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[Oliver x Lui]
Caminaba por los pasillos de lo que antaño era su hogar, hacía ya casi dos siglos atrás.
Todo era silencioso en aquel instante, eran altas horas de la madrugada y el lugar estaba cerrado por una tragedia que había sucedía apenas hacia unos siete años atrás, pero que dejó marcado a la familia que antiguamente allí habitaba.
Tampoco le importaba demasiado, pero a veces era aburrido estar ahí.
De pronto, la calma fue cortada por el ruido de un vidrio rompiéndose.
Pronto unos desconocidos y encapuchados entraron por la ventana. Oliver les miró sin interés, pues era probable que vinieran a robar las cosas de valor que encontraran. Aunque iba a ser un poco difícil.
Sin embargo, una idea se le vino a la mente y pronto comenzó a dirigirse al piano del salón principal. Les daría un buen susto con alguna pieza de Chopin, se divertirá y de paso protegerá lo que alguna vez fue suyo en vida.
Se sentó frente al piano mientras escuchaba las voces desconocidas en la habitación. Escogió el Vals en A Menor para esta ocasión y repasó por su mente las notas para prepararse.
Posó sus manos en las teclas correspondientes, cerró los ojos y suspiró.
—It's Britney, bitch!
Abrió sus ojos sin moverse, sintiendo al otro ente acercarse.
—¿Escuchaste eso? —preguntó una de las voces de los ladrones.
—Seguro hay alguien dentro, solo hay que inmovilizarlo...
Sin embargo, se quedaron mudos al escuchar a una voz entonar la canción "Toxic" de Britney Spears en aquella misma habitación. No había nadie.
Salieron corriendo cuando algunas teclas del piano se tocaron de repente.
Por su parte, Oliver mantenía su vista hacia el frente y sus manos inmóviles en los único acorde que tocó, ignorando por completo al otro fantasma que le cantaba tal melodía sentado en sus piernas.
Segundos después, se levantó, tirando al otro espectro en el proceso.
—¡Oye! —exclamó Lui, el otro no respondió, simplemente se comenzó a ir—. ¡Oliver! ¡Ven aquí! ¡Estuve practicando toda la semana, no hago eso con cualquiera! —Al recibir silencio, se levantó y se cruzó de brazos—. ¡Algún día vendrás rogando a mis pies, maldito! —gritó, girando la cabeza con orgullo.
Oliver rodó los ojos.
Desde hacía siete años que debía "convivir" ese fantasma que a cada rato se le insinuaba.
—¡Ollie! ¡Ven aquí!
Solo esperaba al día en el que pueda transcender al Más Allá.
Y sobre todo, que Lui no le siguiera.
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