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88. Conejo Fugitivo (02) por dayanstyle

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Sin saberlo o con vacilación, Taeyang cambió. Su lobo se había hecho cargo, de pie frente a Jay, mientras gruñía, listo para acabar con el hombre que había entrado.


El hombre era alto y de huesos grandes. No estaba flácido, sino que era sólido. Tenía apretados rizos castaños rojizos, las mejillas y el traje que usaba, no acababan de adaptarse a la forma en que deberían, flácidas en algunas áreas y en otras apretadas, pero era la pistola que sostenía en la mano, lo que tenía la atención de Taeyang.


Al crecer, se había ocupado de vampiros renegados y cambiaformas, cazadores de vampiro, y una pelea en un bar de vez en cuando, pero  nunca había tenido una pistola apuntándole antes. A pesar de que le habían arrojado una bebida en su cara una vez, por alguna mujer borracha que tomó como algo personal el rechazó cortes de Taeyang.
 
—Sal de mi camino, lobo. Sólo me han pagado por un muerto, no por dos, sino, voy a dar un regalo de promoción, si estás parado en mi camino.
¿Le habían pagado para matarlo? Taeyang no tenía idea de lo que el chico estaba hablando. Bajando la cabeza, gruñó, dejando que el hombre  supiera que no estaba bromeando.


No ayudó que Jay había cambiado en su forma de conejo.  Taeyang habría pensado que el chico se escaparía, pero para su sorpresa e irritación, se quedó justo debajo de él, como si no quisiera dejarlo tratar con el hombre armado por su cuenta.


Taeyang trató de usar su pata trasera para empujar el conejo bajo el sofá, pero Jay mantuvo la lucha con su pierna y luego escondiéndose debajo de él. Taeyang iba a tener una larga charla con Jay, acerca de ponerse en peligro.


—Entrégame a Jay, o les disparare a ambos —dijo el extraño, sujetando el arma firmemente en su mano carnosa.


Antes de que Taeyang pudiera atacar, la puerta principal se abrió, dos hombres con armas y cortes de cabello militar entraron. Taeyang estaba francamente confundido, cuando los dos hombres apuntaron con sus armas al otro extraño.

 

 
¿Qué diablos estaba pasando?
—¡Baja el arma! —El más alto de los recién llegados gritó una serie de ladridos sin sentido. Si Taeyang tuviera un arma de fuego, habría bajado la tensión y determinación en el tono del hombre.
El primer intruso disparó a los dos recién llegados y luego giró sobre sus talones, hacia la cocina. El que había gritado, salió después de él. Taeyang gruñó al intruso restante.


El chico no parecía feliz. Todavía tenía su arma y la hizo girar hacia Taeyang.
—Ahora, tranquilo.


Taeyang cambió a su forma humana. Quería respuestas, y no podía conseguirlas siendo un lobo. —¿Quién diablos es usted?


La mirada del hombre se lanzó a Jay. Taeyang echó un vistazo a Jay, que aún no había cambiado. En cambio, su forma pequeña, de color blanco se escondía detrás de la pierna desnuda de Taeyang. Los conejos
eran  pequeños,  pero  no  lo  suficientemente  como  para  usar  una  pierna      como cubierta.
—Cambia, Jay —Taeyang ordenó.
Cuando el conejo trató de escurrirse debajo del sofá, Taeyang lo agarró por una pata trasera y tiró, hasta que tuvo a Jay en su alcance. Tomo del cuello a la criatura, lo recogió hasta ponerlo a la altura de los ojos. El conejo se sacudió con fuerza, y Taeyang sostuvo a Jay en sus brazos, rozando su mano por la suave piel.


—¿Qué demonios está pasando? —Preguntó al desconocido.
—Somos vecinos de Jay —dijo el chico.
—Volvía a casa, cuando vi a ese tipo entrando en el apartamento de Jay. Me parecía un poco sospechoso.
El hombre estaba mintiendo a través de sus dientes.
—¿Tú y tu amigo normalmente entran en el apartamento de alguien, con armas en la mano, sonando como los putos policías?
Una vez más, los ojos del individuo terminaron en Jay.

 

 
Taeyang negó con la cabeza, pensando en el arma que se había dirigido a  él, aunque el objetivo era Jay. Mirando el cañón de la pistola se había asustado como la mierda, y quería respuestas. Respuestas reales, no una historia de cubierta de mierda que este tipo le estaba dando.


