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Ópalo por Momino

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Notas del capitulo:

No puedo creer que pudimos llegar a los 100 reviews antes de que termine, de verdad mi corazoncito baila de felicidad.

Sin embargo, ha llegado el momento que todos esperamos pero que nadie quiere... el final de esta tercera temporada.

¡Lean! <3

 

Capítulo 18

Al igual que la última vez que hice el viaje a Jinchuriki, pasé la mayor parte del domingo con mi mamá. Fuimos a un desayuno tardío y la puse al corriente de todos los detalles del problema. Se le pusieron los ojos llorosos cuando le hablé de la sorpresa junto al lago de Sasuke.

Demonios, tenía los ojos llorosos y mi pecho ondeaba cuando le dije. El Uchiha y yo nos quedamos allí hasta que las estrellas habían desaparecido de la noche y el cielo se había vuelto de color azul oscuro.

Había sido simplemente perfecto, las cosas que habíamos hecho en esas horas finales todavía hacían que mis dedos se doblaran.

—Estás enamorado —dijo mi mamá persiguiendo un trozo de melón a través de su plato con el tenedor—. No es una pregunta. Lo puedo ver en tus ojos, ttebane.

Mis mejillas se pusieron rojas. —Sí, lo estoy, de veras.

Ella sonrió. —Creciste demasiado rápido, cariño.

No siempre se siente de esa manera, sobre todo esta mañana, cuando no podía encontrar mi otro par del calcetín.

Entonces su voz baja para que la multitud del lleno restaurant no la pudiera oír—: Estás siendo cuidadoso, ¿verdad?

Curiosamente, no estaba avergonzado por el cambio de la conversación. Tal vez tenía que ver con el comentario de Bebé Naruto desnudo quitándose sus pañales de ayer. De cualquier manera, me alegré de que ella preguntara, que le importara lo suficiente. Mi mamá puede estar ocupada trabajando como todos los padres, pero no fuera de la lista de correo.

—Mamá, siempre tendré cuidado con ese tipo de cosas, dattebayou—tomé un sorbo de mi refresco—. No quiero a cualquier bebé Naruto corriendo por ahí, en serio. No por ahora.

Sus ojos se abrieron con sorpresa, luego se rió otra vez. —Oh, querido... Haz crecido —dijo colocando su mano sobre la mía—. Y estoy orgullosa de ti.

Al enterarse de que se sentía bien, porque en el lado de los padres de cosas, no estaba seguro de lo que podía sentir orgullo. Claro, iba a la escuela, me mantuve fuera de problemas-sobre todo-,  sacaba buenas notas y todo lo demás, pero ella no tenía idea por todo lo que he luchado y tratado para mantener a la raya los otros problemas alienígenas.

Pero aún estaba orgullosa de mí y no quería hacer nada que la decepcionara.

Cuando llegamos a casa, Sasuke vino por un momento y me llevó todo en mí para mantener a mamá lejos de los álbumes de fotos antes de ir a tomar unas pocas horas de sueño, dejándonos al azabache y a mí con nuestros propios recursos, lo cual sonaría como una cosa muy divertida, pero estaba tan colgado con demasiada fuerza,  que no me di cuenta que las horas se habían ido demasiado rápido.

Una vez que me había cambiado a un suéter negro, Sasuke me pidió el ópalo. Se lo entregué.

—No me mires así, dobe —dijo, sentado frente a mí en mi cama. Metió la mano en su bolsillo y sacó una cuerda delgada blanca—. En lugar de guardarla en tu bolsillo, pensé que podríamos hacer un collar con ella.

—Oh. Buena idea, teme.

Lo vi envolver la cuerda alrededor de la pieza de ópalo, ajustándolo así que no había cuerda suficiente en ambos lados para encajar cómodamente alrededor de mi cuello. Me senté para que lo atara debajo de mi camisa. Se apoyaba ligeramente por encima de la pieza de topacio que llevaba.

—Gracias, ttebayou —dije, a pesar de que todavía pensaba que deberíamos habernos arriesgado rompiéndola.

Él sonrió. —Creo que deberíamos pasar del almuerzo de mañana e ir al cine.

—¿Eh?

—Mañana, creo que deberíamos hacerlo a medio día, dobe.

Hacer planes para saltarse las clases de mañana por la tarde no estaba en mi lista de prioridades y estaba a punto de señalarlo cuando me di cuenta de lo que estaba haciendo. Distrayéndome, dándome la posibilidad del mañana, mantener las cosas normales y, en cierto modo, esperanzadoras.

Levanté mis pestañas y mantuve sus ojos. El color negro y extraordinariamente brillante  se volvió nublado cuando me puse de rodillas, tomé su rostro y lo besé, realmente lo besé como si fuera el aire que necesitaba.

—¿Qué fue eso? —preguntó cuándo me senté—. No es que me queje.

Me encogí de hombros. —Sólo porque quería. Y para responder a tu pregunta, creo que definitivamente deberíamos saltarnos y desaparecer durante el día, ttebayou.

 Sasuke se movió tan rápido que un segundo estaba sentado y al siguiente sobre mí, con los brazos como bandas de acero a ambos lados de mi cabeza, yo estaba de espaldas, mirando hacia él.

—¿Te he dicho que tengo una debilidad por los donceles malos? — murmuró. Su forma borrosa en los bordes, blanca y suave como si alguien hubiera tomado un pincel y dibujara un contorno borroso a su alrededor.

Un mechón de su negro cabello cayó hacia adelante de esos asombrosos ojos cuales diamantes negros.

El aliento me abandonó—: ¿Ausentismo lo hace para ti?

Cuando bajó su cuerpo, vibraba con una carga baja y donde nuestros cuerpos se reunieron volando chispas—: Tú lo haces para mí, dobe.

—¿Siempre? —le susurré.

Sus labios rozaron los míos. —Siempre.

