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Aprendiendo a amar por aisaka-san

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Después de una corta ducha se vistió ahí mismo dentro del baño, bajó al comedor en donde un agradable aroma brotaba y se esparcía por toda la casa; al entrar notó la presencia de cierto chico de cabello azul celeste quien al parecer se estaba mensajeando con alguien desde su teléfono. El chico también se percató de la presencia del albino y alzó la mirada de esa pantalla brindándole una sonrisa.

 

—¿Qué tal? —Saludó el más joven, Shu por su lado se limitó a alzar la mano en respuesta.

 

El mayor se sentó en la primera silla vacía que vió, entre tanto y tanto empezó a examinar el sitio. Le pareció un tanto extraño empezar a notar ciertas cosas en aquel lugar que antes simplemente había pasado por alto; se concentró más en aquellos detalles que había visto en su sueño hace poco, era increíble darse cuenta que esas cosas si se hallaban en la habitación solo que en una ubicación diferente.

 

“Seguro debe ser mi imaginación, así trabajan los sueños después de todo”, pensó intentando reconfortarse pues ya había leído en innumerables lares que el cerebro recopilaba información de la vida real para llenar ciertos huecos dentro de los sueños. 

 

Aun así le inquietaba cuando miraba específicamente un cuadro enmarcando una foto donde una hermosa puesta de sol era el espectáculo principal, a la lejanía dos figuras parecían contemplar dicha maravilla natural. Ese cuadro también lo había visto en su sueño sin embargo debido a su ubicación poco privilegiada detrás de varios adornos familiares no lo había contemplado en la vida real, al menos no hasta ahora.

 

Mientras más tiempo se la pasaba observando ese cuadro más desconcertado se sentía, intentó pensar en alguna otra vez donde pudo haber visto algo similar pero no encontró ninguna ocasión, mientras tanto Toko observaba al albino un tanto extrañado por su actitud hacia la pequeña repisa.

 

—Este… —La intervención del menor despertó a Shu del ensimismamiento, por su lado el de ojos celestes no sabía muy bien cómo iniciar una conversación con el albino, solo dijo lo primero que se le ocurrió—. ¿Has comido el pan de mamá?

 

El albino parpadeó repetidamente un tanto confundido por su pregunta, Toko se abofeteó internamente cuando recordó algo, se sintió muy avergonzado por su pregunta obvia.

 

—Pues si, una vez tú me diste uno.

 

—Ah… es cierto.

 

Nuevamente el silencio invadió el lugar, Toko estaba nervioso con la presencia de Shu, no sabía muy bien cómo tratarlo y según lo que su madre le comentó hace poco además de la llamada que cierto rubio adinerado le hizo hace algunas horas, Shu había estado caminando sin rumbo alguno por el pueblo. 

 

No quería preguntar al respecto, no era algo de su incumbencia sin embargo ese no era el único enigma que rodeaba a Shu, después de cierto tiempo desde la conversación con su madre se dio cuenta que tanto Nika como Valt estaban enamorados de Shu.

 

“¿Aoimonas? No, no me afecta”, pensó en alguna ocasión anterior cuando reflexionaba del tema. Que dos personas de su familia cayeran bajo los encantos de Shu no debía ser coincidencia, seguro Shu emanaba alguna clase de feromona que atrae a los miembros de su familia, descartó rápido la idea.

 

¿Entonces por qué? Siguió preguntándose días después. A pesar de su enorme curiosidad quizás el "por qué" no era la pregunta indicada que debía hacer, sino ¿a quién elegirá?

 

Toko amaba a sus dos hermanos por igual, claro que tenía cierta compatibilidad con Nika al ser ambos gemelos pero Valt es su ejemplo a seguir desde siempre, terminaria saltando de un edificio antes de elegir entre alguno de ellos.

 

Pero Shu no pensaba lo mismo que él, no sabía a quién elegiría, si a Valt o a Nika. En primer lugar la respuesta obvia sería su hermana gemela, era una chica después de todo sin embargo Shu parecía distinto.

 

Era el “chico popular”, “nadie se le acerca porque es demasiado cool”, pero ahí estaba otra contradicción, su hermano mayor para ser específicos. Él se ganó la confianza de Kurenai, lo hacía sonreír y enojar, Shu de verdad parecía vivo a su lado pero, ¿era gay? ¿le atraía Valt o era un simple amigo más?

 

Tenía tantas preguntas para el albino pero este, a pesar de estar a menos de un metro de distancia parecía tan distante como siempre.

 

Inevitablemente Shu notó la atención de Toko, al igual que con Nika casi no había convivido nada de tiempo con ese chico así que no tenía ninguna idea de que podrían hablar, por suerte la señora Aoi no tardó mucho tiempo en hacer aparición en la escena mientras llevaba entre sus manos una charola repleta de pan.

