III. Complemento
El día en que acepto ser su pareja no tenía idea de cuál fue la razón que lo llevó a eso, o tal vez solo era lo sumamente atractivo que se le hacía el hermano mayor de su mejor amigo, por qué vaya, eso no había porque dudarlo.
Conforme fue pasando el tiempo, las diferencias entre ambos se fue haciendo cada vez más notable, justificándolo como los complementos que los unían a ambos.
Por ejemplo, él, Naruto Uzumaki es travieso, un poco perezoso para hacer las cosas, así como también algo desordenado e impulsivo. Mientras que su pareja Itachi, es tranquilo, dedicado, ordenado y paciente.
Naruto se llegó a mortificar por eso en su tiempo, aunque en la actualidad cuando una pelea entre ambos se suscitaba las inseguridades lo invadían de nuevo.
— ¿Por qué esa cara de perro regañado, dobe? – en el comedor de la escuela, mientras consumía su alimento con toda la calma existente, preguntó Sasuke.
— ¿Crees que soy realmente bueno para Itachi? – preguntó en respuesta Naruto, dejando caer su peso sobre la mesa y mirando suplicante a su mejor amigo.
— ¿En serio quieres que responda a eso? – rio irónico Sasuke, sin dejar de comer y viendo ahora una expresión más mortificada del rubio — ya sabes que pienso de eso – bufó, mirándolo.
— Es que él es tan perfecto, mientras que yo, soy yo – dijo más triste Uzumaki mientras empezaba a perderse en sus pensamientos.
Sasuke sabía que tenía que preguntarle a su amigo el porqué de esa pregunta, pero ya sabía también a que quería llegar y se daba una idea del porqué había discutido con su hermano, aunque conociendo a Itachi estaba más que seguro que de discusión solo fue por parte de su amigo.
— Juro que trate de hacer todo conforme él dejo las indicaciones – comenzó diciendo el rubio – tomé cada uno de los ingredientes de la receta y los fui asignando y preparando paso a paso – se jaló su cabello – pero no se en que momento todo se salió de control y la cocina terminó echa un desastre – lagrimillas salían de sus ojos.
Ahora Sasuke parecía entender a donde llevaba esto, al parecer su torpe amigo había arruinado el espacio más sagrado de su hermano, la cocina. — Eso quiere decir que ahora metiste la pata por completo, usurotankachi — le observó con su habitual indiferencia, solo para ver como el contrario de encogía más emocionalmente — ¿verdad que es aterrador cuando se molesta?
Naruto al escuchar aquella cuestión se irguió completamente para mirar con culpa a su mejor amigo – yo creo que eso hubiese sido lo mejor – suspiró, perdiéndose en sus recuerdos de esa mañana.
A Itachi le había tocado doblar turno en el hospital el día anterior y Naruto más por experiencia y tanto tiempo conviviendo juntos, sabía que el pelinegro llegaba mas que agotado cosa que no lo detendría hasta al menos haber hecho la comida del día, así que como buen novio le prepararía algo para que retomara fuerzas y se fuera a descansar. Lástima que la cocina nunca fue su fuerte.
La cocina es el lugar más preciado y sagrado de Itachi y tan solo ver el orden, la limpieza y la pulcritud que está emanaba empezaban a ponerlo nervioso y desistir en su idea, pero él es Naruto Uzumaki y cuando se propone algo, lo cumple.
Así que con mucho cuidado, se lavó las manos, se puso el delantal y sacó el libro de recetas para hacer más fácil su labor y vaya que pensó que si iba a ser fácil, ya que en el libro venías notas adjuntas para hacer más fácil la elaboración de los platillos.
Procuró hacer todo a pie de la letra, verificando momento a momento y pasó por paso que nada se saliera de control y cuando sintió que todo iba viento de popa, fue que tomó más confianza de la usual haciendo que todo terminara en un completo desastre.
Trastes y utensilios por todos lados y fuera de lugar, trastes sucios por todos lados y el fregadero lleno, manchas de comida por doquier, hasta en el techo, al haber puesto en funcionamiento la licuadora sin la tapa puesta, la puerta de refrigerador abierta y todo el contenido de este fuera y mal acomodado y tarde se dio cuenta del desorden cuando escuchó la puerta de entrada abrirse.
Miro con cierta tristeza los hotcakes que logró hacer, así como el té negro que ya estaba hirviendo y la fruta que logro picar de manera decente. El deseaba hacer algo más complejo, algo para ambos, lastima que nada salió como quería y menos que al voltear viera la cara que tenía Itachi al ver el desorden del lugar.
