y rodó, ganando la partida en cuestión de segundos. Ella era como un maldito Ninja... ¿quién sabe? Volvió a golpear mi cabeza mucho más fuerte y, maldita sea, esa venganza apestaba. Un estallido de estrellas nubló mi visión. Dolor agudo explotó a lo largo de mi mandíbula, alertándome momentáneamente.

 Y entonces algo dentro de mí se rompió. Ampollas de rabia brotaron, revistiendo mi piel, estableciendo un incendio en cada célula de mi cuerpo. Hubo una ráfaga fuerte de poder centrada en mi pecho. Corría como lava por mis venas, llegando a la punta de mis dedos. Un velo de color rojo anaranjado caía sobre mis ojos.

El tiempo se estaba retrasando de nuevo hacia un rastreo infinito. El calor de la ventilación sopló las cortinas hacia fuera, y el material endeble nos alcanzó y luego se detuvo, se suspendió en el aire. Las pequeñas bocanadas de humo gris y negro se quedaron heladas. Y en el fondo de mi mente, me di cuenta de que no se habían congelado realmente, pero me estaba moviendo tan rápido que todo parecía haberse detenido.

No quería hacerle daño, pero iba a detenerla.

Arqueándome hacia atrás, golpeé ambas manos en su pecho.

Sakura voló contra mi tocador. Las botellas de gel que nunca me funcionaron se sacudieron y cayeron, pegándose en su cabeza. Salté sobre mis pies, respirando pesadamente. La Fuente hizo estragos en mí, exigió ser aprovechada, para ser utilizada de nuevo. Frenarla era como atreverse a no respirar.

—Está bien, dattebayou —jadeé—. Vamos a tomar un momento para calmarnos, de veras. Podemos hablar de esto, averiguar lo que está pasando.

Lenta y dolorosamente, Sakura se puso en pie. Nuestros ojos se encontraron y la mirada ausente en ella envió escalofríos a mi esencia.

—No, Sakura —le advertí—. No quiero hacerte daño...

Su mano se deslizó hacia fuera, rápido como un rayo, me quemó la mejilla, y me hizo girar. Mi cadera encontró la cama y me deslicé hasta el suelo. Un sabor metálico estalló en mi boca. Mi labio estaba herido y mis oídos aturdidos.

Haruno agarró un puñado de mi cabello rubio y me tiró a mis pies. El fuego ardía en mi cuero cabelludo, y dejé escapar un grito ronco. Me obligó a quedar de espaldas, envolviendo sus manos alrededor de mi cuello.

Delgados dedos se clavaron en mi tráquea, cortando el aire. En el momento en que no podía respirar, regresé a mi primer encuentro con el Arum, reviviendo la sensación de desesperación e impotencia mientras mis pulmones estaban hambrientos de oxígeno.

No era el mismo chico que entonces, demasiado asustado para dar batalla.

A la mierda con eso.

Dejando que la Fuente se construyera dentro de mí, la dejé pasar.

Estrellas explotaron en mi habitación, deslumbrando con su efecto a tiempo que la explosión derribaba a Sakura de espaldas contra la pared.

El yeso se agrietó pero ella permaneció de pie. Jirones de humo brotaba de su suéter carbonizado.

¡Por Kami, la chica no iba a detenerse!

Me di la vuelta en mis pies, tratando una vez más de llegar a ella. —Sakura, somos amigos. No quieres hacer esto. Por favor, escúchame. Por favor.

Energía crujió sobre sus nudillos, formando una bola, y en cualquier otra situación, estaría celoso de la facilidad con la que había dominado la capacidad en lo que parecía un nanosegundo, porque la semana pasada... la semana pasada había sido normal.

Y ahora no sabía qué o quién estaba delante de mí.

Hielo llenó la boca de mi estómago, formando fragmentos alrededor de mis entrañas. No se podía razonar con ella. Ninguna posibilidad, y la realización me costó.

Distraído, no me moví lo suficientemente rápido cuando lanzó la bola de energía. Levanté las manos y grité—: ¡Alto! —Tirando todo lo que tenía en la palabra, imaginando las diminutas partículas de luz en el aire respondiendo a mi llamada, formando una barrera.