 

—Mamá, ¿no crees que exageraste? —preguntó Toko asombrado por la gran cantidad de pan, la señora Aoi sonrió ligeramente divertida.

 

—Bueno, fue por eso que invite a Shu a cenar —respondió Chiharu con simpleza.

 

Después de todo aquello la cena dio inicio, Shu no era de mucho hablar pero eso no les importó ni a Toko ni a Chiharu, quienes conversaban sobre la ausencia de Nika quien había asistido a una pijamada en casa de una amiga. Cuando empezaron a hablar de Valt el albino tampoco dijo nada, sin embargo su atención se centró más en la plática, sintiendo un gran alivio al enterarse que más temprano el chico los había contactado para decirles que su teléfono se había estropeado y recién consiguió uno nuevo gracias a su jefa, Kristina.

 

“Entonces no me estaba ignorando”, pensó Shu a la par que soltaba un suspiro casi mudo.

 

—Solo a Valt le pasan esas cosas —comentó Toko después del relato que su madre había contado.

 

—Nunca ha sido cuidadoso con nada —La mayor dirigió su mirada al albino quien pareció confundido por breves momentos—, ¿alguna vez te conté cuando casi quema su habitación?

 

—¿Qué? ¿En serio? —preguntó Shu intrigado, luego miró a Toko quien asintió avergonzado.

 

—Fue hace como seis años, pensó que prender una vela a las tres de la mañana para pedir un deseo era una buena idea.

 

Shu sintió una gotita rodar por la frente, aun así se distrajo un buen rato mientras escuchaba las anécdotas que la madre de Valt tenía por ofrecer.

 

—Puedes dormir en la habitación de Valt si quieres —dijo Chiharu cuando la cena terminó sorprendiendo tanto a Shu como a Toko, el de ojos celestes no quiso estorbar así que simplemente subió a su propia habitación silenciosamente dejándolos solos.

 

—No es necesario, planeo volver a casa —Se excusó el albino, más incómodo que nervioso por la propuesta de la señora Aoi, ella endureció su expresión un poco.

 

—Es demasiado tarde, además ya llamé a tus padres y están de acuerdo con que pases la noche aquí —Shu iba a replicar nuevamente, sin embargo Chiharu continuó hablando con un tono de voz más bajo del que había usado anteriormente—. No he llamado a Valt pero imagino que el mismo te dejaría dormir sobre su cama.

 

El albino sintió la sangre subir a las mejillas tiñiendolas ligeramente, no dijo nada más y se encaminó a la habitación de Valt en silencio.

 

Antes de entrar las manos le empezaron a sudar, a pesar de sus múltiples visitas a la casa Aoi jamás había puesto un solo pie en la alcoba del mayor de los hermanos. El simple hecho de pensar que pasaría ahí toda la noche lo hacía sentir ansioso.

 

Tomó una larga bocanada antes de decidir entrar, abrió la puerta encontrando sorpresivamente un escenario que solo había visto en sus sueños.

 

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—Uhm, sí.

 

Respondió Daigo un tanto nervioso la pregunta formulada por el adulto, la mirada penetrante y rojiza de ese señor era bastante intimidante, sin embargo fue gracias a esa mirada que supo de quién se trataba. Miró a Ken y susurró casi inaudible.

 

—Son los padres de Shu.

 

Ken asintió comprendiendo al instante sus palabras, ambos observaban al adulto que parecía buscar con la mirada a su hijo detrás de ellos. Sus ojos rojizos eran más severos que los de Shu cuando recién había llegado al país.

 

—¿Dónde está mi hijo? —Más que una pregunta parecía una amenaza contra el par de azabaches quienes se miraron nerviosos.

 

Naturalmente se preguntaron si ese era el hombre amable y despreocupado del que Valt tanto les hablaba con emoción cuando iba a visitar la casa del albino, pues el hombre que tenían frente parecía un soldado u otra figura de autoridad que en cualquier momento sacaría un arma para dispararles.

 

—¡Ryu! —La voz de la mujer dentro del auto fue lo que salvó a ambos azabaches de una crisis nerviosa, ella salió del vehículo con teléfono en mano—. Deja a estos chicos en paz, Chiharu acaba de llamarme, Shu está en su casa.

 

El hombre suspiró fastidiado y se encaminó al vehículo, ella por su lado giró hacia el par de azabaches quienes parecían aún algo pasmados por su presencia.

 

—Por favor no se tomen tan en serio a mi esposo, es un tanto sobreprotector cuando se trata de Shu.

 

—No se preocupe —respondió Ken con la mejor sonrisa que pudo hacer, aunque solo le salió una mueca incómoda.

