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Buscando la belleza por OldBear

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Capítulo 8. Nos apoyamos entre todos.

Ya había pasado más de una hora desde la reunión donde le había pedido a Wanda que hiciera el plan de negocios. Bucky se había ido a su propia oficina a trabajar, y Steve aun no podía sacarse algo de la cabeza. Estuvo pensando un rato largo, aun no entendía como era posible que Wanda, a quien él conocía desde mucho tiempo atrás, fuera la responsable del plan estratégico tan bien realizado que presentó en la junta. Wanda era del tipo de persona que solo se queja de las deudas que tiene —intentando que alguien le tomara pena y se las pagara— y coqueteando con cuanto rico se le cruzara por el frente para ver si caía en sus redes. No era alguien que se pasa toda la noche realizando algún proyecto importante.

Se levantó de su silla dispuesto a entender que había sucedido y entró directo a la oficina de Tony. El chico se espantó un poco por la entrada tan brusca de su jefe, pero Steve no le dio importancia. Se acercó al escritorio del menor y colocó ambas manos en el escritorio hasta descender para estar cara a cara con Tony, era algo que hacia cuando quería intimidar a alguien que estaba sentado detrás de algún escritorio, funcionaba bastante bien con los asistentes de otros departamentos y con Phil Coulson.

—Quiero que me digas una cosa Tony, —preguntó mirándole fijamente— ¿Quién hizo el plan estratégico?

Si bien Steve pensó que el estremecimiento de Tony era porque se sentía amenazado, no podía estar más equivocado. Normalmente Steve sabía que podía lucir amenazador y sacarles información a las personas mediante eso, pero su asistente no lo veía de esa forma.

Tony tragó con fuerza, le pareció que podía aprovechar el momento y contarle a Steve toda la verdad, pero ya tenía planeada su venganza, y Wanda se vería bastante mal cuando fallara ante Steve por no poderle entregar lo que le habían pedido mientras que él ya lo estaba realizando sin decírselo a nadie. No iba a flaquear ahora, aunque la vista tan cercana de su jefe casi lo hace flaquear de forma accidental.

—Mañana podrá ver que Wanda fue quien hizo el trabajo—dijo acomodando sus gafas, aun sentía a su jefe demasiado cerca.

Tony entendía que su puesto estaba peligrando, si seguía con esa mentira y, por azares del destino Wanda conseguía realizar el trabajo que le habían asignado, a él le despedirían fácilmente. Inclusive Steve podía decirle en ese mismo instante que ya no regresara más, porque la pelirroja era suficiente para realizar todo lo que se le pidiera, pero se mantuvo firme en su decisión. En cierta forma quería vengarse por el golpe y los insultos y burlas que había recibido en esos ¿3 días? ¿4 días que llevaba trabajando? Realmente era un record todo aquello.

Rogers lo miró y supo que esa no era la respuesta que quería, pero no iba a presionar más al pobre chico, se enderezó y con un asentimiento salió del pequeño cuarto cerrando la puerta tras de sí.

Tony soltó todo el aire que no sabía que estaba reteniendo.

“¿Que fue todo eso?” pensó.

—Este trabajo va a volverme loco—dijo en voz baja, recordaba que si él podía escuchar lo que su jefe decía en su oficina, a él también podrían escucharlo—estos jefes van a volverme loco.

 

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Sharon chasqueó con la lengua intentando no matar a Wanda. Adoraba a la pelirroja, ella la había apoyado muchas veces en sus problemas y siempre le daba una mano con el tema de Steve y sus aventuras, pero no podía negar que a veces Maximoff era una tonta sin remedio.

— ¿Cómo se te ocurrió robar eso? —preguntó cuándo su amiga terminó de contarle todo acerca del pequeño robo al trabajo de Tony, y de cómo ahora le habían encargado algo más difícil.

—Ay Sharon, es que quería impresionar a Steve, que viera que no soy una tonta.

—Pero ahora vas a quedar peor Wanda. Cuando mañana no puedas entregarle lo que te pidió vera que tú no hiciste el trabajo inicial.

—Oye, que también lo estaba haciendo por ti. Deberías considerarme más.