 

 

Sasuke se fue un tiempo después para reunirse con Kakashi e Itachi. Los tres querían correr alrededor de las cosas de nuevo y Kakashi siendo el planificador anal-retentivo en el fondo, quería tomar algunas pruebas más del ónix.

Me quedé atrás, situándome en torno a mi mamá como un niño pequeño mientras se preparaba para su trabajo. Sintiéndome excepcionalmente necesitado, incluso me siguió afuera y vio de nuevo fuera de la calzada en su Prius.

Mi mirada se dirigió al macizo de flores rodeando el porche. El mantillo se desvaneció, lo necesario para reemplazarlo, le vendría bien un buen deshierbe.

Al salir del porche, me fui a los pequeños rosales y empecé a tirar los pétalos muertos. Había oído una vez que podría ayudar a las flores florecer de nuevo. No estaba seguro de sí era correcto o no, pero la monotonía de escoger cuidadosamente las hojas alivió mis nervios.

Mañana, Sasuke y yo nos iríamos en el almuerzo.

El próximo fin de semana, convencería a mi mamá de que tenía que revisar los macizos de flores.

A principios de junio, me graduaría.

En algún momento de ese mes, me gustaría tomar en serio lo de llenar el papeleo para la Universidad de Colorado en Estados Unidos y dejaría caer esa bomba sobre mi madre.

En julio, pasaría todos los días nadando con Sasuke en el lago, lo cual me conseguiría más bronceado a lo Jersey Shore.

A finales del verano, las cosas serían normales entre Sai y yo. Por último, llegado el otoño, me gustaría pasar de todo esto. Las cosas no volverían a ser mundanas. Ya no era completamente humano. Mi novio, el hombre que amaba, era un extraterrestre. Y puede llegar un punto donde, como Itachi y Pain, Sasuke y yo tendríamos que desaparecer.

Pero no iba a ser mañana o la semana próxima, ni al mes, el verano y el otoño.

—Solo tú estarías haciendo jardinería en estos momentos, Naruto.

Me di la vuelta al oír la voz de Pain. Se apoyó en el coche vestido de negro, listo para esta noche.

Esta fue la primera vez desde nuestra confrontación que él había llegado a mí alrededor mientras estaba solo y el extraterrestre en mí respondió. Esa sensación de montaña rusa se hinchaba dentro de mí.

Estática picaba a lo largo de mi piel.

Me mantuve firme. —¿Qué es lo que quieres, Pain?

Se rió suavemente mientras su mirada se posó en el suelo. —Nos vamos pronto, ¿no? Sólo estoy un poco más tempranero.

Y yo era un pedacito de un libro nerd. Sí, claro.

Cepillé la suciedad de mis dedos, lo observé con ironía. —¿Cómo has llegado hasta aquí, dattebayou?

—Estacionado al final de la calle, en la casa vacía. —Hizo un gesto con la barbilla—. La última vez que aparqué aquí, estoy bastante seguro de que alguien fundió la pintura del capó de mi coche.

Sonaba como Sai y sus manos microondas. Me crucé de brazos. — Sai y Sasori están al lado. —Sentí la necesidad de señalar.

—Lo sé. —Sacó una mano, la pasó por su puntiagudo pelo—. Te veías muy bien en el baile.

La inquietud se desplegó en mi vientre. —Sí, te vi, de veras. ¿Fuiste solo?

Él asintió con la cabeza. —Estaba allí sólo por unos minutos. Nunca hice alto en la escuela de danza. Un poco decepcionante.

No dije nada.

El pelinaranja dejó caer su mano—: ¿Estás preocupado por lo de esta noche?

—¿Quién no lo estaría, dattebayou?

—Kitsune listo —dijo y sonrió un poco. Era más bien una mueca que otra cosa—. Nadie, que yo sepa se ha infiltrado en una de sus instalaciones antes o incluso llegado tan lejos como lo hicimos la última vez. Ningún Luxen o híbrido, podemos ser los primeros en intentarlo.

Apuesto a que hay una docena de Itachis, Deidaras, Pains y Nagatos.

Los músculos se apretaron en mi cuello y hombros. —Si esto se supone que es una charla, estás fracasando completamente en ello, ttebayou.

Pain se echó a reír.

—No me refiero a esa forma. Así que si hacemos esto, somos los más fuertes, ya sabes. El mejor partido de híbridos y fuera de Luxen.

Divertido o tal vez sólo irónico, pensé, que lo que Jinchuriki tanto deseaba era lo único que podía ir en contra de ellos.

Metí la mano en mi bolsillo, sintiendo los bordes cálidos y suaves del ópalo. —Entonces somos simplemente impresionantes, supongo, dattebayou.

Otra sonrisa dolorida, luego Pain dijo—: Eso es con lo que estoy contando.

Estábamos vestidos todos como un grupo de gentuza ninja. Mi piel sudaba bajo el térmico negro de manga larga. La idea era que entre menos piel expusiéramos, menor strunz nos impactaría.

Realmente no había una panorámica de esa manera la última vez, pero no estábamos tomando ningún riesgo esta noche.

El ópalo quemaba un agujero debajo de la ropa.

Conducir por las montañas de Konohagakure era un asunto tranquilo. Esta vez, incluso Pain se quedó en silencio. Itachi era una bola de energía a su lado. Una vez, por suerte, cuando los coches no nos rodeaban se metió en su verdadera forma, casi cegándonos.

Las palabras del pelinaranja se quedaron en mi cabeza. Eso es con lo que estoy contando. Probablemente estaba siendo paranoico, pero se establecieron como la leche agria. Por supuesto que se cuenta con nosotros para conseguir lo casi imposible. Tenía tanto como nosotros que ganar.

Y entonces pensé en la advertencia de Yagura, “nunca confiar en aquellos que tienen algo que ganar o perder” Pero eso significaba que no podía confiar ni en él ni en nuestros amigos. Todos nosotros teníamos algo que ganar o perder.

