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BROTHERS'S LOVE por Alleisys

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«…Necesito tres millones de libras…»

 

«…Juro que le pagare…»

 

«…¡No me importa lo que sea! Pero autorice mi maldito préstamo…»

 

«…Conque, lo que sea, ¿No?...»

 

«Entrégate a mí, y yo mismo te daré el dinero que tanto deseas…»

 

«…De acuerdo…»

 

 

Cada palabra…

Cada acción…

Cada lagrima…

Todas las piezas del rompecabezas finalmente encajaban en una sola.

Pudo sentir el suelo bajo sus pies temblando, y los vidrios detrás de él, romperse en cientos de pedazos a su alrededor. Por unos instantes, Katakuri fue capaz de ver como en los miles de fragmentos que se volatizaban a su alrededor se formaba un reflejo, pero extrañamente… no se trataba del suyo.

Sino del de su padre, sonriéndole con orgullo.

Su rojizo mirar se rompió en una expresión de asco y aberración hacia sí mismo.

Había cruzado la última línea que lo diferenciaba de Kaido, y era hora de enfrentar las consecuencias de sus actos.

¿Finalmente se había convertido en el reflejo de ese monstruo?

«¡¡No!!

Aún podía verlo, la sombra de un titan colosal dueño de unos terroríficos ojos ámbar, los sedosos cabellos sonrosados de una hermosa mujer con el rostro salpicado de sangre, y un niño de granates cabellos con apenas tres años, parado en medio de ambos con los brazos alzados, listo para defender a su madre sin importarle que fuera a recibir una paliza por revelarse contra ese monstruo. Mientras que a lo lejos, en un extremo de la habitación, había un niño con un sombrero alto, abrazando a duras penas a una niña que no paraba de llorar y dos criaturas con cabellos rubios y naranjas respectivamente, los cuales no podían hacer otra cosa que taparse los oídos y cerrar fuertemente los ojos mientras temblaban sin control.

«¡Ya no toques más a mamá! — Le advirtió aun sin parar de temblar — ¡Suéltala! ¡¡Suéltala, ahora!!»

—¡Katakuri! ¿¡Katakuri, a dónde vas!? — Una preocupada Violet siguió con premura al Charlotte mayor, que únicamente se ocupó de tomar un objeto de la gaveta de su escritorio y salir violentamente de su oficina sin decir ni una palabra.

Sus pisadas eran fuertes y retumbaban con fuerza sobre el piso de mármol. Sus puños estaban comprimidos con una fuerza que rozaba lo mortal, y su mirada era combustión absoluta, pero por lejos, lo peor se estaba desarrollando en su interior.

—Rebecca... — Su voz resonó con la fuerza de una bomba nuclear contenida en la punta de un alfiler.

La dulce aura de primavera de la feliz novia se marchito al levantar la mirada de su puesto y ver a su adorado jefe con una indescriptible expresión traída desde el más allá. La fuerza suprimida que habitaba en él la hizo temblar involuntariamente con solo sentir su presencia. Desatando una tormenta incontrolable que amenazaba con traer abajo a su mágico bosque de hadas.

En todo el tiempo que llevaba trabajando con Katakuri, jamás lo había visto así.

—Cancela toda mi agenda del día. — Ordeno con una calma mortal, dirigiendo de a pocos su asesina mirada hacia la pequeña pelirrosa que se hacía cada vez más pequeña al verlo con esa expresión.

—S-Si… E-Enseguida… J-Jefe. — La voz de Rebecca titirito de forma inesperada. ¿Por qué le estaba costando trabajo respirar?

—¿¡Disculpa!? — Las fuertes pisadas de los tacones altos de Violet se acompasaron de manera apresurada hasta llegar donde Katakuri. Rebecca agradeció en silencio la llegada de su hermana, la cual a diferencia de ella mostraba una presencia imbatible y hasta peligrosa. — ¿No estarás pensando en usar eso? — Demando con notoria indignación al notar que el objeto que había tomado Katakuri de su escritorio era la Smart Key de su Apollo Intensa Emozione.

Hacía mucho tiempo que Katakuri había dejado de conducir, habiendo un motivo muy grande detrás que ella apoyaba totalmente. Por esa razón Pauli lo trasladaba a cualquier lugar que él necesitara en helicóptero, pero solo por mera precaución, el mismo Charlotte ordeno que al menos uno de toda la gama de los autos de lujo que poseía estuviera en todas las sedes de la firma y Whole Cake en caso de que se suscitase alguna “emergencia”.

Y le preocupaba de sobremanera que Katakuri si quiera considerase la posibilidad de usar esa carta. ¿Pero qué diablos le ocurría? Este no era el hombre que ella conocía. De hecho, la última vez que había visto a Katakuri actuar así de errático fue cuando…

De repente, su hermoso mirar cambio drásticamente por un vendaval de emociones. —Voy contigo. — Decidió de inmediato.

—No. — Sentencio en el acto.

Él era el único que debía enfrentar el precio de sus acciones.

—No me importa, iré contigo.

—¡Te dije que no! — Alzo la voz de manera autoritaria provocando que Rebecca retrocediera asustada ante el choque entre su jefe y hermana, pero ni aun así logro amedrentar a Violet.

Ella había visto una de las peores expresiones que ese hombre podía llegar a tener, y eso aun estaba muy lejos de poder amedrentarla.

—¿¡Qué es lo que pretendes hacer!? — Le reclamo iracunda.

—Eso no te interesa, Vi. — La frivolidad desbordante en sus palabras la hizo remover la cabeza involuntariamente. Su despectiva respuesta fue lo que finalmente logro afectarla. 

—Je-Jefe — La entrecortada voz de Rebecca detuvo su guerra silenciosa consigo mismo. Provocando que tanto Violet como el centrasen su mirar en la menor con expectación. — Y-Ya desocupé toda su agenda, p-pero ¿Q-Que hay con su reunión en Bruselas?

—Dile a Pauli que me espere en London City Airport. No demorare. — Delego con rapidez, dirigiéndose raudamente hacia su ascensor privado. Tenía que darse prisa y no tenía pensando desperdiciar ni un solo segundo más con Vi y sus estúpidas preguntas.

—Kuri…— Sin embargo, el calmado y hasta incluso perezoso llamado de Queen fue lo único que logro retenerlo.

Había recuperado la compostura al momento que vio a su adorado ahijado perderla por unos instantes. Desde que este era un adolescente no veía un actuar tan impredecible en ese muchacho, y eso sin duda, logro asombrarlo de sobremanera.

—¿Hay algo de lo que deba preocuparme, hijo? — Pregunto con una delicadeza muy impropia de él. Al igual que Vi, tambien tenía conocimiento de todos esos demonios que dormían en su cabeza, y con los que Katakuri siempre había batallado incansablemente por mantener bajo control. Aunque eso significase que tuviera que permanecer siempre despierto para poder vigilarlos.

Y tambien sabía que sus demonios más grandes, eran aquellos mismos que le habían dado la vida.  

Para cualquiera que lo viese desde el exterior, pensaría que esta era su típica aura seria de siempre, aquella que lo acompañaba a cada momento como su fiel y silenciosa compañera. Pero eran solo un puñado de des-afortunados los que podían ver un poco más allá de esa muralla impenetrable, aunque claro, solo porque él y nadie más que él lo permitía. 

Y con la hermeticidad que casi siempre lo caracterizaba, descompuso la tensión en su mandíbula para contestarle a una de las dos personas a las que él siempre respetaría y vería como sus verdaderos padres.

—En lo absoluto, Queen. — Dictamino girando su mirada hacia su padrino con una pragmaticidad absoluta su rostro.

Violet presiono sus labios con fuerza ante la escueta respuesta, mientras que Queen asintió con cautelosa seriedad. Era todo lo que el rubio necesitaba saber.

Antes de desaparecer por uno de los pasadizos ocultos de la firma, dejando en el camino a una totalmente desconcertada Violet, alzo su voz una última vez para dirigirse a su pequeña secretaria.

—Rebecca, llama a servicio técnico para que reparen el ascensor. — Finiquito.

—¿Esta averiado? — Pregunto con sorpresa la pelirrosa.

—Lo estará... — Gruño entrando a su elevador privado instantes antes de que las puertas se cerrasen.

«…¡No seas estúpido, Katakuri! Nadie se acercará a ti por lo que eres, lo harán por lo que puedes hacer por ellos ¡Y quien diga lo contrario no es más que un maldito mentiroso! Sino pregúntaselo a la ramera de tu madre…»

—¡Cállate!

Impacto su puño con una fuerza descomunal sobre el espejo que estaba justo ante sus ojos. Un sonoro estruendo retumbo en todo el cubículo, resquebrajando así en miles de grietas al reflejo de Kaido que se mostraba victorioso frente a él. La fuerza de su ataque fue tan brutal que incluso dejo su puño marcado sobre la lata del elevador.

Poco a poco, pequeños vidrios empezaron a desprenderse de la pared de acero, y con estos, manchas de sangre empezaron a regarse sutilmente por el piso. Destenso su puño lentamente, mientras que los retos de cristales que habían quedado incrustados en sus nudillos se llenaban del intenso escarlata de la sangre que empezaba a drenar de su brazo.

¿Cuándo fue que llego a deshumanizarse tanto?

Sabía perfectamente en qué momento había empezado, pero jamás se dio cuenta del punto al que había llegado hasta que supo la razón detrás de las acciones de Ichiji.

Ese idiota.

«…¿Por qué estás haciendo esto?...»

«…Solo entra y terminemos de una vez…»

Cada recuerdo, cada imagen, cada momento; era como recibir un puñal de la mano del propio pelirrojo.

Lentamente pego su frente a la del destrozado vidrio, justo frente al reflejo de su padre, desafiando directamente a su corrompida mirada ámbar con un cumulo de sentimientos encontrados.

—No… yo jamás seré como tú. — Profeso con dureza.

.              .              .

Las vías del London Underground se desplegaban a una velocidad inusitada entre los profundos y eternamente oscuros túneles que se articulaban por toda la capital inglesa, siendo a través de la eterna sombra de los mismos que Ichiji podía ver su maltrecho reflejo sobre la ventana del metro.

Su ya de por si sensible piel mostraba unas prominentes ojeras, además de sentir los labios hinchados y resecos, pero más allá de su estado físico, era su interior el que estaba realmente trastocado. Se tomo un tiempo para cerrar los ojos mientras suspiraba largamente por todas las conjeturas que en esos momentos estaban amenazando con atacarlo sin posibilidad a darle tregua.

Y todas tenían como objetivo un único lugar, su corazón.

¿Qué hubiera pasado si Reiju no tuviera cáncer?

¿Igualmente hubiera conocido a Katakuri?

 ¿Acaso su relación hubiera sido diferente?

Aun sin saber la respuesta, estaba seguro que habría caído víctima de esos impenetrables ojos escarlatas solo con chocar sus miradas una vez.

—Ichiji. — El sutil siseo de Niji que estaba sentado justo a su lado mientras cerraba definitivamente la botella de zumo de naranja que había comprado mientras esperaba por su pelirrojo mellizo en Victoria Station, finalmente se había acabado.

Y eso solo podía significar una cosa, había llegado el momento en el que rubí y zafiro tendrían que poner sus cartas sobre la mesa.

—Me pediste que te ayudara a evitar toda la bola de excremento que se iba a formar encima tuyo, y así lo hice, pero es hora de que me digas por qué. — Comento tranquilamente el peliazul con una expresión totalmente pensativa en su rostro.

Tenía razones de sobra para haber aceptado ayudar a Ichiji, y entre ellas estaba su grata pero inesperada asistencia a «Sins» el día de ayer. Aunque a decir verdad, no tenía pensando ir a ese lugar, realmente deseaba descansar, porque estaba consciente que este día seria jodidamente eterno, pero el inesperado plan de Ichiji cambio todos sus planes. Algo por lo que claramente no se arrepentía, ya que a pesar de que no demostrarlo extramente, aun sentía una vibrante punzada en su parte trasera por la forma en la que Kid le reventó el culo.

Ichiji se sobo el entrecejo con regular fuerza. Todavía no se sentía listo para hacer esto, pero no le quedaba de otra.  —…Tenia que verme con alguien. — Respondió en un gruñido manteniendo su mirada fija en la ventana del metro.

Oh... —Niji alzo sus singulares cejas de manera distintiva, formándose una jocosa expresión en su rostro por la inesperada respuesta de Ichiji. — Que interesante. —Aunque de cierta manera lo intuía, eso no dejaba de ser un dato sumamente revelador sabiendo que se trataba de nada menos que de Ichiji, el ser más sociable que había conocido jamás. — ¿Y esta persona tiene algo que ver con el dinero que obtuviste para la operación de Rei? — Indago afilando la mirada.

La presión del pelirrojo sobre sus pulgares aumento inesperadamente. — No tengo porque responderte eso. — Habían cosas que no estaba dispuesto a decir y de manera cortante busco finiquitar la conversación.

—Detente ahí, maldito estúpido. — Desafío el peliazul viendo directamente a Ichiji — Primero me pides que te ayude y cubra tu espalda, ¿Y ahora tú mismo me das la espalda? — Su escueta respuesta no hizo más que alimentar su condenada curiosidad.

Ichiji dirigió su mirada a la de su hermano, viendo pesadamente hacia el peliazul. Niji pudo percibir el peso y el miedo detrás de sus ojos azules. Habían tantas preguntas sin respuesta, y no había sido insiste con Ichiji por todo el tema por el que estaban pasando, pero ahora solo estaban ellos dos.

El pelirrojo no tenía por qué poner barreras entre ambos, ya que si había algo que Ichiji sabía perfectamente, y casi tan bien como él, es que siempre estarían allí para el otro sin importar que.

—Basta. No vengas a hacerte el mártir conmigo ¿Crees que hablarte de esta basura es fácil para mí? — Frunció el ceño, soltando un suspiro exasperado. Estaba siendo lo más transparente que podía.

¡No tenía ni la más remota idea de lo que pasaba entre Katakuri y él!

Porque el Charlotte no era un galante caballero ingles de noble cuna o brillante armadura, no, claro que no.  Su rudo porte se asemejaba más al de un pirata, uno que era tan ruin como para tomar su corazón como el más grande tesoro y llevárselo junto con él.

—No sería tan difícil si me dejaras ayudarte, tarado. — Murmuro fastidiado. — Hablas como si fuera Judge y estuviera listo para juzgarte. — Hablo entre dientes haciendo que en el acto el pelirrojo frunciera la mirada — Ninguno de nosotros somos santos que requieran devoción, es más, me arriesgaría a decir que somos lo total opuesto a eso; unos viles malnacidos, y no digo hijos de puta por respeto a Sora, pero ¿Que se podía esperar de nosotros si tuvimos que respirar todo ese veneno para evitar que llegase hasta Reiju? 

Aunque quizás, con el pasar del tiempo Reiju se había vuelto inmune a este. Siendo ella la que termino transformado toda esa toxicidad en el aire puro que ellos tanto necesitaban para respirar. 

Esta vez fue el turno de Ichiji para agachar la cabeza. Como siempre Niji y su mortífera honestidad. Incluso él había cometido actos muy rastreros cuando decidieron abandonar Paris, pero no se arrepentía. Lo volvería a hacer sin dudarlo, sin embargo esto era diferente, porque no se trataba de posesiones materiales o estatus, sino de algo mucho peor. Eran sus propios sentimientos los que estaban en juego. 

—…Ni yo sé que título darle, Niji. — Articulo con dificultad. — No me pidas que te diga más, por favor. No puedo, ni quiero, hablar más del tema.

«Porque no quiero tener que pensar en él y extrañarlo más de lo que de por sí ya lo hago», concluyo en silencio.

La visión de Niji se volvió especialmente incisiva con el pelirrojo, y pensaba que él era el único. Sonrió ligeramente con los ojos cerrados. — Estamos jodidos…

—¿Hm? — Ahora fue el turno de Ichiji para concentrar su penetrante mirada en el peliazul. 

—Escucha, nosotros somos un desastre. Ignoro si se debe a que Judge siempre fue un maldito egoísta y manipulador o que Sora una clara dependiente emocional, y sacamos lo peor de ambos — Argumento con solides — pero de alguna forma que ni yo mismo me explico, logramos llegar hasta aquí completos. No sé qué es lo que pasara el día que eso ocurra, — Hizo énfasis en esa palabra sabiendo que Ichiji entendía perfectamente a lo que se refería — pero quiero creer que habrá algo más para nosotros después de que Rei se vaya, o al menos, trato de aferrarme a eso…

De repente el aire comenzó a tornarse pesado para el pelirrojo, sus barreras naturales estaban empezando a alzarse nuevamente. —Niji, creo que estas confundiendo las cosas, yo no—

—Descuida, no eres el único que está en ese mismo costal de mierda, Ichiji. — Acentuó descansando los codos por sobre el asiento del vagón.

Si tuviera que describir en una palabra su primer encuentro, Niji escogería; explosivo. 

Fue en una de las tantas noches de luna llena en «Sins». Lugar al que únicamente había logrado acceder gracias a una amiga en común con el dueño. Recordaba que la primera vez que lo vio fue en la barra de Purgatorio, tomando un vaso de Whisky con Enel y otro sujeto corpulento al que jamás le vio la cara, pero que recordaba que tenía un extraño cabello remolacha.

Lo reconoció de inmediato, no era raro encontrarse a gente famosa en ese lugar. Aunque claro, todos tenían estrictamente prohibido comentar algo de lo que ocurriese entre las paredes de esa mansión gracias al contrato de confidencialidad que firmaban al momento de hacerse socios. Así que no era un problema para personas como Kid el aparecer por allí.

Y solo necesito de una mirada para que el pelirrojo dejara a sus acompañantes, al igual que a su vaso de cristal, sobre la barra de mármol, y lo siguiera sin decir ni una palabra hasta una de las habitaciones privadas del club.

Sofocantes succiones, erráticas envestidas, indecorosos audios nocturnos con Kid en quien sabe que parte del mundo, risas de media noche por algún estúpido mensaje que le enviaba el pelirrojo sobre su día a día. No se veían muy seguido por el hecho de que el mayor pasaba prácticamente todo el año fuera del país gracias a su demandante trabajo, pero aun así, cada que se encontraban entre las paredes de esa mansión era un momento único y totalmente diferente al anterior.

Para su desgracia, era inevitable que una extraña sensación se formara en su pecho al saber que toda esa mierda teratológica que ambos tenían, había terminado. Extrañaría el pene de Kid, y si, quizás un poco al idiota ese.

Por eso, lo más inteligente que pudo haber hecho por él mismo fue bloquear su número y borrar todo rastro de conversaciones entre ambos.

Porque ahora solo tenía una única prioridad, y no podría permitir que nada lo distrajera de sus últimos días como hermano mayor.

Ichiji tomo aire al ver el inusualmente serio estado de Niji, lejos estaba su aura juguetona e irreverente, lo único que podía ver era lo atrapado que estaba entre las paredes imaginarias de su propia mente.

Ambos hermanos se sumaron en un silencio pesado y complejo. Desconociendo que tenían más cosas en común de las que creían, y que sus problemas no eran tan diferentes como ellos pensaban.

Porque si, a veces estar enamorado podía ser un reverenda mierda.

Pero eso no importaba más, ellos ya no importaban más, ni mucho menos sus sentimientos. Solo importaba una única persona, y para darle a Reiju esa felicidad que tanto deseaban, tenían que sacrificar primero la suya…

«—Damas y caballeros estamos próximos de llegar a «Enfield Town Station».

Niji soltó una tenue risa que hizo a Ichiji levantar la mirada— Me acabo de dar cuenta que esta va a ser la última vez que pueda entender lo que dice el maldito altavoz de los trenes. — Explico con una media sonrisa.

Era un comentario muy simple, pero que cargaba un significado que calaba muy profundamente en ellos. 

Las puertas del metro se abrieron automáticamente, y de esta ambos hermanos bajaron con rapidez. Ichiji vio fugazmente la pantalla de su teléfono; estaba a escasos minutos para que marcara las seis de las mañana. Tenía varias llamadas perdidas de Yonji que no lograron ingresar al estar él a más de cien metros bajo tierra, pero supuso que era para preguntarle en donde rayos estaban.

—Hay que darnos prisa. — Replico el pelirrojo.

Únicamente se ocuparían de llegar y sacar sus maletas. Heathow estaba a una distancia considerable de donde ellos vivían, y si desperdiciaban un minuto más era muy probable que perdieran el vuelo.

Llegaron en tiempo récord, esta sería la última vez que verían la clásica fachada de ladrillos de la vieja casa de Zeff, el hogar que por tanto tiempo añoraron y que finalmente lograron erigir, pero que ya era hora de dejar atrás.

Porque un hogar no se definía por el lugar en el que vivieses, sino por las personas con las que compartías esa vida.

Pero al acortar la distancia de las escaleras e ingresar, ambos hermanos se encontraron con un escenario totalmente apuesto al que tenían en mente.

Yonji estaba respirando de manera agitada desde la sala, maldiciendo por lo bajo con ambas manos descansando sobre su cabeza y Reiju tenía una expresión muy compungida en su rostro mientras sostenía ambas manos sobre su pecho.

—¡Ichi! ¡Ni! — Reiju fue la primera en reaccionar y correr hacia ambos, siendo Ichiji el que la sostuvo hasta cargarla sin dificultad sobre sus brazos. Se veía tan pequeña y vulnerable.

—Rei, ¿Qué ocurre? — Pregunto alarmado al ver los brillosos y etéreos ojos de su hermanita.

—Ichiji…—

—¡Por fin aparecen, estúpidos! — Les recrimino el peliverde, cortando a Reiju en un estado de furia al instante de notar su presencia. — ¿Por qué carajos no contestaron sus teléfonos!?

—Hey, ¡Baja ese tono conmigo, idiota! — Advirtió Niji. — Por si lo has olvidado, no llega la señal al jodido Underground.

Sin embargo, Ichiji paso de largo la notoria apatía del peliverde al percatarse de que algo faltaba. Algo que lo hizo morderse los labios con furia y maldecir como si estuviera en un campo de futbol.

—¡Sanji se fue! — Exclamo una desesperada Reiju afirma ya las sospechas de Ichiji.

.              .              .

Katakuri se había ido hacía ya varios minutos, pero Violet había quedado en un estado de catatonia tal por la frívola respuesta que este le había dado, que fue incapaz de reaccionar hasta sentir como las dulces manos de Rebecca movían su brazo con insistencia. 

—Vi, ¿Estas bien? ¿Qué fue lo paso allí adentro? — Cuestiono visiblemente preocupada por el reciente estado de su hermana. — El jefe…— Arrugo su mirada sin entender lo que estaba pasando — jamás había actuado así antes.

No, te equivocas Rebecca.

Inicio su improvisado andar sin importarle las insistentes preguntas de su hermanita. Esto no se iba a quedar así. Algo dentro de ella le decía que Katakuri no se encontraba bien, y tenía que ayudarlo. Sabía que la carta de había dejado ese tal Vinsmoke Ichiji tenía algo que ver, pero no iba a detenerse a buscar respuestas en ese momento. ¿Quién sabe todas las cosas que debían estar pasando por la mente de Katakuri?

Tenía que ir con él.

—¿Y tú a donde crees que vas? — La soberana sombra de Queen oscureció su camino al instante, y su descolocada mirada se transformó en una de rabia.

—Estas muy equivocado si piensas que lo dejare irse así. ¿Acaso no te preocupa lo que pueda hacer? — Arremetió con fiereza sobre el obeso rubio, pero Queen lo único que hizo fue sonreír de manera perspicaz ante sus palabras.

—Llega a ser hasta irrisorio que seas precisamente tú la que diga eso, que si hacemos memoria, de los dos, el único que realmente le hizo daño, fuiste tu mi adorada Violet. — Susurro acercado su rostro amenazadoramente al de Vi. A él no le temblaba el pulso para decir lo que muchos cuchicheaban a las espaldas de esa mujer en su propia cara. — Y tengo que reconocer que ese es un mérito que muy, muy, muy pocas personas, poseen. — Le restregó con un dejo de diversión en sus palabras, provocando que la española frunciera la mirada y se mordiese los gruesos labios con rabia ante de soltar una maldición contra Queen.

Pero la que si no pudo quedarse callada al escuchar tal ataque hacia su hermana fue la propia Rebecca. — ¡Queen! — Destaco fastidiada — ¿¡Como se te ocurre decirle esa insensa—

—¡Rebecca, basta! — Acallo a la pelirrosa antes de que fuera a hablar de más.

Sabía que solo trataba de defenderla, pero no quería que su hermanita se viera involucrada en un tema como ese. Ella era la primera en hacer una autocrítica sobre su actuar, y como tal, era la única que tenía que hacerse cargo del peso de sus errores con la frente en alto.

¿Sabía que la llaman «Perra española»? Por supuesto que sí, pero a decir verdad, le daba absolutamente igual. Ella no perdía el tiempo en brindarle una voz a aquellos que no merecían ser escuchados. Entendía que habían cosas no se podían cambiar, y el pasado era una de ellas. No por nada Katakuri fue el primero en llamarla de esa forma, y a pesar de que en ese mismo instante ella tomo una decisión radical, sabía que en el fondo todo había sido en gran parte culpa de su inmadurez y egoísmo.

Porque que realmente llego a herirlo.

Queen se mostró complacido ante el rápido despertar de la morena. Había aprendido a apreciarla con el pasar del tiempo, pero tampoco era estúpido. Incluso era una persona que aborrecía profundamente eso mismo; la estupidez.

Un estado en el que Violet solía entrar cada vez que algo le pasaba a Katakuri.

Sabía que su ahijado jamás le respondería por mero compromiso, estaba convencido de que algo había ocurrido, pero si él mismo Katakuri le aseguro que no habría problemas, entonces no tendría por qué alterarse en lo absoluto.

—Si tanto te vanaglorias de apreciarlo, entonces déjalo ser. — Adjudico el mayor. — Por más que la briza lo desee, jamás podrá domar a la tormenta. — Explico sabiamente mientras sacaba un puro de la parte interna de su saco para proceder a encenderlo tranquilamente.

La mirada de Violet se descompuso en una expresión abatida. Las palabras de Queen estaban cargadas de una plausible verdad.   

—Además, sino me equivoco hay alguien más que requiere tu atención, ¿No, Vi? — Le recordó Queen girando levemente su mirada para ver hacia donde estaban ambas mujeres.

Rebecca vio con algo de intriga como su hermana levantaba levemente el revés de su brazo para ver hacia su Rolex Pearlmaster 39, soltando una ligera risilla mientras negaba con la cabeza.

¿Alguien más que requería su atención? — Pensó la pelirrosa alzando una ceja.

—Eres un idiota. — Tildo Violet al rubio.

—El mundo le pertenece a aquellos que son los suficientemente idiotas como para querer conquistarlo. — Contrataco el obeso director con una sonrisa victoriosa mientras el humo se desbordaba por sus labios.

Claro, era de esperar que Queen le diera esa respuesta.

—Rebecca — Llamo tiernamente a su pequeña hermanita, tomando por sorpresa a la joven secretaria — Cuando regrese hablaremos de esto ¿Sí? — Sonrió escuetamente.

La futura novia hizo presión sobre el brazo que descansaba en su pecho. Habían veces en las que Violet podía ser totalmente transparente con ella, pero en otras, sentía que la mente de su hermana podía ser más difusa que la peor de las neblinas.

Siempre tratando de aparentarle que todo estaba bien, cuando en muchas ocasiones, no lo estaban. Desde que su madre falleció, su hermana ocupo ese lugar de figura materna que nunca falto en su vida, pero mientras que ella tenía a Violet, sabía que su hermana no tuvo esa suerte consigo. Nunca le falto esa confidente, pero a su hermana sí, y esa era una de las principales razones por las que era prácticamente imposible que su propia sangre se abriera con ella cuando estaba pasando por un mal momento.

Sabía que le estaba mintiendo, ¿Pero que más iba a decir? — Descuida, ve tranquila — Hizo un esfuerzo por sonreír.

Vi le sonrió de vuelta, tomando tiernamente su suave mejilla — Hey, cambia esa cara. — Hablo con dulzura — No olvides que papá trajo el vestido de bodas de mamá y esta tarde iremos a que lo ajusten para ti. — Recordó pestañándole un ojo. Dirigiéndose de esta manera toda campante y refinada hasta el ascensor principal de la firma.

Tenía que darse prisa, aunque las palabras de Queen no fueran precisamente las más decorosas, eso no quitaba que no tuviera razón. Si Katakuri no estaba dispuesto a decirle nada más, entonces no había nada que hacer, y alguien tenía que hacerse cargo de todo en su ausencia.

Además, realmente tenía algo muy importante que hacer en esos momentos, y si deseaba tener tiempo para ocuparse de todo lo demás, incluida su hermanita, no podía desperdiciar tiempo. 

—No te olvides de darle un saludo de mi parte. — Exclamo Queen con cierta burla. Dispuesto a entablar el retorno a su oficina. Aún habían muchas cosas que requerían de su atención… y entre ellas estaba el tema del malnacido mocoso Vinsmoke.

Pero todos los planes de Queen se verían truncados por un suceso que ni él, ni ninguno de los allí presentes, pudo si quiera prever.

Súbitamente el elevador principal de la firma se abrio de manera inesperada ante la atenta mirada de Violet, mostrando una figura que la dejo en un desconcertado suspenso.

¡Mamma~! ¡Mamma~! ¿Con que así luce la nueva firma de mi hijo?

El puro de Queen termino en el piso por la desmesurada forma en la que su boca se abrio de la impresión. Su cantarina voz era prácticamente inconfundible. Solo con escuchar ese distintivo llamado, Violet arrugo su liso rostro fuertemente, al mismo tiempo que el cuerpo de Rebecca se paralizaba en el acto para que lentamente levantara su aterrorizada mirada hacia la única persona a la que realmente debía temer.

Porque ella era una asesina, o mejor dicho; una Reina asesina.

Una persona que por más que desearas no podías ignorar su presencia, ni mucho menos rechazar su invitación. Una Baronesa al hablar, con su fino perfume naturalmente parisino y con un largo pero ajustado vestido de alta costura italiana.

Con el pasar de los años, y sus múltiples embarazos, su natural y desbordante belleza, — Aquella misma con la que muchos cayeron en sus redes — se había corroído totalmente, pero a cambio de ese minúsculo precio, el tiempo había dejado intacto su más valioso atributo y el que le permitió perpetrar una dinastía que viviría eternamente entre las personas; su mente.

Linlin, la poderosa y temida matriarca de la familia Charlotte. La misma inglesa que había traído al mundo a una descendencia tan basta e influyente como prometedora. La misma que era dueña de un Imperio económico que se expandía por todo el globo, y nada más ni nada menos que la madre del CEO de esa firma. Que finalmente, — y luego de muchos años — había pasado a ser propiedad de su apellido.

Y no había mejor victoria para ella sobre aquella bestia que esa.

Porque al final de la fábula, el dragón termino cayendo ante la espada que ella mismo forjo…

—Ha pasado mucho tiempo desde que ingresé a un edificio de Emperors, pero recuerdo perfectamente que la última vez que lo hice fue para negociar los términos de mi divorcio con Kaido. — El desbordante peso de sus tacones Jimmy Choo hacía eco en la silenciosa estancia a medida que su abrasadora sonrisa crecía más y más — Y ahora, lo hago como la dueña de su multimillonaria firma. ¿Qué paradoja, no Queen? — Llamo en una risa calmada al reconocer al eterno socio de su exesposo.  

—Creí que este sería un día realmente agradable, y lo fue hasta que tuve la desgracia de escuchar tu voz nuevamente, condenada vieja. — Escupió Queen con toda la intención de ofenderla. No veía a Linlin en años, pero atrás había quedado la enceguecedora belleza que tanto la había caracterizado. El tiempo había sido extremadamente cruel con esa mujer. Un castigo justo por toda la destrucción que trajo consigo. — Y solo para tu conocimiento y causa, te informo que esta firma le pertenece a Charlotte Katakuri, no a Charlotte Linlin.

—Todo lo que es de mis hijos, es mío. — Exclamo con total convicción. Porque ella los había creado, y ellos le pertenecían.

Todos ellos, sin excepción.

—Linlin… — Violet la saludo con extremo cuidado. Si había un único momento en el que esa mujer no podía aparecer dentro del bufete, era ese mismo. En donde la única persona que era capaz de combatir su aniquiladora presencia estaba ausente. — ¡Que agradable sorpresa nos da el verte aquí! — Pronuncio formando una falsa alegría en su rostro. Debía tener mucho cuidado, porque no estaba lidiando con cualquier clase de persona, no, por supuesto que no.

Estaba bailando con el mismísimo demonio.

—¡Habla por ti! — Le corto Queen.

Violet parpadeo molesta ante el leso comentario del director, pero aun así continuo con su discurso — Pero lamento decirte que Katakuri acaba de salir hace unos minutos, así que—

—Violet, querida, guárdate tus cortesías conmigo, que no las busco ni las necesito. — Expreso de manera ponzoñosa, silenciándola en el acto. — ¿Crees que hubiera desperdiciado mi valioso tiempo en venir desde Charlotte Château sin razón aparente? No… Solo por esta vez, no vengo por mi adorado hijo. — Sentencio en el acto al sonreír de manera soberbia, dirigiendo su rojiza y peligrosa mirada, aquella misma que su mayor sabueso había heredado, hacia una persona en específico.

Y fue entonces que Rebecca, — Que hizo todo lo posible por pasar desapercibida en esa situación — Empezó a sentir como lentamente sus piernas comenzaban a flaquear.

—Tu y yo tenemos mucho de qué hablar… mi futura hija en ley.

.              .              .

Niji se tomó unos segundos para procesar la noticia. Pensando que quizás había escuchado mal a la mocosa, pero dentro de él, sabía que era imposible que se hubiera equivocado, y la rabia que sintió al verse en esa situación fue totalmente desproporcional.

—¿¡Que!? — Bramo sin treguas. Rápidamente se adentró hasta el centro de la casa, dispuesto a analizar todo el lugar, pero no encontró rastro del estúpido de Sanji. — ¡Mierda! ¿¡Dónde carajos se metió!?

—¡Por eso los estaba llamando, estúpidos! —Exploto el peliverde — Sanji se fue. Estuvo hablando por teléfono unos instantes y apenas termino su llamada solo nos dijo que lo esperásemos y se fue corriendo. ¡No me dijo a donde diablos se iba! ¡Solo se largó!

—N-No… No fue así, Yonji…— Trato de explicar Reiju.

Cuando Sanji salió de la cocina se veía totalmente confundido, al verlo Reiju sintió que el rubio se veía extremadamente afectado, pero cuando este la encontró en su mirada, se acercó desesperadamente hacia ella. Como si todo a su alrededor estuviese rodeado sombras, y Reiju fuera la única luz que iluminara ese inhóspito túnel sin salida.

Tomo sus hombros con inusual fuerza, más ella no se asustó.

«—Reiju…— Hablo con dificultad, viéndola directamente a su preciosa mirada turquesa. Como si buscase guardar cada una de sus expresiones y el brillo de sus ojos por siempre con él. — Si te pido que me esperes… Aunque sea un poco… ¿Lo harías?

La pregunta era extraña, pero aun así mantuvo su mirada firme, para ella eso no significaba ningún predicamento, porque desde siempre supo la respuesta. «— Lo haría todo el tiempo que me quedase, Sanji. — Susurro con una sonrisa sobre sus opacas mejillas.

—Lo matare cuando lo vea. — Hablo entre dientes Niji — ¡Juro que asesinare a ese imbécil! — Esto era lo último que necesitaban. ¿Acaso Sanji no podía dejar de ser tan idiota ni siquiera ahora?

Ichiji permaneció en silencio en todo momento. En lo único que podía pensar era como Sanji fue capaz de hacerles esto. ¿¡Sabía de lo importante que era para ellos este viaje!? ¿Tenía idea del daño que le estaba causando a su familia al irse de la nada? ¿Acaso tenía idea del daño que le estaba causando a Reiju?

¿Qué diablos tenía en la cabeza como para dejarlos así en ese momento?

—¿¡Que hacemos!? — Pregunto preocupado Yonji. — ¡Sino salimos ahora olvídense de llegar a Heathrow a tiempo!

—¡No podemos dejar a Sanji! ¡No nos iremos sin él! — Enfatizo Reiju alzando su dulce voz.

Niji levanto ambos puños al aire, presionando con fuerza sus nudillos hasta que estos quedasen blancos. Necesitaba la cabeza fría primero para poder pensar. — Bien… Tengo un plan.

Pero Ichiji ni si quiera estuvo dispuesto a escuchar al peliazul y rápidamente dejo a Reiju en el suelo para sacar su teléfono dispuesto a llamar a Sanji. —Ahórratelo, ese pobre imbécil me va a escuchar. — Corto con furia contenida mientras poco a poco los bits empezaban a sonar.

—Ichiji, usa la cabeza. ¡Así Sanji se teletransporte hasta aquí, no llegaremos a Heathrow a tiempo! — Razono Niji. El aeropuerto estaba literalmente al otro lado de la ciudad, sería imposible que lo lograsen. — Lo único que podemos hacer es llamar a la aerolínea y reprogramar los boletos para irnos en el siguiente vuelo.

—Ichi… — Reiju jalo ligeramente su polera tratando de hacer entrar en razón a su hermano. — Quizás Niji tenga razón, por mí no hay problema, ¡Podemos ir a Moscú en el siguiente—

—¡Me importa un carajo el siguiente vuelo, Reiju! — La silencio en el acto, sorprendiendo a Yonji y Niji por su repentino cambio de actitud y provocando que la pequeña Reiju retrocediera con cierto temor al ver a su hermano mayor. — ¡Tenemos que irnos en ese vuelo! — Reclamo sin escuchar razones. No estaba dispuesto a perder más tiempo del que ya no tenían con Reiju. — ¡No podemos perder ni un segundo más! ¡Cada minuto—!

Sus palabras se vieron interrumpidas cuando sin esperar por una réplica, Yonji lo tomo del cuello de su polera alzándolo unos cuantos centímetros del suelo.

—¡Yonji, no! ¡Suelta a Ichiji, recuerda que no puedes hacer fuerza! — Rogo Reiju tratando de acercarse al peliverde, pero fue detenida por Niji.

—Aguarda, Rei. — Le pidio seriamente el peliazul al ver atentamente la escena entre el mayor y el menor de los cuatrillizos.

—Mira Ichiji, no se cual sea tu maldito problema, pero francamente no me interesa. No eres el único que está preocupado por esta mierda. Así que voy a decir esto una vez y espero no tener que recordártelo nunca más — Escupió cubriendo sus palabras con un latente ácido, para seguidamente gritarle a solo centímetros de su rostro —¡Reiju no tiene la culpa de nada! ¡Vuelve a hablarle así y te rompo las malditas piernas! ¿¡Me entendiste!? — Le importaba un carajo si el pelirrojo estaba en medio de un ataque psicótico. Él no iba a permitir que nadie volviera a herir a Rei jamás.

Ichiji permaneció inmóvil ante la explicita amenaza de Yonji, no se había percatado que por su desesperación termino explotando contra Reiju, por segunda ocasión.

Y eso no lo hacía sentir para nada bien…

—Y-Yonji… — El sutil llamado de su hermanita, que trato de jalar al peliverde para que se alejara de su hermano pelirrojo, hizo a Yonji reaccionar — Ya suéltalo… Está bien, Ichiji solo está preocupado por Sanji.

¿Qué tan puro podría ser el corazón de esa niña que no había ni un rastro de maldad en ella?

—Rei, — El pelirrojo la llamo inmediatamente — yo…—

—¿Ichiji…?  

No pudo continuar cuando los pitidos de su teléfono desembocaron en la agitada voz de Sanji. Rápidamente empujo a Yonji, y ante la atenta mirada de sus hermanos salió al exterior de su casa para poder hablar sin filtros con el rubio.

—¡Ahora si te luciste, Sanji! — Tiro con sorna sobre su móvil. — ¡Realmente eres un grandísimo imbécil! ¿Acaso tienes mierda en el cerebro? ¿¡Como se te ocurre irte en este preciso momento!? ¿Tienes la más remota idea de lo que estas provocando con tu accionar? ¿Cómo puedes ser tan—

—¿¡Tan egoísta!? — Le reclamo el rubio en un grito haciendo a Ichiji callar — ¡No me hagas reír! ¡De nosotros cuatro, tú eres el único que no debería ni siquiera tocar esa mierda! ¿¡Qué diablos crees que Niji y yo sentimos cuando desapareciste de la puta nada del hospital!? — Le reclamo con ávida voz — ¡Nunca estas con Reiju y siempre tomaste todas las decisiones que nos correspondían como familia por tu cuenta! ¿Y ahora vienes a reclamarme todo esto a mí? ¡Puedes irte directo al infierno, Ichiji!

La respiración del pelirrojo sufrió un revés al escuchar las agresivas palabras de Sanji, pero no porque se sintiera ofendido, sino porque muy en el fondo, Sanji estaba diciéndole la verdad de la forma más cruda posible.

¿Quién era él para reclamarle el haberse ido, cuando nunca estuvo allí?

Agacho la mirada con un latente sentimiento de culpa en su pecho — Sanji… Se que debí hablar contigo antes, te debo muchas explicaciones y cuando llegue el momento juro que te las daré, pero ahora la situación es diferente. Esto no se trata de mí, sino de Reiju, sabes que ya no nos queda mucho tiempo con ella… — Acepto con un punzante dolor — Regresa ahora, y larguémonos de esta maldita ciudad. No quiero perder más tiempo… porque no volverá, y lo sabes bien.

—Ichiji… — El pelirrojo pudo sentir el pesar en las palabras del rubio. Sanji no era una mala persona. De hecho, el rubio era por lejos el mejor, y más normal, de los cuatro, y sabía que dentro de él, le afectaba hablarle así — Tú me lo pediste una vez, y ahora yo te lo voy a pedir a ti… — Hablo con dificultad — Confía en mi...

—¿Q-Que? — ¿Pero qué estupidez estaba pensando hacer Sanji?

—¡Por favor, hermano! — Era la primera vez que Sanji lo llamaba así — ¡Confía en mí, maldita sea!

Ese asqueroso sentimiento de incertidumbre que vivió aquella vez, aquel que casi lo lleva hasta la locura en ese ascensor, y que deseo desde lo más profundo de él no volver a vivirlo jamás, ahora hacía que su cuerpo se tensase nuevamente del pavor.

¿Fue esto lo que sintió Sanji cuando él lo abandono junto con Niji en el hospital? 

Se mordió los labios con desesperación. —¡Tienes tres horas! ¡No más! ¿Me entendiste bien? Haremos todos los trámites para cambiar nuestro vuelo por el de la tarde.

—Gracias Ichiji…

Cuando Sanji corto la llamada se quedó viendo por un prologando tiempo hacia su teléfono. No se atrevió a revelarle al pelirrojo lo que realmente estaba pasando, ya que en caso de que esto se tratase de una nueva decepción, seria él, el único que cargaría con ese pesar.

No quería ser el culpable de quebrar a su familia una segunda ocasión alimentando falsas esperanzas.

Porque eso era lo más doloroso y a la vez lo más bello que una persona podía tener, ya que era lo último que quedaba cuando ya no quedaba nada más en que creer, pero cuando caías en cuenta de que desde un principio nunca hubo tal esperanza, ese sentimiento se volvía el más desgarrador que cualquier persona podría experimentar.

Era increíble como algo podía ser tan bello y doloroso a la vez.

Al hablar con Ichiji realmente busco la forma de ofuscarlo y que el pelirrojo terminase mandándolo a la mierda para que no le hablara más, pero sorprendentemente, Ichiji reacciono de una forma muy diferente a la que él creyó. Realmente estos últimos días su hermano había pasado por una metamorfosis muy notoria, y tenía que reconocer que estaba cambiando para bien, el Ichiji de antes jamás hubiera confiado en él de la forma en la que el pelirrojo lo estaba haciéndolo ahora.

Y eso en el fondo lo hacía sentir muy feliz.

Sabía que tendría que disculpase con él luego, y no era el único. Al hablar con Robin fue totalmente hiriente. Era inevitable descargar su dolor y frustración con ella, pero solo porque ya había tenido tantas decepciones anteriormente, que la sola idea de pensar que había una chance más era simplemente desgarradora. Por unos momentos pensó en decirle que lo dejara en paz a él y a su familia, se sentía tan confundido y lastimado, pero cuando vio a Reiju, a esa hermosa niña que siempre le daba la bienvenida a casa con una sonrisa, que a pesar de tener una terrible enfermedad encontraba la maravilla de la vida en cosas tan simples y que sonreía a pesar de todo el dolor por el que había pasado, lo entendió.

Ella merecía una última esperanza, y si tenía la más mínima oportunidad de dársela, entonces lo haría.

Sería un completo imbécil y un egoísta de primera sino hacia este último esfuerzo por Reiju.

Y para eso, necesitaba la ayuda de la persona menos esperada para él.

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El molesto brillo de un nuevo día le cayó directo en la cara como si de manera implícita le estuviese gritando que ya era hora de levantar su trasero de la cama. Se removió entre las sabanas con la típica somnolencia de la mañana aun presente en todo su cuerpo. Sentía que algo le faltaba, así que estiro su brazo de manera involuntaria, buscando en silencio el aun cálido lugar que había dejado su novia, — A no, ya no era su novia, — su prometida, en la cama.