 

La bocina del auto fue sonada impacientemente por el hombre dentro de ella, la mujer rodó los ojos fastidiada para después acercarse con su marido pero para extrañeza de Ken y Daigo ella no se subió al vehículo, solo se acercó a hablar con él.

 

—Listo ya vine —dijo Wakiya apareciendo en el acto, seguido de Boa—. Y antes de que pregunten lo obvio, no, no vino Shu con nosotros.

 

—No tienes porque explicar nada —dijo Ranjiro, luego apuntó al auto donde ambos adultos parecían conversar cada vez más airados—. Ellos ya saben donde está.

 

Wakiya rechistó, molesto se acomodó la coleta y dio media vuelta.

 

—Si ese es el caso entonces vámonos.

 

Para los azabaches como para Ranjiro eso los tomó por sorpresa, Wakiya empezó a marcharse del sitio mientras Boa intentaba explicarles lo mejor posible lo poco que entendió del encuentro entre Shu y el rubio.

 

—Shu se fue molesto cuando platicaron, sea lo que sea que hayan dicho ambos están en malos términos —dijo Boa apurado pues cada vez Wakiya se alejaba más mientras Ranjiro intentaba hacer que su supuesto novio se quedara.

 

—Bueno, Wakiya siempre se enoja por todo —comentó Ken con simpleza. 

 

Un fuerte sonido los distrajo, voltearon a el origen de este encontrándose con la escena del padre de Shu entrando enojado a la casa. La mujer lo miraba un tanto indiferente a su actitud, se acercó a los chicos con una expresión pacífica.

 

—Gracias por buscar a nuestro hijo, por favor pasen a la casa, tengo un té magnífico que seguro les encantará.

 

A lo lejos Ranjiro escuchó la propuesta y tomó a Wakiya de los hombros impidiendo que avanzará más.

 

—¿Oíste eso? La señora Kurenai quiere que entremos a la casa.

 

—Tú ve, ¿A mí que?

 

Mientras Daigo, Ken y Boa entraban a la residencia, Hana Kurenai vio a Wakiya y Ranjiro lejos así que optó por alzar más la voz.

 

—Ya es algo tarde, pasen a tomar algo y después los dejaremos en sus casas.

 

—No es necesario, así estamos bien —respondió el rubio de ojos azules igual de alto para ser escuchado, Ranjiro suspiro pesado por su respuesta.

 

—Eso es un poco grosero… Ricitos.

 

Ranjiro y Wakiya se asombraron al escuchar esa voz tan cerca de ellos, voltearon casi al mismo tiempo topándose con Rantaro. Quién sabe a qué hora llegó pero vaya que no esperaban verlo ahí esa noche.

 

—¿Qué haces? Se supone que estabas descansando por el golpe de esta tarde.

 

Preguntó Wakiya preocupado, después del golpe tan fuerte que le dio a Rantaro fueron al hospital en donde les dijeron que no había sido tan grave pero debía guardar reposo por el resto del día. Razón por la cual tuvo que llamar a Ranjiro en su lugar para que los ayudará con la búsqueda de Shu.

 

Audaz sonrió ladino, dejando ligeramente expuesta la paleta en su boca.

 

—Me siento de maravilla y para ser honesto estoy más inquieto en mi casa esperando noticias sobre Shu, así que decidí venir a ayudarles.

 

Posó la mirada sobre su hermano menor quien parecía molesto con su presencia, se acercó a él y sin dejar de sonreír dejo un trozo de papel entre sus manos. Ranjiro lo miró curioso notando que se trataba de una dirección.

 

—Necesito que vayas a ver a Kaoru, sigue algo enferma y quería ir a visitarla, pero ahora creo que es más importante lo de Shu.

 

Su hermano estaba asombrado con su petición y ni hablar de Wakiya quien abrió la boca tan grande que fácil podría tragarse una mosca. Rantaro rió un poco por la reacción de ambos pero sin esperar más, tomó a Wakiya del brazo y lo jaló en dirección a la casa Kurenai.

 

—¡Por favor, te lo encargo! —gritó a su hermano menor sin mirar atrás, este se quedó ahí de pie un rato asimilando lo que había ocurrido.

 

Wakiya no volteó de nuevo pero escuchó claramente como Ranjiro se retiraba.

 

Cuando entraron a la casa se encontraron con sus amigos en la sala de estar y a un lado el padre de Shu los miraba a todos con seriedad, luego el adulto posó su amenazante mirada sobre el par de rubios que sintieron un escalofrío que les puso la piel de gallina.

