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La Copa del Diablo por Orseth

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            Sin haber podido dormir bien por el frio y los ruidos propios de la noche, Harry despertó a eso de las siete de la mañana, se levantó deseando comer algo más que chocolate sabiendo de antemano que un buen desayuno aun estaba distante, así que salió de la habitación urgido de ir al baño, pero sabiendo que el baño aun estaba inactivo decidió salir al bosque a orinar.

            Cuando regreso encontró a Draco parado a media sala con tremendas ojeras y con el cubo en la mano.

            -Iré por agua y esta vez si me dirás como hacerlo y no te deberé nada ¿entendiste?

            Y sin más pasó a su lado para ir al pozo; Harry en tanto sonrió sintiendo que con el show que se avecinaba estaría más que pagado, así que sin más se sentó en el sofá dispuesto a esperar.

            -¿Y ahora qué? –pregunto cubo en mano.

            -Pon de ese líquido limpiador en el cubo, toma un trapo y comienza a pasarlo por todos los muebles.

            -¿A pasarlo cómo?

            -Así Malfoy, así –respondio impaciente tomando un trapo, mojándolo y exprimiéndolo para después comenzar a pasarlo por un mueble de madera.

            -¿Y luego?

            -Luego lo enjuagas y vuelves a hacer lo mismo.

            Torciendo la boca y mascullando quien sabe que cosas se arremango las mangas y comenzó su labor de limpieza.

            Harry se sentó en una silla del comedor viéndolo trabajar mientras Draco sentía como un puñal la mirada divertida de Harry.

            -¿Podrías irte a mosquear a otro lado?

            -No, aquí estoy bien, por cierto dejaste polvo ahí, ve a plancharte las manos.

            Harry esquivó por poco el trapo mojado que fue a estamparse en la pared mientras él estallaba en carcajadas.

            -¡Búrlate Potter, búrlate ahora que puedes, porque ya vendrá la mía!

            Después de limpiar la sala agarró una escoba en donde de nuevo tuvo que ser enseñado a barrer por un muy alegre Harry; después fue a su habitación a hacer lo mismo.

            -No puedo creer que a alguien le hayan salido ampollas en las manos solo por barrer dos habitaciones –dijo Harry viéndolo examinar sus manos con gesto de drama y dolor.

            -Cállate, tu porque eres un mestizo venido a menos estas acostumbrado a estas cosas, no alguien de mi clase como yo ¿bueno y a qué hora se activan los servicios de la cabaña? ¡Me muero de hambre!

            Ni bien acabó de hablar, una campanita se escuchó dentro de la cabaña.

            -¿Y eso? –pregunto Harry viendo a todos lados y luego dirigiéndose  a la cocina en donde abrió el grifo saliendo agua de el- ¡Ya está!

            -¿Y la comida, acaso piensan matarnos de hambre?

            Harry revisó los anaqueles encontrando una canasta dentro de uno, la sacó y la puso en la mesa en tanto Draco se acercaba, cuando la destapo encontraron pan, leche con esencia de vainilla y huevo con jamón.

            -¿Eso es todo? –pregunto Draco sacando la botella de leche para constatar si no había más cosas.

            -Sí, eso es todo –confirmó Harry sacando el pan y el recipiente con el huevo.

            -Pues comamos que me muero de hambre.

            Sin esperar a que se lo repitiera, Harry sacó platos y vasos de una alacena mientras Draco iba a su habitación regresando inmediatamente para sacar los cubiertos.

            -Sirve el huevo mientras yo sirvo la leche –dijo Draco.

            -Bien.

            Y así en menos de cinco minutos por fin pudieron sentarse a comer.

            -Bueno Potter, hagamos un brindis –dijo Draco alzando el vaso.

            -¿Un brindis?

            -Sí, por un buen comienzo.

            Harry alzó una ceja mientras miraba a Draco sonreírle.

            -De acuerdo –dijo entonces, solo que en ese momento algo se estrelló en una ventana haciendo respingar a los chicos.

            -¿Y eso?... ¿será parte de la prueba? –pregunto Draco asustado escudriñando la ventana.

            -Ni idea, ya se verá ¿no que íbamos a brindar?

            -Ah sí… bueno, salud.

