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Mi corazón es tuyo por HIkari Aome Nikoru

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-          Yo NO estuve ayer por la tarde, en la habitación, con el Señor Jinguji…

 

Ren estaba que no cabía en su asombro. Su mirada fija en el rostro de Masato, el cual se había ocultado bajo su flequillo azul al terminar de contestar la interrogativa por parte del Director.

 

-          Eso es todo. Por favor retírese – dijo el Director tomando asiento nuevamente tras el escritorio – Profesor usted también retírese, gracias – Dirigió su vista nuevamente al pelinaranja. – En cuanto a usted Sr. Jinguji, voy a determinar su castigo, por favor tome asiento.

 

 

Caminó por los pasillos hasta dirigirse a su habitación. Sabía que Ren iba a tardarse un poco en llegar por lo que tenía algo de tiempo para calmarse y organizar su cabeza. Sin embargo, ni bien ingresó a su cuarto se derrumbó tras la puerta y lloró amargamente.

Había sido muy humillante y frustrante la situación ocurrida con el Director. Estaba muy molesto con Ren por haberlo querido involucrar en una mentira de esa índole, pero más que nada estaba enojado consigo mismo porque a pesar de que se había prometido olvidarlo, le dolía muy en el fondo todo lo que estaba sucediendo. Si tan solo no hubiera regresado a la habitación, si tan solo hubiera seguido con la rutina de quedarse en la biblioteca, o haberse ido a cualquier otro lado excepto regresar a su cuarto; estuviera nadando feliz en su ignorancia, no habría entendido el por qué Ren quería que lo encubriera y ahora no estaría derrumbado en el piso de la habitación llorando. Todo sería tan diferente.

 

 

Un tiempo después y un poco más tranquilo se levantó como pudo y se dirigió al baño. No quería que cuando Ren volviera, lo viera en ese deplorable estado. Al menos eso fue lo que vieron sus ojos en el reflejo del baño.

Tenía un terrible dolor de cabeza, por lo que se permitió llenar la tina del baño. Esa que jamás uso por su grado de conciencia de desperdicio de agua. Sin embargo, luego de que estuvo media llena, se recostó y enseguida el agua le relajó.

Ahora entendía porque Ren se demoraba horas durante el fin de semana cuando tomaba sus baños “revitalizantes”. Nuevamente al pensar en el pelinaranja, las lágrimas se agolparon en sus ojos, pero antes de que cayeran por su rostro, se sumergió entero y alejó todo pensamiento de su mente. Cerró sus ojos y se concentró en sentir el agua que lo rodeaba. Era una sensación bastante cálida. Sensación que tuvo que ser interrumpida ante la falta de aire que necesitaba el peliazul para no morir ahogado en la tina. Rápidamente se incorporó y tosiendo un poco fuerte se decidió por terminar el dichoso baño relajante. Que a pesar de todo si lo fue, incluso hasta dejándolo adormilado. Se levantó, se secó, y salió con la toalla alrededor de la cintura. Se dirigió a su cama, tomó su pijama, se vistió y se metió en su cama. Quería dormir.

 

-          ¿Por qué no me ayudaste? – Antes de quedarse dormido, una voz le habló en tono de reclamo

-          …

-          Hijirikawa ¿Por qué? – Insistió Ren

-          No te oí entrar – respondió sin ganas

-          Quiero que me respondas – Se sentó en la cama y tomando del hombro a Masato hizo que este lo regresara a ver.

-          Que quieres que te diga – Trataba de no entrar en pánico. Sabía que Ren estaba enojado, pero jamás pensó que llegaría a pedir explicaciones

-          El porqué de la falta de compañerismo – recriminó el pelinaranja

-          ¿Falta de compañerismo? No seas payaso, eso es abuso de confianza, que te recuerdo que no existe entre nosotros. Además, no estás en tu derecho de pedir explicaciones cuando fuiste tú el que quiso enredarme en tremendo lío.

-          ¡Pero si no pasó nada! – se excusó

-          AH! Pero entonces sí la trajiste – se sentó de un solo impulso para enfrentar a Ren

-          Pero… espera un segundo. En ningún momento se mencionó la razón de mi llamado con el Director… - *mierda* pensó Masato, se había delatado solo – ¡Tú, lo sabías y por eso no me ayudaste, te estas vengando!