 

—¡Ryu, ya deja de verlos así o se te saldrán los ojos! —regaño la mujer entrando a la sala con un par de tazas en las manos, el señor rechisto y se volteo como si fuera un niño regañado—. Lo lamento mucho, mi esposo hace tonterías cuando está preocupado.

 

Los presentes sintieron una gotita rodarles por la cabeza, sin embargo la intervención de la mujer había disminuido en cierta medida la tensión del ambiente. Ella le extendió a Wakiya y Rantaro las tazas que contenían el dichoso té, luego regresó a lo que parecía ser la cocina.

 

Sin decir nada más se quedaron de pie, no sabían muy bien de qué hablar con el padre de Shu presente.

 

Después de un rato lleno de incomodidad Daigo cuestionó a Rantaro sobre su presencia a lo que él explicó rápidamente, luego fue el rubio quien le pregunto a Boa que hacía ahí, el de ojos verdes pareció avergonzado ganándose una mirada interrogante de Audaz.

 

—Bueno… debía regresarle algo a Shu y lo hice.

 

—El bey de Shu —aclaró Wakiya cuando notó a Rantaro y Daigo un tanto perdidos en la conversación.

 

—Tú… lo robaste —balbuceó Audaz afirmando con cierto temor por lo bajo, el padre de Shu no tuvo problemas con escucharlo, miró al de ojos verdes molesto.

 

—Así que tú eres el responsable de que casi secuestraran a mi hijo.

 

Hana entraba a la habitación, cuando escuchó aquello dejó caer el par de tazas de sus manos.

 

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—¿Qué es esto?

 

Preguntó un albino de ojos rojos a la nada cuando examinaba la habitacion cuidadosamente, mientras más la miraba más sentía a su ritmo cardiaco acelerarse. Los muebles aunque un poco desgastados los reconocía, las paredes que podría jurar, antes estaban tapizadas de colores alegres ahora se entintan de un amarillo pálido, aun así la dimensión y la estructura era la misma.

 

No cabe dudas, esa era la misma habitación que vio en sus sueños.

 

Intentó guardar la calma y entró cerrando la puerta tras de sí, evocó los recuerdos de sus sueños en el que su “pequeño yo” jugaba con una versión aún más infantil de Valt.

 

“Esto no tiene sentido, jamás he entrado aquí así que no puede tratarse de un recuerdo, ¿o si?” pensó obteniendo más preguntas que respuestas.

 

Intentó recordar si alguna vez regresó a Japón con sus padres pero no logró nada, prácticamente sus años de infancia eran más de lo mismo, escuela, clases de inglés, canto, cocina, esgrima, regresar a casa, preparar algo de comer, lavar su ropa e irse a dormir sin esperar a sus padres. Él hacía todo eso desde que tenía memoria, así que si ocurrió algo que rompiera esa rutina lo recordaria sin dudar, pero estaba en blanco.

 

Decidió a buscar las respuestas, abrió los cajones del escritorio de Valt, hallando solo apuntes inconclusos de las clases y uno que otro examen con mala nota. Fuera de eso no vio algún otro lugar donde hurgar, solo había un armario lleno de ropa, un mueble de noche y la cama.

 

“¡Eso es!”, pensó más animado, si había un lugar donde guardar las cosas que menos usas pero más valoras es debajo de la cama.

 

Se inclinó un poco hallando varias cajas cubiertas de una fina capa de polvo, arrastró la primera que era larga y poco alta, la abrió descubriendo un cuaderno con la leyenda “Diario” grabada en la cubierta.

 

Aunque estaba muy tentado de abrirlo se negó a hacerlo, buscaba sus respuestas, no las de Valt. Cerró la caja y la dejó de lado para después sacar la siguiente, encontró un montón de cuadernos viejos, abrió uno y guiándose por el contenido de este dedujo que era de la época de secundaria.

 

Tomó la tercera caja, la penúltima de todas, esperaba tener más respuestas esta vez. Cuando la abrió se encontró con cuadernos de pasta dura.

 

“¿Álbumes de fotos?”, pensó intrigado, eran bastantes. Abrió el primero que tomó encontrándose con la foto de un bebé que usaba un mameluco azul cielo y sostenía felizmente una galleta, por la marca en su pómulo supo de quién se trataba.

 

Fue inevitable que una sonrisa se le dibujara en el rostro, se sentó en la cama mientras admiraba la versión más joven de Valt. Pasó de página mirando más fotos del mismo tipo, estaba tan inmerso en aquellas fotografías que no notó que la puerta había sido ligeramente abierta y que alguien lo observaba.

 

Pasó a la siguiente foto donde Valt bebé estaba siendo cargado por sus padres, sin embargo una persona en el fondo de la foto capturó su atención, era su madre.

