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La esperanza de amar por darkwinter

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 Yoh entro a la tienda con el almuerzo de Hao, quien se hallaba recargado en el mostrador sumergido en sus pensamientos, saliendo al ver a Yoh.

-¿Y Horo-Horo?- pregunto al no ver al peliazul por ningún lado.

-Hubo un problema con la mercancía de esta semana y fue a solucionarlo-recibió gustoso el bento preparándose para comer, Yoh iba a sentarse junto a él de no haber sido que visualizo a un policía venir directo a la tienda, nervioso pensó en salir y volver cuando se fuera, pero ya no había tiempo.

-Hao disculpa, debo entrar en la bodega- acto seguido se dirigió a la puerta encerrándose ante un extrañado Hao, el oficial de policía entro para pedir un té para el insomnio una vez lo compro se marchó sin más, al poco rato Yoh se asomó y al ver todo despejado salió.

-Yoh, ¿Por qué te ocultaste? -pregunto Hao serio, el pelicorto bajo la cabeza negándose a responder siendo presionado por la insistente mirada de Hao.

-Yo…..-fue interrumpido por un agotado Horo-Horo quien entro de golpe a la tienda.

-En dos semanas……..en dos semanas tendremos la mercancía…….¿pasa algo?-cuestiono al ver los ánimos entre los dos castaños.

-Nada- contesto Yoh saliendo de la tienda sin mirar atrás.

Estaba sentado en la mesa, escucho la puerta abrirse y la luz prenderse, Hao entro a la cocina caminando hacia la mesa, Yoh no se atrevía a mirarlo.

-Dime la verdad, ¿por qué actúas nervioso ante los oficiales de policía?, ¿hiciste algo malo? - Yoh negó con la cabeza, debajo de la mesa apretaba las manos, no quería que Hao desconfiara de él.

-Entonces ¿Por qué?

-Escape……de casa de mis abuelos, a principios del año pasado mis padres murieron y pase a la custodia de mis abuelos, pero ellos comenzaron a decidir cómo debía ser mi vida….

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Unos días después del funeral, Yoh se encontraba sentado en un gran cuarto de la casa de sus abuelos, o, mejor dicho, mansión al puro estilo japones, Yoh había sido citado a ese cuarto en específico, no tardaron en aparecer ambos ancianos sentándose enfrente de su nieto.

-¿Qué sucede?-pregunto en tono seco, la verdad no simpatizaba con sus abuelos, ellos desde un inicio no mostraron un cariño fraternal, sin mencionar la mala relación con sus padres, razón para no visitarlos al menos de ocasiones en serio importantes.

-Yoh, ya es tiempo de elegirte una prometida- dijo Yohmei, su abuelo con toda la tranquilidad del mundo.

-¿Q…que?-el rostro del pelicorto expresaba desconcierto.

-Como oíste, tengo una en específico la cual vendría bien para ti- esta vez tomo la palabra su abuela Kino.

-Pero……la decisión de casarme es solo mía, fue lo que me dijeron mama y papa-protesto sintiendo el estómago retorcerse.

-Es por el bien de la familia Asakura, por generaciones hemos arreglado nuestros matrimonios, fue lo mismo para tus padres- explico Yohmei.

-Entonces no tengo opinión, ¿no puedo decidir a quién amar?

-Es tu deber como un Asakura.

-¡NO!.....yo decido no ustedes, no soy una marioneta la cual manipulen a su gusto, desde que llegue aquí ustedes me han estado dando órdenes para todo………no van a decidir mi futuro.

Yoh salió completamente enfadado ignorando los llamados de Yohmei, no podía pasar más tiempo hay, sentía que iba a explotar y por impulso provocado por el enojo tomo algo de dinero el cual estaba escondido en un altar en honor a sus fallecidos padres.

-Lo siento- rápidamente salió corriendo de la mansión, corrió por horas, no prestándole atención al cansancio, llego a la estación de trenes y compro un boleto al azar, el tren tenia de destino Tokio.  Al llegar las cosas no fueron en lo más mínimo fáciles, trato de buscar trabajo, nadie lo contrataba por ser menor de edad, el dinero comenzó agotarse, para ahorrar lo último dormía en un parque, sin embargo, un amargo día un grupo de jóvenes lo golpearon quitándole el dinero, desde entonces cambiaba continuamente de sitio para dormir, el invierno fue de lo peor, corrió con suerte de no enfermarse, a esas alturas sus abuelos ya debieron denunciar su desaparición, pero por nada en el mundo iba a regresar con ellos, prefería comer de la basura, dormir en la intemperie a volver con ellos.