Cracker abrio lentamente sus intensos ojos rosáceos claros, su larga melena lavanda se esparcía incontrolablemente por toda sus sabanas. Rebecca tenía la costumbre de trenzarle el cabello antes de dormir. Así evitaba que se le enredase al día siguiente y no le causaba tanto calor por las noches, pero ayer regresaron tan cansados de su cena con Dolf que ni tiempo — Ni ganas — tuvieron para hacer otra cosa que no fuese tirarse a la cama y dormir abrazados.  

Lo que hacía que sintiese una leve punzada de culpa por el hecho de que Rebecca tuviera que madrugar prácticamente todos los días para ir a trabajar. No es como que no le hubiera ofrecido dejar su puesto de secretaria en más de ocasión, él podía mantenerlos a ambos sin ningún problema, pero desde el principio su novia había sido totalmente tajante con él en ese aspecto.

Su trabajado cuerpo trono con fuerza cuando tenso sus brazos, estirándose perezosamente hasta salir de la cama. Se dirigió en estado sonámbulo hacia el elegante baño de su habitación e ingreso a la ducha para dejar salir el agua hirviendo sobre todo su cuerpo. El dormir desnudo tenía sus ventajas, entre ellas, ahorrarse el tener que quitarse la ropa y la incómoda sensación de frio que esta generaba por las mañanas. Aun con los ojos cerrados tomo una buena porción de Shampoo y empezó a masajear lentamente su cuero cabelludo en su pequeño ritual matutino.

Desde niño la parte que más le gustaba de su cuerpo era por lejos su cabello. Ese color tan inusual y eternamente laceo era su marca personal, lo hacía sentirse tan él. Desde siempre le gusto tenerlo largo, incluso a pesar de las incontables burlas que le hacían Oven y Dai al decirle que parecía una niña, y a pesar de que en el fondo si se ponía a llorar en un rincón cuando le decían eso, había alguien que adoraba su cabello tanto como él.

«—Hermano, ¿Ya terminas? — Pregunto un pequeño niño sentado sobre el borde de una amplia cama.

«—No seas impaciente. Dame un segundo más. — Pronuncio una calmada voz en su espalda.

«—¡Es que estoy muy ansioso por ver!

Su pausada risa lo hizo sonrojarse hasta las orejas. — Listo.

Cuando lo soltó fue corriendo a verse al espejo, y un gran brillo invadió sus ojos al ver la compleja trenza cascada en diagonal que le acababa de hacer Katakuri.

«—¡Aww…! ¡Me gusta! ¡Me gusta mucho, hermano!

Una sonrisa surco su rostro al recordar ese tierno momento entre su hermano y él.

—Diablos, ¡Se acabó el acondicionador! — Gruño exasperado al percatarse que su bote de Russian Amber Imperial estaba totalmente vacío. Bueno, solía acabarse una botella por semana, así que tampoco le sorprendía tanto. Ni modo, tendría que usar el de Rebecca, aunque no le gustaba mucho L’Oreal porque dejaba su cabello mucho menos brilloso.

Dicho en otras palabras, era demasiado mundano para su gusto, pero si decía eso en voz alta Rebecca se enojaría con él.

Al cerrar la perilla de la ducha y abrir la puerta de cristal, una espesa nube de calor salió a borbotones de su amplio baño de granito. Se seco el cuerpo con rapidez y únicamente se enroscó una toalla a su largo cabello, secándolo con suma devoción hasta quedar frente al empañado y monumental espejo de la estancia.

Mientras untaba entre sus dedos una buena porción de serum para su melena, pensaba detenidamente en el hecho de que en menos de cinco días estaría casado. Para muchos hombres era el sinónimo de cometer suicidio social, más no para él.

O al menos no con la persona que tenía a su lado.

Desde que era pequeño deseo con todas sus fuerzas tener una familia propia. Nunca tuvo un padre que se sintiera orgulloso de él, pero deseaba a morir convertirse en uno que si lo fuera, y a pesar de que Rebecca adorase a los niños, entendía perfectamente que aún no estuviera lista para ser madre, pero estaba bien, no había prisa.

Él esperaría lo que tuviera que esperar.

Además, sabía bien que para cumplir ese sueño, primero necesitaba de una estabilidad emocional plena de la que tanto careció en antaño. Hasta antes de reencontrarse con Rebecca había cometido idiotez tras idiotez. Culpando a otros por sus constantes fracasos y escudándose en su poderoso apellido para hacer y deshacer a donde sea que fuera. Rodeándose de personas que lo seguían cual mascotas que movían la cola a voluntad solo por el beneficio que les generaba su amistad. Sabia que eso no lo llevaría a nada bueno, pero no se detuvo hasta que las consecuencias fueron casi mortales para él, llegando al punto de dañarse de una manera casi irreparable.

Inevitablemente trazo sus dedos sobre la prominente cicatriz que se marcaba en su rostro.

Ese había sido el punto más bajo de su vida y del que sobrevivió por mero milagro.

La había cagado en grande infinidad de ocasiones, pero aun así logro encontrar a una mujer como Rebecca dentro de toda esa espesa niebla, o mejor dicho, de no haber entrado a ese oscuro pozo, quizás nunca se hubiera rencontrado con ella.

Termino de colocarse el aceite liquido sobre su cascada lila y salió del baño con una fina toalla de microfibra cubriendo su cabello. Tenía la extraña costumbre de andar desnudo por su casa, — No obstante, mantenía la teoría de que era algo de familia — pero solo porque se le hacía mucho más cómodo y aunque al principio Rebecca se escandalizo amenazándolo con que llegaría el día en que alguien lo pudiese a encontrar así, a la larga su pelirrosa prometida termino acostumbrándose a ver su sexy cuerpo desnudo caminando por toda la casa.

Se detuvo en el pasadizo principal que decoraba el camino de su colosal Loft. Frente a él estaba la que fue una de sus primeras obras maestras. Abarcando prácticamente toda la extensión de la gigantesca pared se esparcía un collage de vidrios con diferentes formas y colores entre sí que formaban un perfecto patrón sucesivo, estando a su vez entrelazados unos con otros por miles de cables con formas muy orgánicas. Orgulloso de su rica ascendencia escocesa, se había inspirado en los bocetos de Mackintosh para crear esa belleza, la única obra que estaba decidido a nunca terminar.

Tomo el pequeño bote de pintura acrílica dorada que siempre descansaba a un lado del pasadizo, sobre la graciosa escultura de un ojo con patas hecho a base de globos de fiesta — Que servía para recordarle que alguien siempre lo estaría observando, —y con delicadeza trazo un nuevo numero sobre el vidrio de turno.

Al alejarse, una orgullosa sonrisa se marcó en su rostro.

«1456»

1456 días limpio, y ese era por lejos uno de los mayores logros de su vida.

Jamás pensó que llegaría a esa cantidad. Francamente, creyó que en algún momento cometería la estupidez de recaer, pero no. No lo hizo, o bueno, Rebecca siempre estuvo allí para evitarlo.

Sus dedos se cerraron fuertemente sobre el tatuaje rosa que tenía en el revés en su brazo izquierdo, una elipse que encerraba dentro de sí un cuadrado a medio girar.

«No estás solo. Solo por hoy, pase lo que pase no consumas…»

Repito en su mente aquella misma frase que había aprendido en Narcóticos Anónimos y que tanta fuerza le dio en sus momentos de mayor desesperación.

Ahora podía decir sin temor alguno que había dejado atrás su adicción, y estaba listo para escribir un nuevo capítulo de su vida.   

Dejo atrás su obra de arte para bajar por las escaleras e ir rumbo a la cocina. Todas las mañanas Rebecca solía dejarle el desayuno listo antes de salir a trabajar, así que comería tranquilamente para luego alistarse y partir rumbo a la exposición. Ese día terminaba la subasta de sus principales obras, siendo la próxima semana cuando se inauguraría en la Royal Academy of Arts su exposición abierta para todo público. Le causaba cierta pena el no poder estar allí para la reapertura, pero estaría relativamente ocupado durante los siguientes días.

En su luna de miel.

Estaba tan distraído pensando en todas las esculturas que le tendría que enviar a sus nuevos propietarios, escogiendo cuales mandaría a la exposición abierta, y las que se repartirían entre Charlotte Château y su hogar, que cuando se percató de dos inesperadas presencias detrás de la barra de su costosa cocina, no pudo evitar soltar un fuerte grito de sorpresa que enseguida asusto a sus dos fortuitas invitadas, pero al instante de recalar en su llegada terminaron burlándose a todo dar al encontrarse a su adorado hermanito totalmente desnudo.

Inmediatamente Cracker se deshizo de la tolla que cubría sus largos cabellos para tapar sus partes más íntimas.

—¡Custard! ¡Angel! ¿¡Como carajos entraron a mi casa!? — Grito a todo dar entre avergonzado y enfurecido por la inesperada llegada de sus hermanas mellizas.

—Oh por… ¡Hahaha~! ¡No…! No puedo… — Tuvo que hacer un esfuerzo para controlar su desenfrenada risa. — Art ¿Visto eso? ¡Cracks, ya no es más un pequeño maní! ¡Hahaha! — Relato una deslumbrante mujer; Charlotte Angel, la multifacética y laureada actriz revelación de Inglaterra. Heredera de la gran estripe y fiereza de su madre, siendo tan alta y esbelta como el resto de sus hermanos, vestía un ostentoso vestido Chanel extremadamente corto de lentejuelas negras con mangas largas que resaltaba de manera espectacular cada curva de su cuerpo y sus largas piernas. Llevaba unos zapatos Louboutin rojos tan brillantes y finos como su portadora. Había dejado atrás su esponjoso y rizado cabello sonrosado para estrenar una fascinante melena lacia totalmente negra y recogida en una estilizada cola alta.

—Parece que finalmente lograste madurar, Cracker. — Secundo con una radiante sonrisa, y en una pose mucho más calmada, Charlotte Custard. — O al menos, una parte de ti lo hizo. — Le guiño un ojo a su mellizo y de inmediato Cracker se sonrojo de sobremanera.

Charlotte Custard, o Art como la llamaban todos en casa, por ser claramente una pieza de arte viviente. Era por lejos una de las mentes más perspicaces dentro su familia. Bailarina profesional de la Royal Ballet School y graduada con honores de la prestigiosa Juilliart Academy, la única mujer en ganar el Tony y el Olivier Award a mejor directora en un mismo año, y su otra querida melliza. Siempre paciente como observadora, su inusual mirada chocolate distaba mucho de los tonos pasteles de su familia, siendo la única de los trillizos que heredo los autoritarios ojos de su padre. Sus cortos pero brillantes cabellos uva acentuaban de maravilla su delicado rostro. Con un estilo mucho más recatado que el de su melliza, pero no por eso menos elegante. Llevaba una transparente blusa blanca con una corta falda gris a cuadros a la altura de su delgada cintura y unas largas botas ajustadas de piel que se extendían hasta por encima de sus rodillas. Rematando su conjunto con un magnifico saco beige de Prada.

—¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! — La risa de Cracker fue tan forzada como incomoda — ¡Les apuesto a que es lo más grande que han visto en sus patéticas vidas! — Desafío altivamente. Como siempre sus gemelas se esforzaban por arruinarle la vida.

—Bueno, entras en el top, eso es seguro. Siéntete orgulloso. — Le confió Angel con una sonrisa coqueta.

—No me digas, ¿Supero a Murray? — Blofeo sabiendo que hablar de su viejo amigo sacaría de quicio a su hermana. — Pobre Kim, si supiera lo que su esposo hace fuera de las canchas de tenis.

—¡Cierra la boca tarado! El que no respeto su matrimonio fue él no yo. — Siempre que podía Cracker le sacaba en cara su antigua relación con ese maldito tenista.

—Si, claro…

—Ya cálmense los dos. — Como siempre, era Custard la que ponía paños fríos entre ambos. Le daba las gracias a la genética que su hermana no hubiera terminado absorbida por Angel o él mientras estaban en el vientre de mamá, de lo contrario no tenía dudas de que hace mucho hubiera enterrado a Angel en el jardín de Charlotte Château. — Cracks, ve a ponerte algo de ropa ¿Sí? Date prisa que nos dimos el trabajo de hacer el desayuno y se enfriara sino te apuras.

—Pero Rebecca me—

—¿Hablas de esa porquería de pan con jamón y un misero café? — Pregunto con un excéntrico tono dulce, a lo que el escultor hizo una mueca y asintió — Lo tire a la basura — El rostro de Angel se pintó en un matriz de pasiva rudeza. — Siempre he sabido que Rebecca busca matarte de hambre, pero tampoco tiene que ser tan obvia. — Expreso sin contemplación.

Cracker simplemente puso los ojos en blanco. A estas alturas ya se había cansado de pelear con sus hermanas sobre ese tema. Sin importar lo que dijera ellas no cambiarían su opinión sobre Rebecca. Se dio la vuelta sin importarle que Custard y Angel vieran su redondo trasero, siendo esa la mejor respuesta que les podía dar, y en silencio fue buscarse un pantalón de pijamas.

—Angel, le hubieras dicho que simplemente lo puse en la nevera. — Recordó Custard al ver que un exasperado Cracker desaparecia por las escaleras de su loft.

—¿Y perderme su expresión de idiota? — Reto con una sonrisa traviesa — Sorry not sorry, Sis. — Al girar la vista hacia su adorada gemela, la actriz pestaño coquetamente los ojos. — ¿Cuánto tiempo estaremos aquí?

La mirada de Custard se agudizo con fuertemente — Lo suficiente para que mamá haga lo suyo. — No estaba de acuerdo con la decisión que había tomado su madre con respecto al matrimonio de Cracker, cosa que claramente le expuso, pero cuando a la matriarca de los Charlotte se le metía una idea a la cabeza era imposible hacerla cambiar de parecer.

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La estilizada silla de la oficina principal de Emperors resonó con rudeza cuando Linlin se sentó encima de esta, tomando el lugar que le correspondía como la reina que era y desde la magnificencia que la caracterizaba como un ente superior que al resto de los mortales, sonrió de manera corrosiva al ver a la delicada presencia de la prometida de su pequeño hijo al frente suyo. 

—Querida, no tienes por qué mostrarte tan retraída conmigo, después de todo en menos de cinco días seremos familia ¿Eso no te emociona? — Cuestiono con clara diversión mientras una de sus respigadas cejas se alzaba en son de burla hacia Rebecca, que estaba parada justo frente a ella con ambas manos entrelazadas fuertemente sobre su pecho.

—C-Claro… Señora Linlin. — ¿Estaba de coña? ¡Por supuesto que se estaba hiperventilando! La presencia de esa mujer jamás podía significar buenas noticias, pero eso tampoco la iba a amedrentar.

Si quería compartir el resto de su vida con Cracker, sabía que primero tendría que pasar por sobre su madre, y fue por eso que se armó de valor y la siguió hasta la oficina de su jefe. Aun cuando Vi, e incluso Queen, le dijeron que no tenía por qué hablar con Linlin a solas, pero ella acepto bajo su propio riesgo el tener esa conversación con su futura madre en ley.

Sabía que ese momento llegaría tarde o temprano. Porque era simplemente imposible creer que Linlin se quedaría de brazos cruzados ante el inesperado anuncio de su boda con Cracker. Este era un movimiento que claramente la matriarca de los Charlotte había planeado con sumo detenimiento, ya que si de algo estaba muy segura, era que Linlin jamás se hubiera atrevido a aparecer en la firma para hablar con ella si su jefe hubiera estado presente.

Porque él jamás lo hubiera permitido.

Pero no podía vivir protegida bajo la sombra de Katakuri por siempre, ya no era más una niña, y tenía que pelear sus propias batallas.

—No hemos hablado desde el día de la propuesta, y eso me parece algo muy desconsiderado de parte de mi hijo. — Inicio mostrando una extraña aura maternal — Así que cuéntame, ¿Cómo va la organización de la boda en la que mis hijas fueron injustamente apartadas? — Cuestiono alzando una ceja — Entiendo que fue decisión de la escurridiza de tu hermana, pero te puedo decir por experiencia propia que planificar un evento de tal magnitud puede tornarse en algo realmente engorroso, y nunca está de más tener un poco de ayuda extra.

Se moría de ganas por preguntarle cual de todas sus bodas la estreso más, pero no podía ser así de descortés, ¿O sí? — Bueno, como usted tiene una amplia experiencia en el tema, entenderá que lo último que uno debe hacer es estresar a la novia en su gran día. — Contrataco en una sutil manera con una cordial sonrisa. — Y no es que dude del buen gusto de las hermanas de Cracker, es solo que haremos la boda en jardín de la casa de mi hermana, y quiero que sea algo mucho más significativo que ostentoso. — Y claramente la palabra simpleza era un término que escapaba del conocimiento de todos los Charlotte.

Pero lejos de ofenderla, la sonrisa de Linlin se amplió aún más. — ¿Significativo? — Su risa nasal hizo a Rebecca entrecerrar los ojos. — Patrañas, es tu gran día, ¡El mundo entero tiene el deber de recordarlo! — Expreso insatisfecha por su respuesta —pero si mi hijo y tu están de acuerdo con que así se desarrollen las cosas, por mí no hay problema.

Los ojos miel de Rebecca se abrieron con sorpresa. —¿Lo dice en serio? — Fue imposible que no plasmara en su rostro la sorpresa que le causaron las palabras de Linlin

La veterana mujer asintió con una media sonrisa para después continuar con un ligero cambio en su voz. — Debo confesarte que cuando vi a Cracker arrodillándose frente a ti, mostrando ese esplendido diamante rosa frente a todas esas cámaras y reporteros, realmente me dejo sin habla, — Expreso con una indescifrable mirada —…Y eso pequeña florecilla, solo me ha pasado en muy contadas ocasiones.

Rebecca sintió un leve retorcijón en su estómago al oír ese peculiar sobrenombre de parte de esa mujer.

—Hace mucho tiempo había perdido la fe en Cracker, supuse que jamás podría llegar a ser como sus mellizas o el resto de sus hermanos, y ni que decir de Katakuri o Smoothie, pero bueno — Hizo una expresión de falsa modestia — No todos mis hijos podían ser así de perfectos y francamente la valla estaba demasiado elevada. Así que cuando sus pequeños deslices iniciaron, podrás entender que se volvió algo realmente desesperante para mí—

—¿Qué? — Rebecca no pudo permanecer más en silencio, pasando de la expectación a la incredulidad en cuestión de segundos. — Con todo respeto señora, pero lo que tenía Cracker no eran pequeños deslices, — Su indignada voz hizo énfasis en ese estúpido calificativo — ¡Él era adicto! — Recalco con molestia. Era su deber decir las cosas como eran. — y la razón por la que cayó en ese círculo fue porque—

—Vuelve a interrumpirme una vez más, y lo lamentaras. — La mirada de Linlin empezó a brillar al posar sus ojos furiosos sobre Rebecca, provocando que esta tragara duro al ver la seria reacción de la mujer que tenía enfrente.

—Como decía, a pesar de todo ese asunto, — Redujo sin miramientos — Cracker es un Charlotte, no podía simplemente dejarlo desamparado, pero era realmente patético ver como Custard y Angel empezaban a cosechar cada vez más y más éxitos, y el seguía hundido en el fango. — Porque para ella solo había una forma de conseguir su aprobación, y era estando en la cima. No importaba a quienes tuvieran que empujar hacia el precipicio para alcanzarlo, sus hijos tenían que llegar allí sin importar que. — pero entonces, paso algo que francamente no espere y logro encarrilar su vida. — Alzo sus dos cejas mostrando insatisfacción al ver de pies a cabeza a Rebecca — Volvió a centrarse en su arte y con el tiempo consiguió la fama y el reconocimiento que yo por tanto tiempo espere, convirtiéndose en un artista de gran renombre, y lo más importante, finalmente se volvió alguien digno de llevar mi apellido.

Durante todo ese tiempo Rebecca tuvo que contar hasta un millón para no tener que soltar todo su coloquial léxico contra la mujer que tenía en frente. Por Cristo, realmente agradecía ser ella y no Cracker la que estaba escuchando toda esa sarta de estupideces.

Ahora entendía con mayor profundidad porque Cracker empezó a consumir, era imposible no hacerlo con una mujer como Linlin de madre. ¿Cómo podía ser así de cruel? Ni siquiera veía a sus hijos como personas, sino como meros trofeos de los que ella podía presumir en sociedad.

—Y cuando pensé que finalmente Cracker había logrado estar a la par que el resto de sus hermanos ocurre esto; se arrodilla frente a una niña tonta a pedirle matrimonio y querer jugar a la familia feliz.

Rebecca frunció el entrecejo con un profundo sentimiento de indignación —¡Perdone usted! Pero creo que su percepción de los hechos está gravemente alterada.

—Oh, realmente lo dudo. — De repente la expresión de Linlin se empezó a acentuar más a medida que la de Rebecca se retraía. — Se perfectamente que Cracker te pidió matrimonio a mis expensas para que yo no pudiera intervenir. — A fin de cuentas era su hijo, y no tenía ni un pelo de tonto aunque fingiera lo contrario. — Pero estas muy equivocada si crees que dejare que alguien como tú — Escupió con asco — Manche el nombre de mi familia al llevar mi apellido. — La latente oscuridad es su voz hacia a cualquiera a su alrededor temblar de pavor.

No podía reaccionar mal, ¡Debía tratar con todas sus fuerzas de razonar con Linlin!— E-Escuche, entiendo que no sea su persona favorita, ni mucho menos la de su familia, y a pesar de que no lo comparta, tambien entiendo el porqué, pero está muy equivocada si cree yo cometeré el mismo error de mi hermana, porque yo no—

La inesperada risa de Linlin la sorprendió. — Pequeña ilusa, ¿Realmente crees que una mujer como yo caería en ese absurdo juego de infantes? A diferencia de lo que te podrás imaginar en esa inocente cabeza tuya, yo no siento ningún tipo a animadversión por Violet. — De hecho, la Violet de ahora le recordaba mucho a ella de joven.

Rebecca jamás se esperó escuchar eso de labios de la propia Linlin.

—Inclusive, es todo lo contrario. — Linlin rio con un toxico sentido del humor. — Le estoy totalmente agradecida a ella, y a ese inadapto Yokel de cabello rojo que se hace llamar el mejor amigo de mi hijo. Que ambos se burlaran de Katakuri de la forma en la que lo hicieron fue lo mejor que le pudieron hacer. — Señalo de manera contundente. — Porque ellos le demostraron a mi adorada creación, que mamá tenía razón.

Rebecca no pudo hacer más que negar en silencio. Cada palabra que salían de los labios de esa mujer se hacían cada vez más inverosímiles para ella. ¿Acaso ni su propia madre se conmovía por el dolor que paso el hijo que ella tanto decía amar?

Linlin pudo leer de inmediato la expresión de Rebecca, y sonriendo orgullosamente volvio a tomar la palabra. — Se lo que debes estar pensando, así que permíteme darte un consejo de mujer a mujer en las vísperas de una fecha tan importante para ti. — Hizo una pausa — Los sentimientos nunca te llevaran a nada más que a la desdicha. — Coloco ambas manos sobre el escritorio, juntando sus dedos por debajo de su respingada nariz para verla desde arriba — Harás cosas por las personas que amas, cosas que sabes; no son correctas. Aceptaras sus comportamientos, y te cegaras con sus defectos creyendo que son sus mejores virtudes, pero lo único que sentirás con eso, será un eterno sentimiento de vacío. — Ella lo había vivido en carne propia, la única vez en la que se permitió bajar sus defensas, o quizás, él fue el único hombre que logro destruirlas. — …No sirve de nada, pequeña florecilla. No te engañes con una idea tan superflua como lo es el amor, que no te llevara a nada. Te lo digo yo, una mujer que tuvo que abrirse paso en un mundo gobernado por hombres mucho antes que mocosas tontas como tú.

¿Cómo era posible que alguien como Cracker estuviera si quiera relacionado con esa mujer?

Quizás si Linlin no fuera su madre, habría tomado sus palabras desde un punto de vista diferente, una mujer que había renunciado a su propia humanidad con el fin de llegar a lo más alto, y un claro ejemplo del éxito que muchas esperarían tener al llegar a su edad, pero era imposible separar el hecho de que esa mujer había cargado al amor de su vida siete meses en su vientre. Y en lo único que podía pensar era en la suerte que tuvo Cracker, suerte de jamás haber estado entre los ojos de esa mujer, suerte de jamás haber sido tomado en cuenta hasta ahora, suerte de jamás haberse sentado en ese trono de hijo favorito a pesar de haberlo deseado infinidad de veces, porque solo luego de escucharla era que realmente lo entendía.

Si Cracker hubiera estado expuesto a toda esa toxicidad, estaba totalmente segura de que su risueño y atolondrado prometido se hubiera vuelto un indiscutible reflejo de la mujer que tenía en frente suyo.

Y tambien la hacía sentir una profunda tristeza por el hombre que tuvo que hacer tal sacrificio solo por mantener a Cracker a salvo de esa misma mujer.

«Cracker… si solo supieras que ese trono en el que se sienta tu adorado hermano no son más que… clavos.»

De pronto, un par de golpes resonaron en la puerta y la aguda voz de Linlin dando la autorización para ingresar como si ella fuera la dueña y señora, hicieron a Rebecca girar la vista atentamente para ver quién era el inesperado invitado.

—Con permiso. — Una ruda, acentuada y masculina voz se expandió rápidamente por toda la oficina. Se trataba de un hombre muy alto y fornido de intensa piel cobriza, con un cabello negro muy corto, llevando un par de lentes oscuros cubriendo sus ojos y un ajustado traje Hugo Boss.

Ella ya lo había visto un par de ocasiones en el pasado, pero ¿Qué diablos hacia aquí? Esto solo comprobaba aun con mayor contundencia su teoría de que Linlin escogió ese preciso momento para joderla únicamente porque Katakuri no se encontraba presente, ya que ese hombre jamás se hubiera atrevido a poner un solo pie en esa oficina, o de lo contrario su jefe no hubiera dudado en sacarle todas las muelas del juicio de un solo golpe. 

—Vergo, cariño pasa. — La cantarina voz de Linlin sonó con inusual complacencia — Llegas justo a tiempo.

¡Por todos los santos! Ella era de las que defendían a capa y espada la idea de que el amor era un sentimiento que escapaba de la edad o género, pero esto era totalmente ridículo. ¡Había que ser ciego para no darse cuenta! Realmente tuvo que contener las incontrolables ganas de devolver todo su desayuno al ver a esos dos compartir un largo e intenso beso. Era realmente indigesto ser testigo de a lo que podía llegar la gente por dinero, porque estaba totalmente segura de que Vergo no habría conseguido esas gafas de sol Cartier de ciento cincuenta mil euros solo con el sudor de su frente.

Aunque bueno, si lo veía desde ese punto…

Negó de inmediato buscando eliminar esas perturbadoras imágenes de su cabeza.

 —Lamento la tardanza, Linlin, pero tuve que añadir el cambio que me pediste a último momento. — y seguidamente le entrego un fail negro a la matriarca de los Charlotte — Rebecca, tan hermosa como siempre. — Fue lo único que el hombre se dignó a decirle en un tono exageradamente frio mientras tomaba lugar detrás de la longeva mujer y se quedaba encantado cual escultura.

—Descuida, no interrumpiste nada importante, cariño, solo un pequeño consejo que le daba a esta inocente florecilla. — Describió restándole importancia a la presencia de Rebecca para sacar lentamente un cumulo de hojas del misterioso sobre y colocarlas sobre el escritorio justo frente a la atenta mirada de la joven. — Firmaras esto. — Ordeno a secas.

Cuando la pelirrosa leyó el título que llevaba ese cumulo de papeles sintió como si le estuviesen dando una patada directo en el vientre.

—¿¡Pero que «cojones» significa esto!? — Había tratado de contenerse, pero no porque Linlin se lo mereciese. No, por supuesto que no. Únicamente lo hizo porque era la madre de Cracker, pero incluso el respeto tenía un límite, y esa mujer ya lo había pasado hace mucho con ella.

—¿Acaso no entiendes inglés, niña? — Cuestiono con una para nada discreta sonrisa de oreja a oreja— Descuida, si se te dificulta demasiado lo puedo traducir para ti sin problemas; es un contrato prenupcial. 

Esto ya había sido demasiado. — ¡Por supuesto que se lo que es! — Trabajaba en una firma de abogados después de todo. —Lo que no logro entender es ¿Porque—

—¿Y encima tienes el descaro de preguntar por qué? — Fue la primera vez que la voz de Linlin crujió con latente irritación — Pequeña ilusa, ¿¡Realmente crees que me quedaría de brazos cruzados al ver como mi hijo comete el error más grande de su vida!?

Su respiración se cortó por unos segundos, abriendo fuertemente su mirada, incapaz de retener lo que acababa de escuchar — No puede ser… — El coraje que sintió que tan brutal que tuvo que cerrar los ojos por unos segundos para evitar que sus lágrimas brotaran — ¿Realmente cree que hago esto por dinero? — Tuvo que respirar aceleradamente para que el temblor en sus palabras no la traicionaran — Linlin… Yo he estado con tu hijo en los peores momentos de su vida… ¡Momentos en los que tú, siendo su madre, no estuviste! — Le reclamo sin poder contener el dolor en su voz — Yo lo ayude a salir de ese maldito agujero en el Cracker entro ¡Por tu culpa! ¡Por tus malditas expectativas y tu hambre de poder! ¿¡Realmente crees que después de todo lo que hemos pasado juntos, yo puedo estar interesada en algo más que no sea él!?

—Creo que después de la conversación que tuvimos, ni siquiera merece la pena que me digne a contestarte, porque conoces perfectamente mi respuesta. — Se adjudico la mayor con su altiva presencia.

¿Pero qué clase de monstro era ese?

—Pues lamento decepcionarla, señora, pero si me escucho bien entonces supondrá lo que diré; ¡Ni siquiera me interesa leer lo que dice ese maldito papel! ¡No lo voy a firmar!

Vergo vio por el rabillo del ojo como una furiosa vena en la prominente frente de Linlin se empezaba a formar. Si esa pequeña ilusa quería conocer al mismísimo demonio, solo tenía que seguir siendo así de obstinada. Si algo había aprendido, era que hacer enojar a Linlin era por lejos el error más estúpido que uno podía cometer.

—Si tan segura estas de tus sentimientos por mi hijo, entonces no creo que un pedazo de papel cambie mucho, ¿O sí?

—No es por el pedazo de papel, es por lo que significa. — Renegó en el acto — Yo quiero tener una larga, ¡Larga vida con Cracker! — Detallo con ilusión — Quiero tener muchos hijos… Quiero que nos tomemos de la mano hasta que nos hagamos viejos juntos y veamos a nuestros nietos jugar a lo lejos. ¡Quiero estar casada hasta el final de mis días! Y lo último que planeo hacer es pensar en cómo terminara mi matrimonio sin que este ni siquiera haya empezado.

—¿Y quién te asegura que mi hijo te será fiel hasta “el final de sus días”? — Repitió con incredulidad, dejando a Rebecca con un profundo vacío por dentro al oír su dura respuesta — Pequeña ingenua, olvidas que la sangre pesa más que el agua. ¿Realmente crees que Cracker permanecerá leal a ti? ¡Pff! Si que eres ilusa. ¡Todos mis hijos son iguales a mí! Arrasan con todo y no dejan nada a su paso. Así los eduque. Aunque bueno, si deseas hacer el papel de esposa abnegada, es problema tuyo, sería realmente patético pero tampoco es que me interese.

—Usted… — Apenas podía hablar de la indignación que sentía — Usted realmente es una persona despreciable…

—No eres ni de cerca la primera persona que me dice eso, y estoy convencida de que no serás la última. — Minimizo con una dura expresión.

Rebecca ejerció una presión abrumadora sobre sus muñecas — Escúcheme bien, esto va a ser lo último que voy a decir y después me retirare a retomar mi trabajo, porque creo que ya no tiene sentido que esta conversación continúe. — Ya que estaba segura de que si compartía un segundo más el mismo espacio con Linlin, terminaría lanzándole una contundente bofetada. — Se que está acostumbrada a que la gente haga espectáculos de complacencia y mansedumbre solo por complacerla, — Por unos instantes su mirada viajo hasta Vergo — pero creo que se equivocó conmigo. Ni yo, ni Cracker, seremos parte de su show de títeres— Indico con notoria apatía — Porque ahora él finalmente ha logrado cortar esos hilos, y no voy a permitir que usted, ni nadie, le vuelva a hacer daño nuevamente. — Agacho levemente la cabeza a modo de despedida — Con permiso señora Linlin, que tenga un buen día y a pesar de todo lo que me dijo, realmente espero de corazón verla en la boda de su hijo.

Vergo quedo profundamente sorprendido por las palabras de esa niña. Francamente pensó que Rebecca terminaría en el piso llorando como la mocosa que era a los pocos minutos de iniciada su conversación con Linlin, pero no fue así. Logro estar a la altura de esta situación y mantener una compostura digna, pero lamentablemente era de nada menos que la matriarca de los Charlotte de quien estaban hablando.

Y como siempre, la última palabra la tendría ella.

Cuando Rebecca estaba a punto de girar la manija de la puerta, la voz de Linlin broto por última vez en su espalda, pero esta vez lo hizo con un tono totalmente diferente, uno mucho más oscuro, y macabro.

—Sino firmas ese contrato usare todo mi poder para destruir la carrera de Cracker. — Soltó con total crudeza, haciendo que Rebecca se detuviera en el acto.

—¿Disculpe …? — Su mirada se paralizo en una expresión de total incomprensión.

—Voy a enterrarlo hasta que nadie jamás recuerde su nombre ¿Me oíste? Todo por lo que lucho, todo lo que trabajo. Todo terminara hecho polvo, para que ni siquiera pueda hacer una misera escultura de la basura de esta. — Para una mujer tan influyente como ella, eso era tan sencillo como chasquear los dedos.

Los latidos en su pecho aumentaron categóricamente y al devolver la mirada a Linlin, negó interminables veces, aun sin poder creer lo que estaba escuchando — P-Pero… Pero… ¿¡Qué disparates esta diciendo!? — Sus tacones sonaron con premura cuando rápidamente se acerco hacia Linlin — ¿Se da cuenta que está hablando de su hijo?

¿Acaso esa mujer tenía si quiera la más remota idea de lo que decía? ¡Cracker había luchado con uñas y dientes por llegar hasta donde estaba!

Uno de los desencadenante de su adición fue el hecho de que lo rechazaran incontables veces de la Royal Academy of Arts, argumentando que su arte era literalmente «excremento» y al ver desde lejos como las carreras de Custard y Angel poco a poco se armaban de cierto renombre, dejándolo a él atrás, lo destrozo. Sumado a la clara ausencia de Katakuri que le servía como guía, su condición únicamente se fue en picada. Fue solo cuando ambos se rencontraron en Nueva York que él se dio cuenta que no necesitaba de la aprobación de otros, solo de la suya propia. Fue en ese momento que volvió a empezar, y no paro hasta llegar donde estaba ahora.

Su arte lo era todo para él, era su redención y la forma en la que el expresaba sus pensamientos. Tenía la magia de crear maravillas con cualquier cosa. ¡Incluso con basura! Así que eso para Cracker era un gran alago ¡Porque ese era su don! Y que finalmente la misma Academia que lo rechazo incontables veces en el pasado reconociera todo su esfuerzo fue algo apoteósico para él. No paro de llorar el día que recibió una invitación para abrir una exposición de arte en aquel mítico lugar, y su madre no podía destruir todo eso.

Porque si lo hacía… Cracker sería incapaz de levantarse de tal golpe nuevamente.

—Por eso mismo lo hare. Porque es mi hijo. — Repitió como si estuviera hablando de una mera posesión — Lo amo, y si tengo que destruirlo para salvarlo de ti, entonces que así sea.

—¡Lo que usted siente no es amor! — Encaro con dolor. Siendo esta vez unas delgadas lagrimas las que adornaron su triste rostro. Pensó que el señor Kaido era un ser carente de cualquier clase de empatía, pero no, esta mujer era incluso peor que él.   

Sin embargo eso ni siquiera logro inmutar a una mujer como Linlin, que desde niña había sido educada por una acaudala madre que era pobre de afecto, y que únicamente se conformó con darle cuantas cosas deseara para que dejara de molestar. Haciendo que se formara un concepto muy distorsionado dentro de ella de que el amor era sinónimo de posesión, y si ella no lo tenía todo, entonces nadie lo tendría.

Porque destruiría a todos aquellos que impedían que su felicidad fuera absoluta.

—Está en tus manos, pequeña florecilla. Firma el contrato y continúa viviendo en tu estúpido cuento de hadas todo lo que desees, o no lo hagas, y veamos cuanto tiempo logras mantener a mi hijo cuerdo. — No dudaba que sería poco. Porque al igual que ella, todos sus hijos tenían dentro de sí a ese mismo animal salvaje que bailaba peligrosamente entre la línea de la gloria y la locura.

Esa hambre de poder era algo que llevaban marcado en la piel.

Rebecca cerro los ojos permitiendo que gruesas lagrimas brillaran en sus mejillas. Sabía que esto no era correcto, pero luego de toda la conversación que habían tenido entre esas cuatro paredes, le había quedado algo muy en claro con respecto a esa mujer.

Ella haría lo que fuera necesario para seguir ejerciendo un poder absoluto sobre todos los miembros de su familia, sin importarle lo que tuviera que sacrificar para mantener su hegemonía.

La inocente joven cubrió sus rostro con ambas manos, tratando de respirar fuertemente para evitar ahogarse en el declive mental que estaba teniendo.

Finalmente la rojiza mirada de Linlin se abrio deliberadamente, empezando a brillar de un intenso tono escarlata al ver como una destrozaba Rebecca tomaba el bolígrafo Visconti que descansaba a un lado del escritorio con un incontrolable temblor entre sus manos.

«Prenuptial Agreement»

La rota mirada miel de la joven secretaria se rompió en mil pedazos solo con leer la primera línea de aquel contrato. Gimoteo con desesperación mientras una fina gota caía sobre el impreso papel.

—N-No… No puedo hacerlo… Ni siquiera soy capaz de leer esto. — Se sentía tan vulnerable en esos momentos.

—Entonces no lo hagas. — Permitió la longeva mujer — Vergo te lo resumirá para que no termines manchando todo el escritorio de mi adorado hijo con tus molestas lagrimas — Resto de manera insensible ante una abatida Rebecca, que lentamente levanto su mirada hacia el robusto hombre que la miraba sin una pizca de lastima en su fría mirada.

—En resumen, el contrato estipula que podrás llevar el apellido Charlotte y compartirás todas las posiciones de Cracker por el tiempo que dure su matrimonio, — Que por el bien de Rebecca, esperaba no fuera mucho — Pero en caso de que Cracker y tu decidan terminar su relación conyugal por cualquier tipo de razón en particular; no tendrás derecho a reclamarle ni una sola libra. Todas las posesiones que adquirieron, incluyendo propiedades y autos, quedaran a nombre de Cracker. No podrás hacer público ningún aspecto de su relación y la razón por la que terminaron. Renunciaras deliberadamente a la ciudadanía británica que se te concederá al convertirte en su esposa. No podrás mantener su apellido y… — Hizo una pequeña pausa — Te mantendrás totalmente alejada de él, no podrás volver a contactarlo ni a dirigirle la palabra.

En otras palabras, tendría que pretender que jamás lo conoció.   

Su mirada se encontraba totalmente vacía, ya no era capaz de pensar con claridad. — ¿Por qué? — Se cuestiono en voz alta con un hilo de voz — ¿Por qué… me hace esto? ¿Qué hice para… para degradarle tanto?

Pero eso ni siquiera inmuto a Linlin. De hecho, su rojiza mirada no había hecho más que ebullir con un fuego que se asemejaba al mismo que Prometeo había robado de los Dioses, pero a diferencia de aquel titan, Linlin únicamente lo había tomado para sí misma.

Fue demasiado sencillo jugar con la cabeza de esa pequeña idiota. Su maquiavélicamente mente había logrado corromper su frágil corazón con extrema facilidad. Y lo mejor fue que ni siquiera tuvo que esforzarse, solo fue necesario un poco de su veneno para que esa niña terminara autosaboteándose a sí misma, y ver en primera persona la autodestrucción de esa maldita mocosa era la mejor forma en la que le podía pagar el haberse burlado de ella. Porque si bien era cierto que su hijo había sido el que cometió la falta al decidir incluir a despreciable niña en su familia sin consultar su opinión, solo sería ella la que pagaría por tal ofensa.

Y esto iba mucho más allá que una mera disputa económica.

Dado que era impensable para Linlin que Rebecca usara el nombre de la familia por el que ella tanto se había esforzado en proteger. Era una mujer vieja a la que solo le quedaba vivir de la gloria pasada que había cosechado, en un futuro no sería más que un mero cadáver con gusanos luchando por su carne putrefacta, al igual que sus hijos, y los hijos de sus hijos. Nadie escaparía de ese destino sin importar que, y lo único que quedaría de ellos seria su legado, y estaba dispuesta a protegerlo sin importar el costo.

—No lo tomes como algo personal, pequeña florecilla. Lo mismo que he hecho contigo, lo he hecho con cualquiera que ose desestabilizar perfecto orden en el que se encuentra mi familia. — Con ella en la cima de la pirámide.

—…Eso no es cierto. — Recito Rebecca hundida en una profunda melancolía. Levantando su afligida mirada hacia Linlin quien la vio con una confundida expresión al ver que aún quedaba un pequeño rastro de lucha en ella. — Si hubo alguien que logro burlarse de ti… Linlin. — Le recordó sin temor alguno — Porque fue la única persona por la que tu sabueso más leal fue capaz de romper su cadena de oro… La única persona que realmente hizo tambalear a tu castillo de naipes al llevarse consigo a tu carta más poderosa… — Movió sus labios lentamente, recitando un nombre que para Linlin estaba maldito, un preludio de aberración que causaba en ella una indeseable acides en sus labios.  

En un santiamén se levantó furiosa de la silla, haciendo resonar la impoluta mesa con el tronar de sus largas uñas —¿¡Cómo te atreves a mencionar a esa mujer en mi presencia!? — Maldijo con una voz totalmente cavernosa, dejando salir a ese incontrolable demonio que habitaba dentro de ella con total libertad.

—Ella fue a la única persona a la que lejos de tratar de amedrentar como a mí, quien le sentía un inconmensurable pavor, eras tú. — Rebecca reacciono con una abrumadora frialdad totalmente ajena a su dulce persona. — Porque hizo algo que ni en tus mayores pesadillas creíste posible… Logro que Katakuri lo abandonara todo para irse con ella.  

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Mantuvo una expresión aburrida con su rostro reposando sobre su brazo. Alzo una ceja de manera escéptica al ver la costosa barra Prexury amatista de su cocina ser opacada por la variopinta cantidad de exquisitos platillos británicos. Huevos revueltos perfectamente trozados, tocino frito en su punto, judías cuidadosamente condimentadas, morcilla con un ligero aroma a hiervas aromáticas, champiñones cocidos cortados en trozos de manera milimétrica, tomates a la plancha y croquetas de patatas bañadas en mantequilla que comprendían un típico Full English Breakfast. Adicionalmente decoraba la barra un Victoria Sponge Cake cuyos esponjosos biscochos se coronaban con unas grandes y rojizas fresas, tambien había unas Shortbreads colocadas en forma de torre ascendente una sobre otra, un poco de jugo de naranja, y el típico English Breakfast Tea que consistía en té negro.

—Bien… — Cracker hizo una pausa para entrecerrar los ojos de manera incisiva— ¿Qué es lo que se traen ustedes dos? — Cuestiono con una voz cansada. — ¿A qué diablos se debe todo esto?

—Si que eres un idiota. ¡Nos damos un tiempo para hacer todo esto por ti y así es como nos agradeces! — Desafío Angel al mismo tiempo que llenaba su vaso de cristal con zumo de naranja hasta rozar casi el tope. — Deberías dar las gracias de que tus mellizas se hayan hecho un tiempo de sus saturadas agendas para venir a verte. — Le cuestiono la recién estrenada morena con una brillante expresión.

—Angel, sino te conociera sería muy sencillo creerte, pero desgraciadamente te conozco demasiado bien a ti, y a tus otros mil rostros, así que no dudo que hayas puesto dosis letales de cianuro en mi comida. — Expreso viéndola intensamente, pero lejos de ofenderla su hermana mostro una mirada orgullosa, para ella eso era un total halago.

—¿Realmente quieres llevar la conversación hacia el tema de dosis letales, hermanito?

La vio sin una pisca de gracia, pero de repente, la calmada y hasta casi inocente risa de Custard despejo todo el ambiente con el conciliador tintineo de su cuchara colisionando contra la taza de porcelana mientras mezclaba su té negro con un poco de leche.

—Ustedes dos siempre han sido como el día y la noche. Nunca pueden estar juntos, pero cuando son obligados a coexistir, generan un eclipse que llena todo a su alrededor de la más absoluta oscuridad. — Reconoció su segunda melliza esbeltamente sentada sobre la silla alta con sus dos contorneadas piernas entrelazadas una sobre otra. Por eso mismo ella representaba al ocaso, un fenómeno maravilloso en el que el día y la noche se mimetizaban de manera armónica por un corto plazo de tiempo. — Aunque resulte difícil de creer Cracks, realmente quisimos venir a verte. Creo que hay muchas cosas de las que tenemos que hablar y no estaría mal que compartiéramos este pequeño momento juntos para ello, ¿No? — Pidió con una sonrisa noble. — Después de todo, ya no tenemos tanto tiempo libre como antes. No somos más unos niños.

