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"Vacíos encontrados, la luna llora en tu mirada." por darkness la reyna siniestra

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Notas del capitulo:

Hola, primero que nada una disculpa para los que leen esta historia, tuve que haber actualizado la semana pasada pero me fue imposible, pero eso no quiere decir que había dejado de escribirla. La comencé a escribir desde mi teléfono celular y pues cada vez que viajo en el colectivo o antes de dormir, escribo una o dos páginas depende de cuanto me pueda inspirar para luego enviarla de uno de mis correos a otro de los muchos que tengo para recibirlo directamente en mi computadora para así poder hacer las modificaciones y revisiones necesarias para que la ortografía y la redacción sean lo más prolijos que se pueda y es por eso que ahora traigo el capítulo 6, 7 y 8 y mientras leen esos, yo estaré trabajandp en el 9 y 10 para publicarlos mañana o sino pudiese, al menos sería la otra semana.

Por el momento eso es todo, espero que les gusten estos capítulos y muchas gracias por regalarnos a mi y a este humilde fic un tiempito de lectura. Les agradezco de todo corazón.

 

- o - 🌙 - o -

 

La mirada azul del cuarto santo recaía sobre Leo pesada y acusatoria. Death comprendía bien que él no era el más indicado para odiar a alguien y pese a todo, no sentía tal sentimiento por Aioria aunque no negaba que se sentía muy incomodo a su lado.

El griego no lo conocía en lo absoluto, si a lo sumo tenía suerte de que el menor recordara su nombre y medianamente sabía que provenía de alguna parte de Italia, nada más. La relación que ambos tenían había sido espinosa quizás desde la cruda infancia. Aunque a decir verdad el peli-azul no recordaba haberse acercado mucho al otro cuando eran pequeños aprendices. Él tenía sus propias preocupaciones como comprender y aplicar todo lo que su maestro le enseñaba para convertirse en un caballero dorado, no tenía tiempo para enfocarse en la vida de alguien más.

Los años los habían cambiado a los dos respecto a la existencia del contrario. Deathmask cambió de ser alguien a quien no le gustaba llamar la atención, a un ser despiadado que amaba gritar a los cuatro vientos con orgullo sus actos reprochables aunque... En realidad no fueron cometidos con el afán de asesinar desde el principio, y quienes habían perecido bajo su poder fueron seres que estuvieron en el momento equivocado, en el lugar equivocado y al final el joven italiano tuvo que cargar con todo eso sobre sus hombros pues su mano lo había provocado.

Y Aioria, el niño que sonreía y hacía travesuras inofensivas, y entrenaba con entusiasmo bajo la tutela de su hermano mayor, se había marchado para dar paso a un joven que pasó a la etapa adolescente con amargos sentimientos, soledad y la desconfianza de un animalillo al verse acorralado. Aioria debió de madurar y crecer un poco antes que los demás a sabiendas de que si deseaba vivir para convertirse en el santo de Leo que llenara de orgullo a su adorado hermano fallecido, debía volverse frío y fuerte tanto dentro como por fuera. Y lo había conseguido...

Quizás si se hubieran conocido en otras circunstancias todo para ellos hubiese sido muy diferente y tal vez, y sólo tal vez se hubieran vuelto muy buenos amigos pero no había sido así. Dejándolos ahora como dos hombres que no sabían como proceder uno frente al otro, como hablarse, ni como mirarse siquiera.

—Death, yo sé que no he sido el mejor compañero que hayas podido tener —Aioria se había puesto de pie de su asiento, caminando lejos del visitante, dándole la espalda—. Sé que te he dicho y hecho cosas que realmente no merecías, es decir estás entre nosotros por gracia de Athena y si ella ha perdonado todos tus pecados, todos y más aún yo, tuvimos que hacer lo mismo. Y por eso, yo te pido perdón por todo lo que te he hecho y lo mal que he pensado de ti... yo no soy nadie para juzgar tus actos. He comprendido que no debo hacer contigo lo que por tantos años me hicieron a mi. Tachándome de ser el hermano del traidor sin siquiera darme una oportunidad de probar que ni Aioros ni yo eramos malos…

Deathmask no podía verlo pues el menor le daba la espalda pero por los ojos verdes caían silenciosas lágrimas, cada una cargada de dolorosos recuerdos, de su niñez y desde que comenzaron nuevamente a vivir. Aioria estaba llorando al caer en la cuenta de que él había hecho con Death lo que tanto odió que le hicieran a él mismo, porque sabía como se sentía ser atacado sin poderse defender de alguna manera, sin que nadie estuviera para apoyarlo, para acompañarlo y defenderlo.

