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Mi biografía sexual por Sadistic_Beauty

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Notas del capitulo:

Naruto no me pertenece sino a Masashi Kishimoto

Ya se había cumplido más de un año de mi presencia en Akatsuki y había ayudado a Hidan a superar varias de sus crisis temporales, como la de cuando se obsesionó por creerse algo así como mi criada, cuando optó por enredarse con el extraño fetiche de disfrazarse, cuando apoyó a un grupo nudista y sólo usaba ropa cuando Pein lo mandaba de misión… Él, junto a los reportes de Zetsu, cada vez más escasos, me mantenían en cierta parte vivo, o al menos en un espacio transitorio entre la vida y la muerte. Soñaba con Sasuke mientras reposaba dormido junto a Hidan.

 

Una noche, en mis sueños, vi a Sasuke llorando. Me le acerqué sin la cautela que hubiese requerido en ése mismo escenario pero en el mundo real, y vi que había un raspón en su rodilla. Acaricié sus cabellos. Desprendía la misma ternura que la última vez que lo vi. Me arrodillé junto a él y besé la herida. Me miró sonrojado y bajó la vista hasta su pierna, la herida había desaparecido. Besé sus labios a la vez que él sólo me miraba sin saber qué hacer. De repente gritó aferrándose a mis hombros. Vi sus rodillas rodeadas por raspones, mucho más graves que el primero. Abrió las palmas de sus manos asustado y también allí tenía esas horribles heridas, poco a poco se fueron extendiendo por todo su cuerpo y lo consumirían en su totalidad, sin siquiera poder tocarlo por miedo a herirlo o infectar sus heridas. De nuevo ocurría que no podía consolar su llanto y sólo podía verle sufrir.

 

Desperté sin aliento y con la totalidad de mi cuerpo cubierto en sudor. Cuando me calmé, el frío viento de la mañana llegó hasta mí para hacerme temblar. Agradecí una vez más haber puesto la cama en una posición en la que me levantara con el sol, porque me habría descompuesto un segundo más en esa pesadilla. Me levanté de la cama para tomar agua y refrescar la garganta reseca. Sentí a alguien llegar a la habitación y creí que era Hidan, pero no me molesté en confirmarlo, ya que se había acercado mientras estaba de espalda y me empujó con suavidad hasta la pared más cercana, dejándome de frente a ella.

 

- ¿Desde cuándo desarrollaste el hábito de dormir desnudo? – Preguntó en un susurro a mi oído Pein.

 

- Desde que es verano – Le dije con naturalidad.

 

- Estamos en invierno – No tardó en deslizar una mano sobre mi pecho.

 

- … ¿A qué has venido?

 

- En principio, sólo a asignarte una misión. Pero… - Rápidamente lamió uno de sus dedos y lo dirigió a mi entrada – Creo que voy a hacer algo más.

 

Me concentré en la pared, abrí las piernas, y comencé a organizar en mi mente las cosas que debía llevar a la misión. A pensar en cuántos kunai tenía, el estado de mis shuriken, en dónde había dejado el sombrero del uniforme. Quise distraerme y no tenía nada mejor en qué pensar. Sin embargo, mi concentración no evitó que las embestidas del pesado cuerpo de Pein me llegaran hasta el fondo y me envolvieran en el placer una vez más, humedeciendo tanto mi interior como la pared que me sostenía, pero sí evitó que las palabrerías del líder revolotearan en mi cabeza.

 

- Exquisito… Como siempre.

 

Eso fue lo que le oí decir luego de que me llevara de la mano a sentarme en mi cama. Me alzó el rostro y tuve la oportunidad de verlo de pies a cabeza. Ya se había subido la cremallera y arreglado el resto del pantalón. Lo miré a los ojos. Pein era hermoso, pero eso no ocultaba el hecho de que algo dentro de su cabeza estuviera mal, ése algo que le impulsaba a decir "te amo" y que se aventuraba a una serie de planes con un fin tan escabroso como lo era iniciar una guerra global para dominar el mundo. Un carraspeo de la garganta de ninguno de los dos, nos hizo llevar nuestra mirada al balcón. Kisame, acompañado de uno de los otros Pein, se había recostado de la pared con una ceja alzada y la expresión típica de "¿Interrumpo?". Casi en el mismo momento, llegó Hidan con otro Pein, y después de comprobar mi desnudez, afiló la mirada en el líder, quien se giró hacia ellos, dejando caer su mano desde mi mentón hasta lo que pudo de mi pecho.