Cracker rio sin ganas al pensar en eso — ¡Claro! Como olvidar todas las estupideces que me coaccionaron a hacer de pequeños, ¡Como cuando me vestían de niña cada que podían! — Reconoció con un mal sabor de boca al pensar en su infancia, que si bien fue su época más feliz, tambien fue de las más jodidas. — O todas las veces que me maquillaron contra mi voluntad, por decir unas cuantas.

—Es que queríamos demostrarle a Smooth, Citron y Cinnamon que nosotras éramos las trillizas más lindas de la familia. — Repaso Angel pestañando los ojos de manera encantadora. — Además necesitábamos a una más para completar nuestra fiesta de té.

—Cualquiera que te escuche pensaría que te torturábamos día y noche sin parar, pero recuerdo perfectamente que nos detuvimos cuando fuiste a llorarle a Katakuri. — Respaldo Custard, cortando delicadamente una porción de Victoria Sponge Cake para luego servirlo en un plato.

—¡Solo porque él tomo mi lugar, estúpidas! — Renegó indignado.

—Y déjame decirte que era mucho más colaborador que tú. — Contrataco Angel. A diferencia de lo revoltoso y llorón que resultaba ser Cracker cuando Smoothie lo obligaba a jugar con ellas, Katakuri era mucho más comprensivo y dulce. Incluso dejaba que le pintaran las uñas o que jugasen con sus brochas de maquillaje sin él decir ni una palabra. — ¡Es más! Estabas tan celoso de que pasara tanto tiempo con nosotras que volviste con la cola entre las patas pidiéndonos que te incluyéramos en nuestra fiesta de té.

El Charlotte desvió la mirada levemente avergonzado por ese hecho. Si, pensó que cuando finalmente fuera libre de esas dos locas podría pasar más tiempo con Katakuri, pero termino disparándose a sí mismo en la pierna. — Y aun no supero las pesadillas que me dejaron al ver a mi masculino hermano convertido en Lady Katheryn, ¡Gracias por destruir eso tambien!

Custard rio con complacencia al oír esas palabras. — En mi defensa tengo que decir que eso de Lady Katheryn fue idea de Katakuri, no nuestra. — Se exculpo con una media sonrisa. — Aunque tambien le doy el crédito a ella por enseñarnos a usar el dedo medio cuando finalmente Oven y Dai descubrieron lo que hacía con nosotras luego de volver de la escuela. — Repaso mientras le daba un sorbo a su té.

Katakuri les hizo ese ademan a sus hermanos que no paraban de reír al encontrarlo en una situación como esa y al momento de preguntarle por su significado, Katakuri simplemente se limitó a explicarle a sus hermanitas de manera rápida que era una forma cariñosa de saludar a las personas.

—¡Hahahaha! Eso si lo recuerdo, fue en el cumpleaños de mamá cuando te diste por imitar a Stone Cold haciendo ese gesto frente a todos sus invitados. — Dijo Cracker mientras su tenedor se enterraba con extrema facilidad sobre el tocino. — ¡Por primera vez no fue Cracker quien la cago! — Levanto un brazo a modo de victoria. — Apropósito, esto no está envenenado, ¿No? — Pregunto señalando al tocino.

Custard giro los ojos cansada. — Créeme Cracker, si realmente quisiéramos envenenarte lo hubiéramos hecho hace mucho.

El Charlotte se levantó de hombros — Nunca está de más tomar mis precauciones. — y provo del tocino descubriendo que estaba frito en su punto y con un ligero sabor a mantequilla. La típica receta de Custard.

—Dios, ¡Fue tan vergonzoso! — Recalco Angel. — Luego de eso Peros estuvo gritándole a Katakuri por una hora completa en la cocina. — Jamás en su corta vida se había reído tanto al ver como la quijada de Perospero termino en el piso luego de que con solo seis años, Custard hiciera ese gesto tan vulgar frente a todos los prestigiosos invitados presentes en Charlotte Château.

—¿Qué hay con aquella vez en la que le quemamos el cabello a Smoothie? — Evoco el escultor hablando con dificultad al tener la boca llena de comida. — Mierda, si yo hubiera sido ella nos daba en adopción ese mismo día.

Tenía que reconocer que sus hermanos mayores les habían tenido demasiada paciencia.

Angel se cubrió el rostro avergonzada para luego arrastrar los dedos por su mejilla. — ¡Eso fue culpa del tarado de Dai que cambio el colorante vegetal por pintura epoxica! — Revelo ofuscada.  Smooth y Dai se habían enfrascado en una fuerte pelea por algo que le había hecho su hermana. Así que Dai le devolvió la treta al darles la idea de que jugaran al Spa con la albina mientras le entregaba unos botes de lo que según él era “pintura que se deshacía a la primera lavada”.

El típico humor ingles nunca falto en casa.

—Si… — Siseo con dificultad — Creo que esa ha sido la única vez en la que vi a Smooth realmente furiosa. — Expreso Cracker con un nudo en la garganta, pero no precisamente por la comida. Aun ahora podía recordar vívidamente el miedo que sintió cuando Smoothie los vio con fuego en los ojos por destruir su largo y hermoso cabello. Dejándole sin más opciones que deshacerse de su larga melena albina para remplazarla por un corte Pixie, pero si era honesto su hermana se veía igual de sexy sin importar como luciera. Aunque luego Dai termino llevándose la peor parte cuando Smooth descubrió lo que realmente paso y lanzo su Play Station por el balcón.  

—Bueno, ¡A mí no me hizo nada! — El rostro de Custard se ilumino con una sonrisa risueña.

—Ahí va otra vez… — Angel la vio aburrida.

—¡Ahg! — Cracker se palmeo el rostro — Cierra la boca Art, que Nana te quito el puesto hace años.  

Custard rio bajo ante los ataques de celos de sus hermanos. Tan posesivos como lo eran, era imposible que ese innegable rasgo de su personalidad no saliera a flote.

Smoothie había ocupado desde muy joven el lugar que a su madre claramente no le interesaba tomar. Siempre llevo el papel de la figura materna dentro de la familia, y la conexión que había entre ambas desde el principio fue mucho más profunda que la del resto de sus hermanos. — Claro, hasta la llegada de Gallete, Pudding o la misma Anana, que fue la que finalmente termino destronando a todas. — Fue gracias a su hermana mayor que termino decantándose por estudiar Ballet, ya que ella era la única que se colaba a los rigurosos ensayos de baile de su hermana para ver con los ojos brillosos como se movía cual esplendoroso cisne en medio de ese único reflector que la seguía como si ella fuera la única estrella del firmamento.

Al haber nacido en Argentina, Smoothie tenía el tango en la sangre. Verla bailar era un espectáculo para todo el que centrase sus ojos en ella, ya que quedaban totalmente prendados de sus gráciles movimientos. Sabía que a su hermana le hubiese encantado hacerse una carrera como bailarina profesional, pero las fuertes expectativas de su madre para con su Reina Blanca estaban muy alejadas de la pista de baile.

Y fue entonces cuando ella le prometió que se volvería su sueño.

Pero fue solo luego de hacer su debut en el ballet que se dio cuenta que más allá de girar sobre el escenario al ritmo de Tchaikovsky, quería estar delante de uno. Digiriendo obras, creando coreografías, escribiendo musicales y dándole forma a las miles de historias que habitaban en su cabeza. Sus raíces en la danza le habían dado una visión totalmente diferente de lo que podía ser una puesta en escena, y fue entonces que decidió dedicarse de lleno a volverse directora de teatro, un sueño que lejos de ser el que Smoothie espero, no hizo desaparecer su sonrisa cuando la acompaño a recibir su primer Tony.

Porque ella ya no era más su sueño. Al contrario, se había vuelto uno de sus más grandes orgullos.

—Art, ya deja de soñar despierta. — La llamo Cracker chasqueando los dedos a centímetros de su rostro.

—Oh, para nada Cracks. No creo que tenga la necesidad de soñar cuando ya vivo mi sueño. — Explico en un dulce suspiro.

Angel alzo sus espesas cejas cafés resaltando una media sonrisa y Cracker bufo de medio lado. No por nada su hermana era una de las directoras más prometedoras de su generación. Pensó que llegaría un punto en el que Custard se aburriría de estar en la cima, pero de hecho no, ocurrió todo lo contario. Una vez que cumplió con su meta de ganar el Tony y el Olivier, se dispuso a buscar otro desafío aún mayor. Otro mundo que pudiese conquistar. Porque esa hambre de poder que ellos cargaban dentro era inagotable.

Era un necesidad irrefrenable de jamás estar satisfechos. Lo llevaban tatuado con sangre.

Y fue entonces que no contenta con triunfar en Broadway, Custard gano su primer Grammy a principios de ese año, aunque no por cantar o componer, sino por escribir y dirigir un video musical de Chaildish Gambino. Y no lo pensaba por ser su mellizo, pero el trabajo de Custard en “This is America” había sido simplemente esplendido. No conocía a nadie más profesional que su hermana. 

Aunque de hecho si había alguien, que si bien no superaba a su hermana, estaba virtualmente a su mismo nivel de profesionalismo.  —Y yo que pensaba que la ambiciosa era Angel. — Comento con un dejo de picardía a la par que se servía un vaso a medio llenar de leche. — Al menos podrías darle un consejo, que desde hace años está en un litigio con la Academia por todos los Oscar que le han negado. — Rápidamente tuvo que esquivar la caja de té negro que paso a centímetros de su rostro luego de decir esas palabras.

—A pesar de que ahora estés limpio sigues teniendo basura en la cabeza, Cracker. — Le recrimino furiosa Angel.

Rio por lo bajo al saber que ese detalle hacia rabiar a su hermana hasta ahora. — ¡Oye, tranquilízate, Leo DiCaprio con pechos! Ah no, ¡Espera! — Hizo una pausa conteniendo el aire — ¡Incluso Leo ya gano su Oscar! — Se defendió con gracia.

Angel había estado detrás de la ansiada estatuilla desde incluso antes de graduarse como actriz, pero por alguna extraña razón a través de los años el maldito premio siempre lograba esquivaba. Hasta el punto de que entre su familia había surgido esa pequeña broma de compararla a Leonardo.

Sobre todo si recordaba que hacía tres años Angel había sido la primera opción para protagonizar la película por la que finalmente Emma Stone termino llevándose la estatuilla, terminando por derrotarla para la sorpresa de todos en la categoría de mejor actriz. Algo que claramente enfureció de sobremanera a su hermana, aunque no por esa razón precisamente.

—Cracker, tus bromas no son bien apreciadas. — Expreso Custard con una apacible expresión.

Angel no era cualquier clase de actriz. Ella solo aceptaba trabajos que le fueran total y absolutamente demandantes. Aquellos que ella viera como un verdadero reto. Jamás busco ser una actriz comercial. Así que claramente una tonta película romántica, y carente total de cualquier tipo de trasfondo argumental como lo fue «La La Land» Jamás estaría a la altura de los estándares su hermana.

—Descuida Art. — Pidió Angel con una pose extrañamente tranquila colocando ambos brazos sobre la barra — Entiendo que Cracker me critique por solo haber obtenido un Golden Globe y un BAFTA, — Le comento a su hermano con una extraña sonrisa — Digo, yo tambien haría lo mismo contigo, ¡Claro! Si tan solo tuvieras un Golden Glove o un BAFTA. — Derrocho con sarcasmo provocando que Custard abriera ligeramente los labios con grácil diversión y que Cracker riera de manera aparatosa.

Si Custard era la Standley Kubrick de la actualidad, entonces Angel era el equivalente a la Katharine Hepburn del postmodernismo.

El Charlotte movió su cabeza en señal de desaprobación a la par que las placidas risas de Custard se escuchaban de fondo. — ¡Bien! ¡Bien! Me cagaste. Tu contrataque fue más letal que el de Messi, Suarez y Neymar. Celébralo mientras puedas.

Angel le devolvió el gesto con soberbia. Desde que era una niña había mostrado grandes dotes para la actuación que muchas veces uso a su favor. Había logrado engañar a sus hermanos e incluso a su madre en más de una ocasión con sus perfectas poses. Gracias a eso consiguió zafarse de cientos de problemas, y aunque le resulto sumamente divertido de pequeña. Cuando empezó a darse cuenta del alcance de su talento natural, supo que no podía desaprovecharlo.  

Ingreso sin dificultad a la Royal Academy of Dramatic Art, en donde tuvo una sólida formación como actriz de método. Algo que a la larga, se volvió una parte indispensable de su vida. Porque para ella eso representaba la base de sus principios. Vivir bajo la piel del personaje e imitar totalmente cada característica de este así fuera la más mínima. Enterrar a la persona para convertirse en el personaje, esa era la única forma de lograr una verdadera interpretación, y fue por eso que acepto un papel tan demandante a nivel mental y físico como lo fue en Elle.

Tener que encarnar a una mujer abusada sexualmente fue algo sumamente demandante para ella. Entrevistarse con muchas mujeres que habían pasado por aquella misma traumática experiencia, mudarse a un departamento de 5x5 metros a las afueras de Paris para enclaustrarse por semanas hablando únicamente consigo misma sobre la desesperación que se experimentaba al pasar por un capítulo tan desgarrador, bajar quince kilos de manera brusca para imitar la delgada contextura de su personaje y muchos retos más. De eso se trataba el método, vivir al extremo.

Para el estreno en el festival de Cannes únicamente le pidió a Custard que la acompañara, ya que sabía que el resto de su familia no sería capaz de verla en un papel así. Ellos no podían mirarla como la exitosa Michèle Leblanc a través de la pantalla grande, sino como Angel, su adorada hermanita. Es más, sino se equivocaba, los únicos que habían visto el cortometraje completo, — aparte de su melliza, — Habían Perospero y sus padres. El resto de su familia se rehusó desde el principio a verla en esa situación desde el momento que les menciono que participaría en aquella película francesa, pero lo entendía perfectamente.

Fue quizás por esa única razón que le molesto de sobremanera no llevarse el Oscar ese año, no era la primera vez que la nominaban, pero si era la primera vez en la que estaba segura de que se llevaría la estatuilla a Inglaterra, y fue por eso que le dolió tanto perderlo ante la incauta de Emma Stone y sus estúpidas canciones con estribillo.

Lo consideraba su mejor papel hasta la fecha. Ella represento un hecho que era totalmente verídico del que lamentablemente muchas mujeres habían sido víctimas. Y que en el epilogo Michèle lograra rehacer su vida representaba una luz de esperanza para todas aquellas personas que, al igual que su personaje, habían sufrido un mismo trauma. Pero no, la Academia prefería reconocer historias burdas carentes de sentido sobre dos idiotas en Los Angeles, a la cruda realidad que ella mostraba.

—Todos odian escuchar la verdad, son más felices viviendo con una venda en los ojos que afrontando el terror que significaba romper el encanto y ver lo podrido que esta el mundo en realidad. — Reflexiono Angel.

Cracker la miro por unos segundos para luego observar detenidamente hacia su vaso de leche a medio llenar, meditando en silencio las recientes palabras de su hermana. Por mucho tiempo tuvo que vivir bajo la enorme sombra de Custard y Angel. ¡Que si la nueva obra de Custard iría de gira por toda Europa! ¡Que si Angel estaba nominada a otro SAG Award! Su madre nunca fue discreta en celebrar por todo lo alto los logros de sus dos musas. Antes, con solo escucharla llenar su boca sobre los inagotables éxitos que cosechaban sus hijas a nivel internacional frente a todas sus amigas de alta sociedad habría sido suficiente para que abandonara el lugar, y sin embargo ahora…

Ahora ya no le molestaba.

E incluso llegaba a ser todo lo contrario, ya que se sentía inmensamente orgulloso de oír sobre los logros de sus hermanas. Es más, él era el primer fan de ambas. Incluso de Angel aunque le hiciese la vida miserable. Sabía que no podía culparlas por lo que le paso, y que al igual que él, tanto Custard como Angel habían tenido un gran espacio por llenar. Las sombras de sus hermanos mayores siempre habían estado presentes en todos ellos. Sumado a la constante expectación de su madre para con todos sus hijos.

Cuando se fue a Nueva York sin saber que más hacer con su vida, encontró allí a una persona que le dio la fuerza para volver a empezar. Lo animo a ingresar a una academia como Tisch que estaba totalmente alejada de los estándares británicos clásicos, pero que veía a sus hijos hechos de basura como algo completamente innovador.

Siendo el día menos esperando en que su vida cambio completamente. En su año como senior, lo llamaron con urgencia de Tisch para informarle que una persona deseaba comprar todas las esculturas que él por perezoso solía dejar debajo de la escalera principal de la academia, ya que se le hacía muy complicado el llevarlas a su apartamento en Manhattan. — Y Katakuri ya le había advertido que no quería que usara más su Pent-House en Tribeca como depósito — No se encontraba de humor, así que simplemente respondió que estaba bien, y que fuera la academia la que pusiera el precio final, pero gracias a alguna especie de conjugación de los astros, Rebecca estaban con él en ese momento, y le dijo que “Al menos” debería ir a conocer a la persona que se llevaría la custodia de sus hijos inertes.

A pesar de llegar jodidamente tarde al encuentro, — Gracias al siempre oportuno tráfico de Nueva York — esa persona lo espero hasta el final, y por poco termina necesitando que le apliquen un par de paletas directamente al corazón cuando descubrió que la persona que deseaba comprar todas sus obras no era otra que la jodida Lady Gaga.

Al ser una antigua alumna de Tisch, había asistido en secreto para hablar con el decano sobre una presentación gratuita para los estudiantes de su alma mater, y al encontrarse con sus obras arrinconadas en la escalera le dijo textualmente que «Eran lo más maravilloso que había visto jamás y lo que ella tanto había buscado».

Lloro mucho ese día, y su sorpresa fue aún mayor cuando Gaga le expresó su deseo de que todas sus obras salieran en su nuevo video musical Applause, y quería que fuera él quien estuviera a la cabeza de su dirección de arte.

Porque al igual que ella, ambos habían nacido para vivir de los aplausos.

Ese día lo cambio todo para él. Le debía mucho a su antigua mecenas, y una de sus mejores amigas en la actualidad, Joanne. Fue desde allí que no paro de procrear a sus adorados descendientes de basura y convertirlos en oro. Creciendo poco a poco hasta que fue lo suficiente capaz de llamar la atención de su madre. Pensó que estaría muy feliz luego de finalmente tener su aprobación, algo que desde siempre estuvo buscando, pero no fue así. A pesar de sentirse inmensamente feliz al ver la sonrisa orgullosa de su madre, sabía que algo le faltaba.  

Siendo allí que decidió arrodillarse frente a la mujer que estuvo con él cuando no era nadie, y ahora que lo tenía todo, deseaba que se quedara a su lado para siempre.

—Ahora quien es el que sueña despierto. — Le conjugo Custard bisbiseando tiernamente.  

—…Solo aquellos que se atreven a quitarse la venda de los ojos para enfrentar la agonizante realidad son capaces de brillar, porque son capaces de recorrer los caminos por los que nadie sería capaz de abrirse paso al conocer la diarreica veracidad del mundo. Por eso se los llama estrellas — Hizo una pausa — Son la única luz en ese camino plagado de sombras.

Custard sonrió con notoria alegría. Su hermanito finalmente había sido capaz de enterrar a su antiguo yo. — Hemos llegado muy lejos, ¿No? — Pregunto con latente nostalgia.

—Bueno, si me lo preguntas a mí al menos Cracker logro ser el primero en algo al matrimoniarse antes que nosotras. — Expreso Angel con una alegría latente.  

Cracker palmeo su rostro con cansancio. Sabía que tarde o temprano ese tema saldría a flote — ¿No quieren hablar de otra cosa? Como su maldita nueva obra, o yo que demonios se. —Cuestiono tomando entre sus dedos una Shortbread, pero antes de llevársela a la boca, se detuvo para ver el delgado aperitivo con cierta inquietud — Apropósito ¿Sabían que María Estuardo fue la que popularizo esto cuando volvió a nuestra tierra madre?

—Claro, odiaba la comida de la corte, pero no se podía esperar mucho de una soberana escocesa criada en Francia desde el día que nació. — Delimito Angel. —Fue una estúpida al querer gobernar un reino que ni siquiera conocía. Dejo que sus sentimientos se apoderaran de su razón, y el castigo por su incompetencia fue terminar perdiendo la cabeza ante la única y verdadera Reina.

Porque eso era exactamente lo que ocurría con aquellos que dejaban que sus sentimientos se apoderaran de sus acciones; eran psicológicamente decapitados.

Cracker trago con dificultad al escuchar el agresivo relato de Angel. Estaba seguro de que su hermana no se refería precisamente a la decapitada reina Estuardo cuando hablaba de «una estúpida que deseaba gobernar algo que ni siquiera conocía.»

La mirada de Custard brillo ante la brutal respuesta de su hermana. La sinceridad no podía ser más arrolladora a través de sus labios. — Mira Cracks, creo que no hace falta repetir algo que es de amplio conocimiento en nuestra familia. — Cito con alto calibre.

Ella no tenía nada en contra de Rebecca, a pesar de que dudara que la española si quiera fuese a creerle. Había aprendido que en la vida solo existían tres actos, y no tenía por qué perder tiempo en pormenores antes de que el telón descendiera, ya que sin importar nada, el espectáculo tenía que continuar hasta llegar a su fin.

—Lo que Art realmente quiere decir es que ojalá y Rebecca sepa en donde se está metiendo. Porque ahora la que está bailando con una venda entre los ojos en la boca del lobo, es ella.  

Mas sorprendentemente, Cracker sonrió complacido — Descuiden, ella ya sabe cómo domar a la bestia. — Expreso ante la profunda mirada que le dieron sus mellizas. — Y sin importar lo que pase, me casare con ella.

Angel sonrió por dentro ante la seguridad de Cracker, usando su dominio en las artes escénicas para apagar las sonoras risas que la hacían ahogarse en silencio. Si bien Cracker había mejorado bastante, aun le faltaba mucho por aprender. — Me parece esplendido, hermano. — Comento en un susurro placentero.

Custard vio atentamente a su melliza por el rabillo del ojo. Angel como siempre era tan hermosa como manipuladora. — Entonces supongo que tendremos una maravillosa boda escocesa. — Delimito en un acorde final la aun bailarina. Si bien eran mitad ingleses por parte de su madre, por la línea de su padre habían heredado un vasto gran linaje de las High lands de Escocia.

—¡Pues claro! Alexander Mcqueen me está diseñando una nueva Kilt. — Repaso orgulloso. Si había algo que él se tomaba muy enserio eran sus raíces. — ¡Es más!, Le dije a Rebecca que quería ir hacia el altar acompañado de un sequito de gaitas que tuvieran las caras pintadas de azul. Al principio puso una cara media extraña, ¡Pero luego me dijo que adoraba la idea! —Si, quizás Rebecca no amase la idea propiamente dicha, pero por verlo a él feliz aceptaría incluso tener al mismísimo William Wallace en su boda.

—Uh… ¿Eso quiere decir que Rebecca está dispuesta a aceptar todas nuestras tradiciones? — Pregunto Custard con una pisca de sana malicia. Porque conocía muchas costumbres nupciales de su gente, que estaba segura, no le harían ni una pisca de gracia a su futura hermana en ley.

—Bueno, será algo así como una boda escocesa mezclada con flamenco. — Comento pensativo. Tambien quería que la cultura de su futura esposa estuviese muy presente en su enlace nupcial. — Aunque supongo que no se opondría. — Comento alzándose de hombros.

—…Perfecto. — Secundo Angel. Se encargaría de hablar con su melliza sobre ese tema luego.

—Hablando de nuestras raíces y demás, espero que hayas tenido el tino de avisarle a papá que te vas a casar, ¿No es así, Cracks? — Demando con elocuencia Custard.

En respuesta Craker rio con voz rasposa. Si Art lo conociera tan bien como ella decía, entonces intuiría la respuesta.

Custard encogió la mirada repentinamente, leyendo al instante el silencio de su hermano — No puede ser Cracks…

—¡Idiota! ¿¡No le has dicho a papá!? — Repentinamente Angel levanto la voz dejando de lado su eterna complicidad para darle paso a una inusitada violencia. Esto si era un tema diferente.

—¡Si le digo, me vería en el deber de invitarlo, y eso no va a pasar ni en esta vida, ni en la siguiente! — Señalo colocando ambas manos detrás de su cabeza. Si, estaba muy orgulloso de sus raíces escocesas, pero no del hombre que se las transmitió.

Si había una razón por la que por mucho tiempo se odio a si mismo de sobremanera cuando era joven era por ese sujeto. No recordaba otra imagen de su padre que no fuera la de él diciéndole lo inútil que era en comparación a sus hermanas. Recalcándole infinidad de veces que se dedicara a un oficio de hombres, y no a sus estúpidas esculturas. Tratándolo como un simple imbécil cada que podía. No, Zephyr no era ni de cerca su padre. ¡Que se quedara en su jodido Chalet frente al lago Ness era el mejor regalo de bodas que le podía dar!

Custard se masajeo lentamente la sien luego de escuchar a su hermano — Cracker, por favor… No puedes seguir siendo tan rencoroso. — Porque si, era cierto. No iba a negar que su padre había sido inusualmente duro con Cracker, pero su mellizo tampoco fue ninguna blanca paloma. Además, en infinidad de ocasiones Zephyr trato de acercarse a su hermano para poder hablar y resolver sus diferencias. Sin embargo, era el Charlotte quien siempre esquivaba verse con su viejo padre. 

Y es que claro, al ser Zephyr un Almirante en retiro de la Royal Navy, tampoco es que fuera el hombre con más tacto del mundo, pero ella y Angel siempre lo vieron como un padre honesto y cariñoso, que a pesar de divorciarse prematuramente de su madre, siempre estuvo cerca para ver a sus dos princesas crecer. Desde siempre había sido el fan número uno de Angel, y el primero en comprar entradas para todas las obras teatrales que ella dirigía.

—Cracker, eres un estúpido. — Lo tildo de inmediato Angel. — ¿Cómo se te ocurre no invitar a papá? ¡Es nuestro jodido pa—

—¿Saben qué? ¡Puedo aguantar que me jodan a mí, pero no van a joder las decisiones que tomo! — Alzo la voz haciendo que el reclamo de Angel se apagara con profunda sorpresa — Y por si se les olvida, Katakuri va a estar en la boda. Así que no me hará falta ningún padre.

La presencia de Art se llenó de una inusual añoranza. Claro, después de todo Cracker siempre había tenido a un superhéroe en la figura de su hermano mayor. — Al igual que todos — No iba a opinar con respecto a ese tema, pero si se acomodó en su asiento para escuchar la mortal respuesta que le daría Angel luego de que su hermano se hubiera atrevido a alzarle la voz.

Por lo que pudo ver, en la perfecta piel de su hermana se formó una muy ligera vena y sus perfectos labios se deformaron en una expresión totalmente efusiva, pero estando a un milímetro de pulverizar a su hermano con tu toxica lengua, su Iphone sonó mostrándole una notificación que venía de parte de su madre.

Por lo visto finalmente había terminado.  

Ambas mellizas intercambiaron un pequeño juego de miradas que duro solo microsegundos, y de inmediato tanto Custard como Angel tomaron sus costosos bolsos Hermes y Louis Vuitton respectivamente, y se levantaron de sus asientos.

—¡H-Hey! ¡No se vayan, que no es para tanto! Y además, ¿¡Quién diablos lavara los trastes!? — Expreso con la voz contenida al ver el inesperado accionar de sus hermanas.

Art soltó una fuerte carcajada y se giró para repetir la misma bravuconada que realizo de niña al levantar su dedo del medio por todo lo alto hacia Cracker. — Nosotras hicimos el desayuno, te toca limpiar.

—Tienes manos, Cracks, úsalas para algo más que no sea tu arte o limpiarle el trasero, que al menos para mí son prácticamente lo mismo, y si crees que me ofendiste con tus exaltaciones de niño de kínder, te equivocas. Es solo que a diferencia de ti, nosotras tenemos algo que se llama trabajo, y debemos cumplir con este. — Explico Angel rápidamente.

—¡Esa es la ventaja de ser tu propio jefe y no tener que trabajar para tu hermana! — Le recordó el mayor con una emotiva alegoría, a lo que Angel opto por imitar el gesto de su melliza y levantarle el dedo medio, haciendo que el joven Charlotte estallara de risa.

—De hecho, si nos gustaría quedarnos, pero como bien dices los ensayos para Anna Karenina empiezan a medio día y aún nos queda mucho por hacer — Explico Custard con franqueza empezando a avanzar junto con su melliza hasta el ascensor. — En especial con mi protagonista. — Expreso cansada viendo en dirección a Angel.

—¡Tienes que superar que me haya quedado con el papel, Art! No es mi culpa ser tan buena actriz. — Cuestiono levantando una ceja hacia Custard — «¡When is right, is right!» — Sobresalto moviendo su cabellera azabache, la cual era necesaria para encarnar el papel de la aristócrata rusa.

Le había comentado a Art que deseaba tomarse un descanso del cine para buscar otros proyectos, y cuando le informo de su intención de incursionar en el teatro, ella la apoyo totalmente, pero cuando empezaron las audiciones para su nueva gran obra de invierno, y vio a Angel entrar al escenario junto al resto de postulantes, quiso subir hasta allá y jalarla de sus antiguos cabellos rosados hasta las afueras del teatro.

Custard giro los ojos al escucharla. — Siempre te voy a recriminar el no haberme avisado que audicionarias para el papel de Anna, Angel.

Cracker rio sin cuidado al ver a Custard impacientarse. — Vaya patada en los ovarios, Art. — Se levanto de su silla para seguir a sus hermanas hasta la puerta del ascensor — Ya puedo ver el titular de la crítica cuando tu obra se estrene, «La Oligarquía Charlotte lo hizo de nuevo» — Exclamo con una sonrisa de oreja a oreja mientras abría sus manos por sobre su cabeza.

—¡Es por eso mismo que no quise que se presentara! — No quería que confundieran las cosas. Adoraba a Angel, pero no mezclaba el trabajo con su vida personal. Esa lección la había aprendido de primera mano de su madre. Y que su hermana postulara a la misma obra que ella estaba dirigiendo no se veía para nada bien. Sobre todo porque estaba buscando una actriz revelación para encarnar a Anna, pero que llegara alguien tan experimentada a nivel actoral y con un carismática sin igual como Angel, que enamoro de inmediato a los productores, no le dejo más opción que contratarla.

Cuando las puertas del ascensor se abrieron y ambas hermanas ingresaron, Cracker puso intencionalmente un pie sobre el infrarrojo de la puerta para dirigirse por última vez al sus mellizas.

—Se que no vinieron únicamente a hablar de historias viejas y de la vida en sí. — Pronuncio con un inusual tono de seriedad — Estoy seguro de que mamá aún sigue furiosa conmigo, así que cuando hagan su ya bien conocida llamada grupal de Charlotte Ladies, o como diablos se llame su maldito grupo en donde nos tiran mierda a todos nosotros, quiero que le digan que iré personalmente a Charlotte Château a hablar con ella antes de la boda, pero que por nada del mundo quiero que se acerque a Rebecca ¿Esta claro?

Conocía a su madre, y él mejor que nadie sabía que Linlin era quizás el ser más vengativo del mundo. Se había burlado de ella al proponerle matrimonio a Rebecca sin consultarle, y la última vez que hablaron no fue precisamente la más cordial. Así que tendría que encontrar la forma de limar las asperezas con su progenitora o de lo contrario, no dudaba que su madre descargaría toda su furia contra su prometida.

Angel lo vio con una sonrisa y asintió en un silencio que decía mucho más de lo que cualquier palabra suya podría, más por el contrario, Custard vio a su hermano con una entristecida expresión que duro solo milisegundos, para seguidamente levantar su mirada

—Se lo hare saber — Suspiro la directora. — Espero poder verte antes de la boda, Cracks. — Comento Art con una tierna sonrisa.

—Por supuesto que lo vamos a ver, ¡Aun tenemos que planear tu despedida de soltero! — Expreso con ferviente fogosidad Angel.

—Lamento informarles que alguien ya les gano, Oven se hará cargo. — Se encogió de hombros. Cuando le informo a Oven y Dai que se iba a casar, al principio no le creyeron, y luego de que ambos le dieran el pésame, su hermano le prometió que el mismo se haría cargo de su despedida de soltero al ser su deber como su hermano mayor. — Y antes de que se hagan ilusiones, va a ser solo para hombres. — Indico haciendo énfasis en la última palabra.

Aun no le había mencionado ese pequeño detalle a su novia, pero estaba seguro de que Rebecca no le daría peros… Bueno, al menos eso esperaba porque Oven ya había reservado todo el Hôtel de Paris en Monte Carlo y hasta Perospero le había dicho que se haría un tiempo en su ajustada campaña electoral para asistir.

La sorpresa que mostraron ambas hermanas se hizo notar de inmediato en su rostro — Bueno, si es así entonces ya sabemos lo que podemos esperar. — Le rebatió Custard con una media sonrisa. Si hablaban de Oven y fiesta, todos ya sabían lo que iba a implicar.

—¡Espero que Rebecca disfrute de ser la novia más adornada de Inglaterra! ¡Hahaha! — Exalto Angel mordiéndose los labios mostrando sus brillantes dientes.

—¡Ni que fuera tu con Chris Pine! Porque nadie se cree que esa escena de sexo entre ambos en Outlaw King haya sido solo actuación. — Contrataco liberando al ascensor de su poder.

—¡Hahaha! Maldito idiota. — Respondió Angel — Pero estas en lo cierto, no fue actuación. — Exclamo con una sonrisa victoriosa para que luego el ascensor se cerrase llevándose la imagen de sus mellizas consigo.

.              .              .

¿Por qué su cuerpo tenía que joderlo de esa manera al obligarlo a levantarse tan temprano? Apenas había tenido tiempo para descansar la noche anterior y aun así era vilmente obligarlo a recuperar la conciencia a horas tan prematuras de la mañana. Aunque bueno, gracias a su maldito trabajo, — En el que si cerraba un ojo le podía costar una bala en la cabeza —Desarrollo la infame habilidad de tener un sueño exageradamente ligero.

Sintió un tenue dolor de cabeza retumbando dentro de él, quizás producto de todo el alcohol que consumió el día anterior. Masajeo lentamente su rostro sintiendo una punzada de dolor cuando trazo su magullado pómulo. No lo podía ver, pero no tenía la menor duda de que esa parte de su piel debía tener un desprolijo hematoma decorándolo.

Levanto su palma sobre el techo, perdiéndose por unos segundos entre sus amoratados nudillos y el impecable techo de cristal. Al enfocar su mirada, Zoro se encontró a si mismo reflejado en el cielo. No estaba en su habitación ni mucho menos, sino que se encontraba en su desértica sala. Había pasado por alto el comprar algún mueble para su recientemente estrenada propiedad, aunque tampoco es que le interesara realmente. Lo único que se podía apreciar a través de la inmensa claraboya del techo era el misero colchón en el centro del lugar sobre el que estaba desparramado. Únicamente se había decantado por esa casa en el pomposo barrio de Knightsbridge gracias la vista que tenía, y a pesar de que no fuese la alcoba principal, el dormir allí le generaba una extraña tranquilidad.

Ver hacia el cielo siempre le había dado una inexplicable paz.

El peliverde giro la mirada para encontrarse a un lado de su colchón unas cuantas latas de cervezas semivacías. Cuando no estaba en servicio había adquirido la pésima costumbre de irse a la cama con una cantidad moderada de alcohol en la sangre, solo de esa forma podía obtener un sueño muy pesado en el que recuperaba las escasas horas de descanso que tenía en sus días de servicio.   

De alguna forma esa casa era un reflejo palpable de su vida, una caja vacía que por fuera podía ser de lo más vistosa posible, pero que no dejaba de estar hueca. En donde lo único que lo esperaba al llegar era un incómodo y viejo colchón, alcohol, y la eterna vista de su tragaluz. No había calor, ni mucho menos. No, claro que no. Él mismo había renunciado a todas esas comodidades hacía mucho.

Pero ese fue el camino que decidió tomar, y como tal, debía de seguir por este hasta final.

Ese pensamiento lo hacía recapacitar de todos los errores que había cometido a lo largo de su vida, porque luego de que el efecto del alcohol y oscuridad de la noche se esfumaban, solo quedaba la claridad del día, en el que tenía que enfrentarse directamente con su propio reflejo.

Pero de eso se trataba, de una lucha constante a la que tenía que enfrentarse a diario consigo mismo por más difícil que fuera, y aun así, a diferencia de él, habían personas que eran capaces de afrontar las mismas adversidades con una sonrisa en el rostro.

Inconscientemente una media sonrisa se formó en su rostro al pensar en ese idiota de cabello rubio y su rizada ceja. Comprendía perfectamente que Sanji no le era indiferente, ya que de serlo no se hubiera molestado en meterse a una maldita disco a tener un baile de patadas y puños con el imbécil escandaloso de Eustass Kid luego de que cometiese la soberana estupidez de tocar a Sanji en contra de su voluntad.

Rio por lo bajo al pensar en todas las cursilerías de las que estaba siendo víctima solo por un mocoso. Realmente no sabía que pensar de Sanji. Quizás ya estaba demasiado viejo para esto, pero tambien podía ser porque con el rubio era impredecible saber si quiera dónde podía terminar. Ya sea gritándose en una lluviosa azotea, o besándose suavemente sobre el asiento de su Dodge.

¿Qué estarás haciendo pequeño idiota?

Lamentablemente, uno de los escasos momentos de paz con los que raramente contaba se vio interrumpido cuando su iPhone empezó a vibrar sobre el piso de madera, el molesto sonido lo hizo reaccionar con rapidez, tomando el móvil entre sus dedos para terminar afilando la mirada al ver que se trataba de Jhony.

—¿Qué paso? — Pregunto con seriedad.

Era extraño que sus hombres buscasen comunicarse con él en día libre, y no porque se los hubiese ordenado, sino porque fueron los mismos Jhony y Yosaku los primeros en pedirle que se diera un respiro de su siempre acelerada vida como agente. Sabía que no tenia de que preocuparse, porque ellos eran lo suficientemente capaces de hacerse cargo de la división entera sin su supervisión, pero esto era inesperado, por no decir menos.

Jefe, lamento interrumpir tu mañana, pero acabamos de recibir una información que quizás te vaya a interesar. — Le explico detenidamente.

—Deja de hacerte el misterioso y habla de una maldita vez, Jhony. — Exigió sobándose la cara.

—Se trata de él.

Zoro supo de inmediato de a quien se refería, cambiando drásticamente de expresión al pasar de una mirada severa, a una totalmente incrédula. Sabia al igual que Jhony que su llamada estaba siendo intervenida por la Interpol, y por tal motivo tanto él como sus hombres debían tener el mayor cuidado posible. 

—Voy para allá.

.              .              .

El elevador privado de Emperors desplego sus compuertas de forma improvista, mostrándose así ante el último piso del prestigioso edificio la totalmente inesperada y abrumadora figura de King, quien con una apabullante suntuosidad se abrio camino en el salón con latente seriedad.

Si bien era cierto que no volvería hasta el día siguiente, su reciente concilio lo había dejado profundamente intranquilo, provocando que cambiase totalmente de planes. Tenía asuntos de suma importancia que discutir con Katakuri y Queen, y entre dichos temas estaba el descubrir quien carajos se había atrevido a destrozar el condenado elevador al convertir a su dispendioso medio privado de transporte en una trillada pseudo escena de asesinato con manchas de sangre incluida.

¡Alguien seria despedido por eso!

Se percato de inmediato de la inesperada ausencia de Rebecca en su locación de siempre. Supuso que quizás se encontraba con Katakuri discutiendo sobre su agenda del día. Así que sin detenerse continuo su camino hasta la oficina principal de la firma, pero su recorrido se vio abruptamente interrumpido cuando un nervioso Queen lo intercepto en medio del largo pasadizo, y apenas vio un atisbo de que el obeso director trato de abrir la boca, lo callo en el acto.

—Justo a tiempo, Queen. — Interrumpió de manera autoritaria. — Me ahorras el tener que ir a buscar tu asqueroso trasero. ¡Sígueme! — Le ordeno — Tenemos que hablar con Katakuri sobre un tema de suma urgencia.

—¡Aguarda un segundo, lastre! — Exclamo Queen tratando de obstaculizar el paso del otro director para ponerlo al tanto de la seriedad de la situación. — Tenemos un gran problema cocinándose aquí. Así que ahora no es precisamente un buen momento para—

—¡Me importa una mierda! — Rebatió duramente sin detenerse si quiera hasta llegar a las puertas de la oficina de Katakuri. — Lo que sea que esté ocurriendo ¡Puede esperar! — Sentencio en el acto empujando con brusquedad las puertas de la oficina del joven CEO sin molestarse en tocar si quiera— La situación de Kaido esta… —

King estaba a punto de terminar su frase hasta que su mirada se posó en el centro de la oficina de Katakuri, y termino callando en el acto al encontrar en el eje central, no a su ahijado, sino a un ser que le genero una profunda animadversión que expectoro desde lo más profundo de su ser.

—King…— El chirrido de sus rojizos labios al abrirse de manera hambrienta era suficiente para causar un fuerte repelús en cualquiera que la escuchase — Si que ha pasado tiempo… — Comento con añoranza la matriarca de los Charlotte.

—Linlin. — Escupió King con repugnancia — Por lo visto el tiempo no ha sido benevolente contigo, aunque bueno, luego de toda la miseria que has causado, creo que es un castigo justo, ¿No?

Sabía que tarde o temprano se volverían a encontrar, después de todo por más que fuera inconcebible para él, esa mujer no dejaba de ser la madre de su ahijado, — Aunque únicamente porque se había dado el trabajo de parirlo, ya que ambos sabían bien que traerlo al mundo fue lo único bueno que ella hizo por Katakuri — y solo por ese lamentable hecho, estarían obligados a coexistir en el mismo ecosistema con Linlin hasta el final de sus días.

Aunque jamás pensó que sería ella la que movería primero sus fichas e iría al ataque de buenas a primeras. Aunque al encontrarse a una temblorosa Rebecca de espaldas a él, mostrando la cabeza gacha hacia Linlin y en una pose se total sometimiento, lo hizo suponer de inmediato la razón tras la aparición de ese despreciable ser en la firma.

King avanzo peligrosamente y a paso lento hasta plantarse justo al lado de la joven secretaria. Fue lo más delicado que pudo al tomar con suavidad su hombro, y a pesar de que la pelirrosa no tomo su tacto con hostilidad, King pudo sentir que se estaba temblando sin control.

—Rebecca, sal de aquí. Ahora. — Ordeno tácitamente. La situación no se pondría nada agradable, y no quería a Rebecca allí viendo cómo se tornaba todo.

—Mi pequeña florecilla, ¿Ya te vas? — Linlin afilo la mirada e inesperadamente Rebecca sintió que el aire se reducía cada vez más. — Si nos estábamos divirtiendo tanto…

—Rebecca, ¡Largo! — Reprendió King haciendo reaccionar a la joven secretaria.

La pelirrosa ni siquiera fue capaz de responder, únicamente pudo limitarse a asentir desesperadamente mientras se alejaba lo más rápido que podía hacia la salida.

Queen espero a que Rebecca se retirase de la oficina para cerrar la puerta con hostilidad. — Si la obligaste a hacer algo en contra de su voluntad, aunque sea lo más mínimo, — Hizo énfasis con peligrosidad — puedes estar segura de que lo vas a pagar muy caro. — Advirtió peligrosamente el rubio avanzando hasta quedar a la altura de King.

—Por amor de Dios, — Linlin tomo con gracia la advertencia chocando sus palmas con gracia frente a ambos hombres — ¿Por qué clase de monstruo me toman? Tener una charla de mujer a mujer con la futura esposa de su hijo es algo que cualquier madre preocupada haría. — Indico con un falso tono conciliador.

—Con la única diferencia de que tu representas el absoluto contraste de lo que esa palabra realmente significa. Sino preguntémosle a Katakuri, que cometió el agónico error de convertir a una mujer como tú en su madre. — Ensarto King sin mesura, y es que claro, Linlin no merecía nada más que su desprecio. Esa mujer le causo muchos problemas en el pasado e incluso ahora no dejaba de ser una montaña en sus zapatos, ya que no contenta con casi destruir la vida de Kaido, tambien tuvo que hacer lo mismo con la de su ahijado.

—Si yo fuera tu cuidaría mucho la forma en la que me expreso de la mujer más poderosa de Inglaterra. — Comento Vergo con extrema seriedad. Aunque él no tenía que ni siquiera tomarse el trabajo de defender a Linlin, no, claro que no. Esa mujer era capaz de desintegrar a todo aquello que entrase en contacto con ella con solo tocarlo.

King alzo la mirada, mostrándose fascinantemente confundido al escuchar tal voz. — ¿Pero que es esta paupérrima criatura? — Despotrico sin ni siquiera darle a Vergo el favor de verlo a los ojos, pasando totalmente por alto su existencia. — ¿Y con qué derecho osa dirigirme la palabra como si yo necesitase su consejo?