            Cuando acabaron de desayunar y por fin estuvieron satisfechos, Harry dijo:

            -En esta ocasión yo lavaré la loza, pero para la siguiente lo harás tú ¿de acuerdo?

            -Lo que digas Potter.

            -Eso harás Malfoy o si no, no habrá comida, recuerda el hechizo.

            -Ya te oí… que fastidio –mascullo levantándose y dirigiéndose a su habitación- echaré una siesta, estoy desvelado.

            Harry terminó y decidió hacer lo mismo pues él también estaba algo cansado por la mala noche, así que se metió a su habitación hasta que empezara la siguiente dinámica.

 

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            Una hora después, siendo las once de la mañana se despertó sintiéndose mucho mejor, se desperezó y se levantó para ir a orinar, salió satisfecho de que el baño al fin funcionara, así que entró dispuesto a darse un duchazo caliente y ver que les deparaba el día; bostezando aun se puso ante el retrete y bajó el zipper y todo lo demás para hacer lo propio, solo que su mano no encontró lo que usualmente estaba ahí, así que extrañado bajó la vista mientras su mano continuaba buscando topándose entonces con dos bultos en donde antes solía estar plano.

 

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            Harry despertó sobresaltado, con el corazón latiendo como locomotora al escuchar el fuerte alarido que salió de quien sabe dónde, pero no solo el susto lo hizo despertar, pues su puerta abriéndose intempestivamente terminó de sacarlo de su somnolencia.

            -¿¡Qué fue lo que me hiciste?!

            Harry miró confundido y estupefacto a una chica rubia que lo miraba con expresión histérica y psicópata mientras sujetaba el pomo de la puerta.

            -¿Qué? –balbuceó como tonto.

            -¡No se suponía que debía ser así! ¿¡En que maldito momento cambiaste el vaso de leche?!

            Harry frunció el ceño mientras se colocaba sus gafas intentando entender aquel hilarante asunto, fue entonces que sin saber ni porqué, dijo:

            -¿Malfoy?

            -¿¡Y quien más estúpido?! ¡Ni modo que tu madre!

            Harry tardo unos segundos viendo a aquella menuda chica de ojos grises y cabello largo que seguía mirándolo enfurecida desde la puerta, entonces una pequeña sonrisa apareció en sus labios, sonrisa que poco tardo en convertirse en una carcajada.

            -¡No te rías imbécil!

            Pero Harry no podía parar, tanto así que acabó tumbado en su cama lagrimeando de risa, hasta que haciendo un gran esfuerzo se sentó para poder decir:

            -No puedo creerlo… eres un bastardo Malfoy.

            -¿¡Y yo porqué?!

      -Lo sospechaba, pero ahora lo confirmo, eres una verdadera perra –dijo levantándose y pasando junto a ella.

            -¡Pero aquí la victima soy yo! –continuo siguiéndolo.

           -Habla más bajo, la voz de una mujer histérica me pone de nervios.

            Draco buscó que aventarle pero al no encontrar nada, solo golpeó el suelo con el pie.

            -¿Cómo supiste? –dijo entonces.

            -No lo sabía, pero lo sospeche cuando propusiste un brindis… querías hacer que me bebiera la leche lo más pronto posible.

            -¿Y en qué momento cambiaste el vaso?

            -Cuándo algo golpeó la ventana.

            -¿Tú provocaste eso? –pregunto asombrado.

            -Claro que no, pero lo aproveche para cambiar los vasos, en todo caso hubiera “derramado accidentalmente la leche” y no la hubiera tomado, no soy estúpido… pero veo que tu si –concluyo sonriendo de nuevo- ¿convertirme en mujer, Malfoy? ¿De dónde sacaste esa retorcida idea?

            Draco se metió a su cuarto seguido de Harry sin siquiera responder, ya ahí se miró en el espejo del tocador encontrando a una chica vestida con ropa una talla mas grande, se tocó los pechos y se alzó el suéter para mirar sus senos en el espejo haciendo a Harry sonreír mientras agachaba la cabeza.

            -Tengo pechos… ¡tengo pechos!... esta me la pagas Potter –exclamó abalanzándosele.

            Draco Malfoy hombre era más alto que Harry, pero en esa situación era más pequeño y sobre todo mucho más débil, por lo que Harry le tomó las muñecas sin dejar de reír.

            -¡No te rías, perra!

            Harry la sometió con gran facilidad para luego aventarla a la cama.