Aire brillaba a mi alrededor como si una bañera de purpurina hubiera sido arrojada en una línea perfecta. Cada mota brillaba con el poder de mil soles. Y en el fondo de mi mente, sabía que lo que estaba pasando debería haber sido capaz de detener la bola.

Pero se abrió paso, rompiendo el muro resplandeciente, que la frenó, pero no la detuvo.

La energía me golpeó en el hombro y el dolor explotó, momentáneamente, robándome la vista y el sonido, tirándome al suelo, con las piernas sobre mi cabeza. Caí boca abajo en la cama con un fuerte sonido. Aire escapó de mis pulmones, pero yo sabía que no tenía tiempo para dejar que el dolor se hundiera a través de mí.

Levanté la cabeza, mirando a través de mi flequillo desordenado y enredado en mis párpados.

Sakura acechaba hacia adelante, sus movimientos eran fluidos y entonces... no tanto. Su pierna izquierda comenzó a temblar y temblar violentamente. El escalofrío rodó por el lado izquierdo de su cuerpo y sólo el lado izquierdo. Su brazo se sacudió y la mitad de su rostro se contrajo.

Me levanté en mis brazos débiles, pasando rápidamente a través de mi cama hasta que me detuve a su lado. —¿Sakura?

Todo su cuerpo empezó a temblar como si la tierra se estremeciera sólo para ella. Pensé que estaba teniendo un ataque, y me paré.

Saltaron chispas de su piel. El hedor de la tela y la piel ardiente quemó mis fosas nasales. Ella seguía temblando, con la cabeza dejándose caer sobre su cuello sin hueso.

Sujeté la mano sobre mi boca mientras daba un paso hacia ella.

Tenía que ayudarla, pero no sabía cómo. —Sakura, yo...

El aire alrededor de ella se rompió. Una onda de choque destrozó mi habitación. La silla de la computadora volcó, la cama se levantó por un lado, suspendiéndose, y la ola continuó llegando. Ropa voló de mi armario. Papeles se arremolinaban y caían como hojas de nieve.

Cuando la ola me alcanzó, me levantó de mis pies y me arrojó de nuevo como si no pesara más que uno de los artículos flotantes. Golpeé la pared junto a la pequeña mesa al lado de mi cama, y me quedé allí mientras la onda de choque se disparaba.

No podía moverme ni respirar.

Y Sakura... Oh, por Kami, Sakura...

Tenía la piel y los huesos hundidos como si alguien hubiera conectado un vacío a la espalda de ella y le hubiera dado una patada. Poco a poco la pelirrosa se encogió hasta que una ráfaga de luz con la fuerza de una tormenta solar iluminó la habitación —toda la casa y, probablemente, toda la calle—, cegándome.

Un chasquido fuerte y ensordecedor sonó y la luz se retiró, al igual que la onda de choque. Me deslicé hasta el suelo, un montón de ropa y papeles, arrastrados por el aire. No pude conseguir suficiente oxígeno, porque la habitación estaba vacía.

Me quedé mirando el lugar donde había estado Haruno Sakura. No había más que una mancha oscura en el suelo, como la que Momoshiki había dejado atrás cuando fue asesinado.

No había nada, absolutamente nada de la chica, de mi amiga.

Nada.

 

 

 

Sentí el cálido cosquilleo en mi nuca, luego Sasuke se apareció en la puerta, con las cejas levantadas y la boca abierta.

—No puedo dejarte solo ni por dos segundos, Kitsune.

Salté del desastre de ropa y me lancé a sus brazos. Todo salió en un incoherente balbuceo de palabras y oraciones a medias. Varias veces tuvo que tranquilizarme y pedirme que repitiese antes de poder darle algo de sentido a lo que estaba ocurriendo.

Me llevó al piso inferior y se sentó junto a mí en el sofá, sus dedos acariciaban mi labio inferior mientras sus ojos se entrecerraban al concentrarse. Una calidez sanadora se extendió por mis labios y alrededor de mis mejillas adoloridas.

—No entiendo qué sucedió —dije, pendiente de sus movimientos—. La semana pasada era normal, de veras. Sasuke, tú la viste. ¿Cómo es que no sabíamos de esto, dattebayou?

Su mandíbula se tensó.

—Creo que la pregunta adecuada sería, ¿por qué vino por ti?