Sasuke llegó a más de la consola central y apretó mi mano.

Pensar en esas cosas en este momento no era la mejor ruta para viajar. Me estaba metiendo en todos mis estados y sin valor.

Sonreí al pelinegro, decidí centrarme en nuestra tarde. Nosotros realmente no haríamos nada. Sólo abrazarnos, ambos despertándonos, de alguna manera que fuera más íntimo que cualquier otra cosa. Ayer por la noche o temprano en la mañana había sido una historia diferente.

Sasuke era un tipo creativo.

Mis mejillas estaban teñidas de rojo el resto del viaje. Las dos camionetas llegaron a la pequeña granja en la parte inferior de la carretera de acceso negro con cinco minutos de sobra. A medida que ascendíamos, Pain consiguió el texto de confirmación de Yagura.

Las cosas eran una oportunidad.

En lugar de hacer ejercicios de calentamiento, todos nos quedamos quietos conservando nuestra energía. Ino, Sasori y Sai se mantuvieron en su SUV. El resto de nosotros se acercó al borde del campo cubierto de hierba.

Tenía la esperanza de que no me infestara con las garrapatas.

Con una última mirada a los Luxen en el vehículo, era hora de irse. Dejé que el flujo de fuente  corriera a través de mi sangre y huesos. Y con la piel erizada salimos a la oscuridad sin luz de luna por ser una noche nublada.

Como la última vez, Sasuke se quedó a mi lado. Lo último que necesitaba era que me tropezara con algo y he hiciera retroceder a todos cuesta abajo.

Las cosas estaban tranquilas y tensas cuando llegamos al borde del bosque, esperando a ver que sólo un guardia del personal estuviera en la valla.

Fue Sasuke quien lo llevó a cabo en esta ocasión. Entonces estábamos en la valla, introducimos el primer código.

Matatabi.

Quitando toda la extensión de terreno, los cinco nos movimos como fantasmas. Visible en la visión periférica, pero desapareciendo cuando miramos de frente.

En el conjunto de tres puertas, Itachi ingresó la segunda contraseña.

Chōmei

Y ahora el tiempo era de vida o muerte. Todos estos meses nos han llevado a esto. ¿Nuestra formación de strunz significaría nada?

Sasuke me miró.

Metí la mano en el cuello de mi camisa envolviendo mis dedos alrededor del ópalo.

Pasando por el spray strunz todavía dolía como las entrañas ardientes del infierno para los demás, pero debe ser manejable si Pain tenía razón.

La puerta se abrió con un sonido de cámara de aire y el pelinegro menor fue el primero que pasó.

Tomó aire y se encogió, pero una pierna se colocó delante de la otra pasando a través hasta el otro lado. Se detuvo, mirando por encima del hombro y sonrió con esa media sonrisa.

Todos nosotros dejamos escapar un suspiro colectivo.

Pasamos a través de la puerta de strunz blindado. Cada uno de los chicos tomó el aerosol con una mueca de dolor. Yo casi no sentí nada.

Dentro de Jinchuriki, por primera vez nos quedamos detrás de Pain que conocía la mayor parte del camino. El túnel fue ensombrecido con pequeñas lámparas colocadas cada veinte metros más o menos en las paredes de color naranja. Busqué las puertas de emergencia de asesinos, pero estaba demasiado oscuro para ver.

Inclinando mi cabeza, me di cuenta de algo terrible sobre el techo. Era brillante, como que estaba mojado o algo así, pero no era líquido.

—Strunz —murmuró Pain—. Todo el lugar está cubierto de strunz.

A menos que hubieran hecho recientemente una remodelación masiva,  no podía ser algo nuevo para el ojigris. Sintiendo el ópalo contra mi piel, tiré de la Fuente y esperé la carga extrema de energía ya que volaríamos por el túnel.

Había una pequeña chispa de energía extra, pero nada como lo había sido cuando Sasuke y yo lo habíamos probado. Mi corazón se hundió cuando nos acercábamos al final del largo túnel. Tenía que estar lleno de la piedra maldita, para que de alguna manera debilitara el ópalo.

Al final del túnel, se dividió en un cruce. Los ascensores estaban en el medio. Kakashi se dirigió hacia la apertura comprobando el primer espacio.

—Limpio —dijo, luego desapareció moviéndose tan rápido que cuando pulsó el botón del ascensor, mis ojos no podían seguirle la pista hasta que estuvo junto a nosotros otra vez.

Cuando las puertas se abrieron, nos movimos llenando el ascensor de acero. Al parecer, las escaleras estaban bajo contraseña y me preguntaba lo que la gente haría para salir en caso de emergencia.

Miré a mi alrededor en el ascensor, miré algunas partes negruzco-rojo brillante en la luz del techo oscilante. Casi esperaba que nos rociara con strunz mientras esperábamos, pero no fue así.

La mano de Sasuke rozó la mía y lo miré.

Me guiñó un ojo.

Sacudiendo la cabeza, cambié mi peso sin descanso. Este parecía el ascensor más lento en el mundo. Podría encontrar una fórmula trigonométrica más rápido. El azabache me apretó la mano, como si pudiera sentir mi nerviosismo.

Me estiré hacia arriba en la punta de los dedos de los pies y ahuequé la mejilla de Sasuke, guiando su cabeza a la mía. Lo besé profundamente sin reservas.

—Para la buena suerte, dattebayou —le dije después de que se retiró un poco sin aliento.

Sus ojos negros brillaron con una gran cantidad de promesas que envió un tipo muy diferente de escalofríos sobre mí. Cuando llegáramos a casa, conseguiríamos un poco de tiempo uno-a-uno.

Porque queremos llegar a casa, todos nosotros. No podía haber otro resultado.

Finalmente, las puertas del ascensor se abrieron revelando una pequeña sala de espera. Las paredes blancas. Techos blancos. Pisos blancos.

Habíamos entrado en un manicomio.