—Trate de hacerte el desayuno — mostró una animada sonrisa mientras servía lo ya preparado y lo llevaba a la mesa, todo bajo la atenta mirada del pelinegro — espero que te guste — alargo la silla, esperando que el mayor se sentara, sintiendo que estaba demorando tanto en hacerlo — ahorita me pongo a limpiar — dicho esto, Naruto se fue a la cocina.
Estaba empezando a acomodar las cosas del refrigerador cuando sintió como su pareja se acercaba por detrás, no quedándole de otra que voltear y enfrentar las consecuencias — ¿No te gustó el desayuno, dattebayo? — con un nerviosismo que trató de ocultar y regresando a hacer la tarea anterior, preguntó.
— No lo he probado — escuchó como le contesto serio, mientras soltaba un suspiro. Naruto sintió como su pecho se oprimía, pero sin dejar de acomodar los envases de comida — en treinta minutos entras a la escuela, déjalo así.
— La escuela puede esperar ‘ttebayo — cerró la puerta del refrigerador, dirigiéndose ahora al fregadero para lavar los trastes, sin atreverse a mirar a su pareja — necesito limpiar esto.
— No es necesario, mejor ponte a desayunar, yo me encargo — y ya no escuchó nada más, salvo como empezaban a levantar el desorden que estaba a sus espaldas.
Naruto ignoró lo dicho por Uchiha, siguiendo con la labor de fregar los trastes y sintiendo un escozor en los ojos al sentir que le había fallado a su pareja y que esta haya rechazado su esfuerzo por hacerle un desayuno decente.
— He dicho que desayunes y que te vayas al colegio, Naruto — expresó severo Itachi, tomándolo de los hombros y obligándolo a que lo viera — no hagas esto más difícil.
Uzumaki sintió como sus ojos se llenaban de lágrimas, reteniéndolas al ver el enfurecido semblante de su novio, mismo que se relajo al instante y dedicándole una suave sonrisa le dio un beso en la frente para seguir recogiendo los utensilios esparcidos.
El sentimiento de culpa lo invadió, así como el de tristeza y sin decirle nada a Uchiha, Naruto salió corriendo rumbo a la escuela.
Sasuke espero a que su amigo dijera algo más, pero al parecer se quedó sumergido en sus pensamientos, así que solo negó con la cabeza.
— Si mi hermano no se molestó contigo entonces no hay de que preocuparse — sin añadir más el joven pelinegro se levantó de la silla, dejando a su rubio amigo solo.
Saliendo del colegio, Naruto pasó a una tienda de dangos, comprándolos para su pareja que de seguro estaría dormida en esos momentos. Sus pasos eran lentos y la tristeza de nuevo lo envolvía, hubiera preferido que Itachi le hubiera gritado o reclamado por ello que solo preocuparse para que no llegara tarde.
— Estoy en casa — dijo la entrar, quitándose los zapatos y caminando a la sala de estar.
— Bienvenido — una amable sonrisa fue lo que recibió de parte del pelinegro que se encontraba sentado en el sofá leyendo un libro.
— Itachi, yo… — con nerviosismo pero sin dejar de mirar a su pareja trató de disculpar su error, pero otra cálida sonrisa lo desoriento, obligándolo a seguirlo cuando el mayor se levantó y camino hacia la cocina.
— Para ti — y corriendo la silla le hizo tomar asiento mientras iba por un plato y servía su contenido.
Sin poder evitarlo, las lágrimas abandonaron sus ojos y tirando la silla al suelo se lanzó a abrazar a su pareja, a su todo. Itachi mientras tanto se inclinó un poco para rodear de igual forma a Naruto mientras terminaba por tranquilizarse.
Pasado un rato, el rubio se removió, corriendo a su mochila y regresando en seguida para darle sus dulces a su pelinegro.
— ¿Sabes que es imposible que te amé aún más? — rio sereno, desenvolviendo con cuidado sus amados dangos — te amo Naruto — y se llevó un dulce a la boca.
— También te amo — sonrió radiante, viendo el apetitoso plato de ramen con mucha carne de cerdo que reposa sobre la mesa. Más animado camino de nuevo a la mesa, levantando la silla cuando escucho en un murmullo más que audible lo siguiente “nada más, por favor, no vuelvas a poner tus adorables manos en MI cocina”, levantó la vista desconcertado solo viendo cómo Itachi hacia un gesto con la cabeza y lo dejaba solo.
Naruto solo sonrió, tomando en cuenta aquel “consejo” si no quería volver a pasar por la furia de su pareja, por qué efectivamente, Itachi era terrible cuando se molestaba.