Capítulo 9: Asalto de Cerdo
Tanjiro corría lo más rápido que podía, a pesar de los gritos que sonaban a sus espaldas. Sujeto con más fuerza a Ryoka, podía sentir como el más pequeño temblaba entre sus brazos y nada más por eso no pretendía parar o devolverse, debía ponerlo a salvo a él primero.
- ¿Dónde están los soldados?... ¿Por qué está pasando esto justo en medio de la capital? – Murata le seguía de cerca, aunque era bastante difícil seguirle el paso, el omega era muy rápido. De hecho si no fuera por Tanjiro tal vez hubieran quedado atrapados como el resto de civiles que estaban en el mercado. - ¿Cómo lo supiste? – pero no obtuvo respuesta inmediata.
Miro hacia la espalda del menor, quien seguía corriendo.
- ¡tenemos que alejarnos lo más posible de aquí! –
Estaba asustado, sentía la sangre arder… no quería que lo encontraran, podría librase de unos simples caza recompensas, pero aquellos sujetos no eran caza recompensas. Ellos estaban envueltos en ese pútrido olor… ese olor tan particular cuando has sido tomado bajo las manos de ese sujeto.
Recuerdos habían llegado como flashes e hizo que su corazón se acelerara y su carrera fuera más rápida… la desesperación le estaba ganado.
- PAPÁ -
Abrió los ojos, espantado. Frenando un segundo antes de que aquella casa les cayera encima. Los escombros en todas partes, aquellos aromas inundando su nariz.
- ¿están bien? – el beta lo vio detenerse.
No, nada estaba bien.
Venían tras de ellos y él debía hacer algo.
- Ryoka… Ryoka mírame – los ojos rojizos del niño estaban húmedos, muerto de miedo vio a su papá, quien le sonreía como siempre – voy a regresar –
- no… no por favor –
- voy a estar bien… tú debes irte a casa con Murata… ¿de acuerdo? – el niño negaba una y otra vez mientras el beta lo cargaba, sujetando el Haori verde con fuerza.
No quería separase.
- no papá… por favor, no te vayas – No necesito más palabras, Murata sabía que tenía una de las personas más preciadas para el pelirrojo bajo su cargo, lo iba a llevar a salvo a casa – ¡PAPA! -
-.-
- no quiero que escape nadie… Padre - la voz de Rui sonó neutra.
El gigante se movió a pesadas zancadas, pronto fue cada vez más rápido hasta comenzar a saltar sobre las casas, destrozando todo en su camino. Las personas no estuvieron más tranquila después de eso.
Una sonrisa siniestra apareció en su infantil rostro, amaba el miedo de la gente. Caminado entre la gente que temía siguiera verlo a los ojos, después de que padre aplastara la cabeza de ese idiota ya nadie pensó en hacer ningún alboroto.
- Rui… los pilares de seguro ya vienen, hay que hacerlo rápido –
- les tienes miedo – aquello no era una pregunta, sus ojos se achican y aquella mujer se encoge en si – Madre -
Ella comenzó a temblar cuando Rui se acero a ella, su pálido rostro se volvió más blanco y sus piernas temblaron. Si decía la verdad Rui le daba más miedo que un Pilar, pero la última vez que dijo lo que pensaba le fue muy mal.
- no… claro que no – tartamudeo.
- claro que no… ¿y sabes por qué no debes tener miedo? – sus pequeños dedos tomaron con delicadeza aquella mejilla, mientras ella solo miraba el infantil rostro, la mitad estaba cubiertos con ese particular cabello rosa pálido, apenas ocultaba las marcas rojas que habían cicatrizado mal.
Aquellas que ella también tenía en su cuello.
- porque Rui nos defenderá, de lo que sea – de sus labios las palabras salen memorizadas… - ya que Rui es amable –
Las palabras no eran reales, ella tampoco las sentí así, como un ensayo que se había dicho ya un millón de veces se alejó del menor y con real agresividad sujeto a una mujer al azar y la jalo, separándola del grupo. Los gritos se volvieron a escuchar, ella gritaba que la soltaran, pero Madre no hizo caso.
- Hermana… pon el sello sobre ellos, tal como nos dijo Doma-sama que lo hiciéramos – ella asintió, pero antes de ir tras Madre se detuvo, viendo la espalda de ese niño.
- Rui… y que hay de los Pilares –
- no te preocupes… ya les dije, yo me encargare –
-.-
Tanjiro empuño el cuchillo, viendo de reojo como aquella niña iba corriendo sin mirar atrás, tal como le dijo. Solo necesitaba tiempo, Murata estaba seguro que los Pilares llegarían que cualquier momento, así que el solo necesitaba detenerlos el tiempo suficiente.
Hermano se levantó molesto… ¡¿Qué mierda fue eso?!... Ese sujeto lo había derribado con tan solo unos golpes, a primera vista no parecía ser alguien tan fuerte.
Tanjiro no lo iba a dejar pensar… respiro profundo. Su velocidad aumento en potencia a la última vez que había peleado, su condición también había mejorado. Después de las últimas peleas se había dedicado a entrenar en secreto, a fortalecerse cada día mas, el pelirrojo no era tonto, sabía que tarde o temprano vendrían por él.