—No es un consejo, es una advertencia. Algo con lo que ustedes y esta firma se encuentran muy familiarizados. — Aclaro Vergo, al ser abogado conocía muy bien la reputación de Emperors, es cierto que eran la firma de mayor prestigio e ingresos en estos tiempos, pero tampoco era un secreto las mañas y estrategias que empleaban para conseguir ganar todos sus casos a como de lugar.

—Veo que cada vez te consigues muñecos más y más jóvenes. — Enfatizo Queen con una sonrisa burlona. — ¿Cuántas semanas de le quedan a este antes de que lo cambies por uno nuevo? ¿Una? ¿Dos? — Cuestiono teniendo conocimiento de primera mano el hambre voraz de la matriarca de los Charlotte.

Linlin rio con genuina diversión, no viéndose afectada por las palabras de ambos hombres. De hecho, incluso pareció tomarlas con algarabía, ya que desde el principio, justo como sus dulces, todos aquellos que pasaban por sus sabanas tenían marcada una fecha de caducidad.

—Se que es un escenario algo difícil de dilucidar para ustedes dos, perros que solo saben mover la cola ante un único dueño, pero cuando una persona llega hasta el lugar en el que yo estoy, solo le queda por hacer dos cosas con el resto de los años que le quedan por delante; ¡Vivir y disfrutar! — Enfatizo con clara satisfacción. — Algo que mi exesposo tambien parece hacer a todas sus anchas.

—Con la única diferencia de que él lo hace con su nueva esposa. — Remarco King.

—Si, eso oí. Una jovencita que más que su cónyuge, parece su hija. — Comento con gracia — Creo que es menor que Katakuri por solo un par de años, ¿No es así?

—Me resulta hasta cómico que seas precisamente tú la que diga eso. — Recalco Queen.

—Además, pareces muy interesada en el estado civil de uno de tus tantos exesposos.  — King mostro una media sonrisa cuando vio que Linlin hizo una ligera mueca por su comentario.

—Para nada, solo me preocupa que la herencia de mi hijo se vaya a dividir en dos en un futuro. En especial ahora que Kaido elimino todo rastro de Oven y Daifuku de su testamento. — Contrataco retomando la compostura — Después de todo sería horrible que una mujer se aprovechara de su condición para amarrar a un hombre solo por sus hijos, ¿No lo creen así? — El nivel de cinismo que soltó Linlin hizo que King presionara con fuerza sus puños y Queen pronunciara fuertemente su mirada.

—Descuida, Kaido ya tomo todas las precauciones posibles del caso. Después todo, tiene una non-grata experiencia con esa clase de mujeres. — El comentario de King fue especialmente incisivo en Linlin.

Siendo que ambos mantuvieron un choque de miradas en el que a pesar de no decirse palabra alguna, el solo choque de sus voluntades hizo que saltaran chispas entre ambos.

—Sin duda… — Susurro con clara satisfacción, para que inmediatamente se levantara del asiento del CEO de la firma, dispuesta a retirarse. — Fue muy placentero verlos después de tanto tiempo. — Rescato con notoria alegría la matriarca de los Charlotte.

—¿Te vas tan pronto? — Cuestiono Queen con falsa modestia.

—Por supuesto. Como sabrán soy una mujer muy ocupada, pero descuiden, cuando deseen pueden venir a Charlotte Château a compartir una tarde de té y rememorar los viejos tiempos. — Invito con cordialidad.

A pesar de que a esas alturas ya estuvieran rodeados por una atmosfera totalmente toxica, ninguno de los tres dio su brazo a torcer, y es que claro, esto era un juego de poder en donde aquel que mostrara el más mínimo resquicio de debilidad, perdería definitivamente.

—Gracias por la invitación, la tendremos en cuenta. — Expreso fríamente King.

Linlin tomo su bolso Birkin de piel de cocodrilo con diamantes incrustados, y procedió a retirarse repleta de extrema confianza, seguida muy de cerca por un inmutable Vergo, que sostenía entre sus manos un fail que guardaba el futuro de uno de sus hijos dentro de sí.

Ni siquiera se molestó en despedirse de Rebecca, la cual estaba apoyada a las afueras de la oficina, desplomada sobre el pasadizo mientras lloraba amargamente por el terrible error que acababa de cometer.

Solo al ingresar al ascensor de la firma junto con la matriarca de los Charlotte, fue que Vergo se permitió hablar. — Creo que se te paso la mano con ella al final, Linlin. — Comento mientras la estructura empezaba a descender por los interminables pisos de Emperors.

Sus palabras provocación que la expresión de la vieja mujer se exasperase hasta acentuar sus arrugas y hacer a Vergo soltar una gota de sudor. — Debe agradecer que aun siga conservando algo de su estabilidad emocional luego de cometer la osadía de pronunciar el nombre de esa maldita mujer en mi presencia.

Vergo suspiro tranquilamente. — Al menos lograste que aceptara el contrato.

—Necesitaba llevarla a un punto en el firmar ese vendito papel fuera su única vía de escape para huir de mí, y gracias a ello firmo el contrato sin ni siquiera leerlo. — Comento con seriedad para que lentamente una traviesa sonrisa se posara en su mirada.

—Ya veo, eso fue lo que buscaste desde el principio. — Reconoció el moreno. A pesar de trabajar en una firma de abogados tan prestigiosa y como la protegida de su CEO, Rebecca cometió un error garrafal de novata, y a pesar de que fue Linlin la que la orillo a eso, esa niña realmente no debió dejarse vencer por sus sentimientos.

Ya que en la última parte del contrato, Linlin le ordeno añadir a último minuto un inciso en el que estipulaba que en caso de tener descendencia juntos y ocurriera un divorcio, Rebecca renunciaría de manera automática a la custodia de todos sus hijos, quedando Cracker y la familia Charlotte como los únicos tutores legales.

Después de todo, por más que odiase la idea, esos niños no dejarían de tener su sangre, y como tal, se haría cargo de ellos.

—¿Crees que vaya a decirle a Cracker lo que paso? — Pregunto Vergo con cierta curiosidad.

—No. No lo hará. — Contesto en el acto. — Ella sabe muy bien que Cracker puede ser muchas cosas, pero jamás un traidor. Puede tener la valentía incluso de desafiarme, pero nunca le dará le dará la espalda a los suyos solo por ella.

Si había algo que sus hijos sabían bien, era que a pesar de todas sus diferencias, solo una cosa se podía mantener siempre intangible entre ellos, y eso era la familia.

Salvo una mera excepción, — Que francamente prefería pensar que jamás existió, — Cuando el único que alguna vez se atrevió a romper con ese perfecto orden, fue la persona que ella menos pensó, pero incluso cuando Katakuri cometió tal ofensa, finalmente termino volviendo por voluntad propia a colocarse el mismo su cadena de oro en el cuello.

—Después de todo, mamá siempre tiene la razón. — Evoco Linlin al recordar las mismas palabras que le dijo Caramel cuando niña.

.              .              .

Desde muy niña siempre le gusto apreciar lo mejor de las personas. Veía a la maldad como algo que realmente no existía entre la gente, que era más una forma definitiva de defensa que salía a flote cuando aquellos seres heridos buscaban de manera inconsciente defenderse, una reacción a un sentimiento totalmente humano, pero conforme fue creciendo, entendió que la vida no era tan dulce a como se la mostraron su padre y hermana.

Si, existía la maldad, la envidia, los celos y otros muchos sentimientos que devenían de personas que no sabían cómo enfrentar a su propio dolor, y los compadecía, porque no era justo para nadie vivir con tal aflicción.

Por más que tratase, se le hacía inconcebible creer que existiesen personas que realmente disfrutasen de hacer a otras sufrir.

Hasta ahora…

Ahogo su profundo gemido de dolor a medida que gruesas lagrimas se escapaban por su rostro hasta caer sobre su ajustado vestido amarillo. Se mordía los labios para tratar de hacer el menor ruido posible, pero era inútil, sus jadeos no hacían más que aumentar. Sabía que King y Queen estarían muy decepcionados de ella si la vieran de esa forma, pero le era imposible mantenerse ecuánime.

Sentía que habían estrujado su corazón de la manera más dolorosa posible.

Y estuvo así por varios minutos hasta que de repente el cuerpo de Rebecca dejo de tocar el frio piso, para que con un agitado gemido de desconcierto la joven pelirrosa se viera fuertemente sostenida por los brazos de King, quien ni siquiera le pidió permiso cuando la cargo entre sus brazos para adentrarse en la ya vacía oficina de Katakuri y colocarla como una fina pluma en el sofá de la sala de star mientras que Queen abría una botella de agua que había sacado del minibar para entregársela.

Sus lágrimas no hicieron más que multiplicarse al ver el gesto de esos dos. — G-Gracias… — Pronuncio con cierto temblor al tomar la botella Voss

King, como todo caballero de buen vestir, le entrego a Rebecca el impoluto pañuelo que siempre llevaba en el bolsillo de su traje, haciéndole un gesto para que limpiase sus lágrimas, y mientras esperaba a que la joven secretaria se calmase giro su mirada furiosa hacia el otro director.

—Eres por lejos una de las personas más imbéciles que conocido jamás Queen, ¿¡Como pudiste permitir que Rebecca se quedara a solas con la bruja!? — Exclamo en llamas King. A pesar de que tuviera un idilio mucho más grande entre manos tampoco iba a dejar a Rebecca a su suerte con todo el vendaval de emociones, que estaba seguro, tenía encima.

—¿Crees que no se lo advertí? ¡Fue ella la que insistió! — Recapacito Queen, pero desgraciadamente su socio tenía razón. Debió haberse puesto firme y no permitir que alguien tan risueña como Rebecca fuera expuesta a la toxicidad de Linlin. Era claro que para esa bruja no fue para nada difícil romperla en mil pedazos.

—¡Tarado! Si un niño te pide una arma cargada, ¡No le das la jodida arma cargada, maldita sea! — Aunque le costase admitirlo, le había tomado cierto cariño a Rebecca con el pasar de los años. Era una chica algo tonta, pero de buen corazón. Una característica que lamentablemente para este trabajo, le jugaba muy en contra.  

—N-No fue culpa de Queen… — Comento con un persistente temblor la pelirrosa. —Por favor, no te ensañes con él, King. Fui yo la que acepto hablar con ella… — Acepto su error agachando la cabeza — Pensé que tal vez Linlin cambiaria de parecer sobre mi luego de platicar, pero… p-pero… — El nudo que se formó en su garganta fue tan fuerte que no pudo continuar hablando.

Sus ojos se cristalizaron con total desconsuelo con solo recordar las crudas palabras de la matriarca de los Charlotte.

Aquella titánide cargaba consigo una expresión de indescriptible furia que la hacía temer por su alma, presentía que con un solo chasquido ella se la arrebataría en el acto, pero luego de haberla insultado de tal forma al recordarle un hecho muy dantesco, sorprendentemente el semblante de la Charlotte cambio a una sonrisa de regocijo, como si estuviera complacida de ver que hasta una pequeña chispa de maldad pudiese brotar en alguien como ella.

Incluso las flores más inofensivas tienen sus espinas… — La dentadura de Linlin chirrió de manera desagradable, pero a pesar del rastrero ataque, se mostró impenetrable al generar un bufido de burla. Recupero su compostura a un semblante imbatible al mismo tiempo que volvía a tomar asiento frente a Rebecca. — Crees que esa tonta pseudo fantasía de amor tuya será suficiente para enfrentarte contra todo y contra todos, pero te equivocas. Te lo puedo demostrar, porque con solo verte a los ojos soy capaz de ver a la perfección el cruel futuro que te depara ¿Quieres saber lo que pasará? — Hizo una pausa para reír frívolamente — Te casaras con mi hijo, y si, serán muy felices. Vociferaran su amor a cada momento que puedan. Al dormir y despertar, será la imagen del otro la que verán reflejadas en sus pupilas mientras no paran de sonreír. Harán el amor en cada sitio que encuentren, disfrutando así de la fogosidad de su juventud. Cracker seguirá teniendo una gran carrera como artista, y tú, bueno, — Puso los ojos en blanco — Tú harás lo único para lo que sirves, y es ordenando papeles… Así pasarán los días en los que sentirán que ambos son los dueños del mundo y que nada los podrá detener…— Hizo una pausa para soltar una risa ahogada — Pero solo hasta que mi hijo se empiece a aburrir. — Lanzo de improvisto haciendo que Rebecca abriera fuertemente su mirada. —Poco a poco, Cracker se dará cuenta que estar amarrado a una sola mujer le resulta algo en extremo aburrido, y con esto empezaran las ausencias. Primero serán excusas de su trabajo, te dirá que hará exposiciones en lugares tan remotos como Doha, Tokio o Sídney con la única finalidad de alejarse de ti, haciendo que lentamente una brecha empiece a formarse entre ambos. Luego te dirá que debe ausentarse por mucho tiempo del país, solo para volver a probar la libertad, y después, ni el teléfono te va a contestar… y tú, tu como la tonta que eres, elegirás creerle. Aun cuando la verdad sea abrumadoramente clara.

—B-Basta. —A este punto las lágrimas empezaron a correr de manera incontrolable por su rostro mientras negaba con la cabeza. ¡No! Cracker no era así, él jamás la engañaría… ¿¡…No!?

¡N-No… él no sería capaz…!

Permanecerás fiel a él a pesar de que Cracker no pare de fornicar con cuanta mujer, u hombre, — Hizo énfasis — se cruce en su camino, y así, no parara. ¿Por qué tendría que hacerlo? ¡El mundo sigue a sus pies! — Destaco con extrema algarabía.

—É-Él n-no…—

—Yo adoctrine a mis hijos para tenerlo todo, y él nunca estará satisfecho solo contigo. — Su mirada destello con un brillo escarlata mortífero. — Acéptalo Rebecca, nunca serás suficiente para mi hijo.

Sus ojos repletos de lágrimas se abrieron fuertemente al rememorar las crudas palabras de Linlin, sin poder hacer más que temblar del horror.

¿Y si todo terminaba como Linlin le decía? ¿Y si realmente Cracker termina siendo igual que su madre?

—Rebecca — La seriedad con la que Queen llamo su nombre hizo a la pelirrosa levantar la cabeza con temor. — ¿Ella te hizo algo? ¿Te obligo a hacer algo? — Insistió con énfasis al intuir la razón por la que Linlin se habría tomado la molestia de ir hasta allá a sabiendas que se podría encontrar con King o con él. — Porque si lo hizo, entonces este es el momento para que habrás la boca, niña.

—N-No… Ella no—

—Realmente dudo que Linlin solo haya querido divertirse un poco a costa de tu salud mental. — Detallo King deteniendo los balbuceos de la joven. Esa vieja jamás hacia algo sin haberlo planeado minuciosamente antes. Era en extremo precavida. — Y sino nos dices que fue exactamente lo que hizo, no podremos tomar cartas en el asunto, Rebecca.

—N-No… E-Ella no me hizo nada… — Reforzó abrazándose a sí misma en busca de protegerse de manera inconsciente. Si decía una sola palabra de lo que había acontecido entre ambas en aquella oficina no quería ni imaginar la tormenta que desataría.

Y lo último que quería era darle otro problema a su jefe, a King o Queen.

King gruño resignado. Rebecca estaba sin dudas aterrorizada, era normal que no quisiese decir palabra alguna por temor a las represalias que traería consigo y el claro conflicto que ocasionaría.

A pesar de prácticamente pudiera recrear lo acontecido en su mente, si Rebecca no se atrevía a hablar, no habría nada que él pudiese hacer. ¡Diablos! Siempre había sido bueno para hacer a las personas hablar — Bajo coacción, claro está. — pero por obvios motivos, no podía aplicar esa lógica con Rebecca.

Sin embargo, sabia de alguien que sí.

—Bien, si no deseas hablar con nosotros, lo entiendo. — Recapacito King dispuesto a dejar a Rebecca en paz al levantarse del sofá — Queen, ¿Dónde está Violet?

A la pelirrosa se le fue el aire en el acto. — ¡No! ¡N-No pueden decirle nada! — Se levanto súbitamente del sofá tomando a King fuertemente del brazo. — ¡No la metas en esto! ¡Por favor!

—Naah, olvídate de ella por hoy. — Resto Queen haciendo un gesto insatisfacción. — Tuvo que trasladarse a Heathrow luego de la llegada de Linlin.

—¿¡A Heathrow!? — Repregunto con molestia. Estaba a punto de despotricar contra ella hasta que recordó un dato muy interesante que lo hizo detenerse en el acto y terminar esbozando una traviesa sonrisa. — Oh… así que es hoy.

Queen asintió con notoria exaltación. — Oh sí.

Rebecca los vio sin entender la situación, pero a pesar de ello agradecía enormemente que Vi se hubiera ido antes de que terminase su conversación con Linlin. No deseaba crearle más problemas a su hermana con esa mujer nunca más. 

—P-Por favor, prométanme que no le dirán nada a Vi ni al jefe. — Suplico en llanto.

—Niña…—

—¡Prométanmelo, como regalo de bodas! — Acallo a Queen con sus ruegos — E-Ella no me hizo nada… Enserio… Solo… Solo prométanlo, por favor…

.              .              .

Las oficinas de la Interpol siempre se caracterizaban por ser muy ruidosas, un lugar en el que la palabra descanso no existía. Donde todos sus agentes, desde el área de investigación hasta los equipos de asalto, iban de un lado a otro recopilando información, planeando operativos, interrogando testigos, y rara vez deteniéndose a pedir permiso a pesar de que gran parte de las cosas que hacían ingresaban fácilmente en el rango de abuso de poder.

Nunca le gusto todo el barullo que ese lugar generaba, pero por lejos, lo que más odiaba de tener que trabajar allí era usar un maldito traje. Con el clásico fastidio que lo caracterizaba saco la arrugada corbata negra que guardaba en la parte interna de su saco negro para colocársela con notoria apatía mientras avanzaba por la central de inteligencia.

No tuvo que esperar mucho para ver que Johnny aparecía a paso rápido para darle el alcance con un Ipad en mano. Con un rápido saludo y un intercambio de miradas el moreno le entrego la Tablet mientras avanzaba a la par que él yendo rumbo a su oficina.

—Hazme un resumen corto. — Indico mientras leía los informes de inteligencia que Johnny había logrado recopilar.

—Lo último que supimos sobre ese malnacido luego de que dejara México fue que había entrado al espacio europeo a través de Rumania, para después embarcarse rumbo al Reino Unido en un barco de contrabandistas. — Inicio Jhonny sin detener el paso.

—Hizo su viaje hasta diez veces mas largo solo para evitar que pudiésemos capturarlo por tierra o aire, maldito hijo de perra. — Reflexiono el peliverde con latente rabia. — ¿Qué más?

—Por lo visto, estamos de suerte, ya que no teníamos ni una sola pista de en donde pudo haber desembarcado, pero reconocimiento facial logro detectarlo esta mañana cuando se dispuso a tomar un avión de Belfast a Londres, está previsto que su vuelo llegue en una hora.

—¿Qué? — Detuvo su paso para ver a Jhony con clara confusión — ¿Por qué cometería un error tan estúpido al tomar un vuelo comercial? Es un blanco fácil. Sabe que lo podemos arrestar con facilidad.

—Esa fue a la misma conclusión que llegamos con Yosaku, pero míralo tú mismo, Zoro. — Le aclaro Johnny antes de entrar a la oficina de inteligencia de las fuerzas especiales.

El peliverde gruño exasperado y siguió a su subalterno. Al entrar en la oficina, que era separada por una fina pared de cristal del resto de la cede, se podía apreciar una mesa de reuniones blanca en cuya parte trasera había una pared repleta de pantallas táctiles de alta inteligencia, y sentado en el escritorio frente a estas, a Yosaku. 

—Uso un pasaporte americano falso haciendo pasar por Henry Frost. — Añadió Yosaku al tener a Zoro y Johnny en su espalda, mostrando así ante la pantalla gigante la imagen del pasaporte frente al peliverde, provocando que este empezara a respirar de manera pesada mientras ejercía una presión suicida sobre sus dedos.

Se veía muy diferente a comparación de la última vez que lo había visto, pero seguía manteniendo esa maldita mirada que él tanto recordaba. — Es una trampa, no tengo la menor duda. — Luego de todos estos años, ese imbécil jamás se entregaría de una forma tan estúpida.

—Claro que lo es. — Acordó Yosaku. — Quiere que vayamos por él, eso está claro.

—¿A qué aeropuerto llegara? — Pregunto exasperado.

—¿Cuál más? — Retribuyo Yosaku como si fuera obvio. — Heathrow.

—¡Maldita sea! — De todos los aeropuertos en la maldita ciudad, tuvo que escoger el más grande, y por tanto el que más dificultades técnicas representaba. — ¿Hay amenaza de bombas? ¡Les adelanto desde ya que no quiero que en Inglaterra se repita otro nueve once!

—No, viaja solo y sin equipaje. — Descarto Johnny. — y eso es lo más extraño. Es como si… De manera inconsciente buscara que lo arrestemos.

—La mente de un criminal no es sino incomprensible. — Luego de todos esos años Zoro había aprendido esa lección a la mala.

—Por eso fue que te llamamos, ¿Cómo procedemos jefe? — Cuestiono Yosaku — Necesitamos la autorización de Greenbull para intervenir Heathrow. Tendríamos que cerrar toda la terminal y ni hablar del tráfico aéreo que generamos con eso.

—Es lo que tendremos que hacer si queremos atraparlo. — Recordó Johnny.

Suspiro largamente para luego golpear el puño contra su pierna de manera intermitente. ¡Mierda! Esto no tenía nada que ver con la Interpol, y si bien había hecho un trato con ellos a cambio de sus servicios, con las cosas como estaban entre Greenbull y él, ¡Sería un milagro que el imbécil de su jefe lo autorizase a intervenir el aeropuerto más grande del país! Quizás Johnny tuviera razón, y ese malnacido en verdad estaba buscando que lo atrapasen, pero incluso eso le generaba demasiadas dudas.

—¡Bien! Esto es lo que vamos a hacer. — Desgraciadamente, si estaba seguro de algo era de que nunca estarían tan cerca de atraparlo como ahora, y por más que le costase su placa, no iba a perder esa oportunidad.  —Preparen al equipo, intervendremos Heathrow ahora. — Indico sin titubear, provocando que Johnny y Yosaku se quedasen con una mirada muy sorprendida.

—Jefe, ¿Y que hay de—

—¡Olviden al imbécil de Greenbull! Como van las cosas entre nosotros es más probable que la tierra se congele antes de que ese idiota me haga un favor. Partiremos ahora.

—¡Ja! — Yosaku recibió la noticia con algarabía. No podían pedirle a Zoro que no fuese Zoro. — ¡Al diablo! Siempre odie trabajar para la jodida Interpol.

—Pero si lo atrapamos, habrá valido la pena cada maldito segundo. — Admitió Johnny.

Zoro asintió convencido. No pudo haber tenido mejores compañeros de armas y amigos que esos dos. Ellos lo seguirían sin importar que, y a cambio, él siempre daría lo que fuese por ese par de idiotas.

Sin embargo, antes de dar la que el supuso seria ultima orden como Jefe de las fuerzas especiales de la Interpol, su teléfono empezó a sonar de manera inesperada. Se alejo un poco para ver de quien se trataba, y es que no podía ser para menos extraño. Eran muy contadas las personas que contaban con su número privado; Marco, Johnny, Yosaku, Perona y Franky eran los pocos afortunados que tenía la facultad de comunicarse con él en cualquier momento. Ni siquiera les había dado ese número a sus padres. Sin embargo, los dígitos que figuraban en la pantalla de su móvil, eran de todo menos conocidos.

Antes de que el ultimo pitido muriese, deslizo el botón en busca de saber quién era, y vaya que esta vez fue él quien se llevó la magna sorpresa al escuchar una voz bien conocida del otro lado de la línea.

—¿¡Zoro!? ¿Zoro eres tú? — Abrio fuertemente la mirada al reconocerlo en el acto —¡Zoro, contéstame maldita sea!

—…Sanji. — Contesto el peliverde en un susurro. — ¿Cómo diablos conseguiste mi número? Se supone que deberías estar en un avión rumbo a Rusia en estos momentos. — Le reclamo de manera furiosa, ¿¡Porque diablos lo estaba buscando justo ahora!?

—Nunca tome ese avión. — Reconoció en el acto — Necesito que nos veamos ahora, ¡Es urgente! — Jamás le diría que fue la propia Robin la que le proporciono su número.

¡Carajo! Esto era lo último que le faltaba —Sanji, no sé qué clase de estupidez de adolescente estés pensando, pero cual sea, olvídala. ¡Tienes que ir con familia, no tengo tiempo para ti ahora! Estoy muy ocupado.

—¡Si me voy, pierdo a mi familia! ¡Zoro por favor, tengo que hablar contigo y lo que debo decirte no puede ser por teléfono! ¡Necesito verte ahora!

—Sanji, maldita sea… Entiende. ¡Ahora no puedo! — No iba a perder esta oportunidad que había esperado por años solo para escuchar los idilios de Sanji.

—Uhm… Jefe…— Johnny lo llamo por la espalda, más el peliverde ignoro su llamado.

—Un momento. — Exclamo a su subalterno saliendo definitivamente de la oficina para hablar con más libertad con el rubio.

—¡Por favor, Zoro! Solo me quedan tres horas para hacer esto, no tomara mucho tiempo. Lo prometo. — Le suplico el rubio al borde de la desesperación.

Se encontraba muy confundido, ¿Por qué Sanji lo estaba buscando? El no tenía forma de poder ayudarlo ni mucho menos. ¡Diablos!

¿¡Por qué tenía que ser en ese preciso momento!?

—De acuerdo, te enviare la dirección de mi casa. — Era el único lugar en el que se podrían encontrar, porque jamás le pediría que se vieran en Heathrow — Esta en ruta a la locación de mi operativo. Ve, yo pasare por allí en una hora, pero te lo advierto Sanji, ¡Solo tendrás cinco minutos!

¡Gracias, Zoro! ¡Enserio gracias!

Corto la llamada con agilidad luego de darle a Sanji la ubicación de su propiedad, pero al volver a su oficina entendió la razón por la que Johnny lo interrumpió de manera nerviosa mientras hablaba por teléfono. Ya que nada más cruzar el muro de cristal se encontró con la rígida espalda de Tashi frente a Johnny y Yosaku, los cuales permanecían con la mirada baja aparentemente escuchando lo que sea que su jefa les estuviese diciendo en esos momentos.

¡Mierda!

Cuando la Sub-directora de la Interpol se dio la vuelta para encararlo, Zoro pudo notar de inmediato que se encontraba extremadamente furiosa, y que fuera precisamente esa misma mujer, — Aquella que siempre había destacado por controlar sus emociones al máximo— la que mantuviese esa expresión, extrañamente logro preocuparlo.

Que Tashi mostrara de forma tan visible su molestia solo podía significar una cosa.

Que estaba en graves, graves, problemas.

—¿¡Qué diablos fue lo que hiciste!? — Le reclamo totalmente indignada mostrándole los dientes de manera furiosa. 

La vio con una clara confusión que se hizo muy palpable en su rostro. — ¿Pero de que me estás hablando, Tash?

La mujer estaba a punto de levantarle la voz, pero extrañamente se contuvo en el último segundo acallando su grito al estirar fuertemente sus labios. — Zoro… más te vale tener una mejor explicación que esa sino quieres que te dé de baja en este instante.

—¿¡Que!? — Inmediatamente se mostró totalmente desencajado ante las palabras de la mujer — ¡No sé qué me estás hablando, Tashigi! ¿¡Te importaría ser más clara!? ¡Tengo una misión muy importante ahora! Y te agradecería que me dijeras de una buena vez lo que sea que te pasa, para que yo—

—¡Olvídate de eso! — Le recalco de manera rotunda. — ¡Al único lugar al que iras será a la oficina de Greenbull!

No tenía tiempo para estas estupideces. — ¡Olvidalo, Tash! Tengo cosas más importantes que hacer que ir a tomar una taza de té con ese imbécil. — Le hizo una clara señal a Johnny y Yosaku para que lo siguiesen, para luego darse la vuelta, pero ni siquiera pudo terminar de girarse cuando Tashi lo tomo fuertemente del hombro y lo obligo a devolverle la mirada.

—¡Me importa un comino, Zoro! ¡Te estoy dando una orden como tu oficial superior! — Le grito de tal forma que muchos de los que estaban a las afueras de la oficina se giraron en su dirección al ver lo que estaba ocurriendo — Te lo advertí en miles de ocasiones, ¡No causes problemas! pero simplemente no quisiste escucharme, y ahora, tendrás que atenerte a las consecuencias. Así que ¡Dirígete en este instante a la oficina del director Greenbull! ¿¡Fui clara, o lo tengo que repetir, Agente Roronoa!?

.              .              .

Ir en bicicleta al trabajo eran de las cosas que más le gustaban de su día a día, ya que le permitia olvidarse de todo mientras sentía la fría brisa del viento matutino moviendo su largo cabello negro hacia la deriva. Pedaleaba por el Saint James Park viendo caer a lo lejos las anaranjadas hojas del otoño hasta hacer pequeños tornados en el piso. A pesar de que por separado fueran acciones extremadamente simples, en conjunto simbolizaban un espectáculo muy hermoso a sus ojos.

Al cruzar el puente de Westminster, y llegar al Saint Thomas fue directamente hacia el parqueo de bicicletas. Le causaba cierta ternura encontrar todo el espacio abarrotado de las descuidadas bicis de sus pobres residentes, si hacia memoria muchas habían estado allí desde hace varios días.

Entro al hospital caminando tranquilamente, saludando en su camino a muchos de sus colegas los cuales le devolvieron el saludo encantados con su presencia, y continuo su camino dirigiéndose a la sala de descanso para especialistas a cambiar su top amarillo junto con su pantalón de mezclilla a la cadera por su cómoda chaqueta y pantalón azul.  

Muchas personas creían que cuando ellos se ponían esas ropas era como si automáticamente tuviesen alguna especie de supertraje, pero la verdad es que a sus ojos, ellos eran tan, o incluso más vulnerables que el resto de las personas. Ya que, al menos para ella, ver a la muerte frente a frente en cada batalla que libraba solo le mostraba que tan insignificantes eran, y de alguna manera le enseñaba mucho más a valorar las cosas tan pequeñas que tenía la vida, como disfrutar del bello espectáculo de las hojas al revolotear.

Y si por salvar una simple vida ella no sería capaz de darlo todo, pues entonces no había aprendido nada de todo el dolor que alguna vez creyó, jamás podría escapar. Por eso se encontraba tranquila consigo misma a pesar de saber que había hecho algo que a toda vista era un delito, como obtener el historial médico de Zoro con ayuda de Marco y haberle dado esa información confidencial a Sanji.

Porque no siempre la ética o la moral tenían la razón.

El resto ya dependía del rubio, y confiaba en que Sanji pudiese convencer a ese terco y necio hombre. Porque estaba segura de algo desde la primera vez que volvió a ver a Zoro después de tanto tiempo, y es que aun sin que este lo supiera, Sanji le era mucho más especial de lo que él si quiera pudiese imaginar.

Lo que en el fondo la hacía sentirse muy contenta por Zoro, puesto a que él merecía encontrar la felicidad, y dejar atrás todo ese dolor que en el pasado por poco los destruye a ambos.

Y no había nada que ella desease más para alguien que amó tanto.

Al llegar a la estación del piso de neurología, Gion la saludo con una sonrisa mientras atendía una llamada y le señalaba la larga pila de historias clínicas que la estaban esperando para pasarle revisión a sus pacientes. Se encontraba algo cansada por no haber podido dormir en absoluto durante toda la noche al buscar el bendito examen del que estaba segura, Zoro se había sometido hace doce años, pero ni eso la haría tomarse un descanso de su trabajo.

«Si tan solo tuviera un café entonces podría—»

Sorpresivamente un sonido característico se posiciono frente a ella, y al levantar la mirada sus azules ojos se encontraron con un gran vaso de cartón que humeaba un exquisito liquido color marrón.

Le sonrió tiernamente a la persona que había tenido ese gesto tan tierno para con ella, —No tienes idea de cuanto necesitaba uno de estos. — Le agradeció en un susurro al médico estrella del hospital. — Gracias, Law.

Cuando no, él preocupándose por ella.

—De nada, Robin. — Le comento en el mismo tono de voz el oncólogo. — ¿No pudiste dormir bien anoche? — Pregunto tratando de ocultar su preocupación en una capa de sutil frialdad.

—No, estaba investigando unas cosas. — Aseguro tocando el tema sin hondar en este.

—¿Es sobre tu beca? — Pregunto el oncólogo intrigado. Después de todo, este año terminaba la beca en neurocirugía de la ojiazul. Así que ahora dependería de Robin si deseaba hacer una subespecialidad en su rama, algo que él recomendaba totalmente, o simplemente continuar su carrera como especialista. Él había sido testigo de primera mano del esfuerzo que le puso Robin en desarrollar sus habilidades como cirujana y era algo de absoluto admirar. — Si aun estas interesada te puedo recomendar en Hopkins, su jefa de neuro es muy amiga mía, y estoy seguro de que le encantaría tener a alguien como tú en su equipo.

Robin rio por lo bajo, a decir verdad ni siquiera había pensado en lo que iba hacer después de terminar su beca. — Gracias, pero aún tengo que pensarlo.

—Claro, tomate todo el tiempo que necesites. — A diferencia de Robin, cuando él se fue a Hopkins fue más que nada por una decisión de último minuto, aunque no se arrepentía. Su experiencia en los Estados Unidos lo ayudo bastante.

La ojiazul tomo el vaso venti de Starbucks e inhalo el exquisito aroma del café — Pensé que hoy tambien tendrías una charla en el ICR.

—De hecho sí. —  Anticipo el pelinegro — pero les pedí pasar mi ponencia de hoy para la tarde.

Ese acuerdo que había hecho con varios laboratorios químicos se estaba volviendo un verdadero problema para su trabajo. Ya que los muy malditos prefirieron rechazar el dinero que desde un principio les ofreció y en su lugar le pidieron que hiciera ponencias gratis para ellos a cambio de todos los medicamentos que les había dado a los Vinsmoke para el cuidado de Reiju.

Si que sabían hacer negocios a costa de la vida de otras personas, porque ni todo el dinero del mundo valdría su conocimiento y prestigio como una eminencia de la medicina al recomendar diferentes tipos de tratamientos alternativos para el cáncer dichos por su propia boca al resto de la comunidad científica.

—Tengo un par de pacientes que me gustaría revisar en la mañana y que lamentablemente no puedo descuidar. — Siendo entre ellos donde claramente se encontraba el chiquillo Monkey.

Diablos, solo con pensar en él le daba un grave dolor de cabeza.

La compasiva mirada de Robin floreció frente a Law. No tenía palabras para describir la admiración que sentía por el pelinegro. Si ella tenía una especialidad sumamente compleja de la que muy pocos pacientes lograban salir con sus capacidades al ciento por cierto, sin duda lo que hacía Law era por mucho, más difícil de sobrellevar.

El cáncer era una enfermedad horrible, pero que encima les diese a unos pequeños que eran inocencia pura y no veían la maldad del mundo a diferencia de ellos los adultos…

Eran de las cosas que ella jamás lograría comprender.

—Y de hecho, me gustaría pedir tu ayuda para un caso en especial. — Robin retomo su atención al oncólogo cuando Law le tendió su Ipad, mostrándole el historial de un chico del que rápidamente pudo reconocer el nombre. — ¿Qué opinas?

Al tomar la Tablet y leer los últimos resultados del paciente, su expresión se tornó un tanto seria. — Que extraño, para estas alturas ya debería empezar su producción de glóbulos rojos. — Comento haciendo la interconsulta a Monkey D. Luffy. — ¿Cómo salieron los resultados de la biopsia? Me gustaría ver el estado de su columna vertebral.

—Aun nada. — Comento Law suspirando cansado. — Por lo visto necesitaran de más muestras para sacar un diagnostico medianamente preciso.

—¿Y cómo esta su estado de ánimo?  — Pregunto mientras leía la evolución de los valores lipídicos de Luffy en las últimas horas.

—Eso es lo más extraño. — Recalo en pelinegro volteando su cuerpo y apoyando ambos codos sobre el mueble alto de la estación. — Él chico actúa como si no pasara nada. Quizás simplemente finge para no preocupar a su familia, o yo que se. — Suspiro cansado. —Es un idiota. No sé en qué idioma he de explicarle que si sigue siendo así de descuidado, va a morir.

Robin vio atentamente al pelinegro para luego bajar su mirada. — Entiendo que para ti esto representa un gran conflicto, — El solo pensar que Law tuvo frente a él la oportunidad de salvar a Reiju, y que de pronto se le fuera arrebatada de las manos para dársela a un completo desconocido, era algo que el pelinegro muy difícilmente podría llegar a aceptar. — pero estas cometiendo un error al descargar tu frustración con ese chico, Law. — Lo encaro viéndolo directamente a los ojos.

Provocando que de pronto el pelinegro acentuara profundamente su mirada en Robin.

—Te conozco, y eres mucho mejor que esto. — Le explico convencida — Él no tuvo la culpa de lo que paso, ni tu tampoco. — Recalco con énfasis. — pero te empeñas en seguir buscando culpables en un hecho del que solo hubo víctimas… — Tenía que hacerle ver su error así el pelinegro no quisiera — Acaso te has puesto a pensar que quizás ese chico actúa como si nada le estuviese pasando, no para darle tranquilidad a sus seres queridos, sino para tratar de amenizar el profundo pavor que debe estar sintiendo día a día al saber que cualquier momento podría ser el último.

Presiono sus manos de tal forma que sus dedos tronaron. Indirectamente, él se asemejaba mucho a Luffy, fingía que ya no le importaba el tema de Reiju, cuando en el fondo no podía dejar de pensar en ella, ni en lo que había perdido.

Porque por más que lo quisiese, no podría dejar de sentirse como el mayor culpable de todo.

—Law… — Robin lo llamo cuando vio al pelinegro alejarse. — ¿A dónde vas?

—Disfruta de tu café mientras aún está caliente. — Le dijo sin voltear a verla. — Yo tengo que ir a hacer una visita. — Se lo dijo en un tono que hizo a Robin abrir la mirada ampliamente, y por unos instantes el oncólogo se detuvo a medio camino para brindarle una tenue, muy tenue sonrisa. De esas que solo Robin y unos pocos afortunados más conocían. — Quizás deberías venir a mi ponencia de la tarde, podríamos ir a tomar un trago luego. — Le sonrió levemente, cosa que hizo a Robin devolverle un gesto lleno de serenidad.

—Por supuesto, allí estaré. — Le aseguro viéndolo partir con una dulce expresión.

Mientas veía al pelinegro alejarse, Robin se lamentó profundamente por no haberle mencionado nada sobre su más reciente descubrimiento, pero lo hizo por dos motivos en específico. El primero, porque no quería darle otra falsa esperanza al chico de los tatuajes, ya que sabía que al igual que los Vinsmoke, que de no concretarse esta última chance, Law realmente enloquecería… Y la segunda, porque si le decía que Zoro estaba si quiera mínimamente involucrado, el pelinegro no iba a permitir que nada de eso se llevara a cabo.

Después de todo, Law fue de los que más repudiaron que Zoro la abandonara... 

Y quizás el único que jamás lo iba a perdonar.

.              .              .

Custard y Angel iban en la parte trasera de un Rolls Royce Ghost negro rumbo al corazón de Londres. Ambas estaban altamente resguardadas por dos camionetas Audi en donde iba su amplio personal de seguridad. Aún estaban lejos del Drury Lane, por lo que la actriz aprovecho en sacar del neceser su rubor Chanel junto con un labial rojo mate de la misma marca para aplicarlo en sus carnosos labios, entre tanto, Custard se encontraba escribiendo sin parar por su iphone.

Cuando Angel termino de dar el primer retoque sonrió de manera sensual al ver su tallado rostro a través del espejo. Las mujeres estúpidas enamoraban a través de su belleza, pero solo aquellas que iban más allá eran capaces de cautivar con su hermosura, y conquistar con su mente. La apariencia física era un mero señuelo que toda mujer debía aprender a usar a su favor.

Y eso se lo había enseñado la persona a la que ella más admiraba en el mundo; su madre.

Presiono sus labios terminando de retocar su rosada piel con un lápiz mate. — ¿Lo haremos ahora, Art? — Pregunto ansiosa.

La de cabellos uva asintió con un soplido. Apuntando hacia ellas su Iphone XS Max en donde la pantalla empezaba a soltar ligeros pitidos. Ambas mellizas se pusieron cómodas esperando que poco a poco, el resto de miembros en el grupo de «Charlotte Ladies» contestase su llamado.

En una mansión neoclásica del centro de Londres, echada boca arriba en medio de unas pulidas escaleras de mármol, con una exquisita lencería cubriendo su cuerpo y sus largos cabellos toffie cuidadosamente esparcidos por sobre los escalones, una hermosa castaña posaba con una mirada totalmente seria frente a la lente de un camarógrafo mientras era rodeada por miles de luces y todo un equipo de producción.

—¡Eso Pudding! ¡Lo estás haciendo hermoso! ¡Me encanta! Usaremos esas fotos como la cara principal de nuestra campaña de invierno. — Le señalo la directora de la sesión mientras que los flashes de la cámara se disparaban sin parar hacia el monumento de cuerpo de la joven Charlotte.

La castaña no cambio su expresión en ningún momento, pero únicamente porque no deseaba arruinar el momento. En el fondo estaba muy feliz de trabajar con esa marca, ya que Calvin Klein contaba con un equipo fenomenal que no le dio ningún pero cuando les dijo que no podría llegar a la sesión en Nueva York a causa de la boda de su hermano, y en vez de cancelar su contrato, cambiaron la locación de su reunión al país anglosajón solo porque no deseaban perder la oportunidad de hacer una colaboración con ella y volverla embajadora de su marca.

 —Perfecto Pudding, ya tenemos las tomas de esta escena. Ahora ¿Podrías quitarte el sujetador y darte la vuelta para obtener un par de fotografías únicamente de tu espalda descubierta y la Thong? — Le pidió amablemente el camarógrafo, Mario Sorrenti, en un encantador acento italiano.

—«¡Sicuro, Mario!» — Le contesto en un dulce italiano.

Se quito el sujetador mostrando sus magníficos senos sin ningún tipo de vergüenza, pero cuando el afamado camarógrafo iba a iniciar su nueva ráfaga, Shirley la llamo, y al levantar su teléfono desde detrás del montaje, al instante la castaña levanto su brazo pidiendo tiempo. Deteniendo así el trabajo de veinte personas para correr en sus altos zapatos de tacón a tomar su Iphone.

—¡Ay!, ¿Por qué tenia que ser justo ahora? — Expreso con pesadez la supermodelo.

Al mismo tiempo, en otro lado de la ciudad, más específicamente dentro de las instalaciones de un quirófano en el Saint George Hospital, tanto un cirujano general, como el resto de los demás estudiantes que veían desde la galería, quedaron totalmente sin habla ante la habilidad innata de aquella residente, que sin ayuda de nadie, había logrado completar una Whipple con total éxito.

Esa mujer era realmente impresionante, hace dos días había tratado sola un aneurisma cerebral de emergencias a falta de un neurocirujano y la semana anterior realizo un Bypass Coronario que le salvo la vida a un hombre de casi noventa años. Sin lugar a dudas, cual sea que fuera la especialidad quirúrgica que dicha doctora decidiese escoger, eclipsaría a todo aquel que se le pusiera en frente.

—Doctora Charlotte, —Estaba a punto de empezar a suturar el abdomen del paciente, cuando una de las enfermeras llamo su nombre. — Su teléfono está vibrando. — Le comunico provocando que en el acto levantara su oscura mirada y ejerciera mayor presión sobre sus instrumentos quirúrgicos.

Vio el reloj digital del quirófano en silencio, y luego le devolvió la vista a su ya anciano cirujano titular, el cual estaba frente a ella con sus guantes totalmente limpios, lo que significaba que en ningún momento tuvo que intervenir en su procedimiento y estuvo allí como un mero espectador de su arte.

—Doctor Nako, ¿Le importaría cerrar? — Pregunto con su típico temple serio.

El experimentado cirujano hubiera tomado esa pregunta como un insulto si hubiera venido de cualquier otro residente, pero esa chica era por lejos la mejor cirujana que había visto jamás en toda su larga carrera. Sin duda alguna le esperaba un futuro muy brillante, puesto a que tenía una habilidad innata para todas las ramas quirúrgicas. Así que no le molestaba en lo absoluto su petición. — Por supuesto que no, Doctora Galette. Descanse, se lo ha ganado. — La felicito. — Y desde ya le adelanto que mi departamento estará muy agradecido de contar con sus habilidades si termina escogiendo cirugía general como su especialidad.

—Aun sigo analizando todas las ofertas, pero tendré en cuenta sus palabras. — Respondió escuetamente para empezar su retirada.

Avanzo hacia la salida quitándose sus ensangrentados guantes de látex para tirarlos en el basurero de bioseguridad. Tomo su Iphone con las manos limpias y al salir de la estancia se retiró su cofia rosa liberando así sus cortos y hondeados cabellos fucsias.

Mientras tanto, a un par de usos horarios de diferencia en un Pent-House de Alvear Tower, edificio que estaba ubicado estratégicamente frente al rio de la plata, emergió de la minimalista piscina techada una castaña de envidiable altura y con una larga cabellera castaña. Poco a poco la luz del día empezaba a bañar todo Puerto Madero con sus rayos de sol, y ella, como siempre, aprovechaba ese momento único en el que veía a su amada ciudad despertar.  