Acomodo a Jay en el sofá, Taeyang agarró sus pantalones del suelo y se deslizó en ellos. Intimidar a alguien era difícil cuando lo hacías desnudo. La desnudez tendía a que el personaje malo bajara unos diez puntos.
Una vez que se puso la camisa y se ató las botas, Taeyang tiró la ropa de Jay detrás del sofá. Había un montón de espacio allí.
—Cambia y vístete—dijo al conejito, que no se ha movido una pulgada.
—No voy a pedirlo dos veces.


—¿Te importaría decirme quién eres? —Dijo el desconocido, a medida que bajaba su arma.


Parecía pensar que Taeyang no era una amenaza. Eso era un error. El tipo no  tenía  ni  idea  de  cómo  había  crecido.  Vivir  bajo  un techo  con  más  de cuarenta hombres, tiende a endurecer a un tipo. Le habían enseñado a luchar duros centinelas, este hombre no tenía ninguna posibilidad, pero no quería luchar. Quería respuestas.

Taeyang negó con la cabeza. —No, prefiero escuchar primero lo que está pasando en este lugar.
La pareja del chico volvió y agitó la cabeza.


—Se escapó—Jay saltó del mullido sofá y se escurrió debajo de el, antes de que su forma humana apareciera en el otro lado. Se vistió como su compañero pidió, los dos "vecinos preocupados" miraban fijamente a Taeyang.
—Dime qué carajo está pasando o habrá un artículo de primera plana sobre él en el periódico de mañana—Taeyang amenazo. —Por supuesto, me aseguraré de que embellezcan algunas cosas para que sea jugosa como el infierno.


El que trabajaba en el periódico local podría no darle a Taeyang la hora del día, especialmente sin ninguna prueba, pero él se mantuvo firme en su amenaza.

 

—Esto se está saliendo de control—Jay dijo, mientras se ponía la camisa por la cabeza, el pelo negro cayendo sobre sus hombros en suaves ondas.
—Jay—el mayor de los dos desconocidos dijo en aviso.
—No, Kent—dijo Jay. —Él es mi compañero, y no puedo seguir con esto, al menos no sin él.


Los dos hombres parecían sorprendidos por la noticia, de que Taeyang era la pareja de Jay. Kent alzo una ceja, el otro tipo maldijo.
Jay saludó a cada hombre, mientras los presentaba.
—Ese es el agente especial Alan Kent, y el otro es el agente especial Mike Morrison.


—Tienes un acuerdo—dijo Kent. —No te olvides de eso. Una palabra más  y tú culo esta frito.


—¿Qué cosa? —Taeyang se volvió a Jay, haciendo caso omiso de los otros dos. No obtendría ninguna información de ellos, de todos modos, y parecía que su compañero estaba dispuesto a hablar.
—Por si no has notado el sicario que acaban de perseguir, mi culo ya está frito —dijo Jay en un tono inestable.
Taeyang tuvo un impulso de tomar al hombre en sus brazos y darle comodidad, pero la necesidad de obtener respuestas era más fuerte.
—¿Sicario? —Preguntó Taeyang y luego gruñó.
—Deja de hacerme sonar como un maldito culo. Dime qué carajo está pasando.


—Tu decisión—dijo Morrison, —pero ya  conoces las consecuencias.
—Y el único hombre al que no debería haber ocultado algo está de pie allí mismo —Jay señaló con el dedo a Taeyang.
—Es dolorosamente obvio que mi padrino sabe que era yo—Jay se volvió a Taeyang.
—Vamos —dijo Taeyang.
—Fui a esta casa en la parte equivocada de la ciudad, para recoger a mi ex- mejor amigo, y el lugar fue allanado cinco minutos después de que llegara.

 

 
Los federales amenazaron con enviarme a la cárcel, con todos los demás que estaban allí, si no les daba algo en contra de mi padrino.
—¿Y quién es tu padrino? —Preguntó Taeyang.
—Su nombre es Lee Jae Hee. Maneja los libros de algunos contactos  con la mafia.


Taeyang no reaccionó, al menos no en el exterior. En el interior, su ira iba en aumento, a un nivel, que nunca había pensado posible.


—Así que tú accediste a ser el soplón de tu padrino para salvar tu culo, y quedaste atascado en el programa de protección de testigos, luego me mentiste acerca de quién eras.
—No.