 

Confundido hojeo a las siguiente página mirando incrédulo que está vez eran Ryu y Hana Kurenai los que sostenían entre sus brazos a Valt, debajo de esa foto había otra donde era él mismo, Shu Kurenai, el que estaba siendo cargado por Kento y Chiharu Aoi.

 

—¿Qué es esto? —susurró incrédulo, hojeo con rapidez el álbum topándose con más fotos donde Valt y él siendo unos bebés parecían casi hermanos, compartiendo cálidos escenarios donde jugaban, comían, se bañaban, prácticamente hacían cualquier cosa juntos.

 

Cuando terminó el álbum de su etapa de bebés tomó otro rápidamente, en este también habían fotos de ambos pero eran unos niños de quizás dos años de edad.

 

Era claro que no recordaba nada de aquello, por más feliz que parecía en esas imágenes no podía siquiera imaginarse en esas escenas.

 

—Valt… ¿tú sabías esto?

 

Preguntó a la nada, por supuesto no esperaba una respuesta por lo que se asustó en demasía cuando escuchó otra voz en la habitación.

 

—No, él no tiene ni idea.

 

Miró hacia la puerta de donde había surgido esa voz, la señora Aoi entró con una sonrisa divertida en el rostro.

 

—Lo siento, no quería asustarte —Se adentró a la habitación con calma, miró alrededor las cajas en el suelo y luego a los álbumes que yacían en la única caja abierta—. ¡Oh, que recuerdos!

 

El albino volteó a mirar el álbum en sus manos, su expresión reflejaba a la perfección lo consternado que se encontraba.

 

—Yo… no entiendo nada de esto —De un solo movimiento cerró el álbum, miró a la nada confundido—. ¿Fotos mias y de Valt siendo bebés? ¿Cómo? Tiene todo esto guardado bajo su cama y nunca me lo dijo… ¿porque?

 

Chiharu lo miró en todo el tiempo mientras hablaba, sabía que el de ojos rojos tenía muchas dudas pero debía que procurar aclararlas una por una.

 

—Tranquilo —dijo la mayor acercando la silla del escritorio de Valt para sentarse en ella—. Esto que ves es mi pequeño secreto.

 

Shu la miró sorprendido.

 

—Guardé todas esas cajas debajo de la cama de Valt desde que tiene cinco años, le dije que nunca las abriera o desataria el caos en el mundo —Soltó una pequeña risa antes de continuar—. Al principio se asustó por guardar algo así debajo de su cama pero lo convencí de que era el único caballero en la Tierra que podía cumplir esa misión, después pasaron los años y olvidó que incluso existían.

 

—¿Y cómo está tan segura de que no las ha abierto? Casi no tienen nada de polvo —susurró Shu aun confundido, Chiharu rápidamente respondió.

 

—Conozco a Valt, se que en algún momento las abrió por curiosidad pero seguro fue hace años, el polvo cubría estas cajas pero hace poco las limpie. De no haber sido así entonces Valt debió reconocerte cuando llegaste, pero no lo hizo ¿o si?

 

—… No —respondió Shu bajando un poco la mirada, Chiharu tomó otro álbum de la caja y lo abrió.

 

—Como ya sabes tus papás son amigos íntimos de mi esposo y de mi, nos conocemos desde niños, crecimos juntos hasta que me casé con Kento, luego tus padres también se casaron cuando se enteraron que iban a tener un bebé. No me malentiendas, ellos ya se amaban desde mucho antes pero no habían podido planificar la fecha de la boda hasta que Hana presento sintomas.

 

Tomó una foto del álbum y la se la dio a Shu, la miró viendo a sus padres que sonreían a la cámara, ambos usaban sus prendas de recién casados.

 

—Siete meses después yo también me embarace de Valt, estábamos tan felices y cuando naciste me emocioné aún más por la llegada de esa manchita azul —Le extendió otra foto donde esta vez aparecía Chiharu en el hospital, cargando a un Valt bebé que dormía plácidamente—. En esos tiempos tus padres consiguieron un trabajo importante, ambos empezaron a pasar más tiempo afuera, no tuve ningún problema en cuidarlos, fue cuando empecé a sacar esas fotos.

 

Shu bajó la mirada, era un tanto difícil de comprender todo aquello, más aún si casi no recordaba nada.

 

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La habitación estaba rodeada de un silencio sepulcral, Boa temblaba por la declaración del adulto, tan confundido como todos los demás adolescentes intercambio miradas con ellos.

 

—Yo… no sé de qué habla —respondió Boa con nerviosismo, las manos le temblaban y empezó a sudar frío.

 

—Claro que lo sabes, ¡no te hagas el desentendido!

 

El grito del adulto les puso a todos ellos la piel de gallina, Hana rápidamente salió de su trance y se volteo hacia el mayor.

