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"Vacíos encontrados, la luna llora en tu mirada." por darkness la reyna siniestra

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Notas del capitulo:

11.

- o - 🌙 - o -


 


 


—Si te soy sincero... No, nunca me pasó por la cabeza, a decir verdad tú eras lo único que siempre ha estado en mi pensamiento, no podría pensar en llenar un corazón cuando el mío ya está ocupado... Además, no creo que Giovanni tenga algún tipo de sentimiento amoroso hacia a mi más allá de la amistad que ambos tenemos.


Sagitario sonrió tenuemente.


—Comprendo, Shura... ¿Sabes? Creo que aunque no conozco demasiado a Death, le he estado juzgando mal, es decir sólo me he basado en lo que los demás opinan de él a la hora de hacer una opinión pero nunca lo he tratado personalmente. Pienso que sería bueno darle la oportunidad de que él mismo pueda demostrarnos como siente, lo que piensa, lo que anhela. Hasta donde sé, todos nosotros hemos sido perdonados por Athena y Zeus por las falta cometidas, esta es una nueva vida que debe dar comienzo con la aceptación de todos con todos, olvidar riñas y rencores pasados y vivir de nuevo siendo cada vez mejor cada nuevo amanecer.


—Aioros no sabes el peso tan grande que me quitas de encima al decirme estas palabras —Shura suspiró con real alivio.


—¿Por qué lo dices, pequeño? —sonrió.


—Porque pensé que al declararte mis sentimientos y si tú me aceptabas, tendría que alejarme de Giovanni…


Tal respuesta causó curiosidad en el castaño.


—¿Eh? ¿Por qué tendrías que alejarte de tu amigo? No tengo ningún inconveniente en saber que Death y tú conserven su amistad, Shura. Sé que ese lazo con él te da felicidad, y yo no deseo destruirlo ni interponerme de ningún modo.


La sonrisa que se formó en los atrayentes labios del griego era pura, cargada de comprensión y amor para su receptor. Shura estaba muy agradecido de que Aioros le permitiera seguir teniendo esa amistad con Deathmask que por tanto había pasado. Para él había sido duro el decidirse a declarar su amor porque para obtener lo que deseaba debía sacrificar algo a cambio y aunque el objeto de sacrificio le había dicho que lo aceptaba para que fuera feliz, no podría serlo por completo ya que faltaría una gran e importante parte de su vida que no podía ser simplemente borrada de la noche a la mañana de sus memorias.


—¿Lo dices en serio? ¿En verdad no te molesta que siga viendo y hablando con Giova? —Shura estaba realmente impresionado por la manera en que Aioros estaba tomando así las cosas— Aioros estás en todo tu derecho si decides que no vuelva a acercarme a él…


Una gran parte de si no deseaba alejarse de Deathmask pero había tomado el valor para enfrentar a ese hombre de ojos azules como las turquesas. Pero éste parecía muy seguro de si mismo a no reprocharle por nada.


Pero para el noveno santo todo estaba claro. Comprendía que Shura estuvo íntimamente con el guardián de Cáncer pero de nada valía molestarse por cosas pasadas pues aunque quisiera no podía regresar el tiempo y evitar que sucedieran. No, nadie podía y reprocharle sólo sería remover las aguas turbias y eso en verdad no traería nada positivo consigo. Además de eso, a Aioros no le molestaba que su Shura y Giovanni siguieran siendo amigos porque a pesar de todo el tiempo en que Death estuvo ayudando al peli-negro a desahogarse, Shura pudiendo llegar a amarlo a él no lo había hecho porque su amor y su recuerdo sólo crecían en el interior del hombre más joven y eso le bastaba al griego. Si, Aioros de Sagitario estaba totalmente confiado de que Shura lo amaba únicamente a él.


—En verdad, mi pequeño, no me molesta —sonrió mostrando sus perlas blancas.


—Pero... me he acostado con él... —la oración salió casi atragantada.


—Es verdad, Shura lo hiciste pero deseo que comprendas que aunque hayas hecho eso y más, no voy a obligarte a que dejes de tener cercanía con las que consideras personas importantes. ¿Y sabes por qué? —Shura negó— Porque sé que yo soy el único dueño de tu mente y corazón, así como tú lo eres de mí.


Las palabras salieron sobrando cuando Aioros se había acercado completamente a Shura. El mayor llevó su mano izquierda hasta la parte de atrás de la cabeza del otro hombre, acariciando con sus largas falanges los anochecidos cabellos, embrujándose con la suave textura. Los labios esponjosos del arquero se aproximaron con galantería a la boca española a quien sin pedir permiso presionó en un suave ósculo que se activó cuando Shura abrió levemente sus labios para atrapar el inferior del mayor entre los suyos.


Las manos de Capricornio se fueron avilés a la ancha espalda del griego, palpando cada tonificado musculo de esa fuerte y masculina área. Aumentando su deseo por el mayor, por tocarle, por tenerle.


Lentamente Aioros fue recostando a Shura sobre su espalda en la suave superficie de su cama. Explorando con destreza los rincones de esa dulce boca de acento y lenguaje tan distintos al suyo. Le encantaba la textura de la piel del más joven, tan tibia y suave, perfecta a su modo de ver.


Ambos desearon por tanto tiempo tener ese contacto tan delicioso y privado, buscaban reconocerse y volver a conocerse desde cero, amarse y unirse y ahora que los dos a su manera lo habían hecho, se sentían más completos e incluso inmortales. Porque ahora podrían amarse como solo en sus sueños habían podido hacerlo. El detalle era que, la realidad era mil veces mejor que la fantasía...