—Encantadores colores decorativos —dijo Kakashi.

El pelinegro menor sonrió.

Su hermano mayor se adelantó, deteniéndose en la puerta. No había forma, ni idea, de ver lo que nos esperaba al otro lado. Con este código, íbamos a ciegas.

Pero habíamos llegado muy lejos. Emoción zumbaba a través de mí.

—Hermano, cuidado —dijo Sasuke—. Hay que hacerlo lento.

Él asintió con la cabeza—: Nunca he estado aquí. ¿Pain?

El nombrado fue a su lado. —Debería haber otro túnel, más corto y más ancho, y habrá puertas en el lado derecho. Las celdas, en realidad, están equipadas con una cama, un televisor y un baño. Habrá unas veinte habitaciones. No sé si las demás están ocupados o no.

¿Otras? No había pensado en los demás. Miré a Sasuke. —No podemos simplemente dejarlos, ttebayou.

Antes de que pudiera contestar, el de perforaciones intervino—: No tenemos tiempo, Naruto. Tomar demasiados nos retrasaría y no sabes en qué condiciones están ahí.

—Pero...

—Por primera vez, estoy de acuerdo con Pain, dobe—él se reunió con mi mirada de asombro—. No podemos, Kitsune. Ahora no.

No estaba de acuerdo con eso, pero no podía correr por el pasillo dejando a la gente libre. No teníamos pensado eso y sólo teníamos una cantidad fija de tiempo. Esto era peor que la gente que pirateaban libros, apestaba más que esperar un año para el próximo libro de una serie amado y más de un final brutal de melodrama. Dejando aquí, sabiendo que podríamos estar dejando atrás a gente inocente, me perseguiría para siempre.

El surfista respiró hondo y tecleó el último código.

Jinchuriki.

El sonido de varias cerraduras de succión en su lugar rompió el silencio,  una luz en la parte superior de la puerta a la derecha brilló verde.

Cuando él avanzó a la puerta abierta, Sasuke se movió para estar delante de mí. Kakashi estaba de repente detrás de mí y yo estaba blindado. ¿Qué...?

—Estamos limpios—dijo Pain, sonando aliviado.

Pasamos por la puerta, descubriendo otro escudo strunz. Ahora teníamos dos más para llegar a través de los demás. Esto no iba a ser fácil. El túnel era como el de arriba, pero todo blanco y como el pelinaranja nos había informado, era más corto y más ancho. Todo el mundo se movía más que yo. Lo hicimos, estábamos aquí. Mi estómago se sacudió y se estremeció mi piel.

Casi no lo podía creer.

Feliz y ansioso de repente sentí la punta de la Fuente responder, pero alcanzó su punto máximo para después rápidamente escupirse hacia fuera.

La cantidad de strunz en este edificio era una locura.

—La tercera celda es la de él—dijo Pain, corriendo por el pasillo, hacia el último grupo de puertas.

Girando, contuve la respiración cuando Itachi tomó la manija de la puerta con revestimiento de strunz y se volvió. No encontró ninguna resistencia.

Itachi entró en la habitación con las piernas temblando, todo su cuerpo temblaba y su voz se quebró al hablar—: ¿Deidara?

Esa palabra, ese único sonido que fue retirado de las profundidades del Uchiha mayor nos detuvo a todos conteniendo el aliento de nuevo.

Por encima de su hombro, vi una forma delgada sobre una estrecha cama sentarse. Cuando él apareció a la vista, casi me emocioné porque era él, era Deidara... pero no se veía como lo había hecho cuando lo había visto por última vez.

Su cabello rubio no estaba desaliñado o grasiento, sino recogido en una media cola de caballo suave. Algunos mechones se habían deslizado libres por uno de sus ojos, enmarcando un rostro pálido pero delicado. Una gran parte de mí temía que no reconociera a Itachi, que sería esa cáscara agrietada del doncel que había conocido. Había estado preparado para lo peor. Que incluso atacara a Itachi.

Pero cuando vi los ojos azules de Deidara no estaban vacíos como habían estado en la casa de Kabuto. Tampoco se parecían en nada a la mirada terriblemente en blanco de Sakura.

El reconocimiento brilló en los ojos del rubio mayor.

El tiempo se detuvo para los dos y luego se aceleró. Itachi se tambaleó hacia delante, pensé que caería de rodillas. Sus manos se abrieron y se cerraron a sus costados como si no tuviera ningún control sobre ellas.

Todo lo que pudo decir fue—: Deidara...

El chico saltó espantado de la cama, con los ojos saltando por encima de nosotros y luego se instalaron quedándose con el pelinegro mayor — ¿Itachi? Es que... no lo entiendo.

Ambos se movieron como si fueran el otro, corriendo hacia delante, cruzando la distancia en el mismo momento. Sus brazos se rodearon unos a otros y el pelinegro lo levantó enterrando la cara en su cuello. Palabras fueron transmitidas, pero sus voces estaban cargadas de emoción, demasiado bajas y demasiado rápidas para que mis oídos puedan escucharlas.

Estaban sosteniéndose el uno del otro de una manera que sabía que nunca se iban a dejar ir.

Itachi levantó la cabeza y dijo algo en su idioma, lo que me pareció tan hermoso como lo fue cuando Sasuke habló. Entonces él lo besó y me sentí como un intruso observándolos, pero no podía apartar la mirada.

Había tanta belleza en su reunión, en la forma en que derramó besos pequeños en su cara junto con  la humedad que se reunía en sus mejillas.

Amenazas de lágrimas se deslizaron hasta mi garganta, quemando la parte de atrás de mis ojos. Lágrimas de felicidad querían borrar mi visión. Sentí a Kakashi colocar su mano sobre mi hombro y apretarla. Suspirando, asentí.

—Itachi. —Urgencia llenó el tono de Sasuke, recordando a todos que se nos acaba el tiempo.