 

—¡Ryu! No pierdas la calma, sabes que el verdadero responsable está en prisión.

 

El adulto rechisto, lanzó una mirada furiosa a los chicos y sin decir más salió de la habitación, dejando atrás el ambiente tenso.

 

Hana suspiro, negó en silencio y luego se dirigió a los muchachos.

 

—Por favor, no tomen en serio lo que dijo mi esposo, cuando está bajo estrés tiende a ser muy temperamental. ¡Ah, lamento este desastre! Lo limpiare ahora mismo.

 

—No, no se preocupe, creo que es mejor que nos vayamos —respondió Daigo con delicadeza pero aun así el semblante de la adulta decayó.

 

—O-Oh podemos quedarnos, de todos modos hace frío afuera —intervino Ken rápidamente, Hana lo miró y sonrió ligeramente.

 

—En ese caso traeré más té, solo esperen unos minutos.

 

Cuando ella abandonó la habitación casi todos soltaron un suspiro aliviado.

 

—¿Qué fue eso? ¡¿Secuestro?! —preguntó Boa alarmado, a su lado Ken asintió.

 

—Yo tampoco entendí pero ¿alguno de ustedes lo sabía?, ¿Shu fue secuestrado?

 

Rantaro tenía una sonrisa nerviosa en el rostro, la taza en sus manos temblaba un poco.

 

—Debe tratarse de una broma, ¿verdad Ricitos?

 

Volteó al rubio a su lado notando una expresión de completa seriedad en el rostro, los demás también se dieron cuenta de ello; era una mala señal.

 

—... secuestro… un cargo de secuestro… por eso fue vetado…

 

—Eehm… ¿estas bien Ricitos? —preguntó Rantaro preocupado, el más bajo lo miró más preocupado que serio.

 

—Cuando llegué a la presidencia de la WBBA me notificaron de varias personas no deseadas, entre los archivos encontré las razones por las cuales los Raging Bulls cambiaron de dueño y de nombre.

 

—¿Los Raging Bulls? Todos sabemos eso, fue porque estaban ligados al Snake Pit ¿no es así Boa? —preguntó Ken al castaño quien asintió.

 

—Eso fue lo que se dio a conocer al medio público pero la realidad es aún más turbia —respondió Wakiya, se llevó una mano a la boca como si estuviera asimilando algo—. Es información confidencial.

 

—No puedes guardar silencio, parece muy importante —reclamó Rantaro pero nadie le siguió el juego.

 

—Si alguna de esa información llega a hacerse pública gracias a mi entonces perdería la presidencia de la WBBA —respondió el de ojos azules, apretó los puños frustrado—. Si pierdo eso no sabria que hacer.

 

Lo último lo susurró tan bajo que solo Rantaro pudo escucharlo, le dirigió una mirada triste.

 

—Ricitos…

 

—En ese caso quizás sea mejor que les cuente yo misma.

 

Nuevamente habló la madre de Shu que ya estaba de regreso, los chicos después de escuchar su propuesta se miraron entre sí algo inseguros.

 

—¿Creé que sea conveniente? Quizás Shu no quiere que nos enteremos de esto —dijo Murasaki alarmado a la mujer, ella asintió en respuesta.

 

—Ustedes son amigos de mi hijo, tan solo mirense —dijo mientras sonreía amable—, han estado buscándolo desde hace horas y siguen aquí por el, les importa mucho. Hablar de un intento de secuestro no es fácil para nadie, mi hijo tal vez nunca les vaya a contar de esto pero deben saberlo, yo les contaré.

 

Wakiya estaba a punto de decir algo en contra pero sintió un roce en su mano, miró a su lado a Rantaro que le sonrió ladino, como incitandolo a que no hablara por el momento. El rubio menor sintió la sangre subirle al rostro y acató su petición, desviando la mirada avergonzado.

 

—Pasó hace años cuando todavía vivíamos en Alemania, mi esposo y yo nos enteramos que Shu no había ido a ninguna de sus clases extracurriculares durante varias semanas. Por supuesto nos enojamos y quisimos saber qué sucedía con él así que lo confrontamos una noche pero no parecía reaccionar a nuestros regaños —se detuvo un momento para suspirar con pesadez—. Decidimos dejarlo en paz a cambio de que regresara a sus actividades, pasaron los meses y todo parecía normal, Shu siguió asistiendo a sus clases mientras nosotros trabajamos todo el día. Pero un día regresamos temprano a casa y Shu no estaba, lo esperamos por horas pero no llegaba. Cuando nos decidimos a llamar a la policía el teléfono empezó a sonar, contestó un sujeto que se hacía llamar Theodore Glass.