 

- Veo que ya casi llegaron todos.

 

Kakuzu entró acompañado de su respectivo Pein. Luego de confirmar que estábamos completos, los demás Pein se retiraron, dejándonos con el verdadero. Nuestro líder nos habló acerca de la misión de turno. Consistía en destruir la Aldea de la Brisa Marina, la cual poseía un territorio bastante extenso, por eso nos enviaría a los cuatro.

 

- Lo importante de esta misión es que el enemigo es sumamente rico. Kakuzu, te encargarás de traer todo el dinero que puedas.

 

- Entendido.

 

- Los demás irán para abarcar el territorio y divertirse un rato. He escuchado que el Kage es homofóbico y castiga cruelmente a los súbditos que practiquen el sexo con gente de su mismo género.

 

Al principio, no entendí la importancia de esa parte de lo que dijo Pein. Total, poco nos venía lo que hacía el Kage. Pero a juzgar por las risitas de los demás, ellos habían entendido perfectamente a qué se refería y cómo divertirse en base a eso. Me limité a buscar mi ropa y vestirme sin querer pensar mucho al respecto. Pein terminó de dar algunas últimas órdenes y se retiró, seguido de Kisame y Kakuzu. Hidan se me acercó, molesto.

 

- Itachi, no quiero que…

 

- Hidan. Él es el líder – Le interrumpí cuando terminaba de arreglar mi capa – Él habla. Yo obedezco. Todos tenemos que hacerlo.

 

- Es nuestro líder. No nuestro amo. No tiene derecho de ir por ahí acostándose con los novios de los otros.

 

- Déjalo, Hidan. Es como si me molestara cuando Kakuzu te toma de la misma manera.

 

- ¡K-Kakuzu no me ha hecho nada! – Se defendió sonrojado, terminando de sentarse en mi cama.

 

- … De todos modos, no pasó nada entre Pein y yo.

 

- Itachi, yo sé que desde que llegaste te ha estado persiguiendo. Y no me mientas, vi la mancha en la pared. Estabas desnudo y él te acariciaba.

 

Tomé la decisión de sentarme sobre él, con las piernas abiertas de modo que nuestros pechos quedaran juntos. Lo besé recorriendo con mi lengua el interior de su boca, y parte de su exterior, lamiendo sus labios, besándolo y atrayéndolo hacia mí, haciéndole cosquillas al pasearme por su cuello. La prueba de que Hidan estaba recuperando el ánimo, era que correspondía muy bien, hasta sus manos se adentraron en mi capa y estaban buscándose paso hacia mi trasero.

 

- Hidan… No… Tenemos una misión… - Intenté detenerlo al sentir sus dedos ya dentro de mí, luego de que los de la otra mano bajaran lo suficiente mi pantalón.

 

- No me importa. No voy a dejar que vayas "sucio".

 

- Egh?

 

Sus dedos salieron humedecidos por los fluidos de Pein los cuales vio con desprecio, quitándoselos con ayuda de mi sábana. Repitió el proceso varias veces, bajando la cabeza, como concentrándose u ocultando la rabia a Pein, y yo intentaba relajarlo besándole la cabeza y acariciando sus cabellos, lo cual no evitaba que mi entrepierna se endureciese ante la situación.

 

- Bueno, ya está – Alzó su rostro sonriente y me besó, dejándose caer en la cama conmigo aún encima. Llevé mis manos a sus pantalones, dispuesto a liberarme de la sensación de tensión en la parte baja de mi cuerpo, pero me detuvo – Vámonos, Itachi… Tenemos misión – Me levantó y arregló nuestras ropas, dejándome bastante desubicado – Me gusta que te desesperes…

 

Soltó un par de risas y me llevó tomado de la mano.