«Tenga señorita Cinnamon» — Una de sus criadas le ofreció una toalla que ella recibió con una sonrisa.

«¡Gracias, Flor! Sos divina.» — Respondió con su acentuado dejo porteño. Al pasar la tela por su rostro no pudo hacer otra cosa que sonreír de sobremanera al sentir el intenso aroma a lavanda que emanaba de la fina la tela.

Tal y como le gustaba.

Se echo sobre la tumbona para apreciar un nuevo amanecer en Buenos Aires al mismo tiempo que colocaban frente a ella un espectacular y bien elaborado desayuno. Medialunas recién salidas del horno con un intenso aroma a manteca, un par de cañoncitos rellenos de manjar y su siempre infaltable mate. Cosas como estas jamás las podría encontrar en Londres ni con todo el dinero del mundo.

Coloco la hierba con una maestría única sobre el recipiente de mate, para después agitarlo y remover el polvo que llevaba dentro. A diferencia de sus hermanos, a ella le gustaba tomar el mate de verdad, ósea sin azúcar. Tal y como lo hacía su padre. Cuando era pequeña jamás le gusto la yerba, pero luego de que sus padres se divorciaran y ella junto con sus hermanos se fueran a vivir a San Petersburgo con el nuevo esposo de su madre, esa bebida que siempre le mandaba Tamago se volvió de las pocas cosas que la hicieron aguantar el condenado invierno ruso.

Al mismo tiempo que coloco la bombilla sobre el recipiente de madera, su móvil empezó a sonar de manera insistente sobre la mesa de cristal que estaba a un lado del diván.

Tomo su Iphone y sonrió traviesamente al ver de quienes se trataban.

Muy lejos de allí, compartiendo el mismo hemisferio, pero distanciados por una inmensa cantidad de horas, se hallaba la tierra de Down Under, en donde la brillante luz de la luna llena iluminaba la Bahía Rose y a la extraordinaria Opera de Sídney que esa noche recibiría un recital único que había dejado en absoluto sold out a las taquillas. Detrás del telón los miembros de la sinfónica corrían de un lado a otro puliendo los últimos detalles de su presentación antes de salir al escenario, y en todo ese barullo, el camerino de la tenor principal se hallaba al final del pasillo, en donde una brillante estrella con el nombre de «Charlotte Praline» destacaba con letras doradas en la puerta.

«Durante toda mi vida creí que en la belleza del silencio se podían encontrar las cosas más hermosas, hasta que escuché tu voz cantar y todo en mi mundo cambio.»

Un gran sonrojo inundo sus mejillas luego de leer la nota que le había dejado su esposo en medio de todo ese mar de rosas que había en la habitación. Sonrió infinitamente al pensar en el romántico gesto de Aladdin, como siempre su marido siendo un caballero en todas sus letras.  

Ese día finalizaba su corta, pero extremadamente exitosa gira por Oceanía, y no podía esperar para volver a casa y llenar de besos a su esposo cuando lo viese, pero hasta que ese momento llegase en su mente no podía haber otra cosa que su espectáculo de esa noche. Así que con la nota de Aladdin en la mano, le dio autorización a su equipo de maquillaje para que empezaran a resaltar su belleza de cara a su último espectáculo en tierras australianas.

Siendo en el justo momento que estaban peinando su largo cabello rubio, que su teléfono empezó a sonar con un ringtone muy característico que tanto ella y el resto de sus hermanas habían colocado para esta clase de llamadas.

De regreso a la capital inglesa, en las Docklands de Londres, se alzaba frente al rio Támesis el que era el segundo centro financiero de la ciudad a nivel de activos solo por detrás de The City. Otro de los orgullos del Reino Unido, ya que representaba perfectamente el porque Inglaterra fue en su momento el Imperio más exitoso que el mundo haya visto; el legendario Canary Wharf, que además de contar con sus ya inmensamente conocidos rascacielos bancarios, financieras, y multimillonarios edificios residenciales, tambien era el hogar de la sede principal de Whole Cake, empresa líder de confitería inglesa a nivel mundial.

Era imposible no reconocer el inusual rascacielos con unas peculiares curvas en el centro de su eje que le daban una presencia mucho más dinámica en medio de todas las obras tan rígidas que lo rodeaban, y que a pesar de tener una estructura que estaba cubierta en su totalidad por una perfecta fachada de vidrio cristalino, por las noches los reflectores de color rosa que bañaban todo el edificio de sesenta pisos lograban iluminar aquella maravilla arquitectónica haciéndola visible incluso hasta en los cielos de Londres.

Si bien es cierto que Linlin pudo haber escogido tener su centro de comando en el multimillonario corazón de The City, como el resto de todas las trasnacionales inglesas, quiso que la sede de su Imperio estuviera sobre el que en algún momento fue el vertedero de marineros y obreros la ciudad de Londres.

Porque con eso le demostraba al mundo entero de donde había salido el apellido Charlotte, y también… en el lugar en el que estaban ahora.

Siendo su legado ahora perpetrado por su vasta estripe, y ocupando su lugar en la cabeza de la sala de reuniones, la Reina blanca de su juego de ajedrez; una albina de encegadora belleza con una perfectamente bien peinada y frondosa cola alta. Vestía un ajustado traje negro de Versace cuyo Blazer caído en v resaltaba la perfecta curvatura de sus rosados y voluminosos pechos de corazón, y brillando en su cuello, un collar de oro blanco con un pequeño dije del rostro de Medusa, y al igual que aquel ser mitológico, ella tambien poseía la habilidad de dejar congelado a cualquiera que tuviera la valentía de desafiarla a los ojos.

Smoothie Charlotte era su nombre, y fue solo luego de ver al ahora ex-ceo de SalMAR Incorporated firmar el contrato de compra total de sus acciones por parte de Whole Cake, que en su esculpido rostro una tenue sonrisa de victoria poco a poco empezó a formarse. Con esto caía en manos de Whole Cake la empresa que por casi treinta años ininterrumpidos domino la industria de la acuicultura a nivel mundial.

¿Por qué conformarse con solo un Imperio teniendo la capacidad de conquistar otros?

Antiguamente las batallas se ganaban en el campo de batalla, pero ahora se hacían sobre una mesa de juntas, y en vez de espadas, el arma más letal de uno era su mente. Solo había una única regla en ese despiadado mundo de negocios; ser una presa o un depredador…

Y ella al ser una Charlotte, era claramente una depredadora.

—Eso sería todo. — Finiquito con sus ojos azules brillando peligrosamente al ver a Gustav Magnar con una difuminada sonrisa.

—Si, eso creo. — Le dio la razón un joven noruego buenmozo de marcados rasgos escandinavos, rubio, alto y de brillantes ojos azules. Gustav era uno de los billonarios más jóvenes del mundo, el heredero del multimillonario imperio acuífero de su padre, y a ojos de Smoothie, un perfecto incapaz. Personas como él eran el claro ejemplo de porque las dinastías que no tenían sus fundamentos bien sedimentados fracasaban. — ¿Y ahora qué sigue? — Le pregunto con un tono derrotado a la albina. Siendo que solo después de firmado el contrato,  Whole Cake finalmente podría revelársele el futuro que tendría su compañía.

—A partir de ahora todos los valores bursátiles de SalMar en las diferentes bolsas del mundo, pasaran a manos de Whole Cake. Nosotros seremos los que reciban la liquides absoluta de todo. Procediendo a absorber por completo a la compañía. Tú y el resto de tu junta directiva mantendrán su puesto al igual que sus cinco mil empleados. Tenemos una política de respetar el principio de continuidad en su totalidad con todas las empresas que absorbemos. Que tus empleados estén tranquilos trabajando para nosotros, después de todo su seguridad y solvencia económica son nuestra prioridad. — Explico de manera sencilla para que el rubio lo pudiese entender.

—«Jævla tispe, er det det eneste du vil fortelle oss etter å ha tvunget oss til å selge selskapets aksjer i en blodig fiendtlig overtakelse?» (Maldita zorra, ¿Es lo único que nos va a decir luego de habernos coaccionado a venderle las acciones de nuestra compañía en una maldita adquisición hostil?) — Le comento en noruego el asistente de Gustav, Stellan, ante la atenta mirada de Smoothie. — «Hvorfor i helvete forhandler su ikke om kontrakte med broren hans?» (¿Por qué mierda no renegociaste el contrato con su hermano?)

—«Tror du at han tillot meg å komme nær Katakuri!? Hun vet hva som skjedde mellom meg og broren i Oslo... Vi er i dritt! Min far vil aldri tilgi meg for å ha solgt selskapet jeg jobber for hele livet..» (¿¡Crees que acaso me permitió acercarme a Katakuri!? Ella sabe lo que paso entre su hermano y yo en Oslo... ¡Estamos jodidos! Mi padre jamás me perdonara el haber vendiendo la compañía por la que trabajo durante toda su vida.)

—¿Hay algo que necesite saber, Gustav? Cuestiono Smoothie con una mirada ominosa sobre ambos hombres.  

—No, no, ¡P-Para nada Smoothie! — Comento el rubio en inglés con una expresión cándida mientras se ponía de pie junto con su socio y se acomoda el saco. — Solo estaba comentando con Stellan sobre la idea de realizar una celebración por la unión de nuestras compañías, y de lo mucho que me gustaría que Katakuri estuviese presente.

—Me parece una idea fantástica. — Contesto la albina con una pose muy calmada al ponerse de pie — ¿Y de qué clase de celebración estaríamos hablando?

Gustav rio por lo bajo para luego levantar su mirada hacia la Charlotte — Con todo respeto, no creo que el tópico sea apropiado para una mujer de tu talla. — Maquillo sus palabras mientras levantaba su brazo buscando estrechar la mano de la albina y cerrar así su trato con una cordial despedida. 

Pero lejos de ofenderse, la mirada de Smoothie no hizo más que brillar con soberana diversión luego de oír las palabras de Gustav. — «Å, ikke bekymre deg. Så ikke se meg som en kvinne. Men som den nye sjefen din.» (Oh, descuida. Entonces no me veas como a una mujer. Sino como a tu nuevo jefe.) — Finalizo contestando en un magistral y fluido noruego, dejando tanto a Gustav como Stellan con la mirada desencajada al mismo tiempo que la albina los veía por arriba del hombro y se retiraba de la habitación sin ni siquiera detenerse a perder su tiempo en estrechar la mano de su nuevo empleado.

—«K-Kunne hun forstå alt vi sa?» (¿A-Acaso ella pudo entender todo lo que dijimos?) — Susurro Stellan sin poder creerlo.

Las puertas de la sala principal de reuniones de Whole Cake se abrieron mostrando a la avasallante figura de la vicepresidente de la compañía, y en el acto todos los presentes que estaban si quiera rondando por esa zona contuvieron el aliento, retrocediendo aterrados de ver a aquella imponente mujer caminar como una diosa entre simples mortales.

—S-Señorita Smoothie — Hablo una inesperada y nerviosa voz. En el acto apareció una rubia de cortos cabellos, que estuvo esperando pacientemente a que su jefa saliese de su reunión con Gustav Magnar. Con clara precipitación se acercó hasta la albina, y sin atreverse a mirarla a los ojos le hizo entrega de su Birkin color nude junto con su saco Versace. — ¿Q-Que tal su reu—

—Llegas tarde, Margaret. — Recalco Smoothie a su asistenta.

—L-Lo lamento, pero estaba…—

—No quiero saberlo. — Hablo con una imperturbable voz, y mientras llegaba al ascensor a presionar el botón principal le hizo entrega a la rubia del contrato con SalMAR — Envía esto a Violet en la firma de mi hermano. Ella ya sabe cuál es el procedimiento para el cambio de patentes, tambien necesitare un análisis completo de la producción de SalMAR en su último trimestre, infórmale al área de ventas que quiero el estudio para mañana en mi escritorio, sino esta allí a primera hora, que ni se molesten en venir a trabajar, y reprograma la junta con los accionistas de JBS para las dos, ya no las cuatro. Tengo tiempo a esa hora, y si te dicen que no pueden, pues diles que para la media noche de hoy Whole Cake hará una oferta pública de venta de toda su compañía.

Cuando las puertas del ascensor de abrieron ante ella, los empleados que en ese momento se hallaban en el elevador se quedaron en piedra al ver a la persona que estaba frente a ellos, quedándose sin otra opción más que salir de la estructura de metal sin decir una palabra. Dejándole el camino libre a Smoothie que ingreso junto a una ajetreada Margaret.

—Gracias. — Fue todo lo que dijo la Charlotte antes de que las puertas se cerrasen.  

Cuando las puertas de acero se reabrieron en el corazón del edificio, se mostró un interminable Hall cuyas paredes estaban revestidas de cuarzo rosa brillante y exquisitos muebles minimalistas de color blanco. Smoothie siguió de largo y se dirigió junto con su avasalladora presencia hacia su oficina, dejando a la pobre Margaret en su estancia descubriendo como lograría hacer todos los interminables mandados de su siempre exigente y perfeccionista jefa.

Al ingresar en su monumental oficina, unos perfectamente decorados muebles de exquisito estilo barroco con terminaciones en oro y bordados de jade fueron lo primero que la recibieron, en el techo la perfecta araña clásica de cristal brillaba de manera majestuosa, y su interminable alfombra persa de flores tejidas a mano reflejaba el clásico y siempre elegante estilo de su dueña. A un extremo se hallaba un impresiónate librero blanco finamente tallado que guardaba todos los libros y enciclopedias de economía que había leído desde los quince años, y a un lado, en una mesa alta clásica, su colección de cerámica de Susie Cooper.

Mientras se dirigía a su escritorio de mármol rosa, paso por una pared que llevaba colgando algunos títulos y doctorados donde su nombre brillaba por todo lo alto, siendo uno de los más sorprendentes su diploma de Summa Cum Laude de la Universidad de Oxford, y no solo eso, tambien habían cosas un tanto llamativas, como su primera portada de Forbes de hace cinco años, en la que se volvió la mujer británica más joven en la historia en alcanzar el título de billonaria, siendo por lejos el encabezado de la revista lo que más llamó la atención de los medios cuando salió; «Genéticamente superior». Al igual que una que otra fotografía en blanco y negro, algunas incluso con dedicatorias, como la de su idola de la infancia; María Nieves, cuando era pequeña acompaño a su padre a verla en el Teatro Colón, y desde entonces gracias a esa mujer cayo totalmente enamorada de la danza. Tambien tenía el cuadro original de Mary Wollstonecraft pintado por Jhon Opie que consiguió en una subasta de la National Portrait Gallery. Otro cuadro que tambien llamaba mucho la atención era el de una nota escrita en una servilleta, que no era de otra que de Margaret Thatcher, que le redacto esa dedicatoria por su cumpleaños número veinte.

«El mundo necesita más Damas de Hierro como nosotras que hombres en traje, porque solo personas como tú y yo tenemos la delicadeza para entender el mundo y la fortaleza suficiente para cambiarlo.»

Y si bien era cierto que para Smoothie todos esos reconocimientos y dedicatorias tenían un gran valor sentimental, pues de alguna manera era una especie de reconocimiento a su larga lista de éxitos, la verdad era que todos esos logros palidecían al compararlo con el resto de fotografías que descansaban sobre su escritorio...

Como Mont D' Or sonriendo con su primer Best-Seller entre las manos. Brulee delante del Aldar Headquarters Building de Abu Dhabi, el edificio que ella había diseñado de pies a cabeza. La graduación de Galette de la escuela de medicina de Oxford. Praline cargando los cinco Grammys que gano en la primera gala a la que fue nominada. Pudding y su primera pasarela en el Victorias Secret Fashion Show de Paris, fotografía que ella misma tomo con su celular mientras las lágrimas corrían por sus ojos. Angel en su primera actuación en la escuela. El selfie de Cracker junto con una particular escultura de la loba Luperca hecha de caramelo y bañada en resina mientras amamantaba a varios bebes de diferentes materiales, su sagaz hermanito se la regalo en su último cumpleaños y hasta ahora la tenía en el Hall de su residencia en West Kensington. Cuando Cracker se la entrego, le dijo que al igual que Luperca, ella los había amamantado sin ni siquiera ser sus hijos, y que de no ser por ella, quizás todos ellos hubieran muerto y jamás hubieran podido crear su propia versión de Roma. Tambien tenía una foto de Flampe y su primera placa de los cien mil suscriptores en Youtube. Y la que quizás era una de sus favoritas, la de ella cargando a Anana mientras que ambas sonreían en el Castillo de Cenicienta el día que la última de los Charlotte cumplió cinco años. Hizo que cerrasen todo el parque temático de Disney en Orlando para que disfrutara de ese día solo con Anana. De la única que no tenía una fotografía era de su adorada Art, ya que en vez de tener una instantánea de su hermanita, la de cabellos uva prefirió dejarle algo mucho más significativo, y era un regalo que ella exhibía orgullosa en el centro de su estantería de libros. El cual no podía ser otro que el Tony a mejor directora de teatro de Custard.

Una cálida sonrisa llena de ilusión se dibujó en su rostro al pensar en que hace varios ayeres, muchas de esas personitas no habían sido más que niños llorones, y ahora eran su mayor orgullo.

Cualquiera que la viera con esa aura tan maternal jamás creería que ella fuese la misma Charlotte Smoothie, la siempre temida e inalcanzable Reina Blanca, pero eso era porque no podía permitirse mostrar debilidad alguna, ya que para mantenerse en lo alto de esa cúpula de poder y no correr el riesgo de ser derrocada jamás, sabía que tenía que ser temida antes que amada por aquellos que la veían desde abajo.

El amor no mantenía a nadie en la cima, el miedo por el contrario, sí lo hacía.

Fue entonces que su iPhone empezó a vibrar desde su Birkin. Interrumpiendo su tranquila charla consigo misma al escuchar la siempre hipnotizante voz de Beyoncé cantando «Who run the World?»

Acepto la llamada de Facetime apareciendo en el acto en una conversación grupal, viendo como el resto de sus hermanas se conectaban poco a poco al igual que ella. — Ya se me hacía extraño que se hayan demorado tanto en llamar. — Aseguro acomodándose en su elegante silla principal.

—¡Hola, «Boludas»! — Saludo Cinnamon en español con una radiante sonrisa. — ¿Dónde está el resto?

—Citron está en un Jet de regreso a Londres luego de su reunión de negocios en Taiwán. Brulee está en la presentación de su proyecto en Kuala Lumpur, Joss está rindiendo un examen en Oxford y Compote sigue dormida. — Detallo en el acto Smoothie.

—Por favor, les suplico que de lo que sea que tengamos que hablar no tome mucho tiempo, porque estoy a punto de desmallarme. — Pidió Gallete de manera lenta mientras avanzaba por los pasillos del hospital para ir rumbo a la salida donde la estaba esperando su chofer. Su procedimiento había durado ocho horas seguidas obligándola a permanecer de pie toda la noche. Lo único que quería era llegar a Charlotte Château y caer rendida, pero sabía que estas charlas con sus hermanas eran sagradas y por nada del mundo se las podía perder.

Oh. Por. Dios. ¿Gal, no pudiste dormir? — Pregunto preocupada Praline sin poder mover su rostro hacia la cámara por la maquillista que le estaba haciendo un contour en el rostro.

¡Obvio que no! Solo miren esas ojeras. ¡Se ven hasta acá! — Rio con gracia Angel acercado su rostro hacia la pantalla para hacer más énfasis al estado de su pobre hermana.

Gal, hay una mascarilla natural de aguacate y miel que hace maravillas con las ojeras. Ahora te la paso. — La conforto Pudding con una brillante sonrisa.

Esta es la consecuencia de tener un trabajo de verdad, chicas. — Les reto Gallete con una media sonrisa mientras repasaba los cercos de sus ojos. Provocando que el resto de sus hermanas curvaran sus labios de manera traviesa.

¡Hahaha! Eres una idiota. ¿Quién te manda a estudiar esa carrera tan asesina? — Contesto en negación la actriz.

—Bueno, siempre busque un reto que estuviese a la altura de mis capacidades. — Comento suavemente Gallete. 

Pudding, ¿Me puedes explicar por qué estas con los pechos al aire? — Fue lo primero que pudo notar Cinnamon al ver como Pudding caminaba tranquilamente con el torso desnudo mientras tomaba un café.

La castaña tuvo que hacer un esfuerzo para no escupir su bebida. — ¡Estoy en una sesión con Calvin Klein! — Resondro la castaña menor. En ese mismo momento Shirley le paso una campera de mezclilla para que cubriera su parte alta y pudiese salir al jardín de la mansión en la que estaban tomando la sesión a hablar con mayor privacidad.

Pudding lo dice como si fuese lo más normal del mundo ¿No? — Razono Custard con notorio sarcasmo.

—¡Ay! ¿Recuerdan cuando Cracker mando su sesión de Angels al grupo de la familia? — Rio fuertemente Cinnamon, provocando las risas de todas las féminas y el sonrojo de Pudding.  

¿Cómo no pudo pensar lo que estaba haciendo? …Aunque bueno, ¡Estamos hablando de Cracker! — Destaco Gallete mordiéndose los labios. Su hermanito siempre tenía mil y un ocurrencias, pero que mandara las fotos de Pudding desnuda al grupo en el que estaban todos sus hermanos y su madre fue algo que lo hizo superarse.

El problema es que Cracker nunca piensa lo que hace. Encima el muy tarado pregunto todo preocupado si realmente esa eras tu Pudding. — Imito Angel al recordar ese momento tan incómodo.

—¡Hay pero que…! ¡Cualquier persona con un uso moderado de sus neuronas preguntaría por privado! — Tuvo que hacer una pausa para calmarse — ¡Obvio que era yo! — Aseguro indignada Pudding. La sesión de Rusell aún no se había publicado para esa fecha, pero no supo cómo demonios su hermano obtuvo las fotografías inéditas y termino por mostrársela a toda su familia antes de que ella hubiese podido explicarles que posaría desnuda.

—Lo de Cracker fue porque uno de sus amigotes le mando esas fotos para decirle estupideces como «Preséntame a tu hermana y demás…»  Era por eso por lo que estaba tan incómodo. — Repaso Custard moviendo un mechón de cabello detrás de su oreja. 

Lo peor fue Oven escribiendo «¡Que lindo tu lunar, hermanita!» — Cito burlonamente Cinnamon al pensar en el pésimo comentario de su hermano al destacar la curiosa marca de nacimiento que Pudding cargaba en su trasero. — ¿Por qué los hombres en nuestra familia son tan imbéciles? — Se pregunto sin encontrar una respuesta.

—Hay que compadecerlos. — Secundo Smoothie girando los ojos para suspirar derrotada —A diferencia de nosotras, ellos tienen el desafío de pensar con dos cerebros a la vez. — Todas las Charlotte estallaron en risas de manera inmediata. Haciendo que Cinnamon se atorara con la espesa yerba mate, siendo inevitable que Pudding escupiera su café, y provocando que la maquillista de Praline terminara por mancharle el rostro cuando la tenor no pudo contener su risa y abrio fuertemente sus labios para no parar reír.

—¡Gol para el equipo de Charlotte Ladies! — Grito por todo lo alto Angel mientras chasqueaba los dedos de manera victoriosa.

—Es por esta clase de cosas que siempre me hago un tiempo de las guardias para escucharlas, chicas. — Comento aun con lágrimas en los ojos Gallete.

Ay, las odio. — Se lamento Pudding mientras veía la forma de limpiar la mancha de café que había quedado en su casaca — ¡Miren lo que me hicieron hacer! Esto ni siquiera es mío ¡Es de la producción!

—¡Por el amor de Dios, Pudding! Hablas como si no tuvieras el dinero para pagarlo. — Resondro Cinnamon.

—Aprovechando el hecho de que estamos hablando sobre los «XY» de nuestra familia. ¿Alguna ya vio el slogan de campaña que va a usar Perospero? — Rio con gracia Gallete. Se la habían pasado ayer en la tarde y no pudo hacer otra cosa que golpearse el rostro al pensar en lo estúpido que sonaba cuando la leyó. — Porque si es así necesito que me expliquen que eso de «¡Vota por la «C» del Cambio! ¡Vota por la «C» de Charlotte! ¡Vota por la «C» del Partido Conservador!»

—Si, si la vi. — Susurro Smoothie sobándose el entrecejo — pero está convencido de que funcionara, y honestamente espero que así sea, porque invertiremos una verdadera fortuna en su campaña. — Declaro rotunda.

—Ya me imagino los anuncios de campaña de Peros al lado de las fotos en lencería de Pudding brillando en Piccadilly Circus. — Soltó a modo de mofa Angel, provocando discretas risas en sus hermanas.

—Todo sea por ganar votos. — Secundo con diversión Praline.

—¡Hey! — Reclamo con un falso resentimiento la modelo.

Ay no... — Hablo nerviosa Cinnamon. — Hasta ahora no puedo creer que realmente busque meterse en ese «Quilombo» de querer arreglar el maldito Bretix. ¡Esa mierda nos va a traer más problemas que beneficios! ¡Perospero es un idiota! — Estallo la castaña mayor, para luego succionar su bombilla sintiendo el intenso saber del mate sobre sus labios, y cambiando así totalmente su acento — «Smoothie, boluda, y yo que pensaba que solo en este país del orto se sufría con políticos forros.»

Smoothie rio en soledad al ser la única de todas sus hermanas que entendió en su totalidad las palabras de su melliza. Asintiendo en silencio hacia las honestas palabras de esta. — «Che Cici, no olvides traerme el mate que te pedí.» — Solicito en un distintivo acento porteño.

«¡Boluda, veni acá y tráetela vos!» — Le grito con gracia a su hermana. — «Así de paso visitas a papá que anda como un pelotudo preguntando por ti día y noche.»

La albina empezó a reír suavemente al escuchar los reclamos de su hermana. Tanto Citron como Cinnamon habían preferido desde niñas el calor de Buenos Aires a la gris Londres, — O cualquiera de los otros lugares en los que fueron obligados a pasar su infancia a causa de los múltiples matrimonios de su madre. — fue por eso ambas prefirieron irse a estudiar a la UBA cuando terminaron la escuela. Pasando así a residir la mayor parte del año en Sudamérica a cargo del Imperio de acero de su padre, a diferencia de ella, que prefería mucho más el domar a las indomables tormentas de Inglaterra, pero no por eso se podría decir que estaba desconectada de sus raíces Gauchas.

—Chicas, ¡Ingles, por favor! No se entiende nada. — Pidió Pudding con una sonrisa forzada.

—¿Recuerdan que cada vez que hablaban en español era porque no querían que supiésemos lo que decían? — Rememoro Praline al oír la entonada lengua materna de sus hermanas mayores.

—¡Por supuesto que sí! Era tan molesto que hicieran eso. — Expreso Galette tomándose el rostro mientras hacia un gesto de negación.

Smoothie se permitió mostrar una sonrisa de genuina ternura al recordar esos momentos. Girando lentamente su silla hasta ver el mueble blanco que descansaba a sus espaldas, entre los inmensos ventanales que mostraban la perfecta vista de su oficina al Támesis. Guardando sobre este un par de fotografías con un significado muy diferente para ella…

Como la de su madre cargándola a unas horas de haber llegado al mundo con una pose altiva y orgullosa. Siendo Linlin en su estado puro se veía realmente deslumbrante a pesar de que en esa instantánea hubiera estado a solo horas de dar a luz a sus dos hermanas y a ella. Luego había otra con Perospero de niño ayudándola a dar sus primeros pasos, tomándola fuertemente de las manos, diciéndole con solo su gesto que estuviese tranquila, que él jamás la iba a soltar. Luego había otra de ella y su padre en el Estadio Monumental, Tamago, como todo buen argentino, era un fanático acérrimo del fútbol, y desde que su familia se mundo a Buenos Aires, su padre siempre había tenido la costumbre de llevar a todos los pequeños Charlotte a ver a River los fines de semana sin falta. Luego había otra de ella abrazando a unas sonrientes Citramon y Cinamon de niñas en un asado en la casa de su padre en Belgrano, y la última fotografía hizo a la albina levantarse momentáneamente de su asiento para tomar el cuadro con perfiles de plata entre sus suaves y cálidas manos, moviendo sus labios hasta formar una hermosa curvatura en su rostro.

Era de Katakuri y ella bailando en el Campeonato de Tango del Reino Unido hace mucho tiempo…

Esa historia tenía una raíz un tanto particular, ya que si bien desde niña había empezado con su estricta rutina de entrenamientos en la danza, a medida que fue creciendo le fue muy difícil encontrar una pareja de baile con la que pudiese practicar sin limitaciones. Su siempre sobresaliente altura y talento innato la hicieron tener innumerables problemas para poder desarrollar su arte completamente, ya que nunca podía encontrar un compañero que igualara su habilidad en la pista. Lo que en un principio no vio como un inconveniente. Era demasiado orgullosa y confiaba ciegamente en sus habilidades. No necesitaba de otra persona para poder crear magia con sus pies. Sin embargo, cuando supo de la existencia del Campeonato Mundial de Tango que se celebraba en Buenos Aires, y de que uno de sus festivales clasificatorios se realizaban en Londres, entendió de inmediato que tenía que entrar, y ganar.

Ya que quizás esa sería la única oportunidad que tendría para obtener algo que fuera verdaderamente suyo, antes de que su madre empezase a tirar de la fina cadena de oro a la que la tenía fuertemente amarrada solo para que ella pudiese seguir la ininterrumpida línea de perfección para la que desde siempre la preparo. Después de todo, ella era Smoothie, su «Reina Blanca».

El baile era lo único que la hacía olvidarse de todo, haciéndola capaz de volar incluso sin alas. Alejando así todas esa sombras que la rodeaban.

Así que sin decirle nada a su familia, fue a inscribirse a las clasificatorias europeas para el concurso en Londres, pero había un inconveniente; era obligatorio tener una pareja de baile para participar. Cuando los organizadores le dijeron esas palabras, sintió como si estuviesen tirando al agua sus sueños. Ese día fue uno de los más horribles de su vida, lloro mucho esa noche, ya que sabía que jamás podrá encontrar una pareja de baile en tan poco tiempo. Fue como si aquella libertad que tanto sentía cuando bailaba sobre la pista, le fuese totalmente arrebatada.

Pero incluso en la más profunda oscuridad, siempre quedaba una pequeña apertura para que ingresase la luz…

Siendo entonces que Katakuri apareció repentinamente en el balcón de su habitación a mitad de la noche. En esas épocas su hermano estaba teniendo excesivos roces con su madre que lo hacían estar fuera de casa casi todo el tiempo, pero eso no evito que le quitara un ojo de encima. Siendo él quien finalmente encontró los volantes del concurso que ella había tirado a la basura, y sin pensarlo mucho recito unas palabras que francamente, paralizaron su corazón.

«—Yo bailare contigo. No es una pregunta. Vamos a entrar a ese maldito concurso juntos, y vamos a ganar.

Sabía que en parte lo hacía porque deseaba las ocho mil libras que venían junto con el primer lugar, pero se llevó una demoledora sorpresa cuando descubrió que a pesar de que Katakuri no tuviera experiencia alguna con el baile, tenía la magistral habilidad de aprender condenadamente rápido, y no solo eso, la agilidad y fuerza que tenía gracias a su experiencia en el equipo de lucha grecorromana de la escuela, le permitieron ser lo suficientemente flexible como para cargarla sin problemas mientras que ambos daban vueltas en el salón de baile de Charlotte Château. Sin saberlo, siempre tuvo a la perfecta pareja de baile viviendo bajo su propio techo. Jamás le revelaron a nadie lo que ambos hacían por horas y horas durante todas esas madrugadas de ardua preparación. Al día siguiente ella tenía que hacer maravillas para mantener si quiera un ojo abierto durante en Westminster Collage, algo totalmente opuesto a Katakuri, que era un total sinvergüenza teniendo incluso el descaro de roncar en clases.   

Incluso hasta ahora sentía el susurro nostálgico de aquellas noches en donde eran roseados por el brillo del gran astro de Artemisa que resplandecía en el cielo, viendo como ambos hermanos rompían juntos las barreras de la gravedad al moverse como dos estrellas fugases en medio de la oscuridad. Katakuri y ella compartían muchas cosas que los hacían tan únicos como nadie, y al igual que la luna que los cuidaba siempre durante sus ensayos, ambos tenían ese lado oscuro en el que se ocultaba una demoledora verdad, una cicatriz oculta que ambos cargaban desde niños y que los hacía sentirse tan conectados…

Porque esa no fue la primera vez que Katakuri la había salvado de si misma…

—¡Smoothie! ¿Estas allí? — La voz de Cinnamon resonó perezosamente desde su smartphone, provocando que la albina dejase el cuadro en su lugar para tomar su iPhone.

—Disculpen, — Susurro con su rostro floreciendo en una tersa sonrisa al ver su trofeo de Campeona Europea de Tango saludándola desde su repisa. — ¿Qué ocurre?

Art, ya va a soltar la bomba. — Repaso con clara satisfacción Galette.

—Tampoco considero correcto llamarlo, “soltar la bomba”, pero bueno… — La directora de teatro alzo las cejas de manera encantadora — Hace un rato salimos del Loft de Cracker y…

—¡Corey Gamble la mensajeo detallándole absolutamente todo lo que paso en la reunión entre Rebecca y mamá! — Se adelanto Angel con una evidente emoción.

—¿Qué? — Replico de en acto Pudding.

—Un segundo, ¿Corey Gamble? — Pregunto confundida Galette sin entender las palabras de la actriz.

—¡Vergo! ¿Quién más? — Señalo Angel como si fuese lo más obvio del mundo, y su solo comentario provoco que Custard se palmeara el rostro para empezar a reír por lo bajo con mucha vergüenza ajena.

—¡Ay, que hija de puta resultaste ser, Angel! — Cinnamon no tuvo reparos en empezar a reír descaradamente, al igual que el resto de sus hermanas, cuando finalmente entendieron la altisonante referencia de su hermanita.

—¡Hahaha! B-Bueno, ninguna de nosotras puede negar que parecen dos manzanas cortadas del mismo árbol. — Recapacito Pudding haciendo un esfuerzo por dejar de reír.

—Vivir de las glorias de otra persona jamás podrá ser considerado un talento. — Añado Praline con una sonrisa difuminada, ya estaba totalmente maquillada y lista para salir al escenario.

—¿Y qué hay de Aladdin? — Rememoro Angel alzando una ceja, y fue solo entonces que Custard y todas sus hermanas, a excepción de Praline, abrieron fuertemente sus labios. Sin darle crédito al golpe que había dado Angel en la mesa.

Praline tomo aire fuertemente y al abrir la boca para responderle, simplemente empezó a negar con la cabeza mientras se mordía los labios en una media sonrisa. —Realmente eres una zorra, Angel… — Esa fue la única indicación que necesitaron el resto de sus hermanas para soltar sus carcajadas hasta no poder más.

Incluso Smoothie debía admitir que eso había sido un excelente golpe.

A-Angel, ¿C-Cómo se te ocurre d-decir eso? — Susurro Custard apagando por unos segundos el micrófono para que solo su gemela la pudiese escuchar mientras aun trataba de contener su risa.

B-Bien, ¡Esperen! T-Tengo que decir algo, — Las llamo Gallete respirando hondamente para poder hablar sin tapujos. — Yo que soy la unica que de hecho trabaja con Aladdin, les puedo decir que el hombre es un genio. Es el único cirujano del que de hecho escucho lo que dice, y eso es un gran mérito. — Era cierto lo que decía. Su hermano en ley era uno de los cirujanos cardiotorácicos más afamados del país, pero teniendo delante de él a una soprano tan conocida a nivel mundial como lo era Praline, el hombre se quedaba corto.

A fin de cuentas, si una persona estaba dispuesta a entrar en el mundo que ellos vivían. Debía ser bajo sus propias reglas, y eso solo era estando tres pasos por detrás de ellos. Jamás adelante, ni nunca al costado.

Porque un Charlotte siempre iba al frente.

—Gal, por favor. — Pidió Praline con una sonrisa forzada. — No trates de arreglarlo.

—Fue un «Turn Down for What» absoluto, Pralinne. ¡Tienes que reconocerlo! — Admitió Pudding con clara diversión.

—¡Hahaha! ¿Qué le pasa a esta chica? — Pregunto entre risas Cinnamon.

El tinte ya le llego al cerebro. — Lanzo Praline devolviendo así la jugada a Angel cuando sus hermanas empezaron a burlarse de la actriz.

—¿Disculpen? — Cuestiono Angel claramente indignada. — ¡Esto! — Señalo a su brillante cabello con una sonrisa orgullosa. — Se llama dedicación.

—Es muy interesante como el término «dedicación» puede diversificarse tanto, ya que para Angel es sinónimo de pintarse el cabello, mientras que para mí significa quedarme por horas y horas leyendo los acuerdos de las multimillonarios Whole Cake hasta altas horas de la madrugada.

—¡Smooth! — Le resondro Angel. — Sabes a lo que me refiero — Aunque le molestaba la analogía de Smoothie jamás se iba a atrever a desafiar a su hermana, pero entendía que la albina estaba dándole una lección.

Ya que para que ella pudiese cumplir sus sueños, alguien tuvo que sacrificar los suyos.

—¡Bueno! Volviendo al tema de Vergo, al menos hace feliz a mamá y es el «match» que más tiempo le ha durado en todo este año, ¿Eso debe valer algo, no? — Custard trato de calmar las aguas cambiando la conversación hacia un tema mucho más jocoso. — Además, he tenido la oportunidad de hablar con él en varias ocasiones, y no me parece un ser desagradable.

—Al menos es alguien con quien te puedes reír en una tarde de cervezas — Cinnamon sonrió mientras veía la perfecta manicure de sus uñas.

—¿Con quién te puedes reír? ¿O de quien te puedes reír? — Penso en voz alta Angel.

Me quedo con ambas opciones, pero a decir verdad lo único que me genera escalofríos de ese sujeto es que tiene la misma edad que tú, Smoothie. — Los ojos ónix de Galette se revolvieron con claro escepticismo.

—Normalmente trato de obviar ese hecho por mi salud mental, así que gracias por recordármelo, Gall. — El sarcasmo de Pudding hizo a más de una reír.

—¿Y qué fue lo que te dijo, Custard? — Cuestiono la albina. Sabia del plan de su madre, y no mentiría al decir que sentía cierta curiosidad por cómo se había desarrollado la conversación entre Rebecca y ella. En ningún momento trato de disuadir a Linlin de su plan, a pesar de saber que sería la única que tendría verdaderas chances de lograrlo, pero solo porque quería saber si Rebecca poseía las agallas suficientes de adentrarse de lleno en la imbatible tormenta de espadas que eran ellos, y ser capaz de esquivar el filo de sus puntas. 

—Bueno, en resumen me confirmo que Rebecca firmo el contrato prenupcial, pero quizás, ¡Y hago énfasis en quizás! A mamá se le haya pasado un poco la mano con ella, pero omitiendo ese hecho, todo salió de acuerdo al plan. 

—¿Entonces si habrá boda? — Pregunto Praline con clara preocupación.

—Lamentablemente, sí. — Reconoció Angel con una mueca inusualmente seria. — No nos quedara de otra que incluir a Meghan Markle en la familia.

Pudding empezó a negar con la cabeza, riendo incrédula por las palabras de Angel. — No puedo creer que prefieran a Vergo por encima de Rebecca. Me parece una chica muy linda y no creo que Cracks—

Pudding, antes de dejarte continuar, permíteme decir un par de cosas, ¿Sí? — Angel levanto su dedo índice señalando a la cámara y haciendo que la modelo hiciera una mueca derrotada. Era imposible hacer que Angel cerrase la boca, a menos que no fuese Smoothie la que la callara, y no iba a perder tiempo metiéndose en un lio sin sentido con la actriz. Por lo que alzo la mano hacia su hermana a modo de permiso, entregándole así la palabra.

Primero que nada, jamás dijimos que quisiéramos a Vergo en nuestra foto familiar. Él no es más que la mugre debajo de nuestras uñas. Un ser insignificante que se parece más a una ameba que nada. Un hombre que vive de las regalías de nuestra madre, y ya, pero ¿Sabes cuál es la diferencia entre él y Rebecca? Que nosotros, mamá, e incluso el mismo Vergo saben lo que son, pero Rebecca… — Hizo una mueca de asco al pensar en esa bola de alegría color rosa — Finge ser una pobre avecilla herida que jamás pudo recuperar sus alas, cuando la realidad es que todo lo que le paso fue a causa de su propia incompetencia. Es una simple bailarina frustrada que no le quedo otra que conformarse con ser asistente legal ¿Qué podemos esperar de ella? Su único mérito fue ser lo suficientemente inteligente de como para abrirle las piernas al hermano menor de su jefe, ¡Y solo por eso, en menos de cinco días obtendrá el apellido por el que nosotras hemos luchado día tras día por mantener en alto!

—Podemos perdonar la estupidez, pero jamás la impericia. — Capitulo con una sonrisa irónica Cinnamon. A ella no le desagradaba Rebecca, pero tampoco le agradaba. Le era indiferente con quien Cracker compartiera su vida, porque a fin de cuentas ¡Era su maldita vida! Pero ciertamente sentía un conflicto mucho más grande con que Rebecca solamente estuviera limitada a un papel tan secundario como lo era una asistente legal.

—Después de todo, cada uno escoge la cuerda de la que se colgara. — Dilucido Praline con una imagen pensativa — Y tampoco dejemos de lado su brillante árbol genealógico, como bien dice el dicho; cría cuervos y te sacaran los ojos. Y algo me dice que Violeta crio muy bien a su hermana. 

Gallette paso con delicadeza sus delgados dedos entre el puente de su nariz — ¡Es hasta kafkiano! — Admitió profundo escarnio — Parece que esa mujer está decidida a que Rebecca consiga lo que ella no.

¿Qué es Kafkiano? — Pregunto Pudding visiblemente confundida, provocando que Gallette resoplara con exasperación y Custard pusiera los ojos en blanco. — ¡Ay, perdón!, Disculpen si ofendí su intelecto superior con mi ignorancia ¡No todas fuimos a una universidad de prestigio o a la escuela mas elitista del mundo! 

—Y es por eso que sin importar que quiera ser influencer, Flampe ira a la universidad. — Zanjo Gallette.

—Si es que logra ingresar. — Rio por lo bajo Cinnamon.

—Volviendo al tema de la boda, y dejando de lado la obvia animadversión de muchas hacia Rebecca, que en lo personal es un hecho intrascendente para mí, — Smoothie impuso su voz antes de que el escrutinio de sus hermanas continuase. — Espero ver todas sus lindas caritas luciendo sus hermosos Morning Dresses de diseñor allí, y ese tema no está a discusión. ¿Me entendieron? — Los reclamos no se iban a hacer esperar, por lo que solo hizo una leve pausa antes de continuar. —Francamente no me interesa que no les agrade Rebecca. — Desestimo — Vamos a ir, y no para hacerle un favor a Cracker o quedar bien ante la sociedad, sino porque aunque no les guste, seremos familia, y creo que si algo les enseñe bien a todas, es a respetar ese principio básico.

Esas palabras fueron mucho más efectivas que cualquier amenaza que Smoothie pudo haber empleado, dejando a sus hermanas sumidas en un imperturbable silencio ante la arrolladora francesa de la albina. Claro, a todas excepto a Cinnamon, no por nada eran mellizas, y sabía que como siempre, Smoothie estaba usando sus propias artimañas para mantener bajo control la situación. 

Sin embargo, para Smoothie esas palabras tenían un significado mucho mayor, ya que ella veía al uso de sus emociones como otra forma de control. Si uno tenía control absoluto de sus sentimientos, entonces tendría control absoluto sobre el resto.

Después de todo, era la reina blanca, y tenía que ser lo suficientemente capaz de crear la estrategia perfecta para mantener al resto de fichas a salvo. ¿Pensamiento frívolo? Quizás, pero era la estrategia perfecta en donde la reina podía bailar libremente sobre el tablero y en perfecta armonía.

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Unas escandalosas risas rebotaban en la ostentosa habitación sin tregua alguna. La pantalla plana del televisor sintonizaba un capítulo de la última temporada de South Park, mientras que un pelirrojo con un notorio hematoma en su quijada disfrutaba de una divertida mañana tumbado sobre la cama de su mejor amigo.

Kid estiro el brazo y tomo el tazón que descansaba en la mesa de noche para enterrar una gran cuchara sobre el bowl repleto de yogurt griego y granola sacando así la mayor cantidad de porción que el utensilio pusiese acumular. Podía ver a la miel gotear del espeso liquido antes de llevárselo a la boca y que el crujiente sabor del cereal sonara como una explosión de sabor en su boca.

Suspiro satisfecho de la inmensa tranquilidad que sentía. — Esto es vida…

Había ido al Pent-House de Katakuri apenas salió de Sins a devolverle su Pagani antes de que el Charlotte reportase el auto como robado e hiciera verídica su amenaza de dejarlo en prisión. Por lo que justo lo encontró en la ducha, y no concibo mejor idea que joderlo por un rato hasta que se fuera a trabajar. Cosas de niños, como preguntarle si se le había caído el jabón o jalar la llave del inodoro mientras se bañaba, aunque luego Katakuri termino por salir de la regadera solo para darle una certera patada en las costillas y luego regresar. Estuvieron intercambiando varias risas hasta que el granate se largara a trabajar.