El nudo que tenía en mi estómago ascendió, acomodándose en mi pecho, impidiéndome respirar bien.

—No lo sé, dattebayou.

Ya para este momento, no entendía nada. Continuaba recordando cada conversación con Sakura, desde la primera vez que la conocí hasta que estuvo fuera de la escuela con una gripe. ¿Dónde estaban las pruebas, las pistas falsas? No podía encontrar una que se destacara.

Sasuke frunció el ceño.

—Ella pudo haber conocido a un Luxen, enterarse de la verdad y saber que no podía decir nada. Es decir, nadie dentro de la colonia sabe que tú eres consciente de la verdad.

—Pero no hay más Luxen, alrededor, de nuestra edad, Sasuke —dije.

Su mirada se encendió.

—Nadie fuera de la colonia, pero hay algunos que son sólo un par de años mayor o menor que nosotros dentro de la colonia.

Era posible que Sakura siempre lo hubiese sabido y nosotros no.

Nunca le conté nada ni a ella ni a Karin, así que no había que pensar mucho para llegar a la conclusión de que Sakura sabía pero nunca le dijo a nadie. Pero, ¿por qué intentó matarme?

Era muy posible que yo no sea la única persona aquí que conocía lo que vivía entre nosotros, pero santo Kami, ¿qué salió mal? ¿La lastimaron y un Luxen intentó salvarla?

—¿No crees que... —No pude terminar la pregunta. Era demasiado nauseabundo, pero Sasuke sabía lo que intentaba decir.

—¿Qué Jinchuriki la tomó y forzaron a un Luxen a curarla como hicieron con Itachi? —La ira tintó de rojo el  matiz negro de sus ojos—. En verdad rezo porque ese no sea el caso. Si es así, es demasiado...

—Terrible —dije roncamente. Mis manos temblaban, así que las introduje dentro de mis rodillas—. No era ella, de veras. No había ni siquiera un atisbo de su personalidad, ttebayou. Era como una zombie, ¿sabes? Totalmente demente.

¿Es eso lo que la inestabilidad provoca?

Sasuke retiró sus manos, y la calidez sanadora se evaporó. Cuando lo hizo, también se desvaneció la barrera que impedía que la realidad de todo saliera a la luz y me consumiera.

—Kami, ella... ella murió. ¿Eso significa...? —Tragué, pero el nudo continuaba abriéndose paso por mi garganta.

Los brazos se Sasuke se tensaron.

—Si fue uno de los Luxen de aquí, entonces escucharé al respecto, pero no sabemos si la mutación se mantuvo. Pain dijo que a veces las mutaciones son inestables, y eso sonó bastante inestable para mí. Creo que la unión sólo ocurre cuando es una mutación estable.

—Tenemos que hablar con Pain, dattebayou —dije, y un temblor recorrió mi cuerpo. Parpadeé, pero mi visión se hizo más borrosa. Tomé un respiro y me ahogué—. Oh... oh, Kami, Sasuke... esa era Sakura. Era Sakura y eso no estuvo nada bien, en serio...

Otro temblor llegó, antes de poder darme cuenta de lo que sucedía, comencé a llorar, con sollozos grandes, que te roban el aliento.

Vagamente, noté que el azabache me había arrimado hacia él, y sostenía mi cabeza contra su pecho.

No estoy seguro de cuánto tiempo estuve llorando, pero cada parte de mi dolía en una forma que no podía ser reparada por Sasuke. Sakura era completamente inocente en todo este asunto, o al menos creía que lo era, y quizá eso era lo que hacía que todo este asunto fuese mucho peor.

No sabía cuán profundo la pelirrosa se encontraba involucrada, y ahora, ¿cómo podría saberlo?

Las lágrimas... fluían, prácticamente empapando la camisa de Sasuke, y parecía que lloraba como un niño perdido, pero él no me separó. Más bien, me abrazó aún más fuerte, y murmuró con esa voz magistral, su lengua que nunca entenderé pero que, aun así, me atraía completamente. Las palabras desconocidas me tranquilizaron, y me pregunté si hace tiempo, alguien, un padre o algo así, lo sostuvo y le murmuró esas palabras exactas. ¿Y cuántas veces ha hecho esto mismo por sus hermanos? Incluso con todos los ladridos y mordidas que lanzaba, era natural en este tipo de cosas.