            -Tranquilo Malfoy, no te quiero lastimar.

            -Eres un bruto –dijo sobándose las muñecas.

            -Bueno y en todo caso ¿Cuánto dura el efecto?

            -¿Y yo que sé? –respondio levantándose y mirándose de nuevo al espejo.

            -¿Cómo que “y yo que sé? ¿Acaso ibas a darme algo que ni siquiera sabes cuánto dura el efecto? –pregunto ya sin sonreír.

            -Pues sí, el caso era joderte la vida… mierda –rezongó mirándose el trasero.

            -Eres una rata –dijo negando con la cabeza- bueno pues como sea, ahora eres tu quien pasará no sé cuánto tiempo convertido en mujer –concluyó saliendo de ahí al tiempo que una lechuza se paraba fuera de la ventana.

            Harry salió y le quitó el pergamino que tenía en la pata, entró a la cabaña mientras lo leía.

          -Aquí dice que tendremos que limpiar y hacer un jardín.

            -¿Ya se fue la lechuza? Debo informarles que estoy enfermo y debo retirarme de la prueba.

            -Solo que estés mal del cerebro y eso ya lo saben.

            -No tarado, para que me curen.

            -Pues no, ya se fue la lechuza.

            -¿Y hora como les aviso?

            -¿Y a mí que me preguntas querida?

            -¡Cállate, no me digas así!

            -No falta mucho para medio día, así que apenas tenemos tiempo de limpiar el área para hacer el jardín.

            -No pienso trabajar así.

            -Malfoy por favor –exclamo alzando las manos exasperado- ¿quieres que nos quedemos sin comer como ayer?

            -Pero es que en mi vida he limpiado ni una maceta ¿Cómo quieren que limpie un maldito jardín?

            -Yo sé cómo, vamos –respondio saliendo para ver con que herramientas contaban.

            Sin más remedio Draco hizo caso a lo que Harry decía, viendo sin poder evitar asombrarse que en verdad el Griffindor parecía saber qué hacer.

            -¿Cómo es que sabes hacer esto?

            -Limpiaba el jardín de mis tíos, aunque es pesado es fácil,  toma esta palita y este pico, afloja la tierra.

            Arrugando la nariz obedeció, se acuclilló para arrancar la mala hierba y todo marcho bien al menos por unos quince minutos hasta que pegando un grito y un salto corrió hasta Harry.

            -¡Hay un bicho ahí, hay un bicho ahí!

            Rodando los ojos Harry solo sintió el jalón en su camiseta, así que se levantó y fue a ver la terrible criatura que había pretendido devorar a Draco.

            -Solo es una lagartija, por todos los cielos.

            -Pero esta horrible.

            -Más horrible estas tu ¿y?

            -Hazte el graciosito Potter… ¿Qué tal si me muerde y muero envenenado?

            -En todo caso moriría ella, pero no te va a morder, mírala ya se va.

            -No puedo seguir con esto ¿Qué tal si me sale otro bicho?

            -Pues no comeremos entonces.

            Exhalando un suspiro de resignación, Draco volvió a lo suyo, no sin antes tomar su larga cabellera rubia y hacerse una especie de chongo.

            -Hay mi Dios, siento que me falta algo –exclamo acuclillado mientras arrancaba maleza.

            -¿Cerebro?

            Draco le aventó un manojo de hierba con todo y raíz dándole en la cabeza.

            -¡Oye!

            -Pues no sigas con tus chistecitos bobos Potter.

            -¿Y entonces de que hablas?

            -Hablo de mi bello Dragón.

            -¿Dragón?

            -Sí Potter, Dragón, así se llama mi amigo.

            -¿Tú amigo?

            -¿Tienes algún tipo de retardo? –Pregunto volviéndose a verlo- dime para hablarte más despacio.

            -No seas tarado, es que tú no hablas claro –respondio volviéndose también a verlo.

            -Hablo de mi pito, así se llama -Harry comenzó a reír de nuevo con ganas- me dirás que el tuyo no tiene nombre.

            Decir que no era realmente una mentira, pues cuando se lo lavaba hasta solía hablarle con cariño, pero decir eso sería… hablar de más.

            -Pues… si, pero solo le digo “amigo”

            -Ya veo… Uff ya me dio calor ¿Por qué me creció el pelo tan largo? Creo que me quitare la camiseta.