-          Claro que no – se excusó

-          Claro que sí, admítelo. Lo que no entiendo es porqué. ¿Acaso te gustaba ella? Si me lo hubieras dicho…

-          ¡NO ES ASI!  – lo interrumpió, no quería escucharlo de la boca de Ren. Sería demasiado doloroso. Oculto su mirada de la del mayor.

-          ¡ENTONCES DIME POR QUÉ! – tomó bruscamente sus brazos para obligarlo a que lo viera. Ahí empezó el forcejeo.

-          ¡Suéltame! ¡Me haces daño! – se retorcía tratando de soltarse del agarre de Ren.

-          ¡Responde Hijirikawa! – el grito asustó al menor, pero no iba a doblegarse. - ¡Estabas celoso!

-          ¡Que no es así! ¡Eres un iluso, te odio! ¡Te odio!  – gritaba a todo pulmón. La ira que tenía acumulada era reflejada en cada esfuerzo que daba.

-          ¡Tú eres el único iluso! – Empujando hasta recostar a Masato nuevamente sobre la cama, el mayor se subió a horcadas sobre el cuerpo del ojiazul. - ¿Nos viste verdad? – Esta vez los gritos y empujones se detuvieron, sin embargo, Ren aún no soltaba los brazos de Masato – Viste como la besaba, como la tocaba… - Mientras hablaba, se había acercado hasta el cuello del contrario y delineaba su piel con la punta de su nariz -  Por eso te desquitaste… - Y lo besó. Masato podía sentir los suaves labios recorrerle por el lado derecho de su cuello hasta subir a su oreja.

-          Jinguji basta, suéltame! – Discutía el peliazul mientras nuevas lágrimas traicioneras recorrían sus mejillas. Sin embargo, el pelinaranja solo seguía besando y mordiendo aquella blanca piel, que para su sorpresa se le había provocado antojadiza y le estaba encantando.

-          Ren, esp-… mhn… - Para acallar los gritos del Masato, el más alto le capturó los labios de un solo beso – Mhn!!...hmn- Hijirikawa luchaba por separarse del mayor y retener las lágrimas al mismo tiempo. Sí, alguna vez se le antojó besar a Ren, pero no quería que fuera de esa manera. La desesperación por liberarse lo obligaba a empujar a Ren, al principio solo fue empujones porque a pesar de todo no quería lastimarlo, pero ahora comenzaba a golpearlo en el pecho y brazos para que se alejara, empero la resistencia del mayor ya lo obligaba a tomar otro tipo de acciones. *PAF* el sonido de una cachetada fue lo que interrumpió el demandante beso. Eso y el empujón que le había propiciado que lo hizo caer de la cama.

-          ¡Cómo te atreves a besarme! ¡Ayer estuviste con esa muchacha y ahora me besas! – le recriminó poniéndose de pie

-          ¡Que no pasó nada!

-          ¡Si no hubiera pasado no te habrían llevado a Dirección!

-          ¡Me llamaron porque se enteraron que la traje a la habitación, pero no pasó nada!

-          ¡No mientas!

-          ¡Te estoy diciendo la verdad!

-          Ah… Entonces como según tú “no paso” me haces esto, ¡no juegues conmigo!

-          ¿Jugar? Yo no estoy jugando…

-          Claro que sí, solo estas frustrado sexualmente y quieres abusar de mí. Pues antes te informo que no voy a estar dispuesto a hacerlo solo porque estas frustrado.

-          ¿Así?

-          Si

-          ¿Entonces lo harías si fuera por otro motivo?

-          Si... No! Espera ¿qué? – su subconsciente lo había engañado

-          ¿Lo harías conmigo?

 

¡Pero qué diablos estaba sucediendo! Ni Masato daba crédito a lo que estaba escuchando, ni Ren daba crédito a lo estaba diciendo, pero algo en su subconsciente lo había empujado a preguntar.

Quizá eran las ganas que le daban de molestar a Masato, o quizá después de aquel beso le había quedado gustando la piel del menor. De todas maneras, y por cualquier razón que sea, estaba seguro que lo único que recibía a cambio es un golpe y varios gritos.

Sin embargo, ante la no respuesta por parte del peliazul, Ren se sorprendió bastante. ¿Acaso lo estaba pensando, o tanto fue el shock que lo dejó mudo?