 

Kisame fue el primero en entrar en acción. Derrumbó puertas, guardias, y prácticamente cualquier cosa que se le atravesara. Su técnica con agua nos permitía liberarnos del fastidio que implicaban los niños y el resto de los que no podían pelear, o en dado caso, hacernos frente. Hidan atravesaba cualquier cantidad de víctimas con su gigantesca oz. Kakuzu y yo nos encargábamos de los ninjas más fuertes. Llegamos hasta el palacio del Kage y subimos hasta la cúpula, allí se encontraba él, su esposa, y sus dos hijas. Kakuzu tomó a la señora y a las dos pequeñas para que las guiara "por las buenas" a donde tendrían los fondos monetarios de la aldea, dejándonos a los demás con el Kage.

 

- Así que éste es el Kage. No te preocupes por tu familia. No las tocaremos a ninguna – El hombre estaba tan asustado que ni se inmutó ante los comentarios de Hidan – Pero no san dicho cosas muy feas de ti… Cosas… que no nos gustan.

 

Fijé la vista en el cielo. Por alguna razón extraña, ése simple hecho me hacía sentir extraño, como si me transportase a las nubes. Me sumergía en un mundo diferente. Sin querer desprenderme de ese paraíso, un apretón en mi cintura me devolvería a mi respectivo aquí y ahora. Hidan me sostenía por la espalda.

 

- A nosotros… - Le dijo al Kage – Si nos gustan los hombres… Con otros hombres.

 

Desbotonó mi capa y la lanzó al suelo. Buscó mis labios aún estando detrás de mí. Se arrodilló de inmediato, girándome, para luego bajar rápidamente mis prendas inferiores y buscar mi miembro con la boca. No sabía cómo reaccionar, la timidez me embargó al sentir la mirada de aquel gobernante, y sólo me atrevía a posar mis manos sobre la cabeza de Hidan. Por otra parte, estaba ansioso de que por fin iba a terminar lo que había comenzado en la mañana. Hidan miró a aquel gobernante y sonrió. Kisame lo amenazó con su espada.

 

- Tienes que ver todo lo que va a pasar… O algo muy malo les pasará a tu esposa e hijas.

 

A eso era a lo que se refería Pein. "Torturen al homofóbico" fue lo que quiso decir. Si eso me iba a "desahogar" me parecía buena idea. Hidan gemía al sentir mi miembro chocando en el interior de sus mejillas, lo cual era algo exagerado, pero eso definiría cómo iba a ser aquella sesión se sexo: sobreactuada. Lo recorrió de arriba abajo mostrando sus dientes rozar contra mi piel. Un par de gemidos más, seguidos de algunos lengüetazos y se levantó para besarme. No sé si yo tenía el control de aquel beso o si estaba siendo llevado de la mano, pero lo profundicé hasta donde pude, casi de la misma manera que mi pene. Se comenzó a desvestir y Kisame rió, sin importarme mucho la razón, porque estaba más concentrado en los ojos violeta que me miraban con una malicia mil veces inferior a la mía, como despertándome para que me hiciera su dueño… una vez más.

 

- Itachi, vamos… así… así… más… aghrh! ¡Qué grande!

 

Hidan gozaba de un buen repertorio de frases, y no me importaba si estaba actuando de sobremanera, me había convencido de seguirle el juego. Apoyó sus manos contra la pared, separó las piernas y volteó a verme. No tomé en cuenta al hombre que probablemente nos mirase con asco y temor, o a Kisame divirtiéndose por eso. Solamente fui hasta Hidan y me enterré en él a la primera embestida, haciéndolo gemir, gritar ensordecedoramente, sintiendo cómo mi hombría le hacía temblar y calentarse, aferrándome a sus piernas que tanto me gustaban, gruesas y fuertes, y penetrándolo cada vez más con mayor rapidez como si mi vida dependiera de ello, dejando que mis oídos disfrutaran con sus súplicas. "Más", "más fuerte", "más rápido"... a veces pensaba que la inmortalidad lo había hecho insaciable, pero luego ocurría lo inevitable, haciéndome descartar la idea de inmediato.

 

- Espero que dures lo suficiente para que me ayudes a desahogarme – Le dije en un tono lo suficientemente audible para él, pero imperceptible para los demás, ya que se mezclaban con sus gemidos.

 

- ¡Arrghaaa!... – Gritó con un gemido y luego me habló de la misma manera que yo – No sé… me tienes muy cachondo.