Tirando aparte, su hermano le agarró la mano y le dio la vuelta mientras un conjunto de interrogantes salían de la boca de Deidara.

—¿Qué están haciendo? ¿Cómo entraron aquí? ¿Ellos saben? —Y así sucesivamente fue mientras Itachi, quien estaba sonriendo como un idiota trataba de mantenerlo calmado.

—Más tarde —dijo—. Pero tenemos que pasar por dos puertas y va a doler.

—Escudos de Strunz, lo sé —dijo.

Bueno, eso resuelve el problema.

Me volteé mientras Pain regresó, cargando el cuerpo propenso de un chico Luxen de cabello pelirrojo. Una mancha rojiza apareció a través de la mandíbula del adolescente.

—¿Está bien, dattebayou?

El surfista asintió. La piel alrededor de sus labios se dibujó apretada y pálida. —Yo... no me reconoció. Tuve que mantenerlo tranquilo.

Una grieta pequeña rompió mi corazón. La mirada en los ojos de Pain era tan desesperada y triste, especialmente cuando parpadeaba hacia Itachi y Deidara. Todo lo que había hecho: mentido, engañado y asesinado había sido todo por el chico en sus brazos. Alguien a quien consideraba un hermano.

Una vez más, odiaba sentir simpatía por ese bastardo.

Pero lo hacía.

Deidara levantó la vista y su avalancha de preguntas se desvaneció. — Tú no puedes...

—Tenemos que irnos, Deidara. —Pain lo interrumpió y se dirigió a nosotros—. Se nos está acabando el tiempo.

Y así era. El recordatorio batía a través de mí y le di al otro doncel lo que esperaba fuera una sonrisa tranquilizadora. —Tenemos que irnos ahora, de veras. Todo lo demás puede esperar.

Deidara estaba negando con la cabeza vigorosamente. —¡Pero..!

 

—Tenemos que irnos, Deidara. Lo sabemos —Y él asintió con la cabeza al oír las palabras de Itachi, pero el pánico se estaba construyendo en sus ojos.

La urgencia pateó a la adrenalina a toda velocidad, sin más demora alguna los cinco nos fuimos por el pasillo. Sasuke marcó el código en el panel de la pared abriéndose la puerta.

La habitación totalmente blanca no estaba vacía.

Inuzuka Kiba estaba allí, el desaparecido, dado por muerto Inuzuka Kiba, más grande y corpulento que nunca. Todos nosotros fuimos tomados por sorpresa. Sasuke dio un paso atrás. Kakashi se detuvo. Mi cabeza no podía tratar de entender cómo estaba vivo, por qué estaba allí de pie como si estuviera esperando por nosotros.

Los pequeños vellos en mis brazos empezaron a alzarse.

—Oh, mierda —dijo el pelinegro menor.

Kiba sonrió. —¿Me extrañaron? Yo los extrañé.

Luego levantó un brazo. La luz se reflejó por un brazalete de metal que llevaba. Un pedazo de ópalo brillaba, casi idéntica a la que llevaba alrededor del cuello. Todo sucedió tan rápido. El castaño abrió la mano, por consiguiente fue como ser golpeado por fuertes vientos. Me levantó del suelo y fui llevado hacia atrás a través del aire. Choqué contra la puerta más cercana, mi cadera golpeó la manija de la puerta de metal. El dolor explotó, golpeando el aire de mis pulmones para después caer seco por el suelo.

Oh, demonios... Kiba era...

Mi cerebro se apresuró a mantenerse al día con lo que estaba sucediendo. Si Kiba tenía un pedazo de ópalo, entonces eso significaba que tuvo que haber sido mutado. Él probablemente no nos habría sorprendido si no hubiéramos estado tan desprevenidos al verlo. Era como con Sakura. Él fue la última persona que esperaba.

Sasuke se estaba levantando a varios metros por el pasillo, al igual que Kakashi. Itachi tenía a Deidara presionado contra la pared. Pain estaba más cerca, usando su cuerpo para escudar al de Nagato.

Me empujé hacia arriba, haciendo una mueca cuando el dolor se arqueó abajo de mi pierna. Traté de levantarme, pero mi pierna dejó de funcionar. El pelinaranja estaba allí, agarrándome antes de caer al suelo por segunda vez.

Kiba entró en la habitación y sonrió.

El ojinegro menor se puso en pie. —Oh, estás tan muerto.

—Ah, creo que esa es mi línea —respondió el castaño. Una explosión de energía voló de su mano y grité el nombre de Sasuke. Él evitó un impacto directo.

Las pupilas del azabache estaban empezando a brillar rojas. Él se echó hacia atrás. La energía se alzó a través de la habitación, una luz blanquecina-azul. Kiba la esquivó, riéndose.

—Vas a desgastarte, Luxen —se burló.

—No antes que tú.

Kiba le guiñó un ojo y luego se volvió hacia nosotros echando de mano su mano energía de nuevo. Pain y yo lo pateamos de vuelta. Empecé a caer y él me agarró. De alguna manera su brazo terminó alrededor de mi cuello.

Sentí una sensación de tirón en el cuello que no le tomé importancia, ya que Sasuke apareció  junto a mí, empujándome a sus espaldas.

—Esto no es tan bueno —dijo Pain, acercándose a Kiba—. Se nos está acabando el tiempo.

—No me digas —escupió el Uchiha.

Itachi disparó hacia Kiba, pero él se echó hacia atrás riendo. Era como un súper híbrido con esteroides. Otra ráfaga de energía voló a Pain y luego hacia Kakashi. Ambos se agacharon en picada al suelo para evitar recibir un golpe. El castaño siguió avanzando, sin dejar de sonreír. Miré hacia arriba y nuestros ojos se encontraron. Los suyos carecían de toda emoción humana. Irreal. Inhumanos.

Eran tan fríos.