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-Planeo mantenerme oculto hasta cumplir la mayoría de edad, solo de esa manera no podrán manipular mi futuro-en ningún momento miro a Hao, ¿para él sus acciones serian solo un berrinche?

-Está bien, al menos no mataste a alguien como pensé-coloco su mano sobre el hombro de Yoh.

-¿No te parece malo?- cuestiono confundió.

-No hay nada de malo en no permitir a esos sacos de arrugas decidir tu futuro- las palabras de Hao sonaron comprensibles no pudiendo evitar levantarse abrazarlo.

-Gracias- Hao en ese instante se dejó llevar por un deseo de acariciar la cabeza del otro, pasando los dedos entre el sedoso cabello castaño de Yoh.

-Esa chaqueta, es especial para ti ¿verdad? – se separaron e Yoh asintió.

-Fue el último regalo de mis padres-toco la tela rojiza recordando la emoción que sintió al recibir el regalo de manos de Keiko, su madre y romper el papel decorativo para descubrirla.

-Ven- lo tomo de la mano llevándolo a la habitación, soltándolo para dirigirse a la cajonera, revolviendo la ropa sacando una fotografía un tanto dañada entregándosela, en ella aparecía una hermosa mujer de cabello rubio largo.

-Es mi madre, Asanoha Douji………..murió cuando tenía seis-se sentó cabizbaja en la cama, Yoh fue sentándose también pero en el piso.

-Lo siento- le devolvió la foto, Hao sonrió al verla.

-Ella me crio sola, el infeliz de mi padre no estuvo a su lado, ella dio todo para que yo pudiera crecer sano y fuerte, el cansancio la venció un día, cayo gravemente enferma…………no me separe de su lado ningún momento, un día simplemente no abrió los ojos……no importo cuanto la sacudiera….cuanto la llamara….no volvió a despertar, histérico salí corriendo  del departamento en que vivíamos, ni siquiera ahora comprendo el porqué, solo se una cosa, no quería volver, no quería verla hay tendida, muerta, similar a ti también viví en las calles, aunque fue solo por unos meses, un día robe comida de un supermercado, me atraparon y me llevaron a un orfanato donde fui el chico problema, los demás niños me tenían miedo, con justa razón, era muy agresivo, nadie me adoptaba, cansado de vivir ahí me fui, de nuevo deambule por las calles e igual que tu encontré ese lugar, al ver las peleas decidí volverme luchador, me entrene por semanas, conseguí convencer al dueño de dejarme subir al ring, tuve suerte de ganar mi primera pelea, salí con los brazos y la cara casi destrozados, con el tiempo me volví mas hábil, perdí algunas y la mayoría las gano, gracias al dinero de cada pelea tengo esta vida.

Suspiro mirando al techo para de nuevo mirar la fotografía, Yoh se acerco mas recargando su cabeza en la rodilla del contrario.

-Ella era hermosa-comento a lo que Hao sonrió, sin embargo, su sonrisa fue remplazada por una mueca de enojo.

-Incluso ahora sigo esperando que el miserable de mi padre aparezca, si un día lo hace……….le moleré la cara a golpes-apretó las sabanas con un gran enojo, su mayor deseo de todos, era encontrarse con el hombre que embarazo a su madre y luego acabarlo a golpes, no le importaba cual fuera su excusa, por desgracia no conocía el nombre de aquel sujeto, por lo tanto no tenia pista alguna para buscarlo. Al volver en si noto a Yoh viéndolo preocupado.

-Lo siento, me pongo así cuando pienso…..en eso-ya tranquilo se levantó para volver a guardar la foto.

-¿Puedes contarme sobre tus primeras peleas?- pregunto el pelicorto con gran interés sorprendiéndolo.

-Claro-volvió a sentarse refrescando su memoria.

-En cierta pelea me rompieron un dedo, subí a la arena como siempre……..-pasaron de esta manera gran parte de la noche, con Hao relatando y Yoh escuchando con atención.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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