 

Hidan hacía y decías cosas que me hacían perder en instantes de placer. A veces cerraba los ojos en busca de concentración para no terminar rápido y extender mi estancia dentro de aquel cuerpo adulto rendido a mí. Casi ni me había enterado de cuando Kakuzu regresó al lugar, solo, ya que había asesinado a la esposa e hija del Kage después de conseguir el dinero que buscaba. Él pareció entender el propósito de la conducta de Hidan y yo, así que se acercó a nosotros y ató una de las cuerdas que le salían del brazo al cuello de Hidan, luego me dio el otro extremo.

 

- Hálalo. Será más divertido.

 

Tuve que formarme una imagen mental muy clara de lo que ocurriría para obedecer a Kakuzu, y una vez que lo entendí, quedé maravillado con la idea. Halé la cuerda, atrayendo hacia mí a Hidan por el cuello. Eso y la nueva posición que habíamos adquirido me habían excitado más. La espalda de Hidan rozaba con mi pecho mezclando el sudor de nuestros cuerpos, y el cuello de Hidan se había posicionado a una distancia que lo ponía a merced de mis labios. Mis manos alcanzaron su erguido miembro y lo masturbaron con violencia, a una velocidad similar al de las embestidas. Hidan cruzó sus manos detrás de mi nuca, completamente fascinado, y unos momentos después, acabamos. Saqué mi miembro para bañar la espalda de Hidan con mi semen, y él hizo lo mismo con la pared que estaba a su frente, reviviendo en mi mente la escena de esta mañana con Pein, y de seguro, a mi novio también.

 

- ¿D-dónde están mi esposa e hijas? – Respondió el Kage. Podía sentir la indignación en su voz.

 

- Las maté hace rato – Contestó fríamente Kakuzu.

 

- P-pero dije… Pero dijeron que si me quedaba quiet-

 

Kisame le había roto el cuello antes de que terminara de hablar.

 

Salimos del lugar con calma, el equipaje estaba pesado debido a todo lo que guardó Kakuzu de dinero. De regreso, Kisame nos contaba la cara de espanto que el Kage había puesto, y nos detalló cada una de las facciones por las que pasó: espanto, horror, asco, curiosidad, nerviosismo… Hidan regresó caminando a mi lado.

 

Una vez que dejamos los paquetes con dinero y otras cosas en uno de los salones de Akatsuki, dejamos a Kakuzu hablando con Pein. No sé a dónde se dirigían Kisame y Hidan, pero yo quería irme a mi habitación y dormir para acabar mi día. No presté atención a la despedida de Kisame, y resultó que Hidan me dejó en la entrada del edificio donde vivo, y un largo beso, abrazándome, cubriéndome totalmente con su cuerpo, mucho más grande que el mío.

 

- Itachi, mi niño… - Me dijo aferrándose a mi capa. No me molestaba que me llamase así, de todos modos yo apenas soy un adolescente y él ya es todo un adulto - … Ten mucho cuidado – Me dio tres besos más, cortos y suaves. Nos miramos unos instantes más y siguió su camino.

 

Me pregunté a mi mismo por qué no se había quedado esta noche conmigo.

 

Entré a mi espacio. No parecía haber nada fuera de lugar y tampoco me molesté en buscar pormenores. Entré al baño por una ducha rápida y salí a tomar agua, aplacar una sed de todo el día bajo el sol, más dos folladas. No tenía apetito y mucho menos quería un incentivo para comer, cosa que ya era natural en mí, y sabía por qué. El mal gusto de sentirme como si nada después de haber acabado con otras tantas vidas.

 

Me recosté de espaldas en la cama. Sólo una toalla azul marino me cubría parte de la mitad de mi cuerpo. Mis cabellos humedecían la almohada, y el frío del invierno que entraba por el balcón me erizaba la piel.

 

En minutos, ése frío de invierno se convirtió en aire ártico, sentí las vías respiratorias muy frías, y la vista se comenzaba a nublar. No sabía que me estaba pasando, pero agradecí haber estado sólo en mi habitación, recostado calmadamente, porque tenía la certeza de que todo estaría bien por la mañana.

 

- Kukuku…

 

¿Risas? ¿Algún producto de mi imaginación? No.

 

- Oro…chimaru.

 

- Buenas noches. Itachi-kun.