¿Cómo había sido mutado? ¿Cómo lo logró? ¿Y cómo lo habían convertido en este monstruo sin sentimientos? Había tantas preguntas y ninguna de ellas importaba en estos momentos. El dolor que me robaba la respiración hacía difícil concentrarse o mantenerme incluso de pie.

La sonrisa del Inuzuka se extendió y un escalofrío rodó a través de mí mientras tiraba de la Fuente, sintiendo su despertar dentro de mí. Antes de que pudiera liberarla, él abrió su boca. —¿Quieres jugar, Kitsune?

—Oh, joder —gruñó Sasuke.

El pelinegro era mucho más rápido que yo. Él pasó junto a Pain y Kakashi, más allá de Itachi y Deidara. Moviéndose tan rápido tenía que verse afectado por todo el strunz, pero era como un relámpago. Medio segundo más tarde, él estaba delante de Kiba con sus manos a ambos lados de su cabeza.

Una grieta repugnante resonó en el pasillo.

El Inuzuka cayó al suelo.

El Uchiha dio un paso atrás, respirando profundamente. —Nunca me gustó ese punk en primer lugar.

Me tropecé a un lado, con el corazón acelerado mientras la Fuente agitó inquieta en mi interior. Mis ojos abiertos, tragué saliva. —Él es... él era...

—No tenemos tiempo. —Itachi sacó a Deidara por el pasillo, en la sala de espera—. Tienen que saber que estamos aquí.

Pain cogió a Nagato, echando un vistazo a Kiba al pasar junto al cuerpo tendido. No dijo nada, pero ¿qué podía decir?

Mi estómago se cayó cuando el pánico amenazó con tomar fuerza. Obligándome a mí mismo a dar un paso hacia adelante, ignoré el dolor irregular corriendo arriba y abajo de mi pierna.

—¿Estás bien? —preguntó Sasuke, enroscando sus dedos con los míos—. Recibiste un golpe desagradable.

—Estoy bien, de veras —Estaba vivo y podía caminar, por lo que tuve que decir que estaba bien—. ¿Tú?

Él asintió con la cabeza al entrar en la sala de espera. Tomar el ascensor me llenó de espanto tanto que pensé en lanzarme, pero no había puertas a las escaleras. Nada. No teníamos otra opción.

—Vamos. —Kakashi se metió en el ascensor con el rostro pálido—. Tenemos que prepararnos para cualquier cosa una vez que estas puertas están abiertas.

Sasuke asintió. —¿Cómo están todos?

—No me estoy sintiendo muy bien, hermano —contestó el pelinegro mayor, su mano libre abriéndose y cerrándose—. Es el maldito strunz. No sé cuánto queda en mí.

—¿Qué demonios estaba pasando con Kiba? —Sasuke se giró a Pain mientras el ascensor se lanzó en movimiento—. Casi no parecía afectado por el strunz.

El observado sacudió la cabeza. —No lo sé, hombre. Yo no lo sé.

Deidara estaba parloteando acerca de algo, pero no podía prestar atención. La pelota del temor se estaba construyendo en mi estómago, circulando por mi cuerpo. ¿Cómo Pain no iba a saber? Sentí a Sasuke pasar junto a mí y entonces sus labios rozaron mi frente.

—Todo va a estar bien, dobe. Ya casi estamos fuera de aquí. Tenemos esto. — me susurró al oído, pero más tensión se filtró fuera de él, fuera de mí. Luego sonrió. Fue una de verdad, tan ancha y hermosa que mis propios labios se curvaron para acompañar a la suya—. Lo prometo, Kitsune.

Cerré los ojos un momento, absorbiendo sus palabras y aferrándome a ellas. Necesitaba creer en ellas, porque yo estaba a segundos de enloquecer. Tenía que mantener la compostura.

Estábamos a un túnel de la libertad.

—Tiempo —preguntó Pain.

Kakashi miró su reloj—: Dos minutos.

Las puertas se abrieron con un turbulento ruido, el túnel largo y estrecho apareció afortunadamente, muy vacío y carente de sorpresas que me asustaran. El de perforaciones y su compañero fueron los primeros en salir con pasos largos y rápidos. Sasuke y yo fuimos por el costado con Kakashi delante de Itachi y Deidara, por si acaso algo sucediera.

—Quédate detrás de mí —dijo Sasuke.

Asintiendo con la cabeza, mantuve los ojos bien abiertos. El túnel era un borrón, que se movían tan rápido. El dolor en mi pierna aumentaba con cada paso. Tan pronto como Pain llegó a la puerta del medio, paso a Nagato por encima del hombro y marcó la clave. La puerta se sacudió y luego se abrió.

Él se quedó allí, envuelto en la oscuridad de la noche invasora.

En sus brazos, el inmóvil Luxen estaba pálido y parecía apenas con vida, pero él sería libre en cuestión de segundos. Pain había conseguido por fin lo que quería. Nuestros ojos se encontraron a través de la distancia. Había algo produciéndose en esos ojos grises.

Un gran sentido de premonición se arraigó y se extendió rápidamente. Inmediatamente, cogí el ópalo alrededor de mi cuello, pero lo único que sentía fue la cadena de la pieza de topacio que colgaba. No estaba el ópalo.

Los labios de Pain lentamente se curvaron en las esquinas en una sonrisa maniaca.

Mi corazón tartamudeó y entonces mi estómago cayó tan rápido que pensé que iba a vomitar. Esa sonrisa... Esa sonrisa se sentía como una gran trampa. Una oleada de terror desenfrenado me puso la piel helada. Pero no podría ser. No. No. No. No puede ser...

Pain inclinó la cabeza hacia un lado mientras daba un paso hacia atrás. Abrió su mano libre. Ahí estaba la cadena delgada, blanca desentrañada, deslizándose entre sus dedos. El trozo de ópalo colgaba allí en sus manos.

—Lo siento, Naru —dijo,  él realmente parecía arrepentido. Fue increíble—. Tenía que ser así.