 

Casi todos a excepción de Wakiya se sorprendieron por escuchar ese nombre de nuevo, Ken volteo hacia Boa mientras la señora Kurenai continuaba.

 

—Nos dijo que no estorbemos si queríamos que Shu estuviera a salvo, dijo que había esperado por mucho tiempo y que él era su última esperanza, nunca supe a qué se refería. Ryu y yo nos apresuramos en alertar a la policía y atraparon al tipo en el aeropuerto. Shu estaba inconsciente en el auto de ese señor, parecía que no sufrió ningún daño físico; cuando despertó pensé que iba a estar asustado o feliz por que lo encontramos pero… no fue así.

 

—¿Por qué? —preguntó Daigo abrumado por la información.

 

—Él nos gritó muy molesto, dijo que habíamos arruinado sus planes —Bajo la mirada antes de continuar—. La policía nos informó después de que interrogaron a ese señor, supimos que él le propuso a mi hijo integrarse a su equipo pero no debía decirle a nadie. Al final Theodore quedó preso en Alemania por intento de secuestro de un menor.

 

—Luego fue extraditado a los Estados Unidos por explotación infantil, ahí los cargos eran más y como sabemos, todavía sigue pagando sus delitos —continuo Wakiya la historia que todo el mundo se sabía.

 

—Boa, ¿tú sabías esto? —preguntó Ken al de ojos verdes a su lado, este parecía igual de sorprendido que todos.

 

—No.. yo no tenía la menor idea.

 

—Seguro sucedió después de que terminó el torneo mundial, cuando Theodore lo perdió todo. —dijo Daigo analizando la situación.

 

Hana no quería aparentarlo pero fue inevitable que su mirada se afilara cada vez que miraba a ese chico de ojos verdes.

 

—También nos enteramos que ese señor era el líder de las personas que robaron su bley… bey, o como se llame esa cosa a mi hijo. Tú se lo robaste, tú también eres responsable.

 

La voz severa de la señora Kurenai aceleró el ritmo cardiaco de Boa quien solo miró a todos lados sin saber donde esconderse, rápidamente Wakiya junto a Rantaro se posicionaron entre ambos.

 

—Señora Kurenai, este chico es solo otra víctima de Theodore Glass —dijo Murasaki con seriedad.

 

—Theodore Glass es un tipo super malo, manipulo a mucha gente —continuó Rantaro, Ken y Daigo se levantaron de su lugar para colocarse junto a los rubios.

 

—Es una larga historia pero debe confiar en nosotros, Boa no es alguien malo.

 

—Nosotros lo sabemos muy bien, Valt Aoi fue el responsable de terminar con ese reinado de terror.

 

Hana miró a los chicos sorprendida por sus palabras, bajó la mirada y soltó una risa que extraño a todos.

 

—Tranquilos, yo no busco ninguna clase de venganza contra nadie —Una sonrisa surco su rostro—. Solo quería aclarar porque mi marido actuó así, además que… ese incidente trajo más consecuencias para Shu. A pesar de que sucedió eso nuestro trabajo siguió absorbiendo todo nuestro tiempo y no nos detuvimos a pensar que Shu quizás necesitaba ayuda. Él se alejo de las personas, siempre culpaba a todos por no tener una relación duradera y me avergüenza decir que Ryu y yo nos enteramos hasta hace poco de eso. Dejamos todo en Alemania y nos mudamos aquí con la esperanza de que Shu recobrara la confianza en los demás.

 

Se detuvo por instantes dejando la habitación en silencio, recién notando lo mucho que acababa de decir.

 

—Lamento si los incomode, es solo que ahora que los veo aquí, tan preocupados por mi hijo me doy cuenta que tomamos la desicion correcta —Sonrió cálidamente antes de continuar—. Shu ha conseguido buenos amigos que se preocupan por él, aunque sea solo un paso de los muchos que faltan por dar.

 

Los presentes se miraron una ultima vez, solo que en esta ocasión miradas decididas se plasmaron en el rostro de todos.

 

—No se preocupe señora Kurenai —dijo Rantaro a la vez que dejaba la taza vacía en una mesa.

 

—Gracias por todo pero debemos irnos —Wakiya le entregó a la confundida mujer su taza vacía, ella la recibió un poco extrañada con sus acciones.

 

Luego de manera inesperada, todos los chicos se levantaron e hicieron una reverencia, agradeciendo a la mujer para después salir apresurados del lugar.

 

—¡Oi-Oigan! Déjenme llevarlos a su casa —exclamó ella saliendo apresurada tras ellos, Ken siendo el que iba atrás de todo el grupo se detuvo un momento para contestar.

 

—Gracias pero no es necesario, antes iremos a visitar a un buen amigo que nos necesita.