            -No te atrevas a andar con las tetas al aire, te lo advierto.

            -¿Por qué no? no me digas que nunca has visto unas.

            -¿Y tú sí?

            -Por supuesto.

            -Solo las de tu madre cuando te le pegabas para comer.

            -¡Cállate, no hables de eso! –exclamó haciendo gestos.

            -¿Y entonces?

            -Una vez se las vi a Pansy, bueno más bien ella me las enseño.

            -¿Y eso para qué?

            -Para ayudarme a confirmar que definitivamente no son lo mío ¡Ay!

            -¿Y ahora qué?

            -Creo que me corté –dijo chupándose la punta de su dedo- ¡ya no quiero trabajar en esto, ya me corte y hay bichos! –gimoteó dramáticamente sentándose en el suelo con las piernas cruzadas.

            -Dime algo ¿de verdad nunca mueves ni un dedo para hacer algo por ti mismo, tan inútil eres?

            -No soy un inútil, es solo que para estas cosas hay elfos, si necesito comida llamo a un elfo, si necesito ropa limpia llamo a un elfo, si necesito que limpien mi cuarto llamo a un elfo.

            -¿Sí quieres coger también llamas a un elfo?

            -No, para eso llamo a Granger.

            -¡Oye!

            -¡Tú empezaste!

            Ya ambos de pie se miraron ceñudos por un momento, hasta que Draco se giró y decidió dejar aquello, entonces trabajaron así por un largo rato en medio de un tenso silencio, hasta que una campanita se volvió a escuchar.

            -¡Gracias a Dios! –Exclamó Draco levantándose y aventando la palita- ¡me muero de hambre!

            Entraron a la cabaña y encontraron la canasta dentro del gabinete.

            -Me daré un baño primero –dijo Harry.

            -No, yo ocuparé el baño antes.

            -¡Pero yo lo dije primero!

            -Las damas primero Potter ¿Dónde está tu educación?

            -Pero tú no eres una dama.

            -Entonces bañémonos juntos –sugirió sonriendo.

            -Nunca he visto un coño y no empezare ahora –respondio el moreno metiéndose en su cuarto.

            Sonriendo triunfante él se dirigió al suyo para sacar sus cosas y bañarse.

 

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            Una hora después, ambos bañados pudieron sentarse a comer.

            -¡Qué rico! –dijo Draco remojando un trozo de pan en la salsa de carne de su estofado.

            -Eres mujer pero sigues comiendo como una tropa de hombres Malfoy.

            -Mi trabajo duro merece una recompensa, aunque siento que el trabajo me hizo mal.

            -¿Por qué? –pregunto rodando los ojos.

            -Me duele el vientre, es raro… además también me duele la cintura, yo creo que me hizo daño estar hincado en la tierra todo el tiempo.

            -Eres la reina del drama.

            -Claro que no, oye por cierto ¿habrá que seguir con el jardín para poder conseguir la cena?

            -Yo creo que sí, así que apúrate para seguirle.

            -¡Pero ya nos bañamos! ¿A poco le vamos a seguir?

            -Pues hasta ahora no veo otra actividad, además ayer no hubo oportunidad de averiguarlo.

            -Sería explotación laboral, ni mi padre hace eso.

            -Son las dos de la tarde ¿Por qué mejor no vamos a explorar?

            -¿Salir por ahí a que nos pueda picar un bicho? No gracias.

            -Qué aburrido eres, pues yo si iré –dijo levantándose.

            -Puedo ser lo que quieras menos aburrido –respondio alentado por la pulla- vamos.

            Salieron de la casa mapa en mano y comenzaron por caminar por un sendero, anduvieron en silencio un buen rato hasta llegar a un riachuelo.

            -¡Vaya que bonito! –dijo Harry bajando la cuesta para llegar hasta él.

            -¡Ah!

            Harry se giró al escuchar el grito viendo a Draco rodar cuando largo era hasta llegar abajo.

            -No puede ser Malfoy, eres muy torpe –dijo ayudándolo a levantarse.

            -No soy torpe… solo me tropecé con una piedra ¡Ay! –gimió cuando quiso apoyar un pie- mierda, creo que me lo torcí.

            Dando saltitos llego hasta una roca en donde se sentó para quitarse el zapato.