Poco a poco se fue acercando observando detenidamente las reacciones del más bajo. Tenía el impulso de tocarlo, y no se detendría a menos que el otro así lo hiciera. Tomó delicadamente de la mano de Masato, este levanto la mirada y una corriente eléctrica cruzó por sus cuerpos.

Poco a poco Ren se acercó al peliazul y conforme la distancia se reducía, Masato cerraba sus ojos y entreabría su boca. Esa era una clara invitación para besarlo, por lo que antes de que hubiera algún tipo de arrepentimiento, Ren terminando con la distancia, se enredó en sus labios.

Eran muy suaves y ahora que no había salvajismos, se permitía sentirlos; degustándolos en el proceso.

Unos minutos después, y ante la imperiosa necesidad de profundizar el roce, Ren empujó su lengua cobre los belfos del más bajo solicitando permiso para ingresar. Masato sucumbiendo ante sus instintos y sin ninguna objeción abrió un poco más su boca permitiendo el ingreso a la lengua del contrario, recibiéndola con la suya propia.

Ren estaba asombrado por la aceptación por parte del peliazul que tomándolo por la cintura lo acercó a su cuerpo para profundar el beso.

Pronto los gemidos y jadeos empezaron a brotar de la boca del más bajo. Ren estaba robándole el aliento y provocando ciertos cosquilleos en la parte baja de su estómago. Sin embargo, ante la necesidad imperiosa de tomar aire, se separaron lentamente y se vieron a los ojos. Los de Masato tenían pequeñas lágrimas, mientras que los de Ren brillaban presos de la sensación exquisita que le había dejado besar tan delicados y antojables labios.

 

-          Ren… - escuchar su nombre en la manera en la que el peliazul le lleno de una sensación extraña el pecho, una sensación muy cálida – Espera…

-          No pasó nada – respondió

-          ¿En serio? – preguntó extrañamente feliz

-          Si, te lo juro – y lo abrazó con fuerza – créeme por favor

-          Está bien, te creo Ren – una sonrisa se reflejó en sus labios

-          …

-          ¿Qué ocurre? – pregunto el azulino, Ren aún no lo soltaba – Ren

-          Lo siento

-          ¿Eh?... ngh… - Nuevamente un beso unió sus labios, un beso demandante y pasional.

 

Mandando su cordura por la borda y todo su autocontrol por un tubo, Ren empujo el cuerpo de Masato sobre la cama, y nuevamente se colocó sobre él, todo sin cortar el beso.

La danza entre sus lenguas solo provocaba que el calor de sus cuerpos creciera y que necesitaran más el uno del otro.

Paseando sus manos por el cuerpo del contrario fueron despojando sus ropas hasta quedar completamente desnudos y una notable erección en sus cuerpos.

 

Masato hacía bastante ya se había dejado hacer por parte del mayor y lo disfrutaría, aunque sea una sola vez de aquel cuerpo que tanto amaba; y no se arrepentiría, quería que por una vez Ren lo abrazara, lo besara y lo tomara con pasión. No importaba si solo era desfogue sexual, por esta noche quería que el naranja fuera solo suyo, y él solo ser del naranja.

 

 

 

 

 

Una nueva mañana se colaba entre las cortinas. Dos cuerpos abrazados descansaban tranquilamente entre las colchas de una cama. El primero en despertar fue el azulino y al percatarse del calor que lo abrazaba, abrió sus ojos topándose con la imagen de Ren dormido. Una sonrisa de melancolía surcó su rostro, después de la hermosa noche que hacía pasado, la mañana lo había traído a la cruel realidad.

Levantó su mano y la acercó a rostro contrario. Acariciándolo suavemente susurró un “te amo”, finas lágrimas se acumularon en su rostro y antes de que estas cayeran se dispuso a levantarse y abandonar aquel cálido lugar.

 

Sin embargo, un par de brazos impidieron cumplir con su objetivo. ‘Yo también’ escuchó salir de la boca del mayor. ‘¿Eh?’ pensando que estaba hablando dormido, volteó su mirada hasta encontrarse con la ya despierta del naranja. ‘Te amo Masato’ pronunció.

 

-          Creo que sigo dormido - dijo para sí.