—¡Hijo de puta! —bramó Sasuke, liberándose de mí. Se puso en marcha hacia adelante, pasando después a Pain en una forma que yo sabía que iba a terminar en una violencia sangrienta.

Calor estalló entre mi pecho, inesperado e igual de terrible como un ejército de soldados del Departamento de Defensa. Me agaché, tirando del  topacio de mi camisa. Brillaba rojo. Mala señal.

Sasuke se detuvo en seco, gruñendo.

La oscuridad detrás de Pain se espesó y se estiró, introduciéndose en la entrada del túnel. La negrura se filtraba por las paredes. Las lámparas se encendieron y apagaron. Unas sombras se dejaron ver en el suelo levantándose alrededor de él. Sin tocarlo. Sin detenerlo. El humo formaba pilares al principio y luego formas humanas. Sus pieles eran como el aceite de la medianoche, pulido y brillante.

Arums formados alrededor de Pain, siete de ellos. Todos vestidos igual. Pantalones oscuros. Camisetas oscuras. Ojos protegidos detrás de gafas de sol. Uno por uno, sonrieron.

Ignoraron al surfista.

Lo dejaron ir.

Él desapareció en la noche mientras un Arum voló hacia adelante.

Sasuke se encontró con la primera cabeza, su forma humana resplandecía mientras él golpeó la parte trasera de un Arum en la pared. Itachi empujó a Deidara a un lado mientras cerró la línea en un avance para llegar a otro Arum, llevándolo hacia abajo.

Al llegar abajo, Kakashi agarró un trozo delgado de topacio  afilado en una punta fina que tenía guardado y le dio la vuelta, golpeando profundamente en las entrañas de un Arum más.

El Arum se detuvo, perdiendo su forma humana mientras se elevaba hacia el techo bajo. Se quedó allí un momento, para luego hacerse añicos como si estuviera hecho de nada más que frágiles huesos.

Rápidamente me repuse.

Sabiendo que ninguno de ellos, incluyéndome a mí, sería capaz de utilizar la Fuente por mucho tiempo, esto sería un mano a mano. Tiré el topacio alrededor de mi cuello y rompí la cadena mientras uno de los Arum me alcanzaba. Vi mi rostro pálido en sus gafas de sol oscuras y busqué la Fuente dentro de mí.

Él extendió la mano,  una luz color blanco-rojo brotó de mí, tirando hacia atrás el Arum y derribándolo completamente en su trasero. Energía salió precipitada como un torrente desbordado. El strunz había disminuido el golpe y el maldito estaba de pie, mientras Sasuke mataba al que estaba luchando con él. Otra explosión de humo negro que sacudió el pasillo.

El Arum que derribé estaba delante de mí, se le habían caído las gafas de sol. Sus ojos eran del azul más pálido, el color del cielo de invierno. Ellos eran tan fríos como los de Kiba, si no más.

Di un paso atrás, mi mano apretando la pieza de topacio.

El Arum sonrió,  luego se torció hacia un lado balanceando su pierna y agarrar la mía, justamente la mala. Grité cuando mi pierna cedió por el dolor. Empecé a bajar, pero él me agarró por el cuello, levantando mis pies en el aire. Más allá de él vi girar a Sasuke, vi la ira en él y vi al Arum que se levantaba detrás de él.

—¡Sasuke! —grité mientras hundí el trozo de topacio en el pecho del Arum que me sostenía.

Este cayó mientras Sasuke giró, esquivando al otro. Golpeé el suelo de cemento por enésima vez mientras el Arum se quebró con tal fuerza que sopló el cabello de mi cara.

El pelinegro agarró de los enemigos más cercanos por los hombros y los arrojó varios metros detrás de mí mientras estaba con las piernas temblorosas. Mi mano temblaba alrededor del topacio climatizado.

—¡Vamos! ¡Tenemos que irnos! —Itachi agarró a Deidara y se dirigió hacia la puerta, esquivando a un Arum—. ¡Ahora!

No necesitaba que lo dijeran dos veces. Esta era una batalla que no íbamos a ganar. No cuando no teníamos tiempo y había cuatro Arum todavía en pie, obviamente no afectados por el strunz.

Empujando el dolor, empecé a avanzar, dando unos pasos antes de que mi pierna fuera agarrada por detrás. Fue rápido y duro, dejando caer el topacio para salvar mi cara de estrellarse contra el cemento. La frialdad del contacto del Arum impregnado en mis sudores  y viajando por mis piernas como su agarre apretando en mi tobillo.

Me torcí hacia mi lado, le di patadas con la pierna buena acertando en la cara del Arum. Hubo un sonido satisfactorio de crujido húmedo y me alejé del hombre. Me puse de pie, apretando los dientes por el dolor en mi pierna mientras me dirigía hacia Sasuke. Se había regresado y estaba volviendo por mí cuando un zumbido grave retumbó por todo el edificio, aumentando y aumentando hasta que era todo lo que podía oír.

Todos nos detuvimos. La luz inundó el túnel y al final del pasillo se oyeron cerraduras automáticas deslizarse. El sonido del golpe-golpe-golpe fue una sucesión interminable.

—No —dijo Kakashi, sus ojos desplazándose hacia debajo de donde vinimos—. ¡No!

Sasuke tiró detrás de mí. Me volví, viendo la luz en el túnel crujir y formar un muro de luz azul brillante. Una tras otra, cada diez metros más o menos, una y otra vez...

La luz azul cayó sobre uno de las Arum no muy lejos detrás de mí. Lo atrapó y se encendió la luz. Hubo un crujido fuerte, como una mosca atrapada en una de esas trampas.

—Oh maldición —susurré.

El Arum había desaparecido, simplemente desapareció.

No se acerquen a la luz azul, Pain había dicho. Son paredes invisibles. Directo a una muerte segura.