            -Creo que es eso –dijo Harry viendo el zapato- tus pies son más pequeños, ahora el zapato te queda grande.

            -¿Ya ves que no soy torpe? –Replico mientras se quitaba el calcetín haciendo gestos de dolor- tú tienes la culpa por tu grandiosa idea de explorar.

            -¿Por qué a todo le tienes que encontrar algo malo? ¿No te fastidia ser tan amargado?

            -No, solo me fastidia estar contigo.

            Exhalando un suspiro Harry mejor se dio la vuelta y camino al pequeño río que corría  a un par de metros, se inclino y comenzó a beber un poco de agua, miró a su alrededor y sus labios sonrieron.

            Se levantó y continuó caminando para seguir viendo el fresco paisaje arbolado.

            -¿Piensas dejarme aquí?

            -Haz lo que quieras, estas así por tu culpa, sino hubieras querido envenenarme con esa poción no estarías ahí.

            Draco quiso replicar pero técnicamente Potter tenía razón, además él en su lugar dejaría que incluso se lo comieran los osos.

            -Oye, no hay osos por aquí ¿verdad?

            Harry se alzo de hombros y siguió su camino, pues el paisaje era  bonito y esa tranquilidad y el sonido del agua eran realmente relajantes.

            Draco en tanto miró su tobillo y vio que le había salido un moretón, lo sobó e intento ponerse de pie.

            -Oh rayos, me duele… -miró al lugar por donde había desaparecido Harry y se sintió tentado a gritarle- no, yo puedo solo- pero dio otro paso y una punzada le hizo apretar los dientes, entonces volvió a mirar al sendero pensando si debía llamar a Harry, cuando éste apareció corriendo con una expresión de terror estampada en la cara.

            -¡Un oso, un oso! ¡Corre por tu vida!

            Draco gritó y se dio la vuelta intentando correr al tiempo que se iba de bruces al suelo, entonces volteó a mirar por donde venia el oso encontrando a Harry desternillándose de risa el muy cabrón.

            -Maldito hijo de puta…

            -¡Hubieras visto tu cara! –dijo Harry recargando sus manos en sus rodillas sin dejar de reír.

            Draco se levantó lo mas dignamente que pudo y comenzó a subir la cuesta.

            -¿Ya te vas?... oh vamos Malfoy, fue divertido… Malfoy…

            Pero Draco ni siquiera se volvió, cojeando como pudo comenzó a subir sin importarle siquiera quitarse las hojarasca que se le había quedado atorada en el largo cabello lacio; Harry supo que en verdad estaba enojado para ni siquiera detenerse a insultarlo, así que sin mas fue a alcanzarlo para ayudarlo.

            -Vamos, te ayudare.

            -Vete al diablo.

            -Anda, no seas orgulloso.

            -Yo puedo solo.

            -No, no puedes –dijo adelantándosele y llegando primero a la cima- a ver, quiero ver si de verdad puedes llegar hasta aquí sin ayuda.

            Draco resoplo y continuó escalando, que para ese entonces más bien iba gateando y cuando llegó hasta arriba alzó la cara para mirar a Harry.

            -¿Ya ves como si pude, cara rajada?

            -Bien, entonces párate y camina hasta acá.

            Draco lo intentó sintiendo dolor al apoyar el tobillo, por lo que cojeando despacio comenzó a caminar.

            -Ven, te ayudare, si sigues así te lastimaras en serio.

            -¿Y cómo me ayudaras, acaso vas a cargarme? –pregunto irónico.

            -Exacto.

            -¿Cómo?

            Harry se le acercó y se volvió dándole la espalda.

            -Sube.

            Draco arrugo el ceño y dio un paso atrás.

            -¿Estás demente?

            -No, anda sube.

            Viendo que de verdad Harry no bromeaba y que aun faltaba mucho para regresar a la cabaña, no le quedo más opción que aceptar.

            -De acuerdo… pero no alcanzo y no puedo saltar.

            Harry se agachó para que Draco pudiera subir a su espalda y entonces iniciaron el camino de regreso.

            -Vaya, de chica no pesas gran cosa.

            Draco no dijo nada, por primera vez estaba tan cerca de Harry como no lo había estado jamás y sentir sus fuertes brazos sujetándolo de las piernas y sus brazos alrededor de su cuello le turbaron más de lo que creyó.