-          Te equivocas – lo jaló de nuevo hasta envolverlo con sus brazos – Estas completamente despierto – completó

-          No, no… un sueño… es un sueño

-          Eres malvado… me dices que me amas y después lo atribuyes a un sueño – aprovechando su descuido

-          ¿Eh?... ¿Escuchaste lo que dije? Pero estabas dormido – reclamó el peliazul

-          De hecho, me desperté un poco antes que tú lo hicieras, así que te escuché fuerte y claro – rio un poco ante el lindo sonrojo que tenía Masato

-          Malvado, me hubieras avisado – la vergüenza era tanta que el azulino se escondió bajo las cobijas y abrazó por el dorso al naranja, pegando su cara al cuerpo desnudo del contrario.

-          No te escondas Masato – rio más fuerte. Qué lindo se le hacía las reacciones de Masa.

-          No, déjame, no me hagas cosquillas – hablaba y reía el menor desde debajo de las cobijas.

-          Auch! Amor no muerdas – un pequeño mordisco como venganza fue lo que recibió el mayor, sin embargo, tan pronto como Ren termino de hablar Masato lo soltó y no se movió – ¿Amor? – ante la repentina quietud de su compañero, Ren miró en dirección al bulto de cobijas y ante la no repuesta del otro le dio como desesperación, quizá el azulino se quedó sin oxígeno – Masato! – rápidamente levanto las cobijas para auxiliarlo, pero el azulino sí respiraba - ¿Qué ocurre?

-          Na-nada – dijo avergonzado

-          ¿Seguro? – aun preocupado el naranja lo tomaba del rostro para verlo

-          Uhm – pero el azul desviaba la mirada – seguro

-          De acuerdo. Bien es hora de levantarnos – se incorporó el mayor con intenciones de dejar la cama, pero ahora el brazo de Masato era quien lo retenía.

-          ¿Qué pasa amor? – preguntó curioso

-          … - pero no obtuvo respuesta

-          Vamos dime que ocurre – un poco molesto ante el silencio del otro volvió a preguntar

-          A-a-amor… p-porque me dices a-así…

-          ¿Eh? Porque lo eres – respondió sin entender el porqué de sus palabras

-          No… no me digas así – le contestó sentándose igual que Ren

-          ¿Entonces, como quieres que te diga? ¿Mi vida, mi cielo, cariño…? – preguntó meditando

-          No tampoco – respondió apresurado al escuchar todos esos dulces apodos

-          ¿Entonces?

-          No somos nada, así que no entiendo porque deberías cambiar la forma en la que me tratas – respondió un poco tosco

-          …

-          ¿Ren? – pregunto ante ahora el silencio del mayor

-          Me voy a enojar – dijo el mayor

-          ¿Eh?

-          ¿Después de lo que pasó a noche me dices que no somos nada? ¿acaso es que lo haces con cualquiera? ¿no es que me amas? Porque lo de anoche para mí fue especial…

-          ¿En serio?

-          Claro que sí. ¿acaso soy de las personas que se acuesta con cualquiera? Te lo dije antes, te amo Masato ¿acaso no me amas?

-          S-sí…

-          Entonces ¿Por qué no quieres que te diga amor?

-          Porque… no me lo has pedido… salir conmigo… no me lo has pedido

-          ¿Eh? Y es que tengo que pedírtelo… eres cursi ¿verdad? – en broma se lo preguntó

-          Tonto, ya no quiero – se molestó – después de todo solo fue una noche de sexo especial para ti – y con la intención de levantarse se impulsó fuera de la cama

-          No digas eso, me haces sonar como si fuera un violador o algo así – respondió evitando que se alejara.

-          Pues me violaste – sonrojado le reprochaba

-          Si estuviste de acuerdo no es violación, acaso debo recordarte como pedías más – al decir eso se paró junto a Masato de manera insinuante

-          ¡No lo digas!... no fue así – quería morir de la vergüenza

-          Masato, sal conmigo. Quiero que seas mi pareja. – se lo pidió entrelazando sus dedos – Quiero que estemos juntos.

-          R-ren… - estaba muy conmovido. Las palabras de Ren le habían conmovido

-          ¿Cuál es tu respuesta?

-          Uhn… sí… - respondió cerrando sus ojos – Yo… te amo Ren

 

 

FIN

Notas finales:

Espro haya sido de su agrado.

 

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