Sin nadie que a su lado le acariciara la espalda, le dijera que todo estaría bien y le diera un abrazo que transmitiera una calma y consuelo que su corazón rogaba a gritos. Deathmask era su propio reflejo, y él se volvió antipático con esa persona que al igual que el pequeño niño que yacía en sus recuerdos, suplicaba por una oportunidad, una que a la larga sólo Shura de Capricornio estuvo dispuesto a dar al compartir errores similares a los del mayor.

Quizás Shura estaba pendiente de Death por la culpa de haberlo herido, o porque en verdad se interesaba, nadie sabe. Pero al menos Aioria si deseaba con su ser entero revindicarse con su visitante.

—¿No crees que es demasiado tarde, Leo? —le dijo levantándose también— No sé que pretendes con estarme pidiendo perdón a estas alturas de la vida. Hasta donde me has demostrado no te interesa en lo más mínimo lo que yo llegue a sentir o pensar con tus muestras de desagrado y odio. ¿Por qué empezar ahora, eh? ¿Quizás porque me viste en uno de los peores momentos de mi vida desde que me revivieron? No creas que por lo de esta mañana puedes tomarme por una damisela en peligro, idiota.

Aioria se limpió las lágrimas con disimulo antes de encarar al cangrejo.

—De ninguna manera volveré a pensar que eres débil, Deathmask... Y no tiene nada que ver con lo de hoy. Solamente comprendí que he sido muy injusto contigo, no captaba lo que hacía, que te estaba lastimando al recordarte todo lo que ya nuestra diosa a perdonado con su amor... Deseo conocer a ese Deathmask que en su intensa mirada añil desea una oportunidad para abrirse tal cual es en su interior. Quiero conocerte, Death...

Lo último fue dicho en un susurro esperanzado y el nombrado abrió el doble de grandes sus ojos, un sonrojo se instaló mágicamente en la suave piel de sus mejillas color melón. Aioria caminó lentamente hacia él, donde en un inesperado movimiento le tomó de ambas manos. Death no podía creer que Leo le pidiera dejar que le conociera. En su interior el mayor se preguntaba —¿Le interesa conocerme...?— todo aquello era demasiado extraño, demasiado incomodo pero un calor estaba creciendo dentro de su pecho, su corazón latió con mayor velocidad y fuerza tanta que incluso le asustaba que el griego pudiera llegar a escucharle. Afuera la luna comenzaba a notarse y poco a poco las estrellas hacían acto de presencia. ¿Cuánto tiempo había pasado que ni cuenta se había dado?

Al frente suyo los ojos jade brillaban ansiosos ante la cercanía que de a poco se comenzaba a acortar. Deathmask no sabía que es lo que tenía que hacer. En su cabeza una vocecilla le gritaba ¡Permítele conocerte! Pero lo que más quería era salir corriendo de ahí. Un miedo irracional se apoderó de su raciocinio, haciendo que alejara sus prisioneras manos de las del otro hombre a su lado con rapidez y brusquedad.

Dio unos torpes pasos hacia atrás alejándose por completo del santo de Leo que le veía extrañado y algo apenado.

—Déjate de tonterías, Leo... —soltó con el entrecejo fruncido posando su mirada sobre el piso— Sólo ten algo de discreción sobre lo que andarás diciendo por ahí desde hoy en más.

Y sin más palabra y sin esperar una respuesta del guardián del templo, Cáncer se dio la vuelta contrariado y molesto para irse del sitio con destino a su propio templo. Dejando solo al león entre un mar de emociones sin nombre y recuerdos agrios.

—Deathmask…

Aioria tenía el sentimiento de tener muchas cosas que decirle al peli-azul pero no sabía lo que eran. Simplemente deseaba decirle una y mil cosas pero desconocía sobre qué y eso le provocó un gran dolor de cabeza. Necesitaba hablar de aquello con alguien, quería desahogarse y si por él fuera iría en ese preciso momento al templo de Sagitario pero ya era de noche y pronto llegaría el momento en que se volviera a transformar en un auténtico león.