 


- o - 🌙 - o -


 


La noche había transcurrido a un ritmo diferente, las horas parecían delicias de los dioses, algo que pocos podían valorar realmente y que se terminaban más rápido al disfrutarse mejor. El sol comenzaba a alzarse desde lo alto de un cielo despejado, la brisa movía con armonía las flores varías del poco pasto que crecía en los alrededores, llevando consigo un viento perfumado y pétalos traviesos que muy probablemente se quedarían atorados en más de alguna larga cabellera de un santo o amazona.


En la casa de Leo, su guardián se removía en las cálidas cobijas despidiéndose poco a poco del sueño. Desde aquel día en que trajo la gema del león Aioria no dormía tanto como antes. Entre sus escapes a la playa y pasar tiempo con Deathmask, sólo había descansado un par de horas a lo mucho en esas dos noches que había compartido con el mayor.


—Ya ha amanecido... —se desperezaba estirando sus brazos y bostezando— Hoy será el día en que haré que Death y yo coincidamos. Sólo espero que no se moleste... demasiado —suspiró.


Aioria estaba nervioso no sabía muy bien aún como crearía la conexión con el italiano. Pero debía intentar cualquier cosa para cumplir su objetivo, pero lo primero era ir hasta el templo de Cáncer y hacer algo que nunca había estado en sus intereses: le pediría disculpas a Death por todos los malos ratos que le había hecho pasar. No creía realmente que a Death le importara aunque sea un poco sus disculpas, después de todo eso no cambiaría el hecho de que el peli-azul se haya sentido mal en muchas oportunidades, pero Aioria quería empezar de alguna manera y eso fue lo más rápido que se le ocurrió.


Rápido salió de la cama lleno de adrenalina que corría por sus venas, se encaminó hacia el cuarto de baño donde lavó sus dientes y tomó una refrescante ducha, al terminar colocó una toalla en su cintura y otra más pequeña sobre sus hombros rodeando su nuca para que el agua no escurriese por su espalda. Buscó ropa cómoda pues debían ir a entrenar en un par de horas y se vistió. Acomodó su cabello lo mejor que pudo para finalmente verse superficialmente en un espejo junto al armario, quedando satisfecho de su imagen.


Dio un último toque a su estilo con un poco de colonia cuyo aroma era masculino, sutil pero atractivo. Aioria fue a la cocina de su templo, comió algo de fruta como un ligero desayuno y ya completamente decidido marchó con rumbo al cuarto templo.


—Espero que Death ya esté despierto —con un suspiro al viento, Leo se dirigió a su destino con los nervios a flor de piel.


 


- o - 🌙 - o -


 


La cucharilla de plata formaba círculos en el oscuro líquido mientras que el que los hacía miraba sin mucho interés el exterior desde la ventana del comedor. Suspiró al mismo tiempo en que se preguntaba como estaría el felino de la madrugada, y pronto le cayó el veinte de que la presencia de ese animal aún le parecía un completo misterio, no comprendía de donde había salido pero de verdad que quería preguntarle a su “querido” vecino si tenía algo que ver con la fiera que lo acompañaba en sus momentos de paz nocturna.


—Espero que estés bien, gatito…


No le había puesto un nombre en específico, sólo ese diminutivo que si se veía bien no le quedaba en nada al enorme felino, pero para Death seguía siendo un gato, aunque fuera enorme y comiera carne, era un gato y ya.


Y hablando de gatos…


Justo en el preciso momento en que Deathmask bebía de su café matutino, una presencia ya conocida para él se dejó sentir por todo el recinto, el ceño de azules arcos se frunció hacia abajo y su boca se torció en un gesto de fastidio. Ahí estaba ese de nuevo.


Death se preguntó mentalmente el porque si iba a pasar por su templo no lo hacía y ya en lugar de anunciarse como si realmente le importara demostrarle cortesía a él ese caballero tan esplendido.


—¿Por qué simplemente no pasas y ya, Leo? ¿Qué no te das cuenta que me arruinas el día? —pensaba enojado poniéndose de pie de la silla que utilizaba.


Mientras que en la entrada:


Aioria ingresaba en la estancia principal de la cuarta casa, había destilado moderadamente su energía la necesaria para anunciar su presencia en el lugar y poder así hacer que el protector saliera. Podía sentir con claridad la piel de sus manos helada pero húmeda. Sudaba frío presa de la incertidumbre que le causaba el pensar en cuál sería la actitud de su vecino por su presencia en la casa que custodiaba.


Los ojos verdes recorrían todo lo que podían buscando algún indicio de la presencia de Deathmask pero hasta ahora solamente podía percibir un leve rastro de la cosmoenergía del mayor un poco más allá. Pero el griego no creía que fuera correcto avanzar más de donde ya estaba, era mejor esperar a que el italiano apareciera. No quería apresurar ni forzar nada, todo debía ser lo más natural posible.


Death a regañadientes ya se encontraba en camino a recibir al visitante. No conocía el por qué de que Aioria estuviera ahí y que no se haya marchado aún. Cáncer realmente esperaba que fuera algo que valiera la pena.


El cangrejo había llegado a la estancia principal de su casa y ahí en la entrada, el castaño claro le recibió con un cordial saludo y una petición, todo dicho de una manera que hasta ahora Death desconocía de la voz del menor.


—Buenos días, Death —sonrió con timidez—. ¿Podrías permitirme por favor hablar contigo?


Death agrandó sus ojos. ¿Ahora que bicho le había picado a ese hombre?


 


 

Notas finales:

Si detectan algún errorcillo ortografíco, sientanse libres de hacermelo saber. Siempre se me escapan algunos...


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