Con el Charlotte fuera aprovecho para mandar un divertido correo desde su iMac, nada que atentara contra su imagen, sino más bien, una petición para a su amiga la primera ministra. Sabía que Katakuri se enojaría con él por suplantar su identidad, pero no era la primera vez que lo hacía, y lo máximo que le haría en represalia seria gritarle.

A fin de cuentas, la sangre se pagaba con sangre, y era el turno de que ese estúpido agente que lo mando a prisión que saldara su parte.  

Empezó a reír con un humor muy oscuro cuando el personaje de Heather Swanson apareció en la competición de Strong Woman. — ¡Hahaha! Mierda, habla como Randy Savage. ¡Esos hijos de puta de Trey Parker y Matt Stone son lo máximo! — Como todo niño de su generación había crecido viendo fútbol y a la WWE. Por lo que agradecía enormemente el homenaje que le hacían a uno de sus luchadores favoritos de ese tiempo, y que fuera de una forma tan bizarra lo hacía simplemente glorioso. — Tengo que mandarle esto a Katakuri, ¡Se cagara de risa!

No obstante, al tomar su iPhone y abrir WhatsApp para mandarle un corto video al Charlotte, Kid se detuvo por unos instantes en su bandeja de entrada para ver que en su pantalla no había ningún mensaje de Blue Meth. «Que Extraño» pensó. Niji solía pasarle todas las mañanas sin falta fotos de sus erecciones matutinas, pero esta vez no había nada, y no solo eso, en su imagen de perfil no figuraba la sexy fotografía de él y sus largos cabellos azules que tanto adoraba jalar, sino el símbolo de default de la app.

Resoplo indiferente. — Nah, luego me escribirá. — Estaba a punto de tirar el teléfono a la cama, pero de repente el aparato empezó a vibrar en sus manos. Por unos instantes, tuvo la ilusión de que fuera Niji, pero al ver al verdadero remitente de la llamada no hizo más que suspirar cansado y contestar con pereza.

—¿Qué quieres, Monet?  

Hola Kitty. — La melosa voz de Monet sonó suave y complaciente en sus oídos. — ¿Qué tal tu noche en la comisaria? — Pregunto riendo lentamente.

—Los baños en las celdas son limpios de lo que esperaba, no me quejo. — Replico sonriendo de manera altanera. — Por cierto, ¡Gracias por tratar de sacarme de prisión, desgraciada!

—Oh, vamos Kid. — Contesto con voz cansada la ojidorada. — Estoy segura de que Katakuri te saco en un chasquido de allí. Mas bien, por lo que si me debes agradecer es por evitar que todas las personas que estaban en esa maloliente cantina subieran las fotos en las que salías agarrándote a puñetazos como un energúmeno con ese sujeto de cabello verde.

Cierto, por todas las cosas que pasaron ayer había olvidado totalmente ese hecho. Si esas fotografías hubieran llegado a la red, en estos momentos Kong estaría buscándolo por cielo, mar y tierra. —¿Cómo diablos hiciste eso?— Pregunto intrigado.

—Hackee sus teléfonos a través de la línea de internet de la zona. No fue difícil, solo necesite de mi iPhone y un par de llamadas para liberar el soporte de datos. — Recito con una risa de autosuficiencia.

—Diablos… ¿Y puedes hacer eso con cualquier teléfono celular?

—Tal y como tú haces arte con los monoplazas, yo hago lo mío con algoritmos. — Hablo derrochando autoconfianza como era propio de su opulenta personalidad. — Apropósito, Enel me dijo que llegaste a presentarte en Sins…— Le dijo en un tono pausado.

Sueco de mierda —Si, lo hice, pero llegué muy tarde y ya habías empezado la diversión sin mí, muñeca. — Respondió con simpleza.

Igualmente me hubieras buscado, estaba en el último circulo. — Hablo maravillada.

—Si, pero la verdad ayer ya tuve demasiada mierda encima y solo estaba buscando algo tranquilo.

Entiendo, ¿Y qué harás hoy, Kitty? — Pregunto curiosa la peliverde — Quizás podamos vernos esta noche…

—Honestamente hoy solo quiero llegar a casa y jugar FIFA. — Y lo decía muy enserio. Realmente quería descansar. Niji lo había exprimido hasta el punto de preguntarse si realmente volvería a salir algo de allí abajo.

—Ay Dios… Ustedes los hombres tienen un cerebro tan reducido. Habiendo estado por delante todos estos siglos realmente tenemos suerte de que solo hayan causado dos guerras mundiales. — Le dijo indignada Monet, pero luego hizo una inesperada pausa al repasar en su mente las palabras de Kid — ¿Estas en el Pent-House de Katakuri? — Pregunto en el acto.

¿Cómo es que esa mujer se enteraba de todo? — Si, vine a verlo, tenía que devolverle su maldito auto, y no tenía ganas de manejar todo el trayecto hasta mi casa, pero no te hagas ilusiones, ya se fue a Bélgica.

—¿Y qué tal si…?

—No mujer. No vas a venir aquí. Quiero disfrutar de mi jodido cereal tranquilo mientras veo South Park y luego irme a casa.  —Pidió tomando el tazón para volver a comer.

—Agh… Cada vez que hablo contigo siento que platico con un niño atrapado en el cuerpo de un hombre.

Rio de sobremanera ante las palabras de la ojidorada — ¡Si fueras tan inteligente como dices entonces no estarías diciéndome esas cosas! Para tu información, muñeca, South Park no es ninguna una serie de comedia, ¡Es la mejor sátira negra sobre esta jodida sociedad! ¡Y Randy Marsh debería ser patrimonio de la humanidad!

—No, con eso solo lo reafirmo, es una serie para idiotas, pero bueno, dejare que mates las neuronas de tu cerebro en paz. Tengo que ir a Bond Street para renovar mi armario.

—¿A qué pobre diablo vas a desgraciar?

Oh, por favor, Kid. — Pudo escuchar a la ojidorada bufar con gracia — La única que firma los cheques soy yo.

—Y eso es lo más excitante que he escuchado en lo que va del día. — Le aseguro con una sonrisa.

Monet bufo con gracia para luego despedirse — Adiós, Kitty.

Cuando la llamada se cortó se dispuso a terminar su desayuno, pero rio con una fuerza descomunal al ver al jodido Director PC sufriendo un dilema mental a causa de su estúpida doble moralidad de lo políticamente correcto con Heather Swanson. — ¡Oh si! ¡Denle de su propia medicina a ese hijo de perra! — Grito con alegoría, provocando así que una parte del yogurt griego mezclado con miel que estaba en el tazón cayera inesperadamente hacia la cama.

Oh no…

«—Duerme un poco y luego te largas. — Advirtió Katakuri a un Kid desparramado sobre su propia cama. — Pobre de ti que regrese y encuentre una sola cosa fuera de lugar aquí, Kid.

«—Si amor, yo tambien te extrañare. No me engañes con alguna belga y lo más importante ¡Trae chocolates para los niños! — Replico el director técnico de McLaren con una fingida voz mientas prendía la televisión. A lo que Katakuri solo le negó con la cabeza y salió de su habitación dejando al pelirrojo en completa soledad.

—¡Mierda! — Kid se desesperó levantándose de inmediato, pero al tratar de limpiar la sabana gris con el antebrazo provoco que la mancha no hiciera más que crecer. — ¡Agh! ¡Por la….!

¡Katakuri se la iba a meter sin lubricante por manchar sus jodidas sabanas de Charlotte Thomas Bespoke!

Pero fue solo así que Kid logro notar algo que lo hizo detener inesperadamente sus erráticos, pero fallidos intentos de limpieza. Haciéndolo entrecerrar la mirada de manera curiosa, receloso de lo que sus propios ojos le mostraban.

Un cabello rojo… 

Lo tomo entre sus dedos con claro interés, por unos momentos creyó que era suyo, pero solo tuvo que verlo por unos instantes para que abriera fuertemente su mirada y una ofensiva expresión escapara de sus labios.

Esto si era para no creérselo ¿Acaso Katakuri había llevado a alguien en su habitación? Ni siquiera contaba el hecho de que él idiota quizás haya cogido con esa persona, solo pensar que Katakuri se había atrevido a compartir su alcoba con alguien más se le hacía completamente irreal. El hombre que él conocía jamás habría accedido a hacer algo como eso.

¡Katakuri no dormía con nadie!

Entonces las palabras de Monet eran ciertas «el idiota de cabeza roja» realmente existía...

—Me pregunto qué clase de persona eres… Vinsmoke Ichiji. — Soltó recordando el nombre que le dio la ojidorada el día de ayer. — Has hecho algo que yo creí imposible. 

Luego le compraría a Katakuri sus jodidas sabanas, tenía que hacer una llamada. Lo sentía por romper la promesa que le hizo a Monet, pero ahora más que nunca necesitaba respuestas, y si ese tal Ichiji trabajaba para Katakuri, entonces solo había una persona que le podría confirmar esa información.

Era hora de hablar con Vi.

.              .              .

A pesar de haber estado dormido toda la noche, su cuerpo no había sido capaz de encontrar calma alguna en sus sueños. Sentía como si tuviera cien kilos encima suyo, algo un poco contradictorio si apreciaba la delgadez de su cuerpo. Tenía que hacer un gran esfuerzo solo para poder respirar. ¿Así era no tener cáncer? Porque de ser así, era incluso peor que tenerlo.

Daria lo que fuera por un vaso de agua, ya ni siquiera sentía apetito, tenía una dolor muy persistente en la boca. Y lo único que deseaba era quitarse esa horrible sensación de sequía sobre sus labios.

Luffy abrio lentamente su decaída mirada, viendo a la intravenosa a la que estaba conectado gotear y gotear sin parar. Desde que había llegado a esa habitación había escuchado como miles de gotas ingresaban a su cuerpo a través de ese extraño cordón plástico que estaba conectado a sus brazos. Deseaba con todas sus fuerzas cubrirse los oídos para no escuchar más ese insoportable goteo, pero sus brazos simplemente no le respondían.

Por favor, para un rato… Deja de caer… Quiero dormir tranquilo…

Pudo escuchar como abrían intempestivamente la puerta de su habitación. De inmediato se tuvo que obligar a sacar una fuerza extrema de donde no tenía para abrir su mirada destellando una enorme sonrisa. 

—¡Torao, pero si eres tú! Shishishi — Saludo con una brillante sonrisa a su médico a pesar de que el solo hecho de reír le había ocasionado un horrible dolor en el pecho.

El oncólogo llevaba puesto un mandil quirúrgico así como un cubrebocas en el rostro, era necesario que se vistiese así por seguridad, y serio como siempre, se acercó lentamente hacia Luffy para abrir la cortina de protección que lo separaba del menor en su totalidad.

 —¿Cómo amaneciste? — Pregunto con su típica aura seria viendo detenidamente al joven.

—Muy bien, — Destaco en una sonrisa a pesar de que su cuerpo le pidiese a gritos parar —¡De hecho, nunca había dormido mejor!

—Ya veo. — Soltó el medico con aparente calma, y se giró hacia a la mesa quirúrgica que había a un lado de la camilla para hacer algo que dejo a Luffy en un silencio mortal.

Law se sirvió un vaso rebosante de agua.

Pero contrario a todo lo que pensó, el oncólogo no tomo ni siquiera un poco de aquel líquido, sino que por el contrario, lo puso frente a él. Al principio no entendió bien el gesto de Law, pero al ver como asentía con la mirada, en los ojos de Luffy se empezó a acumular un brillo que lo hizo abrir fuertemente los ojos.

¿Por qué le hacía esto?

Se mordió los labios con impotencia — N-No puedo… — Reconoció con extremo dolor. — No puedo moverme… Torao. — Era tan inútil que ni siquiera era capaz de levantar su brazo y tomar un simple vaso de agua por su cuenta.

Se sentía tan débil.

Pero prefería ignorar su propio dolor y seguir actuando como si nada pasase, porque solo de esa forma al menos podía fingir que su vida no era ese infierno en el que él claramente sabía que estaba. ¡Ya no quería ver llorar a su madre! ¡Ya no quería tener que hacer a su familia pasar por esto! Lo único que deseaba era que ellos sintiesen que él era el mismo chico de antes, pero no era así. Aun no sentía que se estaba recuperando, y la verdad era que hasta se sentía mucho peor.

Y ya se estaba cansando de fingir lo contrario…

Fue allí que Law no tuvo que hacer más que tomarlo de la barbilla para alzar su compungido rosto, su tacto era frio y a pesar de que Luffy lo vio confundido por unos segundos, Law termino colocando el vaso de plástico sobre sus labios para que pudiese saciar su descomunal sed.

Sentir aquel refrescante liquido inundar su cuerpo hizo a Luffy respirar con una incalculable paz. Estaba deliciosa, ¿Desde hace cuánto que no bebía agua? Sentía que había sido una eternidad. Se apresuro en tomar la mayor cantidad posible, solo para darse cuenta que en un parpadeo había dejado el vaso totalmente vacío.

Respiro con dificultad cuando el oncólogo alejo el recipiente de sus labios, y con una simple mirada suya, Law le sirvió otra porción para que así pudiese volver a disfrutar de esa indescriptible sensación.

—La resequedad y la mucositis oral son de los síntomas más molestos que se presentan en pacientes que reciben un trasplante de medula ósea, Luffy. — Explico el oncólogo con una calmada voz mientras Luffy no paraba de tomar agua — Cuando te dije que no ocultaras tu verdadero estado de salud, no lo hice porque buscara amenazarte de alguna manera, sino porque necesito saber cómo te sientes para así saber cómo ayudarte. — Explico tranquilamente colocando el desértico vaso de plástico nuevamente sobre la mesa.

Luffy sintió un desconocido pero agradable cosquilleo cuando el oncólogo limpio las gotas de agua que caían sobre su barbilla con las comisuras de sus dedos.

Torao se veía muy diferente de su primer encuentro, estaba mucho más amable y dispuesto a hablar con él. ¿Por qué…? — G-Gracias… Torao.

—No fue nada. — Replico, y para la sorpresa de Luffy, el oncólogo no perdió tiempo y lo tomo por debajo de la espalda y de los hombros para cargarlo sin dificultad alguna, colocándolo a un lado de la camilla.

—¿Qué vas a—

—Dijiste que te gustaba Marvel, ¿No es así? — Pregunto con una media sonrisa sentándose al lado de Luffy.

—¡Si! — Reconoció con una sonrisa cansada — ¡Me encantan los comics y tambien los superhéroes!

Law soltó un pequeño bufido, divertido por la expresión de Luffy. — Pues entonces, parece que tenemos algo en común Luffy. — Reconoció con la mirada baja.

—¿¡Que!? — Le cuestiono un emocionado y sorprendido Luffy — ¿Es enserio, Torao?

—Colecciono comics desde los catorce años. — Reconoció su placer culposo con total honestidad. De niño solía gastarse todas las propinas que le daba Corazon en ir a la librería más cerca a comprar el último tomo de Marvel. — Pero no lo compartas con nadie, será nuestro secreto ¿De acuerdo?

—¡No puede ser! ¡Eso es genial~! ¿Podrías mostrarme tu colección? — Le pregunto ilusionado. El tenía un par de comics de Marvel, aunque prefería más las figuras de acción.

—Claro, puedo traer algunos tomos conmigo un día de estos. — Acepto tranquilamente.

No podía seguir culpando a Luffy por algo que él ni siquiera había ocasionado. El muchacho estaba sufriendo, y necesitaba de su ayuda. Así que a partir de ahora estaba dispuesto a empezar de nuevo con Luffy, y tratarlo con la misma calidez y cercanía con la que cuidaba de todos sus pequeños pacientes. Ya que a fin de cuentas, fue por eso que decidió volverse oncólogo pediatra. Bueno, por eso y…

…Tambien por otra personita más.  

—Bien, entonces — Le hablo en un tono calmado echándose sobre la camilla mientras sacaba su iPhone del bolsillo para abrir la aplicación de Disneyplus — ¿Qué película te Marvel gustaría ver? Tengo algo de tiempo y me gustaría ver en primera persona como evolucionas a lo largo del día con la nueva medicación que te he prescrito.

La mirada de Luffy empezó a brillar de una manera inusual al escuchar las palabras del mayor, haciendo que el oncólogo alzara una ceja confundido, pero apenas al instante sintió una especie de nudo en la boca del estómago al ver como el pelinegro menor empezó a soltar sutiles lágrimas.

—¿Luffy, estas—?

—W-Winter Soldier. — Le pidió ocultando su avergonzado rostro bajo sus cabellos azabaches. — ¡Esa es mi favorita! — Exclamo con soberana alegría.

El medico rio por lo bajo, negando con la cabeza. ¿Quién pensaría que dos personas con personalidades tan diferentes como las suyas tendrían gustos tan similares? — La mía tambien…

.              .              .

Cuando Ace bajo del London Bus que tenía su última parada a las puertas de The City su cuerpo fue víctima de un singular remesón. Ver hacia todos aquellos interminables rascacielos que desafiaban a los mismos cielos lo hacían sentir inmensamente diminuto, como si no fuera más que una pequeña hormiga entre gigantes. Al haber pasado gran parte de su infancia entre las montañas y lagos manejaba un contexto muy diferente de lo que era una ciudad.

Y ciertamente, no le gustaba el sitio.

Era un lugar frio, donde a medida que se adentraba, — con ayuda de Google Maps para no correr el riesgo de perderse — se encontraba con miles de personas en trajes caros con un temple totalmente serio y arisco caminando con un rumbo fijo. Puros banqueros, empresarios y abogados que desde esa diminuta miniciudad de apenas dos kilómetros de largo decidían los precios mundiales de materias primas de producción masiva hasta las cosas más simples como los chocolates que compro en una bodega.

Antes de seguir su camino se detuvo por unos instantes al ver a uno de los Dragons Boundary Marks de The City. Sonrió con cierta sorpresa al ver la estatua del Dragon, guardián de esa pequeña porción de la ciudad, alzarse de manera imbatible como su gran defensor. Se dispuso a hacer un pequeño desvío de su camino para acercarse hasta la escultura y tomarse un selfie con el Dragon. Su sonrisa de niño y las rosadas mejillas donde descansaban sus pecas se realzaron enormemente al recordar el mito que le conto su madre. Era muy conocida en Inglaterra la leyenda de los trece dragones que protegían en el pasado a Londres, siendo erigidas como agradecimiento a sus guardianes tiempo después de que Britania se liberase del yugo Romano.

No sabia porque, pero le gustaban mucho las historias de guerras y conquistas que envolvían a la vieja Roma y sus dominios…

Le mando la fotografía a Rouge para sacarle así al menos una sonrisa. Como todavía no se había comunicado con él supuso que su madre aún no tenía noticias de Luffy. Solo esperaba que su hermano hubiera amanecido mejor, ya que ciertamente se sentía fatal de dormir en un hotel cinco estrellas mientras que Luffy tenía que estar apartado de todos ellos en una fría cama de hospital.

Siguió su camino con ayuda de su iPhone hasta que poco a poco sus pasos se hicieron cada vez más lentos, pero solo porque muy dentro de él, quería alargar lo más posible la llegada a su destino final. No obstante, le fue inevitable que un ligero repelús lo golpease de lleno cuando se detuvo a solo unos pasos de un enorme rascacielos de vidrios azules. El símbolo de locación de la App no le daba espacio a dudas, finalmente había llegado, y a pesar de que no recordaba mucho de su vida en Londres, le sería imposible olvidar aquel edificio.

«¡No seas cobarde, ya llegaste hasta aquí! No des marcha atrás»

Tomo aire con fuerza, así que subiendo la hebilla de su chaqueta hasta lo más alto, y cubriendo sus oscuros cabellos con una capucha naranja se armó de valor para entrar al edificio. El Hall era enorme, y al igual que en las calles de The City, veía a mucha gente entrar y salir de allí como si fueran verdaderas maquinas preprogramadas con la única misión de facturar dinero. Se detuvo frente al counter principal donde había un rubia de simpáticos rasgos con un moño alto recogido y unos lentes rojos, que a pesar de ni siquiera dirigirle la mirada por estar tan concentrada en la pantalla de su computadora, si lo recibió con una cantarina voz.

—¡Bienvenido a Gold Pretrolium! ¿En qué puedo ayudarlo?

Empezó a rascar las palmas de sus manos con cierto nerviosismo. Ahora venia lo verdaderamente difícil. — Uhm… Vengo a ver al señor Gold D. Roger.

—¿Tiene cita? El Señor Gold es un hombre extremadamente ocupado. No atiende a nadie a menos que no esté agendado, y su espacio libre más cercano está disponible para dentro de tres meses. — Le comento escéptica sin ni siquiera dignarse a verlo, con solo mirar al chico desde el rabillo del ojo vestido con esas ropas tan casuales supo que no era nadie que requiriese de su atención. Lo más probable era que fuera otro practicante en busca de trabajo o algún universitario deseoso por hacer un proyecto sobre su empresa.

«Que sorpresa, siempre trabajando…»

—Si. Bueno, no… — Se corrigió automáticamente al negar con la cabeza. —¡No exactamente! — Termino por soltar. — Solo… — ¡Diablos! ¿Por qué todo esto era tan difícil? — ¿Podría decirle que he venido a verlo?

—Como le acabo de explicar—

—Soy su hijo, Ace. — Reconoció agachando la mirada. Mierda, sentía como si la bilis le estuviese subiendo hasta la garganta con solo decir esas palabras.  

Y como si fuera por arte de magia, la mujer finalmente levanto su mirada, totalmente incrédula para verlo a los ojos sin poder creer lo que acababa de decir.

—¿¡S-Su… Su hijo!? — Repitió alarmada a lo que Ace solo se limitó a asentir.

Conjuntamente, a unos cuarentaicinco pisos de distancia, en la extravagante oficina del presidente del conglomerado petrolero más grande de Europa, un hombre maduro con un singular y frondoso bigote reía con total libertad desde la silla de su escritorio de caoba al escuchar las penas de su querido protegido.

—Roger, ¡Ya deja de mofarte! Estoy hablando enserio, imbécil. — Comento un lastimero Shanks con un vaso de Whisky entre las manos y una expresión de derrota en el rostro. — Ya no sé qué más hacer…

—Lo siento, hijo. — Se lamento el que había sido por muchos años el hombre más rico de Inglaterra, claro, hasta el retorno del mocoso de Linlin a Europa. — Es solo que se me hace muy cómico que seas precisamente tú el que este en esta situación. — Como todas las semanas el pelirrojo venía a darle una visita matutina para hablarle de su semana y así compartir juntos de un ameno momento entre padrino y ahijado acompañados de unos tragos a escondidas del ceñido esposo del más joven.

El pelirrojo suspiro derrotado, terminándose el vaso de alcohol como si de agua se tratase para de inmediato volver a rebalsar su cristal de Whisky al llenarlo totalmente. Había puesto al día a Roger de toda la caótica situación familiar por la que estaba pasando, y aunque sabía que el mayor no sería capaz de darle ningún consejo efectivo, al menos podría desahogarse con él.

—Al menos Perona ya contesta mis mensajes de texto, pero aún se rehúsa a decirme donde esta. — Reconoció herido. Casi se le cae el mundo cuando descubrió que su hija tambien se había ido de su lado cansada de las peleas entre Mihawk y él. Y si bien podría encontrarla en un parpadeo, o simplemente ir a buscarla a la universidad, no deseaba presionarla y que esta lo terminase odiando aún más.  — Sin embargo, lo peor por lejos es no tener sexo. ¡Te juro que me voy a volver loco sino tengo un orgasmo pronto! — ¡Ya ni siquiera dormía en la misma habitación con Mihawk! Se había mudado al cuarto de Perona para al menos así tener el aura de hija cerca, pero como toda persona tambien tenía sus necesidades.

¡Y ni en sueños se masturbaría con el extraño oso de su hija viéndolo fijamente desde el otro lado de la cama!  

—Al menos la última vez que peleamos por esta misma maldita situación, teníamos la costumbre de entrar a la habitación del otro furtivamente por las noches en busca de algo de sexo duro ¡Pero ahora si siquiera eso! El malnacido de Mihawk le pone seguro a la jodida puerta por las noches, y sino esta allí se encierra toda la tarde en su jodida oficina. ¿Qué diablos podría estar haciendo allí? ¡Su trabajo consiste en ir a Westminster dos veces por semana a oír a puros viejos hablar de política hasta morir de aburrimiento!

Roger rio por lo bajo, tomando un poco de Whisky para calmar sus ansias de reírse en la cara del pelirrojo. — A pesar de que me preocupan tus claras necesidades biológicas, no creo que te debas culpar por toda esta situación, Shanks. — Recalco Roger con cierta seriedad. El pelirrojo era por lejos el mejor padre que había visto, claro después de Edward. Adoraba a sus hijos y ciertamente le dolía ver a alguien que lucho tanto por tener una familia sufrir por estas cosas. — Mira, jamás voy a ser la clase de hombre que venga a darte una charla de cómo ser un buen padre, yo no soy un experto en estas cosas, y tu mejor que nadie lo sabes bien. — Era el peor para dar esa clase de consejos. No obstante, si había algo que la paternidad le enseño. — pero lo que si te puedo decir es que hay cosas que uno como padre simplemente no puede controlar. — Reconoció viendo el final de su vaso de cristal. — Al ser niños los hijos nos ven como a unos superhéroes que todo lo pueden, pero cuando uno menos se lo espera, los chicos empiezan a crecer, y poco a poco ven que esos superpoderes que teníamos no son más que defectos. Empiezan a juzgarnos sin ni siquiera tener en cuenta la razón detrás de las acciones de uno. Que todo lo que en algún momento llegamos a hacer era solo porque… buscabamos protegerlos.

Shanks vio atentamente a Roger por unos cuantos segundos. Sus notorias arrugas y su expresión cansada lo hacían pensar mucho en el hombre que desde siempre fue su mayor referente de éxito y como un segundo padre en su vida. El pelinegro había creado su Imperio desde la misma nada, siendo ahora él quien colocaba las reglas del juego, pero lamentablemente el precio de esa victoria simbolizaba el único fracaso de Roger.

Y a pesar de que adorase a su mentor… No quería terminar como él.

«—Señor Gold, disculpe la interrupción. — A través del intercomunicador la jovial voz de Pascia, su asistente, lo llamo.

—Agh… Joder… No puedo descansar ni diez minutos sin que pase algo. — Se lamento el mayor acercándose hacia el aparato para responder, provocando que Shanks riera en esta ocasión.

—Haz como yo y apaga tu teléfono. — Comento el pelirrojo mostrándole su iPhone con la pantalla negra. — Ben odia que lo haga, pero solo así evito que me acosen por cualquier estupidez que ocurra en la destilería y de paso los obligo a usar la cabeza para resolver el problema. — Resumió sencillamente. Jamás quiso que su equipo dependiera únicamente de él, le gustaba que usasen la cabeza de vez en cuando.

—Si hiciera lo mismo que tú, me arriesgaría a que estos idiotas terminen ocasionando un derrame de petróleo en alguna parte del océano. — Y no solo eso, se ganaría unos buenos gritos de Gaban sino atendía el teléfono. Suspiro cansado para devolver su mirada hacia Shanks — ¡Carajo! No tienes idea de la falta que me hace tu padre aquí.

El pelirrojo rio por lo bajo. Antes su padre había fungido como la mano derecha de Roger, pero se retiró luego de un incidente con su salud que lo hico abandonar ese estilo de vida tan demandante para dedicarse a abrir su propio bar a las afueras de Londres.

Finalmente Roger presiono el intercomunicador para contestarle a su pobre asistente. —Pascia, dime que ocurre, preciosa. — Comento con un tono seductor mientras le giñaba un ojo a Shanks, que termino aguantándose la risa ante las palabras del mayor. Desde siempre Roger fue alguien demasiado seductor que no desaprovechaba el tiempo en tirarle flores a cualquiera que se cruzase frente a él, pero no lo hacía con segundas intenciones, al menos no en la mayoría de veces, sino que lo hacía porque era parte misma de su gran personalidad.

Pudo escuchar el gemido entrecortado de su joven secretaria y tuvo que cortar el micro por unos instantes para reír tranquilamente. — Uhm…  L-Lamento interrumpirlo en su r-reunión con el señor A-Akagami… p-pero… p-pero…

—Adelante primor, — Comento con voz pausada — Dímelo sin miedo...

Shanks tuvo que alejarse del escritorio para poder reír a toda voz. — ¡Eres un imbécil, Roger!

El de mostacho levanto ambas cejas de manera coqueta, pero las palabras que recito Pascia seguidamente provocaron que la sonrisa de Roger se borrara abruptamente y que su brillante mirada cambiara a una de total estupor.

—Un joven acaba de llegar a recepción, y dice ser su hijo.

¿Ace…? ¿¡Sera posible!?

.              .              .

Pudo ver mediante las paredes de cristal de la oficina de Greenbull que el hombre estaba de espaldas viendo la ciudad desde sus inmensos ventanales, parecía una estatua rígida y totalmente inamovible. No quiso perder más tiempo e ingreso a la estancia haciendo el ruido suficiente para hacerse notar, pero a pesar de ello el director de la Interpol ni siquiera se dignó a devolverle la mirada.

¡Mierda! ¡Si quería llegar a tiempo a Heathrow debía de salir ahora, y para eso debía terminar esta estupidez lo más pronto posible.  — Greenbull, ya estoy aquí. Dime que—

—Hijo de perra. — Soltó el mayor de manera corrosiva silenciándolo en el acto.

La expresión de Zoro transmuto inmediatamente, generando en él una confusión que solo duro unos segundos, para luego mostrar un temple totalmente peligroso. —¿Cómo me llamaste? — Pregunto con agresividad.

—Te lo escupiría nuevamente en la cara, pero si volteo y tengo la desgracia de ver tu maldito rostro frente a mí no tengo dudas que te golpeare hasta matarte. — Expreso carente de toda empatía.

Zoro lo vio sin entender de qué diablos hablaba su jefe. — Si solo me vas a mostrar tu maldita espalda y no vas a ser lo suficientemente hombre como para dar la cara, entonces me largo. No estoy para aguantar tus cambios de humor Greenbull, así que si me disculpas—

—¡¡No te iras a ninguna parte hasta que me expliques porque mierda el Gobierno Británico nos ha impuesto sanciones de territorio!! — Soltó totalmente fuera de si el director de la Interpol, volteando hacia el peliverde solo para lanzarle en la cara una carta con el símbolo de la corona británica en la base.

Zoro tomo el sobre antes de que tocara su rostro, y serio como estaba abrio el comunicado para leer el contenido en el acto sin asimilar totalmente lo que había salido de los labios de su jefe.

Rio sin gracia al ver el contenido del comunicado. — Esto es imposible.

—¿¡No aprendiste a leer, imbécil!? ¡En ese maldito papel que llego hace solo media ahora se detalla que a partir de ahora no podremos hacer ningún movimiento u operativo sin contar antes con la aprobación del jodido Gobierno Britanico ¡Y no solo eso, bastardo! Vendrán a hacer una puta auditoria de toda la jodida sede para saber si les ocultamos información privilegiada. — Soltó a gritos — ¿¡Supongo que te harás una idea de cómo reaccione al leer la notica!? Cuando me digne a llamar a la primera ministra para hablarle de toda esta situación, ¿Sabes que es lo que me respondio la puta de May? ¡Me hablo sobre los hijos de perra que hay en mi organización que generan destrozos en la ciudad, provocan abusos de autoridad y golpean a civiles en plena calle sin razón aparente! ¡Y sabrás cual fue mi sorpresa al ver tu nombre como el único en la lista! — Retumbo totalmente exaltado —Así que voy a hacer una pregunta y espero una respuesta lógica ¿¡Que mierda fue lo que hiciste para poner a mi organización en cuatro para que los del Gobierno vinieran a darnos por el culo!?

Al terminar de leer la carta Zoro tuvo que morderse los labios para no soltar todo el repertorio de insultos que conocía frente a Greenbull. ¡No podía ser posible que los estuviesen sancionando por eso! ¿Por qué mierda Inglaterra estaba metiendo la nariz en sus asuntos? ¡Desde siempre la Interpol se había caracterizado por romper muchas reglas de los tratados internacionales, y jamás hubo consecuencias! ¡Ya que claro, todas las bajas las asumían ellos y no los países a los que servían!

¿¡Porque mierda venían a joderlos justo—

Un segundo… ¿Golpear a civiles?

¿Por qué incluían un incidente tan simple en medio de otros que claramente eran mucho más graves y realmente causaban estragos en el gobierno? Al único civil que realmente había golpeado y que sabía de su identidad como agente había sido…

«Vas a pagar esto con creces, cabeza de vomito…» Fue lo último que le dijo el hijo de puta de Eustass Kid antes de que se lo llevasen a prisión.

Abrio fuertemente los ojos al pensar en esa posibilidad. No, era imposible. Un simple Director Técnico de la F1 no podría tener tal poder para haber logrado esto…

A menos claro que alguien de más arriba lo haya ayudado…

—Bien, sin importar que, es imposible que logren ejecutar esta orden — Llamo a la razón el peliverde. — El Reino Unido firmo un tratado de cooperación internacional el día que se hicieron miembros de la Interpol. No pueden romperlo si desean que sigamos salvaguardando el bienestar de su—

—¿¡Acaso no vez el panorama actual!? ¡Al Reino Unido no le importo mandar a la mierda a toda Europa cuando iniciaron su jodido Brexit! ¿Crees que a nosotros nos trataran mejor? ¡No seas, imbécil! Con la ola de nacionalismo que inunda al jodido país solo hace falta que este escándalo salga a la luz y algún imbécil de la Cámara de los Comunes se le ocurra proponer una moción para pedir nuestro retiro del Reino Unido ¿¡Tienes idea de cómo quedare ante mis superiores en Lyon si uno de los países fundadores de la Interpol termina dimitiendo de nuestros servicios por esta estupidez!? — Soltó sin anestesia. — Sabía que cometía un error al dejar que vinieras a mis dominios… — Hablo por lo bajo apoyando sus manos sobre el escritorio — Lo sabía, había leído todos los informes de las sedes de América, Medio Oriente y Asia que hablaban de tu pésima conducta, pero aun así me deje convencer por Tash. — Continuo con un amargo lamento — Ella confiaba en ti, y yo confiaba en ella… pero ya no más. ¡Y tambien va a pagar por su estupidez! — Dictamino carente de toda duda.

—Tashigi no tuvo nada que ver en esto, — Zoro frunció el entrecejo exasperado. — No te atrevas a—

—¡Cierra la puta boca!

Tuvo que hacer un gran esfuerzo para controlarse y terminar por lanzarle un puñetazo a Greenbull antes de que pudiera continuar — Sin importar lo que diga parece que ya tomaste una decisión, Greenbull. — Acepto con tirria — Tu y yo nos despreciamos, eso está claro, y si me quieres despedir por haberte puesto en esta situación, ¡Adelante! — Él jamás le iba a rogar si eso era lo que esperaba — pero… — Contraindico ante la atenta mirada de su jefe — Hay una última cosa que planeo hacer usando mi maldita placa, y ni tu ni nadie lo van a evitar. — Iba ir a Heathrow sin importar que.

Extrañamente para Zoro, el director mostro una risa ahogada luego de escuchar su advertencia. — ¿Realmente crees que llegado a este punto, yo voy a acatar el trato que hiciste con la Interpol a cambio de tu libertad?

—No lo hice con la Interpol, lo hice con Fujitora, ¡Tu jefe! — Contrataco nombrando al presidente de la Interpol.

—Claro… mi jefe — Repitió con cierta ironía — ¿Sabes algo, Zoro? — Comento con cierto dejo de diversión — ¡¡Me limpio el culo con el trato que hiciste con el maldito invidente de Fujitora!! — Renegó golpeando con extrema fuerza el escritorio. — ¡Aplicare tus estrategias y me va a importar una mierda lo que diga mi superior! ¡Así que lárgate de mi organización, ahora! ¡No harás ningún operativo usando el nombre de la Interpol para solo mancharla después!

—¡Púdrete imbécil! — Reclamo en el acto. — No me importo tu opinión antes y claramente no me importa ahora, cuando regrese funde mi placa si se te antoja, de igual manera planeaba hacerlo yo mismo.

—¿Quién dice que te estoy despidiendo? — Imito con la misma fuerza. Con expulsarlo de allí solo le estaría haciendo un favor. — ¡Quiero que te largues! ¡No vas a aparecer por aquí hasta que a mí se me salga de las pelotas llamarte! ¿¡Me oíste!? — El sabía muy bien la razón por la que Zoro se unió a la Interpol, y el mejor castigo que le podía dar, no era despedirlo, sino dejarlo incapacitado de hacer cualquier cosa.

—Eres un hijo de…—

—¡Adelante, insúltame! — Le reclamo alzando los brazos — Cada palabra que digas te la devolveré multiplicada por mil cuando Tashigi y el resto del maldito equipo que trajiste junto contigo tengan que pagar el precio de tu estupidez.

—¡Esto es entre tu y yo, no te atrevas a meterlos a ellos!  

—¡Me importa una mierda, Zoro! ¡Ahora quiero que dejes tu placa y tu arma sobre mi escritorio y saques tu mugriento trasero de mi oficina para que así pueda trabajar en como apelar esta puta orden gubernamental en la que tu estupidez nos metió! Y si me entero de que tú, o alguno de esos idiotas del escuadrón de tácticas, hacen cualquier cosa, ¡Así sea tirarse un puto gas sin mi consentimiento! ¡Los mandare a prisión! ¿Me oíste bien? ¡Y esta vez no habrá ningún puto trato con la Interpol que pueda sacarte de allí!

Zoro se empezó a exasperar ¡No! Greenbull no podía hacerle esto ahora. — Grenbull… — El imponente tronar de sus nudillos reflejaba la rabia que estaba sintiendo. —  Si leíste mis informes entonces sabes la razón por la que ingrese a la Interpol. He encontrado a mi objetivo. Llegará a Londres en cuarentaicinco minutos. Deja que lo atrape y esta misma tarde presentare mi renuncia y nunca más volverás a escuchar sobre mí. Es una promesa, así que solo—

—¡Desaparece de mí vista de una buena vez! No quiero escuchar tu puta voz por un largo tiempo, Zoro. — Le escupio sin ni siquiera terminar de escucharlo — ¡Y una cosa más, mandare una carta a Lyon para decirles que tu maldito asunto ya no es más nuestro problema! ¡No volverás a usar mis recursos nuevamente, hijo de perra! ¡¡Ahora, largo!!

Su mirada se desencajo totalmente ante la indiferencia de Greenbull, y como si fuera poseído con un demonio ancestral, el peliverde saco su placa del bolsillo impactándola con descomunal fuerza en el escritorio del director, provocando que el metal se partiera en dos y dejando una leve desnivel en la madera.

—Te vas a arrepentir de esto… — Fue lo último que le dijo antes de salir como una furia de la oficina.

 

.              .              .

Era la quinta vez en menos de un minuto que Ichiji encendía la pantalla de su teléfono para ver la hora. El tiempo seguía corriendo sin piedad, y las plantas de sus pies no paraban de moverse erráticamente con cada minuto que pasaba.

A Sanji solo le quedaba una hora.

Se sobo la frente tratando de calmar su incontrolable dolor de cabeza. Necesitaba un par de píldoras si deseaba amenizar al menos un poco de la desazón que sentia.

—Ichiji. — El siempre amoroso llamado de Reiju hizo al pelirrojo levantar la mirada para ver la tierna pose de un pequeña niña con una peluca de largos cabellos rosados, sentada al frente suyo con un vaso de agua y una pajilla rosa — No te angusties, sé que Sanji volverá pronto.

Reiju, siempre trataba de ver el lado bueno de las cosas incluso en los peores escenarios, pero él no pudo hacer más que suspirar con resignación. — Si, tienes razón... — Comento no muy convencido.

Estaba a punto de volver a presionar la pantalla de su Samsung cuando la voz de Yonji lo llamo. — Deja de ver tu jodido teléfono, Ichiji. ¡Me estas poniendo nervioso! — A pesar de que estuviera sentado en el sofá de la sala con la televisión encendida, Yonji ni siquiera le estaba prestando atención a la programación del día. Cuando Ichiji les hablo de su conversación con el rubio le pareció tan irreal lo que Sanji les estaba pidiendo que simplemente no se lo pudo creer, y más allá de eso…

¿Qué le había dicho Robin para que actuase de esa forma?

—¡Por fin, maldita sea! — Exclamo inesperadamente un animado Niji alzando ambos brazos frente a la Macbook de Sanji. — Logre cambiar los boletos para el vuelo de las dos de la tarde sin que tengamos que pagar la jodida comisión a Aeroflot. ¡Es la última vez que utilizamos una jodida aerolínea rusa! — A diferencia del resto de sus hermanos, el peliazul se encontraba totalmente tranquilo, como siempre para Niji la calma era lo principal, y si bien no lograba entender las razones detrás del inesperado actuar del tarado de Sanji, no ganaría nada torturándose por ello. Estaba seguro de que Sanji no habría cometido tal estupidez sin una razón valida por detrás. 

—¡Que bueno, Niji! — Reiju era la única que trataba de mantener el mayor positivismo posible dentro de su familia.

—Si Niji… ¡Que bueno! — Menciono con ironía el pelirrojo. A decir verdad, eso no le podía importar menos. ¡A estas horas ya deberían estar sobrevolando Alemania de camino a Moscú! No estar esperando en casa ¡A Dios sabe que! Con la incertidumbre a flor de piel. ¡Y es que eso era lo peor!

¡Ni siquiera sabía que era lo que estaban esperando!

—¡Pues la verdad si debieses estar agradecido, imbécil! — Le recrimino azul a rojo. Aunque ciertamente le parecía extraño que le hubiesen permitido realizar esa operación a solo escasas horas de que saliese su vuelo ¿Acaso habían tenido algún desperfecto con el clima o el avión? Porque esa sería la única explicación para que una maldita aerolínea se atreviera a perder dinero. — De no haber hecho esto nos hubieran multado con quinientas libras por persona al cambiar los boletos a último minuto. Y no sé tú, tío MacPato, pero al menos para mí es un total desperdicio de dinero pagar dos mil quinientas libras por una estupidez tan grande como esta.

—Una estupidez que jamás debió haber pasado si Sanji no fuera tan idiota. — Siseo Yonji.

Inesperadamente la contagiosa risa de Reiju hizo a Yonji e Ichiji levantar la mirada — Ahora que lo pienso, ¡Ustedes tres se parecen mucho a Huey, Dewey y Louie!  

Mientras que Niji alzo una ceja sin gracia ante la inocente comparación, el dulce comentario de Reiju si logro sacarle un par de risas al peliverde, quien entendió de inmediato la referencia. — Si, quizás de niños era igual de latosos con Sanji.

Sin embargo, Ichiji no mostro expresión alguna. — No entiendo ¿Quiénes son…?

—¿Nunca viste las películas del Pato Donald en donde salían unos niños pato que eran tan insufribles que en el fondo deseabas que Donald los cocinara y cometiera canibalismo patuno? — Le cuestiono Yonji al pelirrojo con una expresión de sorpresa.

—No. — Contesto secamente — ¿Debería?

—¡Y es por eso que no tienes más amigos que nosotros! — Restregó Niji con sorna. ¡Hasta él había visto esa estúpida película animada al menos una vez de niño! — Aunque bueno… Ahora que lo pienso — Se llevo una mano a la barbilla reconsiderando su amistad con el pelirrojo, solo para terminar con un cojín impactándole de lleno en la cara. — ¡Oye, imbécil!

Ichiji, Yonji y Reiju rieron al ver el resultado de la perfecta puntería del primero. — ¡Vamos! Tu brazo ya está bien. Ahora no tienes más excusas. — Rio tenuemente el pelirrojo al ver como las plumas del cojín sobrevolaban la cabeza del peliazul por el reciente impacto.

—Tienes razón Ichiji…— Subrayo el peliazul con una sonrisa sádica —Y como ya “Estoy bien” ¿Qué tal si jugamos un rato? — Amenazo devolviendo con fuerza el cojín hacia la rojiza cabeza del mayor de los Vinsmoke, pero Ichiji fue lo suficientemente listo como para ver venir ese golpe y hacerse a un lado antes de que le diese. Sin embargo, quien no fue tan rápido fue el peliverde, que termino recibiendo la totalidad del impacto en la cara.

—¡Tsk, mierda Niji! ¡Si serás idiota!

—Ups… — Lamento el aludido sin sentirlo realmente.

Reiju vio con una gran sonrisa la acción, y sin esperar más tomo otro de los cojines que estaban en la sala para gritar con su tierna voz — ¡Guerra de Almohadas! — Anuncio corriendo hacia Ichiji para golpearlo desprevenido con el cojín.

—¡N-No, Reiju! ¡Espera!

—¡Muy tarde, malnacido! — Grito Niji en pie de guerra. Listo para lazarle otro de los cojines que tomo del sofá, pero de forma inesperada termino recibiendo otro impacto por la espalda que provoco que miles de plumas más rellenaran su ropa y fue lo suficientemente fuerte para casi hacerlo caer de rodillas. — ¿¡Pero que!? — Bramo confundido, y al encontrar al culpable gruño con furia — ¡Yonji, mide tu maldita fuerza, animal!

—¡Hahaha! ¡Ya no llores, señorita! — Yonji esbozo una sonrisa con un cojín restante descansando sobre su mano.