— ¿Por mí? —Exclamó Sharon realmente sorprendida — ¿Y cómo me habría beneficiado la estupidez que hiciste?

Wanda hizo una mueca cuando su amiga mencionó la palabra “estupidez.”

—Si Steve veía que yo podía hacer todo el trabajo, se desharía del pequeño patito feo.

Sharon tomó aire, en verdad que le habría gustado deshacerse de la molestia de Stark, pero ya había notado que Wanda no era especialmente buena para encargarse del trabajo del chico.

— ¿Y ahora qué harás?

— ¿No puedes ayudarme tú a hacer el trabajo?

—Tengo trabajo que adelantar, y no lo puedo dejar para después.

— ¿Y si le pido ayuda a T´Challa? —Preguntó Wanda con voz coqueta—. Él sabe de estas cosas.

Para Sharon no era sorpresa que Wanda quisiera conquistar a su hermano, pero ella sabía muy bien que por más que la pelirroja lo intentara, T´Challa simplemente no le haría caso.

— ¿Estás loca? —Negó con la cabeza ante las estupideces de la otra—. Si Steve se entera que le pediste ayuda a mi hermano te matara, y luego a mí por obligarle a contratarte.

—Pero Steve no se va a enterar.

—Si T´Challa ve los datos antes de la reunión le hará un comentario a Steve, además de que no se quedará callado para decirle algo como que sus asistentes son incompetentes y tienen que pedir ayuda.

Wanda estaba frustrada, iba a frotarse la cara con las manos, pero luego recordó que traía maquillaje puesto, así que se controló y salió de la oficina de su amiga. Era lógico que no podría hacerlo sola, necesitaba pedirle ayuda a alguien, y necesitaba pensar a quien.

 

O00O00O00O00O

 

Natasha no podía dejar el escritorio de la recepción vacío, pero como casi nadie se daba cuenta cuando lo hacía tomó el paquete que había llevado Bruce antes de volver a salir y decidió subirlo ella misma.

El paquete era dirigido a Bucky, lo correcto era llamar al sexto piso y Sam bajaría a buscarlo, pero ella quería estirar las piernas, sin contar con que antes de subir al último piso decidió pasar donde Quill y Clint unos segundos para burlarse de Peter y su insaciable apetito.

Cuando llegó donde Sam, como era costumbre, le reclamó.

—Si Coulson te ve fuera de la recepción te va a amonestar.

—Sabes que a Coulson solo tengo que sonreírle y no me dice nada. —dijo ella restándole importancia al asunto.

En parte era verdad, la única del club de los raros que no se metía en problemas con Coulson era Natasha, en primer lugar porque era mujer y en segundo porque era bonita, y a Phil las mujeres bonitas lo dominaban como a un muñeco de trapo. Gamora también era bonita, pero no tanto como Natasha, y ya que era algo excéntrica para vestir (muchos verdes, rojos y morados fosforescentes) a Phil no le atraía.

—Ya, ya. ¿Qué trajiste?

—Un paquete para tu jefe. —la chica le paso el paquete y se apoyó del escritorio—Oye, ¿cómo estás llevando lo de…

—No estoy llevando nada—cortó Sam de forma brusca cuando se dio cuenta lo que quería decir Natasha.

La chica levantó las manos de forma defensiva.

—Solo me preocupo por ti.

—No deberías— dijo Sam volteando la cara.

Natasha tomó a Wilson de las manos. No había rastros de Gamora en el pasillo, seguramente estaría en la oficina de su jefa o haciendo algún encargo, Wanda estaba en su escritorio, pero era muy distante de donde ellos se encontraban y la pelirroja parecía estar batallando con unos papeles; después no había más nadie, así que se sintió segura para hablar.

—Oh cariño, deberías pedir que te muevan a otro departamento—dijo ella con suavidad—, no es sano que sigas asistiendo a Bucky cuando estás tan enamorado de él.

—Eso no me afecta en nada. —Sam intentó sonar convincente, pero obviamente falló.

—Claro que sí, le agendas sus citas, le cubres frente a sus conquistas, es obvio que debe de afectarte.