Sasuke se tambaleó hacia delante, con las manos extendidas para mí, pero ya era demasiado tarde. Antes de que pudiera llegar a mí, ni siquiera una palma de mi cara, una hoja de luz azul apareció y voló calor, soplando mi cabello hacia atrás. Sasuke dejó escapar un grito sobresaltado y me eché hacia atrás.

No lo podía creer. No era posible. Me negué a creerlo. Sasuke estaba en el otro lado de la luz, más cerca de la salida, y yo... yo estaba en el otro lado, el lado equivocado.

Los ojos del Uchiha se encontraron con los mío, vi en su  mirada el horror en sus extraordinarios ojos rojos, rompiendo mi corazón en mil inútiles pedazos. Entendí... comprendí lo que estaba sucediendo.

Estaba atrapado con el resto de los Arum.

Gritos se escuchaban. Botas golpeaban en el suelo. Sonaban como si vinieran de todas partes. Frente a nosotros, por detrás y en todos los rincones. No podía voltearme, no podía mirar hacia atrás o lejos de Sasuke.

—Naruto —susurró, suplicó en realidad detrás del vidrio que me dividía de él.

Sirenas sonaron agudamente.

Sasuke reaccionó tan rápido, pero por una vez en toda su vida, él no fue lo suficientemente rápido. No podía ser. Las puertas de emergencia comenzaron a deslizarse desde la parte superior e inferior,  él saltó a un lado golpeando su palma sobre un panel de control muy pequeño.

Nada funcionaba. Las puertas corredizas uniéndose. La luz azul era como una corriente de destrucción que nos separaba. Sasuke se lanzó contra mí. Se puso en marcha hacia el escudo azul y dejé escapar un grito ahogado sobresaltado. Él sería destruido si lo golpeaba el láser.

Tirando de la Fuente tanto como pude, le tendí la mano ignorando el calor mientras empujaba a Sasuke con lo último de mis fuerzas con mi energía, a pesar de que el  mantuvo su cuerpo tenso detrás de las luces azules, hasta que Kakashi entró en acción tomando al ojinegro alrededor de su cintura. Me deslicé hasta el suelo, las rodillas apenas me funcionaban. El azabache se volvió loco, lanzando golpes y arrastrando al Hatake mientras luchaba por salir adelante, hacia mi, pero peliplateado lo regresó a la luz, logrando que Sasuke quedara de rodillas.

Ya era demasiado tarde.

—¡No! ¡Por favor! ¡No! —rugió él, con la voz quebrada de una manera que nunca había escuchado antes—. ¡Naruto!

Las voces y los sonidos de pies golpeando detrás de mí se fueron acercando, y la frialdad escalofriante del Arum la sentí a lo largo de mi espalda, pero no podía apartar la mirada del azabache.

Nuestros ojos se encontraron, y nunca, nunca olvidaré el terror en los suyos, la mirada de pura impotencia. Todo parecía surrealista en mi final, como si realmente no estuviera aquí. Traté de sonreír para él, pero no estaba seguro si lo conseguí.

—Todo va a estar bien...—dije en voz baja mientras las lágrimas llenaron mis ojos. Las puertas estaban saliendo del techo y el piso—. Todo va a estar bien, Sasuke...

Los ojos rojos de Sasuke dieron brillo acuoso, ¿estaba llorando?.

Su brazo extendió la mano, sus dedos extendidos. Más nunca alcanzaron el láser o el vidrio donde estaba—:¡Te amo, Naruto. Siempre lo he hecho. Siempre lo haré! —dijo, en voz gruesa y ronca por el pánico—. ¡Voy a regresar por ti. Lo haré!

Las puertas de emergencia se sellaron con un ruido sordo.

—Te amo —le dije, pero... Sasuke, él se había ido. Ido en el otro lado de las puertas y yo estaba atrapado con los Arum y Jinchuriki. Por un momento no pude pensar, no pude respirar. Abrí la boca para gritar, pero el terror se vertió en mí, cortando el sonido.

Me di la vuelta lentamente, levantando la cabeza mientras una lágrima rodaba por mi mejilla. Un Arum estaba allí, la cabeza inclinada hacia un lado. No podía ver sus ojos detrás de las gafas de sol y me alegré de no hacerlo.

Se arrodilló,  más allá de él y los otros Arums, pude ver a hombres vestidos con uniformes negros. El Arum se acercó, arrastrando un dedo helado por mi mejilla, persiguiendo la lágrima y retrocedió lejos, presionando contra las puertas de emergencia.

—Esto va a doler —dijo él. Se inclinó, su cara a centímetros de la mía y su aliento frío contra mi boca.

—Maldito —susurré.

Una ráfaga de dolor abarcó cada célula de mi cuerpo y el aire escapó de mis pulmones. Suspendido allí, no podía alejarme. Mis brazos no funcionaron. Alguien me agarró por el lado, pero no podía sentir. Se sentía como si gritara, pero no había sonido.

No había Sasuke.

 

Fin

Notas finales:

Estoy sintiendo sus enojos y auras malditas desde mi casita, ¡se los juro!

Pero tengo una buena noticia... 

He avanzado con la 4ta temporada y puede, mis preciosxs, que suba el nuevo fanfic esta semana que viene. No es seguro, sin embargo tampoco está tan alejado a la realidad. 

Conociendo y si ustedes me mandan sus preciosos mensajitos, terminaré cediendo a sus encantos como siempre. Así que ya saben, jiji.

Y la verdad me gustaría saber que opinan respecto al final  y qué creen que pasará ahora que tiene Jinchuriki a Naruto por fin. ¿Qué creen que hará Sasuke? ¿Ya odian más a Pain? Porque yo la verdad, igual llegué a odiarlo en su momento.

¡Esperaré ansiosa sus comentarios!

Muchas gracias por todas las personitas que siempre estuvieron ahí para leer esta 3ra parte y sobre todo a los que se tomaban el tiempo de escribirme. 

¿Nos veremos próximamente en la 4ta temporada?

Los quiero <3


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