 

No contesté con palabras, en lugar de eso, dejé que el peor de mis semblantes se hiciera cargo de ello. No me estaba sintiendo bien, y lo último que necesitaba era que un bastardo como ése viniera a hacer cualquier cosa aquí.

 

- Vaya. Parece que te la estás pasando mal.

 

- Vete – Una ira que no quería sentir se manifestó en mis palabras, como una bestia que entra en combate.

 

- Conozco algunas técnicas médicas, Itachi-kun. Pero la mejor manera de estar saludable es cuidarse a sí mismo.

 

- Vet-

 

- Y eso se logra – Continuó, interrumpiéndome – haciendo ejercicio, por ejemplo. Pero veo que tienes un trabajo en el que eso te sobra. En especial con esa técnica tuya… el Magenkyou Sharingan.

 

No podía hacer otra cosa más que impresionarme. Orochimaru había estado buscando información acerca de mí. Era un asunto peligroso.

 

- Pero además, otras formas de estar saludable es estando en un lugar limpio como este, el aseo personal, que veo que ya lo has hecho…

 

Me miró de arriba abajo tendido en la cama, de la manera en que sólo un desgraciado como él podría hacerlo. Todo de él me molestaba. Hasta su ridícula charla. Se paseaba de un lado a otro indagando, revisando, analizando.

 

- ¿Qué…

 

- También debes estar consciente de que debes alimentarte bien. Ya sabes. Comer frutas, verduras… No consumir agua con drogas…

 

- ¡Uhg!

 

Eso era. El maldito había colocado algo en el agua que había bebido hace rato, por eso me sentía mal, pero de todos modos, ¿qué era lo que en realidad estaba buscando? Intenté levantarme de la cama, pero sólo pude apoyarme en los codos. No sentía dolor, pero sí pesadez y lentitud. Vi a Orochimaru acercarse y ponerse a gatas sobre mí.

 

- Esperaré unos minutos más, Itachi-kun. Mientras tanto, veamos bien tu cuerpo.

 

Se ocupó de recorrerme con sus manos, ofreciendo caricias que de no haber venido de él, hubiera disfrutado con plenitud. Sus manos buscaron lugares más bajos para tocarme y apretarme. De su retorcida sonrisa comenzó a salir una lengua que le relamía los labios, y siguió saliendo de una manera espeluznante, y hubiera retrocedido si mi cuerpo me lo hubiese permitido.

 

Su lengua se extendía hasta longitudes imposibles, llegando a tocar desde la parte baja de mi pecho hasta mi cuello al mismo tiempo. Su lengua seguí saliendo y me sentía asqueado sólo con verla, pero sentir ese músculo húmedo enrollarse a mi alrededor era una de las cosas que me parecían peor, y no era capaz de predecir que esa lengua lograra inmovilizarme sujetando y apretando con fuerza mis extremidades.

 

El dolor de cabeza producido por las drogas evitaba que me concentrara para poder activar mi Sharingan, aún así, pude pensar en por qué si mi cuerpo estaba entumecido, Orochimaru estaba sujetándome. Quizá el efecto de la droga pasaría rápidamente. No quería arriesgarse. Giré el rostro como si eso fuera a ayudarme a huir, pero su larga lengua llegó a enrollarse en mi garganta, de tal modo que cualquier movimiento que hiciera sería neutralizado por la fuerza de ese extraño músculo.

 

- Eres mío… Itachi Uchiha…

 

Miré su rostro intentando enfocar mi vista en algo que ya, de por sí me parecía increíble. Y es que estaba sacando otra lengua de su boca. La dirigía hacia mí sin mucha lentitud, lamiendo mi pecho, cuello, y la adentró en mi boca. Parecía estarme examinando, hasta que la enroscó en mi lengua y pretendía llegar a la garganta, pero un ataque de tos y algunas náuseas ante aquellas sensaciones, le hicieron retractarse.