Calmaba el oscuro abismo, calmaba los bordes de un golpe doloroso.

Sakura... se había ido. Y no sabía cómo lidiar con ello. O con el hecho de que lo último que hizo fue intentar matarme, lo cual era, completamente, lo opuesto a quién era ella.

Cuando las lágrimas por fin dejaron de caer, sorbí mi nariz y sequé mi rostro con la mangas de mi camisa. La de mi derecha se encontraba carbonizada por la explosión de energía, y se sentía áspera contra mi mejilla. La tosca sensación trajo un recuerdo a mi mente.

Levanté la cabeza.

—Traía puesto un brazalete que nunca le había visto usar antes, de veras. El mismo tipo de brazalete que tenía puesto Yagura, ttebayou.

—¿Estás seguro, Kitsune? —Cuando asentí, se recostó sobre el respaldo del sofá, manteniéndome abrazado—. Esto es incluso más sospechoso.

—Sí...

—Necesitamos hablar con Yagura sin nuestro nada querido socio primero. —golpeteó su barbilla, suspirando. La preocupación adornó sus facciones, e hizo que su voz se hiciera más tosca—. Le contaré lo que sucedió a los demás —Comencé a hablar, pero sacudió la cabeza—. No quiero que tengas que pasar por eso.

Recosté mi mejilla contra su hombro.

—Gracias, Sasuke.

—Y me haré cargo de tu habitación. Lo limpiaremos.

El alivio descendió sobre mí. Limpiar ese cuarto, ver la mancha en el piso, era lo último que quería hacer.

—Eres perfecto, ¿lo sabes?

—A veces —murmuró, acariciando mi mejilla con su barbilla—. Lo lamento, Naruto. Siento mucho lo de Sakura. Era una buena chica y no merecía esto.

Mis labios temblaron.

—No, no lo merecía...

—Y tú no merecías tener que pasar por eso con ella.

No dije nada respecto a eso, porque ya no estaba seguro de lo que merecía o no. A veces, ni siquiera creía merecer a Sasuke.

Hicimos planes para ir a Kirigakure el miércoles, lo que significaba que nos perderíamos nuestro segundo día de entrenamiento de strunz, pero ahora mismo, no podía pensar en eso. Encontrar la razón por la cual Sakura terminó siendo híbrida, y poseyente del mismo tipo de brazalete que Yagura era mucho más importante. Si podía descubrir lo que le había ocurrido, entonces haría valer algo de justicia.

No tenía idea lo que diría en la escuela cuando la pelirrosa nunca regresase y las inevitables preguntas comenzaran a surgir. No creo que fuera capaz de pretender que no tengo idea y salir con más mentiras. Otra persona desaparecida...

Demonios, Karin... ¿Qué hará Karin? Habían sido amigas desde la escuela primaria.

Cerré mis ojos con fuerza y me acurruqué contra Sasuke. Los dolores producto de la pelea habían desaparecido hace rato, pero me sentía completamente exhausto, drenado mental y físicamente. Era irónico que durante el último mes hubiese evitado la sala de estar, y ahora se iba a convertir en mi habitación. Ya casi no me quedaba cuartos en los que esconderme.

Sasuke continúo hablando en su hermosa lengua, transmitiéndome una melodía hasta que me quedé dormido en sus brazos. Sólo estuve consciente cuando me recostó completamente en el sofá y me arropó con una manta.

Horas más tarde, abrí mis ojos y vi a Sai sentado en el asiento reclinable, con las piernas contra su pecho, y leyendo uno de mis libros. Un Adulto Juvenil paranormal de mis favoritos, sobre un demonio persiguiendo a una chica que vive en Atlanta.

Pero, ¿qué estaba haciendo Sai aquí?

Me senté, apartando mi cabello fuera de mis párpados. El reloj bajo la televisión, un viejo reloj de cuerda que mamá amaba, decía que faltaba un cuarto para la medianoche.

Sai cerró el libro.

—Sasuke fue al Supermercado en Iwagakure. Así que eso tomará una absurda cantidad de tiempo, pero es el único lugar abierto que tiene alfombras.

—¿Alfombras?