—¡No te distraigas, Ichi! — Una impetuosa Reiju no perdió tiempo y tomando desprevenido a su pelirrojo hermano, logro ensartarle un almohadazo en la boca del estómago, llenando de aún más plumas el ambiente.

Ichiji se sorprendió de la inusual fuerza que poseía Reiju, ya que su golpe logro dejarlo sin aire. — R-Rei… — Menciono aun recuperando el oxígeno — ¿Desde cuándo tienes tanta fuerza?

—¡No es que ella tenga tanta fuerza, tarado! Es que tú eres más frágil que el cristal. — Rio aparatosamente Niji. — ¡Ahora dale del otro lado, Reiju! — Grito animando a su hermanita — Al menos así Ichiji podrá decir que algo le dieron por el culo…

Yonji solo tuvo que escuchar esas palabras para empezar a reír como si no hubiera un mañana. — ¡Eres un puto Dios, Niji! ¡Hahaha!

—Niji… ¡Eres la persona más idiota que conozco! — Inmediatamente el rostro de Ichiji muto a una tonalidad incluso más rojiza que su cabello ¿¡Como se le ocurría a Niji soltar esas palabras tan a la ligera!? — ¡No digas esas barbaridades frente a Reiju!

—¡Oh, vamos! — Le restó importancia el peliazul — ¿Acaso crees que en los libros que ella tanto lee solo se toman de las manos y ya? — Rio con diversión, y su teoría solo se vio más contundente cuando Reiju empezó a reír nerviosamente mientras giraba los ojos.

—¡E-Eso no es cierto, Ni! — Al menos no del todo, pensó la pequeña para sí.

—Recuérdame revisar todos los e-books que tienes cuando estemos en el avión, Reiju. — Demando un preocupado pelirrojo.

Reiju solo se limitó a asentir con una sonrisa. Claramente no lo iba a hacer.

—Bien… ¡Todos contra el soporífero humano de Ichiji! — Llamo el peliazul alzando su cojín.

Y a pesar de que el pelirrojo trato de evitarlo diciéndoles que ya no deseaba jugar más, eso no impidió que el resto de Vinsmoke le lanzaran golpes con sus almohadas a diestra y siniestra, llenando casi todo el ambiente con blancas plumas que volaban incontrolablemente alrededor de aquella familia.   

Dándole un toque inusualmente mágico con todas aquellas mini nubes blancas rondando a su alrededor mientras reían sin que nada más pudiese afectarlos.

Incluso Ichiji se permitió sonreír a pesar de que claramente le estaban dando una paliza, y era solo porque con ver la deslumbrante sonrisa de Reiju riendo sin parar frente a él mientras movía impetuosamente su arma de plumas, hacía que se sintiera realmente tranquilo y a gusto.

Fue entonces que uno de los almohadones de Yonji se aproximó con soberana fuerza hacia su rostro, dejando al pelirrojo sin más opción que esquivar el ataque o se llevaría un buen golpe, pero al hacerlo no previo que Reiju estaba detrás de él, por lo que el impacto termino dando de lleno hacia el rostro de la pequeña, provocando que Reiju terminase cayendo hacia el piso por la potencia del disparo, y que los tres hermanos se les tuvieran el corazón en el acto.

—¡Reiju! — Ichiji fue el primero en reaccionar al ver a su hermanita en el piso. Sacándole inmediatamente el cojín de la cabeza para tomándola entre sus brazos. — ¿Estas bien? — Llamo preocupado.

—¡Mierda! — Grito Yonji acercándose rápidamente hacia donde estaba Reiju. El impacto había sido tan fuerte que la peluca de Reiju había salido volando de su cabeza. — ¡Reiju, discúlpame! — Pidió desesperado — ¡Jamás quise—

—¿¡Que te dije sobre medir tu fuerza, imbécil!? — Le recrimino Niji. ¡Diablos! Por eso jamás jugaban de esa forma con Rei.

—D-Descuiden… — Reiju abrio los ojos con cierta dificultad. Su nariz estaba algo rojiza a causa del impacto. — E-Estoy…— Pero no fue capaz de contener por más tiempo sus lágrimas a causa del dolor. Empezando estas a caer sobre su tierno rostro entre gemidos contenidos.

—Estoy b-bien…

Y eso solo hizo que Yonji desease ir hasta su habitación para lanzarse desde el segundo piso. ¡Reiju, lo siento mucho! ¡N-No llores, por favor! — ¿Por qué siempre terminaba haciendo llorar a su hermanita? — ¿La llevamos al hospital? — Pregunto con temor — ¿Qué hacemos? ¿¡Que hacemos!?

—¡Tranquilízate, maldita sea! — Bramo Niji.

—Fue un accidente, Yonji, no te exasperes. — Llamo a la razón el pelirrojo, viendo atentamente hacia Reiju. — Supongo que ya fue suficiente de guerra de almohadas por un día. Yon, ve por una de esas cremas que usabas para tus hematomas. — Le indico al peliverde mientras examinaba la nariz de su hermanita — Descuida Rei, no creo que vaya a hincharse, estarás bien.  

—¡N-No! — Llamo la menor al tomar la manga de Yonji antes de que se fuera — Y-Yo… Yo quiero seguir jugando — Suplico con una tibia sonrisa a pesar de que por su rostro las lágrimas siguieran corriendo — Me estoy divirtiendo como nunca… ¡No quiero que paremos solo por esta pequeñez! — No quería que esa sensación de alegría que embargaba su pecho cada vez que reía junto a sus hermanos se terminase por algo tan simple como un ligero golpe. — He soportado peores dolores.  ¡Esto no es nada! — Señalo con una brillante sonrisa al secarse las lágrimas.

En ese preciso momento los tres hermanos fueron inundados por un desconcierto que los hizo abrir fuertemente la mirada, solo para que segundos después le dieran paso a tenue sonrisa sobre sus rostros. Reiju poseía la cualidad más hermosa que una persona podría tener.

Hacia felices a todos a su alrededor …

Yonji desvío la mirada levemente sonrojado por las dulces palabras de su hermanita, mientras que Niji sonrió de medio lado mordiéndose los labios en el proceso y la mirada de Ichiji se iluminaba momentáneamente para luego levantar a Reiju entre sus brazos.

—Supongo que tienes razón — Le aseguro el pelirrojo en el momento que Reiju pego su frente a la suya — No debemos subestimarte, después de todo eres más fuerte que todos nosotros juntos…

—¿Incluso que Yonji? — Pregunto inocentemente con sus brillantes ojos azules.

—Si nos subimos a un cuadrilátero tu yo, me dejarías en Knock Out en el primer round Reiju.— Le afirmo el peliverde con una sonrisa — De eso estoy seguro.

—¿Cómo Khabib y McGregor? — Le cuestiono con una sonrisa al recordar como Yonji idolatraba a esos dos.

—¿Bromeas? — Dijo con seriedad, solo para después cambiar su expresión por una sonrisa — ¡Tu destrozas a Khabib y a McGregor juntos!

—No le des ideas o viajara a Rusia con la idea de buscar a Khabib solo para poder retarlo. — Rio el peliazul con una divertida expresión.

Ichiji soltó un bufido al pensar en una pequeña Rei desafiando al animal de Khabib que solo con la edad de su hermanita ya combatía con osos reales. — Bien, Yonji, Niji; vayan por un par de escobas —Les ordeno a sus hermanos mientras se dirigía con Reiju a la sala. — Este piso repleto de plumas no se va a limpiar solo, y no está en mis planes dejar la casa sucia.

—¡Agh, debes estar bromeando! ¿Acaso has visto cuantas son? — Exclamo indignado el peliverde. ¡Prácticamente habían dejado todos los cojines sin relleno!

—Por lo mismo deberían empezar de una vez.

—¡Si que eres un maldito oportunista, Ichiji! — Le recrimino Niji — Nos dejas a nosotros limpiar toda la mierda mientras que tú te vas con la mocosa.

—Alguien tiene que cuidar a Reiju luego del golpe que le ensarto Yon. — Remedo con una sonrisa maliciosa. Por supuesto que no planea limpiar en lo absoluto.

Yonji se resignó a soltar una maldición mientras iba rumbo a la cocina por una escoba, y Niji renegó exasperado siguiendo al peliverde.

—¡Y háganlo rápido que Sanji podría llegar en cualquier momento! — Recalco mientras esbozaba una sonrisa victoriosa con Reiju riendo por lo bajo junto con él al ver a sus hermanos regresar con un par de escobas entre las manos. Niji únicamente se limitó a mostrarle el dedo medio, cosa que solo logro aumentar las risas del primero y de la última de los hermanos. 

—Tu limpia aquí, yo me encargo de la sala. — Soltó Yonji desganado, separándose del peliazul para así dividir el trabajo.

—¡Tks! — Gruño a modo de asentimiento empezando a mover de manera furiosa la escoba. ¡Diablos! Ni siquiera sabía cómo usar correctamente esas cosas. Normalmente era Sanji el que se encargaba de limpiar la casa junto con Reiju, y cuando le tocaba a él hacerlo le solía pagar cincuenta libras a una vecina, Alvida, para que se encargase de ello. — “Háganlo rápido porque Sanji podría llegar en cualquier momento” — Imito burlonamente la voz del pelirrojo —¡Pff! Juro que un día de estos le meteré una escoba por él…—

De forma inesperada, la puerta de la casa empezó a retumbar con sobrecogedora fuerza, ocasionando que el peliazul detuviese su pésimo intento de limpieza al instante de escuchar la inusual señal, y Reiju, que estaba junto a Ichiji, se movió de inmediato de su asiento, posando ambos brazos en el extremo del sofá y viendo expectante hacia la puerta. — ¿Sera Sanji? — Pregunto ilusionada.

—¡Pues si se trata de él será mejor que deje de tocar así o hará un agujero en la puerta de Zeff! — Resondro Ichiji furioso.

—¿Acaso del apuro el muy idiota no llevo sus llaves? — Pregunto cansado Yonji.

Los golpes continuaron, y tanto Ichiji como Yonji giraron su mirada hacia Niji, como si solo con los ojos le estuviesen diciendo algo obvio al peliazul, y cuando el segundo de los cuatrillizos noto sus expresiones solo bufo exasperado.

—¡Bien! Yo voy… — Exclamo cansado, dejando la escoba a un lado para ir rumbo a la puerta. — ¡Ya para imbécil, ahora te abro! Deja de golpear de esa forma o romperás la condenada puerta! — Gruño furioso al tomar la manija. Pero al instante que el peliazul destrabo el seguro de la puerta dispuesto a lanzar un millar de improperios contra el rubio por tocar de esa manera tan salvaje, su mirada termino abriéndose a la par de manera exorbitante al encontrar a una persona totalmente opuesta a quien él se esperó.

Tuvo que levantar su cuello para poder verlo a los ojos, con su imponente altura era incluso capaz de tapar el sol, y en el acto sintió que su garganta se secaba al ver a ese monumento de hombre directamente hacia su abrasiva mirada escarlata.

—¿¡Donde esta Vinsmoke Ichiji!? — Demando ofuscado con una molesta, y jodidamente sexy, voz.

Traje Tom Ford azul oscuro, camisa Brionni, Rolex de oro descansando en su brazo izquierdo, mocasines Canali, y una extraña bufanda blanca de la que no pudo reconocer la marca, ¡Pero al diablo! No era capaz de alejar su mirada de ese Dios griego.

Si así se veía con ropa, como se vería sin ella…

Niji ni siquiera lo pensó dos veces cuando casi por inercia cerró la puerta de su casa con él afuera solo para gritarle a es sujeto desde lo más profundo de su ser. 

—¡Yo soy Vinsmoke Ichiji! — Gustoso tomaría el lugar de su hermano con lo que sea que ese hombre quisiese.

Pudo sentir su inquisidora mirada rojiza sobre si, reconociendo de sobra que le estaba mintiendo, y lejos de asustarlo, ciertamente lo prendió bastante, pero antes de que Niji obtuviera cualquier tipo de respuesta, la puerta de la casa se volvió a abrir mostrando la deslumbrante imagen de una pequeña niña.

Provocando que en el acto el hombre que estaba frente a Niji sintiera un nudo en la garganta al notar a una pequeña niña de unos brillantes y encantadores ojos azules pero sin cabello alguno.

—¡Sanji! Por fin estas en…— La dulce voz de Reiju decayó en el acto al notar que el hombre que se mostraba frente a ella no tenía ningún parecido físico con su rubio hermano. — Uhm… Disculpé señor, lo confundí de persona, ¿Busca a alguien? — Pregunto inocentemente.

¡Reiju! — Inmediatamente una voz muy conocida por los tres presentes llamo con fuerza desde el pasadizo — ¿¡Que te he dicho de salir sin llevar un abrigo encima!? — Renegó Ichiji llegando hacia la menor con una chaqueta rosa para cubrirla del frio.

Solo hasta ese momento el pelirrojo fue capaz de divisar quien era la persona que estaba en la puerta de su casa, y cuando sus miradas finalmente colisionaron…

Deseo como nunca el no haber existido jamás.

No fue capaz de ocultar su expresión de absoluta incertidumbre cuando sintió su furiosa mirada encima suyo…

¿¡Porque tenía que ser él!?

¿¡Porque ahora!?

¿¡Como diablos lo había encontrado!?

¿¡Como se atrevía a mostrarse de esa manera frente a su familia!?

—Ka-Katakuri… — Solto su nombre en susurro con la mirada totalmente perdida.

Y fue solo Niji, quien aún seguía con una expresión de absoluta incredulidad, que se giró hacia Ichiji para recitarle unas palabras totalmente inverosímiles.

—Ichiji… Te buscan. — Menciono estupefacto. 

.              .              .

En el instante que Zoro subió a su Dodge puso sentir que poco a poco sus oídos se empezaban a ensordecer, lentamente todo lo que lo rodeaba solo se empezó a reducir a su alrededor, pero él mantenía la mirada totalmente fija e inamovible. La presión que ejercía sobre el volante era visceral, y de un momento a otro salió de su impenetrable estado para impactar toda la fuerza de sus manos contra el timón, haciendo vibrar al auto con las replicas de su fuerza.

—¡¡Mierda!!

 Su descomunal grito salió como una forma de tratar de salvaguardar la poca cordura que le quedaba al liberar toda la impotencia que sentía.

Acababa de perder una oportunidad única de terminar con toda la mierda.

No pudo descifrar si su vehemente forma de conducir se debía a que deseaba llegar a casa lo más pronto posible solo para embriagarse hasta caer desmayado, o porque realmente estaba buscando que alguien lo chocase, pero a pesar de que manejo como un energúmeno sin respetar en lo más mínimo las reglas de tránsito, ni el límite de velocidad, no le ocurrió nada...

Al llegar a su propiedad en Chelsea, aparco su auto de la peor manera posible, dejándolo por encima de la vereda sin importarle que luego una grúa viniera a llevárselo. Casi desnivela la puerta del Dodge por la fuerza con la que cerro su auto, y con ese mismo frenesí se dirigió hacia su casa, pero tuvo la desgracia de encontrarse con la ultima persona que deseaba ver en estos momentos, sentado sobre las escaleras de su pórtico.  

Apenas Sanji lo vio, levanto su mirada con un brillo muy especial en sus ojos.  

—¡Zoro! — Exclamo el rubio al levantarse de los escalones de ladrillos. Lo había esperado por casi dos horas, pero solo porque el peliverde lo escuchase sería capaz de esperarlo por toda una vida.

Pero Sanji era lo último que Zoro necesitaba en estos momentos.

—Lárgate...

Sanji desencajo su mirada al oír la inhóspita voz del peliverde. Ni siquiera perdió su tiempo viéndolo, siguió de frente como si él ni siquiera existiese hasta llegar a la puerta de su casa y sacar sus llaves.

—¿Disculpa? — Su voz salió con cierta molestia, y de inmediato se giró indignado hacia el peliverde — ¿¡Que diablos te pasa!?

—¡Piérdete Sanji, déjame en paz! — Fue todo lo que se dignó decirle al ingresar a su casa.

Y apenas el rubio noto que Zoro ni siquiera iba a dignarse a dejarlo hablar, fue corriendo hasta chocar su cuerpo contra la dura madera antes de que Zoro le cerrase la puerta en la cara.

—¡Maldito imbécil! ¿Estas sordo? ¡Dije que te largues! — Le rugió con extrema aspereza. — ¡No quiero escuchar nada de lo que me tengas que decir! ¡Desaparece de mi vista! — Lo único que quería era estar solo.

Pero Sanji jamás haría eso… No. Eso jamás.

—¡Mira idiota! No me importa que clase de problemas estés teniendo, pero dijiste que me ibas a escuchar ¡Solo te estoy pidiendo cinco minutos de tu tiempo! Luego de eso me iré.

—¡Me importa una mierda lo que te dije! ¡Ahora suelta mi maldita puerta o juro que te la tirare en la cara!

—¡No, no lo hare! — Esta era la última chance. ¡Zoro era su última esperanza! Su última oportunidad de mantener a su hermanita a su lado, y no le importaba que el peliverde le rompiese todos los huesos del cuerpo si con eso lo escuchaba.

Pero eso solo logro encender aún más la violencia de Zoro, que como nunca antes deseo tener su arma a la mano y poder disparar, pero Sanji no se quedó atrás y pateo la puerta con toda la fuerza que guardaba dentro de él, logrando que Zoro retrocediera unos centímetros, pero que fueron suficientes para que el rubio entrara a la fuerza a su casa. Se llevo una ligera sorpresa al notar que toda la imponente propiedad estaba totalmente vacía. Sin ningún mueblo, tapiz o si quiera un cuadro.

Solo eran paredes vacías y frías.

—¡Niñato idiota! ¿¡Qué mierda crees que haces!?  ¡Podría arrestarte por invadir la propiedad privada!

—¿¡Que esperas!? ¡Espósame si te atreves! — Sanji jamás había tenido tantos deseos de golpear a alguien como a Zoro en esos momentos, pero debía de calmarse. Después de todo iba con la intención de pedir un maldito favor, y si ambos permanecían así de exaltados jamás llegarían a nada. — Zoro, por favor… — Lo llamo respirando fuertemente en busca de calmarse — Ya casi no me queda tiempo, solo te pido que me escuches.

Pero la expresión del peliverde solo se oscuro a medida que escuchaba su voz. Acercándose hacia el rubio de manera peligrosa hasta quedar a solo centímetros del rostro de Sanji. No le importaba lo que sea que le estuviese pasando. En estos momentos la rabia e importancia que sentía consigo mismo no le permitía ver nada más allá que su propio infierno en vida.

—Sal por donde viniste… o juro que voy a destrozarte con mis propias manos, Sanji.

—No te atreverías… — Hablo incrédulo.

—¡No me provoques, niño! — Alzo la voz ya harto de la situación — ¡No tienes idea de lo que soy capaz!

Sanji fue víctima de un extraño temblor al escuchar las mortales palabras de Zoro. Esa mirada carente de toda empatía no era en absoluto aquella mirada tranquila que el tanto recordaba

¿Qué había pasado para que estuviese así?

Zoro no dijo más y se apresuró en ir hacia su cocina para sacar una botella de Whisky de entre una de las gavetas. Infinitas cantidades de alcohol eran lo único que realmente se había dignado a comprar para su despensa. En estos momentos era lo único que necesitaba y estaba dispuesto a hacer. Arranco la tapa y sin delicadeza alguna empezó a tomar del pico de la botella de King George, pero no pudo continuar disfrutando de su pequeño placer cuando vio la imagen de Sanji nuevamente frente a él.

—¡Por la…!

—¡Se trata de mi hermana! — Exclamo con sus ojos fijos en él. — Zoro, cuando te hable de Reiju, te mencione que ella agonizaba, ¡Pero jamás te dije por qué!

El peliverde gruño exasperado, ¡Sanji no podía estar haciéndolo esto! — Mira Sanji, no se quien mierda pienses que soy, pero definitivamente ¡No hago milagros!

—Mentira, ¡Tu si puedes! — Le suplico colocándose al frente de la barra, justo frente a la mirada del peliverde. — Mi hermana tiene cáncer, Zoro.

Y de repente esas simples palabra hicieron que el mayor mostrara una imagen de total desconcierto frente al rubio.

 Esto no podía estarle pasando… No otra vez.  

—Leucemia linfática aguda en etapa IV, — continuo Sanji — Ella necesita un trasplante de medula ósea para poder sobrevivir ¡Es lo único que le salvará la vida! Y si no consigue uno ahora, en seis semanas, mi hermana definitivamente morirá!

—¿¡Y porque mierda vienes a decirme todo esto a mí!? — Alzo la voz ya fuera de sí.

—¡Porque tú eres compatible con mi hermana, Zoro! — Grito con la misma potencia dejando al peliverde con una expresión totalmente indescifrable. — ¡Te lo suplico! — Rogo colocando ambas manos sobre su pecho — ¡Se el donante de Reiju! ¡Sálvale la vida! Si lo haces estaré en deuda contigo por lo que me resta de existencia ¡Por favor, Zoro! No quiero perder a la persona que más amo en este mundo.

Lo que más le dolía a Sanji de sus suplicas era el tener que estar rogándole a alguien más que salvara la vida de Reiju, cuando él ¡Siendo su propio hermano! No era capaz de hacerlo. Amaba a Reiju con todo su ser, gustosamente daría su vida por la de ella, pero…

No tenía su sangre…

Fue tan frustrante saber que ninguno de los cuatro podía ser si quiera un candidato apto para Reiju, quedándose sin más opciones que amarrarse a una esperanzaba tan vacía como esperar a que llegase un donante que fuese compatible con ella.

Convirtiéndose en una espera lenta y tortuosa que solo los hacia agonizar más cada día ante la más cruda de las incertidumbres.

¡Y aun así! Con todas las probabilidades en contra, no todo estaba perdido para ellos. Porque frente a él estaba la única persona que podía salvar a su hermana.

Pero lejos de mostrar si quiera la más mínima muestra de empatía, el peliverde presiono sus dedos con furia. Mordiéndose los labios del maldito coraje que sentía en estos momentos.

—Largo de aquí, Sanji… — Revelo con un tono extremadamente frio. — No quiero tener que volver a verte nunca más, ¿Me escuchaste, bien?

Esas solas palabras fueron incluso peores que recibir un puñal a traición para el rubio. Sintió que su pecho había dejado de latir cuando Zoro le hablo carente de toda expresión — N-No — Negó con la cabeza aun sin poder asimilar las palabras del peliverde — C-Creo que no me oíste bien… ¡M-Mi hermana—

—Te escuche muy bien… — Corto el peliverde — Quieres que sea el donante de tu hermana, y yo te digo que no lo hare.

—N-No, Zoro ¡No hagas esto! — Le suplico tomándolo de los hombros sin saber que más hacer. — Tu eres un buen hombre, sé que lo que te pido no es algo sencillo, pero—

Sanji retrocedió asustado cuando Zoro lanzo la botella de Whisky con furia hasta hacerla estallar contra la pared de la cocina manchando así el impoluto muro con una enorme mancha que solo oscurecía más y más de la pureza del mismo. De inmediato pequeños miles de vidrios se dispararon a solo centímetros de Sanji por la fuerza del golpe y un pesado aroma a alcohol se apodero del ambiente.

—¡Cállate Sanji, no tienes ni la más mínima idea de la clase de persona que soy! — Le recrimino gritándole a solo centímetros del rostro — Yo… soy una mierda de ser humano. — Reconoció con total resignación.

Solo fueron necesarias esas palabras para que la mirada de Sanji se rompiera en instantes. Dándose cuenta que la última esperanza que le quedaba se desvanecía como arena entre sus dedos…

N-No… Esto no se podía terminar así… ¿Iba a perder a Reiju por el egoísmo de Zoro?

Se armo de una furia que jamás había sentido antes, y con la misma potencia en la que sentía su corazón herido, levanto su brazo lanzándole una fuerte bofetada al peliverde, que a pesar de que fue capaz de ver venir el golpe, le permitió a Sanji hacerlo, porque ciertamente,

Se lo merecía.

—Tienes toda la razón ¡Eres escoria, Zoro! — Grito totalmente herido. — ¡Y mereces toda la mierda que te está pasando! ¡No sé qué diablos fue lo que le hiciste a Robin o a tu familia, pero solo hasta ahora me doy cuenta de que mereces todo su desprecio! — Después de todo, él podría llegar a ser tan, o incluso, más hiriente que el resto de sus hermanos — Espero que jamás recibas su perdón ¡Porque un ser tan despreciable como tú no merece conocer la paz nunca! — Fue lo último que le dijo antes de dar media vuelta y largarse de ese condenado lugar. No iba a permitir que Zoro viese las incontrolables lagrimas que ahora inundaban todo su rostro.

Zoro ni siquiera intento detenerlo, escuchando a lo lejos el rudo portazo del rubio que por poco y destroza su puerta. Por el contrario, se mantuvo en esa misma posición con la mirada oculta y el rostro aun volteado.

Si, le había dolido, pero más allá del dolor físico, la paliza mental que le había dado el rubio con sus palabras fue mucho más efectiva.

—Lo lamento, Sanji. No te imaginas cuanto… — Declaro a pesar de que el rubio ya no lo pudiese escuchar, — Pero yo…

«No estoy dispuesto a repetir mi pasado…»

A través de una vieja radio, la calmada tonada de «What's up?» sonaba en un pequeño cuarto en el que apenas entraba una cama y otros cuantos muebles, llenando así el calmado y perfecto ambiente con su singular sinfonía. Mientras que un joven peliverde que estaba tumbado sobre la cama veía con profunda satisfacción a las dos personas que tenía a su lado.

Y que lo representaban todo en su vida.

«—Zoro, ¿Te quedaras con nosotros siempre, no? — Le pregunto una tierna voz tomándolo de la mano. La diferencia de sus tamaños era enorme, pero aun así respondió a su saludo con la misma intensidad.

El peliverde rio por lo bajo. «—Por supuesto que si… — No le importaba la opinión de su familia ni de nadie más. Él jamás se apartaría de su lado.

Ver al pequeño esbozar una gigante sonrisa lo hizo sonreír de medio lado.

«— ¿¡Oíste eso, mami!? ¡Zoro se va a quedar con nosotros para siempre! — Le dijo emocionado a una hermosa pelinegra de preciosos ojos azules.

«—Fufufu… Claro que si mi amor.

.              .              .

El aire se había convertido en un humo pesado y denso, no era capaz de respirar. Únicamente era capaz de seguir de pie por aquella sobrehumana dosis de adrenalina que ahora corría por sus venas y le gritaba que corriera en todas la direcciones posibles. Centenares de emociones lo golpearon con una fuerza tan prominente que sentía que su cuerpo saldría volando en cualquier momento de allí, pero era incapaz de hacerlo, ya que había caído preso de una telaraña mortal, y por más que desease abrir sus alas para volar lejos de allí con todas sus fuerzas, le era imposible. Porque su más grande depredador estaba listo para sacar los colmillos, destrozándolo lenta y dolorosamente.

Pero él no estaba dispuesto a ser devorado sin antes luchar.

—Reiju. Niji. — Llamo en un susurro a sus hermanos — Entren a la casa. — Ordeno de inmediato.

Reiju vio a Ichiji con cierta confusión. Inmediatamente su mirada se turnó entre el hombre que estaba frente a ellos y su hermano. No entendía absolutamente nada de lo que estaba pasando — Ichi, ¿Qué esta ocurri—

—¡Reiju, maldita sea! — Elevo sus decibeles sin poder contenerse, provocando que la niña retrocediera en con un tembloroso gemido saliendo de ella. — ¡Deja de hacer preguntas y haz lo que te digo por una vez! — Se encontraba en un estado de desesperación absoluta.

¡Tenía que sacar a Reiju de allí sin importar que!

La mirada de Niji se oscureció de inmediato al ser testigo de la deplorable reacción del pelirrojo. ¡Le importaba un carajo lo que estaba pasando entre Ichiji y ese sujeto! Esta era la última actitud de mierda que le aguantaba con Reiju, pero antes de que el peliazul le lanzara un puñetazo a su hermano para reacomodarle el cerebro, algo inesperado sucedió.

Katakuri, cuya mirada se oscureció al ver el tempestuoso actuar de Ichiji, opto por doblar su rodilla, colocándose a una altura similar a la de Reiju. Viéndola con genuino interés ante la cada vez más nerviosa mirada de Ichiji. — Lamento mucho haber aparecido de manera tan abrupta en la puerta de tu casa, Reiju… — La llamo por su nombre con una tranquila expresión, haciendo que la niña lo viese con una confundida expresión en su angelical rostro.

—¿Quién eres tú? — Pregunto curiosa al juntar sus pequeñas. No sabía porque, pero a pesar de su indiscutido porte, ese hombre no la asustaba en lo absoluto.

—¿Yo? — Le siguió el juego al alzar ambas cejas de manera divertida. Hizo una pequeña pausa sabiendo que cada segundo que pasaba solo pondría más y más nervioso a Ichiji — Digamos que soy una persona muy especial para tu hermano. — Afirmo carente de toda duda.

Para este punto la respiración de Ichiji ya estaba totalmente errática, y a pesar de que deseara empujar contra el asfalto a Katakuri por haber dicho tremenda sandes, no le quedaba de otra que mantenerse al margen de esa conversación sino quería asustar a su hermanita.

Sin embargo, Reiju, que estaba desligada de todo lo que acontecía a su alrededor, inflo sus mofletes de manera curiosa. Recapacitando las palabras de ese hombre en su mente. — ¿Especial como Heathcliff y Catherine o como Beren y Lúthien?

«¿¡Reiju, como se te ocurre hacer esa comparación!? — Grito para sus adentros el pelirrojo.

—Así que leíste el “El Silmarillion”. — Le cuestiono Katakuri intrigado.

—¡Cuatro veces, si! — Aseguro con una gran y animada sonrisa. — ¡Me encanta todo el universo de Tolkien! Ichiji me leía el “El señor de los anillos” desde que era una bebe ¿Y qué hay de ti? ¿Tambien te gustan sus libros? — Le pregunto emocionada.

—¿Realmente me estas preguntando eso? — Su tono sonó hasta algo indignado, y se hizo notar en su mirada. “El Hobbit” fue el primer libro que leyó de niño. — No podía esperar más a que se publique “La caída de Gondoling” y le pedí a Christopher Tolkien que me pasara los manuscritos del libro.

La fascinada mirada de Reiju no pudo hacer más que agrandarse afectuosamente, incluso el propio Ichiji se sorprendió con la aseveración de Katakuri ¡El libro recién saldría a la venta en un año, y ese bastardo ya lo había leído!

—¡Por favor, tienes que contármelo! — Le suplico en el acto Reiju, ya había descartado poder leer de primera mano la historia de Idril y Tuor al saber que la fecha de estreno estaba tan lejana, ¡Pero él hombre que estaba arrodillado frente a ella ya sabía el desenlace de su trágica historia de amor!

—Descuida, te hare llegar la copia que tengo. No quiero arruinarte la experiencia. Tolkien utiliza muchos paralelismos con la Ilíada y otros mitos griegos en la obra que la hacen sumamente sublime a ojos del lector.

La pequeña no oculto sus sorpresa al escucharlo — ¡Oh~! ¡Muchas gracias... Uhm…! — Hizo una ligera pausa al no saber el nombre de aquella persona para agradecerle su gesto de primera mano, por lo que el granate solo se limitó a sonreír por debajo de su bufanda.

—Katakuri. — Menciono su nombre haciendo que la niña volviera a sonreírle de oreja a oreja con sus enormes ojos azules brillando de una inusitada alegria.

—¡Muchas gracias, Katakuri!

Ese pequeño gesto del Charlotte para con su hermana hizo que a Ichiji se le oprimiera el pecho. Se veía tan natural al tratar con niños, como si supiera exactamente qué hacer para mantenerlos felices, y era algo tan novedoso para él, porque aquella aura de impenetrable frialdad que siempre mostraba frente a otros parecía romperse cuando trataba con humanos pequeños.

El mayor asintió sin problemas ante las sentidas palabras de la niña, para después acercarse un poco más hacia Reiju a susurrarle unas cuantas palabras — Reiju, ¿Crees que me puedas conceder un favor?

—¡Claro que sí! — Le aseguro con una sonrisa.

—¿Me prestarías a tu hermano por un momento? — Pregunto dirigiendo su mirada hacia un pelirrojo que gimió desprevenido al sentir su intensa mirada escarlata sobre él.

—¿Me lo devolverás pronto? — Pregunto con una imagen de seriedad, que más que tensión, causaba mucha ternura — Porque tenemos que tomar un avión a Rusia.

—¡Reiju! — Esta vez Ichiji si tuvo que intervenir. Reiju podría hablar de más o—

—¿A Rusia? — Le pregunto Katakuri en un tono juguetón a la menor al mismo tiempo que alzaba una de sus arqueadas cejas. — ¿Y porque de todos los lugares en el mundo se iran a Rusia?

«¡Ya fue suficiente!»

Ichiji tomo a su hermana de los hombros en un intento por meterla a la casa, y fue solo entonces que Katakuri se dignó a dirigirle la palabra — Ichiji, estoy hablando con tu hermana. No seas maleducado… ¿Quieres? — Expectoro en un tono tan calmado y simple que para cualquiera que lo oyese hubiera sido completamente normal, pero Ichiji lo pudo reconocer de inmediato.

Le estaba dando una advertencia.

—Continua Reiju. — Le pidió en tono totalmente afable.

«¡Maldito manipulador!»

Reiju le sonrió llena de confianza y prosiguió. — ¡Desde que leí a los clásicos rusos es que quiero conocer su país! Para así ver de primera manos los edificios y las historias que inspiraron a Tolstoi y Dostoievski — Le relato llena de emoción.

—Es cierto que el Kremlin es un lugar que te deja sin aliento, pero creo que el Palacio de Invierno guarda un poco más de la verdadera esencia de la época Zarista a la que Tolstoi tanto criticaba en sus obras. — Le menciono con total franqueza.

 Los ojos de Reiju brillaron con gran curiosidad. No tenían pensando ir a San Petersburgo, pero si Katakuri le decía que era incluso más sorprendente que la fortaleza roja debía ser por algo. — ¿Tambien conoces Rusia? — Pregunto fascinada.

—Vivi en San Petersburgo por un tiempo, maso menos cuando tenía tu edad.

Ichiji se vio a si mismo persuadido por ese dato. Pensaba que Katakuri se había criado en Inglaterra.

—¡No puedo creerlo! ¿Y qué tal es, San Petersburgo? ¿¡Te gusto!?

—No. — Admitió en el acto soltando un divertido bufido. — La ciudad es hermosa, pero nunca me ha gustado el frio y su clima me repelió totalmente. — Y no solo eso, adaptarse al idioma, la escuela y la nueva comida. Fue un verdadero dolor de cabeza para él, aunque guardaba muchos buenos recuerdos del gigante de hielo.

—¿Entonces puedes hablar en ruso?

«Konechno, khotya ya nemnogo zarzhavel, potomu chto davno ne pol'zovalsya.» (Por supuesto, aunque estoy algo oxidado porque no lo uso hace bastante tiempo.) — Le contesto con un ruso casi autóctono, que hizo a Reiju abrir su pequeña boquita en una gigante “o”.

Sin esperar otro segundo más Reiju lo tomo del brazo totalmente emocionada — ¿No quieres acompañarnos a Rusia, Katakuri? ¡Serias un estupendo guía!

¡Oh no! Finalmente había sobrepasado su límite ¡Eso solo ocurriría por sobre su cadáver!

—¡Reiju, entra a la casa! ¡¡Ahora!! — Grito exasperado, cortando asi la plática entre Katakuri y su hermanita de raíz. 

A pesar de la latente mirada que Katakuri le mostro y de los desencajados ojos de su hermanita al verlo, Ichiji estaba dispuesto a sacar al granate de allí así tuviera que hacerlo a la fuerza, pero sorpresivamente hubo un ficha que se movió de manera inesperada en el tablero, y fue cuando Niji, — Quien había estado cual sigiloso felino, observando con su brillante mirada como se desarrollaba la conversación acontecida entre Katakuri y la mocosa — finalmente decidió intervenir. Cargando a su pequeña hermana entre sus brazos, solo para lanzar una escueta pregunta que hizo que la piel de Ichiji se enrojeciera cual acero expuesto a las llamas.

—¿Es él de quien me hablaste? — Pregunto alzando una de sus espiraladas cejas con total intriga.

Ichiji se apresuró a responder, pero de inmediato la voz de Katakuri se impuso.

—Si, soy yo.

—¡Eres un imbécil! — Le recrimino el pelirrojo a Katakuri — Niji, ¿De qué diablos estás hablando? ¡Yo jamás hable de absolutamente nadie contigo! — Negó exasperado. Lo último que necesitaba era que Katakuri pensaba que platicaba de él con su hermano cual colegiala enamorada y alimentar aún más su ego.

A lo que el peliazul solo mostro una alargada sonrisa mientras asentía pausadamente. — Llévatelo todo el tiempo que necesites. — Se dirigió a Katakuri sin ni siquiera recaer en Ichiji. — Apropósito, lindo auto. — Lo elogio sin poder quitar la vista de ese impresionante Apollo.

—Gracias. — Comento secamente Katakuri.

—Sabes, este es el momento en el que me ofreces tu deportivo para ganarte mi aprecio como cuñado. ¡Tal y como lo hiciste con el maldito libro de Reiju!

—¡Niji! — Exclamo Ichiji totalmente abochornado. — ¡No te atrevas a—! 

—Si, eso no pasara. — Katakuri se encogió de hombros. — Es de colección.

El peliazul rio sin mesura — Al menos lo intente. — Antes de entrar a casa, se detuvo a escasos centímetro de Ichiji para susurrarle algo de tal forma que solo el pelirrojo lo pudiese escuchar. — Quizás me equivoque y te dieron con algo mucho más duro que un simple cojín…

—¡Niji, te voy a—!

—¡Despídete Reiju! — Le pidió en un tono de falsa dulzura el peliazul a su hermana cuando la tomo del brazo y empezó a moverlo frenéticamente frente a Katakuri simulando una despedida — ¡Adios, Katakuri! Fue un verdadero placer conocerte — Le soltó con un tono provocativo.

—¡Si! Esperamos verte pronto, ¡Y piensa en lo que te dije de Rusia! — Se despidió la niña antes de entrar a la casa junto con Niji.

—Descuida, Reiju… Me veras más pronto de lo que imaginas. — Menciono en un enigmático tono que hizo a Ichiji erizar su piel.

El pelirrojo trato de aprovecharse la situación e ir junto con sus hermanos, cuanto una fuerte opresión en su brazo lo detuvo. Katakuri había tomado su extremidad con sobre exagerada fuerza, provocando que descendiese un par de escalones de manera involuntaria, y generando un sobrecogedor temblor en su interior.

—K-Katakuri — Susurro con voz contenida aun dándole la espalda al mayor. — M-Me estás haciendo daño.

—Cierra la boca. — Hablo en un tono totalmente oscuro por debajo de su bufanda. Provocando que Ichiji abriera fuertemente su mirada y su respiración se descompensase.

Katakuri jamás le había hablado así antes.

Los hermanos de Ichiji ya no estaban más con ellos, así que ahora podría centrar toda su atención en la persona a la que fue a buscar desde un principio. —Sube a mi auto, Ichiji. — Le ordeno señalando con la mirada su increíble superdeportivo, un Apollo Intensa Emozione.

Pero él no estaba dispuesto a abandonar a su familia solo por un simple capricho de Katakuri. ¡Que le arrancase el brazo si quiera! Él no iba ir a ninguna parte. — No. ¡No lo hare!

—Podemos hacer esto por las buenas o por las malas. — Exclamo tornando su voz cada vez más oscura — y yo en tu lugar escogería no ponerme más furioso de lo que de por sí ya estoy.

—Si no me sueltas en este mismo instante, juro que voy a gritar. — Le desafío aun de espaldas.

—Adelante, ¡Hazlo! — Alentó sin una pisca de remordimiento — Apenas vean quien soy nadie moverá un solo dedo para ayudarte, y él que sea tan imbécil como para intentarlo terminara conectado a un soporte vital.

—¡Eres un desgraciado! — Le escupió con voz contenida mientras negaba con la cabeza sin poder creer lo que estaba escuchando. — Primero llamas a mi casa, luego te muestras ante mi familia de esta manera ¿¡Y ahora esto!?  

—No me des todo el mérito, que gran parte fue causado por tu completa inmadurez e incapacidad para manejar la situación. — Soltó sin tapujos. — Vas a venir conmigo, y francamente, me importa una mierda que no quieras.

—¿Disculpa? ¿¡Acaso te volviste completamente loco!?

—Ichiji, no me obligues a hacer algo de lo que más adelante ambos nos vayamos a arrepentir. — Enfatizo sin un ápice de gracia — Entra a mi auto, ahora. Es la última vez que te lo digo con palabras. — Solo su voz logro incinerarlo por completo.

Sus labios temblaron ante la incertidumbre que sentía. ¿Qué pasaba cuando te realizaban un Jaque Mate? Normalmente este solo ocurría al quedarse sin escapatoria ante una contraofensiva enemiga, dejándote totalmente expuesto a la estocada final de tu contrincante. La torre; siempre fuerte, te arrollaba. El alfil; traicionero, atacaba por la espalda. El caballo; vigoroso, saltaba por encima tuyo. El peón; pequeño e insignificante era inofensivo, pero en conjunto, eran como miles de puñales destrozándote a la vez, y la Reina, que era la que por antonomasia hacia el trabajo más profesional, se alzaba como una viuda negra en el tablero decapitando a sus enemigos, pero…

¿Qué pasaba cuando un Rey le hacía Jaque Mate a otro Rey?

Caería no el que atacase primero, sino el que diese la estocada más mortífera.  

Katakuri había hecho un movimiento suicida, arriesgándose como ningún Rey lo habría hecho antes y yendo hacia el mismo frente de batalla a cortar todas sus vías de escape. Dejándolo en un total y absoluto Jaque Mate.

Niji permaneció con el entrecejo arrugado y con una mirada totalmente incisiva al ver como Ichiji entraba por voluntad propia, pero con clara reticencia, en el copiloto de ese majestuoso auto negro a través del visor de la puerta. Podía escuchar las curiosas voces de Reiju y Yonji a sus espaldas. Diciéndole que le dejaran ver lo que estaba pasando, pero el simplemente no se movió.

Había oído gran parte de su conversación tras bambalinas, y pudo obtener datos muy interesantes de ello.

—¿¡Porque diantres dejaste que Ichiji se fuera con ese sujeto, Niji!? — Yonji ni siquiera se dignó a ver lo que estaba aconteciendo en la puerta de su casa porque pensó que se trataba de Sanji, y prefirió no salir al creer que Ichiji y Niji le estaban dando la putiza de su vida. Ya cuando entrase le daría su merecido, pero vaya que se quedó totalmente estupefacto cuando Reiju le hablo totalmente animada de quien se trataba en realidad. — ¿Qué mierda tienen él y tú en la cabeza? ¿¡Y si Sanji regresa e Ichiji no está!? ¿Y si ese sujeto le hace algo?

—Descuida. — Menciono viendo hacia la puerta unos últimos instantes, volteando lentamente para darle una mirad fresca a Yonji. — Ese hombre no le hará nada a Ichiji. — «Nada que él no quiera al menos», pensó para sus adentros.   

—¿¡Y como diablos puedes afirmar eso!? — Le pregunto ya totalmente exaltado. ¡Esto ya era el colmo! ¡Vivía con puros locos desligados de la realidad! ¡Primero Sanji! ¡Luego Ichiji! ¡Y ahora Niji! ¿Y en verdad era él el menos brillante de entre los cuatro?

—Yonji, yo no suelo equivocarme con las personas. — Remedo en un tranquilo suspiro. — Mira el lado positivo de todo esto, al menos así tendremos más tiempo para limpiar.

—¡A mí no me interesa que la casa este limpia mientras que un completo desconocido se llevó a Ichiji y tu no hiciste nada para detenerlo! — Le reclamo al peliazul, pero Niji ni siquiera le prestó atención. — ¡Niji, vuelve acá! ¡Escúchame por una vez, maldita sea!

Pero Niji no estaba preocupado en lo absoluto, porque solo con recordar el trato tan personal que tuvo Katakuri con Reiju y su posterior conversación con Ichiji, entendió de inmediato una cosa, y era que ese sujeto sin lugar a duda, y por un amplio margen, era el ser más condenadamente transparente que había visto jamás.

Y tal vez, era el freno que necesitaban para no cometer el que a sus ojos, hubiera sido el peor error que hubieran realizado en sus vidas de haber subido a ese maldito avión rumbo a Rusia.

 

.              .              .

En esos momentos, desde el gris cielo de Londres se podía apreciar un vuelo de Aeroflot que llevaba la marca de la bandera rusa en el ala central, alzándose al cielo con rumbo fijo hacia la capital del país más grande del mundo. Y al mismo tiempo, desde aquella misma penumbra gris que cubría el firmamento, realizaba su maniobra de aterrizaje sobre la pista de Heathrow un trasatlántico que se anclo a tierra con abrumadora potencia.

Su recorrido se prolongó con desbordante intensidad hasta lograr estabilizarse. Dirigiéndose así hacia Heathrow Terminal Five, y solo cuando el avión estuvo totalmente estático, fue que la carismática voz del capitán de la aeronave se comunicó a través de los parlantes.