 

- ¿Qué pasa, Itachi…? No me vendrás con que no estás acostumbrado a que te metan cosas en la boca… Porque resulta muy evidente que allí han estado cosas más grandes y gruesas…

 

Una tercera lengua comenzaba a salir de su boca y tomaba los rumbos más bajos de mi cuerpo, haciéndome soltar un grave gemido y arquear la espalda al sentirla aprisionando mi miembro y nunca había sentido algo así. Continuó largando su lengua, y llegó un momento en que la punta entró en contacto con mi entrada y empezó a introducirse hasta llegar un poco más adentro de lo que usualmente han llegado en mí. Era la primera vez que algo tan húmedo, viscoso y blando me penetraba, y a decir verdad, no se sentía mal, sólo que al abrir los ojos y ver a la mugrosa serpiente blanca jugando con mi cuerpo, esperaba que esa experiencia nunca hubiese llegado. Sin embargo, hasta mis gemidos indicaban que pronto iba a eyacular. Su extraña lengua descubrió los puntos más sensibles dentro de mí, los rozaba con giros, dobleces, y contactos con la punta de su longitud, y no encontré una forma de resistirme.

 

- Nada mal, Itachi-kun… Nada mal…

 

Siguió moviéndose tanto en mi interior como en mi exterior. El clímax me había aturdido, y apenas noté que otra lengua emergía de sus labios y se dirigía a su propia entrepierna para auto estimularse. Pocos momentos más tarde, su miembro erecto entraba muy despacio en mí, ya que además, su lengua estando adentro, y no podía aguantar el dolor de esa extraña doble penetración, a la vez que la droga y una de sus lenguas inmovilizando y afirmando mis piernas y cuerpo evitaba que pudiese intentar separarme.

 

- Nunca te habían ensanchado el culo de esta manera, ¿verdad, Itachi-kun?

 

La droga me estaba llevando al límite. Hasta lograba distorsionar mis gritos de dolor transformándolos en bajos gemidos y su lengua dentro de mi boca convertía cualquier palabra que pronunciara en un sonido ininteligible. Cuando por fin estaba totalmente introducido en mí, su lengua comenzó a salir, pero antes de hacerlo volvía a entrar hasta el fondo, y en ese momento, el movimiento se repetía con su pene. Como si dos personas me penetrasen a la vez, pero a ritmos diferentes y con un miembro más grande de lo normal. El calor comenzaba a hacerme perder la razón.

 

- Cuando me corra, mi esperma genéticamente modificado podrá transferirme a tu cuerpo, Itachi-kun.

 

No podía creer que ese maldito se fuera a llevar mi cuerpo sólo porque se le hubiese antojado. Quería que las palabras que escuchaba fuesen sólo una simple consecuencia de la droga. Aunque, independientemente de ello, mi cuerpo comenzaba a reaccionar ante las dobles embestidas de Orochimaru, las lenguas húmedas y viscosas masajeando la mayor parte de mi cuerpo, provocaban que la fricción me subiera la temperatura, llevándome a un segundo clímax sin forma alguna de resistirme al menos de forma física, ya que mi mente estaba muy determinada a no entregarse a ese imbécil, y es que de haber estado con otra persona y no con el sennin, yo podría haber estado gritando por más, pidiendo que no se detuviera sin avergonzarme de mis gemidos ni en el menor de los grados. Pero no había otro sujeto en el lugar de Orochimaru, y además estaba cargando con el temor de que la presión en mi interior lo arrastraran a él también, y no podía definir si lo que pasó a continuación era mejor o peor…

 

- Eso fue rápido, Itachi-kun… Pero me has excitado lo suficiente como para que esté pronto a correrme… a correrme dentro de ti… Tus gemidos son… únicos. Únicos… como tú y tus ojos, que serán míos.

 

Él tenía las de ganar, y en sus ojos se hacía presente la locura, el triunfo y la lujuria. De alguna manera hasta el simple gesto de acariciar mi mejilla mientras hablaba también lo confirmaba. S-Sasuke… La desesperación se adueñó de mí cuando supe que el destino de Sasuke cambiaría en algunas pocas embestidas más. Al no encontrarse conmigo en un futuro para cumplir su venganza.

 

- No… No… Detente… No… No más…

 

- ¿Ahora suplicas, Itachi-kun?

 

Suplicar… Las súplicas de mi hermanito en aquella noche regresaron a mi mente. Todas y cada una de ellas resonaban en mi mente como una grabación. Y parecías escucharse todas a la vez, como un eco que no se extingue, y su imagen permanecía nítida en mi mente, tal cual una vela que no se consume. Una tortura que no acaba. Las lenguas de Orochimaru estaban apretando demasiado, ahora, mi cuerpo lo sentía, pero mi mente estaba turbada, y empeoraba a medida que Orochimaru aumentaba la velocidad de las embestidas, hasta llegado el momento en que perdí la conciencia en una densa negrura.

