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Confesiones de un dios enamorado por SebbyPhantomhive

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Era casi mediodía me disponía a salir a ese  encuentro con mi amante de turno, aunque no estaba de mucho humor para salir, lo haría, en mi bolso guardé algunas cosas que necesitaba para nuestra cita.

—¿Está medio enfermo y aún así saldrá? seguramente a ver a una de sus amiguitas.

Era el casi regaño de Taotaro kun al verme tomar una medicina para las náuseas ya que le dije que saldría, era como tener una madre con el melocotonero cerca, será una buena abuela para mi hijo pensé divertido al verlo por última vez antes de salir.

Caminaba por el sendero claro del paraiso, aún atormentado por algunas ideas que en mi mente divagaban, sentía irme directo al infierno por este condenable amor por así decirlo.

Llegué a nuestro lugar clandestino de reunión como casi siempre me tocaba esperarlo así que me senté en el suelo, sin darme cuenta me quedé dormido a la sombra de un tronco viejo en ese atajo al infierno que era oscuro y no muy  concurrido.

De pronto me vi entre sueños como saboreando algo que a fuerza parecía ser impuesto en mi boca, su sabor se me hacia familiar comencé a jadear al devorarlo con mi lengua como si de un dulce se tratara, mis ojos se abrieron cuando este "dulce" llenó mi boca bruscamente provocando unas arcadas.

—Ahhh Hakutaku san que delicado eres...

Se burlaba en tono sarcástico ese demonio que parado frente a mi guardaba en su pantalón blanco su hombría al notar mi mala cara mientras tosía, no era que me asqueara porque ya antes la he devorado deliciosamente solo que la metiera toda de repente en mi boca cuando apenas estaba pasando las náuseas me molestó además que interrumpió mi siesta.

—¡No hagas eso, idiota...! —Le repliqué malhumorado en un grito.

—Vaya si andas de malhumor mejor me voy.

Le escuché murmurar dando media vuelta se disponía a marcharse sin decir más, apreté los puños y lo llamé aún cuando eso golpeaba mi dignidad.

—¿Qué quieres?

Me cuestionó aún de espalda deteniendo su andar como le gustaba fastidiarme y a mi humillarme.

—Te traje algo de comer... Lo preparé anoche ¿Quieres?

El se acercaba a mi, agachándose pellizcaba mis mejillas haciendo que se sonrojaran por su brusca caricia, de repente sentí como me daba un beso en los labios, no sabía si era a manera de disculpa por la idiotez de antes, para agradecerme el detalle o por ambas razones quizás con Hoozuki era difícil saberlo pero el nunca lo aclararía eso lo sabía.

Correspondí ansioso su beso, mi idiotez era  igualada a su brusquedad lo sentía en ese pasional beso que nos regalábamos, al separarnos un poco solo un hilillo de saliva nos unía al ritmo de nuestro respirar agitado, sus besos eran tan exquisitos que no solo me quitaban el aliento sino el mal humor.

—¿Tienes mucho trabajo?

Le cuestioné mientras sentía sus manos ansiosas desvestirme, el tenía hambre pero no precisamente de alimentos sino de mi, su mirada llena de deseo me lo decía.

—Demasiado trabajo, pero te tengo a ti mi liberador de estres.

No sabía si sentirme halagado ante esas palabras que me considerara algo suyo me emocionaba un poco pero lo disimulé bien, no tuvo que insistir demasiado para que yo abriera mis piernas he hiciera lo que le placiera a mi cuerpo. Cuanto deleite encontrábamos al corromper nuestras naturalezas por medio del acto sexual, lo sentía arder dentro mío moverse con tal fuerza para llevarme al éxtasis, llevado al abismo del placer de la mano del demonio.

Minutos después al terminar lo veía comer tranquilo los dulces que le llevé mientras yo arreglaba mis ropas, mirándolo de reojo me imaginaba ¿Cómo sería nuestro hijo? ¿Se parecería a él? Debía admitir que el demonio que minutos atrás me hizo el amor es muy atractivo, sus bellas facciones serían dignas para el descendiente de un dios.

—¿Qué tanto me ves?

Me cuestionó al sentir mi mirada acosadora sobre él, yo sonreí ampliamente al ser descubierto.

—La mordida que te hice por la mejilla.

—¡Idiota te dije que nada de marcas!

Era su grito mientras me miraba con coraje y se tocaba la mejilla cuando no tenía una marca, la verdad es que también me gustaba fastidiarlo. 
 


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