Sam torció el gesto ante las palabras de su amiga, quizás ella tenía razón. Tenía un tiempo sintiendo cosas por su jefe, pero se negaba a aceptarlas. Se las había contado a Natasha cuando ya no podía estar guardando el secreto para sí mismo, Romanoff era la más centrada de todos, y sabía que no armaría un escándalo ni lo juzgaría. Thor también sabía porque lo había intuido, el rubio grandote era demasiado observador; pero Sam estaba feliz de que ambos lo supieran, de alguna manera le ayudaban a pasar por aquello.

Era bastante difícil estar enamorado de tu jefe, y más cuando ese jefe era el hombre más conquistador del planeta. Steve se quedaba bastante corto ante todas las citas que tenía Bucky, la diferencia era que Bucky no tenía pareja, y solía ser más abierto en cuanto a eso. Pero ahí tenía que intervenir Sam, pasando llamadas de mujeres y uno que otro hombre preguntando por su jefe—y no en plan de negocios— agendándole citas de tal forma que ninguna chocara con la otra, encargándose de comprar las flores o chocolates que su jefe regalaría a alguna conquista…era desesperante.

Y más desesperante era cuando tenía que estar cerca de Bucky, que ocurría muchas veces cuando se encerraban en la oficina del vicepresidente. Claro está que James no lo veía de esa forma, pero Sam si se sentía incómodo.

—Estoy bien—le repitió a Natasha sin sonar muy convincente y retiró sus manos del agarre—. Ya verás que pronto dejará de gustarme.

¿Gustar, gustar? Romanoff sabía que el sentimiento que tenía su amigo era un poquito más grande que un simple gustar, pero asintió y decidió que dejaría el tema hasta otro momento. Tenía que hacerle entender a Sam que no era algo sano lo que estaba viviendo.

Aunque Natasha tampoco era experta en relaciones “sanas”, siempre salía con tipos súper tóxicos que solo la querían para unas cuantas noches, pero ella no le daba mucha importancia y decía que algún día llegaría alguien que fuera su “para toda la vida”. Y seria el hombre más galante, guapo y rico que existiera en la faz de la tierra.

— ¿Y Leonid? —preguntó Sam cambiando de tema, aunque sabía que su amiga ya debería haber bajado a su puesto.

—En el colegio, el estúpido de su padre sigue sin querer verle y Leonid solo pregunta y llora por él—suspiró, pensaba continuar pero vio de reojo la puerta de presidencia abriéndose.

Si bien Phil no le diría nada, Steve le gritaría bastante fuerte por verla ahí hablando con Sam, así que sin despedirse y tan rápido como sus tacones se lo permitieron se dirigió a las escaleras, bajaría hasta el quinto piso y desde ahí esperaría el ascensor para evitar ser descubierta por el presidente de la empresa.

Sam no aguantó la risa cuando vio salir a Tony en vez de a Steve de la oficina, se burlaría más tarde de Natasha por eso.

 

 

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Cuando Natasha llegó al quinto piso tomó el ascensor, no bajaría cinco pisos en tacones cuando ya no había peligro en los alrededores. Oprimió el botón del primer piso y esperó hasta que las puertas se volvieran a abrir.

—Señorita Romanoff—la recibió la voz de Bucky cuando las puertas se abrieron, seguida de una mirada de aprobación por parte del hombre que la recorrió de arriba a abajo—. Cada día se ve más preciosa.

Natasha evitó rechinar los dientes de la rabia. James tenía el físico que a ella le encantaba en un hombre, además de que tenía el dinero que ella siempre había soñado que tendría el hombre con el que se casara, pero era un hombre al que jamás vería con esas intenciones: porque era de Sam.

Si bien sabía que su amigo no tendría muchas posibilidades con el vicepresidente —cosa que Sam sabía de sobra—ella no rompería la primera regla del club de los raros:

Nos apoyamos entre todos.

“Quizás si a Sam dejara de gustarle…” pero no, a Sam le gustaba demasiado, así que sonrió para no ser maleducada, pero no devolvió ningún comentario y fue a sentarse. Sintió la mirada de Bucky siguiéndola en todo momento, pero trató de ignorarla. Cuando se sentó, el hombre le hizo un asentimiento y llamó el ascensor para desaparecer tras las puertas metálicas. Natasha chocó su cara con la palma de su mano, pensando en la suerte que tenían.

 


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