 

- Nii-san

 

- ¿Sasuke?

 

- Sí. Nii-san. Aquí estoy.

 

De repente me hallé acostado en la cama de mi habitación. No en el lujoso apartamento en el que Pain me hospedaba, sino en el de la construcción a la que una vez llamé "hogar".

 

- Nii-san, ¿qué te pasa?

 

Y allí estaba Sasuke, arrodillado junto a mí usando una yukata de color azul cielo. Sus ojos inocentes y una sonrisa angelical hacían despreciable el adorno con colgantes que llevaba sujeto al cabello encima de su oreja izquierda. Queriendo evitar saber qué había pasado y cómo llegué allí con Sasuke, seguí el impulso a abrazarle.

 

- Sasuke…

 

Sentía mis ojos más húmedos de lo normal. Y por mi cabeza cruzó la idea de que ambos estábamos muertos y estábamos en algo que se asemejaba al paraíso.

 

- Nii-san…

 

Sasuke deshizo el abrazo con una sola intención: secar mis ojos con sus suaves manos, dejando su delicado perfume en mi rostro.

 

- No llores, nii-san… ¿Es que acaso no te da gusto verme?

 

- ¡No digas eso, Sasuke! Ni en juego… Sasuke, no sabes lo mucho que te amo – Las palabras que tanto deseaba decirle por fin fluyeron. Restablecí el abrazo. Todo lo que podía desear era el calor de mi hermano menor.

 

- Nii-san… - Se separó de nuevo. Esta vez sólo un poco, lo suficiente como para permitirme ver su sonrojo y su rostro intentando buscar mis labios. Yo le facilité mucho el trabajo.

 

Sus labios… Su boca sabía tan diferente cuando se le besaba sin el pesar de estarlo torturando y sin el olor a sangre recorriendo el ambiente. Ah… Mi Sasuke…

 

Y la peor sensación de todas me recorrió el cuerpo. No era una sensación de dolor, hambre o enfermedad. Era el hecho de estar vivo. Abrí los ojos de golpe y vi de nuevo el techo bien decorado de la habitación de Pain. Por desgracia, no era difícil recordarlo, lo cual llevaba a mi cabeza a viajar por algunos recuerdos que prefería mantener alejados. Entendí que la transición entre un sueño pesado y el despertar era lo que me había llevado a Sasuke y mis labios no se movieron, pero sentí que estaba sonriendo, anhelando estar en ese límite más seguido sólo para verlo y sentirlo, aunque sea una falsa imagen producida por mi cerebro, lo necesito.

 

Lo peor de despertar, es recordar el ayer para planificar el hoy. Y eso me llevaba a…

 

- Uh!

 

Levanté mi cuerpo quedando sentado sobre la cama, encontrándome con la visión de Pein manipulando unos objetos que distinguí como inyectadoras.

 

- Ah, ya despertaste, Itachi. Me alegro - Sonrió.

 

- ¿Qué pasó? – Hasta yo sentí los nervios en mi voz.

 

- Atrapé al maldito de Orochimaru antes de que su… "Ritual" para cambiar de cuerpo comenzara. Sostuve un kunai en su cuello con toda la intención de matarlo. Cuando ya se había separado por completo de ti, llegaron mis otros yo con los demás Akatsukis y no tuvo más remedio que huir – Se sentó a mi lado – Al menos le dimos su merecido… y un poco más, porque yo…

 

- Entonces Hidan… También… Vio lo que pasaba…

 

- Bueno, todos lo vieron… - Giré el rostro para el lado contrario – Itachi… - Me tomó de la barbilla para obligarme a verlo – Me preocupé ta-

 

- ¿Y eso? – No permití que me manipulara esta vez. Señalé con el rostro las inyecciones que tenía sobre una pequeña mesa.

 

- Nos enteramos de que Orochimaru te drogó. Estaba tomando unas muestras de tu sangre para enviarlas a un laboratorio clínico.