«—Damas y Caballeros, bienvenidos al Aeropuerto Internacional Heathrow. Acabamos de completar el aterrizaje a las diez de la mañana hora local. Londres nos recibe con una temperatura de nueve grados centígrados, por lo que les recomendamos salir correctamente abrigados. Les agradecemos el volar con British Airways, disfruten de su estadía y esperamos verlos en una próxima ocasión.

Escucho el discurso del piloto con notoria frivolidad, y desabrocho el cinturón de seguridad para tomar su clásica Louis Vuitton Bisten de los compartimientos superiores de la cabina para así salir de primera clase rumbo a la salida, aunque claro…

No sin antes colocarse su característico sombrero de copa sobre la cabeza.

Su andar era lento pero gratamente elegante, y su pulida, pero raras veces vista sonrisa se mostraba con inusual sorpresa al verse en Londres nuevamente, y es que no era para menos, ya que no había lugar como el hogar. Le agradeció con un notorio y muy marcado acento ingles a las excesivamente maquilladas aeromozas que le deseaban una feliz estancia a las puertas del avión, porque sí.

Sin duda alguna sería una visita inolvidable.

Lo primero que vio al bajar por las escaleras fue a una camioneta Aston Martin DBX, junto con el chofer esperándolo a las puertas del mismo para tomar su equipaje sin decirle ni una palabra, y abrirle la puerta trasera del auto.

De inmediato se topó con una botella de vino «Dominio de Pingus» ya abierta sobre el minibar, tambien había una única copa vacía, y al buscar el cristal restante su felina mirada recayó en la presencia de una hermosa mujer de largos cabellos negros con un destellante traje blanco, pero ella ni siquiera recayó en su presencia, manteniendo su mirada fija sobre la ventana como si él ni siquiera existiese, al mismo tiempo que degustaba de una generosa cantidad de vino en su copa de cristal.

Bufo complacido de verla. Siempre haciéndose la difícil. Tomo la botella de vino llevándose la sorpresa inicial de que estaba prácticamente vacía. Rio por lo bajo y paso a servirse en silencio lo poco que quedaba sobre la copa restante, pero al degustar del sabor de la cosecha de semiseco termino gruñendo con cierta incomodidad, rechazando el amargo sabor en el acto.

—Nunca llegare a comprender en su totalidad ese gusto tuyo por el vino español. Es demasiado malo. — Repudio indignado mientras terminaba el líquido de un solo trago.

—El problema es que el organismo de ustedes los británicos no está hecho para degustar de una fina copa de vino. Son tan ordinarios que anteponen el porcentaje del alcohol a la calidad del mismo — Le comento aburrida aun sin dignarse a verlo.

—Y aun así, pensé que me recibirías con un buen Macallan, y en su lugar, trajiste esta vinagre. — Se expreso con soberana soberbia dejando la copa vacía a un lado.

—Pues te informo que es una vinagre de mil seiscientos euros. — Menciono sin darle importancia realmente.

—Mil seiscientos euros es lo que le pago al psicólogo de Hattori segundo por una hora de sesión. — Expreso sin miramientos, viéndola fijamente por el rabillo del ojo.

—Claro, porque ser tu mascota debe llevar a una depresión tan severa que merece la pena ser tratada para evitar el suicidio animal. — Contrataco con una sonrisa traviesa.

Rio por lo bajo — Al menos tus hermosos brazos aún siguen intactos.

La morena mostro una risa sin sentir verdadera gracia. Probando con extrema pausa el ultimo resquicio que quedaba de vino al resbalarse por sus carnosos labios y delinearlos lentamente con su traviesa lengua. Quedando la marca de su labial MAC impregnado de manera coqueta sobre el vidrio.

Pero el erótico espectáculo llego a su fin cuando tiro con brusquedad del brazo de la morena, sentándola a horcadas sobre su ya despertada y vibrante hombría. — ¿Te parece si empezamos a recuperar el tiempo perdido desde ya?

—¿No estas cansado por el vuelo? — Susurro sobre sus labios con falsa preocupación.

¡Esta maldita mujer! Siempre queriendo jugar con él de esa forma. —Por el contrario, nunca he tenido tanta energía acumulada como ahora. — Sin embargo, ya conocía todos sus trucos, y lentamente fue bajando el ajustado corpiño blanco hasta liberar sus enormes y sonrosados pezones. Exprimiendo con sus pulgares la suave textura de estos hasta hacer a Vi arquearse soberanamente sobre él.

—Siempre te ha gustado usar esta clase de ropa tan ajustada y reveladora. — Susurro probando la suavidad de sus senos — Me pregunto si lo haces porque realmente te gusta mostrar tu deliciosa piel tostada, o solo lo haces para distraer al resto de personas a tu alrededor.

—¡Ahg~! — Gimió alto al sentir una ruda mordida en esa zona tan sensible —N-No dejes marcas, Lucci.

—¿Por qué? ¿Te preocupa que tu esposo las vea y te haga una escena de celos? — Exclamo con cinismo.

—¡No seas idiota! — Se exalto. A Doffy no le podría importar menos. — Tengo que verme con Rebecca esta tarde y claramente no deseo que lo primero que me pregunte cuando me vea, sea porque tengo marcas en el cuello.

—Tsk… ¿Acaso crees que con alguien como Cracker al costado ella sigue pensando que a los bebes los trae la cigüeña? — Bufo con gracia — Es más, me sorprende que para estas alturas tu hermana no se haya embarazado con lo promiscuo que es ese niño, o quizás si lo este y esa sea la razón secreta detrás de su apresurado matrimonio. Quiso asegurarse, chica inteligente.

—Realmente eres un idiota… — Gruño con ganas al sentir la presión de su hombría sobre su ajustado pantalón de vestir.

—¿Cuánto tiempo tenemos? — Pregunto apresurado. No estaba dispuesto a perder ni un segundo.

—Cuatro horas. — Comunico en sus suspiro.

—Bien. No hay tiempo que perder.

Se enfrascaron en un prolongando y fogoso beso en el que la pasión y añoranza de ambos aprovechaba en salir totalmente aflore. Siendo que entre los gemidos y la cada vez más estorbosa ropa se hacía a un lado, que los únicos objetos que se mantuvieron inamovibles en ambos fueron las alianzas matrimoniales que cada uno relucía en sus respectivos dedos angulares.

.              .              .

Su cuerpo se mantenía en un constante estado de alerta, podía sentir la rapidez y agresividad con la que Katakuri conducía por las calles de Londres sin importarle en lo más mínimo el haber traspasado hace mucho el límite de velocidad permitido. No le había dirigido palabra alguna desde que ingreso a su deportivo, y fiel a su estilo, mantuvo esa pose seria e implacable en todo momento ignorándolo por completo. No pudo hacer más que apretar los labios ante la profunda incertidumbre que lo envolvía, porque sabía que a cada segundo que pasaba la presión entre ambos solo iría en aumento.

 ¿Qué pasaría entre ellos ahora?

Pero pese a lo que Ichiji estaba pensando, Katakuri se encontraba callado no porque no desease hablar con él, sino porque por primera vez desde que tenía uso de razón se sentía en un estado de total tensión al estar con otra persona. Sus dedos sobre el timón estaban totalmente blancos por la sobrenatural fuerza que ejercía, pero no porque estuviese molesto, que sí, lo estaba, pero más allá de la rabia que sentía, el sentimiento que más lo invadía en esos momentos…

Era de culpa.

Ichiji noto la espantosa herida que Katakuri cargaba en su mano derecha. Su piel estaba totalmente abierta, y sus contornos; morados. Era obvio que había sangrado bastante, ya que toda la zona de sus nudillos estaba muy inflamada—…Katakuri. — Ichiji lo llamo en un murmuro. —¿Qué te paso en el—

—No ahora. — Acallo en un gruñido haciendo que Ichiji contuviera la respiración.

El Charlotte tuvo que reaccionar intempestivamente al notar que ya estaban cerca a su destino, cambiando de carril de manera imprevista y provocando que el pelirrojo se estremeciera de sobremanera cuando giro violentamente el volante para adentrarse de último minuto por uno de los túneles que cruzaba el Támesis.

—¡Idiota! ¿¡Acaso quieres matarnos!? — Reclamo furioso el Vinsmoke, pero a pesar de su duras palabras, Katakuri ni siquiera se tomó la molestia de mirarlo. Apretó los dientes. Estaba harto de su actitud, ¡Casi chocan contra un muro de concreto y Katakuri actuaba como si nada estuviese pasando!  — ¿¡Que es lo que te ocurre!? ¿Así es como planeas que estemos durante todo el maldito trayecto? ¡Sino quieres escuchar mi voz! ¿¡Para qué diablos me arrastraste a venir contigo!?

Ichiji… — Katakuri emano su nombre con absoluta pesadez — Cuando que te digo que no ahora, es porque no ahora.

A pesar de que sus ojos se arrugaron con pesadumbres, simulo no estar ofendido por sus palabras, volteando su rostro de manera altiva para centrar su vista en el parabrisas y mantener así el poco orgullo que le quedaba, pero no pudo evitar que su expresión se deshiciera en uno de completa confusión al caer en cuenta de que se dirigían hacia la bahía de Silvertown.

«¿Qué diablos es lo que tiene en la cabeza? ¡Aquí solo están los Docklands y el…!—»

Su mirada se abrio desorbitadamente al caer en cuenta de hacía a donde se dirigían, y cuando menos lo espero, Katakuri estaciono abruptamente su Apollo frente al aeródromo del Aeropuerto de Londres.

—Baja. — Fue la única orden que le dio Katakuri al desabrocharse el cinturón.

Pero pese a su mandato Ichiji permaneció congelado en el asiento, con la vista fija en un extraordinario Jet privado que estaba a escasos metros de ellos con el motor encendido y listo para despegar.

—Perdiste totalmente la cordura… — Soltó en un hilo de voz, solo para que poco a poco su respiración empezase a agitarse de la rabia mientras negaba con la cabeza. — Estas equivocado de todas las formas posibles si piensas que yo — Repaso indignado — voy a subirme a eso.

—No es una pregunta. — Le exclamo viéndolo fijamente. — Tengo que ir a Bruselas, y tu vendrás conmigo.

—¡Ni en sueños me iré contigo a Bélgica! — Le reclamo harto. Katakuri estaba simplemente fuera de sus cabales.

—Ichiji… No te lo estoy consultando. Sabes que tengo una reunión allí y no planeo dejarte aquí.

—¡Vete al diablo! Una cosa es que tengamos asuntos pendientes, y otra totalmente diferente es que quieras sacarme del país en contra de mi voluntad ¡No iré contigo así me obligues a hacerlo! — Su tono se elevó con fiereza.

—No sé si te has dado cuenta, pero este tema no está a discusión. — Repito con una calma tan mortífera que casi hace al pelirrojo sudar frio.  — Así que felicidades, Ichiji. Porque a fin de cuentas este día si vas a dejar Inglaterra como lo tenías planeado, lo quieras o no. — Sus palabras se clavaron con fuerza sobre el pelirrojo, quien afilo su mirada de profundo desprecio hacia el mayor, mas Katakuri no se vio afectado en lo absoluto. Manteniendo el duelo entre ambos en todo momento.

Acerco su rostro peligrosamente al de Ichiji — Sal del auto. — Su voz transmitió una tormentosa rabia nunca antes vista.

Y a pesar de ello, en vez de retraerse con temor, el pelirrojo lo desafío sin dudar al plantarse a solo centímetros de él, sintiendo a su vez la pesada respiración de Katakuri golpeando contra su rostro.

—No. Lo. Hare. — Sentencio palabra por palabra.

Para su sorpresa, la expresión de Katakuri se suavizo inesperadamente, y riendo de medio lado, acentuó su mirada por unos segundos para después susurrar sobre sus labios. — Como quieras... —Soltó despreocupadamente.

De repente por todo el lugar empezaron a retumbar los desaforados gritos de un jovencito pelirrojo que era cargado de manera abrupta sobre el hombro de Charlotte Katakuri, y a pesar de estar en esa posición tan desfavorecedora y denigrante, el pelirrojo no dejo de lanzar golpes y patadas sobre el cuerpo del mayor que para su desgraciada suerte, poco o nulo efecto tenían sobre Katakuri.

—¡¡Eres un maldito animal!! — Grito por todo lo alto — ¡Bájame ahora mismo, bastardo! — Exigió golpeando su espalda sin piedad — ¡Bájame!

Al escuchar unos condenados gritos, Pauli — Que estaba disfrutando de una refrescante cerveza en la cabina del avión en lo que esperaba la llegada del Charlotte — salió inmediatamente del Jet, y su expresión no hizo más que deformarse en uno de total confusión al ver a su jefe ¡A su jodido jefe! Cargado encima a un mocoso de cabello rojo que no dejaba de moverse cual pescado fuera del agua.

—¿Uhm…? — Su rostro no salía de estupefacción a medida que el Charlotte subía las escaleras del Jet ajeno a todo el vendaval de emociones que era ese muchachito pelirrojo, pero su sorpresa no hizo más que aumentar cuando el rubio noto que Katakuri había llegado al aeropuerto en nada menos que en un auto, ¿Eso significaba que…? — J-Jefe… — Lo llamo extremadamente preocupado — ¿A-Acaso usted manejo solo hasta acá? ¡Pude haberlo llevado! ¿Por qué no me pidió—?

—Descuida Pauli, estoy bien. — Corto en un tono totalmente despreocupado. —Ichiji, ya deja de moverte así o vas a golpear tu cabeza contra la compuerta.

—¡Vete directo a la mierda! Hijo de la…

Las siguientes palabras que soltó Ichiji hicieron que hasta alguien como Pauli, que se consideraba a sí mismo un total arrabalero, abriera fuertemente los ojos al ser testigo del florido vocabulario de aquel jovencito que dejaba a un vil recluso como un total caballero.

Aun así, no tuvo repercusión alguna sobre Katakuri, quien a pesar de sus gruñidos, tomo la roja cabeza de Ichiji para evitar que de diera de bruces contra el acero de la puerta, ingresando así a su Gulfstream G650. No se detuvo hasta dejar atrás el deslumbrante salón central de su Jet para adentrarse a la parte más profunda de la estructura de acero.

—Pauli, ¿Qué esperas? Larguemos de aquí.— Fue lo último que le comunico al rubio antes de encerrarse su camarote privado junto con Ichiji.

—S-Si, como ordene, jefe. — Susurro el rubio yendo rumbo a la cabina de pilotaje aun sin comprender lo que había ocurrido frente a sus ojos.

—¡Quítame las manos de encima repugnante montaraz de…! — El pelirrojo, quien no había claudicado en ningún momento con su vendaval de insultos hacia el Charlotte, no pudo terminar su frase cuando Katakuri lo tiro sin contemplación hasta caer en una amplia y suave cama. 

Su respiración, al igual que su corazón, estaban totalmente disparados de la vergüenza que se apoderaba de él por haber sido tratado de esa manera tan indigna, y no dejo escapar ni un segundo más cuando levanto su brazo de manera iracunda, marcando en el acto sus dedos sobre el rostro de Katakuri.

El granate suspiro pesadamente luego de recibir la cachetada para seguidamente girar a verlo. —Listo, ya me abofeteaste. ¿Estas contento?

—¡Maldigo el instante en el que tuve la desgracia de conocerte! — Expectoro resentido.

—No me digas.

— ¡Eres por lejos la cosa más asquerosa que me pudo haber pasado en la vida! — Renegó asqueado.

—Es una pena, no tienes idea de cuanto lo lamento.

—¿Sabes lo que en verdadera es una pena? — Encaro manera automática. Katakuri había herido de sobremanera su orgullo, y en esos momentos no deseaba nada más que hacerle lo mismo para ponerlos así en igualdad de condiciones. Quería hacerle daño. — Que me hayas chantajeado emocionalmente para saciar así tus asquerosas depravaciones y forzarme a acostarme contigo — Le escupió a escasos metros de su rostro — ¡Eso si es digno de lástima!

Fue solo hasta entonces que la mirada de Katakuri se oscureció varios tonos, y un temblor se apodero de Ichiji de manera involuntaria al ver la peligrosa pose que tomo el mayor.

Es cierto que Katakuri no tenía problemas en romper las reglas establecidas de lo moralmente correcto, a fin de cuentas, para él esas mierdas no eran más que palabras vacías que se repetían incansablemente entre las personas para tratar de justificar lo pútridas que eran sus existencias mediante un falso código de conducta que poco o nada hacía por ocultar su decadencia mental.

Él era como era, y se mostraba tal cual era. Sin embargo, incluso entre los bastardos como él, había un límite que nunca estaría dispuesto a cruzar.

—¿¡Forzarte!? — Repitió con rudeza haciendo a Ichiji retroceder hasta caer de espaldas en la cama. — Te lo advierto, Ichiji. Ten mucho cuidado con la palabra que usas… — Amenazo acercándose lentamente hacia el pelirrojo — Porque si quieres que bailemos en el filo del abismo de esa forma, adelante, podemos hacerlo, pero luego no te quejes cuando termines totalmente destrozado por la caída.

Ichiji gruño frustrado. Cada fibra de su cuerpo hervida con miles de sentimientos ebullendo desde lo más profundo. — Eso no quita el hecho de que me hayas coaccionado para llevarme hasta tu cama.  

—¡No tenía ni idea de que el maldito dinero que me pediste era para tratar el cáncer de tu hermana! — Contrataco sin miramientos — ¿No se te ocurrió mencionar ese minúsculo detalle cuando te apareciste en mi Pent-House a exigirme que te diese tres millones de libras, estúpida espinela?

—¿¡Y eso que más da!? ¡Nunca quise, ni busqué tu lástima!  — Le reclamo alzando los brazos ¡Estaba harto! Estaba harto de cargar ese peso encima. Estaba harto de la situación entre ambos. ¡Y estaba harto en tratar de obligarse a odiar a Katakuri cuando la verdad era que sentía todo lo contrario por ese él! — ¡Tú mismo me lo escupiste en la cara aquella noche! No deseabas saber para que te pedía el dinero ¡Y aunque te lo hubiera dicho no hubiera cambiado nada en absoluto! — Renegó herido.

—¡Claro que sí, Ichiji! ¡Lo cambia absolutamente todo! — Soltó brutal, reconociendo en voz alta aquello que tanto lo avergonzaba desde que tuvo la jodida desgracia de enterarse de la situación de Ichiji.

Debía reconocer que solo una vez se sintió así de afrentado consigo mismo, y volver a experimentar aquel asqueroso sentimiento por segunda ocasión realmente le asqueaba.

…Pero le asqueaba de sí mismo.  

—Yo jamás te hubiera arrastrado a esta situación de haber sabido que todo lo que hacías era por tu hermana... — Gruño sobre sus labios.

—¡Porque no era tu problema! Se trataba de mi familia, y el único que debía encontrar una solución era yo.

—¡No seas estúpido! De habérmelo dicho, ¡Yo te hubiera escuchado, maldita sea! — Reacciono con furia — Pero preferiste mantenerte callado, ¡A pesar de que te lo pregunte en más de una ocasión! Y ni en nuestra primera noche juntos, cuando estaba a punto de entrar en ti, ¡Ni ayer luego de que perdieses la cabeza por culpa de Monet y me pidieras esa estupidez de la exclusividad! Tuviste el valor de decírmelo a la cara… Esperaste hasta llegar al punto en el que estabas dispuesto a abandonar el país sin decirme absolutamente nada. ¡Y esa mierda de haber renunciado a la firma sin ni siquiera haber hablado conmigo antes! ¡Preferiste dejarle una carta a Queen como un maldito cobarde en vez de enfrentarme! De no haberme aparecido en la puerta de tu casa te hubieras ido sin darme ni una explicación. — Y de ello no guardaba duda alguna.

El pelirrojo se sintió víctima de sus propias emociones cuando Katakuri expectoro todas esas palabras de su cuerpo. Sus labios temblaron, y como nunca quiso golpear a Katakuri hasta reventarse los nudillos y calmar así su furia.

Quería desaparecer, ya no deseaba sentir más esa mirada encima suyo.

—Eso no importa ya… un monstruo como tu jamás lo hubiese entendido. — Un fuerte sollozo emano de su cuerpo — ¡T-Tu…! ¡Tú no tienes idea de todo a lo que renunciado por mi familia! Eres una persona egoísta que solo piensa en sí mismo, ¡Solo te aprovechaste de mí situación para meter tu maldito miembro entre mis piernas! — Admitió totalmente abatido, pero lo más insultante de aquella noche no fue horrible petición de Katakuri.

¡Sino que él la había disfrutado como nunca!

Había correspondido fervorosamente a cada beso, gemido ante cada marca que dejo en su cuerpo, y gritado hasta el cielo con cada una de sus embestidas. 

Se cubrió el rostro de manera furiosa al no poder contener por más tiempo las calientes lagrimas que lo quemaban desde dentro.

¡Se sentía tan humillado y confundido!

Katakuri contemplo el declive mental de Ichiji en silencio, sus cejas estaban decaídas, y la línea de sus labios totalmente recta. Ichiji tenía razón en muchas de las cosas que le estaba diciendo. Sin embargo, se equivocaba garrafalmente en una cosa.

No había nadie en el mundo que entiese mejor el significado de sacrificio que él.

A pesar de saber que su tacto no sería bien recibido, tomo las delicadas y pequeñas manos de Ichiji entre suyas, abriendo de esta manera el paso hacia su destrozado ser, pero a pesar de que en un principio se vio sorprendido, el pelirrojo no lo alejo, permitiendo que el Charlotte pegara lentamente su frente hacia la de un destrozado Ichiji que no pudo hacer más que tratar de alejar su mirada de esos imponentes ojos sangre.

Que le asustaban casi con la misma efervescencia con la que le fascinaban.

—Es cierto Ichiji…— Reconoció sintiendo un repudio total de sí mismo. — Me aproveché de ti, eso no está en discusión… y no tienes ni idea de la culpa que me está carcomiendo por lo que te hice… — Sus palabras provocaron que la mirada de Ichiji se desorbitara totalmente, mordió sus labios sin piedad para aguantar sus sollozos.

No… él no podía estar hablando enserio.

—¡M-Mentira! — Exclamo con una rabia absoluta bañada entre lágrimas de vergüenza y dolor.

—No. No lo es. — Se sincero viendo hacia los empañados ojos de Ichiji — Y si supieras lo mucho que me estoy odiando en estos momentos por lo que te hice, no dudarías de la honestidad de mis palabras.

—¿¡Por qué!? — Escupió en un sollozo — ¿¡Porque sentirías algún tipo de remordimiento por lo que me hiciste!? ¡No eres más que un—

—Porque hasta para un monstruo como yo, hay cosas que son inquebrantables. — Como siempre fue tan directo como letal, y sus palabras fueron suficientes para desencadenar un torbellino de emociones en el pelirrojo.

Ichiji no era el único que era capaz de entregarlo todo por su familia, él tambien compartía ese sentimiento.

Porque los verdaderos sacrificios se hacían entre las sombras del silencio, para que así nadie viese el peso de las cadenas que uno estaba dispuesto a cargar por otros.

La mezcla de rojo y azul en sus miradas se mezclaba en una perfecto matiz de colores. Ichiji temblaba, pero ya no más del coraje, sino por la fuerza con la que su corazón se revolvía. Ese hombre era su Genesis y su Apocalipsis, con Katakuri inicio su todo, pero él mismo casi lo empujo hasta la locura. A su lado se sentía en lo más alto, pero tambien por su culpa cayo hasta lo más bajo, y aun así… 

¿Por qué era incapaz de odiarlo?

—Entiendo porque hiciste lo que hiciste, así que deja de torturarte, mi espinela, ya que si alguien tiene que cargar con ello, debo ser yo.

Porque solo con tenerlo a su lado, así fuese frio o calor, muerte o vida, sentía que lo tenía todo…

—Ka-Katakuri… — ¿Acaso una persona era capaz de causarle tales sentimientos a otra? ¿Los humanos eran capaces de experimentar esas supernovas quemando dentro de ellos? Sentía que tenía una bomba dentro suyo e iba a estallar en cualquier momento. — T-Tu…

No pudo decir ni una sola palabra más cuando el Charlotte junto fervientemente sus labios con los suyos, cayendo ambos víctimas de todos los sentimientos que golpeaban su cabeza, y ya no podían contener más. Respondió de manera impetuosa al suave tacto de la lengua del mayor, quien a diferencia de otros veces, ahora lo invitaba a bailar una danza suave y calmada en su boca. Se sostuvo a su fuerte cuello y acaricio esos cabellos granates que tanto adoraba, era el color perfecto para Katakuri.

—B-Basta… — Suplico tratando de alejarse y odiándose por hacerlo, pero Katakuri pareció no dispuesto a escucharlo, porque continuo marcando su cuello con aquella misma intensidad con la que el hierro se marcaba en su piel — ¡Basta, Katakuri! ¡Deja de confundirme de esta forma! — Exclamo harto, logrando alejar el tacto de Charlotte para que lo viese con una intensidad muy impropia de él.

—Ichiji… Yo jamás—

—¡Si! ¡Si lo has hecho! ¡Cada vez que me miras! ¡Cada palabra que sale tus labios! ¡No sé qué diablos es lo que quieres, solo sé que me estas volviendo loco! — Resalto con rabia. ¡Se sentía tan confundido! — ¿¡Porque diablos tuviste que aparecer nuevamente!? — Le reclamo furioso.

Yo… ¡Yo solo quiero a olvidarte!

Su sola presencia lo empeoraba todo, porque con él cerca no tenía ni la más remota idea de cómo actuar o pensar. ¡Se sentía como un completo idiota cuando estaba a su lado! Cubrió su mirada con el revés del brazo, tratando de calmar su agitada respiración, pero aun así pudo sentir la respiración de Katakuri en su mejilla y la forma en la que su nariz acaricio el lóbulo de su oreja.

—Lo hice porque no quiero que lo que tú y yo tenemos quede en el olvido, Ichiji. — Susurro perfectamente sobre sus oídos.

Las palabras de Katakuri solo lo acercaban cada vez más a las llamas. Si hubiera dependido solo de él permanecería a su lado para siempre alimentándose de su calor, pero no podía. Porque su tiempo ya no le pertenecía más, ahora todo era para Reiju.

—Claro… Todo se trata de sexo contigo. Sino fuera por ese trato—

—¡Olvida el maldito trato, Ichiji! — Alzo la voz ofuscado. — Estoy hablando de nosotros.

—¿Qué no te das cuenta de que ahora más que nunca necesito estar con mi familia? ¡Y-Ya no existe un nosotros! ¡Yo ya no importo!

—¡Con un demonio, me importas a mí! — Declaro rotundo e Ichiji pudo sentir como sus pulmones se quedaban sin oxígeno en ese preciso instante.

¿Para eso volviste? ¿Para encadenarme a ti? ¿Para darme esperanzas vacías de algo que jamás ocurrirá, Katakuri?

—Por favor… — Hablaba con dificultad — Te lo suplico… Déjame ir con ellos. Ya sabes que Reiju tiene cáncer, déjame ir con mi hermana. E-Ella está muriendo…— Reconocerlo en voz alta le generaba un dolor inimaginable — Cada segundo que pasa es un recuerdo que pierdo de ella, y me prometí a mí mismo que ya no desperdiciaría ni uno más. Ya le he fallado muchas veces… No quiero hacerlo una vez más...

—Ichiji, basta. — Le pidió. — Alejarte de tu familia es algo que ni siquiera está a discusión. — Entendía cada vez más a Ichiji, y no deseaba seguir cometiendo más errores entre ambos. No obstante, sabía que para eso, primero tendría que enmendar sus agravios pasados. — Pero antes de volver con ellos, tienes que dejar de cargar todo ese peso contigo, o terminara por destruirte, — Y él sabía mejor que nadie lo que le pasaría a Ichiji de seguir torturándose de esa forma — porque yo fui el único culpable que dio inicio todo esto al pedirte que te acostaras conmigo, no tu.

Los ojos de Ichiji brillaron aun sin poder caber de su asombro. El mayor lo vio por unos instantes, e Ichiji se sintió tan embelesado ante esa mirada.

¿Qué ocultaban sus ojos escarlata en realidad?

—¿Qué es lo que realmente quieres de mí, Katakuri? — Le pregunto ya sin saber que más hacer.

—Quiero saberlo todo de ti… — Le pidió con voz neutra provocando que la respiración de Ichiji se entrecortara.

Desde luego había mandado a su investigador privado a que levante hasta las piedras por las que piso del pelirrojo, y sabia muchas cosas de él. Que había estudiado y crecido en Francia era una de ellas, al igual que su padre era un viejo rico de la industria de la exportación y que su madre era una inglesa que había fallecido hace algunos años de cáncer, tambien sabía que tenía tres hermanos mellizos, pero en ningún momento figuro que Ichiji tuviera una hermana menor…

Y por ese estúpido error casi despide a Laffitte cuando lo llamo totalmente encolerizado de camino a la casa de Ichiji para escupirle en la cara por haber dejado ese dato tan valioso de lado.

Lo que hacía que solo quedaran dos probabilidades, que Reiju fuera adoptada, lo cual era totalmente imposible porque esa niña era una copia exacta del resto de sus hermanos, o la segunda teoría — Y la más probable a su parecer — Que alguien haya ocultado esa información.

La respiración de Ichiji se descompenso al sentir la atenta mirada de Katakuri encima suyo, era claro que deseaba una respuesta a la brevedad. — N-No…. — Exclamo presionando sus nudillos. Una cosa era ponerse en riego él, y otra muy distinta a Reiju. Conociendo a Katakuri, no dudaba que lo haya mandado a investigar, y lo más probable es que haya encontrado el agujero de Reiju. — Créeme… Hay cosas no querrás saber.

Cosas que estaban íntimamente ligadas a su salida de Paris…

—No hay nada que me interese más en estos momentos que tú. — Suspiro viéndolo eternamente. — Ten la confianza de compartirme todo el peso que cargas… permite que sea yo el que lo haga por ti a partir de ahora.

—¿Por qué quieres hacerlo?

—Quiero entenderte, para así saber cómo ayudarte. — Le pidió acercándose peligrosamente al pelirrojo hasta sonrojarlo completamente. — Cómo realmente ayudarte, Ichiji. — insistió el mayor.

Y estaba dispuesto a enmendar el error que había cometido sin importar el costo.

—N-No… Aunque te diga todo es imposible que logres cambiar algo. —negó cerrando los ojos amargamente — Ya no hay forma de salvar a Reiju.

—Siempre hay una salida, Ichiji. — Afirmo con esa confianza tan excelsa de la que solo él se podía vanagloriar, y a pesar de que no quiso, Ichiji termino humedeciéndose los labios al verlo en esa pose tan orgullosa ¿Cuál era el secreto de este hombre para hacerlo sentir tan seguro a su lado?

Por unos instantes, quiso creer en las palabras de Katakuri…

Quiso creer, que aun podía existir aunque fuera la más mínima esperanza para su familia…

—Debes de prometerme que nunca revelaras nada de lo que hablemos aquí. — Transmitió con cierto temor.

—¿Para qué crees que te traje junto conmigo? Tenemos una hora antes de llegar a Bruselas. Esta conversación solo nos concierne a ti y a mí.

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Aclaraciones del Capitulo:

London Underground: Es la red de metros de la capital inglesa, con 274 estaciones es la segunda red más grande del mundo.

Mackintosh: Arquitecto escoses y el principal exponente del Art Novou en Escocia. Los patrones decorativos de sus vitrinas siguen siendo una de sus mayores herencias.

Narcóticos Anónimos: Confraternidad internacional sin fines de lucro que apoya a personas que estén pasando por problemas de drogas a través de su programa de 12 pasos. Aclaro que no es un centro de rehabilitación, sino que lo que ellos buscan es crear un ambiente en el que los adictos se ayuden unos a otros a superar su adicción.

Royal Ballet School: Fundada en 1926, es una de las escuela de ballet mas prestigiosas del mundo.

Juilliart Academy: Es el Conservatorio de artes mas prestigioso de USA, y tambien posee el titulo de la academia con el menor rango de tasa de admisión en toda América, solo el 7,2% de todos los alumnos que postulan logran ingresar. Lo que la convierte en la escuela mas exclusiva de todos los Estados Unidos, incluso mas que Harvard. Sino me creen miren la lista de sus exalumnos, se llevarán una gran sorpresa al ver que muchas de las mega estrellas de Hollywood son graduados de Julliart.

Stone Cold: Luchador retirado de la WWE, considerado una de las mayores estrellas de la lucha libre internacional.

This is America: Videoclip de Childish Gambino, esto es una recomendación personal. ¡Miren ese video! Hace años que no veía un videoclip tan increíble. Ni siquiera diré de lo que trata, solo les animo a verlo. Es simplemente maravilloso, porque muestra la verdadera cara de un país tan desarrollado como los Estados Unidos, y las problemáticas que los mismos americanos se rehúsan a ver.

Standley Kubrick: Uno de los mejores directores que la industria del cine tuvo el honor de tener. Su pasado como fotógrafo, su perfeccionismo y su impresionante lenguaje simbólico lo han hecho un icono de la cultura popular.

Katharine Hepburn: Mito del cine y quizás la mayor estrella femenina de Hollywood. Su gran versatilidad y dominio de la interpretación le permitió llevarse cuatro Oscares al bolsillo a lo largo de sus sesenta años de carrera artística.

Royal Academy of Dramatic Art: Fundada en 1904, es una de las escuelas de arte dramático con mayor prestigio del mundo, y al igual que Juliart, su amplia gama de ex alumnos es simplemente admirable.

Actuación de método: Esto es algo que me encanta, ya que “El método” son una serie de técnicas actorales de las cuales muchos actores emplean al momento de encarnar un personaje. Resumiré el método al decir que es la forma en la que el actor se introduce totalmente en el personaje. Marlon Brando, Leonardo Dicaprio, Sean Bean, Meryl Street entre muchos otros emplean esta técnica de actuación.  

Tisch: Perteneciente a la Universidad de Nueva York, es otra de las grandes escuelas de arte a nivel mundial. Se ubica en el corazón de Broadway, y aunque no tenga el prestigio de Juliart, tambien es una de las mas laureadas internacionalmente. Y antes de que se me olvide, Lady Gaga es ex alumna de Tish, esto no me lo he inventado.

María Estuardo: Reina de Escocia durante la época de Elizabeth I, tuvo muchos roces con ella por sus posibilidades de heredar el trono inglés. (Ambas eran primas). Al final termino siendo decapitada por Elizabeth y su hijo sucedió a la reina virgen uniendo los reinos de escocia e Inglaterra en lo que ahora conocemos como el Reino Unido.

High lands: Es la región del norte de escocia y la que guarda hasta nuestros días la mayor herencia celtica del país.

Hotel de Paris: Es uno de los hoteles mas conocidos y lujosos del mundo. Se ubica en Montecarlo y ha salido en infinidad de películas.

Outlaw King: Película del 2018 protagonizada por Chris Pine que interpreta al Rey Robert de Bruce, en donde se relatan los hechos subsiguiente a la muerte de William Wallace en Escocia y como logran su independencia de los ingleses. Esta en Netflix por si les interesa.

Knightsbridge: Exluciso barrio perteneciente al municipio de Chelsea.

Saint James Park: Es uno de los parques reales que rodea la ciudad de Londres.

Saint George Hospital: Esta ciudad-hospital. Porque si, es una maldita ciudad hospital, es el centro de salud primario mas grande de toda la capital inglesa.

Whipple: Operación quirúrgica altamente compleja que incluye al páncreas y al duodeno, entre otros órganos. Esta operación se realiza para tratar tumores malignos.

Aneurisma cerebral: Es una enfermedad del cerebro en el que una arteria o vena se inflama y es necesario tratarla de emergencia o podría costar la vida del paciente. Yonji tuvo algo muy parecido.

Bypass coronario: es una cirugía de derivación vascular del corazón.  

Nako: Es el medico que sale en el pueblo de Nami.

Yerba mate: Es una planta que de la de sus hierbas secas se obtiene el mate, que es una infusión ampliamente difundida en Argentina y Uruguay. Una de las anécdotas más lindas que tengo de mi viaje a Cuzco es de todos mis amigos argentinos cargando su termo de agua caliente y sus webadas para hacer su mate cuando estábamos yendo rumbo a Macchu Picchu. JAJAJAJ. En lo personal no me gusta mucho, el sabor es dms amargo para mí, pero me parece algo tan bacan y propio de la cultura argentina que simplemente lo adoro.

Down Under: Es una forma coloquial de llamar a Australia.

Opera de Sídney: Construido en 1973, uno de los edificios mas famosos del mundo, y de los mas hermosos arquitectónicamente hablando.

Docklands: Las dardalenas de Londres, son un conjunto de islas artificiales donde antes funcionaba una parte del puerto de Londres. Actualmente es su segundo centro financiero y una de las zonas más exclusivas del país.

Canary Wharf: Es el nombre del centro financiero de los Docklands, centro de bancos e inversión y el segundo por movimiento de activos por detrás de The City.

SalMAR Incorporated: Es una de las compañías más grandes productores de pescado para consumo humano a nivel mundial.

Principio de continuidad: En derecho laboral, se entiende este hecho como respetar el contrato de trabajo entre empresa y empleador.

Susie Cooper: Fue una prolífica diseñadora de cerámica inglesa. Actualmente sus piezas son de colección.

Summa Cum Laude: Reconocimiento al mejor alumno de la clase en una universidad.

María Nieves: Destacada bailarina y coreógrafa de Tango Argentina.

Teatro Colón: Uno de los teatros más hermosos del mundo y la Opera de Buenos Aires.

Aldar Headquarters Building: Edificio ubicado en Abu-Dabi y es único en su clase al ser el único rascacielos circular en todo el medio oriente.

Estadio Monumental: Estadio del equipo de futbol River Plate.

Belgrano: Es uno de los Barrios de Buenos Aires.

Campeonato de Tango del Reino Unido: Es uno de los Campeonatos de Tango que se dan a lo largo del mundo para clasificar al Mundial de Tango que se realiza cada año en Buenos Aires en el mes de agosto.

Lucha Grecorromana: Es uno de los deportes mas antiguos de la historia. Practicada desde los tiempos de la antigua Grecia, la lucha grecorromana es un deporte en el que dos personas combaten en un tipo de lucha que consiste en solo usar la parte superior del cuerpo para a través del uso de llaves dejar en el piso al rival. 

Trey Parker y Matt Stone: Son los creadores de South Park.

El capítulo que está viendo Kid es “Board Girls”, y en lo que a mí respecta es uno de los mejores episodios que ha sacado South Park en los últimos tiempos, ya que es una critica perfecta a lo hipócrita que es lo “políticamente correcto”.

Bond Street: Es como Oxford Street pero para los ricos. Aquí se ubican las grandes tiendas de lujo de Londres.

Aeroflot: aerolínea más grande de Rusia.

Heathcliff y Catherine: Protagonistas de Cumbres Borrascosas, y aunque adoro el libro, es una de las parejas mas toxicas de la literatura. Heathcliff era un persona sin amor propio, que poco a poco se corrompe y Catherine simplemente la describiré como una desgraciada.

Beren y Lúthien: Una de las historias de amor más lindas que he leído, y que sea de mano del mismo Tolkien la hace mil veces mejor. Esta historia nos cuenta la forma en la que Beren, un humano, y Lúthien, una elfa inmortal, se enamoran y viven mil y un aventuras a pesar de la clara imposibilidad de estar juntos por pertenecer a razas diferentes y la clara inmortalidad de Lúthien.

Christopher Tolkien: Hijo del escritor J.R.R Tolkien, se podría decir que Christopher fue incluso mas influyente que su padre en cuanto a la expansión del Tolkien universe, dado que John murió sin publicar muchos de sus escritos, y fue su hijo Christopher el que se encargó de darle al mundo las bases de la tierra media como “El Silmarilion” “Los hijos de Durin” “Beren y Lúthien” “La Caída de Gondolin”, etc…

Silvertown: Es el distrito donde se ubican los Docklands ingleses.

Gulfstream G650: Jet de lujo con capacidad de hasta 18 personas y con un costo de 65 millones de dólares.

 

 

N/A:

¡Hola bellezas! De nueva cuenta soy un desastre con los tiempos, pero he aquí un nuevo capitulo de BL. ¡Vaya que ha sido un viaje muy turbulento! ¿A que no esperaban esa jugada de Katakuri, eh? (Pero en un rato más hablamos de eso) Como siempre para mi es un absoluto placer escribir BL, y este capitulo no ha sido la excepción.

 

Empezando desde el principio, vemos un conflicto total con Katakuri. La rabia y remordimiento al caer victima de su propia deshumanización. El reflejo de Kaido es una forma en la que su cabeza le grita en voz alta “Mira, he aquí la persona que tu tanto repudias.” Siendo algo que Katakuri rechaza en lo absoluto. Y supongo que más de una se hará una idea de porque Kata repudia tanto a Kaido con ese corto recuerdo de su infancia. (Lloremos todas juntas por nuestro pobre niño) Como habrán podido ver a lo largo de todo el capítulo, Kata tiene una historia muy compleja, que en gran parte se relaciona con muchos de sus demonios, ¡Y al menos uno de ellos ya debuto oficialmente en BL!

 

Linlin es simplemente el ser más egoísta de todo el fic. Es una mujer frívola que hará lo que sea por mantener su corona, y ya se vio lo brutal que puede llegar a ser incluso contra sus propios hijos con tal de mantenerse ella a la cabeza. Realmente me dio mucha tristeza Rebecca en este cap. porque Linlin sin esforzarse resquebraja esa ilusión de cuento de hadas que ella tiene con respecto a su “Y vivieron felices para siempre…” con Cracker. Que si bien es cierto, ella llego a darle pelea, al final nada pudo hacer contra la maquiavélica mente de Linlin.

 

Aunque parece que hubo alguien que logro hacerle el pare a la matriarca de los Charlotte, y fue esa misma persona la que por poco hace caer su imperio al tomar a su caballero mas letal…

 

¡But! ¡Shh…! No diré más…

 

Solo piensen que aún hay muchos secretos que nos falta por descubrir de Katakuri…

 

Ahora está el tema de Zoro y Sanji, ¿Quién más aparte de mi desea romperle los huesos a Zoro? Porque si la actuación de Kata fue algo sorpresivo, el accionar de Zoro habrá hecho que mas de una desee matarlo, y tendrían razón, pero ese pequeño FlashBack del pasado de Zoro nos hace hacernos una idea de todo el remordimiento que siente el peliverde consigo mismo. Pobre Sanji, ¿Qué hará ahora el rubio?

 

Tambien están Law y Luffy, finalmente nuestro sexy medico se esta acercando mucho mas al monito, y fue algo dms tierno escribir esa escena entre ellos dos, y tmb use el hecho de que Law adore los comics de “Sora, el guerrero del mar” adaptándolo al fic. Para mi Law es un total Geek (Y adelanto que no será el único)

 

Tmb la escena de las Charlotte fueron de las que más me divirtieron ¡Jajajaja! Adoro a esas chicas, y como acotación personal, el personaje de Smoothie está en mi top 3 de chicas en todo BL.

 

Y tambien tengo que mencionar que el primer encuentro entre Rei y Katakuri fue de las cosas mas lindas que he tenido la oportunidad de escribir. La comparación que le hace Rei a Katakuri al preguntarle si su relación cn su hermano es como la de los protagonistas de “Cumbres Borrascosas” un amor tórrido y sufrido; o como el de “Beren y Lúthien”, un amor aventuresco y apasionado. No olviden algo, Kata en ningún momento le contesto a Reiju… ¡Y si! El giño a “The Lord of the Rings” y todo su universo lo puse porque simplemente soy una Tolkien Lover.

 

¡Y antes de que se me olvide! ¡Por fin apareció el #$%@ de Lucci! ¡Y vaya aparición que tuvo! Este hombre no pierde el tiempo 7u7. ¿Qué bien como el gato, no? ¡Bueno! Se que su introducción a dejado bastantes dudas, pero ¡Calma! Que en el siguiente cap. explicaremos un poco mas a fondo de esto… ¡Y si! para las que se lo siguen preguntando, Lucci si esta casado... pero la pregunta aquí es ¿Con quién? La verdad ya me moria de ganas de que llegara xq finalmente con la aparición de Lucci tengo a todas mis piezas listas en el tablero. A partir de ahora se viene la sangre, ¡Están advertidas!

 

Y como ultima acotación, ¡Katakuri llevándose a Ichi a Bélgica fue lo mas AHG~! Ni siquiera se cómo describirlo. Así que prepárense, porque en el siguiente cap nos trasladamos a una de las capitales de la cerveza, la cuna de los Gofres y muchas otras cosas mas que ya veremos en la siguiente actualización… ¡Pero antes!

 

Finalmente descubriremos como fue que los Vinsmoke llegaron a Inglaterra, y tambien porque Reiju no lleva el apellido Vinsmoke.

 

¡Bueno bellezas! No me quiero ir sin antes agradecerles a todas y cada una de ustedes criaturas hermosas por el apoyo que tuvo el ultimo capitulo de BL. Realmente leer todos sus comentarios y el amor que le dan a esta historia hace que mi corazón llore de alegría. ¡Muchas gracias! Me inclino ante todas ustedes. Si me estoy olvidando de mencionar algo por favor me lo dicen. Tratare de darles la siguiente actu lo mas pronto que pueda, ¡Mil besos y cuídense mucho!

 

PD: Tambien dense una vueltita por mis otras obras como “Pasión en Cadenas” o “Wait for me Mr. Vinsmoke” ¡Que sus actus ya se vienen! :D


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