Sus hombros bajaron y la estocada fue limpia, pero aquel hombre era bastante rápido al esquivar sus ataques, dio tres estocadas más seguidas y estuvo a punto de usar una postura, pero sus pies retrocedieron cuando el hombre se acerca demasiado a él. Con una agilidad casi inhumana sostiene un cuchillo con su boca tratando de hundirlo en el rostro del más joven.
- no te será tan fácil detenerme, niño… - sus brazos cuelgan como si le pesaran - ahora quiero matarte – Tanjiro podía percibir el olor de veneno en el borde la daga, no debía dejar que le tocara, ni por un rasguño.
Aquel sujeto no usaba sus brazos, a pesar que tenía movimientos para los ataques lo descartaba por completo, haciéndose bastante rápido a la hora de atacar y defenderse. Comenzó a atacarlo con rápidos movimientos y Tanjiro apenas pudo detenerlo con ese cuchillo…
En un descuido el sujeto intento cortarle la garganta, Tanjiro bajo el tronco, esquivando, pero el sujeto era sorprendentemente flexible y llevando una de sus piernas al frente termino por darle una patada al menor, tan fuerte que termino por tumbarle y llevarlo varios metros lejos.
- tu forma de pelear… no eres alguien que pertenece al sur… ¿no es así? – movimientos flexibles e instintos, cambia movimientos a medida que pelea… no eso no eran las clásicas artes marciales que enseñaban en ese lado del muro.
Ese chico había sido entrenado por ellos.
- soy… del sur – dice con molestia, la patada fue realmente fuerte, sacándole casi todo el aire.
Hermano había peleado contra muchas personas del norte y del sur, sabía que aquella forma tan fluida y ágil de pelear no pertenecía a los estirados. Hermano no sabía quién era, pero ese niño estaba mintiendo.
- no importa quien seas… acabare contigo antes de que Rui se entere –
Tanjiro no estaba listo, el aire aun costaba que llegara a sus pulmones… defenderse se le iba a hacer difícil. Hermano en cambio estaba ansioso, ansioso por pelear y asesinar a ese chiquillo antes de que Rui se diera cuenta que había dejado escapar a uno de los rehenes.
Porque si se enteraba que el fallo en la misión que le encargo el seria el siguiente en ser marcado. Y después de lo que le hizo a Madre, no quería ser el siguiente. el omega no tenía que pensarlo demasiado… aun no podía atacar con la fuerza que requería, aquel sujeto tenía la ventaja, no le quedaba de otra que correr.
Pero lo que ocurrió no lo espero.
Era un hombre gigante, casi el quíntuple de su tamaño, con la cabeza cubierta por un saco y con una presencia aterradora. Gritando fuertemente y a zancadas destruía todo, sin fijarse en nada, ni siquiera que término golpeando a Hermano quien intentaba alcanzar a Tanjiro.
En ese desastre el pelirrojo solo podía pensar salir de en medio, o sino seria aplastado.
Una risa estridente se escuchaba…
Era raro, no pertenecía a ninguno de los dos sujetos del norte.
- JAJAJAJA… ESO SI QUE NO LO VEIAS VENIR… ¿VERDAD? – la risa fue más estridente, sobre la espalda del musculoso sujeto estaba una persona, o eso parecía ser… el dueño de esa hilarante voz saco dos espadas rusticas de la espalda, llenas de sangre.
- ceerrdoo…lastimar a padre – se lamentaba el gigante - ¡lastimar! –
Era mitad bestia y mitad humano, con una cabeza de jabalí y un cuerpo algo musculoso, sin camisa y envuelto en pieles de cerdo alrededor de su cintura. Como si no fuera poco que estuviera enganchado de la espalda de Padre como una garrapata, sujeto el saco que cubría su rostro… jalándolo hasta quitárselo.
Padre dejo de moverse de repente.
Incluso ese sujeto no tenía palabras para lo que había encontrado debajo de ese saco.
Padre no tenía rostro, tan solo un espacio de vendas mal colocadas y tajos de carne resbalando a trozos, tenía unas partes de metal que sostenía lo que parecía su nariz y pómulos, ni siquiera tenía ojos… ¿Qué clase de monstruo era capaz de hacerle eso a alguien? ¿Qué había hecho ese hombre para ganarse tal castigo?
- no tengo tiempo para esto – sin siquiera editarlo sujeto sus espadas - TE CORTARE EN REVANADAS… ASALTO DE CERDOOO – grito como un energúmeno con sus espadas en alto.
Tanjiro conocía esa frase.
- ¡Inosuke! –
Solo tomo un segundo, esa voz… esa voz él la conocía.
Sus cabellos rojos, aquellos ojos saltones y esa mirada atorrantemente amable. Llevaba aquel Haori, tal como lo recordaba, también esos sarcillos. Era él.
- ¡Gompachiro! – Pero la sorpresa termina en un enorme golpe del gigante, estrellando al chico contra una de las casa vecinas.
- no… Inosuke –
Sus reflejos actuaron por su cuenta, moviéndose por inercia al sentir el filo tan cerca de él.
- ey, ey… que no se te olvide que soy tu oponente – sonríe con el arma entre los dientes.
Apretó el puño, había perdido su cuchillo en algún punto que ya ni recordaba, debía pensar frio para poder salir de esa situación, cosa que no era tan fácil, tenía dos oponentes verdaderamente problemáticos, solo debía tener una idea para salir de allí, solo una.
- ASALTO DE CERDOO MEJORADOO –
Pero claro… para otros el pensar solo era una distracción.
Continuara…