Mientras tanto Death se devanaba los sesos tratando de encontrarle explicación al extraño comportamiento y repentino interés que Aioria le había demostrado sin ninguna vergüenza hace unos momentos. No comprendía que le ocurría a ese griego altanero cuyo buen trato era exclusivo para algunos pocos afortunados. Y él comprendía que no era uno de estos últimos.

—Quizás sólo quiere conocer mis debilidades más profundas para luego destruirme frente a los demás... Estúpido…

Sentado en un rincón junto a la ventana de su habitación, Death se permitió ser vulnerable y llorar libremente soltando sin ataduras sus sollozos cargados de viejos dolores y todo tipo de sentimientos, desde la rabia, hasta la pena todo junto brotando desde las hermosas tanzanitas* que tenía por ojos.

 

- o - 🌙 - o -

 

Las manos le temblaban de puros nervios, y la piel expuesta de sus brazos sentía como tempestad siberiana la tenue brisa nocturna que iba y venía a su alrededor. Las piernas bajaban por los peldaños en dirección a la casa del centauro. Su amigo de cuerpo y alma se había sacrificado una última vez para que él pudiera tener esa felicidad que soñaba entre las sabanas de la cama del cuarto templo. Por respeto y cariño a Cáncer había tomado la decisión de enfrentar sus temores y buscar finalmente aquella oportunidad de reivindicación hacia a Aioros, compensándole al noveno santo todo su dolor con el amor que él iba a ofrecerle.

Shura estaba dispuesto a sacarse el corazón del pecho y dárselo al castaño en bandeja de oro de ser necesario. Sólo deseaba amar al mayor y que éste se lo permitiera aunque se desquitara por lo que le había hecho cuando el falso patriarca le ordenó ir en su búsqueda.

Finalmente llegaba a la entrada trasera de ese templo que protegía el amor más grande de su vida, el corazón comenzó a latir desbocadamente en su pecho, desestabilizando su energía haciendo que el dueño del sitio sintiera la turbación de su vecino y sin más Aioros fue al encuentro de su inesperado visitante.

—¿Shura? Que sorpresa verte por aquí. ¿Deseas pasar por mi templo?

Aioros apenas lo vio le había saludado con una cálida sonrisa brotando de sus labios como flores en los Elíseos. Desarmando por completo al guerrero del décimo recinto.

—Aioros... —dejó salir en un quedo suspiro que cargaba alegría y nostalgia en partes equivalentes— Yo..., me alegro mucho de verte.

Un sorprendido arquero agrandó los ojos de asombro por la sinceridad de su compañero y segundos después una sonrisa aún más brillante que la primera se instaló en sus bonitas facciones.

—A mi también me da alegría verte. ¿Te gustaría pasar a tomar algo? —le ofreció mientras se le acercaba más.

—Me gustaría, Aioros. En especial porque deseo... deseo hablar contigo de algo que ya no puedo retener más en mi corazón y sólo tú puedes darme la vida o la muerte.

El griego se preocupó por lo escuchado.

—Por Athena, ¿tanto así, es algo grave?

—Depende de lo que tú me respondas, puede ser grave o una gran bendición…

Aioros no comprendía a lo que Shura se estaba refiriendo, pero al menos el menor planeaba comentárselo, pero en verdad deseaba que no fuera nada malo. Con un fruncimiento de labios, el castaño asintió haciendo un ademán para que el otro lo siguiera al interior del templo.

—Bueno, en ese caso lo mejor es que entremos para que podamos hablar mientras tomamos un café. ¿O preferirías un vino caliente?

Ambos ya caminaban hombro a hombro con destino a las estancias privadas del lugar.

—Yo tomaré todo lo que tú quieras darme, Aioros —sonrió cariñosamente haciendo que el dueño de la casa se sonrojara, mas sonriera también.

—Entonces comencemos con un café...

 

 

 

Notas finales:

Tanzanitas:

Celebrada con entusiasmo como "Piedra preciosa del siglo 20", después de su descubrimiento en 1967. Es nombrada por el estado de África Oriental de Tanzania, donde su depósito ha sido exclusivamente encontrado. Los joyeros legendario de Nueva York, Tiffany & Co, fueron los primeros en promover tanzanita como una piedra preciosa fina.

Es una variedad de la especie zoisita. En buena calidad, el color va de ultramarino a azul zafiro. El color más popular es un azul saturado, que muestra un tono purpúreo brillando alrededor de ella.

 

 

Gracias por leer.


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