            Pronto estuvieron en la cabaña y Harry dejó a Draco en el sillón.

            -Listo -Draco estaba tan apenado que ni siquiera tuvo el valor de darle las gracias- bueno, entonces creo que es hora de seguir trabajando.

            -Ah sí, el dichoso jardín.

            -Descansa, yo lo haré… solo por hoy, te lo advierto –dijo saliendo de ahí.

            Draco quedó sorprendido de que Harry se hubiese ofrecido a trabajar por él sin que siquiera se lo hubiese pedido, fue algo que realmente nunca esperó del moreno, pero era algo que agradecía con toda el alma pues el dolorcillo en su vientre se había intensificado y de plano solo deseaba recostarse.

            Dos horas después Harry vio a la lechuza acercarse con el ya conocido pergamino, el cual leyó mientras entraba a la casa.

            -Malfoy, aquí dice que la cena aparecerá sin ningún problema pues el avance del jardín es acorde al tiempo establecido… ¿Malfoy?

            Al no recibir respuesta entró a su habitación encontrándolo hecho un ovillo gimiendo en la cama.

            -¿Qué te pasa?

            -No se… me duele el vientre, yo creo que me voy a morir.

            -No lo creo, ya se hubieran aparecido el profesor Snape y Madam Pomfrey –dijo acercándose a la cama.

            -Seguro la comida me hizo daño.

            -¿Dónde te duele?

            -Aquí.

            -Pero eso es el vientre, no el estomago,  no fue la comida entonces.

            -Pues yo no sé pero me duele.

            -¿Y tu tobillo como sigue?

            -El puto tobillo no me importa, me duele más aquí –gimio oprimiéndose el vientre.

            -Bueno, en lo que llega la cena levantaré las cosas de trabajo ¿vale?

            Salió de ahí y recogió todo sintiéndose sin poder evitarlo un poco preocupado por Draco; a las siete de la tarde llego la cena.

            -Malfoy, hora de cenar –dijo entrando a su habitación.

            -No tengo hambre.

            Draco seguía encogido mientras la nariz tapada y los ojos rojos le indicaron que había estado llorando.

            -¿Lloraste?

            -No, déjame en paz.

            -Malfoy si de verdad te duele mucho debes decirme.

            -Ya te había dicho que si, que me duele mucho ¿y? de todos modos no eres medimago, no puedes hacer nada.

            Harry se tocó el mentón viendo que no todo era drama de Draco, por lo que salió de ahí y buscó algo que pudiera servir, al poco rato regresó con una bolsa de plástico, una toalla y una jofaina con agua caliente.

            -¿Para qué es eso?

            -Se me acaba de ocurrir, una vez vi a mi tía ponerse una bolsa de hule en el vientre quejándose también de cólicos, pero como no tenemos una bolsa hule, usaremos esto, ponte boca arriba.

            Draco obedeció y vio a Harry meter la toalla en el agua caliente, exprimirla y después de doblarla meterla en la bolsa para luego ponérsela en el vientre.

            -Esperemos un poco.

            Al cabo de un rato e increíblemente esa sensación de calor le hicieron sentir mucho mejor.

            -¿Cómo vas?

            -Mejor… gracias –exhalo un suspiro de alivio y se acomodo en la cama mientras cerraba los ojos, ante eso Harry levantó las mantas y lo ayudo a cobijarse.

            -Sera mejor que ya te quedes así ¿quieres que te traiga algo de comer?

            -No, no tengo hambre.

            -Bien, yo sí y mucha, cualquier cosa me echas un grito –dijo saliendo de ahí.

            Harry ceno solo ya más tranquilo al ver a Draco mejor, al cabo de un rato decidió irse a dormir también, así que se fue a su cuarto y se acostó, rato después escucho a Draco ir al baño y un par de minutos después su puerta se abrió de golpe dándole un susto de muerte.

            -¡Potter!

            -¡Mierda Malfoy, casi me matas del susto!

            Draco encendió la luz mientras lo miraba con angustia.

            -¡Algo me pasa, creo que si estoy grave!

            -¿Qué pasa? –pregunto sentándose.

            -¡Fui al baño y… y!

            -¿Y?

            -¡Estoy sangrando!

            -¿Sangrando, de donde? –pregunto frunciendo el ceño.

 

 


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