 

Hubo un silencio incómodo en la estancia. Me preocupada Hidan. Después de tanto que me había pedido que me cuidara vine a caer en una trampa estúpida. Una mano de Pein se paseaba por mi muslo derecho y por primera vez, lo detuve, apartándolo de mí. Estaba molesto con Pein. El hecho de que una de sus copias le haya dicho a Hidan y los otros que fueran a cargarse a Orochimaru era innecesario desde cualquier punto de vista, ya que él sólo era capaz de enfrentarlo. Él quería alejarme de Hidan, aunque, según esas circunstancias, mi novio sería capaz de entender que fue algo involuntario para mí. Pein me empujó para acostarme de nuevo y me sostuvo de las muñecas. En seguida lanzó sus labios a mi cuello y bajó por mi pecho. No me resistí, la cordura, el entendimiento de que debía dejarme hacer sólo por Sasuke me obligaba a entregarme. Cuando Pein notó que no me oponía, bajó sus manos por mi abdomen.

 

Los pasos de alguien más se escuchaban en la habitación.

 

- ¿Interrumpo?

 

Era la inconfundible voz de Konan. No hice nada, y Pein siguió con su brusquedad en mi pecho.

 

- Ya veo que no – Soltó con notorio sarcasmo – Espero que cuando terminen recuerden que fui yo la que se llevó las muestras de sangre de Itachi-kun, ¿de acuerdo?

 

Salió sin darle mucha importancia a la indiferencia de su amigo de la infancia.

 

Mientras Pein bajaba por mi pecho buscando rumbos más bajos, yo giré el rostro hacia la ventana. No había aves en el cielo, quizá, hasta la naturaleza se estaba aislando de los demonios que habitamos en la zona. Asesinos capaces de acabar con su aldea, con sus amigos, y en mi caso, hasta su propia familia. Quizá yo soy el más inhumano de todos. Pero… ¿No lo hice por Sasuke? Por amar demasiado a Sasuke… ¿Y no es el amor el sentimiento más humano de todos?

 

Distraído en mis divagaciones interrumpidas esporádicamente por alguna fuerte mordida que me propiciaba Pein, posiblemente intentando hacerme gemir, me tomó por sorpresa la llegada de Hidan saltando por la ventana. Aunque no lograba verlo por fijar la vista en mi pareja, sentí cómo Pein giró lentamente la cabeza, quizá intentando intimidar a Hidan, pero éste le devolvió una mirada de furia. Sin embargo, sabía que en ningún caso debía provocar al líder. Caminó lentamente hacia nosotros, que permanecíamos estáticos.

 

- Disculpe, jefe… ¿Se le perdió algo en el cuerpo de MI novio?

 

Pein se alzaba con lentitud.

 

- En estos momentos le estaba aplicando un examen médico.

 

La sangre me hirvió al escuchar esa burla. Y por supuesto que Hidan sentía lo mismo. Nunca había visto en sus ojos el instinto asesino que despertó en esos momentos, pero sólo pedía desear que no perdiera la cordura. Por fortuna, como escuchando mis plegarias, no lo hizo.

 

- Yo prefiero que eso lo haga un verdadero doctor. Más bien, debería ocuparse de buscar un reemplazo para… Orochimaru – Terminó de pronunciar con odio – Ya que, por los momentos, Sasori está solo.

 

Con tranquilidad, Pein se levantó y caminó hacia Hidan, dirigiéndole una sonrisa que se traducía en: "Esto no acaba aquí". Hidan comprobó mi desnudez, ya que desde que me sacaron de mi habitación tras lo sucedido con Orochimaru no me habían cubierto más que con la sábana de la cama de Pein, y le devolvió una mirada retadora al líder, a la vez que éste, poco a poco, se alejó de nosotros desapareciendo tras una pared.

 

- ¿Puedes caminar o te llevo cargado? – Me preguntó aún molesto volteando a verme de nuevo con prisa. Tanto él como yo queríamos abandonar aquel sitio.

 

No contesté. En cuestión de fracciones de segundo me lancé a abrazarle por el cuello y besarle profundamente. Él me correspondió estrechándome contra él con fuerza. Entendiendo que no iba a perderme de esa manera.

Notas finales:

Dejen sus revs o les mando a Orochimaru muajajaja (+_+)


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