Nunca antes había estado tan ansioso y emocionado a la vez, el cálido clima de Malibú que siempre le había encantado ahora le parecía asfixiante pues creía que el tiempo no pasaba lo suficientemente rápido. Sus dedos tamborileaban en el brazo del sofá mientras esperaban que aquel hombre llegara y entonces una delicada mano se paseó por sus sedosos cabellos haciendo que saliera de sus pensamientos, alzó la vista encontrándose con su querido rubio quien le miraba con un amor inconmensurable y aquella sonrisa que a su parecer era la más hermosa del universo entero, Tony sonrió en respuesta mirándole directo a aquellos preciosos rubíes que su prometido tenía por ojos.
-Jefe, el juez ha llegado- anunció F.R.I.D.A.Y.
El magnate ordenó a su I.A. guiar al hombre al área donde le necesitaban mientras se ponía de pie y tomaba la mano de su pareja dirigiéndose a la parte posterior de la casa donde se encontraban aquellas preciosas escaleras de cristal que guiaban a su playa privada. Después de aquella suave caminata que se llevó a cabo en un silencio cómodo y confortable que permitió que ambos hombres se relajaran un poco, por fin llegaron hasta la arena donde sus pies descalzos se hundieron suavemente reconfortandose con la tibieza de la misma, frente a ellos se encontraba un arco de madera sencilla adornado de suave seda color marfil, y azaleas, brezos y crisantemos blancos dónde les esperaba el juez con un discreto escritorio donde descansaban los papeles que les unirían.
Se detuvieron frente al hombre y escucharon atentamente cada una de sus palabras, sus manos entrelazadas se estrujaron con fuerza al enfrentarse el uno al otro para recitar aquellos votos que con tanto esmero habian escrito, Tony dejó que su mirada se perdiera en las varoniles formas de Abbadon, nunca lo había visto tan informal y relajado, vestido con aquellas ropas de lino color marfil a juego con las suyas y con esa sonrisa tan inocente, carente de su malicia habitual… sus ojos estaban brillantes y su voz se quebraba con emoción mientras juraba que le amaría con cada uno de sus respiros, el castaño no fue tan fuerte, sus lágrimas corrieron libres cuando el anillo de vibranium se deslizó por su anular izquierdo. Abbadon lloró libremente cuando llegó su momento de escuchar el juramento de su genio, sus corazones latieron desbocados al escuchar al juez pronunciarles como un matrimonio, el de ojos escarlata tomó sus mejillas con suavidad y sus labios se unieron con ansias y pasión.
Ambos sonrieron ampliamente y sus frentes se unieron mientras soltaban una risita cómplice, nunca ni en sus más locos sueños se hubieran imaginado este momento, sabían que debía ser secreto, nadie podía saber aún de la existencia del Capitán Hydra pero no les importaba, ambos estaban eufóricos de saberse el uno del otro, su boda había sido perfecta, y no cambiarían absolutamente nada.
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ABBADON'S
Nunca antes había estado tan ansioso y emocionado a la vez, el cálido clima de Malibú que siempre le había encantado ahora le parecía asfixiante pues creía que el tiempo no pasaba lo suficientemente rápido. Sus dedos tamborileaban en el brazo del sofá mientras esperaban que aquel hombre llegara y entonces una delicada mano se paseó por sus sedosos cabellos haciendo que saliera de sus pensamientos, alzó la vista encontrándose con su querido rubio quien le miraba con un amor inconmensurable y aquella sonrisa que a su parecer era la más hermosa del universo entero, Tony sonrió en respuesta mirándole directo a aquellos preciosos rubíes que su prometido tenía por ojos.
-Jefe, el juez ha llegado- anunció F.R.I.D.A.Y.
El magnate ordenó a su I.A. guiar al hombre al área donde le necesitaban mientras se ponía de pie y tomaba la mano de su pareja dirigiéndose a la parte posterior de la casa donde se encontraban aquellas preciosas escaleras de cristal que guiaban a su playa privada. Después de aquella suave caminata que se llevó a cabo en un silencio cómodo y confortable que permitió que ambos hombres se relajaran un poco, por fin llegaron hasta la arena donde sus pies descalzos se hundieron suavemente reconfortandose con la tibieza de la misma, frente a ellos se encontraba un arco de madera sencilla adornado de suave seda color marfil, y azaleas, brezos y crisantemos blancos dónde les esperaba el juez con un discreto escritorio donde descansaban los papeles que les unirían.
Se detuvieron frente al hombre y escucharon atentamente cada una de sus palabras, sus manos entrelazadas se estrujaron con fuerza al enfrentarse el uno al otro para recitar aquellos votos que con tanto esmero habian escrito, Tony dejó que su mirada se perdiera en las varoniles formas de Abbadon, nunca lo había visto tan informal y relajado, vestido con aquellas ropas de lino color marfil a juego con las suyas y con esa sonrisa tan inocente, carente de su malicia habitual… sus ojos estaban brillantes y su voz se quebraba con emoción mientras juraba que le amaría con cada uno de sus respiros, el castaño no fue tan fuerte, sus lágrimas corrieron libres cuando el anillo de vibranium se deslizó por su anular izquierdo. Abbadon lloró libremente cuando llegó su momento de escuchar el juramento de su genio, sus corazones latieron desbocados al escuchar al juez pronunciarles como un matrimonio, el de ojos escarlata tomó sus mejillas con suavidad y sus labios se unieron con ansias y pasión.
Ambos sonrieron ampliamente y sus frentes se unieron mientras soltaban una risita cómplice, nunca ni en sus más locos sueños se hubieran imaginado este momento, sabían que debía ser secreto, nadie podía saber aún de la existencia del Capitán Hydra pero no les importaba, ambos estaban eufóricos de saberse el uno del otro, su boda había sido perfecta, y no cambiarían absolutamente nada.