 

Y se dio la media vuelta, marchándose y acelerando el paso. Hana aunque sorprendida, sonrió a los chicos que se alejaban en grupo.

 

—Ese idiota… ¡Idiota Shu! —exclamó Wakiya a la nada pero todos lo escuchaban mientras corrían—. ¡Miedoso egoísta! No puedes alejarnos tan fácil.

 

Boa en algún punto se separó del grupo, ninguno de ellos se dió cuenta pero sabia que era lo mejor por el momento. Entre gritos aceleraron el ritmo, con destino a la residencia Aoi.

 

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Shu miraba una foto donde jugaba a con Valt, a su lado Chiharu seguía contando lo que sucedía en cada fotografía.

 

—Para Valt eras como su hermano mayor, te seguía a todos lados como un patito sigue a su madre y yo era para ti como una tía, solías llamarme “tía Chiharu” a pesar de que solo era amiga de tu familia.

 

Le extendió una foto del atardecer, Shu al principio pareció extrañado por la imagen pero después notó dos pequeñas figuras a lo lejos, tomándose de las manos.

 

“La misma fotografía que tienen abajo”, pensó a la par que recordaba ese marco que hace pocas horas había llamado su atención.

 

—Un día tus padres me informaron que se irían del país por una oferta de trabajo, no tuve el corazón para decirle a Valt al respecto. Eventualmente ese día llegó y tú se lo dijiste, tomé esta foto, fue el último día que estuvieron juntos.

 

Shu admiró la imagen, maravillado pero a la vez confundido por todo, pasó sus dedos sobre ella como si se tratara de un valioso tesoro.

 

—Pero ahora él no está aquí —susurró muy bajo, Chiharu notó como su semblante decayó—, estoy solo otra vez.

 

Nuevamente lo asaltó esa terrible opresión en el pecho, quizás era algo que no podría cambiar. Sintió una mano sobre el hombro, miró a la madre de Valt que tenía una expresión compasiva.

 

—Cuando te fuiste a Alemania estaba tan preocupada por ti, sabía que tus padres no tendrían tiempo para cuidarte, ¿quién iba a curar tus heridas cuando te lastimaras?, ¿podrías alimentarte bien? ¿harías buenos amigos?. Hoy te vuelvo a mirar y se las respuestas que buscaba pero ya no tiene que ser así, no más.

 

—Ya no quiero volver a intentarlo, ya estoy cansado —El desánimo que emanaba era fuerte, Chiharu negó.

 

—Nunca debes dejar de intentarlo, los amigos estan para apoyarse siempre sin importar que.

 

Shu alzó la cabeza y la miró sorprendido, por un momento sintió la misma energía de Valt en ella. Recordó aquel día en el que se hicieron amigos (nuevamente, al parecer), fue inevitable que una sonrisa muy ligera curvara sus labios, misma que se desvaneció casi al instante.

 

—Pero confíe en Valt y se marchó, ¿quien más quisiera tenerme como amigo?

 

Antes de poder responder escucharon algo desde el exterior del lugar, Chiharu se levantó para asomarse desde la ventana del cuarto. Sonrió y volteó para mirar a Shu con cierta complicidad.

 

—Quizás no lo sientas ahora, pero tú ya tienes amigos.

 

El albino le devolvió una mirada confundida, se levantó a donde Chiharu estaba para mirar afuera. Sus ojos se abrieron impresionados, pues en el exterior el equipo de beyblade extraoficial del instituto lo saludaban felices y al parecer, cansados.

 

Parpadeó repetidamente para verificar que no se tratase de un sueño, Chiharu le sonrió.

 

—Tal vez ha llegado el momento en que debes dar tú salto de fe, ya hay alguien que va a atraparte cuando caigas.

 

Las orbes rubíes de Shu se cristalizaron, amenazando en dejar caer finas lagrimas en cualquier instante, frunció la nariz en un intento de no llorar.

 

—Creo que llegamos a tiempo, Ricitos —comentó Rantaro en el exterior del lugar, el rubio a su lado se cruzó de brazos orgulloso.

 

—Por supuesto, así tenía que ser —pronunció mientras miraba a Shu quien secaba esas diminutas lágrimas en sus ojos, sonrió ladino—. Vamos, hay que entrar, debo patearle el trasero a ese idiota por casi lograr alejarme.

 

Chiharu salió de la habitación para recibir a los chicos, ellos rápidamente se dirigieron donde Shu y empezaron a regañarlo como si fueran sus padres, después de un rato conversaron amenamente. La señora Aoi les llevó aperitivos y los invitó a quedarse a pasar la noche, aceptaron gustosos y cuando finalmente cayeron dormidos ella sonrió.

 

—La juventud, tan dramática como recuerdo.

 


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