Sus facciones se tensaron.

—Para tu habitación... En la casa no había ninguna extra, y no quería que tu mamá buscara una, viera la macha, y pensara que habías intentado incendiar la casa.

¿La mancha...? El sueño se me fue completamente, y el último par de horas resurgió. La mancha en el piso de mi habitación, donde Sakura, básicamente, se había autodestruido.

—Oh... —lancé mis piernas fuera del sofá, pero temblaban demasiado como para levantarme. Las lágrimas se acumularon detrás de mis ojos—. Yo no... no la maté, de veras.

No sé por qué dije eso. Quizá porque, en mi interior, me preguntaba si Sai inmediatamente asumiría que yo era el responsable de lo que le había sucedido a Sakura.

—Lo sé. Sasuke me contó todo. —Bajó sus piernas, y sus pestañas cayeron, abanicándose sobre sus mejillas—. No puedo...

—¿No puedes creer que esto haya ocurrido, dattebayou? —asintió, y abracé mis piernas, envolviendo mis brazos alrededor—. Yo tampoco puedo. Ni siquiera puedo convencer a mi cerebro.

Sai se quedó en silencio por un momento.

—No he hablado con ella desde... bueno, desde todo. —Inclinó la cabeza, y todo su cabello negro se deslizó sobre un lado—. Me caía bien, y fui un completo ingrato con ella.

Comencé a decirle que eso no era cierto, pero Sai levantó la mirada, y una sonrisa triste adornaba su rostro.

—No mientas para hacerme sentir mejor, Naruto. Lo aprecio, pero no cambia los hechos. Ni siquiera creo haberle dirigido dos palabras desde que Gaara... murió, y ahora... Y ahora, ella también está muerta.

Quería confortarlo, pero entre nosotros se encontraba un golfo y una pared de diez metros con alambre de púas. La valla eléctrica alrededor de la pared había desaparecido, pero aún no había ningún nivel de tranquilidad entre nosotros, y ahora, eso dolía más que cualquier otra cosa.

Acariciando una parte de mi cuello, cerré los ojos. Mi cerebro se encontraba inactivo y no estaba muy seguro de lo que debería estar haciendo en este momento. Todo lo que quería era lamentar la muerte de mi amiga, pero ¿cómo se supone que pueda estar de luto por la muerte de alguien, cuándo nadie en el exterior sabe que había muerto?

Sai aclaró su garganta.

—Sasuke y yo limpiamos tu habitación. Um, hubieron algunas cosas que no tuvieron salvación. Algunas prendas de ropa quemadas o rotas que tiré a la basura. Yo... colgué una pintura sobre la grieta en la pared. —Subió rápidamente la mirada, como midiendo mi reacción—. Tu laptop... no... Funciona.

Mis hombros decayeron. La laptop era lo último que me preocupaba de todo lo que había ocurrido esta noche, pero no tenía idea de cómo se lo explicaría a mamá.

—Gracias, dattebayou —dije, finalmente, con la voz ronca—. No creo que hubiese sido capaz de hacer todo eso, de veras.

Sai metió su blanca mano entre sus cabellos azabaches. Minutos pasaron en silencio, y entonces dijo—: ¿Te encuentras bien, Naruto? Es decir, ¿en verdad estás bien?

La sorpresa me impidió responder durante algunos minutos.

—No, no lo estoy, Sai —dije, con honestidad.

—Eso creí —hizo una pausa, limpiándose los ojos con el dorso de su mano—. En verdad me caía bien Sakura.

—A mí también —murmuré, y no hubo más que decir.

Todo lo que vino antes de ésta noche, y todo en lo que habíamos estado tan enfocados ya parecía sin importancia, lo cual no era cierto, pero una amiga había muerto, otra amiga. Su vida y su muerte eran un misterio. Tenía seis meses conociéndola, pero nunca la conocí en realidad.

Continuará...

Notas finales:

Sakura jamás había sido tan fuerte como ahora, JAJA. Es broma, chicxs, en lo personal no tengo nada en contra por ese personaje.

¡Espero que le haya gustado! Estaré muy ansiosa esperando sus bellísimos comentarios que me animan mucho cuando entro a esta preciosa plataforma.

¿Nos leeremos pronto?


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).