Los ojos de Jay se agrandaron, mientras corría alrededor del sofá, pero Taeyang dio un paso atrás, sintiendo como si Jong Jin estaba allí de pie, burlándose de él de nuevo, diciéndole lo tonto que era. Lo que era peor,
Jay  no  era  un  tipo  con  el  que  había  estado  saliendo  durante  unos   meses, era su compañero.


—Me dijiste que podía confiar en ti.
—Puedes hacerlo—Jay envolvió sus brazos alrededor de su estómago, mientras miraba suplicante a Taeyang.
—¿Cómo puedo confiar en ti cuando ni siquiera sé quién eres?— Preguntó.
—¿Crees que no me di cuenta cuando no me prometiste que no estabas llevando una doble vida?


—Pero hay que entender que...


—Déjalo—Las palabras de Taeyang eran un bufido herido.
El dolor de crudo en el pecho era tan fuerte, tan real, que a Taeyang le resultaba difícil respirar, difícil pensar. Fue como lo de Jong Jin todo de nuevo. ¿Dios, alguna vez iba a aprender? Había sido tomado por tonto por segunda vez en su vida, solamente, que en esta ocasión, se sentía como si su corazón había sido arrancado y aplastado bajo los pies engañosos de Jay.

 

 
—Taeyang —, Jay dio un paso hacia él, y Taeyang se trasladó a la puerta. Miró a los tres hombres y sacudió la cabeza.
—Ten una vida feliz, Jay. —Salió y cerró la puerta tras de sí.
Una vez en el pasillo, Taeyang se apoyó contra la pared, cerró los ojos, y maldijo. ¿Cuántas más veces en su vida iba a recibir una patada en las bolas antes de que aprendiera?
 
 
Jay se quedó en la puerta, mientras las lágrimas caían por sus mejillas. Se sentía como si alguien le hubiera perforado un agujero profundo en el pecho. El dolor era casi imposible de soportar. Sabía que Taeyang tenía problemas de confianza y sin embargo, Jay había ocultado la verdad sobre sí mismo. Había tenido una buena razón, sin embargo, sentía   como si hubiera traicionado a Taeyang de la peor manera.      }


Kent parecía molesto, mientras que Morrison contemplo a Jay con simpatía en sus ojos. La angustia, la desesperación y la ira se mezclaron dentro de él, cuando se volvió hacia los dos hombres que estaban allí. Apretando los dientes, cruzó la habitación y empujó a Kent.


—¡Sal! ¡Lárgate!
—Pero el hombre del golpe todavía anda suelto —argumentó Kent. Jay estaba tan enojado que estaba temblando de rabia.
—¿Crees que me importa? ¿A ti si? Acabo de perder a la persona más importante en mi vida, y ustedes dos actúan como si...
Cerró los ojos y apretó los labios, mientras trataba de no hacerse añicos donde se encontraba. —Solo vámonos.
—No estás pensando correctamente —dijo Morrison.
—¡Me pregunto por qué! —Jay le gritó al hombre.


Morrison giro su cabeza hacia el pasillo, con los ojos todavía llenos de comprensión y una dosis de piedad. Jay no quería compasión. Quería a Taeyang.


—¿Por qué no vas a acostarte, mientras nos quedamos en la sala de estar?—Dijo Morrison. —No podemos dejarte solo, a pesar de que sé que no nos quieres aquí.
—Deja de mimarlo—ladró Kent. —Acaba de romper su acuerdo con Marek. Nos vamos en la mañana, de vuelta a California, para que pueda ser procesado.


Jay lo perdió. Joder, él sólo lo perdió. Saltó sobre Kent, gritando, mientras golpeaba con sus manos la cara y el pecho del hombre.
—¡Te odio! ¡Te odio!
Fue Morrison quien alejo a Jay, dando patadas y gritando, cuando se lo llevó por el pasillo y fue llevado a su habitación.
—Cálmate antes de que Kent te dispare—dijo Morrison en un suave tono, simpático.


Jay se derrumbó en su cama, cuando Morrison cerró la puerta detrás de él. Su corazón se sentía como si estuviera rompiéndose. No le importaba que Taeyang bebiera su sangre. No le importaba que su compañero fuera un lobo. A Jay no le importaba si nunca pudiera ver la luz del día otra vez. Todo lo que quería era a Taeyang. Eran las primeras horas de la mañana, cuando Jay finalmente cerró los ojos, llorando hasta quedarse dormido.
 
continuara..


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